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IRAK : BASTA DE OCUPACIÒN YANKY.
Por EL MILITANTE - Tuesday, Mar. 07, 2006 at 12:26 PM


Abriendo las puertas del infierno
Autor : Rob Lyon
Fecha : ( 07-Marzo-2006 )
Categoria : Iraq


La violencia sectaria se ha adueñado de Iraq desde la destrucción, el 22 de febrero, del santuario chiíta de al-Askariya (la “Mezquita Dorada”) en As Samarra, empujando al país peligrosamente hacia una guerra civil. Durante la semana pasada hubo más ataques y represalias en los que han muerto a menos 1.300 personas. Cuando el ejército estadounidense en Iraq se enfrenta a la perspectiva de ser arrastrado a una guerra civil sangrienta, las encuestas en EEUU demuestran que el apoyo a la administración Bush está en su momento más bajo. Se están creando las condiciones para una explosión total tanto en Iraq como en EEUU.

Divide y vencerás

EEUU y Gran Bretaña encabezan la “coalición de buena voluntad” para asaltar Iraq, confiando ciegamente en que conquistarían el país, que sería capaces de ocuparlo sin apenas dificultades y llevar la “democracia”. El camino a la democracia en Iraq pavimentaría la hoja de ruta para la paz en Israel y llevaría la paz y la estabilidad en toda la región. Algunas veces es difícil decir si Bush y Blair realmente creen esta estupidez, o si simplemente era para el consumo público. En cualquier caso, las esperanzas y los sueños de los imperialistas han quedado reducidos a ruinas. La inmensa riqueza de los campos de petróleo iraquíes se les ha escapado y la situación en Oriente Medio es exactamente la contraria a la prometida estabilidad, la paz y la democracia. En realidad, la situación ha alcanzando un punto crítico en el que cualquier acontecimiento puede sacudir los cimientos de cualquiera o todos los regímenes de la región. La reciente explosión de violencia en Iraq, entre sunnitas y chiítas, amenaza con conseguir eso.
La ocupación liderada por EEUU ha sufrido un desatino tras otro. Después de hablar sobre el “establecimiento de la democracia”, EEUU no ha conseguido la democracia que quería en Iraq. Esperaban que más grupos seculares cercanos al anterior primer ministro, Iyad Allawi, salieran victoriosos. Su régimen sería más leal a EEUU y una base de apoyo más fiable para que el ejército estadounidense mantuviera el poder. En su lugar, ha sido la línea más dura y los partidos radicales chiítas de la Alianza Unida Iraquí, con vínculos con el régimen iraní, la que ha ganado la mayoría de los escaños.
Esto fue un golpe para los intereses de EEUU. Cuando EEUU se enfrentó primero con la insurgencia chiíta en abril de 2004, se enfrentó a la perspectiva de la unidad de chiítas y sunnitas en una lucha de liberación nacional. EEUU se enfrentaba a dos opciones severas: una lucha despiadada contra los insurgentes unidos y ser derrotado, o evitar la derrota y una retirada humillante. Ninguna era realmente una opción.
La administración Bush no tenía perspectiva. En todas partes está a la defensiva −desde América Latina a Oriente Medio o Afganistán−. Sólo puede reaccionar ciegamente a los acontecimientos. La habilidad y la sutileza utilizadas en el pasado para asegurar los intereses estadounidenses han dado paso a un despliegue rudo de fuerza económica y militar, la diplomacia del cowboy. Cuando se enfrentaron a una insurgencia iraquí unificada, EEUU instintivamente utilizó la táctica antigua y probada del “divide y vencerás”.
En un reciente artículo de Stratfor (De mezquitas, campos de petróleo y puertos) se explicaba el uso de esta táctica de la siguiente manera: “La realidad es que la estrategia de EEUU de dividir el mundo musulmán y enfrentar a las distintas partes entre sí es una estrategia defendible y sofisticada, incluso si al final triunfa o no (¿quién puede hablar de ello?). Esta no es la estrategia inicial de EEUU; la estrategia surgió de los fracasos en Iraq en 2003. Pero independientemente de sus orígenes, es la estrategia que está siendo utilizada y no es una estrategia loca”.
Cuando se enfrentaron a la insurgencia unificada, EEUU “adoptó la estrategia a largo plazo de utilizar la división natural entre las poblaciones chiíta y sunnita del país, al principio para estabilizar su propia posición y después mejorarla”. Primero se dirigieron a los chiítas “haciendo todo lo posible para garantizar que una insurrección chiíta no acompañara a los sunnitas”. Dada la opresión nacional sufrida por los chiítas bajo el régimen de Sadán Hussein esto no era una tarea difícil.
Inmediatamente después de la invasión, los sunnitas eran los perdedores y muchos se levantaron contra la ocupación. Los chiítas se levantaron para conseguir el apoyo de los ocupantes estadounidenses y los principales partidos chiítas colaboraron con la administración militar de EEUU. El imperialismo estadounidense utilizó cínicamente a los chiítas y los kurdos para sus propios objetivos en Iraq, presentándose como sus “libertadores”. Los imperialistas están intentado culpar del reciente baño de sangre a cualquier de los distintos grupos implicados, pero la realidad es que está enfrentando entre sí a los distintos grupos nacionales cuando la responsabilidad recae exclusivamente sobre los imperialistas.
Sin embargo, EEUU no está interesado simplemente en entregar el poder a los chiítas, a parte del temor a que Iraq pueda convertirse en un estado satélite de Irán, porque sería una derrota importante para EEUU y también sería una derrota de todo el objetivo de la guerra. EEUU miró hacia los sunnitas para contrarrestar a los chiítas, creando con ella una correlación de fuerzas cada vez más difícil entre los principales partidos kurdos, chiítas y sunnitas.
Mientras la insurgencia continuaba aumentando. EEUU y Gran Bretaña prometieron una “maquinaria bélica amable y caballerosa”. Decían que sus ejércitos eran de liberación y no de ocupación, que ganarían la batalla de los corazones y las mentes. Pero el abuso y la tortura de iraquíes a manos de soldados estadounidenses en Abu Ghraib y las escenas televisadas de soldados británicos golpeando a jóvenes iraquíes han demostrado otra cosa. Las tácticas rudas y el comportamiento abusivo de las tropas imperialistas ha enfurecido a la población iraquí (además de al resto del mundo), empujando a muchos hacia la insurgencia. Había fuertes focos de resistencia, particularmente en Faluya, que aplastaron en la masacre de la ciudad. EEUU rápidamente comenzó a perder la “guerra contra el terrorismo” en Iraq. Los ataques a las trompas imperialistas continúan diariamente. Unos 2.300 soldados norteamericanos han muerto y 103 británicos. Estas cifras de bajas están alimentando la oposición a la guerra tanto en EEUU como en Gran Bretaña.
Más que fortalecer su posición, los imperialistas ahora están en una situación de extrema debilidad. Las tácticas de “divide y vencerás” del imperialismo norteamericano no sólo explotaron las divisiones en la sociedad iraquí entre kurdos, chiítas y sunnitas, también exacerbaron las divisiones entre estos grupos. La participación de la dirección moderada sunnita en las elecciones provocó una escisión dentro de esta comunidad. La línea dura de los islamistas se opusieron pero los moderados participaron.
Los islamistas de la línea dura se enfrentaban a la perspectiva de volverse irrelevantes si los sunnitas moderados se unían al nuevo gobierno iraquí y colaboraban con las fuerzas de ocupación. Los sunnitas moderados no tendrían la necesidad de mantener elementos radicales y armados a su alrededor, que además pondrían en peligro sus relaciones con la dirección política de los chiítas y los imperialistas. Lo único que les salvaría de la extinción era el comienzo de las hostilidades, en el caso de extensión de la violencia o una guerra civil, la dirección sunnita moderada tendrían que depender de los islamistas.
La ocupación imperialista de Iraq ha avivado el fuego de las divisiones religiosas, nacionales y sectarias en Iraq. Nosotros estamos en contra del desmembramiento de Iraq, un hecho que iría contra los intereses de todo el pueblo iraquí y que debilitaría seriamente la lucha de liberación nacional contra el imperialismo.

Las puertas del infierno

El bombardeo de la “Mezquita Dorada” podría haber estado diseñado para provocar este conflicto. Los imperialistas más previsores no sólo están preocupados por el conflicto en Iraq, también están preocupados porque una guerra intestina en Iraq pudiera extenderse a toda la región.
Iraq se suponía que traería estabilidad a la región, pero sólo ha llevado una profunda inestabilidad. ¡Qué rápidamente puede cambiar la situación! No han pasado dos meses tras la escisión de Sharon del Likud y la formación del Kadima, a la que se unió Peres, y ahora Sharon está incapacitado en una cama de hospital y Peres casi olvidado. El laborismo ha girado a la izquierda gracias a la victoria de Peretz. Hamás ganó las elecciones legislativas en la Autoridad Palestina. La situación entera ha cambiado de arriba abajo y es extremadamente volátil. EEUU, la UE e Israel están intentando activamente socavar al gobierno de Hamás reteniendo un dinero que es vital. La hoja de ruta hacia la paz está en ruinas y el conflicto en Iraq puede encender toda la situación.
La perspectiva de una guerra civil en Iraq podría significar que el conflicto se extendiera a los países vecinos. Los sunnitas son la mayoría en la región, pero nueve países de la zona tienen una considerable población chiíta, incluidos Omán, Bahrein, Líbano, Yemen, Kuwait, Siria, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Un enfrentamiento sangriento en Iraq fácilmente podría iniciar un conflicto en estos países. Alí Shukri, un antiguo general jordano, dijo lo siguiente al The New York Times: “El resultado de todo esto es una preocupación para todos en la región. Cuando se toma el oeste de Iraq, la provincia de Anbar fronteriza con Siria, Jordania y Arabia Saudí; la zona sur de Iraq que tiene fronteras con Arabia Saudí, Kuwait e Irán. Si hay un conflicto, una oleada de violencia, sería contagiosa en la región”.
Más de un millón de refugiados entraron en Jordania tras la caída del régimen de Sadán Hussein. Ahora que el país se enfrenta a seria dificultades económicas, el gobierno jordano teme que una guerra civil en Iraq signifique más refugiados. La tensión puede ser demasiada para el país. El régimen saudí pende de un hilo, se enfrenta a amenazas serias de una población “chiíta inquieta” y un aumento de los atentados de al Qaeda. Un grupo que se dice de al Qaeda en Mesopotamia ya ha manifestado abiertamente su intención de derribar a la monarquía saudí. El grupo de al Qaeda en Iraq ha reivindicado los atentados de Amman del año pasado, se cree que este fue el grupo que en Iraq intentó el 24 de febrero bombardear Abqaiq, una refinería saudí.
Toda la región está siendo golpeada duramente por el estancamiento económico y el elevado desempleo. El conflicto en la región sólo agudizará aún más la crisis económica. La tensión política y económica podría derribar a todos los regímenes de la región. Lejos de la estabilidad que esperaba EEUU, ahora se enfrentan a una situación de declive y una profunda inestabilidad.

La resistencia

EEUU y sus aliados tienen interés en presentar a la insurgencia iraquí como la obra de los fundamentalistas. Esperan que con esto puedan justificar la guerra contra los insurgentes como la “guerra contra el terrorismo” y ganar el apoyo que necesitan en sus casas. La realidad es que la insurgencia es una lucha genuina de liberación nacional. Los reaccionarios fundamentalistas juegan una pequeña parte en ella. Los atentados terroristas sólo representan el 10 por ciento de todos los ataques contra las fuerzas imperialistas.
Como Alan Woods explicaba en su artículo: Las elecciones en Iraq: un engaño cínico:
“En cualquier movimiento de liberación nacional hay todo tipo de tendencias diferentes e incluso contradictorias, tanto reaccionarias como progresistas. No se puede negar que hay reaccionarios fundamentalistas islámicos luchando contra los estadounidenses, así como verdaderos combatientes por la libertad. De la misma manera, en la resistencia contra la ocupación alemana en Europa había reaccionarios monárquicos así como comunistas. Este hecho de ninguna manera se puede utilizar para cuestionar el carácter progresista del movimiento de liberación nacional”.
Junto a las pequeñas fuerzas de los reaccionarios fundamentalistas islámicos hay muchos más genuinos combatientes por la libertad. Mientras que la verdadera resistencia a la ocupación está llevando a cabo una guerra de guerrillas y se centra en objetivos militares, los terroristas han asesinado a civiles con sus coches bomba y atentados suicidas. Los secuestros y los bombardeos de civiles por parte de los fundamentalistas, sólo hacen el juego a los imperialistas y van en contra de la verdadera resistencia.
Aproximadamente el 80 por ciento de la población en Iraq está en contra de la ocupación y apoya la resistencia, que está formada por varios grupos. Cuando el CEOSI (en España la Campaña Nacional Contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq) envió una delegación a Iraq, entrevistaron a un representante de la resistencia, Abu Yusef. Es representante de las disueltas Fuerzas Armadas Iraquíes que se han integrado en la resistencia. Explicaba que parte de la resistencia está dirigida por miembros del antiguo ejército iraquí y miembros del Partido Baath, los dos oficialmente disueltos. Se ha creado una organización política que integra a los antiguos miembros del ejército en la resistencia, el Movimiento de Oficiales Libres (FOM), que toma su nombre de la organización creada por los oficiales nasseristas durante la revolución de 1958 que derrocó a la monarquía. El FOM se unió a otras organizaciones en la resistencia, que incluyen a la Alanza Patriótica Iraquí y la Unión del Pueblo, un grupo que se escindió del colaboracionista Partido Comunista de Iraq. Estos grupos, junto a otros, están discutiendo la creación de un Frente de Liberación Nacional.
En la entrevista con Yusef éste explicaba lo siguiente: “La resistencia iraquí rechaza el terrorismo, los secuestros, la extorsión, los asaltos a viviendas y ataques contra templos, protege las instituciones académicas y públicas, porque son propiedad colectiva del pueblo iraquí. La resistencia iraquí tiene como objetivo la expulsión de los ocupantes y la preservación de la unidad del territorio de Iraq y el pueblo iraquí”.
Explicaba que la resistencia no se identifica con ninguna tendencia ideológica, ya sea nacionalista o islámica. “Los diferentes componentes de la resistencia comparten el objetivo común de expulsar a los ocupantes y rechazan la idea de la hegemonía ideológica”. Insistía en que era necesario mantener la resistencia armada “… alejada del fanatismo religioso y lejos de cualquier identificación étnica o confesional”.
Yusef también es claro en cuales son los objetivos legítimos de la resistencia y cuales no lo son. “Los ocupantes, los traidores y los colaboracionistas [son objetivos legítimos de la actividad armada]. La policía iraquí y la Guardia Nacional también son objetivos. Estas son milicias creadas por los ocupantes para protegerse de la resistencia y que están siendo utilizadas actualmente como la vanguardia de las fuerzas ocupantes [en operaciones contrainsurgentes]”. Además explica que la resistencia no pone coches bomba ni realiza ataques indiscriminados que provocan la muerte de civiles.
Está claro que existe una genuina resistencia nacional a la ocupación, que es distinta a los reaccionarios fundamentalistas, cuyas acciones sólo hacen el juego a los imperialistas. Cada secuestro, cada coche bomba y cada civil muerto en estos atentados dan a los imperialistas las excusas y herramientas necesarias para etiquetar a toda la resistencia como terroristas.
De las citas anteriores está claro que el movimiento de resistencia nacional es una colección de grupos heterogéneos luchando por la liberación nacional. Los marxistas participan en esta lucha no simplemente disolviéndose en el más amplio movimiento sino manteniendo su independencia ideológica y organizativa. La lucha por la liberación nacional sólo puede triunfar como una lucha por la liberación social, y como marxistas tenemos el deber de decir esto claramente.
Sobre la base del capitalismo y el sectarismo no hay salida. Si el conflicto de Iraq explota en una guerra civil, el número incalculable de muertes en la región serán muertes sin sentido.
Pero no todo está perdido. La población de Iraq, y la de todo Oriente Medio, tiene fuertes tradiciones revolucionarias y antiimperialistas. En la lucha contra el imperialismo estadounidense los trabajadores y los jóvenes deben volver a descubrir estas tradiciones. La única salida, y la única manera de derrotar al imperialismo, es una lucha revolucionaria unificada contra la ocupación y el sectarismo.

Un coloso con pies de barro

La administración Bush se sostiene sobre arena. Bush públicamente ha dicho que no “comparte la premisa de que va a haber una guerra civil en Iraq”. Una guerra civil en Iraq por supuesto no es algo escrito sobre roca, sino que es una posibilidad. En una entrevista le preguntaron a Bush si las tropas norteamericanas podrían jugar un papel más importante en detener la extensión de la violencia sectaria en Iraq. Su respuesta fue “no”, añadiendo que los soldados estadounidenses simplemente continuarían entrenando a los iraquíes para que se ocupen de la violencia.
No todos en la administración Bush son tan estúpidos como él. John Negroponte, jefe de la inteligencia norteamericana (y alguien con mucha experiencia en estas cuestiones), ha dicho abiertamente que la amenaza de una guerra civil es real, que se puede extender a toda la región. Él, junto con muchos otros en la administración, se da cuenta de que esto será un completo desastre para EEUU. Se pelean por encontrar una solución a la cuestión, pero la respuesta se les escapa.
Parece imposible que si la violencia continúa su escalada, y si estalla en Iraq una guerra civil, que los soldados norteamericanos no sean arrastrados al conflicto. El actual régimen iraquí se basa exclusivamente en el poder militar de EEUU. Si continúa la violencia EEUU tendrá que entrar en el conflicto, incluso pataleando y gritando, si es el caso, y los ataúdes de soldados estadounidenses continuarán apilándose.
Sin embargo, Bush está en una situación precaria. Públicamente ha dicho que EEUU no se verá implicado en una guerra civil. La moral del ejército es muy baja. Una reciente encuesta hecha entre soldados norteamericanos en Iraq, revelaba que el 72 por ciento de los soldados estadounidenses en Iraq creen que EEUU debería salir en un año. Casi el 25 por ciento decía que las tropas debían salir inmediatamente. Una encuesta del periódico The San Francisco Chronicle también revelaba que el 70 por ciento de los soldados en Iraq caracterizaban su moral como baja o muy baja. El 75 por ciento de los soldados decían que la dirección de su batallón era pobre o mostraba falta de preocupación pro el bienestar de los soldados. Estas cifras son asombrosas. ¿Teniendo en cuenta estas cifras alguien puedes cuestionar si el ejército estadounidense podría ser utilizado en caso de una guerra civil en Iraq?
Mejor que nadie, los soldados saben que no están en Iraq por las razones que les dijeron. No ven razón para seguir allí. Se enfrentan diariamente a ataques, la amenaza de muerte y una población hostil. Muchos son reservistas que sólo quieren regresar a casa. Se enfrentan a la perspectiva de un creciente conflicto donde morirán muchos soldados norteamericanos, es totalmente posible que estallen las tensiones dentro del ejército estadounidense. El ejército norteamericano podría colapsar en Iraq. EEUU ha olvidado las lecciones del pasado y va derecho a una situación similar a la que se enfrentaron hace cuarenta años en Vietnam, un ejército desmoralizado que simplemente quiere regresar a casa, luchando una guerra que no pueden ganar y enfrentándose a una derrota seria en el frente interno.
EEUU es el país más poderoso sobre el planeta, pero está lejos de ser invencible. De una u otra forma se enfrentan a una derrota en Iraq. En Afganistán, las fuerzas del imperialismo sólo controlan Kabul, y su control en el mejor de los casos en tenue. Grandes zonas del país siguen bajo el control de los talibanes y de los señores de la guerra. Canadá acaba de tomar el control de las fuerzas internacionales en Afganistán y ha advertido a EEUU de que se enfrentarán a un aumento de los ataques porque los señores de la guerra, tradicionalmente, lanzan sus ofensivas en primavera.
EEUU es un coloso con pies de barro. A pesar de todo su poderío militar y económico ha sido incapaz de subyugar Afganistán e Iraq. EEUU y sus aliados no han conseguido realmente ninguno de sus objetivos en Iraq, ni en Afganistán, está claro que el imperio estadounidense se ha extendido más allá de sus fuerzas. EEUU ha gasto miles de millones de dólares en la guerra y la ocupación, como una herida sangrante que finalmente secará la economía norteamericana. En realidad, EEUU está hundiéndose rápidamente en un lodazal del que no será tan fácil salir. Las aventuras en Iraq y Afganistán demostrarán ser absolutos desastres para el imperialismo norteamericano, económica, estratégica, política y militarmente.

El frente interno

Las encuestas en EEUU pintan un cuadro más negro para la administración Bush. El porcentaje de aprobación de Bush ha caído al 34 por ciento, un nivel bajo del que nunca se han recuperado la mayoría de los presidentes. El 59 por ciento de los encuestados desaprobaban su gestión. La encuesta también demostraba que la cuota de aprobación de la manera en que Bush estaba gestionando la situación en Iraq ha caído al 30 por ciento, del 37 por ciento que tenía en enero. El 62 por ciento creía que los esfuerzos de EEUU de llevar la estabilidad a Iraq iban mal.
Pero no sólo es la guerra de Iraq lo que acosa a la administración Bush. También está el enojo provocado por la ineptitud del gobierno a la hora de manejar la situación provocada por el huracán Katrina. Este resentimiento y furia crecerá, por ejemplo está el vídeo emitido el 1 de marzo que demuestra claramente que la administración Bush sabía los peligros del huracán. El video demuestra que Bush era personalmente consciente del peligro de rotura de los diques, de lo que pretendía no saber nada. Esto ha enfurecido a la población estadounidense, que ahora puede ver claramente que Bush mintió descaradamente e ignoró los peligros del huracán que mató a miles de personas. El escandaloso desprecio de Bush por los miles de muertos del Katrina multiplicará por diez la furia de la población norteamericana.
Después está Dick Cheney. Aparte de ser un cazador inepto que casi mata a su amigo, su nivel de aprobación ha caído a lo más bajo. El 46 por ciento de la población tiene una visión negativa de él, sólo el 18 por ciento tiene una visión positiva, ¡en enero era del 23 por ciento! Los periódicos en EEUU discuten abiertamente que la administración Bush puede convertirse en la más impopular de la historia, incluso más que la de Nixon, ¡y todos sabemos lo que le ocurrió! Si las cosas siguen empeorando para Bush, las ratas comenzarán a abandonar el barco y Bush finalmente puede enfrentarse a un cambio de régimen en casa.
Estas encuestas demuestran claramente un creciente ambiente de radicalización en EEUU. Durante el último período hemos visto la huelga de los trabajadores del metro de Nueva York y la lucha de los trabajadores del sector del automóvil. Los Soldados de la Solidaridad están dando una fuerte dirección militante a toda la clase obrera en su lucha en Delphi. Esta lucha representa el primer signo del regreso a las tradiciones militantes sobre las que se fundaron el UAW y el CIO en los años treinta. Esto marca un cambio importante y profundo en la situación de EEUU, es un signo de lo que está por venir. La lucha de clases está en el orden del día en los Estados Unidos de América.
Cuando la clase obrera norteamericana comience a moverse, no habrá fuerza sobre el planeta capaz de detenerla. El mayor peligro para la administración Bush no es la guerra en Iraq, ni los huracanes, ni las amenazas a la seguridad portuaria, sino la poderosa clase obrera estadounidense.
EEUU y Gran Bretaña se enfrentan a una derrota en Iraq, como en Vietnam los imperialistas en última instancia serán derrotados en el frente interno. No es sólo cuestión del final de la guerra, debe ser una cuestión de que nunca más ocurran estas tragedias. No podemos detenernos simplemente en pedir el final de la ocupación, debemos vincular esta lucha con la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Sólo sobre esta base podemos derrotar verdaderamente al imperialismo y llevar la paz a Oriente Medio y todo el mundo.

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