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El nuevo gobierno de Chile: ¿una mujer en la Presidencia hace la diferencia?
Por Pedro Avendaño / ALAI - Thursday, Feb. 02, 2006 at 1:08 PM

Tenemos tanto y sin embargo tan poco tenemos / Que no es posible que esto continúe / P. Neruda

Michelle Bachelet ganó la presidencia de Chile y con ella, la Concertación de Partidos Por la Democracia (Concertación), coalición que gobernará al año 2010 por veinte años. En el contexto chileno, que sea una mujer la que asuma el cuatro gobierno de la Concertación es un logro mayor, no sólo porque hay una ratificación ciudadana a lo que han sido estos últimos dieciséis años sino porque al fin irrumpe en el escenario político un actor que había estado presente en todas las discusiones, pero que aún era invisible, los temas de género. Chile es hoy más moderno que ayer con esta elección.

M. Bachelet representa a una parte de la población chilena que fue sistemáticamente goleada por la Dictadura de Pinochet, en ella está una buena parte de las vida de los exiliados de tantas patrias, de los hijos detenidos – desaparecidos, de los torturados, de los que sufrieron la cárcel y la exclusión total. Se trata de una reparación moral que la sociedad chilena ha decidido por sobre una idea de transición perfectamente empaquetada que impidió en su momento que las compuertas de la justicia comenzaran a abrirse y se llamaran las cosas por su nombre.

El modelo neoliberal avanza a pasos agigantados por los caminos de Chile: hace muchos años que entró por las puertas que Pinochet fabricó para los banqueros y que le valieron amistades que se desmoronaron cuando quedó en evidencia que él mismo había utilizado toda la maquinaria del estado no sólo para asesinar sino para robar. La derecha chilena pudo perdonarle sus “excesos en relación con los atentados a los derechos humanos”, pero no pudo perdonarle su rapacidad y lo dejó solo. En esta elección presidencial, sin decirlo, sin que apareciera en ninguna reivindicación, sino más bien como una silenciosa marejada, se fue gestando la diferencia entre una Alianza que aún no termina por desprenderse de la carga de la dictadura de la que fue parte y la nueva experiencia de una mujer en la presidencia. La gente de Chile no optó por un gerente para que asumiera la primera magistratura, sino por una gobernante capaz de comenzar a re encantar el ejercicio político tan desprestigiado por algunos que no han logrado distinguir sus apetitos personales del servicio a la sociedad.

La Concertación no ha sido todo lo que pudo ser, pero no ha dejado de ser tampoco un referente para la apertura a la democracia y una contención para la derecha. El Presidente Lagos hizo un gobierno altamente eficiente, inteligente para centrar su acción en el crecimiento económico del país y en la modernización de la infraestructura, pero demasiado insensible al otro Chile que buscaba introducir en el modelo económico algunas correcciones que permitieran al menos poder subsistir con alguna dignidad. Para los sectores de clase media éste ha sido un período de expansión, de manejo de chequera y tarjetas de crédito. Durante la dictadura vio cómo se derrumbaban sus posiciones y se empobrecía. La democracia hizo que el susto fuera pasando y aunque vive altamente endeudada, puede darse algunos lujos que se parecen mucho a la estabilidad económica y a la paz social. El premio, un 70 por ciento de aprobación para Ricardo Lagos.

Pero las relaciones sociales son cada vez más complejas y desde hace años ya no basta separar la derecha de la izquierda porque sus límites son bastante difusos y en algunos casos casi invisibles. La complejidad de estas relaciones es la característica sobre la cual se estructuran los nuevos paradigmas de la historia. Cómo compatibilizar el libre mercado con la rentabilidad social, cómo hacer que los mercados se abran y se expanda la economía local sin ser presas de los intereses corporativos, cómo atraer la inversión privada sin que esta convierta a las personas en las piezas de un engranaje sin nombre y sin historia. Cómo detenemos el hambre, la guerra, el genocidio diario que enfrentan algunas naciones. Cómo hacemos para que las relaciones entre las naciones no esté constantemente en la balanza de la guerra y la paz. La globalización no ha sido con mucho la promesa del éxito de un nuevo orden económico. Su institución más depurada y moderna es la Organización Mundial de Comercio y sus políticas de gobierno mundial. Para nadie es un misterio que la OMC pesa más que todo el sistema de Naciones Unidas en su conjunto y que la crisis mundial de gobernancia tiene mucho que ver con las crecientes demandas y contradicciones que provienen de estas políticas. Incluso en Banco Mundial pareciera una institución de beneficencia al lado de la OMC. Ya no tanto las compañías transnacionales son las dueñas de una buena parte del planeta, sino los intereses corporativos anónimos que traspasan toda frontera política, geográfica y cultural. La sociedad civil y la generación de una inteligencia colectiva no bastan por sí mismas para una acción democratizadora de la economía mundial. Es irremplazable la tarea de los gobiernos, de los parlamentos y de los partidos políticos para la reforma al sistema multilateral.

Es en este Chile, bajo los nuevos desafíos de las sociedades modernas que M. Bachelet gobernará. No se enfrenta a una tarea fácil. Algunos, por el sólo hecho de ser mujer han querido pasarle lista de tareas urgentes, como se las pasaría un marido tradicional a su mujer antes de salir al trabajo, otros han querido ver en ella sólo un espejismos electoral que esperan se agote lentamente para dejar el paso a los hombres que sí saben hacer política.

Yo creo que M. Bachelet ha sabido resistir y contestar las preguntas de los hombres superiores y sobre todo, ha enraizado su votación en la necesidad de hacer un gobierno ciudadano que puede comenzar a dar luces sobre una nueva forma de entender el mundo contemporáneo en A. Latina. Me parece que este gobierno de Chile tiene la inmejorable oportunidad de contribuir a que los ciudadanos tengan más conciencia, se involucren más, ejerzan un control mayor sobre la regulación de la globalización económica. Estos beneficios son evidentes con respecto a los ingredientes vitales de la democracia, como son la educación pública, la el debate público, la participación pública, la transparencia pública y la rendición pública de cuentas.

Pese a los indicios promisorios, Chile no puede dormirse. Una de sus carencias más graves es la energía para hacer frente a la demanda creciente de su industria e infraestructura en expansión. Uno de los grandes desafíos que tiene por delante el gobierno de es poner fin de una vez por todas al diferendo con Bolivia, y las rencillas marítimas con el Perú, de modo que la colaboración activa entre estos tres países traiga a unos y otros beneficios tangibles: la energía que Chile necesita y que en Bolivia abunda, y a ésta y al Perú el próspero mercado chileno para sus productos y las inversiones y la tecnología que requieran para su propio desarrollo y que Chile está en condiciones de brindar. Esa colaboración, además, permitirá que cese, y comience a reducirse, el inútil y peligroso armamentismo, de nefasta memoria en la región, y fuente de la suspicacia y desconfianza que alienta los nacionalismos xenófobos. Chile es el país que más gasta en armamento en América del Sur.

¿Una mujer sí hace la diferencia en la presidencia?. Serán Sí la hace no sólo porque nunca, nunca ha gobernado una mujer en Chile, sino porque esta mujer es parte del nuevo siglo que vivimos, un nuevo liderazgo para un nuevo tiempo.

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