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Comunidad Mapu Lahual: Senderos de horror y muerte
Por Roberto FARIAS*/ Periódico Azkintuwe - Tuesday, Mar. 14, 2006 at 7:17 PM
azkintuwe@yahoo.es

A las norteamericanas se les ponían los rubios pelos de punta al ver y sentir lo virgen del lugar. Siendo que en USA lo virgen, usted sabe… Los senderos de la comunidad Mapu-Lahual pertenecen una red de sendas que unen varias sectores: Huellelhue, Cóndor, Pucatrihue y Maicolpi. Sólo es posible llegar a ellas a pie o por mar. Son los antiguos caminos que usaron los mapuches desde hace más de 500 años para comunicarse por todo el sector costero del Biobío al sur.

GULUMAPU / Hace exactamente un año, el lonko Anselmo Paillemanque estrenó un poncho nuevo para el canal MTV. No necesitó mucha tramoya, pues hasta tiene cara de lonko. Pelo largo y canoso, un permanente gorro de lana. Mirada seria. Una voz baja y queda. Frases para el mármol. Para la TV accedió a ponerse un trarilonko para parecer very tipical indian.

Fue el guía de Cameron Díaz y Drew Barrymore, que recorrieron las sinuosas curvas de un antiguo sendero mapuche sobre los precipicios de la costa de Osorno que nunca antes había pisado ningún chileno. Grababan para MTV “Trippin”, un programa sobre ecoturismo. Otro peñi [hermano] servía de intérprete mientras lo entrevistaban en inglés. Mostró a las chicas el vuelo de los quetros y las bardelas en el desfiladero. Las olas rompiendo abajo en una playa intacta. Chungungos y lobos tomando sol como en los viejos tiempos. El canto del chucao en el bosque. Unas vertientes que caían tibias al mar. Caballos salvajes que relinchaban a lo lejos por una yegua que se hacía la desentendida. Varios sitios sagrados lafquenches.

-Si ves lo que hay -les decía a las actrices- y te preguntas por qué está todavía, es porque estamos nosotros. Porque hemos muerto por esto. Desde 1885 que nos quieren echar. Si nos hubieran sacado, no verías nada.

-Wow -decían ellas, sorprendidas a la cámara.

A las norteamericanas se les ponían los rubios pelos de punta al ver y sentir lo virgen del lugar. Siendo que en USA lo virgen, usted sabe… Los senderos de la comunidad Mapu-lahual pertenecen una red de sendas que unen varias sectores: Huellelhue, Cóndor, Pucatrihue y Maicolpi. Sólo es posible llegar a ellas a pie o por mar. Son los antiguos caminos que usaron los mapuches desde hace más de 500 años para comunicarse por todo el sector costero del Biobío al sur.

Por ahí llevaban cochayuyos y ají. Trucaban ganado y forraje, y también se dejaban caer contra los españoles, holandeses y chilenos. Desde hace dos años, los lafquenches de Mapu-Lahual convirtieron sus senderos secretos en el primer parque indígena en Chile, con apoyo de los indigenas maoríes de Nueva Zelanda y la WWF.

“Por esos senderos secretos”, dice José Bengoa en su “Historia de los antiguos mapuches del sur”, “bajaban los guerreros cuncos, mapuches y lafquenches a hacer la guerra. Siempre atacaban por sorpresa. Venían de distintos sectores. Armados hasta los dientes. Con cabezas de puma en la cabeza. Con cachos de chivo para asustar a los españoles [que creían que el demonio tenía forma de cabra], tocando kultrunes y flautas hechas con las canillas de soldados muertos. Con sotanas puestas al revés. Con hojas de Biblia cosidas en la ropa, para burlarse de Dios y la Cruz”.

Imagino a los españoles de Osorno y Bahía Mansa, que sobrevivían a medio morir saltando con espaciados aprovisionamientos de Lima y Chiloé, viendo caer la noche sobre los crispados cerros a su alrededor, oyendo silbidos de flauta con sincero espanto. En Maicolpué, la historia oral conserva pocos recuerdos de la guerra contra los españoles, pero sí el asalto a los holandeses que venían de Pernambuco [Brasil] y que quisieron afincarse ahí en 1700. Eran piratas sanguinarios y estuvieron años en Bahía Mansa, una bahía redonda y con una estrecha entrada. Una guarida perfecta.

Todavía quedan vestigios del muelle de Milagros, por el que se llevaron el oro de un lavadero. Quisieron esclavizar a los lafquenches y ahí estuvo su error. Por los intrincados senderos, los lafquenches les dieron una paliza dejándose caer una noche desde todas direcciones. Cuatro mil mapuches armados de lanzas, caballos, con armaduras españolas y cascos, hundieron un barco velero en la bahía y destruyeron el muelle Milagros. Sólo un holandés quedó vivo. “Medía casi dos metros. Quizá por curiosidad o como intérprete por si volvían otros, lo conservaron”, dice Jorge Loy, de la familia Loy de Huellelhue que ha generado gran parte del proyecto del parque. “Pero al final, como no volvieron otros, un día simplemente le envenenaron la comida y se deshicieron de él”, remata Anselmo.

La brava costa de Osorno es el único lugar de Chile donde aún están en uso estas huellas, pues los lafquenches las mantienen vivas como una forma de oponerse a que la carretera costera -otro proyecto estrella de la administración Lagos- seccione su territorio. Ahí llegaron las chicas estrellas de MTV en busca de un lugar salvaje y desconocido. El único requisito que exigieron fue no entrevistarse con ninguna autoridad ni con periodistas chilenos. Los alcaldes rogaron por salir en la tele y también los concejales de Osorno. Pero los lonkos se negaron a compartir cámara.

Los caminos son huellas de hasta un metro de ancho. A veces tan gastadas por el uso que se hunden en la tierra como una trinchera. Creando un túnel cubierto de vegetación que no se ve de lejos. -Para ir a Huellelhue, por ejemplo [donde estaban las minas] -dice Anselmo-, uno nunca cruza una quebrada ni un río, siempre va orillando. Mientras que en la ruta a Osorno hay numerosos hoyos en el asfalto, producto de los peligrosos derrumbes.

El barro es grueso. El camino se desenrolla como una serpiente bajo los árboles. Como un túnel. Viejos peldaños labrados en raíces permiten subir y bajar. De pronto se abre un claro y la senda roza un desfiladero. Se ven cientos de kilómetros de costa virgen y solitaria, carcomida por intensas olas allá abajo. Nubes se meten entre las quebradas. Y cantan aves a lo lejos. El viento marino parece querer decir algo al oído.

-En 1500, ya estaba en uso este camino por el que vamos -dice Jorge Loy.

Me contaron que en Painelemu [más al norte] encontraron restos de otro camino mapuche gracias a un abuelo. Los milicos despejaron la hierba y encontraron una zanja como de dos metros de profundidad por la que pasaba tranquilamente un caballo. De repente todo parece tan étnico, tan ecológico, tan turístico, que tiendo a olvidar que todo eso ha costado un reguero de muerte y fuego. Sólo el barro espeso y amarillo de Maicolpué intenta recordarlo. Cuando se seca en los zapatos, deja manchas que parecen de sangre.

La sangre llega al río

En 1967, un chileno-extranjero intentó adueñarse de esas tierras lafquenches. Era Edmundo O’Connor que venía a expulsarlos de su fundo recién adquirido de 23 mil hectáreas. El lonko Anselmo tenía entonces 39 años y era un músico de rancheras, había nacido ahí, como su padre, su abuelo y su bisabuelo, Juan Cau-cau, que murió a los 123 años.

O’Connor venía con matones armados de Osorno disparando contra los mapuches. Las balas silbaban y una pasó rozando la cabeza de Anselmo. Él lo enfrentó. Llevaba una enorme escopeta antigua bajo la manta con sólo dos tiros. Levantó el arma y sonó como un cañón por sobre las cabezas del grupo. Los matones volvieron a disparar otra andanada, pero ninguna bala tocó a Anselmo. Dio otros pasos adelante y, ateridos, los matones dejaron al gringo solo. Anselmo era famoso por su buena puntería, levantó la escopeta y le apuntó al pecho. ¿Erró el tiro? O’Connor todavía disputa el predio del ahora parque, en un eterno juicio que amenaza ir a la Corte Interamericana.

Juan Catrileo, en cambio, tuvo mejor puntería. Es considerado un héroe nacional por los mapuches de San Juan de la Costa por matar un terrateniente en 1958. Tenía solo 17 años cuando con una escopeta mató a Jacobo Else de un certero disparo en el pecho. Un alemán de Osorno que mediante compras fraudulentas quería arrebatar tierras mapuches para expandir su fundo lechero.

Pero él no se siente orgulloso. Estuvo cinco años en la cárcel. Cuando volvió decidió quedarse sin tierra ni casa, como trashumante, en un castigo autoimpuesto por haber matado un hombre, sea quien haya sido. Huraño y hosco, sólo vive de lo que le dan y haciendo pequeños trabajos. Nunca habla del tema. Le dicen Gallito Catrileo. En enero fue invitado a una reunión de caciques lafquenches de la costa. Le dijeron que lo consideraban un héroe nacional. “Sin usted no tendríamos esta tierra, ni nuestras familias suelo qué pisar”. Le van a dar una franja de terreno para que entierre sus huesos.

Es tan desesperada la situación de los mapuches sin tierra en la inexpugnable costa de Osorno, que hasta se matan entre ellos. Hace cuatro años se produjo la última matanza entre un par de familias emparentadas. Los Lefián y los Cumilef se enfrentaron a golpes de hacha, lanzas y palos por la desigual repartija de un predio adquirido por la Conadi para las comunidades de Pucatrihue.

En enero del 2002 se desencadenó una batalla campal entre los dos clanes. Una veintena de la comunidad Choroy-Traiguén llegaron al fundo Quihue y a hachazos mataron a dos ancianos lefián en el campo, Luciano y Lorenza de 84 años. Salieron a defenderlos un hijo y un sobrino, Erico y José Esteban. Al primero le molieron la cabeza a piedrazos, al último lo mataron de un disparo. En la refriega murió también Víctor Lemuy, del clan Cumilef.

Así que si cruza esos senderos no se le ocurra, como hizo un turista que casi echan a patadas, ofrecer dinero para comprarse “una parcelita de agrado”.

-Wow -deben haber dicho Cameron Díaz y Drew Barrymore, al enterarse de la sangrienta historia del suelo que pisaban. Le contaban a Anselmo que ellas no tenían ese raro apego a la tierra. Una vivía en un departamento en Los Ángeles muy lejos del suelo. “Vivían en el cielo, separadas de la tierra”, recuerda el lonko.

-Eran bien simpáticas las gringuitas -dice con su voz queda, recordando los cuatro días de filmación. -¿Y eran bonitas? ¿Le gustó alguna? -Y… -dice pícaro- es que eran tan blanquitas, como si no tuvieran sangre en las venas. Junto a ellas, él en cambio se veía negro como un moái, labrado en piedra con sangre, cansancio y odio / Azkintuwe

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