Papeleras: un conflicto irracional : Argentina Indymedia (( i ))

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Papeleras: un conflicto irracional
Por La Nación - Thursday, Feb. 16, 2006 at 3:42 PM

La opinión pública asiste con asombro al incomprensible agravamiento del conflicto planteado entre los gobiernos de Uruguay y la Argentina con motivo de las movilizaciones producidas en la provincia de Entre Ríos contra la proyectada construcción de dos fábricas de papel en la costa uruguaya.

Mientras el canciller de nuestro país acusó anteayer a las autoridades de la nación vecina de estar violando principios básicos del derecho ambiental internacional, el gobierno de Montevideo hizo saber el martes que entablará una demanda judicial contra el Estado argentino por el bloqueo que mantiene interrumpido el tránsito en uno de los puentes binacionales más transitados de la región.

La ofuscación, la incapacidad de diálogo y la inflexibilidad de varios de los actores involucrados amenazan con llevar a dos naciones entrañablemente unidas por la historia a una situación de conflicto lindante con el absurdo. En efecto: si alguien hubiera pronosticado en el pasado que uruguayos y argentinos tendrían que soportar alguna vez que un grupo de activistas bloqueara el acceso a los puentes que alimentan el turismo y el comercio recíprocos, nadie habría tomado en serio su advertencia. Sin embargo, el absurdo está hoy a punto de consumarse sin que los responsables de la grotesca situación a que se ha llegado se muestren dispuestos a entablar -como corresponde- las urgentes negociaciones técnicas que permitirían superar el desacuerdo planteado,

El debate que ha empezado a desarrollarse en el Congreso Nacional, donde las dos cámaras deberán decidir si respaldan o no la decisión del Poder Ejecutivo argentino de llevar la controversia a la Corte Internacional de La Haya, difícilmente pueda modificar, a estas alturas, el clima de intemperancia y la extremada rigidez con que la cuestión ha sido tratada hasta ahora. El gobierno argentino ya ha hecho saber, por sus voceros legislativos, que no tratará de influir ante los vecinos de la ciudad entrerriana para que cesen los cortes de ruta dispuestos.

El enfrentamiento sigue planteado, pues, en términos de una irreductibilidad tan absoluta como lamentable. De un lado, la amenaza de entablar una acción judicial entre los dos Estados del Río de la Plata por los daños causados por el bloqueo. Por el otro, la decisión de trasladar el problema de las papeleras y sus previsibles efectos ambientales al tribunal internacional de La Haya. Ante el fracaso de la negociación bilateral, el ámbito natural para dirimir el conflicto debería ser la estructura del Mercosur.

Desde una y otra orilla se está actuando, aparentemente, como si la cuestión de las papeleras sólo pudiese ser resuelta a través de una opción extrema e inapelable. Se la está abordando desde el principio como si fuese una cuestión de "todo o nada", cuando lo aconsejable era darle al tema un tratamiento eminentemente técnico y no político, de modo tal que se pudiese avanzar en la búsqueda de los criterios que la normativa internacional considera más razonables y adecuados para prevenir las eventuales consecuencias ambientales de un proyecto industrial.

A los sectores ambientalistas de Guale-guaychú que mantienen bloqueado el puente General San Martín sobre el río Uruguay corresponde atribuirles una responsabilidad importante por el artificioso problema diplomático que se ha creado. Pero muchísimo más alta es, sin duda, la cuota de responsabilidad que les cabe a las autoridades nacionales argentinas -y también al gobierno provincial de Entre Ríos- por haber estimulado y alentado lo que en cualquier otro momento de la historia habría resultado impensable: el irracional intento de generar una crisis de aislamiento entre los dos países más entrañablemente unidos de la historia latinoamericana. Fue realmente lamentable que el jefe de Gabinete recibiera en su despacho a los grupos responsables del reprochable bloqueo de las vías de comunicación con Uruguay y fue mucho más reprobable aún que el propio presidente Néstor Kirchner se sumara a la reunión.

No es posible que el Estado sea cómplice de la ejecución de medidas de fuerza violentas, que trasuntan un completo desprecio por un derecho esencial de los habitantes de las dos repúblicas del Río de la Plata como es el de transitar libremente por sus rutas y caminos.

Una de las consecuencias deplorables del método que los sectores ambientalistas han elegido es, sin duda, la politización de la cuestión. Cuando se le otorga carácter político a un conflicto determinado se dificulta la posibilidad de una solución negociada. Para quien se opone a todo sin aceptar matices ni soluciones intermedias, cualquier negociación posterior resulta difícil de justificar, pues existe el temor de que la opinión pública la reciba como una concesión o una derrota. En cambio, cuando la disidencia está planteada como un mero conflicto de orden técnico, las soluciones posibles son muchas y variadas.

Es necesario que el conflicto relativo a las papeleras del río Uruguay regrese al escenario del que nunca debió alejarse: el de la búsqueda de soluciones técnicas, que permitan arribar a un acuerdo negociado del problema. Los dos gobiernos deben redoblar sus esfuerzos para definir las coincidencias que allanen el camino a una negociación serena y constructiva, en la que todos los intereses estén contemplados. Más que entablar querellas judiciales recíprocas, uruguayos y argentinos necesitan acercar posiciones por la vía del diálogo y valorizar los patrones técnicos aportados por la normativa internacional. No hay conflicto que no pueda ser objeto de una negociación madura y racional. Mucho más cuando se trata de un diferendo que afecta a dos pueblos predestinados a la hermandad y a la integración permanente.