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Movimiento Autonomista Mapuche: Desafíos para avanzar
Por Rodrigo MARILAF y Pedro CAYUQUEO* / Azkintuwe - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:44 PM
azkintuwe@yahoo.es

Una cosa debiéramos tener clara a estas alturas: Los problemas de la nación mapuche en Chile sólo pueden ser resueltos por nosotros. No será gracias a un decreto o una ley constitucional o una concesión del Parlamento que los mapuche nos convertiremos en un pueblo o una nación. Lo seremos en la medida que lo creamos, que seamos capaces de forjar una identidad nacional y estemos dispuestos a luchar por autodeterminarnos, le guste o no al Estado y su clase político-empresarial. En nuestras manos se encuentra el futuro de nuestro pueblo, lo que implica a su vez asumir varios desafíos.

GULUMAPU / La victoria electoral obtenida por Michelle Bachelet (PS) en el balotaje del pasado 15 de enero abre elementos de un nuevo escenario que es necesario comenzar a revelar. Felices se pronuncian distintos personeros de la Concertación de Partidos por la Democracia al señalar que está victoria abriría “nuevas y grandes” oportunidades para Chile, así como cambios culturales profundos a un país tradicionalmente conservador. Sin embargo, más allá de estos pronósticos para la galería ¿qué encierra el futuro gobierno de Bachelet para el movimiento mapuche en particular?

En primer lugar, será el cuarto gobierno de una alianza que ha sabido perpetuarse en el poder por casi dos décadas. Si Bachelet es la continuidad de las recalcitrantes políticas implementadas por su coalición, esto no quiere decir otra cosa que -más allá de ciertos retoques- persistirá la profundización del modelo económico neoliberal, con su secuelas de injusticias sociales y depredación del medio ambiente. Es así como escándalos del tipo Celco o Pascua Lama seguirán estallando más allá de lo que establezca la legislación vigente, porque bien sabemos los mapuches que las leyes son siempre salvables para quienes detentan el poder económico y cuentan además con la complicidad de los gobernantes de turno.

Entre las secuelas de injusticias sociales, los ejemplos también sobran y de ellas los más perjudicados siempre hemos sido las naciones originarias y, particularmente, nosotros los mapuche en la zona sur de Chile. En el Wallmapu, el País Mapuche, hoy estamos sometidos a un nuevo proceso de invasión a manos de empresas transnacionales de diverso signo, las cuales ni siquiera tributan en el territorio, llevándose ganancias extraordinarias a costa de la explotación indiscriminada de nuestros recursos naturales y una legislación laboral a la medida de sus intereses. Según la encuesta CASEN, las regiones que se destacan por su pobreza son la Octava (52,3%), la Novena (43,2%) y la Décima (41,6%).

Los mismos datos oficiales nos señalan que en la actual IX región, nuestro territorio histórico, 1 de cada 3 habitantes está en situación de pobreza y de ellos al menos un tercio es indigente. Esta pobreza se encuentra asociada mayormente a zonas rurales, siendo las comunas donde mayormente se concentran las reducciones mapuches las más pobres entre las pobres. Y a esta opresión de tipo material, se suma –en el caso de la ciudadanía de nuestro pueblo- una opresión también política, en tanto nuestro derecho a autodeterminar nuestro destino, a participar de la cosa pública o, cuando menos, a ser consultados a la hora de ejecutar sobre nosotros megaproyectos estatales y privados, no se reconozca.

¿Cuál será la respuesta de Michelle Bachelet frente a esta situación? Tendemos a pensar que más indigenismo de estado, fracasado y mal oliente. Fracasado por cuanto nunca ha logrado, en ya casi cien años de aplicación y millonarios programas de inversión social, sacarnos de la pobreza extrema en que nos dejó la guerra de invasión a fines del siglo XIX. Y mal oliente, por cuanto se complementa con estrategias represivas que poco tienen que envidiar a regímenes dictatoriales en lo que a detenciones extrajudiciales, campañas de guerra sucia, procesamientos arbitrarios y uso de leyes antidemocráticas se refiere.

Pero más allá de las eternas promesas de reconocimiento constitucional, ratificación de convenios internacionales y desgastadas políticas asistencialistas bautizadas como "nuevo trato", ¿qué futuro estamos proyectando, luchando y construyendo, nosotros mismos los mapuche para nuestra nación? Más allá de nuestras desgastadas estrategias para influir al poder mediante acuerdos, pactos o compromisos originados en rimbombantes mesas de diálogo o consejos ciudadanos ¿qué es lo que estamos haciendo para cambiar una dinámica que nos tiene reaccionando ante escenarios, en vez de ser capaces de generarlos en función de nuestros intereses colectivos?

Una cosa debiéramos tener clara a estas alturas: Los problemas de la nación mapuche en Chile sólo pueden ser resueltos por nosotros. No será gracias a un decreto o una ley constitucional o una concesión del Parlamento que los mapuches nos convertiremos en un pueblo o una nación. Lo seremos en la medida que lo creamos, que seamos capaces de forjar una identidad nacional y estemos dispuestos a luchar por autodeterminarnos, le guste o no al Estado y su clase político-empresarial. En nuestras manos y solo en nuestras manos se encuentra el futuro de nuestro pueblo, lo que por cierto implica a su vez un gran desafío a enfrentar para quienes actuamos en el quehacer político-social.

Enhorabuena, pareciera existir un consenso al interior del movimiento mapuche respecto de la necesidad de avanzar hacia un proceso de organización de nuevo tipo, que permita la emergencia de un instrumento de lucha política pertinente con los tiempos que vivimos. En este sentido, se ve como una verdadera urgencia romper con la dinámica de acción contestataria que nos ha caracterizado en los últimos años, así como poder transitar hacia la elaboración de propuesta políticas concretas. Y no tan solo en lo referido a estrategias para revertir la expoliación territorial que nos afecta en el ámbito rural, piedra angular donde ha girado el accionar del movimiento mapuche por más de medio siglo.

Nos referimos a propuestas de tipo integral, capaces de interpretar los intereses de aquel abanico de sectores que componen en los hechos nuestro pueblo en Gulumapu, entre ellos campesinos, estudiantes, profesionales, pescadores, obreros, jóvenes, adultos mayores, etc. En definitiva, todos aquellos sectores hasta hoy no representados y que exigen ser integrados a los nuevos discursos de nuestros dirigentes, si es que en verdad hablamos de construir una nación en el día a día, dejando aquellos discursos maximalistas que en los hechos no entusiasman a nadie o a muy pocos. No es fácil generar este cambio de mentalidad. Implica, en parte, terminar con aquel culturalismo que impregna a un sector importante de nuestras organizaciones y que en su cara más extrema, solo nos conduce al ostracismo y el aislamiento social. Fácil en teoría. Reconocemos que no tanto en la práctica.

Implica, también en parte, creernos el cuento de que somos sujetos de nuestra historia. Sentir y creer que somos también capaces de actuar en la primera división de la acción política. Como lo hicieron, allá por la lejana década del treinta, nuestros predecesores de la Sociedad Caupolicán y la Federación Araucana, disputando elecciones parlamentarias, estableciendo transversales alianzas políticas, levantando estructuras partidarias y soñando incluso con el establecimiento de una República Indígena y un Banco Nacional que pudiera apoyar a los emprendedores comerciantes de la “raza”. Evo Morales, nos parece, sueña en Bolivia algo no muy diferente para los suyos por estos días. Y vaya si nos emocionamos de solo imaginarlo para nosotros.

¿En qué momento comenzamos a actuar en política desde la derrota, desde la exasperante humildad del colonizado? Urge un cambio de actitud. Esto implica, como punto de partida, romper con aquel espejismo de los “frentes indígenas” al interior de los partidos chilenos, microclimas hoy en día reactivados y donde campea la cooptación dirigencial, sumada al paternalismo y la subvaloración de nuestras capacidades de conducción y liderazgo, que subyacen en el inconsciente de la clase política desde que Chile se pensó como República. He aquí la importancia de levantar un nuevo tipo de organización política, capaz de enarbolar nuevos discursos y propuestas, pero también capaz de transformarse en alternativa para todos aquellos ciudadanos, profesionales y cuadros dirigenciales mapuches hoy al servicio de estructuras y programas políticos ajenos.

Para quienes escriben, este instrumento político lo constituye hoy en día Wallmapuwen, partido político en construcción y en el cual confluyen los esfuerzos y capacidades de una nueva horneada de dirigentes y militantes de nuestro pueblo, provenientes de escuelas tan diversas como la dirigencia campesina, etnogremial, estudiantil-universitaria, el trabajo académico y la cada vez más urgente reflexión intelectual. Un abanico de experiencias de liderazgo y militancia mapuche que busca refrescar con sus ideas y proyectos nuestro quehacer político. El camino que nos queda por recorrer es aún extenso. Inmerso en una primera fase de gestación y estructuración interna, Wallmapuwen aspira a convertirse, en definitiva, en factor de cambio y renovación dirigencial, además de motor de progreso social y bienestar para todos, mapuches y chilenos.

Y es que los errores cometidos nos fuerzan a replantear antiguas prácticas y formas de actuar. Creemos que ya no se puede seguir insistiendo, por ejemplo, en aquel manido antagonismo de los mapuches contra el Estado Chileno, o aquel más extremo aún de los mapuches contra los winka a la hora de interpretar el conflicto existente, por cuanto esto supone erigir contradicciones irreconciliables en cada caso, contradicciones que solo nos entrampan y nos impiden forjar alianzas con amplios sectores de la sociedad en general. ¿Es posible entonces elaborar un discurso político democrático, pluralista, incluyente y que aspire representar a vastos sectores mapuche y chilenos en el Wallmapu? Creemos que no sólo es posible. Es absolutamente necesario si queremos avanzar hacia mayores grados de control político sobre nuestro destino / Azkintuwe

* Ex dirigentes universitarios. Miembros de la Comisión Política de Wallmapuwen.

** Artículo publicado en Periódico Azkintuwe Nº18, Febrero-Marzo de 2006. Pág.. 26

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AZKINTUWE BRAZO DE DIFUSION DEL PARTIDO POLITICO mapuche
Por Me di cuenta, está ? - Monday, Feb. 20, 2006 at 2:38 PM

SEÑORA Y SEÑOR LECTOR AL EQUIPO DE PROFESIONALES mapuche QUE EN ESTA PUBLICACION ( PERIODICO AZKINTUWE ) TRABAJAN , POR SI NO SE DIO CUENTA AHORA ES EL BRAZO DE DIFUSION Y DE CAMPAÑA POLITICA DE ESTE "NUEVO" PARTIDO , ASI QUE SEGURAMENTE MAS ADELANTE APARECERAN MUCHAS MAS NOTAS DE ESTE TIPO Y OTRAS TIRANDOSE FLORES, HACIENDOSE AUTOBOMBO.

SEGURAMENTE VAN A HABLAR MUY BIEN DE SU DIRECTOR PEDRO CAYUQUEO , CLARO PARA POSICIONARLO ANTE LOS (NUMEROS =VOTOS) VOTANTES ...

NO APOYE ESTE TIPO DE PANFLETO PARTIDARIO .

YA REGALARON SU DIGNIDAD COMO LO HAN HECHO EN SU CARRERA ESTUDIANTIL...

SI LOS VOTOS REALMENTE CAMBIARAN LAS COSAS...EL VOTO SERIA ILEGALIZADO !!

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Gracias por abrirme los ojos
Por otro anónimo - Tuesday, Feb. 21, 2006 at 12:14 PM

Si no fuera de anónimos como vos, qué sería de mi rutinaria vida...

Ah, ya que tu misión es guiarnos, estoy buscando una receta para hacer pankutra. tendrás alguna a mano?

para un anónimo no hay nada mejor que otro anónimo, ya lo dijo el general.


pewka. y gracias nuevamente.

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el primero quien es ??
Por nadiemasquevos - Sunday, Feb. 26, 2006 at 4:40 PM

pu peñi...!!! yo tambien quiero una receta mapuche, a ver si nos va mejor en la cocina... a ese anonimo nunca lo vi, pero imagino que sera uno de los valerosos peñi que doblaron la mano al estado chileno por nuestros derechos como estudiantes mapuche, recuperando un lugar aunque ediondo y hecho mierda pero digno.... imagino estaria ahi hermano? si quiere se los nombro, que por cierto no eran mucho.

ahora somos todos rebeldes mierda....!!! pero nos cagamos todos a ir a una comunidad aunque sea a visitar a los peñ ka pu lamgen.

me enojee..!!!

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