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La Idea Mas Brillante por Miguel Guerra Leon
Por Miguel Guerra Leon - Wednesday, Feb. 01, 2006 at 5:32 PM

En este breve relato del librepensador peruano, Miguel Guerra Leon, exhibe a un ideólogo llamado Gustavo de la Peña, quien con argumentos racionales describe lo que para él es, la idea más brillante que pudo tener. El escrito trata de plasmar la cosmovisión del personaje y como éste percibe la aguda y tormentosa diferencia entre humanos y demás animales.

La Idea Más Brillante
El ideólogo que deseaba ladrar

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La Idea Más Brillante por Miguel Guerra Leon

Miguel Guerra León (librepensador)

 

E

ntre la urbe de una gran ciudad, vive el más grandioso ideólogo que la sociedad intelectual, política y empresarial podía imaginar. Su nombre es Gustavo de la Peña, y antes de ser un ideólogo adinerado, se dedicaba a elaborar complejas teorías que eran inspiradas por la flama de su corazón; asimismo, construía postulados contra las ideologías que creía impuras. Repudia muchos de los acontecimientos políticos, científicos y económicos de la civilización moderna.

Muchos concuerdan con sus trabajos teóricos pero a la hora de luchar, nadie hacía nada. Hastiado de la cobardía de las personas, decide que debería dedicarse simple y llanamente a él. Se propuso conseguir las metas y sueños que se había trazado, sabiendo que tendría que interrelacionarse con aquello que odiaba. En poco tiempo, empezó a ganar un sueldo de lujo asesorando a personalidades importantes que lo buscaban por ser un gran ideólogo y un experto en nuevas tecnologías.

Una tarde se encontraba en su dormitorio y, desde su ventana del piso dieciocho, observaba todo el panorama, veía la ciudad como a una maqueta y a sus habitantes como soldaditos de plomo. Entretanto, se sintió cansado y con pensamientos delirantes de tanto revisar las bases teóricas de un partido político en el que no creía. Fastidiado optó por tumbarse sobre la cama y mirar en el techo a una araña que parecía dormir. Seducido queda dormido y tiene un extraño sueño donde cientos de perros comían, corrían y descansaban en un extenso prado, en eso, un grupo de perros advierten de su presencia y corren hacía él, atemorizado corre para salvarse pero tropieza y mientras siente que cae, despierta de un salto, como si un relámpago lo golpeara, recordó la idea más fabulosa que había tenido de niño.

Su idea había nacido porque de niño detestaba las responsabilidades que todo menor debía cumplir, como ir al colegio. Su rechazo casi fóbico por la escuela era a causa de las tareas, los exámenes y los compañeros, sin contar que no podía ver TV al costado de su abuela mientras tomaba un café con leche. Toda esa responsabilidad lo hacia pensar en muchas cosas. Una vez, mientras observaba a su perro, vio que éste vivía más placidamente que él. Al comprender esto, atinó a decir en la mesa:

“Quien como el perro, sólo duerme, come y  juega... en cambio yo, tengo que ir al colegio”

Su anecdótica frasecilla provocó risa entre sus familiares sin que se percataran que podría tener razón. Según Madame De Sevigne[1]: ”Cuanto más conozco a los hombres, más admiro a los perros”. De una u otra manera, entendía que la simpleza de su mascota era menos angustiante que su rutina. Y ahora, después de casi 20 años reivindicaría su teoría.

Elaboró una lista muy atinada del por qué sentía más aprecio por los perros, que por los hombres, por ejemplo los perros no roban, no insultan, no discriminan y no engañan. Recordó claramente como, en una oportunidad, un perro mostró fieramente los dientes a un gobernante importante, esa frescura le encantó porque jamás un ciudadano se atrevería a hacerlo. Muy aparte de este hecho, lo mejor de los perros es que ni promueven, ni matan por ideologías o revoluciones.

A diferencia de los perros y demás animales, el ser humano es un animal que desea ser perfecto por medio de caminos enlodados que atascan su andar, son individuos encerrados en un sistema de valores que están destruyéndolos. Y es que en el siglo XXI, la humanidad deberá soportar nuevos percances que agudizarán la problemática mundial. El periodista y escritor, Ignacio Ramonet[2] dice: “La diferencia principal es que hay guerras de nuevo tipo, como la guerra contra un terrorismo, la guerra contra los pobres y la guerra contra el medio ambiente”.

Gustavo era el ideólogo que en vez de dialogar quería ladrar, morder y mear a todo aquél que olía a mierda humana. Comprendió que todos los animales eran sensacionales y que muchos habían sido incluidos en tareas donde sólo son instrumentos de distracción, carne de cañón o en el mejor de los casos, guía para discapacitados. De todas las habilidades de los caninos, las que más admiraba era la precisión para las situaciones de peligro y el sentido del olfato.

No obstante, él sabe que no puede ser un can y decide proseguir con su trabajo para conseguir más poder. Sin embargo, él sigue creyendo que existen trabajos que sí eran fantásticos, así, hubiera deseado conseguir su riqueza siendo un músico virtuoso, un actor porno, un filósofo famoso o por qué no, simplemente haber nacido rico. Él se juró que ahorraría una suma considerable de dinero y se mandaría a largar a algún remoto lugar donde su dinero pague sus más extravagantes deseos. Él cree aún que al experimentar situaciones de satisfacción profunda, éstas lo acercarían a la placida vida perruna.


 

[1] Madame De Sevigne (1626-1696), escritora y marquesa francesa.  
[2] Ignacio Ramonet periodista y escritor español que nació el 5 de mayo de 1943. Es doctor en Semiología e Historia de la cultura y catedrático de Teoría de la comunicación. Especialista en geopolítica y estrategia internacional y experto-consultante de la ONU. Dirige la Le Monde Diplomatique y entre sus libros tiene La Golosina visual, (1985 y 2000), La tiranía de la comunicación (1999), Guerras del Siglo XXI (2002) e Irak, historia de un desastre (2004)

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