Julio López
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Osvaldo, la dignidad y la verdad
Por Antisecta - Sunday, Feb. 19, 2006 at 3:59 PM

Un escrito de Bayer sobre el prólogo peronista a la dictadura...

Hoy, hace treinta años

Por Osvaldo Bayer

Justo aquel 18 de febrero. 1976. Elegir el día de mi cumpleaños para regresar a la Argentina. Creer que todo lo malo ya había pasado o por lo menos que se iniciaba el camino a la seriedad. Isabel había llamado a elecciones. Algunos creímos que era el momento de regresar. Y para los optimistas irremediables eso significaría vivir en libertad. El regreso, entonces. Haber tenido que ir al exilio en un gobierno llamado democrático. Pero con las Tres A. Recuerdo ese 12 de octubre de 1974. Condenado a muerte. Por La Patagonia rebelde. Simplemente, así. Leer la propia condena en el diario. Primero, el negarse a creer tamaño despropósito. En una llamada democracia. Un gobierno peronista de izquierda que había pasado con prisa y sin pausa a la derecha. No podía ser: aquel gobierno de Cámpora que sin hesitar nos había aprobado el guión para filmar La Patagonia rebelde y ahora, en el de Isabel Perón, se nos condenaba a muerte por lo mismo. Más todavía, recuerdo la entrevista que tuve con el rector Rodolfo Puiggrós, a quien fui a ver para que la Universidad respaldara el proyecto que había presentado: un equipo de antropología que me acompañara a Santa Cruz a estudiar y marcar definitivamente las tumbas masivas de los obreros rurales fusilados por el ejército en 1921 y ’22.

Recuerdo que Puiggrós se levantó de la silla, me dio la mano y me dijo: “Delo por hecho, vamos a apoyar ese trabajo como prioridad, a la historia no hay que esconderla”. Recuerdo el abrazo. Pero quedó en abrazo, como si ésa hubiera sido la despedida final. Ottalagano se llamará quien transforme la universidad de un ágora de discusión y búsqueda en un cuartel de monjes y soldados obedientes al silencio y la disciplina del poder. Y comenzaron los asesinatos de intelectuales y estudiantes. Asesinos a sueldo pasaron a ser los dueños y señores de la vida y de la muerte. ¿Cómo fue posible eso? ¿Por qué nunca se habla de eso? ¿Por qué, y con toda justicia, se va a recordar el 24 de marzo las tres décadas de la iniciación de la dictadura de la desaparición de personas, pero no se dice que el período de Isabel Perón fue justo el prólogo de lo que iba a ser después? ¿Por qué el Partido Justicialista no hizo una severa y profunda crítica de ese período? Basta recorrer la documentación oficial de esa época. Los asesinatos políticos, la prohibición de libros, la censura de filmes, la cesantía de docentes y de otros cargos, la expulsión de estudiantes y... el libre albedrío de matar. Basta leer justo lo que ocurrió en esa época en las universidades nacionales. Nada se puede esconder, la verdad histórica tarda, pero sale a la luz. Muy pronto saldrá una investigación realizada con la honestidad de la verdad histórica. Se refiere a la Universidad de Buenos Aires, en el período de Puiggrós, en el de Ottalagano y en el de la dictadura de Videla. Suscintamente, en esos tres períodos están al desnudo las dos Argentinas. La pregunta es ¿cómo se pudo llegar a eso? Los documentos oficiales hablan por sí mismos. No son ni siquiera necesarias las interpretaciones.

El idioma del peronismo de izquierda, luego el del peronismo de derecha. Y luego, ya, el paso directo a la dictadura. Apagar la luz para que vengan los reflectores a no dejar ninguna duda.

El libro donde se retrata eso se llama Universidad y Dictadura y sus autores son los docentes de Derecho Pablo Perel, Eduardo Raíces y Martín Perel. En él se señala que “La politización militante que pretendió democratizar los claustros durante el gobierno de Cámpora y emprender cambios emancipadores en planes de estudio, concepciones pedagógicas y rol del profesional, fueron tomadas como paradigmas de la ‘subversión del orden’. Un desesperado y eficaz intento para normalizar los carriles de la formación superior frente al proceso de radicalización política, se produjo a partir de la acción represiva de los interventores enrolados en la derecha peronista”. Es decir, el “trabajo sucio” realizado en la etapaisabelista y los puntos de contacto de ese “trabajo sucio” con el realizado inmediatamente después por los artífices del genocidio. Los antecedentes vienen de muy atrás. Basta mencionar “la noche de los bastones largos” del triste general Onganía.

Del academicismo restrictivo y autoritario se iba a pasar al estado de asamblea, en 1973. Y de allí, al dominio conspirativo de Ottalagano donde ya se oía el “Cara al sol” falangista en los pasillos y, finalmente, a la hora del cuartel de la vida estudiantil. Una historia de apasionados, represivos y represores, sucesivamente. Rodríguez Varela será el decano de Derecho hasta que llega Cámpora al poder. Será Puiggrós quien pondrá en ese cargo al nuevo decano y dirá: “Elegí para dirigir esta casa de estudios al abogado Mario Kestelboim porque ha sido defensor de presos políticos y aquí abundan funcionarios de la dictadura (de Onganía y Lanusse), y porque Kestelboim es un hombre de izquierda y ésta es una facultad de derecha y porque él es judío en una facultad llena de fascistas”. 1973. Rodríguez Varela será después ministro de Justicia en la dictadura de Videla. Los números lo dicen todo: si en 1972, los ingresantes a la Universidad de Buenos Aires fueron 21.000; en 1974, en la época de Puiggrós, fueron 40.000. Kestelboim decía en ese tiempo: “El objetivo que teníamos era transformar los contenidos y las metodologías de enseñanza. No queríamos seguir produciendo abogados litigantes, defensores de los intereses privados, sino abogados comprometidos con un proceso de transformación, de cambio, de liberación, que sabíamos se estaba dando en el país. Esas fueron las aspiraciones que nos propusimos”. Kestelboim tendrá que irse. Venía ya Ottalagano, peronista de derecha. Y se iniciaba la marcha de regreso a la universidad para el sistema. La de los profesores clásicos, la de los oportunistas –que siguieron pese a todos los cambios– y los que miraron al costado. Comenzaba la enseñanza regimentada. Con traje y corbata. De la “Patria Socialista” a la “Patria Peronista”, con el final de la patria procesada, sin proceso.

Con Ottalagano se dejan cesantes quince mil docentes. Se va Taiana como ministro de Eduación y vuelve nada menos que Ivanissevich. Se prohíbe toda actividad política y gremial en los claustros. Ivanissevich y Ottalagano, dos cruzados católicos, apostólicos, romanos hasta los huesos. Van a poner como interventor en Filosofía y Letras al jesuita Sánchez Abelenda, quien recorrió los pasillos de la facultad con un incensario para exorcizar al “demonio marxista”. La divisa de los nuevos era: “Dios, Patria y Ciencia”. Los libros eran quemados por “Dios, Patria y Hogar”. Más los asesinados por las Tres A.

Mi regreso fue en el fin de ese tiempo. El 18 de febrero ya del ’76. Para qué. Iniciar un nuevo injusto exilio. Ya llegaba la dictadura. La desaparición. El robo de los niños.

Tal vez, la mejor síntesis de todo el tiempo del oprobio la hizo Julio A. Ramos, en La Opinión de los militares, el domingo 4 de febrero de 1979. Cuando escribió: “En enero último alrededor de 120.000 turistas argentinos viajaron al exterior, lo cual significaría una erogación de unos 220 millones de dólares para el país”. Luego detalla que “los argentinos gastaron esos millones en Miami, Río de Janeiro, Punta del Este o Sudáfrica”. Y agrega: “Esos viajeros retornan al país atiborrados de mercaderías extranjeras”. Miles de desaparecidos, niños robados, Miami.

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Coherencia
Por Ernesto - Friday, Mar. 03, 2006 at 5:20 PM

Una vez mas, el maestro Osvaldo Bayer introduce el cuestionamiento a la atrocidad de los antecesores del terrorismo de estado. Coincidiendo con su enfoque, creo que la represión por parte de la derecha peronista que precede a la ultima dictadura, aun no fue suficientemente esclarecida. En ese sentido, el trabajo de investigacion "Universidad y dictadura" de Pablo Perel, Eduardo Raíces y Martín Perel, que se cita en la contratapa de Pagina/12, alienta el debate sobre las complicidades civiles en aquella versión medieval de la Universidad de Buenos Aires.

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Interesante
Por Mario - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 1:19 PM

Excelente la nota de Osvaldo.
Una consulta: ¿el libro sobre Universidad y dictadura que comentan esta editado?

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Bayer
Por Carolina - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 2:01 PM

Todos sus artículos son variaciones sobre uno o dos temas a los que solo puede aproximarse desde la indignación moral del progre bienpensante.

Para tapas de Página alcanza...

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bien Osvaldo
Por ... - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 2:53 PM

con la opinion de Carolina queda claro que Bayer sigue molestando a la derecha

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Tal para cual
Por Carolina - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 3:16 PM

Con la opinión del boludo de los tres puntos queda claro que Bayer sólo puede conformar a los tarados simplones.

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Carolina
Por M - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 3:21 PM
Mario el alemán

Lo conoces a Osvaldo Bayer ?

Me da la impresión, que no conoces ni su obra,ni su trabajo solidario ,y menos lo conoces como persona.






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Sí, lo conozco
Por Carolina - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 3:42 PM

Por eso digo lo que digo.

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Y?
Por Malpensante - Thursday, Mar. 09, 2006 at 12:41 AM

Bueno querida, podrias exponer tus "argumentaciones" en contra de lo que no coincidis con ese texto o pensas que "esta equivocado".

Por ahora solo tiraste unas laconicas lineas:
"Todos sus artículos son variaciones sobre uno o dos temas a los que solo puede aproximarse desde la indignación moral del progre bienpensante.

Obviamente sin refutar nada, solo un comentario insidioso, ni aunque sea un retazo de el articulo de Bayer.

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comentario insidioso
Por te va? - Thursday, Mar. 09, 2006 at 12:45 AM

Bayer es un viejo choto.

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Lacedemonia
Por Carolina - Thursday, Mar. 09, 2006 at 1:01 PM

Yo refuto una actitud de la que Bayer llegó a convertirse en una caricatura. Si a vos no te molesta, será porque sos el "público" del que vive gente como Bayer.

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nos faltas el respeto a todos
Por mario el alemán - Thursday, Mar. 09, 2006 at 1:19 PM

como vos lo planteas es poco serio.Si tenes un o varios problemas con Osvaldo lo podes escribir,no hay censura y yo no me voy a matar por lo que escribas.
Pero hay gente que no le chupa el culo a nadie y puede estar de acuerdo en reconocer a una persona como Osvaldo ,como una persona integra.
No comparto el metodo de las intrigas.

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Y?
Por Malpensante - Thursday, Mar. 09, 2006 at 5:55 PM

Seguis otra vez altercando insidia y pus prejuiciosa.
Se nota claramente en que vos misma declamas que te "molesta" (sic) Osvaldo y su postura. Esa "postura" sera seguramente porque cuando menciona los grandes errores del peronismo se te transforma en un gorila peludo, no?. Sera su ateismo que te crispa tambien y por eso no pasa por el arel de tu optica cristiana?.

Y, eso de que "sino te molesta, es porque sos del publico..." suena un poquitito fascistoide, no?.

Otra cosa:
TODAVIA NO EXPUSISTE TUS (CONTRA)ARGUMENTOS EN LO QUE NO COINCIDIS DEL ARTICULO. Solo seguis tirando 2 o 3 renglones.

Aparte muchas de las cosas que Bayer hace, las hace gratarola. Tal vez eso tambien se lo achaques.

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Problemas?!
Por Carolina - Thursday, Mar. 09, 2006 at 9:07 PM

Mario, simplemente no comparto las posiciones políticas de Bayer, la calidad de sus artículos me parece que deja mucho que desear y el tipo de "progresismo" que el representa me resulta tan facilista como simplón. Pero esto no es nada grave. Estos foros están para disentir... sino no tendrían sentido.

Saludos

PD: Hay censura en Indymedia

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Los grandes errores de Bayer
Por Carolina - Thursday, Mar. 09, 2006 at 9:15 PM

No creo que ser crítico del Peronismo implique ser un gorila. El problema de Bayer es que no puede entenderlo (al peronismo) aunque el se proclame "historiador". Leyendo sus notas también es evidente que entiende poco sobre los temas que trata superficialmente en sus artículos.

En fin, un "escritor retirado": http://www.rodolfowalsh.org/article.php3?id_article=327

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Univesidad y dictadura
Por Nota de Pagina 12 - Javier Lorca - Monday, Mar. 27, 2006 at 5:28 PM

Viernes, 24 de Marzo de 2006
“Nunca se analizó la magnitud de la depredación en la universidad”

Una investigación estudia la acción de la última dictadura en el ámbito académico y rastrea la persistencia de continuidades.


Por Javier Lorca
“La universidad no debe investigar”, fue la breve pero clara definición pronunciada por Alberto Ottalagano al asumir como interventor de la UBA en 1974. Comenzaba, aún bajo gobierno democrático, un período que se iría tornando más y más sombrío para la universidad pública, plenamente nocturno a partir del golpe militar ocurrido hace hoy tres décadas. A recuperar y analizar aquellos años, desde 1973 hasta 1983, rastreando heridas y continuidades, apelando a documentos, archivos y testimonios directos, se aboca Universidad y dictadura, un estudio realizado por investigadores del Centro Cultural de la Cooperación.

El trabajo fue desarrollado por Pablo Perel (docente y secretario de Publicaciones de la Facultad de Derecho), Eduardo Raíces (politólogo) y Martín Perel (abogado) y pronto será publicado por el centro cultural, con prólogo de Osvaldo Bayer. ¿Por qué investigar la universidad bajo la dictadura? “Es un tema muy poco abordado puertas adentro de la UBA. Notábamos un vacío”, dice Martín. “Nunca se analizó la magnitud de la depredación en la universidad, que empezó con la derecha peronista y que, con otro ropaje, continuó con la dictadura”, detalla Pablo. Y añade otro fin, “problematizar el rol de la sociedad civil, cierta complicidad por lo menos de la clase dirigente”.

La primera parte de la investigación aborda los intensos cambios que vivió la universidad con el regreso del peronismo. La UBA se transformó en la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, con Rodolfo Puiggrós y luego Vicente Solano Lima como rectores, buscó abrirse “hacia los sectores desposeídos”, apuntó a cerrar “la brecha abierta entre libros y alpargatas” apostando a “la confluencia de obreros y estudiantes”. Mientras recibía críticas diversas (caótica y populista, para los reformistas; “campo de gimnasia subversiva”, para la derecha), la Unpba ensayaba una experiencia innovadora con medidas dirigidas a quebrar la dependencia cultural (prohibición de que investigadores recibieran subsidios privados, becas orientadas a la “liberación nacional”).

Una de las medidas fundantes de la Unpba fue liberar el ingreso: de 21 mil ingresantes en 1972 se pasó a 40 mil dos años después. En lo educativo, se enfatizó “la formación teórico-práctica, acercando la academia a la vida cotidiana de los sectores populares”. Todo este proceso –así como el período represivo– es relatado con detalle por los investigadores a partir de un caso: la Facultad de Derecho. Entre otras impresionantes escenas, se rescatan las palabras con que Puiggrós explicó, en un acto, por qué elegía a Mario Kestelboim como interventor de la casa: “Porque ha sido defensor de presos políticos y aquí abundan funcionarios de la dictadura, porque es un hombre de izquierda y ésta es una facultad de derecha, y porque es judío en una facultad llena de fascistas”.

Ya en la segunda mitad del ’74 cambiaría la historia, de la mano derecha del peronismo, con Oscar Ivanissevich en Educación. Comenzaría –dice el estudio– “una limpieza destinada a terminar con todo elemento aún visible de simpatías progresistas o izquierdistas”. Las cesantías o renuncias de profesores llegarían a 15 mil. Pero no sólo eso. La investigación sería privatizada, el ingreso restringido, los estudios arancelados, los programas modificados. En Filosofía se incluyen bolillas como “la existencia de Dios, necesidad y posibilidad de una demostración” y por los pasillos de esa facultad paseaba el interventor Raúl Sánchez Abelenda agitando un incensario para “exorcizar al demonio marxista”. Después del golpe del ’76 se multiplicaron las amenazas de muerte y los secuestros. También las requisas y los infiltrados (“sérpicos”, se los llamaba), también la supresión de carreras. Pero la universidad no fue mera víctima. Uno de los tópicos analizados en el trabajo es la persistencia de prácticas y actores bajo la dictadura y en democracia. “Hay continuidad en muchos nombres, con un fuerte travestismo político –dice Eduardo Raíces-. Claramente, hay continuidad en la enseñanza. Hoy sigue habiendo una relación espacial muy marcada, con bancos fijos para los estudiantes, con profesores dando clases magistrales desde el púlpito.”

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