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Actos por los 250 años de la muerte del líder guaraní Sepé Tiataju
Por Minga Informativa de Movimientos Sociales - Wednesday, Feb. 08, 2006 at 1:26 AM

Asamblea Continental Guaraní

Con la participación de más de mil delegados/as de los pueblos guaraní de Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay se desarrolló, del 3 al 7 de febrero, en el municipio de San Gabriel, Río Grande do Sul, Brasil, la Asamblea Continental Guaraní, con ocasión de los actos conmemorativos de los 250 años de la muerte del líder de la resistencia Sepé Tiataju contra los ejércitos de España y Portugal.

Para participar en esta conmemoración se dieron cita más de cinco mil personas que se instalaron en el Parque Tradicionalista de San Gabriel, divididos en cuatro campamentos: el indígena, de la juventud, de la Vía Campesina y de las Quilombolas. Los jóvenes fueron los primeros en iniciar sus actividades, el día 3. En la mañana del sábado, 4, los 700 jóvenes presentes asistieron a una charla sobre la historia de los Siete Pueblos de las Misiones y de Sepé Tiaraju, para luego proseguir con grupos de estudios durante la tarde.

Sepé Tiaraju fue asesinado en combate el 7 de febrero de 1756 en la región llamada Batovi, actual municipio de San Gabriel. Relatos de la época señalan que el líder guaraní fue muerto por una herida de lanza de un portugués y un tiro de un español. Tres días después, liderados por Ñenguiru, cerca de 1500 indios fueron masacrados por portugueses y españoles.

Desde el domingo 5, misioneros e indígenas han identificado las cuestiones comunes de la realidad de los guaranís en los diferentes estados de Brasil y en países como Argentina y Uruguay.

Los países de América del Sur donde viven los guaranís tienen en común un estructura agraria altamente concentrada y un modelo de producción que refuerza esta característica, pues adoptan el monocultivo para la exportación como principal actividad del campo. El principio de la propiedad privada, que rige la división de la tierra en estos países, choca con la visión de mundo del pueblo Guaraní, basada en la concepción de que la tierra fue creada para uso colectivo, de todos los seres que en ella viven. "En Argentina, la mayoría de las tierras es considerada propiedad privada de grandes empresas", afirmó la misionera de la pastoral indígena de Argentina, María José Ramírez.

Por el hecho de que las tierras habitadas por este pueblo eran, en general, de suelo fértil y ricas en especies de maderas, ellas fueron ocupadas desde el inicio de la colonización. En este proceso, que en Brasil comenzó por el litoral atlántico, muchos indígenas fueron migrando hacia el interior del país en dirección a las fronteras del oeste. Entre tanto, los guaranís de Argentina y de Paraguay tomaron el camino hacia las fronteras del este de los países. El proceso comenzó en Brasil, en el siglo 17, cuando los bandeirantes cazaban a los indios para utilizarlos como mano de obra en las reducciones. En Paraguay, el proceso fue semejante, pero se desarrolló de forma un poco más lenta. Sólo las tierras situadas en Argentina fueron ocupadas más tarde, sobre todo en los siglos 19 y 20. La consecuencia más visible de esta migración es que hoy un gran número de guaranís vive en regiones de frontera. Pero también allí los espacios que habían restado intactos fueron ocupados en la última década por las plantaciones de soja.

La devastación de las tierras trae también consecuencias culturales porque, en la visión Guaraní, todos los seres que nacen de la tierra son vivos y, si el territorio es destruido, esta población tiene dificultad para encontrar sentido para la vida en este ambiente.

Otro problema común a los guaranís de todo el continente es la creación de unidades de conservación en los lugares donde ellos viven, precisamente porque son espacios donde aún hay bosques originarios. Hay diversos casos en que el acceso de los indígenas a los parques es negado o, por lo menos, es motivo de disputa. Ejemplos del problema en Brasil son el Monte del Hueso, parque municipal de la ciudad de Porto Alegre, que es tierra reivindicada por los guaranís, y los indígenas que fueron expulsos de la tierra Ocoí, situada en San Miguel del Iguaçu, RS. Estos últimos, de hecho, luchan por la tierra después de que han sido expulsados por la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú, en la década de 1980.

El problema se repite en Argentina."Allá, muchas comunidades sufren con la deforestación indiscriminada y con el robo de madera, principalmente las comunidades que están dentro de la Reserva de Biosfera Yabuti, en la provincia de Misiones. Esta reserva, creada por la UNESCO, tiene 250 mil hectáreas, engloba los últimos reductos de la Selva Paranaense [semejante a la Mata Atlántica] que quedan en el planeta. Hay nueve comunidades indígenas en la reserva de la biósfera, pero la mayoría de las tierras son de propiedad de empresas madereras, porque el Estado argentino abre la posibilidad de explotación en este tipo de reservas", dijo María José.

En los casos en que la tierra de los guaranís ya fue usada para el ganado o para el monocultivo, el desafío de los pueblos originarios y de los Estados nacionales, cuando estas tierras son finalmente reconocidas como indígenas, es la recuperación ambiental. "Uno de los grandes desafíos en Brasil es que los indígenas, cuando consiguen tener acceso a la tierra, vuelven hacia tierras donde ya no hay nada", afirmó Mario de Oliveira, del Consejo Indigenista Misionero (CIMI).

Migraciones y la globalización del capital

En relación a las fronteras de los Estados nacionales, el paso de los indígenas de una frontera a otra aún causa mucha reacción de la sociedad no-indígena, que no entiende que una de las características de ese pueblo es la movilidad dentro de sus territorios.

Sin embargo, al mismo tiempo en que hay esta reacción, se produce la compraventa de tierras en Paraguay por brasileños, principalmente para el cultivo de soja. La práctica ha llevado a los pueblos que viven del otro lado de la frontera a los mismos problemas enfrentados aquí. Como la moneda brasileña es más valorada en relación a la moneda paraguaya, hacendados brasileños han invertido en tierras del otro lado de las fronteras, y estas tierras son exactamente los lugares donde aún había espacio para los guaranís que viven en Paraguay.

La construcción de hidroeléctricas es otro problema común entre Argentina, Brasil y Paraguay. Ellas afectan a las comunidades indígenas directa e indirectamente, destruyendo la pesca, la medicina, las tierras. Itaipú es el ejemplo histórico, pero proyectos recientes cuentan con el apoyo del gobierno brasileño, entre ellos la construcción de la presa de Garabi, en el río Uruguay.

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