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Genocidios indígenas, la historia enterrada
Por reenvío agencia walsh - Tuesday, Apr. 04, 2006 at 10:07 AM

El reciente hallazgo de unos 27 cadáveres de indígenas pilagá, exterminados durante una matanza en 1947, desenterró uno de los pasajes más virulentos de la historia argentina: el genocidio de los pueblos aborígenes



(Eduardo Rodríguez-Baz (PL) (Argenpress/ 31/03/2006) El reciente hallazgo de unos 27 cadáveres de indígenas pilagá, exterminados durante una matanza en 1947, desenterró uno de los pasajes más virulentos de la historia argentina: el genocidio de los pueblos aborígenes.

Los restos de los pilagá, parientes lingüísticos de los tobas y wichis, fueron encontrados el pasado 17 de marzo en un paraje de la provincia de Formosa, a más de 1.200 kilómetros de Buenos Aires, por el Equipo de Investigación de Crimen Forense.

Enrique Prueger, a cargo del grupo de expertos, reveló a la prensa ese día que algunos de los restos humanos descubiertos hasta el momento pertenecen a una mujer y otros a un niño.

Según el especialista, no se trata de una fosa, sino que los cadáveres están diseminados en un descampado ubicado a escasos kilómetros de Pozo del Tigre, una zona de difícil acceso donde para recorrer 16 kilómetros se necesita una hora de viaje en camioneta.

Prueger realizó el procedimiento junto a peritos de la policía formoseña, como parte de una investigación autorizada por el juez federal Marcos Quinteros y que en diciembre de 2005 permitió comenzar las excavaciones.

El luctuoso hecho, prácticamente desconocido, ocurrió en octubre de 1947 y se inscribió en los anales de la historia argentina como La masacre de Rincón Bomba, cerca de la ciudad de Las Lomitas.

Debieron pasar casi seis décadas para que este terrible acontecimiento saliera a la luz.

En abril de 2005, los abogados Carlos Díaz y Julio García presentaron una denuncia contra el Estado Nacional por haber cometido crímenes horribles contra el pueblo Pilagá.

Solicitaron ante el Juzgado Federal de Formosa que se le pague una indemnización 'por daños y perjuicios, lucro cesante, daño emergente, daño moral y determinación de la verdad histórica'.

Gracias a los estudios realizados durante cinco años por ambos magistrados, quienes representan a la Federación Pilagá, hoy se puede conocer un poco más de aquel verdadero calvario.

Más de 750 integrantes de esa etnia resultaron entonces asesinados cuando, tras negarse a trabajar como esclavos en los ingenios azucareros de la vecina provincia de Salta, fueron echados por los capataces y retornaron a sus comunidades en Las Lomitas.

De vuelta a Formosa, la muerte los volvió a asechar ante la escasez de comida.

Luego de reclamar ayuda a las autoridades nacionales, el gobierno del entonces presidente Juan Domingo Perón envió un tren con ropas, alimentos y medicinas, pero gran parte del cargamento nunca llegó a sus manos y la comida la recibieron en mal estado.

Sin embargo, los indígenas fueron víctimas de la desidia de los funcionarios provinciales, lo cual precipitó una masacre ejecutada por uniformados de la Gendarmería Nacional que desoyeron órdenes en sentido contrario de sus superiores.

De acuerdo con Díaz y García, entre 400 y 500 nativos murieron por el fuego de las ametralladoras, a los que se sumaron numerosos heridos y más de 200 desaparecidos, entre ellos muchos niños.

Recortes de periódicos de la época, rescatados por los juristas, dieron cuenta que tres vagones llegaron a Formosa a mediados de septiembre, pero el delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, los dejó abandonados en la estación.

A principios de octubre llegaron a Las Lomitas merced a la intervención del gobernador provincial, quien tras enterarse de su retención dispuso la salida inmediatamente.

Pero ya era tarde, un solo compartimiento estaba lleno y en los otros dos apenas quedaba la mitad de la carga, mientras que los alimentos se habían descompuesto.

Aún así, se repartieron en el campamento y al día siguiente 50 de ellos murieron por los efectos de la intoxicación.

Pensando que se trataba de una acción premeditada, los autóctonos salieron varias veces a reclamar de manera pacífica hasta que los gendarmes rodearon el campamento y dispararon sus fusiles contra los cuerpos inermes de niños, mujeres y ancianos.

Tras el hallazgo del pasado día 17, Díaz confesó estar consternado: es la primera vez que encontramos tamaña cantidad de cuerpos, lo que demuestra el genocidio que hubo en el país, denunció el magistrado.

Por su parte, el cura párroco de Las Lomitas, Francisco Nazar, solicitó a las entidades de derechos humanos acompañar la causa de los indígenas para que haya juicio, castigo y reparación histórica por las matanzas contra los pueblos originarios en Argentina.

'Es una tristeza muy profunda encontrar 27 cuerpos masacrados por el genocidio. Sale a la luz la historia negada que revela la impunidad que ha habido con los indígenas', sentenció el también fundador de la Pastoral Aborigen de la Iglesia Católica.

Nazar se dirigió en particular a las emblemáticas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo -cuyos hijos y nietos desaparecieron durante la última dictadura militar-, a quienes pidió involucrarse de manera directa en el esclarecimiento del atroz suceso.

Su llamamiento tuvo además como destinatario al presidente argentino, Néstor Kirchner.

Así como bajó el cuadro del ex dictador Jorge Rafael Videla (cabecilla del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976), que también descuelgue el de aquellos que masacraron a nuestros hermanos, concluyó el reconocido religioso.

Los abogados patrocinantes anticiparon que solicitarán a la Justicia la citación de unos 30 gendarmes que aún están con vida, con el fin de aportar en una causa de violación a los derechos humanos considerada imprescriptible.

De acuerdo con recientes censos, la comunidad pilagá está integrada en la actualidad por unas cinco mil personas, quienes residen en zonas rurales de las provincias de Formosa y Chaco, en el noreste de la nación austral.

AGENCIA DE COMUNICACIONES RODOLFO WALSH

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