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Armas mentiras y dinero / EEUU y el Instituto Balseiro
Por Roberto Fallande - Friday, Mar. 17, 2006 at 11:36 PM

El ocho de marzo, quince minutos antes de las once de la noche se reunieron en la confitería La Alpina de la ciudad de San Carlos de Bariloche cinco personas, más algunos elementos de seguridad que acompañaban a uno de ellos. Aqui el relato.

El ocho de marzo, quince minutos antes de las once de la noche se reunieron en la confitería La Alpina de la ciudad de San Carlos de Bariloche cinco personas, más algunos elementos de seguridad que acompañaban a uno de ellos. Fuentes en la ciudad de Bariloche y allegados a una de las partes confirmaron la información aquí referida. Se trataba de tres científicos del Centro Atómico Bariloche, el Dr. Alejandro Fainstein, el Dr. Raúl Barrachina, director del Instituto Balseiro, y el Dr. Guillermo Pregliasco, investigador y docente, y amigo del Dr. Fainstein. También estaban Guillermo Rozas, estudiante que realiza sus trabajos con el Dr. Fainstein, y el Brigadier General Mark Bown, de la Armada de Estados Unidos. El militar vestía de civil, y llevaba una custodia de dos hombres, que esperaron en la puerta las dos horas que duró la reunión. Llevaba un maletín de cuero, que esa misma tarde había comprado en un local de artesanías regionales de la ciudad.

Veinticuatro horas antes, a cien metros del lugar, en un restaurant llamado ¨La Esquina¨, el militar norteamericano estuvo reunido con el Secretario Tulio del Bono, la Dra. Lidia Braunstein, el gerente del Centro Atómico Bariloche José Granada y la diputada Lilia Puig de Stubrin. Qué discutieron es un misterio, y esta redacción no pudo obtener una respuesta de la diputada ni del secretario, pero la diputada salió muy acalorada y notoriamente enfadada de la reunión.

La noche siguiente, en la reunión del ocho de marzo, los científicos y el militar trataron temas extracientíficos, más específicamente se delineó el plan a seguir en caso de que los aportes de la armada norteamericana no sean aprobados por las autoridades argentinas en el futuro, lo cual complicaría la continuidad del trabajo de Fainstein y su estudiante, Rozas, quien aparentemente no estaba invitado a participar de aquel encuentro político, sino que pasó de casualidad por La Alpina. Puntualmente se acordó que, en caso de que la diputada Stubrin y su equipo (quienes se encargan de evaluar estas inversiones), o el secretario del Bono no siguieran apoyando el proyecto, la oficina norteamericana establecería una fundación fantasma con cede en Buenos Aires, bajo el formato de Fundación para la promoción de la Ciencia Aplicada, y desde ese lugar seguiría aportando los fondos y premios a los investigadores. El Dr Barrachina, a cambio de su silencio y eventual participación en la presentación de la potencial Fundación, recibiría un premio. En ese mismo momento, el militar entregó el maletín al Dr Raul Barrachina, el cual se retiró de la confitería. El militar, los dos científicos y el estudiante permanecieron una hora más, hasta la una de la madrugada, discutiendo el posible camino a seguir en caso de que los aportes de la Armada de EEUU sufrieran una discontinuidad en su flujo. El estudiante Rozas habría exigido que el militar lo ayude a conseguir una beca en los Estados Unidos, cosa a la que el Brigadier se negó. El estudiante al parecer perdió los estribos y amenazó con hacer públicos los detalles de esta y otras reuniones. Al salir fue detenido por los guardias americanos, pero inmediatamente lo dejaron subir a un taxi. Habría vuelto al Centro Atómico, distante unos diez kilómetros del centro de la ciudad.

La Office of Naval Research con cede en los Estados Unidos financia las investigaciones del Dr Fainstein, y su grupo de trabajo, entre los que se cuentan el señor Guillermo Rozas. Esas investigaciones tendrían claras aplicaciones al desarrollo de armamento no convencional. El brigadier a cargo de este trabajo es conocido en el ambiente militar estadounidense como un especialista ¨para encontrar aplicaciones e ideas innovadores para nuevos armamentos¨. La Office of Naval Research tiene prohibido por ley financiar proyectos que no tengan aplicación militar.

En las horas siguientes a estas reuniones se habrían producido algunos roces entre los científicos, ya que el gerente del centro atómico, advertido por Rozas, se habría enterado de los aportes informales contenidos en el portafolios que el Dr Barrachina se llevó de la confitería. Estos roces llegaron a oídos del militar, quien, advertido por el Dr Fainstein, se acercó al Centro Atómico personalmente, de civil y sin custodia, para tratar de calmar los ánimos. El gerente del Centro Atómico Bariloche José Granada envió un mail público. Este mail, así como algunos detalles del caso llegaron a la prensa: “esta Gerencia considera muy preocupantes las informaciones que indicarían la participación de investigadores de este centro en una reunión patrocinada precisamente por una oficina de fuerzas armadas extranjeras, cuya misión es ciertamente buscar las aplicaciones científicas y tecnológicas para la mayor sofisticación de sus armas, entre las cuales se cuentan el mayor arsenal nuclear del planeta” Como ocurre en estos casos, la pelea por los aportes generó fuertes discusiones y una sucesión de infidencias desafortunadas. El Dr Julio Guimpel, investigador del Centro Atómico, se habría comunicado con el Dr Barrachina, y lo habría amenazado con contar los detalles de lo sucedido, de los que se habría enterado por boca del mismo Barrachina, si no obtenía un permiso especial para realizar investigaciones para la misma oficina americana, generosa en subsidios y ayudas a los científicos. Esta conversación mantenida por teléfono, fue oída por personal de limpieza del Centro Atómico. El resultado: un mail de la junta interna de ATE, advirtiendo de la presencia del militar norteamericana en Bariloche.

Este ambiente enrarecido habría tomado estado público, y algunos detalles comienzan a ventilarse en diarios y foros en internet. La oficina estadounidense habría advertido a las autoridades del Centro Atómico que negarían cualquier participación en las reuniones informales, y que la colaboración solo podría continuar si se purgaba a los escandalosos y se contenían las fugas de información. Esto se habría logrado en parte, gracias al desvío de fondos provenientes de un aumento en las becas de grado de los estudiantes del Instituto Balseiro, por parte de la gerencia en connivencia con el Dr Barrachina, y el giro de estos fondos a diversas cuentas bancarias.

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