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EL MITO DE LAS CLASES MEDIAS.
Por EL MILITANTE - Saturday, Feb. 11, 2006 at 8:51 AM


El Militante nº 191

El mito de las clases medias

Autor : Juanjo López
Fecha : ( 06-Febrero-2006 )
Categoria : Teoría
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El Manifiesto Comunista sentencia a las clases medias, los sectores sociales situados entre el proletariado y la burguesía: la pequeña burguesía. Les condena a desaparecer, a convertirse en proletarios, bien por efecto de la competencia, que arruina a los menos competitivos, bien por el desarrollo tecnológico, que deprecia su habilidad profesional.
Los teóricos antimarxistas han buscado en la terca existencia de clases medias un argumento definitivo para condenar las ideas explicadas por Marx, puesto que el desarrollo del capitalismo había supuesto, aparentemente, su reforzamiento. Es más, algunos “intelectuales” se atreven a afirmar que todos somos ahora clases medias. Según ellos no hay ninguna diferencia entre el obrero metalúrgico y un consejero delegado de un gran banco: el desarrollo del capitalismo ha llevado a amortiguar, hasta eliminar, los antagonismos de clase.
Desde un punto de vista científico, las clases medias son el sector de la población que trabaja manual o intelectualmente, pero que es dueña de sus medios de trabajo, a diferencia de la clase obrera. Por su propia definición son un sector muy heterogéneo ya que tan clase media es el pequeño campesino propietario que sobrevive a duras penas en un pedazo de tierra, el campesino con una explotación más grande, el tendero del barrio o el abogado que dirige su propio bufete.

¿Desaparecen
las clases medias?

Lo cierto es que las clases medias sufren el efecto de la competencia. Cotidianamente podemos ver cómo pequeñas tiendas dejan paso a las grandes superficies comerciales. La industria, la banca o la minería, en la época de Marx, se componían de pequeñas explotaciones de capitalistas individuales, ahora son de grandes multinacionales.
Por otro lado, los antiguos artesanos, incapaces de competir con la gran producción capitalista, son hoy meras atracciones turísticas. Oficios enteros han desaparecido o se han proletarizado. Así por ejemplo, las llamadas “profesiones liberales” también han sufrido esta tendencia. Funcionarios, maestros, e incluso médicos o abogados, han visto cómo en las últimas décadas se han ido proletarizando. Un buen ejemplo de la proletarización lo tenemos en los informáticos. Privilegiados en los años ochenta, hoy son un sector del proletariado, que sufren todas las lacras de la explotación capitalista.
Pero la crisis orgánica del capitalismo también arroja a las clases medias, en muchos casos, a la ruina y la descomposición, por ejemplo, en América Latina, donde millones de descendientes de campesinos, huidos o expulsados del campo, sobreviven buscándose la vida en los arrabales de las grandes ciudades porque el capitalismo es incapaz de proletarizarlos.
En el pasado, las clases medias eran numéricamente la inmensa mayoría de la sociedad por la existencia de millones de campesinos. Internacionalmente eso ya no es así. No sólo en Europa o Norteamérica, donde el campesinado representa una ínfima minoría de la población, sino incluso en los países más atrasados, ex coloniales, donde el peso del campesinado es cada vez menor y en ningún caso comparable al que había, por ejemplo, en la Rusia de 1917.
Hoy las clases medias son una minoría de la sociedad. En las encuestas de la población activa de cualquier país desarrollado podremos comprobar como el peso fundamental, alrededor del 80%, recae sobre la clase trabajadora, los asalariados (incluso excluyendo a los parados que son proletarios expulsados de las fuerzas productivas, la clase obrera sigue siendo mayoritaria). Este porcentaje ha aumentado en todo el mundo incluso teniendo en cuenta las políticas llevadas a cabo por la burguesía de privatizaciones, reconversiones, despidos masivos, etc.
Pero no sólo tenemos que analizar el peso de las clases medias desde el punto de vista numérico, sino sobre todo, por su peso en la producción. El valor de la riqueza que aporta la pequeña burguesía a la economía no representa hoy prácticamente nada, en comparación con la riqueza producida por el proletariado. De hecho, que en un país predominen las pequeñas empresas sólo es una evidencia de la debilidad del capitalismo en esa economía.
Ciertamente, la nueva tecnología desarrollada por el capitalismo trajo consigo el desarrollo de una “nueva clase media”, diferente al pequeño productor de la niñez del capitalismo: administradores, técnicos, empleados de comercio… pero científicamente estos nuevos sectores pertenecen a las capas medias, un sector más amplio de la sociedad que engloba a las clases medias, pero también a los sectores más acomodados de la clase obrera que, por sus condiciones de vida, adoptan incluso una psicología que los aleja de los trabajadores.

El papel político
de las clases medias

El ser social
determina la conciencia

Situados entre la burguesía y el proletariado, las clases medias, inevitablemente oscilan entre unos y otros. A lo largo de toda la historia han sido incapaces de jugar un papel político independiente porque, en todo caso, su única alternativa política es retroceder en el tiempo a cuando predominaba la pequeña propiedad.
En una sociedad de clases, la ideología dominante es, necesariamente, la ideología de la clase dominante. Sin un papel político independiente, las clases medias se empapan de las ideas y las mentiras que lanza la burguesía. Adobadas con sus propios temores a desaparecer (que su negocio quiebre) y sus deseos de convertirse en burgueses (que su negocio prospere y no necesite trabajar), las clases medias son fuente inagotable de prejuicios e ideas incorrectas que empapan al conjunto de la sociedad. También a la clase obrera, si las organizaciones obreras no las combaten.
La burguesía utiliza a la pequeña burguesía. En una situación de paz social convence a las clases medias de que son los amos de la sociedad, a través del parlamentarismo burgués, el sufragio universal, sobrevalorando su papel social... Engañan a estos sectores con “un hombre, un voto”, mientras que las verdaderas decisiones se siguen tomando en los despachos de las multinacionales. Además los compra, convirtiéndoles en diputados, concejales…
En el seno del movimiento obrero la burguesía infiltra los prejuicios pequeñoburgueses en los dirigentes de los partidos y sindicatos obreros, apoyándose en la aristocracia obrera que, ante todo, quiere mantener sus privilegios, y con la afluencia de arribistas, que ven en la socialdemocracia un buen lugar para hacer carrera. La mayoría de los dirigentes de los partidos obreros, son profesores, abogados, licenciados… El origen del reformismo socialdemócrata hay que buscarlo en el grandioso desarrollo capitalista previo a la Primera Guerra Mundial que favoreció la degeneración pequeñoburguesa de las direcciones obreras.
En definitiva, durante la paz social, la pequeña burguesía dirige al proletariado en la senda marcada por la burguesía, tratando de evitar que la clase obrera se convierta en clase para sí. Las clases medias se hacen defensores del orgullo nacional, de los derechos individuales, de la defensa de la propiedad privada, del progreso lineal de la sociedad y de que todos somos iguales y ya no existen clases sociales.
No podemos olvidar, no obstante, que, de forma individual, los pequeñoburgueses pueden romper con su ser social. Así, grandes dirigentes revolucionarios del proletariado y muchos de los cuadros de organizaciones como el Partido Bolchevique, procedían de las clases medias (e incluso de la burguesía). Eran sectores de la intelectualidad que rompieron frontalmente con las prebendas y las condiciones de vida de la pequeña burguesía, asimilando los métodos de lucha y el programa del proletariado revolucionario.

O con la burguesía o con
el proletariado

En un contexto de polarización social, en el que la clase obrera juega un papel independiente, la pequeña burguesía sufre su extremada heterogeneidad. Sus estratos más acomodados se entregarán a los brazos de la burguesía. Los más humildes y oprimidos, e incluso algunos sectores de la intelectualidad impactados por la acción de la clase obrera, se aliarán con el proletariado. No obstante, dependerá del propio acierto del partido revolucionario para que esa alianza se fragüe.
En Rusia, los bolcheviques consiguieron aliarse con los campesinos gracias a una política decidida, audaz y coherente. Sin embargo, incluso con una orientación correcta, la mayoría de las clases medias urbanas, permanecieron fieles a la burguesía. La alianza de mencheviques, eseristas y cadetes, reflejaba la sumisión de la pequeña burguesía a sus amos. “La inteligencia técnica organiza simultáneamente la producción y la explotación, llega de esta manera a identificarse con el sistema mismo y a concebir el método capitalista de producción como el único posible” (Serge, V., El año I de la Revolución rusa).
En los países atrasados, ganar a los campesinos, uno de los sectores más oprimidos de la sociedad, era determinante para derrotar a la burguesía, por su importancia numérica y por su ardor revolucionario. En todo caso, se trataba de una alianza dirigida por el proletariado, ya que el campesinado, por su propia forma de vida, su aislamiento, su atraso, sin una alternativa política al capitalismo, sólo podía jugar un papel auxiliar.
Pero incluso el carácter pequeñoburgués del campesinado fue uno de los principales escollos del régimen soviético (provocó la necesidad de la NEP) y una de las bases para el triunfo de la burocracia estalinista (los kulaks y los nepman) que no dejó de ser una reacción pequeñoburguesa en el Estado obrero.
La burguesía también ha utilizado a las clases medias para acabar con el movimiento obrero organizado: el fascismo no es más que la pequeña burguesía movilizada y militarizada por la burguesía para lanzarla contra el proletariado. En la situación de grave crisis política de la Alemania de los años treinta o en la Italia de los veinte, perdidas las oportunidades de derrocar el capitalismo por parte de los partidos obreros, la burguesía utilizó a una pequeña burguesía histérica y desesperada, incapaz de comprender la debacle económica y social que le rodeaba y le arruinaba. Pero en aquellos años, las clases medias aún eran millones de personas.
Hoy, en los procesos revolucionarios en marcha seguimos viendo la ruptura en líneas de clase de la pequeña burguesía: los campesinos y los más humildes están con la clase obrera en Venezuela, Bolivia… los que no, se convierten inevitablemente en peones de la burguesía (los escuálidos venezolanos, la pequeña burguesía de Santa Cruz en Bolivia…). Estos mismos sectores son los que en el Estado español apoyan al PP y odian todo lo relacionado con el movimiento obrero.
“Son revolucionarios [las clases medias] únicamente por cuanto tienen ante sí la perspectiva de su transito inminente al proletariado, defendiendo así, no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado” (Marx y Engels, El Manifiesto Comunista).

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