Julio López
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Marx les habla a los charlatanes antipartido
Por Julián Mondragón - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 4:52 PM
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¡APRENDAN BURROS! DEJEMOS HABLAR A MARX ACERCA DE SI HACE FALTA O NO PARTIDO

C. MARX Y F. ENGELS
MENSAJE DEL COMITE CENTRAL A LA LIGA DE LOS COMUNISTAS [1]
MARZO DE 1850

EL COMITE CENTRAL A LA LIGA [2]

Hermanos: Durante los dos años revolucionarios de 1848 y 1849 la Liga ha salido airosa de una doble prueba: primero porque sus miembros participaron enérgicamente en todas partes donde se produjo el movimiento y porque en la prensa, en las barricadas y en los campos de batalla estuvieron en la vanguardia de la única clase decididamente revolucionaria, del proletariado. Además, porque la concepción que del movimiento tenía la Liga, tal como fue formulada en las circulares de los congresos y del Comité Central en 1847, así como en el "Manifiesto Comunista", resultó ser la única acertada; porque las esperanzas expuestas en dichos documentos se vieron plenamente confirmadas, y los puntos de vista sobre las condiciones sociales del momento, que la Liga sólo había propagado hasta entonces en secreto, se hallan ahora en boca de todos los pueblos y se predican abiertamente en las plazas públicas. Al mismo tiempo, la primitiva y sólida organización de la Liga se ha debilitado considerablemente. Gran parte de sus miembros —los que participaron directamente en el movimiento revolucionario— creían que ya había pasado la época de las sociedades secretas y que bastaba con la sola actividad pública. Algunos círculos y comunidades han ido debilitando sus conexiones con el Comité Central y terminaron por romperlas poco a poco. Así pues, mientras el partido democrático, el partido de la pequeña burguesía, fortalecía más y más su organización [180] en Alemania, el partido obrero perdía su única base firme, a lo sumo conservaba su organización en algunas localidades, para fines puramente locales, y por eso, en el movimiento general, cayó por entero bajo la influencia y la dirección de los demócratas pequeñoburgueses. Hay que acabar con tal estado de cosas, hay que restablecer la independencia de los obreros. Comprendiendo esta necesidad, el Comité Central, ya en el invierno de 1848-1849, envió a Josef Moll con la misión de reorganizar la Liga en Alemania. La misión de Moll no produjo el efecto deseado, en parte porque los obreros alemanes no tenían aún suficiente experiencia, y en parte por haberse visto interrumpida a consecuencia de la insurrección de mayo del año pasado [3]. El propio Moll, que empuñó las armas y se incorporó al ejército de Baden-Palatinado, cayó en el encuentro del 19 de julio [*] cerca de Murg. La Liga ha perdido con Moll a uno de sus miembros más antiguos, más activos y más seguros, que había participado en todos los congresos y comités centrales y que ya había realizado antes con gran éxito varias misiones fuera. Después de la derrota de los partidos revolucionarios de Alemania y Francia en julio de 1849, casi todos los miembros del Comité Central volvieron a reunirse en Londres, completaron sus filas con nuevas fuerzas revolucionarias y emprendieron con renovada energía la tarea de reorganizar la Liga.

Esta reorganización sólo puede ser lograda por un emisario especial, y el Comité Central considera que tiene una gran importancia el que dicho emisario salga precisamente ahora, cuando es inminente una nueva revolución, cuando, por lo tanto, el partido obrero debe actuar de la manera más organizada, más unánime y más independiente, si no quiere ser de nuevo explotado por la burguesía y marchar a la cola de éste, como en 1848.

Ya os habíamos dicho, hermanos, en 1848, que los liberales burgueses alemanes llegarían pronto al poder y que inmediatamente emplearían contra los obreros este poder recién adquirido. Ya habéis visto cómo se ha realizado esto. En efecto, inmediatamente después del movimiento de Marzo de 1848 han sido los burgueses quienes se hicieron con el poder, utilizándolo sin dilaciones para obligar a los obreros, sus aliados en la lucha, a volver a su anterior condición de oprimidos. Y aunque la burguesía no podía lograr todo esto sin aliarse al partido feudal derrotado en Marzo y, en fin de cuentas, sin ceder de nuevo la dominación a este mismo partido absolutista feudal, pudo, sin embargo, asegurarse las condiciones que, en vista de las dificultades [181] financieras del Gobierno, habrían de poner finalmente en sus manos el poder y salvaguardarían sus intereses en el caso de que fuese posible que el movimiento revolucionario entrase desde ahora en el cauce del llamado desarrollo pacífico. Para asegurar su dominación, la burguesía ni siquiera necesitaba recurrir a medidas violentas que la harían odiosa a los ojos del pueblo, pues todas esas medidas violentas ya habían sido tomadas por la contrarrevolución feudal. Pero el desarrollo no ha de seguir ese cauce pacífico. Por el contrario, la revolución que ha de acelerar dicho desarrollo está próxima, bien sea provocada por una insurrección independiente del proletariado francés, bien por una invasión de la Babel revolucionaria [4] por la Santa Alianza [5].

Y el papel de traición que los liberales burgueses alemanes desempeñaron con respecto al pueblo en 1848 lo desempeñarán en la próxima revolución los pequeños burgueses democráticos, que ocupan hoy en la oposición el mismo lugar que ocupaban los liberales burgueses antes de 1848. Este partido, el partido democrático, más peligroso para los obreros que lo fue el partido liberal, está integrado por los tres elementos siguientes:

I. Por las partes más progresistas de la gran burguesía, cuyo objetivo es el total e inmediato derrocamiento del feudalismo y del absolutismo. Dicha fracción está representada por los antiguos conciliadores de Berlín que habían propuesto suspender el pago de las contribuciones.

II. Por la pequeña burguesía democrático-constitucional, cuyo principal objetivo en el movimiento precedente había sido crear un Estado federal más o menos democrático, tal como lo habían propugnado sus representantes —la izquierda de la Asamblea de Francfort—, más tarde el parlamento de Stuttgart y ella misma en la campaña en pro de la Constitución del Imperio [6].

III. Por los pequeños burgueses republicanos, cuyo ideal es una república federal alemana al estilo de la suiza y que ahora se llaman a sí mismos "rojos" y "demócratas sociales", porque tienen el pío deseo de acabar con la opresión del pequeño capital por el grande, del pequeño burgués por el gran burgués. Representaban esta fracción los miembros de los congresos y comités democráticos, los dirigentes de las uniones democráticas y los redactores de la prensa democrática.

Ahora, después de su derrota, todas estas fracciones se llaman republicanas o rojas, exactamente como los pequeños burgueses republicanos de Francia se llaman hoy día socialistas. Allí donde aún tienen la posibilidad de perseguir sus fines por métodos constitucionales, como en Wurtemberg, Baviera, etc., [182] aprovechan la ocasión para conservar sus viejas frases y para demostrar con los hechos que no han cambiado en absoluto. Se comprende, por lo demás, que el cambio de nombre de este partido no modifica en lo más mínimo su actitud hacia los obreros; lo único que hace es demostrar que ahora se ve obligado a luchar contra la burguesía aliada al absolutismo y a buscar el apoyo del proletariado.

El partido democrático pequeñoburgués es muy poderoso en Alemania. Abarca no solamente a la enorme mayoría de la población burguesa de las ciudades, a los pequeños comerciantes e industriales y a los maestros artesanos, sino que también le siguen los campesinos y el proletariado rural, en tanto este último no ha encontrado aún el apoyo del proletariado urbano independiente.

La actitud del partido obrero revolucionario ante la democracia pequeñoburguesa es la siguiente: marcha con ella en la lucha por el derrocamiento de aquella fracción a cuya derrota aspira el partido obrero; marcha contra ella en todos los casos en que la democracia pequeñoburguesa quiere consolidar su posición en provecho propio.

Muy lejos de desear la transformación revolucionaria de toda la sociedad en beneficio de los proletarios revolucionarios, la pequeña burguesía democrática tiende a un cambio del orden social que pueda hacer su vida en la sociedad actual lo más llevadera y confortable. Por eso reclama ante todo una reducción de los gastos del Estado por medio de una limitación de la burocracia y la imposición de las principales cargas tributarias sobre los grandes terratenientes y los burgueses. Exige, además, que se ponga fin a la presión del gran capital sobre el pequeño, pidiendo la creación de instituciones crediticias del Estado y leyes contra la usura, con lo cual ella y los campesinos tendrían abierta la posibilidad de obtener créditos del Estado en lugar de tener que pedírselos a los capitalistas, y además en condiciones ventajosas; pide igualmente el establecimiento de relaciones burguesas de propiedad en el campo mediante la total abolición del feudalismo. Para poder llevar a cabo todo esto necesita un régimen democrático, ya sea constitucional o republicano, que les proporcione una mayoría a ella y a sus aliados, los campesinos, y una autonomía democrática local que ponga en sus manos el control directo de la propiedad comunal y una serie de funciones desempeñadas hoy día por burócratas.

Los demócratas pequeñoburgueses consideran, además, que es preciso oponerse a la dominación y el rápido crecimiento del capital, en parte limitando el derecho de herencia, en parte poniendo en manos del Estado el mayor número posible de empresas. [183] Por lo que toca a los obreros, es ante todo indudable que deben seguir siendo obreros asalariados, pero al mismo tiempo los pequeños burgueses democráticos desean que aquéllos tengan salarios más altos y una existencia mejor asegurada; y confían en lograr esto facilitando por un lado trabajo a los obreros a través del Estado y por otro con medidas de beneficencia. En una palabra, confían en corromper a los obreros con limosnas más o menos veladas y quebrantar su fuerza revolucionaria con un mejoramiento temporal de su situación. No todas las fracciones de la democracia pequeñoburguesa defienden todas las reivindicaciones que acabamos de citar. Tan sólo unos pocos demócratas pequeñoburgueses consideran como objetivo suyo el conjunto de estas reivindicaciones. Cuanto más allá van algunos individuos o fracciones de la democracia pequeñoburguesa, tanto mayor es el número de estas reivindicaciones que hacen suyas, y aquellos pocos que ven en lo arriba expuesto su propio programa suponen seguramente que ello representa el máximo de lo que puede esperarse de la revolución. Pero estas reivindicaciones no pueden satisfacer en modo alguno al partido del proletariado. Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poderosas, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desarrolle, y no sólo en un país, sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado. Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva. No cabe la menor duda de que con el desarrollo de la revolución la democracia pequeñoburguesa obtendrá en Alemania, por algún tiempo, una influencia predominante. La cuestión es, pues, saber cuál ha de ser la actitud del proletariado y particularmente de la Liga frente a la democracia pequeñoburguesa:

1. mientras subsista la situación actual, cuando los demócratas pequeñoburgueses se encuentran también oprimidos;

2. en el curso de la próxima lucha revolucionaria, la cual les dará una situación de superioridad;

3. al terminar la lucha, durante el período de su superioridad sobre las clases derrocadas y sobre el proletariado.

[184]

1. En los momentos presentes, cuando la pequeña burguesía democrática es oprimida en todas partes, ésta predica en general al proletariado la unión y la reconciliación, le tiende la mano y trata de crear un gran partido de oposición que abarque todas las tendencias del partido democrático, es decir, trata de arrastrar al proletariado a una organización de partido donde han de predominar las frases socialdemócratas de tipo general, tras las que se ocultarán los intereses particulares de la democracia pequeñoburguesa, y en la que las reivindicaciones especiales del proletariado han de mantenerse reservadas en aras de la tan deseada paz. Semejante unión sería hecha en exclusivo beneficio de la pequeña burguesía democrática y en indudable perjuicio del proletariado. Este habría perdido toda su posición independiente conquistada a costa de tantos esfuerzos y habría caído una vez más en la situación de simple apéndice de la democracia burguesa oficial. Tal unión debe ser, por tanto, resueltamente rechazada. En vez de descender una vez más al papel de coro destinado a jalear a los demócratas burgueses, los obreros, y ante todo la Liga, deben procurar establecer junto a los demócratas oficiales una organización propia del partido obrero, a la vez legal y secreta, y hacer de cada comunidad centro y núcleo de sociedades obreras, en las que la actitud y los intereses del proletariado puedan discutirse independientemente de las influencias burguesas. Una prueba de cuán poco seria es la actitud de los demócratas burgueses ante una alianza con el proletariado en la cual éste tuviese la misma fuerza y los mismos derechos la tenemos en los demócratas de Breslau, cuyó órgano de prensa, la "Neue Oder-Zeitung" [7], ataca con furia a los obreros organizados independientemente, a los que moteja de socialistas. Para luchar contra un enemigo común no se precisa ninguna unión especial. Por cuanto es necesario luchar directamente contra tal enemigo, los intereses de ambos partidos coinciden por el momento, y dicha unión, lo mismo que ha venido ocurriendo hasta ahora, surgirá en el futuro por sí misma y únicamente para el momento dado. Es evidente que en los futuros conflictos sangrientos, al igual que en todos los anteriores, serán sobre todo los obreros los que tendrán que conquistar la victoria con su valor, resolución y espíritu de sacrificio. En esta lucha, al igual que en las anteriores, la masa pequeñoburguesa mantendrá una actitud de espera, de irresolución e inactividad tanto tiempo como le sea posible, con el propósito de que, en cuanto quede asegurada la victoria, utilizarla en beneficio propio, invitar a los obreros a que permanezcan tranquilos y retornen al trabajo, evitar los llamados excesos y despojar al proletariado de los frutos de la victoria. No está en manos de los obreros impedir que la pequeña burguesía democrática proceda [185] de este modo, pero sí está en su poder dificultar la posibilidad de imponerse al proletariado en armas y dictarles unas condiciones bajo las cuales la dominación de los demócratas burgueses lleve desde el principio el germen de su caída, facilitando así considerablemente su ulterior sustitución por el poder del proletariado. Durante el conflicto e inmediatamente después de terminada la lucha, los obreros deben procurar, ante todo y en cuanto sea posible, contrarrestar los intentos contemporizadores de la burguesía y obligar a los demócratas a llevar a la práctica sus actuales frases terroristas. Deben actuar de tal manera que la excitación revolucionaria no sea reprimida de nuevo inmediatamente después de la victoria. Por el contrario, han de intentar mantenerla tanto tiempo como sea posible. Los obreros no sólo no deben oponerse a los llamados excesos, a los actos de venganza popular contra individuos odiados o contra edificios públicos que el pueblo sólo puede recordar con odio, no sólo deben tolerar tales actos, sino que deben asumir la dirección de los mismos. Durante la lucha y después de ella los obreros deben aprovechar todas las oportunidades para presentar sus propias demandas al lado de las demandas de los demócratas burgueses. Deben exigir garantías para los obreros tan pronto como los demócratas burgueses se dispongan a tomar el poder. Si fuere preciso, estas garantías deben ser arrancadas por la fuerza. En general, es preciso procurar que los nuevos gobernantes se obliguen a las mayores concesiones y promesas; es el medio más seguro de comprometerles. Los obreros deben contener por lo general y en la medida de lo posible la embriaguez del triunfo y el entusiasmo provocado por la nueva situación que sigue a toda lucha callejera victoriosa, oponiendo a todo esto una apreciación fría y serena de los acontecimientos y manifestando abiertamente su desconfianza hacia el nuevo Gobierno. Al lado de los nuevos gobiernos oficiales, los obreros deberán constituir inmediatamente gobiernos obreros revolucionarios, ya sea en forma de comités o consejos municipales, ya en forma de clubs obreros o de comités obreros, de tal manera que los gobiernos democrático-burgueses no sólo pierdan inmediatamente el apoyo de los obreros, sino que se vean desde el primer momento vigilados y amenazados por autoridades tras las cuales se halla la masa entera de los obreros. En una palabra, desde el primer momento de la victoria es preciso encauzar la desconfianza no ya contra el partido reaccionario derrotado, sino contra los antiguos aliados, contra el partido que quiera explotar la victoria común en su exclusivo beneficio.

2. Pero para poder oponerse enérgica y amenazadoramente a este partido, cuya traición a los obreros comenzará desde los primeros momentos de la victoria, éstos deben estar armados [186] y tener su organización. Se procederá inmediatamente a armar a todo el proletariado con fusiles, carabinas, cañones y municiones; es preciso oponerse al resurgimiento de la vieja milicia burguesa dirigida contra los obreros. Donde no puedan ser tomadas estas medidas, los obreros deben tratar de organizarse independientemente como guardia proletaria, con jefes y un Estado Mayor Central elegidos por ellos mismos, y ponerse a las órdenes no del Gobierno, sino de los consejos municipales revolucionarios creados por los mismos obreros. Donde los obreros trabajen en empresas del Estado, deberán procurar su armamento y organización en cuerpos especiales con mandos elegidos por ellos mismos o bien como unidades que formen parte de la guardia proletaria. Bajo ningún pretexto entregarán sus armas ni municiones; todo intento de desarme será rechazado, en caso de necesidad, por la fuerza de las armas. Destrucción de la influencia de los demócratas burgueses sobre los obreros; formación inmediata de una organización independiente y armada de la clase obrera; creación de unas condiciones que, en la medida de lo posible, sean lo más duras y comprometedoras para la dominación temporal e inevitable de la democracia burguesa: tales son los puntos principales que el proletariado, y por tanto la Liga, deben tener presentes durante la próxima insurrección y después de ella.

3. Tan pronto como los nuevos gobiernos se hayan consolidado un poco comenzarán su lucha contra los obreros. A fin de estar en condiciones de oponerse enérgicamente a los demócratas pequeñoburgueses es preciso ante todo que los obreros estén organizados de un modo independiente y centralizados a través de sus clubs. Después del derrocamiento de los gobiernos existentes, y a la primera oportunidad, el Comité Central se trasladará a Alemania, convocará inmediatamente un Congreso, ante el que propondrá las medidas necesarias para la centralización de los clubs obreros bajo la dirección de un organismo establecido en el centro principal del movimiento. La rápida organización de agrupaciones —por lo menos provinciales— de los clubs obreros es una de las medidas más importantes para vigorizar y desarrollar el partido obrero. La consecuencia inmediata del derrocamiento de los gobiernos existentes ha de ser la elección de una asamblea nacional representativa. Aquí el proletariado deberá vigilar:

I. Que ni un solo núcleo obrero sea privado del derecho de voto bajo ningún pretexto ni por ningún truco de las autoridades locales o de los comisarios del Gobierno.

II. Que al lado de los candidatos burgueses democráticos figuren en todas partes candidatos obreros, elegidos en la medida de lo posible entre los miembros de la Liga, y que para su triunfo [187] se pongan en juego todos los medios disponibles. Incluso donde no exista ninguna esperanza de triunfo, los obreros deben presentar candidatos propios para conservar la independencia, hacer un recuento de fuerzas y demostrar abiertamente a todo el mundo su posición revolucionaria y los puntos de vista del partido. Al mismo tiempo, los obreros no deben dejarse engañar por los alegatos de los demócratas de que, por ejemplo, tal actitud escinde el partido democrático y facilita el triunfo de la reacción. Todos estos alegatos no persiguen más fin que el de embaucar al proletariado. Los éxitos que el partido proletario alcance con semejante acción independiente pesan mucho más que el daño que puede ocasionar la presencia de unos cuantos reaccionarios en la asamblea representativa. Si la democracia actúa desde el principio resueltamente y con medidas terroristas contra la reacción, la influencia de ésta en las elecciones quedará liquidada de antemano.

El primer punto que provocará el conflicto entre los demócratas burgueses y los obreros será la abolición del feudalismo. Al igual que en la primera revolución francesa, los pequeños burgueses entregarán las tierras feudales a los campesinos en calidad de propiedad libre, es decir, tratarán de conservar el proletariado agrícola y crear una clase campesina pequeñoburguesa, la cual pasará por el mismo ciclo de empobrecimiento y endeudamiento en que se encuentra actualmente el campesino francés.

Los obreros, tanto en interés del proletariado agrícola como en el suyo propio, deben oponerse a este plan y exigir que las propiedades feudales confiscadas se conviertan en propiedad del Estado y se transformen en colonias obreras explotadas por el proletariado agrícola asociado, el cual aprovechará todas las ventajas de la gran explotación agrícola. De este modo, y en medio del resquebrajamiento de las relaciones burguesas de propiedad, el principio de la propiedad colectiva obtendrá inmediatamente una base firme. Del mismo modo que los demócratas se unen con los campesinos, los obreros deben unirse con el proletariado agrícola [8]. Además, los demócratas trabajarán directamente por una república federal, o bien, en el caso de que no puedan evitar la formación de la república una e indivisible, tratarán por lo menos de paralizar al Gobierno central concediendo la mayor autonomía e independencia posibles a los municipios y a las provincias. En oposición a este plan, los obreros no sólo deberán defender la República alemana una e indivisible, sino luchar en esta República por la más resuelta centralización del poder en manos del Estado. Los obreros no se deben dejar desorientar por la cháchara democrática acerca del municipio libre, la autonomía local, etc. En un país como Alemania, donde aún hay tantas reminiscencias del medievo que barrer y tanta [188] terquedad local y provincial que romper, no se puede tolerar en modo alguno ni bajo ninguna circunstancia que cada aldea, ciudad o provincia pongan nuevos obstáculos a la actividad revolucionaria, que sólo puede desarrollar toda su fuerza habiendo centralización. No se puede tolerar que vuelva a repetirse la situación actual, en que los alemanes deben ir conquistando cada paso de avance ciudad por ciudad y provincia por provincia. Y menos que nada puede tolerarse que al amparo de la llamada libre autonomía local se perpetúe la propiedad comunal -una forma de propiedad que incluso está por debajo de la moderna propiedad privada y que en todas partes se está descomponiendo y transformando en esta última- y se perpetúen los pleitos entre municipios ricos y pobres que esta propiedad comunal provoca, así como el derecho civil municipal, con sus triquiñuelas contra los obreros, y que subsiste al lado del derecho civil del Estado. Lo mismo que en Francia en 1793, la centralización más rigurosa debe ser hoy, en Alemania, la tarea del partido verdaderamente revolucionario [*] [9] [10].

Hemos visto que los demócratas llegarán al Poder en el próximo movimiento y que se verán obligados a proponer medidas más o menos socialistas. ¿Cuáles son, se preguntarán, las medidas que los obreros deberán proponer en oposición a las de los demócratas? Es evidente que en los primeros momentos del movimiento no podrán proponer medidas puramente comunistas, pero sí pueden:

1. Obligar a los demócratas a irrumpir en todas las esferas posibles del régimen social existente, a perturbar su curso normal, forzarles a que se comprometan ellos mismos y concentrar [189] el mayor número de fuerzas productivas, medios de transporte, fábricas, ferrocarriles, etc., en manos del Estado.

2. Los obreros deberán llevar al extremo las propuestas de los demócratas, que, como es natural, no actuarán como revolucionarios, sino como simples reformistas. Estas propuestas deberán ser convertidas en ataques directos contra la propiedad privada. Así, por ejemplo, si los pequeños burgueses proponen el rescate de los ferrocarriles y de las fábricas, los obreros deben exigir que, como propiedad de los reaccionarios, estos ferrocarriles y estas fábricas sean simplemente confiscados por el Estado sin ninguna indemnización. Si los demócratas proponen impuestos proporcionales, los obreros deben exigir impuestos progresivos. Si los propios demócratas proponen impuestos progresivos moderados, los obreros deben insistir en un impuesto cuya tarifa crezca en tales proporciones que provoque la ruina del gran capital; si los demócratas piden la regularización de la deuda pública, los obreros deben exigir la bancarrota del Estado. Así pues, las reivindicaciones de los obreros deben regirse en todas partes por las concesiones y medidas de los demócratas.

Aunque los obreros alemanes no puedan alcanzar el poder ni ver realizados sus intereses de clase sin haber pasado íntegramente por un prolongado desarrollo revolucionario, pueden por lo menos tener la seguridad de que esta vez el primer acto del drama revolucionario que se avecina coincidirá con el triunfo directo de su propia clase en Francia, lo cual contribuirá a acelerarlo considerablemente.

Pero la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente.

Londres, marzo de 1850

Distribuido en forma de hoja Se publica de acuerdo con el

volante en 1850. texto del libro.

Publicado por F. Engels Traducido del alemán.

como apéndice del libro:

K. Marx. "Enthüllungen über den

Kommunisten-Prozeß zu Köln",

Hottingen-Zürich, 1885


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NOTAS
[1]
80. El "Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas" fue escrito por Marx y Engels a fines de marzo de 1850, cuando aún cifraban esperanzas en un nuevo ascenso de la revolución.

El "Mensaje del Comité Central" se difundió en secreto entre los miembros de la Liga de los Comunistas. En 1851 este documento, encontrado por la policía prusiana a varios miembros detenidos de la Liga de los Comunistas, se imprimió en los periódicos burgueses y en el libro de dos funcionarios de la policía: Wermuth y Stieber.- 179

[2] 40. La Liga de los Comunistas: primera organización comunista internacional del proletariado, fundada por C. Marx y F. Engels, existió de 1847 a 1852. (Véase el artículo de F. Engels "Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas" en la presente edición, t. 3).- 99, 179, 398

[3] 74. Se trata de las insurrecciones de las masas populares en Alemania en mayo-julio de 1849 en defensa de la Constitución imperial (adoptada por la Asamblea Nacional de Francfort el 28 de marzo de 1849, pero rechazada por varios Estados alemanes). Tenían un carácter espontáneo y disperso y fueron aplastadas a mediados de julio de 1849.- 145, 180

[**] En la edición de 1885 se da una fecha equivocada, debe ser 29 de junio. (N. de la Edit.)

[4] 82. Se alude a París, capital de Francia, tenida desde los tiempos de la revolución burguesa de fines del siglo XVIII por foco de la revolución.- 181

[5] 81. La Santa Alianza: agrupación reaccionaria de los monarcas europeos, fundada en 1815 por la Rusia zarista, Austria y Prusia para aplastar los movimientos revolucionarios de algunos países y conservar en ellos los regímenes monárquico-feudales.- 181, 213, 318

[6] 83. Izquierda de la Asamblea de Francfort: ala izquierda pequeñoburguesa de la Asamblea Nacional convocada después de la revolución de marzo en Alemania, que comenzó sus reuniones el 18 de mayo de 1848 en Francfort del Meno. La tarea principal de la Asamblea consistía en poner fin al fraccionamiento político de Alemania y redactar una constitución para toda Alemania. Sin embargo, debido a la cobardía y a las vacilaciones de su mayoría liberal, a la indecisión e inconsecuencia del ala izquierda, la Asamblea no se atrevió a tomar en sus manos el poder supremo y no supo ocupar una posición decidida en las cuestiones fundamentales de la revolución de 1848-1849 en Alemania. El 30 de mayo de 1849 la Asamblea se vio obligada a trasladar su sede a Stuttgart. El 18 de junio de 1849 fue disuelta por las tropas.- 181, 366

[7] 84. "Neue Oder-Zeitung" (Nuevo periódico del Oder): diario democrático-burgués alemán que apareció con este título entre 1849 y 1855 en Breslau (Wroclaw). En 1855 Marx fue corresponsal de este periódico en Londres.- 184

[8] 85. Tras la revolución de Octubre, tratando sobre la conservar las grandes empresas agrícolas después de la revolución proletaria en los países capitalistas, Lenin escribió: «Sería, sin embargo, un gran error sobreestimar esta regla o hacer un cliché de ella y no tolerar la entrega gratuita a los pequeños campesinos y, a veces, medios, de los alrededores de parte de las tierras expropiadas a los expropiadores».- 187

[*] Nota de Engels a la edición de 1885: "En la actualidad, debemos hacer constar que este párrafo se basa en un malentendido. Debido a las falsificaciones de los historiadores bonapartistas y liberales, se consideraba entonces como un hecho establecido que la máquina centralizada de gobierno del Estado francés había sido introducida por la gran revolución y que la Convención la utilizó como arma necesaria y decisiva para triunfar sobre la reacción monárquica y federal, así como sobre el enemigo exterior. Pero hoy día ya nadie ignora que durante toda la revolución, hasta el 18 Brumario, toda la administración de los departamentos, distritos y municipios eran elegida por los propios gobernados y gozaba de completa libertad dentro del marco de las leyes generales del Estado; que esta autonomía provincial y local, análoga a la norteamericana, fue precisamente la palanca más poderosa en manos de la revolución hasta el punto que, inmediatamente después de su golpe de Estado del 18 Brumario, Napoleón se apresuró a sustituirla por la administración de los prefectos, administración que se conserva hasta ahora y que ha sido, por tanto, desde los primeros momentos, un auténtico instrumento de la reacción. Pero, por cuanto la autonomía local y provincial no se opone a la centralización política y nacional, no hay por qué identificarla con ese estrecho egoísmo cantonal o comunal que con caracteres tan repulsivos nos ofrece Suiza, el mismo que los republicanos federales del Sur de Alemania quisieron extender a todo el país en 1849".

[9] 86. La Convención: así se denominaba la Asamblea Nacional durante la revolución burguesa de fines del siglo XVIII en Francia. Fundada en 1792, la Convención acabó definitivamente con el feudalismo y reprimió sin piedad a todos los elementos contrarrevolucionarios y conciliadores y luchó contra la intervención extranjera.- 188

[10] 87. Brumario: mes del calendario republicano francés. El 18 Brumario (9 de noviembre) de 1799, Napoleón Bonaparte llevó a cabo un golpe de Estado e implantó la dictadura militar.- 188

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o sea que... me habla a mi?
Por gorvachot - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:18 PM

che, seré anti-partido, pero lo de charlatán se te escapó, no?

viva la toma del poder y el progresismo mundial! ah, y viva marx...

ves que soy anti-partido pero no charlatán.

gracias por esta nueva enseñanza del marxismo!!!! saludos proletarios

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Excelente texto
Por Observador - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:22 PM

Con la circular de Marx se cae toda la pretensión del charlatán anticomunista de Danilo de hacerse pasar por marxista, cuando es un vulgar anarco-lumpen

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Marx les habla a los charlatanes pro-partido
Por ... - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:27 PM

"¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general?

Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.

No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario. "

http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

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'
Por Antimanual - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:44 PM

"Partido obrero" deberia ser un OXIMORON.

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Qué es un oximoron
Por Triunvirato Rojo - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 6:59 PM

"comunista antibolchevique" o "comunista antipartido". ESO es un oximoron

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Y hay mas...
Por yo - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 7:20 PM

"bolchevique comunista", compite cabeza a cabeza con "nieve caliente"

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Una contribución a la crítica de Marx
Por CICA - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 7:57 PM
cica_web@yahoo.com

"... La clase obrera, exclusivamente por su propio esfuerzo, solamente puede desarrollar conciencia sindicalista" (¿Qué hacer?, Lenin)

"... Siendo que la emancipación de los trabajadores debe ser un acto de la misma clase obrera." (citado por Engels en el prefacio a la edición en alemán de 1890 del Manifiesto Comunista)

"Si el socialismo sólo puede ser realizado cuando el desarrollo intelectual de toda la gente lo permita, entonces no veremos socialismo durante al menos 500 años..." (Lenin hablando el 21 noviembre 1917, cita de Diez días que conmovieron al mundo)

"Marx... confiaba completamente en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que resultaría de la acción combinada y la discusión mutua" (Prefacio de Engels a la edición de 1888 del Manifiesto Comunista)

"Debemos plantear la cuestión del trabajo a destajo y aplicarla en la práctica;... Debemos hacer que los sueldos correspondan al monto total resultante, o a la cantidad del trabajo hecho..." (Las tareas inmediatas del gobierno soviético)

"Consideremos más de cerca las rarezas características del trabajo a destajo. La calidad del trabajo es controlada aquí por el trabajo mismo, que debe ser de una perfección media para que el precio del artículo sea pagado en su totalidad. El trabajo a destajo se convierte, desde este punto de vista, en la fuente más productiva para las reducciones de sueldos y la trampa capitalista" (El Capital, Vol 1, Karl Marx, page 553)

http://www.cica.00pro.com/antibolcheviques/criticamarx/indice.htm

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Comunista antibolchevique=Videla
Por Hay que matarlos a todos - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 8:15 PM

Los reaccionarios anarquistas que se oponen a la Revolucion Socialista.

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hay que fusilar a la izquierda
Por alguien de ahi - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 8:36 PM

Escuchame pedazo de basura, aca a los que hay que matar es a los zurdos traidores que apoyaron a videla, galtieri y que después fueron a la marcha de blumberg, a esos hay que matar y que no queden ni los huesos porque es la izquierda la que es reaccionaria, en toda su bastarda historia lo único que hizo fue traicionar a la clase trabajadora y en rusia y china hicieron desaparecer a 100 millones de personas, eso es innegable, los anarcos también traicionaron en españa (traicionaron al confiar en la izquierda y meterse al frente popular) pero ellos no hicieron desaparecer a 100 millones de personas como si hicieron los zurdos.
Además aca la izquierda cuando fue lo del golpe o apoyó a videla (pc, pst) o a pinochet (pcr) o directamente se mandaron a mudar a europa como hicieron los cobardes peronistas cipayos que mandaron a morir a sus militantes mientras ellos se daban la gran vida en europa.
LA IZQUIERDA Y EL PERONISMO DEBEN SER ANIQUILADOS. POR BASURA Y POR GENOCIDAS.

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Métodos
Por --- - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 10:25 PM

Un compañero -que no conozco- pega en Indymedia un texto de Marx, señalando que es a propósito de los que -como Danilo, ahora "comunista antibolchevique"- pretenden basarse en palabras del propio Karl Marx para descalificar la idea de que la clase obrera, de conjunto, debe constituírse en sujeto político configurándose como partido.

Para hacerlo, Danilo eligió un fragmento del propio documento mediante el cual Karl Marx funda ...el partido -o la liga- de los comunistas.

El texto que presenta el compañero desconocido -quizás sea necesario aclararlo- es posterior al Manifiesto Comunista y viene a ser, en parte, un balance de aquél, donde reafirma y desarrolla el sentido de partido comunista (u obrero revolucionario) que definía Marx en el Manifiesto.

La "obra" de Marx -quizás sea necesario aclararlo- no es palabra santa, desde luego, e inevitablemente el discurso marxiano debe contener inconsistencias y agujeros (negros, incluso).
Para comprender su consistencia práctica, histórica, hay que leer el texto de Marx siempre en relación con la realidad política del momento (e incluso en relación con el nivel histórico de desarrollo de la experiencia política de la clase obrera).

El método que adopta Danilo, es exactamente el inverso: Recortar citas para yuxtaponerlas con otras que suenen de un determinado modo (y también con sus propios "slogans" políticos).

Pareciera casi que Danilo, en sus impulsos izquierdísimos, juzga que sería una blasfemia añadir cualquier disputa -o comentario interpretativo- al solo recitado de sus citas, extirpadas quirúrgicamente de textos de Marx o de Lenin (además de una ofensa imperdonable a los sacrosantos principios de la revolución proletaria universal, y lo lamento si ninguno de ustedes está a la altura de Danilo).

Sin embargo, en mi modesta opinión, para saber cuál es el sentido de cada una de las citas que recorta Danilo, habría que volver a vincularlas con aquello de lo que, metódicamente, Danilo las separa. Habría que reconectarlas con su texto -y su momento histórico- de procedencia.

Celebro que el compañero haya presentado un texto íntegro de Marx que, por esas cosas de la vida y de la historia, parece a propósito para confrontar directamente con lo que Danilo quiere hacer pasar como una idea de Marx.

Lo celebro porque permite observar el contraste entre el modo que tenía Marx de discutir las ideas y desarrollarlas -de pensarlas, en resumen- y el que tenía Stalin.

Éste último contaba con un método muy diferente, que consistía en sacar citas de Lenin de su contexto original y "recontextualizarlas" de acuerdo a sus propias necesidades políticas más o menos inmediatas. La edición que un libro (de Lenin de dos tomos) titutado "Contra el trotskismo", por la vieja editorial del PC, es un ejemplo muy pintoresco del método de "comprensión" (y "composición") de textos empleado por el stalinismo.


O sea, un llamado a la cordura, ché.

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hablo el papa
Por carlitos - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 10:26 PM

hablo el papa marx, que es lo mismo que decir benedicto XVI.
Ahh,che pajero que revolucion socialista hubo, ninguna. la verdad que no sos pajero sino un forro puto

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matarlos a todos, NO!
Por uno que pasaba - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 10:47 PM

me conformo con que maten a rayitas Xor, a juan Pelado Salvo Antibolchevike, y a Brutus ( por ...CAGÓN)

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"a vos también te va a tocar"
Por Brutus - Wednesday, Feb. 15, 2006 at 11:27 PM

"a vos también ...
anti-fridman.jpg, image/jpeg, 307x304

le dijo Marx a "uno que pasaba".
Y seré yo el que proceda a tu liquidacion fisica, Miltonto Fridman. Cuando sea, donde te vea.

Brutus Cortacogotes

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Partido y Clase o la Clase como Partido
Por Mosca Cojonera - Thursday, Feb. 16, 2006 at 8:18 AM
fliegecojonera@hotmail.com

Primero que nada una advertencia terminológica: Marx y los comunistas alemanes en 1850 usaban la palabra "nuestro partido" cuando ninguna organización oficial reunía a los amigos agrupados en el "partido Marx".La connotación no tiene nada que ver con lo que entendemos por partido político en el siglo XXI.
Segundo: que Marx y Engels evolucionaron desde 1850 en adelante, evolución político-teórica de la cual no puede darse testimonio aquí, por lo que hay que tener cuidado con la contextualización (por ejemplo: hay un Marx liberal, etc.). Existe un famoso pasaje en el Manifiesto Comunista: "la organización de los proletarios en clase, y, por esto mismo, en partido político" y otra, ya un poco más adelante, en la Iº Internacional, famosa ya, que reza: "la emancipación de la clase obrera sólo puede ser obra de la misma clase obrera". o en una carta a Bebel: "...la divisa de la autoemancipación obrera es incompatible con la actitud de aquellos que, procediendo de las filas de la burguesía, pretenden que la clase obrera siendo incapaz de liberarse por sí misma, debe pasar a ser guiada por burgueses instruidos y acomodados, que tienen el tiempo y la ocasión de familiarizarse con los intereses de los obreros". Es decir: para Marx, entre 1847 y 1879 la idea cambió poco, se desplazó de la polémica con Proudhon (donde identificaba al cartismo como un gran partido político), al Manifiesto, donde partido es igual a la organización de los obreros en clase (pero fíjense el énfasis y la prioridad), hasta el Marx maduro de la Internacional y su debate con Bakunin (que en cuanto diseño organizacional estaba más cerca del modelo kautskiano-leninista que del propio Marx), hasta Marx y Engels enfrentados a partidos "obreros" en Francia y Alemania. La idea es muy clara: los partidos "obreros" no son forzosamente y por decreto los agentes "naturales" de la lucha política del proletariado (es más: se podría diferenciar lucha de partido versus lucha de clase), al contrario: una forma de representación no-institucional puede y de hecho lo hace, representar mejor al movimiento del trabajo, en el sentido materialista histórico del término. También aquí nos sirven la experiencia de Marx y Engel: "Lo importante es hacer que la clase obrera actúe como clase. Una vez conseguido esto, encontrará enseguida la buena dirección...Uno o dos millones de voces obreras...vale más ahora que cien mil voces para una plataforma doctrinalmente perfecta...". Estas no son palabras de charlatanes anti-partido, ni de anarquistas pequeñoburgueses...son de Engels en el año 1851. La discusión sobre el partido gira en falso cuando esta sobredeterminada por la forma partido que adoptó Lenin siguiendo al pié de la letra el modelo de la socialdemocracia alemana (en especial: Kautski). El partido bolchevique es un calco de la organización del renegado Kautski, y traer citas descolgadas de Marx para introducir la cuestión es ridículo. El "¿Qué Hacer?", biblia de la fracción bolchevique leninista (bolchevismo no es igual a Lenin para los que no lo saben) es un monumento y una oda al genio organizativo inigualable de Kautski...a esas alturas Luxemburg y Liebckchnet ya criticaban al SPD desde adentro. El problema no es partido vs. antipartido, sino forma partido kautskiana-leninista vs. forma partido proletaria...

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Estan todos enfermos empezando por el anarco de Danilo
Por hacete ver Danilo!!!! - Thursday, Feb. 16, 2006 at 10:01 AM

y estudia un poco más, que tu sarta de torpezas teoricas va a llegar al libro de guinness....
Y no tomes tantos ANABOLICOS

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kautskysmo-leninismo
Por CICA - Thursday, Feb. 16, 2006 at 10:01 AM
cica_web@yahoo.com

Jean Barrot
El "renegado" Kautsky y su discípulo Lenin (1977)
http://www.cica.00pro.com/antibolcheviques/barrot/renegado.htm

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De acuerdo con Mosca cojonera: ¡Ni calco ni copia!
Por Julián Mondragón - Thursday, Feb. 16, 2006 at 11:21 AM
loverdaderoeslapraxis@yahoo.com.ar

Claro que estoy de acuerdo con lo expresado por mosca cojonera.
El Marxismo de Marx es METODOLÓGICO!;no calco ni copia(como dice Lowy).
Así que-incluyendo la forma partido-no hay una receta
dogmática aplicable a toda cisrcunstancia histórica.
Al respecto,es interesante leer a Gramsci:
"Cuando deviene necesario un partido político del proletariado",en Notas sobre Maquiavelo
Saludos a todos los que luchan!
Julián

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Hermenéutica o comunismo?
Por --- - Thursday, Feb. 16, 2006 at 12:17 PM

No soy marxólogo y nunca pretendí serlo, porque pienso que la determinación del sentido de tal o cual término o concepto marxiano no pasa por una labor hermenéutica. Creo que sería como querer entender la física mecánica revisando los papeles de Newton. No digo que sea lo mismo, por la diferente naturaleza de los campos objetivos que estudiaban Marx y Newton, pero pretender reducir el sentido al resultado de una labor hermenéutica (o filológica) seguramente no corresponde a la actitud de Marx.
Los textos hay que leerlos atentamente, y vincularlos con la acción y las circunstancias del momento, pero también con el marco epistémico general que Marx iba construyendo y reconstruyendo a medida que iba definiendo su línea política.
También creo que hay que considerar la posibilidad de que, con la palabra “partido”, Marx quisiera decir cosas distintas en circunstancias distintas. De hecho, es lo mismo que ocurre actualmente cuando se habla de partidos. Incluso en lo relativo a las teorías de la lectura, lo que acabo de señalar es la base de la crítica deconstruccionista a las corrientes filológico-hermenéuticas.

Me parece que la lectura -o las “pizcas” de lectura- que hace Mosca, conducen a perderse un poco.
En mi opinión, subyace a la ambigüedad aparente del empleo que Marx hace de algunos términos, una concepción general de la historia y la lucha política que arraiga en el pensamiento Hegel. La “necesidad” -o la “organicidad”- del partido y de todos los hechos políticos y sociales, procede de esa concepción hegeliana más o menos consistentemente transvasada al materialismo.
Desde mi punto de vista, esto trae a la teoría marxista problemas mucho más generales que la ambigüedad en el uso de la palabra “partido”.

Si bien el problema dista mucho de estar resuelto en términos teórico-científicos, el señalamiento que acabo de hacer puede, por sí solo, contribuir a comprender por qué, para Marx, el partido comporta un sentido ideal tanto como uno material, un espíritu y una encarnación social, sin que ello represente un conflicto insuperable para Marx y los marxistas (aunque sí es un problema epistemológica de primera línea elaborar una reconstrucción consistente, en términos materialistas, científicos, de los aspectos hegelianos (e incluso romántico-alemanes) que son fundamentales en la teorízación de Marx. Y eso es todo lo contrario a los enfoques filológicos-marxológicos.

No me parece que sea justo comparar las ideas organizativas de Bakunin con las de Lenin (y menos aún con las de Marx). Bakunin fue un tipo muy charlatán y bastante hipócrita. Sostenía posiciones públicas a menudo diferentes de las que defendía en secreto. Yo diría que, sin preocuparse de la coherencia teórica, Bakunen yuxtaponía ideas “espontaneístas” (especialmente cuando necesitaba disputar con corrientes organizadas u organizadoras en las que él mismo no formaba parte, o en las que su influencia no era toda la que él hubiera deseado) e ideas “conspirativas”, que hoy podríamos llamar blanquistas.
Cierto es que también alguna vez se acusó a Lenin de “blanquista”, pero pienso que esa acusación fue torpe, porque Lenin -como Marx- consideraba que la actividad política del partido de la clase obrera debía desenvolverse en diversas esferas y no sólo en una (como claramente planteaba Blanqui).

Más allá de eso, Mosca hace una serie de consideraciones gratuitas. Por ejemplo, cuando señala que “los partidos "obreros" no son forzosamente y por decreto los agentes "naturales" de la lucha política del proletariado”.
Esta “refutación” de Mosca no refuta nada, porque ni Marx ni ningún marxista jamás habló de “agentes naturales”. Mosca arma un espantajo para después derribarlo con una frase hecha.
Marx muestra claramente su convicción no de que el partido, como formación o idea apriorística, fuera un “agente natural” -¿qué carajo será eso?- de la lucha política de la clase obrera, sino que estimaba que la clase obrera no podría avanzar sin constituírse en partido obrero, socialista y revolucionario.

Claro que Marx, en cierto sentido, distingue entre clase y partido, especialmente cuando se trata de partidos no-comunistas de la clase obrera (es decir: partidos donde militan obreros, en defensa de intereses obreros particulares, pero que no representan el interés común, general, de la clase obrera como un todo, algo que es propio de un partido expresamente comunista). Marx consideró, entiendo yo, que la esctructuración de la clase en partido debía ir sufriendo mutaciones en función de la experiencia que la clase, sus diversos sectores y fracciones, irían adquiriendo en la lucha. Pero aún así, Marx estaba convencido de que la sucesión de experiencias de la clase debía conducirla hacia su idea comunista, que provenía de un riguroso análisis del capitalismo, y no de la experiencia particular, histórica, de una u otra fracción de la clase obrera.

Marx pudo ser más o menos optimista en distintas ocasiones con respecto a si “una vez conseguido esto, [la clase actue como clase] encontrará enseguida la buena dirección...Uno o dos millones de voces obreras...vale más ahora que cien mil voces para una plataforma doctrinalmente perfecta...".
Pero Mosca parece no comprender el sentido -ni el contexto- de estas afirmaciones marxianas (y engelsianas), porque Marz no se refería ni a la ausencia de una “representación institucional” (eso no es más que uin injerto “mosquiano”) sino que se refería a que cualquier organización que agrupe a los obreros CON EXCLUSIÓN de los patrones y los elementos pequeño burgueses, era un primer paso a la constitución de la clase como partido. Esto queda claro cuando Marx sentencia que un avance práctico real es más importante que mil programas revolucionarios que no salen de los papeles.

Pero es importante señalar que Marx también supo poner énfasis en la actitud contraria: alguna vez dijo que los obreros deberían fracasar repetidamente, “estrellarse de cabeza contra la pared” -eso llegó a decir-, hasta que asumieran concientemente la necesidad política de defender y realizar un programa, una estrategia (y una organización) cominista.
Creo que no es difícil reconocer una lógica hegeliana en este modo de razonar: la idea comunista no se realiza sino por el desarrollo de su sutrato social real, del mismo modo que, en la Fenomenología del Espíritu, la Idea Absoluta surgiría, necesariamente, del desarrollo de la conciencia empírica.

Finalmente, Mosca entra en una discusión artificial, atribuyendo a los leninistas (¿cuáles?) la imposición puramente doctrinaria de una forma de partido (que el llama, un poco disparatadamente, “kautskista-leninista”).
Esta discusión quizás podría ser interesante si Mosca no tuviera una idea errónea sobre la “particularidad” de la forma bolchevique de partido (que a mí, por el contrario, me parece la única forma “no-particular” de organización obrera partidista) y si se atreviera, por una vez en la vida, a precisar en qué consiste su “forma partido proletaria”...
Yo creo que Mosca entiende bastante poco a Lenin, que también ponía por delante la necesidad de que la clase actúe como un todo, aún antes de adherir masivamente a la organización bolchevique. Esto lo pone en evidencia toda la historia del bolchevismo, sus tácticas y la política de alianzas que Lenin impulsaría tanto antes como después de 1917.

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la discusión está mal planteada desde el principio
Por comunista antibolchevike - Thursday, Feb. 16, 2006 at 1:39 PM
cica_web@yahoo.com

no sólo se trata de ver qué dijo Marx sobre el partido y la clase, sino de ver que la concepción y la práctica socialdemócrata-bolchevique es y ha sido reaccionaria desde el punto de vista comunista (lo que cual no es lo mismo que marxista).

Sucede que los bolcheviques o pro-bolcheviques intentan usar a Marx para justificar al bolchevismo y a Lenin cuando hay diferencias innegables entre marxismo y kautskysmo-leninismo. Tanto en la cuestión del Partido como en la del Estado, Marx estaba mucho más cerca del comunismo que los jacobinos con fraseología marxista que fueron los bolcheviques y los demócratas parlamentarios con fraseología marxista que forman la izquierda de hoy.

El carácter reaccionario del bolchevismo solamente puede ser negado por quien tenga una concepción burguesa de la revolución y del comunismo. Y Xor es un ejemplo brillante de eso.

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Pésimo matrimonio: Puntos Suspensivos y Hegel
Por Mosca Cojonera - Thursday, Feb. 16, 2006 at 1:41 PM
fliegecojonera@hotmail.com

A "Puntos Suspensivos" le gusta cerrar los debates, como buen patrón o burocratón de partido de izquierda. ¡Qué buen comisario se está perdiendo la vieja izquierda! El cierra el palenque y que nadie chiste. "Puntos Suspensivos" es la síntesis hegeliana encarnada: siempre clausura. Como para "cerrar" algo debe haber contenido (y el confiesa que no lo tiene, pues invierte su propia ignorancia sobre Marx acusando al resto de marxólogos, con lo que la ignorancia es una virtud en cualquier militante) sus clausuras son balbuceos de analfabeto, graznidos de alguien que pretender defender una teoría y una práctica que desconoce. Como con Kronstadt, vuelve a descender la dialéctica del abogado: retórica, retorcijones estilísticos, acusaciones en falso y ni un dato (sea real o teórico, sea filológico, histórico o anecdótico). Porque "Puntos Suspensivos" entiende la teoría de Newton sin leer ni un sólo papel de Newton,...no le pidan que lea a Marx o al propio Lenin. No, él prefiere la vulgata y las circulares internas de los viejos partidos de la izquierda prediluviana. Es un marxista anti-iluminista...¿Qué hacía Lenin encerrado en bibliotecas de Suiza? ¡Marxología!...¿Pero Lenin no exigía fidelidad editorial en las obras de Marx y Engels?, ¿Lenin no comenzó a editar las Obras Completas y creó un Instituto con, Dios Mío, ¡filólogos!, para realizar una edición exhaustiva?...¿Estaría Lenin loco de hermenéutica o reconocía la enorme importancia de la precisión y el conocimiento de la obra de los clásicos?...A falta de argumentos, buenas son la distorsiones. El debate nació de un texto descolgado de Marx y Engels, de la época de la Liga de los Comunistas, supuestamente para defenestrar a los anti-partido. La Mosca simplemente contextualizó ese texto y lo comparó con otros de M&E. Y comparé su teoría del partido con el modelo burocrático autoritario de Kautsky y Lenin (por cierto los halagos leninistas hacia Kautsky duraron hasta 1914 y hasta mucho más adelante los bolcheviques, leninistas o no, recibieron dinero del Secretariado de la socialdemocracia europea, si de los renegados). Pero vayamos al grano, ahora resulta que hay un enfoque dialéctico, el de "P.S.", y uno filológico-marxológico, diríamos pequeñoburgués, el de la Mosca. Hablando claro y pronto: de lo que se trata acá es de si sábes que hicieron en la práctica real Marx y Engels entre 1848 y 1852 o no, el resto "P.S." son subterfugios, dialécticos si vos querés, y narcisismo individualista. Igual que en Kronstadt, igual que con Marx y Engels, de lo que se trata es de escapar por la tangente tirando humo apra esconder la retirada. Avisame cuando canonizan a San Lenin...

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?!
Por --- - Thursday, Feb. 16, 2006 at 2:14 PM

¿Y esa es una "respuesta"?
Naaaah

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la respuesta que satisface a Xor
Por ... - Thursday, Feb. 16, 2006 at 2:25 PM

oh mi Dios, tú tienes toda la razón, eres el Camino, nunca más volveré a cometer el pecado de cuestionar tu Palabra y la del Partido.

Viva San Lenin! Mueran los herejes AntiCristo AntiPartido!

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...
Por --- - Thursday, Feb. 16, 2006 at 2:55 PM

Hay que estar bastante mal de la cabeza para leer así lo que yo postée.
Con actitudes como la de Mosca o de Danilo, la verdad es que se desacreditan ellos solos, excepto para los que no necesitan leer ni discutir nada para convencerse de las posturas que esos dos defienden.
¿Realmente no pueden hacer nada mejor?

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El Batallón Psiquiatrico de "Puntos Supensivos"
Por Mosca Cojonera - Thursday, Feb. 16, 2006 at 3:37 PM
fliegecojonera@hotmail.com

Marx y Engels en 1850...con cariño para "P.S.":

"Hay que estar mal de la cabeza"...o sea: mis argumentos son pura apariencia, en realidad estoy loco, ergo: enviarme a un psiquiátrico...¡No reconozco la genialidad impoluta de Lenin! ¡Blasfemo! Por Dios: este tipo está loco de remate, ¡internarlo ya!..lástima, si estuvieramos en la URSS, quien te dice...pero recogamos el guante, sólo sea, lo repito, no para convertir al budismo a nuestro fundamentalista dialéctico (ya veremos como coquetea con términos hegelianos sin tener ni idea) sino para los compañeros a los que este debate les sirva como formación. Cuando uno analiza la práctica revolucionaria de Marx y Engels hacia 1850 puede hacerlo de dos maneras: desde afuera, estudiando las tareas históricas que se propusieron, la relación con las masas, el nexo entre táctica y estrategia, etc. Aquí puede consultarse a Löwy o Claudín, estudios ya clásicos. Pero para la construcción de una organización o institución revolucionaria también es útil estudiarla desde adentro, como estructuras autónomas, sociedades en miniatura, con sus códigos, socializaciones y cultura organizacional. La tradición de práctica revolucionaria de los primeros socialistas eran terribles: Robert Owen pretendía ser el jefe dictatorial de sus comunidades; Babeuf, Buonarotti, Blanqui en incluso el "libertario" Proudhon (véanse sus Carnets, inéditos hasta los años '60) imponían formas dictatoriales de construcción con una teoría política conspirativa. Proudhon, a modo de ejemplo, quería desarrollar "asociaciones obreras", en las cuales él sería el director autoelegido por sí mismo. Es decir: Marx y Engels, que criticaron teórica pero además prácticamente este viejo socialismo, comenzaron su militancia en el llamado "Comité de Correspondencia Comunista" en Bruselas. Esta fue la primeras de las tres organizaciones en las que Marx y Engels jugarían un rol importante durante este período. En Bruselas sucedió lka ruptura con el ala de Weitling y el caso Kriege ("La circular contra Kriege"). La segunda fue la "Liga de los Justos", luego "Liga Comunista", antecesora de otra fundada por babouvistas y carbonarios (con el estilo dictatorial y conspirativo de la época). Sus estatutos parecían la prehistoria del admirado centralismo democrático leninista: un comité central reunía el poder ejecutivo y legislativo, mecanismo de cooptación para designar líderes y sucesores, miembros con incondicional obediencia, incluso pena de muerte en suspenso para herejes y traidores. Aparte existían dos niveles de organización, una supersecreta que generaba la línea para la oficial. Los militantes simplemente recibían órdenes de arriba, sin control sobre líderes y recursos. "Esto" es lo que se encontraron Marx y Engels cuando ingresaron en la Liga¡¡¡¡ Si Marx y Engels creyeran, por un momento, en la concepción kautskiano-leninista, por otro lado muy similar, ¿para qué reorganizaron todo sus estatutos, suprimiéndolos como primera medida?...Con Marx y Engels, por primera vez en su historia, la Liga convoca a un Congreso General donde cada local envía su propio representante votado¡¡¡¡¡ Y es el Congreso el que diseña y vota un nuevo estatuto¡¡¡¡¡¡ El estatuto de la nueva Liga establece una estructura piramidal, con base en pequeñas unidades llamadas "comunidades" ("Gemeinden", ¡ay la filología pequebú!), compuestas de hasta 20 miembros. Ellos elegían a su propio representante y aceptar nuevos miembros; las comunidades de cada pueblo, ciudad o barrio constituian un "Círculo" ("Kreis", ¡ay!), que elegían su propio presidente. Este comité tenía autoridad sobre su área. Los círculos se encontraban al mismo nivel que las autoridades máximas, el Congreso (dos veces al año) y el Comité Central. La más grande innovación fue el Congreso ("Kongresse", ¡ay!) que tenía el poder soberano de "legislar" en incluso poder judicial sobre el Comité Central. EL Comité Central era constantemente fiscalizado y con poderes muy circunscriptos y limitados; se componía de cinco miembros electos ANUALMENTE (¡¡¡¡¡) por los círculos, y no tenía ningún poder de cooptar o practica sucesiones amañadas. Además debía presentar un informe anual de sus actividades y gastos para ser votado y aprobado por el Congreso. El C.C. no tenía ninguna autoridad para expulsar o separar a nadie ni cambiar de línea; si era de interés hacer un cambio radical en la línea política debía convocar a un Congreso extraordinario¡¡¡¡¡ ¡Marx y Engels son unos anarquistas sin remedio¡¡¡¡

Bueno, tengo que ir a laburar, sigo mañana. Un saludo militante.

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Ahora está mejor
Por --- - Thursday, Feb. 16, 2006 at 4:48 PM

Mirá, Mosca, el problema no son tus argumentos, sino que no se alcanza a registrar cuáles son los argumentos en tus intervenciones.

Tirás algunos datos (a veces muchos), pero siempre te faltan los argumentos. ¿Cuál es tu intención? ¿”Demostrar” que sos un "erudito"? ¿Convencer -¿a quién?- de que "sabés más" de marxismo que yo? ¿No sería medio tonto eso?

La acusación, que me endilgan vos y Danilo, de hacer del marxismo una especie de culto, es un contrasentido, porque la mera repetición de citas (aisladas) de autoridad -como hace Danilo- y el filologismo casi talmúdico -que tanto te gusta practicar- están más mucho cerca de una actitud religiosa que cualquier cosa que yo haya posteado nunca.

Dejás la impresión de que tenés muchas más ganas de brotarte mal (esa es la especialidad de Danilo desde que se volvió “consejista” y no puede discutir nada con nadie que no piense igual que él) que de clarificar y defender tus propias posiciones.

No deberías brotarte por lo que dije sobre métodos filológico-hermenéuticos. Sabés bien que no desprecio esa labor, ni el conocimiento de idiomas, pero también sabés bien que el marxismo no puede operar como el talmudismo (eso es lo que sería religioso).

Critiqué el método stalinista que usa Danilo para "debatir". Con vos hice algo análogo: mi crítica a tus intervenciones no pasa por "acusarte" de que, para interpretar a Marx, hagas filología, etc., sino por señalar que no hacías nada más que filología, que faltan (cuando menos) política, historia y epistemología.

Esto es algo que incluso señalé en tu "discusión" sobre Kronstadt, presentás una montaña de "documentos" textuales, pero a la vez parecés sostener posiciones políticas antibolcheviques tanto por derecha como por izquierda. Toda la filología del mundo no te va a salvar de contrasentidos como ése. ¿Es tan difícil de entender, chabón?

En cuanto al estatuto de la Liga, lo conozco (lo tengo, en realidad), y me parece un buen antecedente del centralismo democrático. Me parece que contiene un argumento más a favor que en contra de la organización de los comunistas en partido, incluso en un partido leninista (avant la lettre, claro).

Pero lo que no se ve por ninguna parte -en tu post- es TU argumento, TU argumentacion (es decir: qué objeto re proponés al alinear una serie -respetable en este caso- de datos.
Como en la discusión sobre Kronstadt (que encima ya me tiene recontra podrido) no se entiende qué ni desde dónde estás discutiendo (a eso me refiero con “estar mal de la cabeza”, además de los exabruptos que vos y Danilo se venían mandando en vez de responder).

Como sea, hace ya tiempo le sugerí a Danilo que, si quiere saber lo que pensaba Marx sobre si los comunistas debían organizarse o no en partido, leyera el estatuto de la Liga (pero no lo tapé de citas "biblicas" ¿hice mal, padre?).

En fin ¿No deberías discutir este último punto con tu "aliado" Danilo en vez de hacerlo conmigo?

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Xor escribe "Danilo" 20 veces por mensaje
Por ... - Thursday, Feb. 16, 2006 at 4:56 PM

¿estás obsesionado, gil?

parece que lo que dice "Danilo" te llega hasta el fondo del culo.

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estás mal
Por --- - Thursday, Feb. 16, 2006 at 6:08 PM

¿Cómo querés que no te mencione cada vez, si te anotás en todas, aunque sea para no decir nada (como este último posto que pusiste)?
Aflojá un poco, que te va a hacer mal.

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Ambigüedad en Marx
Por --- - Friday, Feb. 17, 2006 at 12:30 PM

Disculpen la digresión, pero creo que no es improcedente (y esperaría que Mosca al menos encuentre interesante la inflexión que quise darle al tema).

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En una intervención anterior, yo había señalado que la razón de ser de los contrastes -que identifica Mosca- entre los significados que atribuye Marx al término “partido”, pasa por los vínculos de la teoría de Marx con la obra de Hegel. Dije también que el problema tiene un alcance más general.

Mi opinión es que en el discurso de Marx, según sus sucesivas inflexiones, distintos términos más o menos centrales se presentan unas veces en su faz material, empírica, etc., y otras veces en su “necesidad” teórica, lógica, conceptual.
Como sabemos, Hegel resolvió el dualismo a favor del sujeto, devenido sujeto absoluto, idéntico al todo: el sistema de Hegel necesitaba suponer al pensamiento como sujeto, a la razón como sujeto. La identidad de los contrarios está resuelta, en Hegel, a favor de la elemento ideal, subjetivo, conceptual, etc.

Ahora bien, Marx nunca reemplazó con “alguna otra cosa” -al menos que yo sepa- los lazos que rompió cuando rompió con el hegelianismo, en nombre de una reivindicación de la ciencia más complicada de lo que podría parecer a simple vista (se trataba de la llamada “Ciencia alemana”, imbuida de una concepción romántica secular y, en alguna medida, secularizada).
De ese modo, los términos que, en la teoría de Marx, ocupan lugares centrales, recargan su significado a veces hacia un lado (el material, objetivo, empírico) y otras veces hacia el otro (el espiritual, subjetivo, lógico). Esto conduce a que la palabra “partido” pueda tener, en Marx, a la vez un sentido universal y un sentido determinado, concreto, particularizado.

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Si se piensa que lo mismo ocurre con un concepto tan central para la teoría marxista como es el de “valor”, resulta evidente que es a partir de aquí donde hay que ponerse a pensar: la definición del carácter -objetivo o subjetivo- de las categorías teóricas marxistas (entre ellas la de valor).
Si las categorías dteóricas no son diseñadas por la realidad misma como tal (algo que, sin embargo, todavía sostienen algunos “marxistas”) ni se reduce al contenido de una o más conciencias particulares (empíricas, individuales) ¿cuál es la naturaleza del ámbito o del plano específico donde se realizan -donde tienen realidad, donde EXISTEN- las categorías teóricas marxistas? ¿Cuál es el “espacio” peculiar de “lo social”?

La propia teoría marxista se ve tironeada hacia un lado y hacia otro: Por un lado, la teoría como guía para la acción y, por lo tanto, como subjetividad. La lectura voluntarista o subjetivista de la teoría de Marx manifiesta, así, un elemento ideológico común con cierto “cientificismo” neokantiano o positivista: el “método hipotético deductivo” también concibe la teoría científica como una “conjetura” subjetiva particular, la universalidad de cuya verdad sería, a lo sumo, “consensual” (pero no “real” ni “lógicamente necesaria”).
Por el otro lado, la teoría marxista puede presentarse a sí misma como expresión de una necesidad objetiva, de una ley tendencial pero no por eso -desafiamos los marxistas- menos definitiva.
La teoría se ve arrastrada hacia los términos opuestos de un debate que no lleva resuelto en sí, y que tiene su origen en la deuda de Marx con Hegel.

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Si me preguntan a mí, el problema se resuelve de un modo a medias “hegeliano” y a medias “naturalista” (no es la peor combinacion posible, aunque algunos puedan creerlo).
El problema puede encararse, por un lado, erigiendo conceptualmente a lo social, al conjunto social, como un sujeto, como una instancia subjetiva global, colectiva (...social!), de la que trata de dar cuenta la teoría.
Por ejemplo, para que el concepto marxiano de valor asuma consistencia, el conjunto social debe ser pensado finalmente como algo muy parecido a un sujeto: como un sistema cuyo comportamiento es ininteligible si no se lo considera como un sujeto.

Por el otro lado, se debe desmontar la noción de sujeto (en su sentido primario, individual), deconstruyendo el principio de identidad, exponiendo la insuperable aporía dualista que implica la suposición de un principio “mental” autónomo, explicando el sujeto personal como una ficción conveniente, necesaria por su eficacia, y describiendo a la mente como una especie de sociedad (y a la conciencia individual como mediatizada -vía lenguaje- por la totalidad social).

Si bien se mira, para reconocer a la sociedad como sujeto no hay que saltar ningún “abismo mental” que no hayamos saltado ya, cuando reconocemos como sujetos a otros seres humanos. Naturalmente, se plantea inmediatamente la cuestión de que los seres humanos “nos sentimos” sujetos, nos sentimos “personas”, y en cambio la sociedad no se siente persona. Tal sería la intuición básica que aquí se halla en juego.
Esa intuición, sin embargo, en el fondo no es correcta: ni está claro eso de que nos sintamos “nosotros mismos” (quizás nos lo sintamos, pero no está claro ni podría estarlo), ni tampoco está tan claro eso de que “no se siente nada” siendo... qué sé yo, el Consejo de Comisarios del Pueblo o la Corporación Ford.

No obstante, sigue siendo una gran verdad que lo importante no es cómo alguno de nosotros piense en la sociedad como un sujeto, sino que la sociedad se piense a sí misma como un sujeto.
La tensión entre los polos que atraen alternativamente a la teoría marxista, es la misma que la determina doblemente como teoría descriptiva y, a la vez, normativa.
Porque la teoría marxista describe un proceso al cual contribuye ella misma, como toma de conciencia de ese proceso, y también como expresión y facilitación de la conciencia de ese proceso.

Visto así, y para decirlo imitando lejanamente el estilo de Marx, podemos concluir que el dilema teórico del marxismo viene a ser actualmente (aunque desde hace tiempo) el dilema político de la historia universal.

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La revolución no es un asunto de partido
Por Otto Rühle - Friday, Feb. 17, 2006 at 12:35 PM

I

El parlamentarismo apareció con la dominación de la burguesía.

Con los parlamentos aparecieron los partidos políticos.

La época burguesa encontró en los parlamentos la palestra histórica en la que tuvo sus primeros altercados con la corona y la nobleza. Se organizó políticamente y dio a la legislación una forma correspondiente a las necesidades del capitalismo. Pero el capitalismo no es algo homogéneo. Las diversas capas y los diversos grupos de intereses en el interior de la burguesía hicieron valer cada cual sus reivindicaciones de naturaleza diferente. Para llevar a buen término estas reivindicaciones nacieron los partidos, los cuales enviaban sus representantes y sus actores a los parlamentos. Por eso el parlamento se transformó en un foro, lugar de todas las luchas por el poder económico y político, por el poder legislativo primero, pero después también, en el marco del sistema parlamentario, por el poder gubernamental. Pero las luchas parlamentarias, al igual que las luchas entre los partidos, no son más que combates de palabras. Programas, polémicas periodísticas, octavillas, informes, resoluciones, discursos parlamentarios, decisiones: todo palabras. El parlamento degeneró en salón para charlatanes (cada vez más, a medida que pasaba el tiempo), pero desde el primer día los partidos no eran más que máquinas para preparar las elecciones. No es una casualidad que al principio se llamasen “uniones electorales”.

Burguesía, parlamentarismo, partidos políticos se condicionan mutua y recíprocamente. El uno es necesario al otro. Ninguno es concebible sin el otro. Marcan la fisonomía política del sistema burgués, de la época capitalista-burguesa.

II
La revolución de 1848 fue detenida desde el principio.

Pero el ideal de la era burguesa, la república democrática, fue erigido.

La burguesía, impotente y cobarde por naturaleza, no suministró ninguna fuerza, no mostró ninguna voluntad de realizar este ideal en la lucha. Cedió ante la corona y la nobleza, se contentó con el derecho a explotar económicamente a las masas y redujo el parlamentarismo a una parodia.

De ello resultó entonces para la clase obrera el deber de enviar representantes al parlamento. Estos recogieron las reivindicaciones democráticas de las manos pérfidas de la burguesía. Hicieron una propaganda enérgica de ellas. Intentaron inscribirlas en la legislación. La social-democracia elaboró con este fin un programa democrático mínimo. Un programa de reivindicaciones de actualidad y prácticas, adaptadas a la época burguesa. Su acción en el parlamento estaba dominada por este programa. Dominada por el afán de conseguir también para la clase obrera, y para su actividad política, las ventajas de un campo de maniobra legal, construyendo y acabando la democracia formal burguesa liberal.

Cuando Wilhelm Liebknecht propuso el absentismo1, se trataba de un desconocimiento de la situación histórica. Si la social-democracia quería ser eficaz como partido político, debía entrar en el parlamento. No había ninguna otra posibilidad de actuar y hacerse valer políticamente.

Cuando los sindicalistas se apartaron del parlamentarismo y predicaron el antiparlamentarismo, ello honraba su apreciación sobre la vanidad y la corrupción creciente de la práctica parlamentaria. Pero, en la práctica, exigían de la social-democracia algo imposible. Exigían que se tomase una decisión que iba en contra de la necesidad histórica, que la social-democracia renunciase a sí misma. Ésta no podía adoptar este punto de vista. Debía ir al parlamento porque era un partido político.

III
El KPD se ha convertido también en un partido político. Un partido en el sentido histórico, como los partidos burgueses, como el SPD y el USPD*.

Los jefes tienen la palabra en primer lugar. Hablan, prometen, seducen, mandan. Las masas, cuando comparecen, se encuentran ante el hecho consumado. Deben alinearse en formación, marcar el paso. Tienen que creer, callarse, pagar. Deben recibir las órdenes y las instrucciones y ejecutarlas.

¡Y deben votar!

Sus jefes quieren entrar en el parlamento. Hay que elegirlos, pues. Tras lo cual, limitándose las masas a una sumisión muda y a una pasividad devota, son los jefes quienes hacen alta política en el parlamento.

El KPD también se ha convertido en un partido político.

El KPD también quiere ir al parlamento.

La Central del KPD miente cuando dice a las masas que sólo quiere entrar en el parlamento para destruirlo.

Miente cuando atestigua que no quiere realizar en el parlamento ningún trabajo positivo2.

No destruirá el parlamento, no quiere hacerlo, no lo quiere.

Hará un “trabajo positivo” en el parlamento, se ve constreñida a ello, y lo quiere.

¡Vive de ello!

El KPD se ha convertido en un partido parlamentario como los otros partidos. Un partido del compromiso, del oportunismo, de la crítica y del torneo oratorio.

Un partido que ha dejado de ser revolucionario.

IV
¡Miradlo!

Vuelve al parlamento. Reconoce los sindicatos. Se inclina ante la constitución democrática3. Hace las paces con el poder reinante. Se coloca en el terreno de las relaciones de fuerza reales. Toma parte en la obra de restauración nacional y capitalista.

¿Qué le diferencia del USPD?

Critica en lugar de negar.

Practica la oposición en lugar de hacer la revolución.

Negocia en lugar de actuar4.

Charlatanea en vez de luchar.

Por eso deja de ser una organización revolucionaria. Se convierte en un partido socialdemócrata. No se distingue de los Scheidemann y de los Daümig más que en los matices.

Es el avatar del USPD.

Pronto se convertirá en un partido de gobierno, con el de Scheidemann y el de Daümig5.

¡Y esto será su final!

V
A las masas les queda un consuelo: ¡sigue habiendo una oposición!

Esta oposición rechaza todo arreglo con el campo de la contrarrevolución.

¿Qué podía hacer ella? ¿Qué ha hecho?

Se ha congregado y se ha unido en una organización política.

¿Era necesario esto?

Los elementos más maduros políticamente, los más decididos y los más activos desde el punto de vista revolucionario tienen el deber de formar la falange de la revolución. No podían llevar a cabo este deber más que bajo la forma de una falange, es decir, en formación cerrada. Son la élite del proletariado revolucionario. Por el carácter cerrado de su organización, ganan en fuerza y adquieren una profundidad de juicio cada vez más grande. Se manifiestan en tanto que vanguardia del proletariado, como voluntad de acción frente a los individuos dubitativos y confusos. En el momento decisivo, constituyen el centro magnético de toda actividad. Son una organización política.

Pero no un partido político.

No un partido en el sentido tradicional.

La sigla de Partido comunista obrero (KAPD) es el último vestigio exterior - ¡pronto superfluo! – de una tradición que, con pasar simplemente la esponja, no es suficiente para borrar de una ideología política de masas, ayer todavía viva, pero hoy superada.

Pero este vestigio también será borrado.

La organización de las primeras filas comunistas de la revolución no debe ser un partido habitual, bajo pena de muerte, bajo pena de reproducir el destino que recae en el KPD.

Ha pasado la época de las fundaciones de partidos, porque ha pasado la época de los partidos políticos en general.

El KPD es el último partido. Su bancarrota es la más vergonzosa, su fin es el más despojado de dignidad y de gloria...

Pero, ¿qué sucede con la oposición?

¿Qué es de la revolución?

La revolución no es un asunto de partido. Los tres partidos socialdemócratas6 tienen la locura de considerar la revolución como su propio asunto de partido y proclamar la victoria de la revolución como su objetivo de partido.

La revolución es el asunto político y económico de la totalidad de la clase proletaria.

Únicamente el proletariado en tanto que clase puede llevar la revolución a la victoria.

Todo lo demás es superstición, demagogia, charlatanería política.

De lo que se trata es de concebir al proletariado como clase y desencadenar su actividad para la lucha revolucionaria. Sobre la base más amplia, en el marco más vasto posible.

Por esta razón, todos los proletarios listos para el combate revolucionario, sin preocuparse de dónde provienen ni sobre qué base son reclutados, deben ser agrupados en los talleres y las empresas en organizaciones revolucionarias de empresa y unidos en el marco de la Unión general obrera (AAUD).

La Unión general obrera no es “cualquier cosa”, no es una ensalada, ni una formación casual. Es la agrupación de todos los elementos proletarios listos para una actividad revolucionaria, que se declaran a favor de la lucha de clase, del sistema de los consejos y de la dictadura.

Es el ejército revolucionario del proletariado.

Esta Unión general obrera tiene sus raíces en las empresas, y se organiza por ramas de industria, de abajo arriba, federativamente en la base y organizada en la cima por el sistema de los hombres de confianza revolucionarios. Empuja de abajo arriba, a partir de las masas obreras. Crece de acuerdo con ellas: es la carne y la sangre del proletariado; la fuerza que la empuja es la acción de las masas; su alma es el soplo ardiente de la revolución.

No es una creación de jefes.

No es una construcción sutilmente arreglada.

No un partido político con palabrería parlamentaria y bonzos pagados. Tampoco un sindicato.

Es el proletariado revolucionario.

VI
¿Por tanto, qué va a hacer el KAPD?

Creará Organizaciones revolucionarias de empresa.

Propagará la Unión general obrera.

Favoreciendo las relaciones de empresas a empresas, de ramas industriales a ramas industriales, formará los cuadros de las masas revolucionarias. Los formará para el asalto, los endurecerá y dará fuerzas para el combate decisivo hasta que pueda ser vencida toda resistencia por parte del capitalismo que se está hundiendo.

Insuflará a las masas combatientes la confianza en su propia fuerza, garantía de toda victoria en la medida en que esta confianza los liberará de los jefes ambiciosos y traidores.

Y a partir de la Unión general obrera, arraigada en las empresas, extendiéndose por las regiones económicas, y finalmente por todo el país, se cristalizará el movimiento comunista.

El nuevo “partido” comunista, que no es ya un partido.

Pero que es, por primera vez, ¡comunista!

¡Corazón y cabeza de la revolución!

VII
Imaginémonos el proceso de un modo concreto. Hay 200 hombres en una empresa. Una parte de ellos pertenece a la AAUD y hace propaganda de ésta, primero sin éxito. Pero el primer combate, en el cual los sindicatos, naturalmente, flaquean, rompe los antiguos vínculos. Pronto 100 hombres se han pasado a la Unión. Entre ellos hay 20 comunistas, el resto sigue estando compuesto por gente del USPD, sindicalistas y de no organizados. Al principio, el USPD inspira la mayor confianza. Su política domina la táctica de los combates que se llevan en la empresa. Sin embargo, lentamente pero con seguridad, la política del USPD se revela falsa, no revolucionaria. La confianza que los trabajadores tienen en el USPD se atenúa. La política de los comunistas se afirma. Los 20 comunistas se convierten en 50, después en 100 y más, pronto el grupo comunista domina políticamente la totalidad de la empresa, determina la táctica de la Unión, domina en los combates por el objetivo revolucionario. Así es, tanto en pequeña como en gran escala. La política comunista se implanta de empresa en empresa, de región económica en región económica. Se realiza, gana el mando, se convierte en el cuerpo, la cabeza y la idea directriz.

A partir de las células de los grupos comunistas en las empresas, a partir de los sectores de masas comunistas en las regiones económicas es como se constituye, en la edificación del sistema de los consejos, el nuevo movimiento comunista.

Por tanto: ¿una “transformación revolucionaria” de los sindicatos, una “reestructuración”? ¿Y cuánto tiempo durará este proceso? ¿Años? ¿Decenas de años? ¿Hasta 1926, por casualidad?7

En ningún caso.

El fin no puede ser derribar, aniquilar el coloso con pies de barro de las centrales sindicales con sus 7 millones de miembros, para reconstruirlas después bajo otra forma.

El fin es apoderarse de las palancas de mando en las empresas preponderantes en la industria, en el proceso de producción social y, por ahí mismo, tomar la decisión en el combate revolucionario. Apoderarse de la palanca que puede poner patas arriba al capitalismo en ramas y en regiones industriales enteras.

Es ahí donde la disponibilidad resuelta a la acción de una organización única puede, llegado el caso, ganar en eficacia sobre toda una huelga general.

Es ahí donde el David de la empresa abate al Goliat de la burocracia sindical.

VIII
El KPD ha dejado de ser la encarnación del movimiento comunista en Alemania.

¡Ya puede reclamarse ruidosamente de Marx, de Lenin, de Radek! No es más que el último miembro del frente único de la contrarrevolución.

Pronto se presentará en buena armonía con el SPD y el USPD, en el marco de un frente único por un gobierno obrero “puramente socialista”.

Su garantía de una “oposición leal” hacia los partidos asesinos que han traicionado a los obreros es una etapa de aquel.

Renunciar a exterminar de modo revolucionario a los Ebert y a los Kautsky (ver Die Rote Fahne del 21 de marzo de 1920)8, es ya aliarse tácitamente con ellos.

Ebert-Kautsky-Levi.

El último estadio del capitalismo en su final.

El último “recurso político” de la burguesía alemana.

El fin.

El fin de los partidos también, de la política de partido, de la superchería de los partidos, de la traición de los partidos.

Es el nuevo comienzo del movimiento comunista.

El Partido comunista obrero.

Las Organizaciones de empresa revolucionarias, agrupadas en la Unión general obrera.

Los Consejos revolucionarios.

El congreso de los Consejos revolucionarios.

El gobierno de los Consejos revolucionarios.

La dictadura comunista de los consejos.

* KPD: Kommunistische Partei Deutschlands (nombre del PC desde noviembre a diciembre de 1920 y después de agosto de 1921).
SPD: Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido social-demócrata de Alemania).
USDP: Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido socialista independiente de Alemania, nacido en 1917 tras la exclusión, por el SPD, de su izquierda: los espartaquistas forman parte de él, pero no los “Radicales de izquierda” del Norte de Alemania).

1 Wilhelm Liebknecht, padre de Karl, había defendido antes de 1875 el abstencionismo electoral, contra la opinión de Marx y Engels.

2 Alusión, en especial, a la propuesta del KPD de practicar una “oposición leal” al gobierno con ocasión del putsch de Kapp (marzo de 1920).

3 La Constitución llamada de Weimar.

4 Juego de palabras: “Sie verhandelt, anstatt zu andelt.”

5 Daümig (1869-1922): SPD, después USPD de izquierda, aprueba las “21 condiciones”, preside el VKPD, al ser fundado a finales de 1920, junto con P. Levi y dimite de esta función, al igual que él, en febrero de 1921, en desacuerdo con el desplazamiento a izquierda del partido, que conducirá a la Acción de marzo. Abandona el VKPD al mismo tiempo que Levi.

6 Rühle incluye al KPD en la social-democracia, con el mismo título que el SPD y el USPD.

7 Alusión a la previsión hecha por Levi anunciando una crisis económica mundial para 1926: habría que esperar, pues, hasta esta fecha para llevar a cabo una acción revolucionaria.

8 Órgano del KPD. Ebert, canciller en 1918, después primer presidente de la República, es uno de los responsables emblemáticos de la participación socialista en el aplastamiento de la revolución.

Digitalizado a formato web por
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
Fuente original: La Izquierda Comunista Germano-Holandesa contra Lenin
Ediciones Espartaco Internacional
http://perso.wanadoo.es/emex

http://www.cica.00pro.com/clasicos/ruhle/revpartido.htm

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Bueh...
Por --- - Friday, Feb. 17, 2006 at 12:53 PM

Pobre Rühle, viejo y peludo... terminó en el partido comunista obrero alemán, de triste y efímera existencia.

Es comprensible que Rühle concibiera la cuestión de los partidos como lo hacía, habiendo vivido toda su vida política bajo las ramas de la socialdemocracia alemana y, especialmente, de su ala izquierda, el kautskismo. Muy similar a lo que pasó con Rosa Luxemburgo, que de todos modos supo delimitarse del ala izquierda (mayoritaria) de la Liga Espartaco.

Si los comunistas "de izquierda" alemanes hubieran pegado una -aunque más no sea-, quizás tendría algún sentido discutirles algo.
Pero la dolorosa verdad histórica es que ese ala izquierda -que iría cambiando de partido, pero no de errores- inauguró una larga serie de fracasos que contribuyeron a enterrar la revolución alemana, empezando por la desafortunada insurrección de Berlín del 19.

En fin, en vez de seguir con el copy y paste, creo que no vendría mal un uso más dinámico de las propias cabecitas.

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mirá quien habla de usar las cabezas
Por comunista antibolchevike - Friday, Feb. 17, 2006 at 1:35 PM

no perdés ni una oportunidad para demostrar tu dogmatismo totalitario.

Hablás de la socialdemocracia como si fuera algo de lo que el bolchevismo y vos estuvieran afuera. Hablás de Kautsky cuando Lenin toda su vida reivindicó lo mismo que él en cuanto al partido, y la prueba de ello es que lo acusó de "renegado".

Más bien el texto de Ruhle debería hacerte pensar a vos, carcamán.

Por otra parte, nadie está obligado a responder a tus pelotudeces para participar de la discusión, ¿quien mierda te creés que sos?

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al entierro de la revolución alemana contribuyeron los bolcheviques
Por comunista antibolchevike - Friday, Feb. 17, 2006 at 1:44 PM

siguiendo con la misma política socialdemócrata de parlamentarismo, sindicalismo y asamblea constituyente y despues con esa aventura golpista que les salió para el orto (la accion de Marzo).

Pero obviamente, de alguna manera hay que falsear la historia para seguir mantienendo la leyenda de la infabilidad bolchevique.

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Claro que no
Por --- - Friday, Feb. 17, 2006 at 2:03 PM

Naturalmente, nadie está obligado a leer o discutir lo que yo escriba.
Pero tampoco nadie está obligado a contestar siempre con estúpidos exabruptos.

Creo que el problema no es quién creo yo que soy, sino quién crés vos que soy.
La verdad es que, llamándome "carcamán" no solamente te equivocás, sino que le hácés un flaco favor al venerable comunista Otto Rühle que, cuando se pasó al KAPD, era ya un hombre de edad muy avanzada.

En fin, no creo que haya que "creerse" nadie especial para proponer nuevas dimensiones para el desarrollo de nu debate.
Estoy convencido de haberlo hecho con la voluntad más constructiva posible y con el más franco espíritu de diálogo.

Si a vos no te interesa, simplemente no lo tomes y listo.
Pero ya que estás en ese tipo de "cuestionamientos" ¿por qué mejor no te preguntás a quién carajo le pueden interesar las antiguallas consejistas que colgás obsesivamente en Indymedia?

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Las lecciones de las "Jornadas de Marzo"
Por Herman Gorter - Friday, Feb. 17, 2006 at 4:50 PM

(Última carta de Gorter a V. I. Lenin)




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Escrito: Escrito en 1921.
Primera Edición: En francés en L'ouvrier Communiste, órgano mensual de los Grupos Obreros Comunistas, París, nº 9/10, mayo 1930.
Digitalización: Grupo de Propaganda Marxista, España.
Fuente: Grupo de Propaganda Marxista, España.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, diciembre de 2000


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Querido camarada Lenin,

Cuando, en noviembre de 1920, nos despedimos, sus últimas palabras, a propósito de nuestras ideas tan divergentes sobre la táctica revolucionaria en Europa occidental, fueron que ni su parecer ni el mío habían sido suficientemente sometidos a prueba: que pronto la experíencia demostraría quién de los dos tenía razón.

Cosa en la que, estábamos completamente de acuerdo.

Ahora la realidad se ha manifestado y poseemos más de una experiencia. Sin duda me permitirá usted mostrarle, desde mi punto de vista, las lecciones que hemos de sacar.

Usted recuerda que en el Congreso de Moscú, usted mismo, y el Comité Ejecutivo de la IIIª Internacional se habían declarado a favor del Parlamentarismo, por la infiltración dentro de los sindicatos obreros y por la participación en los consejos industriales legales en Alemania, único país de Europa en el que tuvo lugar la revolución.

El Partido Obrero-Comunista de Alemania (KAPD) y los marxistas holandeses respondieron que vuestra táctica conduciría a un extremo debilitamiento de la revolución, al caos dentro del proletariado, al desconcierto entre los comunistas, y por consiguiente a las más desastrosas derrotas. En cambio, el antiparlamentarismo, la organización por fábrica, las uniones obreras, y sus comités de acción revolucionarios, conducirían, en Alemania y en Europa occidental, a intensificar la revolución y a unificar, finalmente, al proletariado.

Usted pretendía -y con usted el Comité Ejecutivo y la IIIª Internacional- reunir a las masas bajo vuestra dirección política y sindical sin saber si las masas eran verdaderamente comunistas. Es lo que ustedes han hecho en Tours, Florencia, Halle. Vuestro objetivo era el dar a esas masas otros jefes.

Nosotros queríamos destruir viejas organizaciones y construir otras de nuevo cuño, de abajo arriba, animadas por una nueva mentalidad. No queríamos agrupar más que a verdaderos comunistas.

Ustedes querían importar, en Europa occidental, la táctica de Rusia, en donde el capitalismo era débil y donde tenían como colaboradores a los campesinos.

Nosotros nos dábamos cuenta de que, en Europa occidental, el proletariado está sólo en contra de un gigantesco capitalismo, que tiene a su disposición el crédito y las materias primas. Que nos era necesaria, pues, nuestra propia táctica, diferente a la vuestra.

Ustedes querían la dictadura del partido, es decir, la de algunos jefes.

Nosotros queríamos una dictadura de clase.

Ustedes llevaban a cabo una política de jefes. Y nosotros una política de clase.

En el fondo vuestra táctica sigue siendo la de la IIIª Internacional. No han cambiado sino la fachada exterior, los nombres, las consignas. Esencialmente, siguen perteneciendo (en el campo europeo, sino en el ruso) a la vieja escuela de antes de la revolución.

Las jornadas de marzo del proletariado alemán en 1921 han demostado quién de nosotros tenía razón, usted, camarada Lenin, con el Comité Ejecutivo y la IIIª Internacional, o por el contrario el KAPD con los marxistas holandeses que le han apoyado. Las jornadas de marzo han dado la respuesta y han demostrado que los izquierdistas tenían razón.

Había en Alemania dos partidos, cada uno con su propia táctica, participando ambos en el movimiento. El Partido Comunista de Alemania seguía vuestra táctica, el Partido Obrero Comunista de Alemania seguía la suya, que es también la nuestra, Y ¿cuáles fueron los resultados? ¿cómo se han comportado en la acción? (Pues, ¿acaso no es siempre necesario especialmente en el caso que nos ocupa, que la táctica, los principios, la teoría encuentran su justificación en la acción?).

El Partido Comunista, por medio de una acción parlamentaria que solamente expresaba la decepción de las masas ante un capitalismo, fraudulento despilfarro, había desviado al proletariado de la acción revolucionaria. El había logrado reunir centenas de miles de no comunistas, convirtiéndose en un partido de masas. Con su táctica de infiltración se había constituido en sostén de los sindicatos, y con la participación en los consejos industriales legales había traicionado a los revolucionarios y debilitado la revolución. El Partido Comunista, en todo esto, no había hecho otra cosa sino seguir, camarada Lenin su consejo, vuestra táctica, la del Comité Ejecutivo y de la IIIªInternacional. Y cuando como consecuencia de todo esto, se hundió cada vez en la inactividad (por ejemplo durante la ofensiva contra Varsovia), o en traición en presencia de la acción (putsch de Kapp), cuando a fuerza de simulacros de acción y de una publicidad a bombo y platillos, llegó al reformismo, escurriendo constantemente el bulto siempre que podía ante la lucha a la que los capitalistas querían forzar a los obreros (ejemplo: la huelga de los electricistas en Hamburgo, en las fábricas Ambi y Lema, etc), en fin, cuando la revolución alemana, hallándose en la pendiente del retroceso y del debilitamiento, los mejores elementos del KPD comenzaron a reclamar, cada vez con mayor ardor, el ser conducidos a la acción -entonces, de golpe, el Partido Comunista de Alemania se decidió a una gran intentona con vistas a la conquista del poder político.

He aquí en que consistió: antes de la provocación de Hörsing y de la Sipo, el KPD decidió gradualmente una acción superficial, de arriba abajo, sin el espontáneo impulso de las grandes masas; dicho de otro modo, adoptó la táctica del putsch.

El Comité Ejecutivo y su representantes en Alemania ya habían insistido durante mucho tiempo por adelantado, en que el Partido Comunista, comprometiéndose a fondo, demostrara que era de verdad un partido revolucionario. ¡Como si lo esencial de una táctica revolucionaria consistiera únicamente en comprometerse a fondo!... Al contrario, cuando en vez de fortalecer la fuerza revolucionaria del proletariado, un partido socava esta misma fuerza a causa del apoyo dado al parlamento y a los sindicatos, y que después de tales ¡preparativos! se decide de repente la acción lanzándose a la cabeza de este mismo proletariado al que acaba de debilitar, en todo este procedimiento no puede ponerse en tela de juicio que se trata de un putsch, es decir de una acción decretada desde arriba, que no ha tenido su origen en las mismas masas, y que por consiguiente está destinada al fracaso. Esta tentativa de putsch no es modo alguno revolucionaria; es oportunista con el mismo título que el parlamentarismo o la táctica de infiltración de células de partidarios entre los grupos adversos.

Esta táctica putschista es el reverso inevitable del parlamentarismo y de la infiltración, del reclutamiento de elementos no comunistas, de la sustitución de la táctica de masa o de clase por la táctica de jefe. Una tal política, débil, podrida interiormente, tiene que conducir fatalmente a los putschs.

¿Cómo podría el KPD -corrompido por el parlamentarismo, internamente debilitado por el peso muerto de los no comunistas, con desavenencias entre, al menos 6 tendencias, puesto al servicio de una táctica de jefe, contrario a una táctica de masa- haber dirigido una acción revolucionaria?

¿Dónde habría encontrado el KPD la fuerza que le era necesaria, frente a un enemigo tan formidable como la reacción alemana armada hasta los dientes? ¿frente a un capitalismo financiero y comercial, que consigue hacer un bloque de todas las clases en contra del comunismo?

Cuando llegó la provocación de Hörsing por parte del gobierno, cuando una general y tenaz resistencia se hizo necesaria, y cuando las mismas masas comenzaron a sublevarse en Alemania central, el KPD, debido a su interna debilidad, no era capaz de ningún tipo de combate efectivo. Aquello fue la ruina. Por lo menos la mitad de sus miembros permaneció inerte -en otras partes lucharon entre ellos mismos. La reacción ganó sin esfuerzo.

Cuando hubo comenzado la derrota, Levi, vuestro antiguo protegido y abanderado -el hombre que junto con Radek, usted y el Comité Ejecutivo, es el mayor responsable de la introducción en Alemania y en Europa occidental de esta debilitante táctica, de esta táctica del putsch- este Levi atacó por la espalda a los miembros combatientes del KPD, a aquellos que, a pesar de su equivocada táctica, se habían mostrado como el elemento más revolucionario. Mientras que a miles de entre ellos se les citaba ante los tribunales, él los denunció, a ellos y a sus jefes. Él, con su táctica, no es solamente corresponsable del putsch, sino también de los terribles castigos de la represión. Y es con él precisamente con quien se coaligan Dáumig, Geyer, Clara Zetkín, y junto con ellos -hecho muy significativo- toda la fracción parlamentaria del partido.

El Partido Comunista Alemán recibió así un duro golpe. Y con él fueron heridos el proletariado de Europa occidental, la revolución rusa y la revolución mundial. El KPD, único partido comunista de masa en Europa occidental, probablemente quedará reducido a la nada. Probablemente este será su final en cuanto partido revolucionario.

Este partido, camarada, ha sido construido según vuestros principios, en un país en que las condiciones económicas encaminan a la revolución. Y en el primer golpe que él asesta, se viene abajo. Mientras sus más valientes militantes mueren, se les fusila, llenan las cárceles, ellos mismos son traicionados por sus propios jefes. He aquí el ejemplo que han dado el KPD y vuestra táctica.

Veamos ahora el otro ejemplo y la otra táctica, la del KAPD.

El KAPD, que no quiere saber nada del parlamentarismo, ni tampoco de los antiguos sindicatos, sino que quiere organizaciones de fábrica, nunca tendrá necesidad de la táctica del putsch, que es siempre una consecuencia de su falta de solidez interna. Ahora bien, el KAPD no tendrá que padecer esta falta de solidez interna, porque no admite como miembros más que a comunistas, porque, para él, lo que cuenta es la calidad; porque no tiene una política de jefe, sino una política de clase; porque no quiere una dictadura de partido, sino una dictadura de clase. He ahí la razón por la que, en él, no puede plantearse la cuestión del putsch. En el caso que nos ocupa, el KAPD no ha seguido la táctica putschista. Su táctica se fundamenta en el hecho de que un partido o la Dirección de un partido no pueden tomar la decisión de una revolución o de una gran acción insurreccional, sino que es la situación, es decir la voluntad de combate en las masas, las que deben decidir. La táctica del KAPD quiere fortificar el proletariado desarrollando su conciencia y ampliar su fuerza revolucionaría constituyendo organizaciones eficaces de combate. Ahora bien, esto no puede realizarse sino en el combate mismo, sin eludir jamás la lucha impuesta por el enemigo o surgida espontáneamente de las masas.

Es así como siempre ha actuado el KAPD, al contrario de como lo han hecho los partidos socialdemócrata, independiente y comunista de Alemania. Esto ha sido así tanto durante el putsch de Kapp, la huelga de los electricistas, la ofensiva rusa en Polonia, las numerosas huelgas en Alemania, como durante las jornadas de marzo. Con esta táctica verdaderamente revolucionaria no pueden darse acciones arbitrariamente emprendidas.

En las Jornadas de marzo, el KAPD no ha iniciado la lucha sino después del ataque del gobierno.

Y ahora, ¿quiere usted comparar al KAPD con el KPD durante y después de la acción? El partido Obrero Comunista se mostró tan firme en su reserva y en su táctica que, en la acción no hubo desacuerdo alguno, y que incluso después de la derrota, reinó la más completa unidad en la asamblea de los delegados. A pesar de la derrota su fuerza se vio incrementada así como también la de la Unión Obrera (AAU).

Ese es el balance de vuestra táctica, la de la IIIªInternacional, y el de la táctica del KAPD.

Camarada Lenin, no es por pedantería por lo que quiero considerar todavía más a fondo estos problemas. Es por que de ellos depende la táctica de la revolución en Europa occidental, de la revolución mundial. Consideremos, pues, más de cerca los detalles de táctica -de la vuestra y de la de los izquierdistas.

Queríais el parlamentarismo. Queríais desempeñar un papel en el teatro, detrás de cuyos bastidores se oculta el Nuevo Estado Alemán de Stinnes y del Orgesch, teatro que carece de verdadero poder. Con sus métodos, los obreros han sido alejados de los verdaderos problemas de la revolución, se han congregado (con las elecciones) masas con las que no se podía contar, parte de esas masas debía forzosamente faltar en el momento decisivo. Con esos métodos, la corrupción interna era inevitable.

Nosotros éramos antiparlamentarios. Nosotros no queríamos la lucha ficticia sino la verdadera lucha. Por ello el KAPD permaneció unánime e inconmovible.

Queríais los consejos industriales legales. Los habéis preconizado a los obreros, habéis impuesto a los obreros que los reconozcan como órganos de la revolución. ¿Qué papel han desempeñado durante las Jornadas de marzo?... Han abandonado la acción revolucionaria y la han traicionado.

Nosotros queríamos comités de acción revolucionarios. Y mientras que los consejos industriales permanecían inactivos y traicionaban durante las Jornadas de marzo, los comités revolucionarios de acción surgieron espontáneamente de las masas y empujaron el movimiento hacia adelante.

Queríais actuar sobre los sindicatos por medio de núcleos comunistas. ¿Qué es lo que realizaron ellos? ¿Han empujado hacia adelante a los sindicatos? No se ha notado que hayan hecho algo. Ellos no han realizado nada. Incluso muchas veces se pusieron de parte de la burocracia sindical.

Nosotros queríamos la organización por fábrica y la reunión de estas organizaciones dentro de la Unión General Obrera (AAU), porque la lucha revolucionaria no puede ser dirigida sino en el campo industrial y sobre la base industrial. Y ¿qué nos han demostrado las Jornadas de marzo? Se ha luchado en las industrias y por industria. Son las organizaciones de fábrica las que ha luchado. Son ellas y no los sindicatos por oficio, las que han formado los puntos de apoyo de la revolución. Las Jornadas de marzo han suministrado pues, la prueba de que, para la revolución, la organización por fábrica es indispensable.

El KPD, a pesar del heroísmo de un importante número de combatientes, ha paralizado la revolución con su táctica (que es la vuestra) con su parlamentarismo, su infiltración en otras organizaciones y sus consejos industriales legales.

El KAPD, la Unión Obrera y las organizaciones de fábrica han aparecido a los ojos del mundo entero, como los jefes de la revolución alemana es decir, de la revolución en Europa occidental y en el mundo entero.

Queríais la organización, obtenéis el caos. Queríais la unidad, obtenéis la escisión. Queríais unos jefes, obtenéis unos traidores. Queríais unas masas, obtenéis unas sectas.

(Pues es necesario que aún añada esta observación: usted, camarada Lenin, usted Zinoviev y Radek y tantos otros dentro de la IIIª Internacional, ustedes dijeron que la táctica del KAPD no serviría más que para producir sectas). ¡Veamos lo que sucede! Vuestro KPD comprende, según él, 500.000 miembros. Pero él mismo añade (en su congreso), y cada uno bien lo sabe, que la mayoría no es comunista. Supongamos sin embargo que la mitad lo sea. En este caso, por medio de vuestra táctica y la de la IIIª Internacional, sobre los 9 millones de sindicados en Alemania, han agrupado ustedes a 250.000 comunistas. Pero, ¿cuántos comunistas hay dentro de la Unión Obrera (AAU), que ha sido establecida según los principios del KAPD? En números redondos: 250.000. Evaluada en cifras, nuestra táctica ha resultado, Pues tanto como la vuestra.

Pero no es sólo respecto al número, en lo que nuestra táctica ha revelado su superioridad. Existe esta diferencia: en primer lugar el KPD y los núcleos han sido creados con los innumerables millones de marcos gastados en periódicos, organización y propaganda -el KAPD y la AAU no han costado ni un pfennig. En segundo lugar, el KPD y sus núcleos se os han desmoronado en vuestras manos, mientras que el KAPD y la AAU son sólidos y están en pleno desarrollo. El KPD y sus núcleos están carcomidos por traiciones internas. El KAPD y la AAU crecen en las solidez y la unidad.

La realidad nos ha proporcionado los siguientes elementos de experiencia: como claramente lo han demostrado las Jornadas de marzo del proletariado alemán, como la Internacional entera, esperémoslo, lo reconocerá, vuestra táctica, la del Comité Ejecutivo y del Comintern, conduce al desmoronamiento y a la derrota, mientras que la del ala izquierda es generadora de unidad y de fuerza.

El III Congreso de la Internacional deberá, pues, modificar su táctica. Camarada Lenin, nosotros reconocemos lo adecuado de vuestra táctica en Rusia, y personalmente querría deciros que el juicio de la historia, por lo que veo, considerando vuestra conducta revolucionaria en su conjunto, dirá que ha sido grande y la mejor posible. A mi entender, es usted, después de Marx y Engels, nuestro más eminente guía. Eso no quita, en cambio, que usted se equivoque respecto a la táctica a emplear en Europa occidental.

Y ahora, nos dirijimos al proletariado alemán diciendo: «si de verdad estáis convencidos, racional y efectivamente, de que es el ala izquierda quien tiene razón, si estáis dispuestos a luchar siguiendo su método, entonces abandonad el KPD y todos los viejos partidos parlamentarios; abandonad los sindicatos, y sumaos a la Unión General Obrera y al Partido Obrero Comunista».

Y hacemos una llamada a todo el proletariado de Europa occidental y de todo el mundo para que adopte nuestra táctica.


http://www.marxists.org/espanol/gorter/1921-marzo.htm

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