Los sectores populares y el capitalismo - Una respuesta a Germán del pueblo : Argentina Indymedia (( i ))

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Los sectores populares y el capitalismo - Una respuesta a Germán del pueblo
Por Valderrama - Wednesday, Mar. 08, 2006 at 5:33 PM

Germán del pueblo ha escrito en el foro “Carta de un desocupado” (http://argentina.indymedia.org/news/2006/01/368559_comment.php#380625) un comentario dirigido a mí que entre otras cosas dice: <<… quisiera saber cual es su visión filosófica del porqué de la inmovilidad o postura conservadora de los sectores populares ( me niego a llamarlos masa ) respecto a las consignas del capitalismo-liberal, o dónde se encuentra la clave del porqué en última instancia esos sectores no logran identificar como causales de su padecimiento dicho modelo. Sé que es una pregunta demás complicada, pero me interesaría su opinión. >>

Como en un anterior comentario mío di por terminada mi participación en dicho foro, le respondo en una nueva publicación, en la esperanza de que se pueda transformar en un debate tan interesante y respetuoso de las ideas de los demás compañeros como ha sido en general “Carta de un desocupado”.

¡Muy buena pregunta la de Germán del pueblo! Si tuviéramos la respuesta moveríamos montañas. Y en efecto pareciera ser que quienes la encuentran en el terreno de la praxis revolucionaria las mueven de verdad. Esas montañas pueden ser grandes como países o continentes enteros, pero también más simplemente, pero no menos importante, un barrio, una fábrica, una escuela. Quizás se trate de la respuesta que en el fondo más buscan los honestos revolucionarios, pero también la que más divide y confunde a todo el mundo, aunque nadie la plantee así de clara o se den respuestas simplonas y desmovilizadoras, como la de Dr. No, a la cual respondo más adelante, en este mismo artículo.

Germán del pueblo me atribuye exageradas capacidades y conocimientos (“filosofía humana desde un enfoque marxista.”). Puedo aspirar a lo sumo a ser una especie de “filósofo popular”, pero mis conocimientos de filosofía y de marxismo son bastante elementales. A lo largo de mi vida, que ha tocado actividades muy variadas, la mayoría relacionada con la expresión y la creatividad, ya sea mi propia expresión y creatividad que la de los demás a través de la capacitación y la educación (adultos y niños), he tratado simplemente de leer, observar, experimentar e incorporar, todas aquellas teorías o prácticas que pudieran enriquecer mi trabajo, mi vida y la de los que me rodean. A veces, en mi búsqueda, las teorías se daban de patadas, pero a través de la praxis me daba cuenta que las mejores teorías no están para nada enemistadas, sino que se complementan magníficamente.

Todo esto para aclarar que no pretendo dar una respuesta ni completa ni definitiva a la pregunta de Germán, sino aprovechar una nueva oportunidad que se nos ofrece para reflexionar junto a los mejores compañeros indymediautas. Para algunos seremos un poco (o mucho) masturbadores mentales, pero ¡qué casualidad!, nos lo dicen a través de este mismo medio y sin aportar más que insultos o frasecitas dignas de los mensajitos de los adolescentes con los celulares, e igual de mal escritos. Personalmente puedo tratar de dedicarme a “ejercicios filosóficos” con la conciencia tranquila de quien tal vez no hace en la práctica todo lo que podría ni lo mejor, pero sí con algunas inamovibles pautas morales de fondo y un visceral ‘anticapitalismo natural’ que me ocasiona no pocas dificultades en la vida práctica material.

Pero vamos a la pregunta.

Como ya hubo una respuesta de Dr. No en el foro “Carta de un desocupado”, que a su vez generó una polémica con Germán del pueblo, quiero responderle brevemente primero a Dr. No, para ir despejando el campo.

Estimado Dr. No:

Sí... en el fondo puede ser fácil la respuesta, pero en mi opinión no es la que das vos, aunque existe también esa. Vos la expresás demasiado teñida de ese pretendido pragmatismo simplificador que otorga demasiada importancia a las "necesidades esenciales" (¿la cultura no lo es?... ¡si supieras el hambre que hay en este ámbito en los sectores populares! ) y termina siendo discriminadora, "racista" o, en el mejor de los casos, desmovilizadora: eso de que los pobres NO pueden dedicarse a pensar porque están demasiado ocupados en laburar, comer, dar de comer y educar a sus hijos. Se trata, por cierto, de una simplificación muy tentadora, y yo mismo he caído muchas veces en ella al discutir con quien opinaba desde la vereda opuesta. Por eso yo también prefiero discutir con quienes comparto algunas cosas mínimas, o mejor dicho máximas, ya que tienen que ver con los grandes anhelos de justicia social (fin de la explotación del hombre por el hombre), de respeto por la naturaleza, de libertad y paz verdaderas y duraderas (no meros slogan hipócritas), etc. Si estás en lo mismo en línea general, te invito por lo tanto a unirte a este debate, desarrollando con la mayor claridad posible tus convicciones al respecto. Pero ya entrando a hablar de “aislacionismo de la izquierda” o decir cosas como “no te quejes si las mayorias oprimidas son conservadoras, algo tendras que ver con eso”, dudo bastante que eso sea posible. En un caso ponés enseguida una etiqueta simplificadora y con un tonito descalificador, y en el otro das responsabilidades a quien no las tiene o por lo menos vos no lo podés saber. Si queremos seguir con las etiquetas, ésta es una página de izquierda. Que un cierto tipo de izquierda haya cometido errores y hasta traiciones, no coloca automáticamente en mejor posición a nadie. Y que en Indymedia entren conservadores, liberalistas, fascistas, nazis y servicios, no cambia nada; sigue siendo una página de izquierda. Y cuando digo izquierda (aunque la palabra no me convence del todo) me refiero a todos aquellos que creen y están honestamente comprometidos con un cambio radical y profundo de la sociedad, llámense socialistas, comunistas, peronistas o anarquistas. Para terminar, y a propósito del hambre cultural de los sectores populares, te cuento que ayer en la primera clase de “Computación” para adultos en uno de los barrios más pobres de mi ciudad, donde hacemos actividades sociales y culturales de todo tipo, cuando la “profe” les preguntó por qué querían aprender a usar la computadora, una mujer que cirujea junto a su compañero para poder mantener a sus 7 hijos, de los cuales dos son discapacitados, y 2 nietos (uno discapacitado también), dijo que lo necesitaba para escribir poesías… y te agrego que no es raro ver a esta pareja empujando su carrito de mano (una vieja heladera vacía con rueditas) tomados de la mano. Sin comentarios pero sí con mucha emoción, por lo menos de mi parte.

Siguiendo con la respuesta a Germán del pueblo, me parece que no ésta no puede ser univoca. El problema es complejo en cuanto depende de muchos factores:

- el que menciona Dr. No es uno de ellos, y no de los menos importantes; pero requiere un análisis más profundo;
- las desilusiones históricas superpuestas, desilusiones que tienen que ver obviamente con las desviaciones o traiciones de sus líderes o vanguardias, con la represión sangrienta de los gobiernos de facto, con la desmovilización que provoca la democracia formal parlamentaria y todas sus instituciones subsidiarias (la “justicia”, los sindicatos, la escuela, etc.);
- la alienación;
- aspectos sicológicos (individuales y de masa);
- aspectos culturales (antropológicos);
- otros…

Esta intervención mía es solo una forma de abrir un debate, así que no pretendo tampoco agotar todas las reflexiones, que además sería mejor que fueran dinámicas y dialécticas. Por la misma razón me voy a concentrar solo en un aspecto.

Germán del pueblo se refiere al modelo del ‘capitalismo liberal’, que bien sabemos que es liberal solo cuando le conviene, pero esa es solo una forma virulenta actual del capitalismo, que dicho sea de paso es un modelo que va perdiendo rápidamente terreno, lo cual la historia de los próximos años nos dirá si es para bien o para mal. Pero las modalidades de este modelo, valga la redundancia, no cambian sus características principales de siempre, es decir el sistema productivo-económico y de distribución de las ganancias basado en el poseso de los medios de producción por parte de una minoría y de la sola fuerza de trabajo manual o intelectual por parte de la gran mayoría, que no tiene más remedio, para subsistir, que vender esa fuerza de trabajo.

Hablemos entonces simplemente de capitalismo, que por supuesto es mucho más que lo que indica mi torpe y apurada definición. Faltan muchas cosas en esa definición pero fundamentalmente falta decir que el capital, no puede existir sin expandirse y rebasar los confines nacionales para ampliar sus mercados. Y dado que lo principal es el lucro y no existe una moral burguesa sino como sostén ideológico del lucro y de la necesidad de preservarlo a través del poder, el capitalismo no duda en invadir otros países económica y militarmente, corromper, someter, promover guerras y todas las atrocidades que bien conocemos. Que algunas de esas mismas atrocidades puedan haber sido llevadas a cabo en parte también por los regímenes mal llamados “comunistas”, no cambia mucho la cosa. El capitalismo impera y seguirá imperando en el mundo por mucho tiempo aún, y las experiencias tendientes al socialismo (las nuevas, las viejas y las ya perimidas) han estado y están sujetas de todas maneras al mercado mundial, ya sea por condiciones objetivas que por voluntad política. Es ahí donde las críticas del Che hacia los “países socialistas” de Asia y del Este europeo a mitad de la década del 60 se volvieron feroces, sellando su aislamiento político (del Che), al llegar a acusarlos de complicidad con el imperialismo, por no hacer, entre otras cosas, que la experiencia socialista se pusiera en práctica sobre todo en las relaciones comerciales solidarias con los países que intentaban revoluciones socialistas o anticolonialistas en otras partes del mundo y con el apoyo real e incondicional a esas experiencias.

Entonces, quedamos en que voy a referirme al capitalismo a secas y, para los fines de responder a tu pregunta, al capitalismo como “causal del padecimiento” de los sectores populares, que sin embargo no consiguen identificarlo como tal.

En mi lista anterior de aspectos relacionados con esta dificultad o total ausencia de identificación de esas causas de padecimiento, omití a propósito uno que de alguna manera los engloba a todos, y es lo que Debord llamaba la “sociedad del espectáculo”, es decir el capitalismo en un grado tan grande de acumulación que se convierte en espectáculo. Que no le suene tan intelectual el concepto a nadie: el capitalismo, entre quienes no han sido “vacunados” eficazmente contra él, es percibido hoy en día, digamos desde mediados del siglo XX, no como una fuerza extraña y hostil al ser humano sino la naturaleza misma del funcionamiento de la sociedad. Y esa “naturaleza” o “naturalidad”, está representada, según mi opinión por la espectacularización creciente de cada aspecto de la vida: la moda, el juego, la música, el turismo, el deporte, y hasta aspectos tradicionalmente íntimos o esenciales, como la decoración de una casa o una simple ensalada o un sandwich. ¡ESPECTACULAR! parece ser la palabra mágica que más une hoy en día a todas las generaciones y a todas las clases sociales. Esa espectacularidad para la gran mayoría significa la alienación al más alto nivel a través del consumismo y, para unos pocos, ganancias exorbitantes. Ni qué hablar de la espectacularización del horror de la guerra o de los aspectos más cruentos de la vida, como los accidentes o las catástrofes más o menos naturales.

Esa espectacularización que, como decía, engloba a todos los demás aspectos, acomuna “culturalmente” a las varias clases sociales de una manera que no se había visto jamás a los niveles actuales. Se tiene la sensación de estar participando todos de una maravillosa “modernidad”, a lo sumo empañada por problemas que son percibidas como “accidentes” o en el mejor de los casos como responsabilidades políticas muy circunscriptas, pero jamás como síntomas o consecuencias de un mal global, sistemático y que aspira a eternizarse. Como trabajador puedo estar en condiciones de percibir directamente la explotación a la que estoy sometido por un patrón y las consecuencias de esa explotación sobre mi vida y la de mi familia. Pero me es cada vez más difícil establecer un nexo entre esa explotación y el modelo económico imperante, cuando saliendo del trabajo puedo disponer de un teléfono celular, de un televisor o de un ciber con videojuegos donde sentirme culturalmente cercano a mi explotador y al mismo tiempo aumentar mi alienación gracias a los mensajes más o menos encubiertos que el uso interesado de esos medios ejercen sobre mí. No hablo de celular, TV y videojuegos por poner solo algunos ejemplos casuales: los nombro porque los considero los tres ‘medios’ o ‘herramientas tecnológicas’ más difíciles de usar de manera neutra, circunscripta a las propias necesidades (de información, de comunicación, lúdicas, etc.) sin que te terminen maniobrándonos ellas a nosotros.

La aparente nivelación entre las clases sociales gracias al consumismo, es mucho más evidente en los países capitalistas industrializados (he vivido mucho tiempo en Europa y sé de qué hablo), donde no solo los sectores populares son ricos en relación a los nuestros, y por lo tanto pueden realmente consumir, sino que además no existe, en la mayoría de los casos, la discriminación la coincidencia entre clases sociales y grupos étnicos, que se verifica en altísimo grado en América Latina. Coincidencia que multiplica la explotación y la discriminación, creando un aniquilamiento de la rebeldía y de la autoestima como etnia o nación, una sensación de inferioridad y muchas veces el deseo o la aspiración de participar de alguna manera del festín de esa clase social que nos domina. El lado favorable es que esa coincidencia entre sector social popular y origen étnico o nacional (“negro”, “indio”, “bolita”, “sudaka”, etc.) puede en cambio contribuirm en determinadas circunstancias a crear mayor conciencia. En uno de los barrios donde trabajo, más bien un paraje rural, con chicos entre los cuales hay mayoría de hijos de peones bolivianos, por ejemplo, me parece notar que la ‘vergüenza’ de sentirse “indios” o “bolitas”, o hasta del mismo apellido a veces, está siendo sustituida gradualmente por un cierto orgullo de pertenecer a la categoría social que ahora tiene nada menos que un presidente y un parlamento que, bien o mal, van a representarlos.

No quiero extenderme demasiado. Repito que espero que se abra un debate y que nadie se meta a a insultar, a chicanear o a “trollear” (de “troll”).

Resumiendo, creo que la respuesta a tu pregunta radica sobre todo en la alienación de los sectores más populares, que participan doblemente de esa enajenación en cuanto no solo no mantienen una relación directa con los productos de su trabajo (si es que tienen la “fortuna” de tener un trabajo) sino que además son doblegados también desde el punto de vista cultural. Esta alienación no es muy diferente de la de la clase media, que es también un “sector popular”, pero que aún estando en mejores condiciones para comprender las “causales de su padecimiento”, por instrucción e información a la que puede acceder, termina siempre poniéndose bajo el ala de la burguesía capitalista y adoptando su punto de vista. A no ser que se vea amenaza por una crisis profunda que abre el camino a posibles cambios más radicales, volviéndose en ese caso el fiel de la balanza.

Pero creo que hay que tener esperanza: la conciencia de los sectores más populares duerme pero no es tonta, simplemente espera tiempos mejores, y mientras tanto toma lo que le dan. La alienación consumista no es irreversible, justamente por ser altamente inducida. Las crisis del capitalismo existen y está demostrado que son aprovechables para las revoluciones, las cuales si son verdaderas son entendidas inmediatamente por los sectores populares, aunque no hayan participado en un primer momento en su gestación directa. Es verdad que una crisis profunda no aprovechada puede abrir las puertas al fascismo, pero no queda más remedio que tentar.

Mientras tanto no hay que quedarse conservadoramente de brazos cruzados. Cada uno sabe hasta donde puede llegar con su propio compromiso. Creo que es tan necesario militar en una organización política, preparar el terreno y prepararse para cuando llegue “el gran momento”, que actuar contemporáneamente sobre la realidad cotidiana, nuestra y de los demás. Y si alguien no cree en ese “gran momento” y piensa que el socialismo o el comunismo son el medio y no el fin (perdón por la simplificación), que vivan esa verdad con todo el empeño y compromiso de que son capaces. Creo haberlo dicho otras veces aquí en Indymedia: no creo que la horizontalidad esté del todo reñida con la verticalidad, hay por lo menos un punto donde se encuentran. Y no conozco hasta ahora organizaciones sin líderes o sin luchas más o menos honestas por el liderazgo. Tampoco la solidaridad social (paliar los padecimientos de quien más sufre) o el vivir ya mismo conforme a los propios ideales, sin esperar la revolución, está del todo reñido con la revolución.

Suponiendo que fuera verdad que, como dice Dr. No, los sectores más populares están demasiado ocupados en trabajar y dar de comer a sus hijos como para identificar al principal enemigo, también es verdad que esos mismos sectores, en el momento oportuno, saben reconocer con enorme intuición a sus verdaderos aliados.