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El genocidio Continua
Por Ricardo LLinás - Wednesday, Feb. 01, 2006 at 1:15 AM
ricardollinas@hotmail.com (Casilla de correo válida) 4330776 Santa Marta-Colombia

Es una denuncia sobre el exterminio de los Indios Kankuamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, por grupos aramados ilegales que se disputan ese territorio. Ojalá circule por la red. !Salvemoslos!

TALLER DE LA CIUDAD

El genocidio continúa

En sus miradas se combinaban la impotencia y el dolor guardados por años en el silencio de su resistencia milenaria. En uno, su rostro dibujaba la tristeza moldeada por las lágrimas derramadas en los entierros de sus 238 “hermanos” recientemente asesinados, por hombres “civilizados” que conforman los grupos armados al margen de la ley que operan en esa hermosa área de la Sierra Nevada de Santa Marta. Grupos ilegales que sólo conocen el empleo de las armas para resolver los conflictos sociales y ocultan en las balas disparadas la rapacidad para apoderarse de lo que le vengan en ganas y, las tierras de los resguardos indígenas y parques naturales hacen parte de su botín de guerra.
En el otro, su aspecto dejaba al desnudo su amargura, porque sus voces no han sido escuchadas por quienes nos representan en las instituciones de un Estado social y de Derecho, pero que demuestran a diario y sin tapujos, el no importarle el sistemático exterminio físico y cultural en contra de los pueblos indígenas del país y los kankuamos no son la excepción de la regla.

Los rostros descritos son los de Adolfo y Freddy. Dos jóvenes miembros de ésta población patrimonial que asistieron en representación de su comunidad al curso anual organizado por la plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, dictado recientemente en la ciudad de Bucaramanga. Ellos estaban buscando ser escuchados y lo lograron. En sus dramáticos relatos nos contaron del confinamiento en su resguardo al tener que obedecer desde el año dos mil, las sangrientas órdenes de estos grupos, quienes solo le permiten ingresar a su ancestral territorio un máximo de trescientos mil pesos semanales en víveres, para un asentamiento de catorce mil almas. Medida salvaje que impregna y esparce el hambre al interior de su territorio y busca doblegar su capacidad de supervivencia, para luego apoderarse de sus tierras.

Adolfo y Freddy, nos hablaron de los asesinatos selectivos. Estos continúan y sus muertos siguen apareciendo en las fértiles tierras del Cesar -En la “Seguridad democrática” han caído 109-. Señalaron que su desgracia aumentó luego que las FARC tuvieran el atrevimiento de cruzar sus tierras con la “cacica” raptada, días antes de aparecer asesinada por fuera de sus límites. A partir de ahí todos han sido estigmatizados como guerrilleros. Hay 27 procesados por subversión y no contentos con el asesinato de “tito” Arias, -ex-miembro de ésta etnia- acusado, perseguido y abatido por sus verdugos, al ser señalado como cómplice principal en el atroz crimen en contra de Consuelo; identificarse con éste apellido por fuera de sus suelos equivale a ser condenado a la pena de muerte, y si esto no es posible, atentan en contra de su dignidad y cultura, cortándoles rabiosamente sus largas cabelleras.

Ésta perversa cacería humana adelantada por estos grupos armados ilegales, que recuerdan las organizadas por los hacendados llaneros a principio del siglo pasado para cazar a los indios guahíbos, les ha dado excelente rendimiento. Entre nosotros y sumados a la sistemática masacre de 238 seres humanos, en las principales ciudades de la costa Atlántica, subsisten más de cuatrocientas familias obligadas a desplazarse para salvaguardar sus vidas, mientras se extingue a diario su valiosa riqueza cultural y folclórica. Ancestral filosofía y ejemplo de resistencia estimados por muchos, patrimonios de la humanidad.

En su desgarradora narración, los valerosos jóvenes indígenas nos dijeron que esta pretensión de exterminio es conocida por las autoridades civiles y militares del Cesar y del país. Es miedosamente callada por la prensa local y nacional y, su comunidad no sale del asombro colectivo, cuando observan desde lo alto de su empinado mundo, bañarse a sin apuros a centenares de hombres y mujeres civilizadas en Hurtado -su balneario favorito-, sin importarles que sus derechos a la vida, a la libertad y la diversidad étnica y cultural del pueblo kankuamo, les resbalen y sigan ahogándose en las frías aguas del río guatapurí; Las mismas aguas que ellos cuidan como nadie pueden hacerlo y les da la vida y la alegría que caracteriza al pueblo vallenato.

A propósito de la ley “justicia y paz”, que ahora se discute en el Congreso y dando por hecho su intencionada impunidad, ¿alguna suma de dinero podrá reparar estos crímenes en contra de estos seres humanos y su patrimonial cultura? “… ¿Por qué nos siguen matando… si sólo deseamos vivir en paz y tranquilidad?”, preguntó Freddy al final de su conmovedor relato.

Por: Ricardo Llinás
ricardollinas@hotmail.com

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