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El Manifiesto del Metaprogramador
Por Mark Grant - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 10:57 AM

Pretendemos hablar sobre el modelo de Timothy Leary de los ocho circuitos neurológicos, presentándolo a través de un manifiesto (escrito por Mark Grant) impulsando las ideas concernientes al quinto y sexto; selección de realidades y metaprogramación.

El Manifiesto del Metaprogramador

por Mark Grant

traducción de http://www.decondicionamiento.org


"Todos los seres humanos, todas las personas que alcanzan la edad adulta en el mundo de hoy son biocomputadores programados. Ninguno de nosotros puede escapar nuestra propia naturaleza como entidades programables. Literalmente, cada uno de nosotros seríamos nuestros programas, nada más, nada menos." -- John C.Lilly, M.D. [1]



"No puedes enseñar nuevos trucos a un perro viejo", "un leopardo no cambia sus manchas" -- el lenguaje está lleno de expresiones que implican que la gente nunca cambia. Toda nuestra sociedad parece estar organizada para evitar que nadie lo haga. El objetivo de este artículo es echarle un vistazo cómo está la situación actual y apuntar hacia fuentes para realizar tus propios experimentos.

John Lilly, más conocido por su trabajo en comunicación con delfines, fue uno de los primeros investigadores en lo que Tim Leary llamó 'neuropsicología': el uso de las operación del cerebro en lugar de la conducta humana para determinar los límites de lo que pueden hacer los humanos. Los experimentos de Lilly mostraron que el cerebro podía ser tratado como una entidad programable similar a un ordenador digital; tratándose en este caso de un ordenador capaz de programarse a sí mismo.

Lilly se refirió a esta capacidad de auto-programación como metaprogramación, e informó sobre sus investigaciones en su libro, "Programando y metaprogramando la biocomputadora humana" (Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer). Timothy Leary en particular y Robert Anton Wilson expandieron la teoría de la metaprogramación con su modelo de ocho circuitos para el cerebro, que cubriremos más adelante.

En las últimas décadas, la neurofisiología y la ciencia informática han ido aumentando su contacto. La neurofisología nos dice que el cerebro humano se compone de billones de neuronas interconectadas, cada una de las cuales es esencialmente un complejo interruptor con muchas entradas y salidas. Algunas combinaciones de entradas variarán la activación del interruptor de la neurona, y la salida puede hacer que otras neuronas varíen en cascada hasta que esto produzca algún tipo de salida en el cerebro. Las neuronas pueden ser simuladas en ordenadores, y hoy la redes de neuronas artificiales se utilizan para aplicaciones que van desde la visión computerizada a la predicción de precios de bolsa, o la operación de vuelo de aviones experimentales. Los investigadores han desarrollado métodos a través de los que estas redes de neuronas pueden aprender, averiguando como posibilidad métodos análogos al sueño en los humanos en el ámbito del aprendizaje autónomo. Otros han investigado conductas de redes patológicas análogas a la obsesión, fantasía, y alucinaciones en el cerebro humano.

Esto no es necesariamente una prueba concluyente de que seamos "sólo" redes de neuronas, ni prueba que no tengamos "almas" -- los efectos dentro del paradigma de mecánica cuántica en las neuronas quizá dejen aún un hueco por el que esas cosas puedan colarse --, pero se trata de una serie de pruebas circunstanciales bastante fuertes. La cuestión en cualquier caso es, ¿cómo ocurre esta programación?

El cerebro de un bebé recién nacido es una tábula rasa, producto de milenios de programación genética en las partes más antiguas como la médula oblongada o el pons Varolli. Se encuentra en un entorno complejo sin programación, sin modelo alguno acerca de qué está sucediendo. Todo lo que ve es el remolino de caos de fotones, átomos y partículas subatómicas que la Física nos dice que es la 'verdadera' naturaleza de la realidad. En el modelo de ocho circuitos de Leary/Wilson del cerebro, el bebé se encuentra operando en el primer circuito, el de biosupervivencia, preocupado principalmente de seguir vivo en un entorno desconocido.

A medida que los datos entran, las redes de neuronas los procesan y generan una serie de resultados. Algunos de estos resultados como mover una pierna, pueden tener buenos resultados (por ejemplo, andar), otros tendrán malos resultados (caerse). Cuando se producen malos resultados de forma consistente, la programación cambiará para reforzar esta asociación. Así, por ejemplo, aprendemos a caminar a través de la programación neurológica para los movimientos que generan un caminar correcto, a través de la prueba y error.

Esta programación, puede estar lejos de ser óptima. Quizá si el bebé se cae de una silla y se hace daño, desarrolle un miedo neurótico de las alturas como parte de su programación; y a consecuencia de ello, se negaría a arriesgarse incluso cuando el entorno sea seguro. Dado que esta programación opera a tan bajo nivel, y es creada cuando el bebé está luchando tanto por sobrevivir en un entorno extraño, podría ser muy difícil de cambiar más adelante en la vida.

En este punto, el bebé puede desplazarse, y por tanto se mueve al segundo circuito, el territorial, a medida que descubre otras entidades en el universo con las que debe interactuar, y las incorpora en su modelo de realidad. Esta parte de la programación del bebé está relacionada principalmente con la jerarquía de grupo, las emociones sin refinar, y el dominio/sumisión.

A medida que el bebé aprende a hablar, el bebé pasa al tercer circuito, el semántico. Ahora puede comunicarse con otras entidades y manipularlas verbalmente en su universo, y esto provee de un mecanismo para que los padres y familiares pasen sus modelos de realidad al niño. El lenguaje también permite al niño crear sus propios modelos cada vez más complejos y abstractos de realidad, llevando indirectamente a actividades tales como la filosofía y la ciencia.

La consciencia se encuentra ahora bien establecida en el modelo de realidad del niño, ya que puede verse como un actor en relación con una entidad externa. Sin embargo, este modelo de sí mismo podría estar lejos de sí mismo. Esto es especialmente destacable cuando el niño empieza a intentar explicar su naturaleza a otras entidades; podemos hablar de querer hacer diversas cosas que nunca hacemos, porque el modelo de los deseos sea muy distinto al de sus verdaderos deseos, así como por el sesgo introducido por la propia naturaleza del lenguaje.

Así, el lenguaje es a la vez un beneficio y una maldición. Podemos usarlo para transmitir nuestros modelos de realidad a otros, pero aquellos que se concentran principalmente en un pensamiento propio del tercer circuito se encuentran a menudo satisfechos con hablar, en lugar de actuar. Un problema mayor es que el uso del lenguaje tiende a llevar al monólogo perpétuo interno del pensamiento, analizando continuamente la realidad y perdiendo el tiempo en repasar una y otra vez los errores pasados, o intentando predecir el futuro. Tal análisis es ciertamente útil, pero mucha gente se hace adicta a pensar cuando podría irles mejor relajándose y disfrutando de la vida. De aquí, el deseo del místico por el 'silencio interior'.

Cuando el niño crece y pasa a la adolescencia, la comunicación de sus compañeros y sus mayores empieza a programarles para que adopten su papel en su cultura. Por ejemplo, en una cultura cristiana serán programados para que crean en el dios cristiano y en especial para que no lleven a cabo actos sexuales sin el permiso de un clérigo, un programa que da a la iglesia una gran cantidad de poder. Al igual que su modelo de la realidad externa y su modelo de sí mismos, adquirirán otro modelo del yo ideal que la sociedad desea, y las diferencias entre su modelo de sí mismos y este modelo ideal aparecerán como culpa. A esto es a lo que nos referimos como moral, en el contexto del cuarto circuito, el socio-sexual.

Después de mucho trabajo, el bebé ha creado un modelo de la realidad que funciona, y mucha gente teme tanto tener que rediseñar tal modelo que luchará para restringir el cambio e intentar forzar su modelo sobre el resto de individuos para intentar controlar la realidad. De aquí la preponderancia de los gobiernos, las religiones y otros agentes que actúan para frenar la velocidad del cambio. Tan pronto como una nueva idea aparezca será prohibida, puesto que de otra forma la gente tendría que despertar de su sonambulismo para poder asumirla.

¿Pero y aquellos que quieren más en la vida que su porción en el ciclo eterno de nacimientos, matrimonios, y muertes? ¿O aquellos que descubren a través de la experiencia que la programación del cuarto circuito es mentira? Más aún, la primera ruptura racional en que nos damos cuenta de que incluso las cosas más básicas que tenemos asumidas sobre la realidad podrían ser erróneas, podemos encontrarnos en un estado de shock que nos acabe por dejar confusos para siempre.

Históricamente, los místicos han llamado a esta experiencia "Chapel Perilous" (Peligrosa Capilla), o "El Abismo". Una metáfora más reciente es "La Aldea", en el show televisivo "El Prisionero" de Patrick McGoohan. Se trata de un lugar donde lo que sucede parece estar totalmente fuera de control, nada es lo que parece, y las únicas formas de salir son o bien de alguna forma "escapar", o regresar a tu antiguo mundo, o perder la cabeza (por ejemplo, caer en algún modelo aleatorio de realidad que sea negativo, en particular de cara a tu interrelación con tu entorno). Peor aún, podrías pensar que has escapado, sólo para descubrir que esa salida en sí no era más que otra ilusión.

El problema es que el modelo de realidad que construímos, alrededor del cual basamos nuestras vidas enteras, resulta ser incorrecto y tenemos que encontrar un modelo nuevo, personal, para sustituirlo. De hecho se nos devuelve a nuestro estado de infancia, sólo que ahora no tenemos siquiera 'adultos' que nos ayuden. Hay dos formas de salir; o bien permitir que otra persona te reprograme, o aprender a reprogramarte a tí mismo.

Un método tradicional de encontrar otro modelo de interpretación es unirte a una religión establecida o a un grupo místico a través del cual puedas 'renacer' dentro de otra realidad ya prefabricada (por ejemplo, los cristianos 'renacidos'). Otra es hacer eso mismo pero respecto a otro individuo y dejarle que te diga que hacer, adoptando su modelo de realidad (y creando un padre substituto). Encontrar una salida personal es mucho más difícil.

Ambos 'amor verdadero' y 'verdaderas' religiones, pueden empujar más allá del ciclo reproductivo tradicional al quinto circuito en supuesta plenitud; neurosomático, relacionado principalmente con los estados extáticos. Otras formas de alcanzarlo incluyen el uso de drogas como hachís y MDMA, tantra, T'ai Chi, Terapia gestaltista, o el ejercicio más allá del punto de agotamiento (baile, etc) para favorecer la producción de endorfinas en el cerebro. Es de destacar en cualquier caso, que dado que el estado extático es muy adictivo, personas y grupos capaces de generar ese estado en otros pueden tener la posibilidad de controlarlos.

Para mucha gente un nuevo modelo de realidad, reorganizado de una forma u otra, será suficiente; pero algunos querrán ir mas allá. En lugar de adoptar el modelo de realidad de otro, se trataría de convertirse en verdaderos metaprogramadores y aprender a controlar su propia programación, sus propios modelos. Se han descubierto numerosos mecanismos a lo largo de la historia para la metaprogramación, pero muchos necesitan años de meditación e introspección. Con el descubrimiento de psicodélicos de potencia creciente como el LSD, la experiencia se ha abierto a cualquiera que lo desee.

Bien podría ser el LSD la 'piedra filosofal' que buscaban los alquimistas, capaz de cambiar la típica plomiza personalidad en oro. Leary describe la experiencia arquetípica de viaje con una alta dósis de LSD en su "Experiencia Psicodélica" (Psychedelic Experience), basada en el Libro Tibetano de los Muertos; el pico de la experiencia de LSD revienta la capacidad del cerebro para hacer un modelo de la realidad, dejando al consumidor en presencia de lo que los budistas llaman la 'Clara Luz', o lo que consideramos como la recepción sensorial externa sin filtrado, una deslumbrante luz blanca que debemos interpretar de alguna forma (la misma luz parece que se ve en experiencias cercanas a la muerte y orgasmos fuertes). Tal experiencia, puede ser extremadamente desconcertante si nos encontramo demasiado atados a sus programas y modelos.

A medida que el consumidor baja del pico, puede jugar con sus programas y modelos de realidad como lo desee. Puede experimentar con nuevas formas de modelar la realidad externa y nuevos programas para interactuar con ella, y ver cómo esto altera su percepción. Más importante, puede elegir cuál de estos modelos y programas debería retener cuando regresa a esta 'realidad consensuada'.

Ya que estamos en gran medida compuestos de nuestros programas y modelos, una experiencia capital de metaprogramación se percibe en gran medida como un ciclo de muerte y renacimiento. Podemos sentirnos literalmente como si fueramos una nueva persona dentro del mismo cuerpo. Esto en sí puede generar problemas significativos cuando otros intentan relacionarse con nosotros de formas que de pronto resulten antiguas, programadas. Podrían llegar a bloquear e ignorar nuevos parámetros de entrada que demuestran nuestra nueva personalidad si esta ha variado radicalmente, para poder retener el sentimiento de seguridad de sus antiguos métodos de relacionarse con nosotros; incluso si realmente hemos cambiado. En algunos casos esto puede llegar a tales extremos que se acabe buscando nuevos amigos en lugar de persuadirlos de que esa nueva realidad es así.

Hay, sin duda, muchos otros métodos de metaprogramación que no son tan peligrosos para el individuo, ya que se concentran en áreas específicas de nuestra programación y tienen el beneficio de siglos de desarrollo. Algunos ejemplos son el yoga y el T'ai Chi, que intentan desestresar músculos y en consecuencia los bloqueos mentales que los causaron originalmente, o las artes marciales que borran nuestros programas inseguros de un nivel más "bajo". Aunque estos métodos son efectivos en aquellos que no entienden cómo funcionan, son mucho más efectivos en los metaprogramadores conscientes que conozcan la herramienta en sí.

La experiencia de metaprogramación con LSD también puede obtenerse del modo tradicional a través de un largo entrenamiento y de la meditación. Richard Alpert informa en "Sé Aquí Ahora" que algunos de los maestros indios que ha visitado, afirmaban que grandes dósis de LSD producían efectos similares pero menos potentes que la meditación. Otra posibilidad es a través del estudio de la Magia(k), donde los estudiantes aprenden a variar sus modelos de realidad hasta que hacerlo se convierte en algo natural.

Estos métodos dan al estudiante una aproximación lenta y controlada al circuito de metaprogramación, en lugar de arrojarlos a la montaña rusa de un viaje de ácido. Otra posibilidad, y quizá la más efectiva, es la combinación de ritual y psicodélicos. Metaprogramadores con mayor experiencia pueden diseñar rituales que se llevan a cabo antes, durante y después de un viaje y lo empujan en una dirección específica. Tales rituales se han utilizado durante milenios por maestros chamanistas.

Algo como esto puede reafirmar la seguridad del consumidor hasta que tiene suficiente experiencia como para operar sólo, pero convierte a los metaprogramadores en programadores; los rituales programarán al viajero y una mala elección de rituales podría instalar una mala programación,. Por ejemplo, parece que Manson programaba la obediencia absoluta de sus seguidoras practicándoles sexo oral después de darles ácido. Otro ejemplo, una queja habitual sobre el MDMA, es que puede crear lazos emocionales 'inapropiados' entre sus usuarios (aunque, claro, pocos podrían argumentar racionalmente que amar a tus enemigos con MDMA es peor que golpearles con alcohol), y un uso descuidado del ácido puede provocar problemas mucho mayores.

El objetivo de este proceso, es enfrentarnos cara a cara con nuestra programación y mostrarnos el escaso control que tenemos sobre nuestras vidas. Hasta que nos damos cuenta de que la mayor parte de nuestras acciones son el resultado de programas que no controlamos, no tenemos la habilidad de controlarlos, y por tanto carecemos de libre 'voluntad'.

Por supuesto, esta 'libre voluntad' es meramente otro programa superpuesto a nuestro software de bajo nivel, una 'meta-consciencia' superpuesta a nuestro programa tradicional de consciencia. Somos aún ordenadores, pero a la vez ordenadores que sabiendo que lo son saben cómo reprogramar sus operaciones o cambiar sus modelos de realidad. Con práctica, podemos aprender a analizar conscientemente las impresiones sensoriales de entrada y elegir cómo reaccionar en lugar de actuar de formas rígidamente programadas.

Este extremo idealizado sería, en esencia, lo que varios caminos místicos llaman 'iluminación' -- manejarse con la realidad tal como es en lugar de intentar forzarla para que se ajuste a nuestros mapas, y vivir fuera de nuestros juegos sociales -- y nuestra 'voluntad' metaconsciente, o a lo que Crowley se refería como 'verdadera voluntad'. La pérdida del ego en el sentido de pretender que nuestro modelo de la realidad es la realidad, y el que aun participando en los juegos sociales, esto se llevara a cabo por elección en lugar de por hábito. En caso de entender las reglas del juego también se podría jugar mejor que quienes no perciben el carácter de "juego" de las interacciones sociales.

El modelo de Leary tiene otros dos circuítos más allá de la fase de metaprogramación; sin embargo, los considero altamente dudosos sin mayor exploración. El DMT parece invocar estos circuitos, permitiendo la comunicaciones con entidades que supuestamente existen fuera de esta realidad, con un cuestionamiento respecto a si estas percepciones son reales, o tan sólo mecanismos mentales, partes de nuestra propia programación. En cualquier caso, hay suficiente trabajo que hacer llevando a la raza humana al completo a estos estados "iluminados" como para tener que preocuparnos de qué pasa después.

Así que, de esto se trata; la psicología moderna, la programación en informática y la neurofisiología se unen al misticismo de los tiempos remotos. Tras el ocaso del siglo XX, se plantea la posibilidad de llegar a nuevos modos de consciencia que permitirán a la gente operar en formas que se encuentran tan adelantadas respecto a un adulto típico como lo está un adulto respecto a un niño. Metaprogramadores del mundo uníos,... ¡no tenéis nada que perder, excepto vuestro bugs!











Referencias:
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[1] John C. Lilly, M.D., Prefacio de "Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer", Julian Press



Bibliografía
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'Angel Tech' -- Antero Alli, New Falcon Publications, ISBN 0-941404-45-5

'Be Here Now' -- Richard Alpert

'Consciousness Explained' -- Daniel C. Dennett, Little Brown & Co, ISBN 0-316-18066-1

'Gestalt Therapy' -- F. Perls, R.F. Hefferline, P. Goodman, Souvenir Press, ISBN 0-285-62665-5

'Neuropolitique' -- Timothy Leary, Falcon Press, ISBN 0-941404-84-6

'Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer' -- John C. Lilly, M.D., Julian Press

'Prometheus Rising' -- Robert Anton Wilson, Falcon Press, ISBN0-941404-19-6

'The Book of Lies' -- Aleister Crowley

'The Center of the Cyclone' -- John C. Lilly, M.D., Bantam Books, ISBN 0-553-13349-7

'The Human Evasion' -- Celia Green

'The Psychedelic Experience' -- Timothy Leary, Ph.D., Ralph Metzner, Ph.D., & Richard Alpert, Ph.D.

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