Julio López
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Caudillos
Por el topo - Monday, Feb. 20, 2006 at 2:01 AM

El pasado 16 de febrero falleció María Rosa Juárez, hija mayor de Carlos Arturo Juárez, hombre fuerte de esta tierra durante cincuenta años. Detrás de su poder soportado en la sumisión y obsecuencia de dirigentes serviles y de un pueblo filopaternalista, el Doctor Juárez, el viejo caudillo de las mil batallas políticas, el gran estratega del peronismo, el "hijo dilecto" de Perón, el abogado sagaz, el viejo zorro, el "Protector Ilustre", el ejemplo moral de la sociedad santiagueña, tan solo resultó ser "(un) padre prisionero de su mujer, que es la que lo ha dominado y le ha quitado la luz que tenía", según palabras de su hija fallecida.

La hija del ex gobernador Carlos Juárez se fue sin poder cumplir quizás su anhelo más importante: reencontrarse con su padre, con quien perdió contacto hace más de un año a pesar de sus insistentes llamados telefónicos al domicilio de Alvarado al 300, donde reside el viejo caudillo peronista con su mujer, Mercedes Marina Aragonés, a quien María Rosa señalaba como la principal responsable del distanciamiento forzado que existía con su progenitor.

En abril de 2004 fue la última vez que vino a Santiago del Estero con la firme decisión de encontrarse con su padre, a quien había visto por última vez un año antes, en una clínica de Buenos Aires, cuando ella había sido sometida a una operación.

Pero tuvo que regresar a la Capital Federal sin cumplir su deseo, a pesar de contar con una autorización del juez federal Ángel Toledo para visitar a su padre, quien en ese momento cumplía un arresto domiciliario impuesto por una causa por desaparecidos durante el proceso militar. Desde el interior de la gran casona rosada le negaron el acceso.

“Mi padre es un prisionero de su mujer, que es la que lo ha dominado y le ha quitado la luz que tenía. Él tiene ganas de verme y además me necesita”, dijo a los periodistas que se arremolinaron en el lugar al enterarse de que la primera hija del viejo caudillo estaba en la provincia.

María Rosa no le guardaba rencor a pesar de que ella, con apenas cuatro años, y su hermana Luz María, con un año y medio, habían quedado solas a cargo de su madre luego de la separación del matrimonio.

En su última visita a Santiago ella confesó que hasta entonces había mantenido algunas comunicaciones telefónicas a escondidas con su padre, “porque Marina Aragonés nunca permitió la relación”.

más en: http://www.elliberal.com.ar/secciones.php?nombre=home&file=ver&id_noticia=060217F4Z&seccion=Santiago

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no tenemos padres
Por luciana carraro - Thursday, Feb. 23, 2006 at 3:31 PM
mercedesriega@hotmail.com 0385155092199 9 de julio 323

el estado de abandono de muchas y muchos hijos...es pareciese un designio legitimado por la adoracion hacia estos caudillos......padres que dejaron sus hijos a la buena de dios...y en el caso de nosotros los santiagueños por nuestra historia hoy podemos afirmar que dios no existe.....

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