Informe:
salarios
¿Cuánto tenemos que ganar?
Según
las estadísticas, la canasta familiar es de 1800 pesos y el salario promedio
es la mitad de ese valor.
Desde
hace un tiempo largo sentimos que con veinte pesos no compramos nada,
ni en el mercado ni en ninguna parte. Nos aumentan el sueldo pero parece
que nos alcanza menos. Además, y en otra paradoja, la economía no deja
de crecer, pero vivimos peor: cada vez nos cuesta más llegar a fin de
mes y las posibilidades de alcanzar algunas cosas que necesitamos se nos
escapan.
Estudios
Un análisis realizado por
estudiantes y economistas de la UNLP muestra que en los últimos años se
produjo una importante caída del poder adquisitivo de los trabajadores.
Entre diciembre de 2001 y
el fin de año pasado los alimentos aumentaron su precio un 102,86%, mientras
que los salarios nominales (en promedio) lo hicieron bastante menos:
el 31,22%. La aclaración entre paréntesis, además, tiene su relevancia:
a ese promedio se llega tomando en cuenta que los sueldos del empleo formal
privado han aumentado en el período casi un 90%, por lo que perdieron
relativamente “poco” en la carrera contra las empresas formadores de precios.
A los trabajadores del sector privado con empleo informal (es decir, en
negro, que son un 50% del total) les ha ido bastante peor: el aumento
es de poco más del 30%. Y a los estatales, peor todavía: el 25,18%.
Analizando estos datos, la
conclusión es que los aumentos de sueldos concedidos a regañadientes por
empresarios y gobierno no han alcanzado a compensar la transferencia gigantesca
de recursos de los asalariados a los dueños de las empresas, ocurrida
a partir de la devaluación y el aumento de precios.
Tomando como base un salario
igual a 100 en el inicio del período (diciembre de 2001), los cálculos
indican que el salario promedio se ubica en 75,4 en diciembre de 2005,
lo que implica una caída del 25% en las remuneraciones promedios. Pero
hay más: si se ajustan los ingresos de los trabajadores “en negro” y de
los estatales por la evolución en el período de la Canasta Básica Alimentaria,
su pérdida de poder adquisitivo alcanza el 35 y el 38%, respectivamente,
como lo plantea el gráfico 2, que actualiza a diciembre de 2005 un informe
producido por estos investigadores para el sitio www.prensadefrente.org.
O sea: en los últimos años,
el salario real de la gente bajó, y bastante. De esta manera, todos los
trabajadores se han (nos hemos) empobrecido en estos últimos cuatro años
(uno y algo bajo el gobierno de Duhalde, casi tres con el de Kirchner),
y se hace difícil acceder a los bienes básicos para la subsistencia.
Tirame una cifra
Pero ¿cuánto habría que ganar?,
parece ser la pregunta.
Una primera aproximación al
tema pareciera indicar que el sueldo de una persona debería ser, por lo
menos, lo indispensable para desarrollarse. Con el objetivo de darle un
valor monetario a este concepto, el INDEC hasta hace unos años elaboraba
una estadística conocida como “Costo de la canasta familiar”, que sumaba
los bienes que, como mínimo, tenía que adquirir una familia para vivir
dignamente.
Con los sucesivos planes de
ajuste y el deterioro del salario real de los últimos treinta años se
fue haciendo evidente que el indicador no hacía más que mostrar la injusticia
en el reparto de la torta, y fue reemplazado por otro. Así nacieron dos
nuevos índices: la Canasta Básica de Indigencia y la Canasta Básica de
Pobreza. La primera mide el valor de una canasta de productos que permitiría
satisfacer un conjunto mínimo de necesidades alimentarias, mientras que
la segunda incorpora un conjunto de bienes y servicios que permitirían
alcanzar un mínimo de consumo alimentario y no alimentario, pero lejos
de los conceptos contenidos en el viejo índice "del costo de vida".
Como corolario de esta trapisonda matemática, a la Canasta que marca la
“línea básica de pobreza” en el último tiempo se la empezó a llamar Canasta
familiar, el mismo nombre que tenía la otra, pero con un valor sustancialmente
distinto.
“Pero con la estadística no
se come”, murmura al lado nuestro, con mucho sentido común, un compañero
de oficina, “y por más que el gobierno no quiera, lo necesario para vivir
lo indica el día a día”.
A veces parecemos tener incorporado que una persona que gana
1.500 pesos gana un dineral, y que lo normal –“lo lógico”- es ganar seiscientos,
setecientos, a lo mejor acercarse a mil en algunos empleos. Y hoy parece
que, efectivamente, con esa estadística “no se come”, o por lo menos no
se vive bien, seguro. No
salimos de la necesidad material insatisfecha ganando una cifra que ronde
los mil, mil quinientos. Y la mayoría ni se acerca.
De acuerdo a Clarín, en base
a datos del INDEC, el 50% de los asalariados no alcanza la línea de pobreza,
superior a los 800 pesos. Y sólo el 20% gana más de 1.000 pesos. Como
conclusión del análisis, hasta el gran diario argentino –no muy proclive
a defender intereses distintos a los suyos, que obviamente son los de
sus dueños, empresarios- reproduce una conclusión lapidaria: “además de
la pobreza por desempleo, se ha instalado un fenómeno social nuevo, el
de la pobreza con empleo”.
Mientras tanto, y ante la
ausencia interesada del Estado en el tema,
para el cálculo del costo real de vida, diversos estudios retomaron
la metodología de la canasta familiar, actualizándola.
Uno de esos informes fue producido
por el IDEP-CTA, que ya en noviembre de 2004 situaba el índice en $1.580.
Valor que actualizado daría como resultado un monto que oscila entre de
$1.774 y 1.828, de acuerdo a los índices de precios que se use para el
ajuste. La FIDE, en tanto, coincide con estos valores, y también estima
que, en la actualidad, lo necesario para mantener una familia ronda los
1850 pesos, que es lo que reclaman varios gremios y lo que consiguieron,
entre otros, los trabajadores del subte, organizándose desde abajo y no
confiando más que en su propia lucha y la solidaridad de otros iguales.
Pero entonces quién la tiene
Mientras casi todos nos empobrecimos,
las empresas ahora ganan más del doble.
Los datos del INDEC
(los que muestra, y también los que no) informan claramente que la canasta
familiar es inaccesible para muchos trabajadores. En otra paradoja, el
sistema se basa en el bombardeo de productos para que consumamos, pero
deja en la puerta de ese consumo a la enorme mayoría, excluyendo a muchos
de lo más necesario: salud, educación, alimentos, vivienda, vestimenta,
esparcimiento, recreación, la tranquilidad mínima para vivir bien.
Sin embargo, los beneficios
de los empresarios parecen comportarse de una manera bastante distinta
en el mismo período: las ganancias de las empresas se multiplicaron por
2,3 en términos reales (3,9 nominales). De esta manera, el aumento del
PBI no mejoró la situación de la mayoría, profundizándose la brecha entre
los más ricos (dueños de los medios de producción) y los más pobres (que
viven del alquiler de su fuerza de trabajo).
“El progreso”, “el crecimiento”,
“el aumento de la productividad”, conceptos que cuando se analizan prometen
la panacea, cuando se dan no benefician, ni remotamente, a todos de la
misma manera. Esos frutos de la producción colectiva son apropiados por
cada vez menos personas, y ese es uno de los elementos que explican por
qué en los últimos treinta años hemos perdido casi toda nuestra posición
relativa en la distribución del ingreso (de 50% en 1974 a alrededor del
20% en la actualidad). A pesar del progreso tecnológico y la mejora de
la productividad, trabajamos peor, nos enfermamos más y nos alcanza menos.
Esta injusticia en el reparto, por lo demás, sigue avanzando, como indica
el gráfico 4: mientras en diciembre de 2003 el 40% de menores ingresos
se quedaba con el 18,3% del PBI, en estos dos años ha descendido otro
punto, lo que -más allá de los números- implica una situación desesperante
para miles de familias, sin empleo o con él pero en pésimas condiciones.
En el momento en que la gente
se hartó, en lo peor de la crisis (diciembre de 2001, el salario promedio
podía acceder a comprar casi cuatro canastas individuales de indigencia
(3,8). En la actualidad el poder de compra es de menos de 3. Se trata
de un veintisiete por ciento de reducción de poder económico de los trabajadores.
El país en serio de Kirchner se basa en la profundización del modelo agroextractivo
exportador iniciado por Duhalde. Con mucha simbología nacional y popular,
pero con ganadores que siempre (queremos decir, incluso ahora) han estado
en el otro campo: la oligarquía terrateniente, las petroleras, las mineras,
los industriales de la patria contratista, las grandes cadenas de supermercados
-a los que le importan muy poco si los discursos están un poco más "a
la izquierda", y más bien atienden a la evolución de su tasa de ganancia-
son los grandes beneficiarios de este proceso. Un modelo atractivo sobre
todo para los grandes exportadores, que aprovechan los recursos disponibles
en la economía argentina.
En este sistema, lo que es
fruto de la experiencia colectiva, del trabajo acumulado socialmente,
se privatiza, y ahora hasta quieren privatizar (ya lo están haciendo,
avanzando sobre las comunidades) los bienes esenciales, como el agua para
las papeleras, los lagos para los terratenientes, además del oro, el petróleo,
el gas, los nutrientes de la tierra para todo tipo de depredadores. Porque
la lógica hace que todo sea un negocio, aunque a largo plazo nos perjudiquemos
todos. Una política de saqueo que sólo podremos enfrentar uniéndonos,
pacientemente, y organizando las fuerzas para proponer otras reglas de
juego, una lucha que será larga y tendrá escaramuzas pequeñas y cotidianas,
atravesadas por peleas de más largo aliento, algunas que por ahí todavía
son imperceptibles. La lucha por los salarios (es decir, por una porción
de la torta de corto plazo) es una de esas batallas, tal vez la que en
el aquí y ahora muestra su importancia de la manera más urgente.
Nota: las fuentes
de este informe son los datos estadísticos del INDEC, elaborados por un
grupo de estudiantes y economistas de la UNLP (relacionados con el MUECE
y con Galpón Sur), para Prensa De Frente y esta edición de La Fragua.
Además, también tomamos información de artículos firmados por Ismael Bermúdez
y Daniel Muchnik, publicados por el diario Clarín entre noviembre de 2005
y febrero de 2006. Mientras que los datos estimados para la Canasta familiar
pertenecen a IDEP-CTA y a la consultora FIDE.
¿Buenos Aires?
qué pasa en la provincia
En
los momentos en que cerramos la edición de La Fragua, tanto los docentes
como los empleados de otras ramas del Estado provincial se encuentran
negociando aumentos de entre 100 y 150 pesos, que pondrían el salario
mínimo apenas por encima de la línea de pobreza. A pesar de esta circunstancia,
no pareciera haber grandes discusiones entre la mayoría de los trabajadores.
Solamente algunos sectores -como Astilleros Río Santiago, por ejemplo-
se movilizan con algún grado de masividad, planteando aumento de salarios.
Y la experiencia indica que si no es con lucha, las mejores condiciones
no se conquistan ni se mantienen. Y que un punto de partida menor ahora,
lógicamente será consumido más rápidamente por la inflación en pocos meses.
La
impresión es que partimos desde muy abajo en la discusión, dada esta relación
de fuerzas. Pero no hay que pensar a la situación como estática, porque
ninguna lo es. Si la pelea salarial está planchada, también es cierto
que cada vez más asoma, latente, el debate sobre la necesidad de mejorar
los ingresos. Y esa es la causa por la que el gobierno se apura a mejorar
los sueldos en Febrero, aprovechando los restos del parate del verano.
En ese contexto, parece importante
recuperar la capacidad para debatir desde nuestras necesidades y aspiraciones
a una vida digna, y no desde las imposiciones ficticias de los gobernantes.
El tema que planteamos como informe central apunta precisamente a eso,
intenta ser una pequeña contribución a la inteligencia colectiva que habrá
que poner en marcha, más temprano que tarde y sin pereza.
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¿Qué
pasa en la provincia del presidente?
La
ruta del petróleo
Las
Heras es una pequeña ciudad de la provincia de Santa Cruz. Con menos de
10.000 habitantes, el nombre de este enclave petrolero circuló por todo
el país a partir de la muerte del subinspector de policía Jorge Sayago,
cuando unos 3.000 manifestantes protestaban por el encarcelamiento de
uno de los referentes de los trabajadores petroleros, en lucha desde hacía
semanas. Pero ¿qué pasa ahí y en todo Santa Cruz, la provincia del presidente?
¿cuál es el marco para entender estos acontecimientos?
Sin
ánimo de pretender realizar un informe exhaustivo, lo primero que hay
que decir es que se trata de un
provincia muy rica, con una alta conflictividad social a causa de que
esas riquezas no se reparten parejo, sino que son apropiadas por grandes
empresas trasnacionales, como Repsol-YPF, Pan American Energy y Vintage
Oil, que sólo en el Norte de Santa Cruz obtienen ganancias netas que rondan
los 4.390 pesos por minuto.
A
partir del remate de YPF y la "desregulación" del mercado de
hidrocarburos -gas y petróleo- se profundizó la venta de estas riquezas
estratégicas, totalmente controladas por capitales extranjeros (a diferencia
de otros países, como por ejemplo Venezuela, que mantiene el control de
PDVSA). Con la devaluación, por su parte, se trastocaron todos los precios
relativos, y al amparo del gobierno, algunos sectores salieron muy beneficiados.
Los
combustibles, con precios fijados internacionalmente, aumentaron su valor
siguiendo al dólar, y las petroleras siguieron cosechando ganancias con
salarios devaluados y regalías mínimas. Para poner un ejemplo en torno
a este último tema, en Bolivia, dentro de las demandas populares por la
nacionalización de los hidrocarburos, la posición más moderada es el establecimiento
de regalías de un 50%, que si bien no solucionan el problema de fondo
que es el control de los recursos, al menos avanza en discutir que esa
renta extraordinaria debe volver a las comunidades donde se genera. En
Argentina, en cambio, estos derechos se encuentran en el 12% (las regalías
más bajas del continente), y al menos desde el gobierno, no parece haber
mucha preocupación en amenazar los intereses de las petroleras. Más bien
lo contrario, apuntan a desoír los intereses de los petroleros.
Cuando
los precios aumentaron, como en todo el país, los trabajadores ocupados
y desocupados de Santa Cruz comenzaron a reclamar, realizando piquetes
en las rutas (alguno en pleno invierno, con temperaturas bajísimas), movilizaciones
y tomas de edificios públicos, como sucedió en Pico Truncado. La respuesta
a los pedidos de puestos de trabajo y salarios más altos fue la represión.
Durante
todo el 2005 se vivió un escenario de detenciones (en junio se libraron
más de 60 órdenes de captura, muchas de ellas se hicieron efectivas),
acuerdos incumplidos por parte de los funcionarios y aumento en general
de la hostilidad de la población hacia las fuerzas de ¿seguridad?, cada
vez más claramente al servicio de las compañías extranjeras, con muy buenos
lazos con los jueces y los políticos, empezando por el propio Néstor Kirchner,
beneficiario de sus contribuciones y uno de los apoyos de la escandalosa
privatización de YPF.
Pero
nada de esto informaron los grandes medios: Santa Cruz está demasiado
lejos y los intereses del petróleo -y de un gobierno preocupado en mostrar
una "nueva" política- son poderosos. Los hechos ocurridos en
esa provincia convulsionada, donde la represión de la gendarmería incluyó
casos de tortura (verificados por organismos de Derechos Humanos) fueron
silenciados durante meses. Igual que lo que está pasando ahora, con Las
Heras en una situación parecida a una dictadura: militarizada, con gendarmes
intimidando a los pobladores y agentes de inteligencia infiltrando las
movilizaciones, como denunciaron recientemente las esposas de los trabajadores
petroleros, información que sólo tuvo eco en sitios como Indymedia (www.argentina.indymedia.org)
o la agencia de noticias OPI (www.opisantacruz.com.ar).
En
este contexto de suelos ricos, saqueo empresarial y pueblos empobrecidos;
en el 2006 continuaron las protestas de los trabajadores. El 6 de febrero
la policía de la provincia encarceló a Mario Navarro, luego de dos semanas
de piquetes que reclamaban, entre otras reivindicaciones, la suba del
mínimo no imponible del impuesto a las ganancias (aquí no sólo hay que
considerar la asimetría entre ganancias empresarias y sueldos de los obreros,
sino el costo de vida de la región patagónica, mucho más alto aún que
1800 pesos). Navarro era uno de los referentes de los cortes, realizados
con la oposición de la burocracia sindical del SUPE (de lamentable papel
en las últimas dos décadas, alineados con Hugo Moyano y de excelente relación
con el gobierno provincial y nacional). En esas circunstancias, más del
30% del pueblo se movilizó a la comisaría, pidiendo la libertad del detenido,
el cese de la represión y la atención del gobierno a las demandas sociales.
Desde el interior del edificio, el cuerpo de policía reprimió la marcha
con gases y balas de plomo; y algunos manifestantes respondieron. En medio
de esos enfrentamientos cayó muerto el oficial Sayago y al menos seis
trabajadores resultaron heridos con plomo. Como en Mosconi en 2001, en
Las Heras no se vivió un hecho que habilite a hablar de una situación
preinsurreccional, generalizable a todo el país. Pero sí del hartazgo
de un pueblo que ve cómo la ganancia que produce se las quedan unos pocos,
mientras los que supuestamente son elegidos para defendernos terminan
-en última instancia, a balazos-
representando los intereses de los poderosos.
En momentos
en que el pueblo venezolano avanza en logros sociales importantes a partir
de controlar su renta petrolera; y cuando en Bolivia se discute la nacionalización
de los recursos naturales, en nuestro país la política oficial parece
ir bastante a contramano: se mantienen los privilegios empresarios, se
sofocan con represión las protestas, se militariza la Patagonia, se silencia
a la prensa corporativa por medio de pautas publicitarias. Tal vez desde
ese lado no haya que esperar otra cosa. En su lugar, a lo mejor habrá
que continuar uniendo y uniéndose a las distintas reivindicaciones por
el territorio y los bienes estratégicos, en un marco de reclamo cada vez
más generalizado de defensa de nuestros recursos. Los trabajadores, mientras
tanto, seguirán en la ruta, que no está en función de la integración de
los pueblos, sino del saqueo para las multinacionales. Todo esto en la
provincia del presidente.
Volver.
El
Movimiento intersindical Clasista
A nivel nacional, se está
formando un movimiento que agrupa a muchos trabajadores que plantean un
sindicalismo clasista y antiburocrático. La mayoría, además, hace un fuerte
reclamo por la participación de las bases. En su heterogeneidad, nos parece
un paso importante de avance. Por eso nuestra pequeña fuerza la vamos
a aportar a construir con otros compañeros ese movimiento. Y tratar de
que ese espacio sea democrático y nos permita coordinar tareas. Algunas
ya las estamos empezando a hacer.
El plenario el 10 de diciembre
El último encuentro nacional
se realizó nuevamente en la Facultad de Ingeniería, en Buenos Aires, a
fines del año pasado. En la reunión participaron unos cuatrocientos delegados
y militantes sindicales y se aprobó la formación de un Movimiento que toma el nombre de Intersindical Clasista.
Además, en el congreso, que
funcionó a modo de una gran asamblea, se decidió impulsar distintas movilizaciones
y campañas. Para llevarlas adelante, se consensuó la formación de una
mesa nacional y la promoción de mesas regionales, donde distintos delegados
discutan propuestas para las acciones. En la mesa nacional están presentes
unos veinte compañeros referentes de diversas luchas y procesos de organización,
como el Subte, AMsafe, el Bauen, SIMECA, ferroviarios, algunas seccionales
de ATE y SUTEBA, aeronáuticos, entre otras organizaciones. La fábrica
recuperada FASINPAT (ex-Zanón) también fue invitada a integrarse.
Campañas que se acordaron trabajar
1. por aumento salarial, 82% móvil para
las jubilaciones, reducción de la jornada laboral, contra la precarización
laboral y la desocupación;
2. contra la criminalización de las
luchas obreras y populares, por la libertad de los presos políticos y
el desprocesamiento de todos los luchadores populares;
3.
por la problemática de la igualdad de géneros
(igualdad de derechos de las mujeres trabajadoras);<
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no esta todo o si?
Por estela -
Thursday, Mar. 30, 2006 at 6:13 PM
Buena nota la segunda, pero arreglen algo que las ultimas no se logran ver.
fiesta en el faldon
Por aule -
Friday, Mar. 31, 2006 at 5:28 PM
auleunlp@yahoo.com.ar
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