Julio López
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Escritores conchetos
Por Anti borges - Sunday, Apr. 16, 2006 at 3:40 PM

Basta de escritorzuelos arrastrados

Hoy por canal 7 pasaron un reportaje al "escritor" Abelardo Castillo, un ser concheto y miserable.
Estas son algunas de las pavadas miserables (pero peligrosas) que dijo:
Me gusta la noche porque de día estan las movilizaciones que están en contra de uno.
De noche la ciudad se muestra como es con sus linyeras (como si los linyeras fuesen algo pintoresco).
También hablo de pavadas varias como el estado de su casa y otras boludeces borgianas y cortazianas.
Basta de escritores conchetos, cómodos, vagos y miserables que se arrastran por el piso asquerosamente con tal de no trabajar y que apoyan dictaduras genocidas como Borges cuando le fue a lamer el culo a Pinochet.

Y no solo eso, también dijo que el solo toma "colegas" en sus talleres (que
de seguro son para conchetos blancos y ricos porque deben ser carísimos)
queriendo decir obviamente que no quiere "principiantes", y luego mencionó
que una alumna suya había ganado el premio planeta (como si eso quisiese
decir algo realmente).
Pero todo esto no importa aca el único gran escritor fue Roberto Arlt, los
demás son casi todos arrastrados intelectualoides, cobardes y miserables que
nunca trabajaron en su vida y que pretenden vendernos un mundo de fantasía
construído por culos gordos y soberbios que obviamente no existe mas que en
sus psicóticas cabezas.

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calma
Por . - Sunday, Apr. 16, 2006 at 5:03 PM

soo, soo. estamos de acuerdo con que la mayoria de escritores y escritoras son perezosos colus gordos pero de ahi que arlt fue el unico buen escritor ahi un avismo. y no seamos dogmatico que mucha literatura de fantasia es buena. farenheit 451, rebelion en la granja, 1984, son todas de fantasia y son buenas. el realismo sovietico si que es una mierda literaria.

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Y vos que haces, gil, por el mundo,
Por Brutus - Sunday, Apr. 16, 2006 at 6:14 PM

Como sabes tanto de todos los escritores?. Ciclope.
¿Que te autoriza a denunciar "las boludeces Cortazianas"?. Sabes quien era el chabon por lo menos, para tratarlo de arrastrado?
¿Quien puta sos vos, Jean Paul Sartre?
Por favor, que pais bananero, estamos hechos mierda.

Bruta Mishiadura Intelectual

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Roberto Arlt ???????
Por Forro - Sunday, Apr. 16, 2006 at 7:44 PM

Trabajo en el diario argentino " Critica".
El "matutino del mediodia" a cargo de Natalio Botana apoyo desde su primerisima plana el golpe de estado del General Uriburu.
Arlt, era el mas importante destacado periodista de Critica.

Sin Palabras...

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Borges oligarca
Por Arltiana - Sunday, Apr. 16, 2006 at 9:08 PM

Lean esto de Arlt, tarados. Nadie pintó a la sociedad de su tiempo con tanta crudeza como él.



Ignoro si el público de Bandera Roja conoce cierto fenómeno que se está operando lentamente en nuestro ambiente burgués. Quiero referirme a los estragos que causa el bacilo de Carlos Marx, también si ustedes quieren, la espiroqueta comunista. Peor que la sífilis. Sí. Por un ciudadano bien intencionado caen diez atacados del mismo mal... y esos quedan incurables para siempre. ¿Qué incurables? Tan empecinados que no descansan hasta enfermar a otros. ¡Y el bacilo de Carlos Marx se multiplica indefinidamente!

Cómo enferman los burgueses de comunismo

Nuestra burguesía se está enfermando de comunismo. Despacito. Pero la vacuna prende. A Uds. debe interesarles el fenómeno. Claro está... Los tiempos cambian. Las rentas han disminuido. Las exigencias económicas han aumentado. La familia burguesa casi siempre tiene en la familia dos o tres chicas que van al cine. En el cine aprenden de qué modo se conserva la virginidad perdiéndola. Pero en conjunto, con el arte de dar besos en diversos estilos estas chicas aprenden involuntariamente otras cosas. Y un buen día largan la chancleta exclamando: ¡Estamos hartas de prejuicios!

Y hacen su vida. Una vida perfectamente individualista. Cuando un esclavo se libra de sus cadenas se vuelva inmediatamente al individualismo. Al anarquismo. Cree que haciendo lo que se le da la gana será feliz. Luego cuando se harta de hacer lo que se le antoja comienza a examinar la realidad de lo que le rodea. A decirse: "¿Por
qué esto?, ¿por qué aquello?"

En cuanto un ciudadano o una fulana se hicieron media docena de veces esta pregunta, la vacuna comunista empieza a prender en ellos. Por asco a la presente forma de civilización capitalista. Y como fuera de esta forma de civilización no existe otra más perfecta que la comunista, fatalmente los ojos se vuelven hacia Rusia. Se vuelve hacia Rusia de tal manera que anoto aquí una confesión de revendedor de libros: los libros que más se venden son aquellos que tratan de Rusia.

La angustia de los aprendices

En el desenvolvimiento de la "enfermedad" comunista, se produce un síntoma curioso: la angustia.

He conversado con muchas personas de la clase media que se interesan por el comunismo.

Esta gente después de decirle a uno:

-Sí, yo estoy de acuerdo con el comunismo -formulan la inevitable y tímida pregunta:

-Dígame, ¿qué es lo que hay de cierto en todo lo malo que se dice del comunismo? ¿Es posible que todos los diarios mientan a sabiendas sobre el comunismo?

Entonces no queda otro remedio que explicarle a esa gente que los diarios no tienen otra fuente de información que ciertas importantísimas agencias telegráficas e informativas extranjeras las cuales, a su vez, no son independientes sino que se encuentran al servicio de potentísimos capitales, y que a su vez estos potentísimos capitales no son independientes como se pudiera creer, sino que se hallan movilizados por directorios de accionistas... una novela de nunca terminar y que pone al descubierto cuán complicadísimas son las marañas del capital. (Léase Citröen, de Ilya Eremburg.)

¿Es cierto que las empresas de diarios no son independientes?

Se experimenta una especie de terror cuando se piensa en todo lo que ignora la gente, y que uno de buena fe creía que estaba enterada en la misma medida que el propagandista.

Otra angustia del simpatizante del comunismo es la siguiente, manifestada de esta manera:

-Yo estudio comunismo, me parece que todo es cierto, mas fíjese, cuando salgo a la calle y veo los tranvías que andan, los tenderos que venden sus tejidos, las casas de moda que funcionan como siempre, me digo: "¿Es posible el comunismo?"

Y entonces hay que explicarle a esta gente que en octubre del año 17, cuando el grupo comunista se apoderó del poder en Rusia, la gente iba a los teatros, a los bailes, a las exposiciones de pintura y a escuchar a las declamadoras de versos, y que si alguien tenía el mal gusto de acordarse de los comunistas, la gente se reía de "ese montón de locos".

Y el aprendiz de comunismo mueve nuevamente la cabeza entre triste y convencido.

La impaciencia

Todo simpatizante con la causa comunista, sobre todo cuando se inicia en los estudios del marxismo elemental se convierte en un impaciente. Es curiosísimo. Este individuo que vivió veinte, treinta años, tranquilamente en la sociedad capitalista, de la mañana a la noche quisiera que estallara la revolución, todo le parece lento y lejanísimo.

Alguien me preguntará:

-¿Con qué objeto enumera Ud. estas anomalías?

Con el fin de que aquellos que las experimenten, se pongan en guardia contra sí mismos. Tanto y tan mal se ha escrito sobre el comunismo, que incluso los más vivos simpatizantes se decepcionan y desilusionan por momentos, pues si por un lado está la evidencia de la realidad social, con su miseria, su crisis, sus guerras imperialistas, por el otro encontramos el material acumulado por los traidores de todos los matices, al servicio de la clase capitalista, los cuales no han vacilado en inventar mentiras, en deformar realidades, en señalar maliciosamente defectos que son naturales a toda revolución, incluso la más conservadora.

Hay gente que experimenta una satisfacción inmensa en decirle:

-Vea los rusos, hasta los mismos rusos confiesan que se han equivocado "en esto y en aquello".

El propagandista nuevamente se encuentra ante el problema de explicar por analogía que si Rusia se ha equivocado "en esto y en aquello", el régimen capitalista está a todas horas equivocándose de tal manera que sus equivocaciones se traducen en cerca de cuarenta millones de muertos de hambre sobre la superficie del planeta.

El motivo de este artículo

El motivo de este artículo es lo siguiente:

Hacer comprender a todo tibio simpatizante con la causa de Rusia que su deber, su único, exclusivo deber, es estudiar de continuo. Un propagandista preparado es un arma de combate terrible. Una especie de cultivo de bacilos elevado al máximum de su poder tóxico.

No basta la intención, la simpatía, ni el entusiasmo. Hay que reemplazar el entusiasmo por una conducta fría, concentrada. El boxeador que se entusiasma o se enoja en el ring, pierde en el noventa por ciento de los casos la pelea. El que ganó es el otro, el calmoso, el tranquilo, el que ubica sus trompadas con precisión de cañonazos.

La multitud necesita el entusiasmo para actuar. El individuo, la serenidad. Y la serenidad nace del conocimiento.

Muchos dirán:

-No tengo tiempo de estudiar.

Todo hombre dispone de una hora para estudiar en el día. De media hora. Y basta la media hora utilizada concienzudamente para que los resultados sean sorprendentes en poco tiempo.

Un partido compuesto de hombres, de los cuales cada uno es técnico en la ideología en que se basan sus principios, disfruta de una fuerza tan extraordinaria de penetración que nada se le resiste.

Pero para esto hay que estudiar, estudiar y estudiar. Nada más.

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Muy bueno !!
Por A - Sunday, Apr. 16, 2006 at 9:26 PM

LA verdad que como Arlt no habra otro igual ...

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aguante borges
Por mercedes - Sunday, Apr. 16, 2006 at 11:00 PM

el viejo borges escribió de una manera brillante, sus opiniones políticas y su vida burguesa quedará en el olvido, pero sus cuentos son geniales, es tonto perderse de el placer de leer a borges.

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la literatura
Por Horatius - Monday, Apr. 17, 2006 at 12:12 AM

Esa persona que pretende difamar a Castillo en su puta vida habrá leido una sola línea de Castillo, también en la volteada le pega a Borges y rescata solo a Roberto Arlt, no tiene ni idea de lo que habla, se olvidó que hubo un Haroldo Conti, pero ni debe saber quién fue.
Cuando se usa el filtro de la ideología para forzar un diagnóstico pasa lo mismo que si querés explicar la botánica con las leyes de la zoología.
La literatura es otra cosa, querido, hace bastante que se cerró la discusión Boedo/Florida, y vos no te enteraste, existe buena y mala literatura más allá de la ideología de sus autores, (por ejemplo Bucay es una cagada, Castillo es un maestro).
Vargas LLosas es un energúmeno burgués pero más de uno quisiera manejar el idioma como él y escribir una novela como La guerra del fin del mundo. O Las panteras y el templo de Abelardo Castillo, o El Aleph de Borges.
Ví que en otro thread le daban al flaco Spinetta por unas declaraciones, con el mismo molde de este tema: el filtrado ideológico. El día que el discurso de esos nabos me haga sentir y pensar un 1 % de lo que me hizo sentir y pensar en estos 30 años todo el arte del flaco Spinetta, el día que me haga gozar de las palabras y me emocione como lo hace un cuento de Castillo, podré empezar a darle un poco de credibilidad a ese discurso.
Mientras tanto dejen en paz a los artistas, con sus contradicciones y con su genialidad, a los trotskistas y a los de criterio abierto les pediría que lean Literatura y revolución del viejo León, que sin ser palabra santa dió bastante en el clavo.
Zapatero a tus zapatos, hacé análisis político si te da el cuero, pero no pretendas dar cátedra de lo que sos absolutamente desconocedor. La literatura se juzga por las palabras escritas, no por las declaraciones de los autores. Y el fin de la literatura no es "crear conciencia", ese argumento es similar al cierto fundamentalismo religioso para quien la finalidad del sexo es únicamente la procreación. El sexo y la literatura tienen otro objetivo: el placer.
Un tipo que lee seguramente es más feliz y tiene más herramientas para pensar y actuar en la realidad que un nabo encerrado en un discursito fundamentalista y que jamás gozó de una lectura sin anteojeras.

bai bai.

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¿"Los demàs son casi todos" què?
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 12:20 AM
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¿"Los demàs son...
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RODOLFO WALSH: ESCRITOR, PERIODISTA, GUERRILLERO
Y "ARTESANO DE LA INFORMACION".

Nació en Choele Choel en 1927, provincia de Río Negro. Descendiente de irlandeses, supo de miserias tempranamente y cuando la situación se hizo insostenible Rodolfo fue enviado a un colegio irlandés para huérfanos y pobres.

A los 17 años consiguió un empleo de corrector en la Editorial Hachette. En 1953, en esa misma editorial, publicó la primera antología de cuentos policiales argentinos. Ese mismo año apareció Variaciones en rojo, tres novelas policiales cortas, cuyas únicas malas críticas fueron las del mismo Walsh años más tarde. Con este libro ganó el Premio Municipal de Literatura.

1956 fue un año fundamental en la vida de Rodolfo. En el mes de junio se enteró de los fusilamientos clandestinos de José León Suárez . Algunas de las víctimas habían sido protagonistas de la insurrección comandada por el Gral. Valle, adepto al peronismo, contra el gobierno de facto de Aramburu; otros formaron parte de esta historia sólo por casualidad. La obsesión de Walsh comienza al enterarse que había sobrevivientes. "...Ahora durante casi un año no pensaré en otra cosa, abandonaré mi casa y mi trabajo, me llamaré Francisco Freyre, tendré una cédula falsa con ese nombre, un amigo me prestará una casa en el Tigre, durante dos meses viviré en un helado rancho de Merlo, llevaré conmigo un revólver y a cada momento las figuras del drama volverán obsesivamente..."

La publicación del libro no fue para nada sencilla. Una vez que tuvo reporteado a Livraga, uno de los sobrevivientes, y escrita la historia, nadie quiso publicarla. Fue Luis Benito Cerruti Costa, en ese momento director de Revolución Nacional, el primero que se animó. Allí apareció "Yo también fui fusilado", el reportaje a Livraga. Pero fue en Mayoría donde se completó la campaña de denuncia de la masacre, bajo el título de "un libro que no encuentra editor".

Como dice Mario Benedetti en una de sus poesías "Rodolfo convirtió la realidad en su obra maestra". Luego de Operación Masacre comenzó a indagar sobre el asesinato de Marcos Satanowsky, un abogado especializado en asuntos comerciales, ocurrido en 1957. Los resultados recién se publicaron en formato de libro en 1973 con el título Caso Satanowsky.
Walsh se unió a Prensa Latina, en La Habana, meses después de empezar a funcionar la agencia, en 1959.En las oficinas de Prensa Latina funcionaban cuatro teletipos. A comienzos de 1961 recibieron por una de esas máquinas un extenso e ininteligible conjunto de letras. El enigmático mensaje llegó a manos de Rodolfo, que se empeñó en descifrarlo hasta que lo logró. Descubrió que aquello era un mensaje de la Embajada de Estados Unidos en Guatemala donde estaba todo el proyecto del que derivaría el desembarco de Playa Girón. "

En todas sus obras, aún en las que parecían de ficción simple, se distinguió por su compromiso con la realidad, por su talento analítico inverosímil, por su valentía personal y por su encarnecimiento político. Para mí, además de todo eso, fue un amigo alegre cuya índole apacible se parecía muy poco a su determinación de guerrero. Pero sobre todo, seguirá siendo para siempre el hombre que se adelantó a la CIA" , escribió Gabriel García Márquez

En 1968, siendo el director del semanario CGT investigó el enfrentamiento y la muerte de dos militantes del peronismo revolucionario (sobre quienes recaían las culpas del hecho) y Rosendo García, un matón y capitalista del juego. De esta investigación surgió Quién mató a Rosendo, libro en el que logra desentrañar los años del vandorismo.
"Los dos volúmenes de cuentos que publicó entre 1965 y 1967 -Los oficios terrestres y Un kilo de oro-anonadan por su perfección" , dijo Juan Sasturain. Una consulta realizada por el crítico Sergio Olguín a 68 escritores, críticos y editores reveló que Esa mujer es considerado el mejor cuento jamás escrito en la Argentina.
A partir de 1970 comienzan sus años de militancia en el Peronismo de Base, para luego pasar a la agrupación Montoneros. Luego del golpe de estado de 1976 Walsh ideó ANCLA, Agencia de Noticias Clandestinas. "Para él -dijo Verbitsky- la agencia no debía ser un canal de propaganda de una organización sino de difusión popular, consecuente con su definición de la resistencia como patrimonio del pueblo".

A fines de 1976 Rodolfo discrepaba abiertamente con la dirigencia de Montoneros. Sin llegar a romper con la organización inició su repliegue personal. La desaparición de amigos y compañeros, la caída de su hija, hicieron que Walsh se alejara de Buenos Aires.

La "Carta de un escritor a la Junta Militar" es una obra maestra del periodismo y una inmensa demostración de coraje. Él conocía los hechos y sabía que debía comunicarlos, eso fue lo que hizo. El 25 de marzo de 1977, envió diez copias a diferentes medios y organismos argentinos e internacionales, el mismo día en que el Grupo de Tareas 3 de la Escuela de Mecánica de la Armada lo fue a buscar.

Lo que ellos ignoraban es que esa batalla ya la tenían perdida, a Rodolfo Walsh podían matarlo pero ya no podían callarlo. "Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles"

* ( Articulo escrito por Lorena Veroli )

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Algunas obras de Walsh :

-Variaciones en rojo (1953)
- Antologia del cuento extraño (1956)
-Los oficios terrestres (1965) (Esa Mujer)
-Un kilo de oro (1967)
-Cuentos para tahúres (en Diez cuentos policiales, 1953)
-Operación masacre (1957)
-¿Quién mató a Rosendo? (1969)
-Caso Satanowsky (1973)
-La granada (1965 )
-La batalla (La batalla)
-Un oscuro dia de justicia
-Otros escritos.


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Carta de Rodolfo Walsh Roberto Fernàndez Retamar
 
Buenos Aires. abril 27 de 1972

Querido Roberto:

   Aprovecho el viaje de la Cra. para responder tu carta reciente. Como te habrás enterado por los cables internacionales, la situación aquí se ha vuelto bastante crítica. Quien más quien menos tiene la sensación de andar "regalado", como dice el hampa de los que tienen poca vida en los papeles. La rebeldía tipo "cordobazo" se ha institucionalizado hace poco tuvimos una en Mendoza y probablemente no desaparezca de la escena argentina en esta década. El régimen no ha conseguido tampoco desalojar a la guerrilla, que a pesar de algunos reveses también se prepara para una lucha de muchos años. De la otra vereda, la tortura así como el secuestro y asesinato de militantes, se han consagrado en costumbre semanal o cotidiana. Algunos amigos han muerto, otros están presos, a otros no se los ve tan a menudo como uno quisiera. Uno se acostumbra a tener la casa limpia, a no llevar un diario íntimo ni una libreta de direcciones, a quemar las cartas de La Habana qué se le va a hacer , a mirar siempre los dos lados de la calle y presumir que cualquier teléfono está "pinchado", a no salir de noche, a que haya alguien que nos llame periódicamente para ver si seguimos existiendo. Otros se disponen mentalmente a soportar la tortura sin hablar, como lo han hecho la mayoría de los que cayeron presos, otros sueñan raras pesadillas. Por encima de esa preocupaciones la gran ciudad sigue su vida aparentemente normal, con su inmensa bobería industrializada, y cada uno se inserta en ella como puede, temiendo, sufriendo, simulando, gozando a veces con anécdotas como la del difunto general Sánchez, que aseguraba haber extirpado de Rosario el 85 por ciento de la guerrilla, y el 15 por ciento que quedaba lo cortó en dos con una ráfaga de Fal: primer general, desde la guerra de la Independencia, que muere en combate, aunque eso no tuvo oportunidad de pensarlo, distraído como estaba en su monumental imbecilidad.
   En este clima, comprenderás que las únicas cosas sobre las que uno podría o desearía escribir, son aquellas que precisamente no puede escribir, ni mencionar; los únicos héroes posibles, los revolucionarios, necesitan del silencio; las únicas cosas ingeniosas, son las que el enemigo todavía desconoce; los posibles hallazgos, necesitan un pozo en que esconderse; toda verdad transcurre por abajo, igual que toda esperanza; el que sabe algo, no lo dice; el que dice algo, no lo sabe; el resultado de los mejores esfuerzos intelectuales se quema diariamente, y al día siguiente se reconstruye y se vuelve a quemar.
   Este cambio doloroso es sin embargo extraordinario. Para algunos, la vida está ahora llena de sentido, aunque la literatura no pueda existir. El silencio de los intelectuales, el desplome del boom literario, el fin de los salones, es el más formidable testimonio de que aun aquellos que no se animan a participar de la revolución popular en marcha lenta marcha , no pueden ya ser cómplices de la cultura opresora, ni aceptar sin culpa el privilegio, ni desentenderse del sufrimiento y las luchas del pueblo, que como siempre está revelando ser el principal protagonista de toda historia. [...]
   ¿Qué otros nombres puedo sugerirte? Haciendo un repaso, veo que Uds. han invitado a todos los intelectuales nuestros que merecían ser invitados (dentro de lo que yo sé); algún día se verá lo importante que ha sido, a pesar de ciertas apariencias, ese contacto con la revolución viva del pueblo cubano. Sólo encuentro una excepción notable: Leónidas Lamborghini, poeta de primera magnitud, que se declaró peronista en las épocas duras, cuando la inmensa mayoría de los intelectuales (yo incluido) no advertíamos la potencialidad revolucionaria que encerraba el peronismo, por el hecho elemental de que su eje era y es la clase obrera. Lamborghini es además delegado sindical en el diario Crónica, en un momento en que algunos periodistas están bajo el fuego de la represión: Casiana Ahumada presa, otros dos cros. (lkonikof y Alsina) presos y salvajemente torturados, otro Jozami, que acaba de salvar milagrosamente la vida tras un secuestro policial.
   En algún momento creo que te mencioné a Aníbal Ford: es un gran Cro., pero no sé en qué anda. La mujer de Noé, Tununa Mercado, es buena cuentista, trabaja en La Opinión, ha ensenado literatura argentina en Francia y sobre todas las cosas es una compañera excepcional. Mi lista se acaba ahí: puede haber otros, pero como te digo, estoy un poco desvinculado.
   ¿Nos veremos? Lilia y yo no perdemos la esperanza de que alguna coyuntura favorable lo permita. Entretanto te rogamos transmitir a todos los amigos y compañeros nuestro cariño, nuestra confianza y, por encima de todas las cosas, nuestra inconmovible seguridad en la victoria de los pueblos que profetizaba el Che. Un abrazo,

Rodolfo

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Y hablando de grandes...
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 12:27 AM

Y hablando de grande...
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Algunas Obras de Julio Cortàzar




• Los Reyes (1949)


• Bestiario (1951)


• Final de Juego (1956)


? Continuidad de los parques


? No se culpe a nadie


• Las armas secretas (1959)


• Los premios (1960)


• Historias de Cronopios y de Famas (1962)


? Instrucciones para subir una escalera


? Historias de Cronopios y de Famas


? Conducta en los velorios


• Rayuela (1963)


• del capítulo 7


• del capítulo 68


• Todos los fuegos el fuego (1966)


• La vuelta al día en ochenta mundos (1967)


? la máquina para leer Rayuela y otras historias


• 62/Modelo para armar (1968)


• Último round (1969)


• La prosa del Observatorio (1972)


• Libro de Manuel (1973)


• Octaedro (1974)


• Alguien anda por ahí (1977)


• Territorios (1978)


• Un tal Lucas (1979)


? Lucas, sus pudores


• Quremos tanto a Glenda (1980)


• Deshoras (1982)


• Nicaragua tan violentamente dulce (1983)


• Los autonautas de la cosmopista (1983, escrito con Carol Dunlop)


• Divertimento (1986)


• El Examen (1986)


• Diario de Andrés Fava (1995)


• Adiós Robinson (1995)


Y al que no lo sepa, podrìamos hablar largo y tendido sobre el compromiso polìtico y social del autor.

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... sigamos con los grandes de verdad
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 12:42 AM
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... sigamos con los ...
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ENRIQUE MEDINA


El escritor Enrique Medina, (Buenos Aires, 1937). estudió pintura y cine.
Por motivaciones personales recorre latinoamérica durante 10 años. En ese lapso trabaja como periodista freelance, marionetista, actor y director de teatro independiente.
Vuelve al país y  trabaja en cine publicitario en el estudio de Juan José Stagnaro. Integra el equipo de cámara e iluminación de Ricardo Aronovich en el cortometraje de Humberto Ríos “Faena”. Luego trabaja con el cameraman e iluminador Alberto Basaíl, y en películas de Raúl de la Torre (Juan Lamaglia y Sra.), Néstor Paternostro (Paula contra la mitad más uno).
También se desempeña como cameraman en el Canal 11 de televisión.
En 1972 publica su primera novela: Las Tumbas. La repercusión de crítica y público es impresionante.
Hace crítica de teatro en el diario “Buenos Aires Herald”.

Desde que el gobierno de Isabel Martinez de Peròn secuestra su novela “Sólo Ángeles” ( junto a “The Buenos Aires Affair” de Manuel Puig), y hasta el fin de la dictadura en 1983, Enrique Medina es constantemente prohibido y perseguido por su literatura cuestionadora y frontal, siempre lejos del acartonamiento burocrático de la cultura oficial.
En el libro “Un golpe a los libros” de H. Invernizzi y J. Gociol (Eudeba, 2002), que trata el tema, hay un capítulo enteramente dedicado a EM.

En 1976 es invitado a la exposición internacional "Images-Més sages d'Amerique Latine" celebrada en París. Dicha muestra tuvo por objeto dar espacio a los artistas perseguidos de Latinoamérica.

Escribe para el semanario “Nueva Presencia” de Buenos Aires cuya aparición tenía, como meta concreta, oponerse a la dictadura militar.
También escribe para el diario “Síntesis” de México. Y colabora en las revistas Satiricón, Humor, El Gráfico, entre otras.

En 1982 la Sociedad Argentina de Escritores le confiere la "Faja de Honor" por su novela "Las muecas del miedo".
En 1984 La Universidad de Cuyo lo declara "Visitante de Honor" en virtud al reconocimiento de su obra y a la persecución sufrida durante la tiranía militar. En 1989 es invitado a la Universidad de Orleans. En 1990 es invitado al primer “Festival Internacional de la Poesía Árabe”, celebrado en Bagdad, Irak.

Dirige la publicación de la biblioteca “Latinoamérica Viva”, para Editorial Abril; y la colección “El Paraíso Perdido” para la editorial “Milton-Galerna”.
Participa en el III Congreso Nacional de Literatura Argentina organizado por la Universidad de San Juan.
Como guionista cinematográfico de “Perros de la Noche” (basada en su novela) recibió los tres primeros premios más importantes del rubro que se otorgan en el país: el “Cóndor de Plata” de los Cronistas Cinematográficos, el de ARGENTORES, y el Premio Nacional.

En 1991 es invitado a la Sorbona. En 1992 en la Maison de L´Amerique Latine, el poeta Argentino (radicado en Paris) Saul Yurkievich y Perla Petri presentan su primer libro en francés  "La vengeance". Gana el Primer Premio Municipal por su libro de relatos “Deuda de Honor”.
En 1996, junto a Osvaldo Soriano es invitado al Festival Internacional de Literatura de Saint - Malo, Francia.. En 2002 es invitado al “Primer Encuentro de Escritores Latinoamericanos” celebrado en Lyon (Francia).
Lleva publicados 23 libros: 7 de relatos, 1 de ensayos, 1 de teatro infantil, y 14 novelas.

Su obra ha sido traducida parcialmente al portugués, inglés, francés, húngaro, polaco y yugoslavo. Figura en antologías nacionales e internacionales.

Algunas de sus novelas y cuentos fueron llevados al cine y al teatro.
En la actualidad es columnista dirige su propio Taller de Literatura.
Asiduamente es requerido desde distintos puntos del país para dictar conferencias, organizar y dirigir talleres literarios, presidir jurados de concursos, seminarios, debates, etc.  Su literatura, que constantemente se recuesta en las cuerdas de un singular naturalismo y un realismo por momentos exacerbados, abunda en diálogos y monólogos netamente teatrales y cinematográficos.


Conclusiòn:
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Sin ninguna duda, Roberto Arlt ocuparà un destacado lugar en la literatura Argentina... aunque muy por detràs de los 3 autores arriba citados.

atentos saludos

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increible
Por l - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:03 AM

la verdad q este comentario es indignante/patético... no lo puedo comprender, no se q carajo pretende cierta gente, ¿que todos seamos iguales, pensemos lo mismo, seamos revolucionarios y si no somos una mierda? increible la verdad, no se aprendió un carajo de la historia

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SOBRE MEDINA Y OTROS GRANDES
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:03 AM

MEMORIAS DEL SUBSUELO
(entrevista Enrique Medina, por Walter Marini)


“Medina es un efecto literario y las causas no se detentan. ‘La vita se la vive o se la escrive’, decía Pirandello. Medina hizo las dos cosas. Otros no llegan más que a escribirla sin haberla vivido.”
Isidoro Blaisten, Prólogo a Las hienas, 1975.


En los primeros meses del año 1972 Enrique Medina sacudía al mundo literario con una de las novelas más devastadoras que se hayan escrito en Argentina: Las tumbas. Este relato semi-autobiográfico que describió con minuciosidad la vida en las cárceles de menores llamadas eufemísticamente “institutos”, significó su espectacular ingreso al ámbito de las letras y es sin lugar a dudas una de sus grandes novelas, junto a El escritor, el amor y la muerte, Perros de la noche o Las muecas del miedo. Cuestionador por naturaleza, Medina es uno de los escritores más violentos que dieron estas tierras. Su prosa desprovista de pomposidad y de clichés narrativos es el punto fuerte de una trayectoria sin igual.

Tal vez aquellas reuniones a fines de los sesenta en el bar La academia de Callao y Corrientes junto a los hermanos Lamborghini, el poeta Marcelo Uzal, el fotógrafo Roberto Magri o aquellas tardes en las que era uno más en las charlas que Leopoldo Marechal mantenía con otros jóvenes entusiastas por el arte y la política en el departamento de la calle Rivadavia del autor de Adán Buenosayres fueron las que provocaron la decisión para que se dedicara a escribir.

Medina no tiene discípulos ni precursores, se mantiene al margen de todo, como lo estuvo durante su infancia y su adolescencia en los institutos y como lo estuvo, en el “mundillo” de la literatura -generalmente compuesto por escritores de clase media y alta- sufriendo la prohibición de sus libros bajo el gobierno peronista y la última dictadura militar. Hoy, con el peso de aparecer como un solitario, el escritor no se detiene y continua escribiendo.

La vida en los institutos

“Es como yo la planteé en Las tumbas. Un desastre. A veces me preguntan cómo fue en la época de los militares, y debe haber sido mucho peor que cuando yo estuve, lógico. Si veías lo que pasaba en la calle... imaginate adentro. En verdad los institutos no sirven para nada, son la antesala del infierno. Cuando las damas de beneficencia fundaron estos lugares estaban bien intencionadas. Eran las mujeres de los políticos conservadores que al no tener nada que hacer y querer figurar decían: “Es como yo la planteé en Las tumbas. Un desastre. A veces me preguntan cómo fue en la época de los militares, y debe haber sido mucho peor que cuando yo estuve, lógico. Si veías lo que pasaba en la calle... imaginate adentro. En verdad los institutos no sirven para nada, son la antesala del infierno.

Cuando las damas de beneficencia fundaron estos lugares estaban bien intencionadas. Eran las mujeres de los políticos conservadores que al no tener nada que hacer y querer figurar decían: ‘chicas, hagamos algo por los pobres’ y en un principio estuvo bien hecho pero ¿qué fue lo que pasó? Apareció la burocracia, que mata toda buena intención y se transforma en un monstruo corrupto. Al tiempo que crecen los institutos crece la burocracia, o al revés, es lo mismo. Hoy el pibe que está en un instituto sale una millonada de pesos.
Si a esos chicos los ponés en hogares sustitutos con gente que quiera adoptarlos y considerarlos parte de la familia, salen mucho más baratos y personas de bien. Pero la política necesita de la burocracia para pagar favores políticos, y esto ocurre en todos los órdenes.

De los pibes vive mucha gente: directores, porteros, celadores, celadoras, psicólogos, etcétera y etcétera, fláccidas nalgas que sólo calientan asientos, que por lo visto, viendo la realidad hoy, no han hecho bien su trabajo, si es que lo han hecho. Es la misma historia que con diputados, senadores, concejales o jueces: sueldos, partidas, coimas, jubilaciones de privilegio, mejor no hablar. Si hacés un promedio de todos los gastos que hay para minoridad y lo dividís por la cantidad de chicos en cada instituto te vas a dar cuenta que cada uno sale al día un montón de plata. Pero de esa cantidad el mayor porcentaje es para la burocracia parasitaria con escritorios para secretarios de secretarios, profesionales especializados, en fin...

* Escrito por Walter Marini

(Publicado en Sudestada, revista cultural de zona sur, edición gráfica
Nº 28)


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LOS MILICOS SABIAN QUIENES ERAN LOS MAS GRANDES
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:33 AM
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QUEMA DE LIBROS DURANTE LA DICTADURA MILITAR

La hoguera del miedo

El 24 de marzo se cumplen treinta años del Golpe militar que derrocó al gobierno peronista en 1976. Es un aniversario que sirve para recordar una vez más a los desaparecidos, a los asesinados, a los torturados y exiliados. También para señalar que la dictadura militar tuvo un plan para exterminar a la oposición que no sólo consistió en persecución y muerte, sino en la ejecución de una estrategia para el vaciamiento económico y cultural de la sociedad.


Una de las tantas atrocidades que cometieron los militares y sus cómplices civiles fue la quema de libros que no comenzó en la Argentina del ’76 pero que en el marco de esa política represiva fue para el Proceso una práctica “purificadora” del ser nacional. También hubo otros fuegos que encendieron quienes temían una represalia por tener una biblioteca que los inquisidores podían calificar como “subversiva”.

Otro recurso fue tirar libros en inodoros y pozos ciegos o el enterramiento como destino de la literatura y la prensa que podía servir como pretexto para un operativo.
Con la democracia los hijos de aquellos jóvenes lectores de los setenta se enteraron que aún estaban escondidas aquellas bolsas con los ejemplares olvidados junto a la higuera del fondo de la casa. Destruidos por la humedad o convertidos en cenizas, los libros vuelven a las bibliotecas como los cuerpos a la playa después de los vuelos de la muerte.

En 2002 la publicación de Un golpe a los libros, de Hernán Invernizzi y Judith Gociol mostró la trama del aparato represivo en la cultura. Para recrear el clima de aquellos años recurrimos a esa investigación y al testimonio de los protagonistas de la época. Invernizzi asegura que la dictadura militar tuvo un plan concreto y aclara que “no significa que se trataba sólo de un plan de destrucción. Era un proyecto de control, censura y producción de cultura tanto en la educación como en la cultura y la comunicación

Eudeba

La cultura fue un lugar donde la derecha peleó cada lugar de poder. Un ejemplo es el caso de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, Eudeba. El 25 de mayo de 1973 fue designado rector de la Universidad de Buenos Aires Rodolfo Puiggrós, quien nombró presidente del Directorio al escritor Arturo Jauretche y director ejecutivo al periodista Rogelio García Lupo. El autor de El medio pelo en la sociedad argentina falleció el 25 de mayo de 1974.
García Lupo renunció cuatro meses después. Reconoce que “sabíamos que íbamos a tener muchos problemas. Pensábamos en discusiones por los proyectos editoriales pero no en agresiones físicas. El proyecto de fondo consistía en la edición de las obras completas de tres intelectuales argentinos: Leopoldo Lugones, que era una figura que les servía a todos: a los anarquistas, a los fascistas y a los nacionalistas; Carlos Astrada, un filósofo marxista y Manuel Ugarte, quien era muy representativo de la intelectualidad procedente del socialismo que había desembocado en el primer gobierno de Perón. Tuvimos amenazas cuando anunciamos el plan editorial y al tiempo decidimos irnos porque la presión era insoportable. Pero ocurrió una cosa insólita. Teníamos la idea de hacer la revisión de la obra de Lugones de manera cronológica. Empezar por el Lugones anarquista y seguir con el socialista.

Un día me llamó el abogado Valentín Thiebaut, director ejecutivo del nuevo Directorio -ya con Alberto Ottalagano como interventor de la UBA-, y me dice: ‘tengo un problema. No puedo cumplir con el contrato de Lugones si empezamos por la etapa izquierdista... ¿No podemos arrancar por la fascista..?’”

En julio de 1974 un grupo comando entró al taller gráfico donde Eudeba imprimía parte de sus libros al grito de “¿Dónde está El marxismo de Lefebvre?” Antes que el imprentero Polosecki pudiera dar una respuesta prendieron fuego un sector pero en el apuro los asaltantes se equivocaron de libro.

En julio de 1976 fue designado director ejecutivo de Eudeba el político socialista Luis Pan, quien le entregó al Comando del Iº Cuerpo de Ejército parte del fondo editorial con los libros censurados. El 27 de febrero el teniente primero Xifra dirigió el operativo que terminó con la quema de casi noventa mil volúmenes en el predio de Palermo. Rogelio García Lupo vio cuando los soldados cargaban los camiones con los ejemplares de su gestión. “Pan fue quien llamó al Ejército y puso en sus manos toda esa ‘literatura pecaminosa’. El temía que alguien dijera ‘¡pero este Pan también es socialista..!’ Con esa operación compró protección, fue como una prueba de amor”.

El fuego purificador y la autocensura

La práctica piromaníaca del Proceso tiene ejemplos como los siguientes, ambos de 1976. En Córdoba el interventor de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, teniente primero Manuel Carmelo Barceló, sacó de la biblioteca y mandó a incinerar títulos de Margarita Aguirre, Pablo Neruda y Julio Godio, entre otros. En la misma provincia, el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Jorge Eduardo Gorleri (luego ascendido a general por el gobierno de Raúl Alfonsín), exhibió en conferencia de prensa una hoguera en el patio de la unidad militar, avivada por libros de León Trotsky, Mao Tse-Tung, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Juan Domingo Perón y fascículos del Centro Editor de América Latina (CEAL) que robó de las bibliotecas y librerías.

En la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, los militares usurparon la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, La Vigil, una institución que tenía una biblioteca de 55.000 volúmenes en circulación y 15.000 en depósitos, a principios de la década del setenta. El 25 de febrero de 1977 fue intervenida mediante el decreto nº 942. Ocho miembros de su Comisión Directiva detenidos ilegalmente, su control de préstamos bibliográficos utilizado para investigar a los socios. Miles de libros de la entidad fueron quemados, por ejemplo seiscientas colecciones de la obra completa del poeta Juan L. Ortíz.

El periodista y escritor Mempo Giardinelli sufrió las consecuencias de la pasión ígnea de los militares: su primer novela fue quemada junto a una de Eduardo Mignogna.

El caso de Enrique Medina es paradigmático: “El golpe de Estado de 1976 confirmó la prohibición de los libros ya censurados del autor y lo extendió a cuanto texto suyo aparecía. Medina es, quizás, uno de los autores más sistemáticamente perseguidos por la censura, durante la dictadura e incluso antes”, según Invernizzi y Gociol. Manuel Pampín, de Corregidor, editó parte de la obra del autor de Las Tumbas, como Sólo ángeles cuya sexta edición fue prohibida aunque no la séptima, una copia de la anterior. También le decomisaron Olimpo, de Blas Matamorro, por un decreto del PEN. Ante el reclamo de Pampín, el capitán de navío Carlos Carpintero le respondió: “de los libros, olvidate”. Ya en 1978 las autoridades retuvieron en la aduana Evita, una biografía de Marysa Navarro que más tarde pudo ingresar al país por la intervención de Dardo Cúneo, por entonces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.
Hubo editores que decidieron destruir los materiales que eran prohibidos.

Es el caso de Granica: “varios de los libros de sello fueron prohibidos. Entre ellos La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez que fue uno de los primeros títulos de los que la propia editorial decidió deshacerse. Esa es la cara más perversa del terror: ya no los libros que el régimen quemaba sino los que se eliminaban por propia decisión”, describen los autores de Un Golpe a los libros. De la imprenta a la fábrica de papel sin pasar por librerías fueron por lo menos diez títulos, no menos de 20.000 volúmenes, entre ellos Correspondencia Perón-Cooke.

La quema de libros más grande que concretó la dictadura fue con materiales del Centro Editor de América Latina, el sello que fundó Boris Spivacow quien además tuvo un juicio “por publicación y venta de material subversivo”. El fue sobreseído pero el millón y medio de libros y fascículos ardieron en un baldío de Sarandí.

Testigos de la quema fueron la profesora Amanda Toubes, directora de la colección La enciclopedia del mundo joven y Ricardo Figueira, director de colecciones del CEAL y autor de las fotografías de aquel 26 de junio de 1978. En 2005 ambos recordaron el clima de aquellos años para un artículo que Aníbal Ford escribió en la revista Lezama: Toubes decía que ”’en ese momento nuestra mente estaba todavía en el asesinato de Daniel Luaces, en su escritorio vacío. Tantos otros llantos, tantas cosas de las que nos íbamos enterando día a día... que tal vez lo vivimos sólo con una gran tristeza pero también como parte de nuestra cotidianeidad’.
Algo de esto retoma Ricardo Figueira, que casi minimiza el hecho. ‘Lo que era vivir cotidianamente, día a día, con el culo a cuatro manos y dando varias vueltas a la casa antes de entrar’”. Para Ford “esa hoguera de libros argentinos provocó un vacío, un hueco, en la transmisión y en la construcción cultural que todavía no ha sido reparado”.

Otro de los editores perseguidos fue Daniel Divinsky, de Ediciones de la Flor, quien junto a su mujer Kuki Miler fue detenido a disposición del Poder Ejecutivo durante 127 días y luego partió al exilio. Primero fue la censura del libro infantil Cinco dedos. Ya en la cárcel de Caseros, se enteró de la prohibición de Ganarse la muerte, de Griselda Gambaro. Divinsky rememora que trabajar en esa época “era como caminar por la cuerda floja. La prohibición a de la Flor pretendió ser, de alguna manera, una medida ejemplificadora porque se trataba de una editorial independiente. Cuando pasó todo y volvimos del exilio cada día que llegaba a la oficina daba una vuelta a la manzana para ver si había algún patrullero.”

Desde finales de los sesenta Siglo XXI fue una de las editoriales más influyentes en el pensamiento latinoamericano. Con casas en España y México, la sede de Buenos Aires tenía una enorme influencia. Editaba Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano y todos los libros del pedagogo Paulo Freire, entre otros.

El 2 de abril de 1976 un grupo de tareas allanó las oficinas de Perú 952 y secuestró al jefe de correctores Jorge Tula y al gerente de ventas Alberto Díaz. La empresa fue clausurada y luego abrió hasta que la casa matriz decidió levantar la sede porteña. Pasaron treinta años y hoy Alberto Díaz es director editorial del Grupo Planeta.

“Era muy jodido y triste trabajar en ese ambiente en el que desaparecían correctores, traductores y amigos. Otros se exiliaban o se iban al Interior, o eran detenidos. Pero seguíamos trabajando. ¿Por qué? Es algo inexplicable porque el golpe se veía venir pero estabas como anestesiado. Yo estuve desaparecido un mes y pico. Cuando me largan ya me habían cesanteado de la Universidad y volví a Siglo XXI. Me tenía que ganar la vida y no se me ocurría irme. Después de un segundo aviso partí rumbo a Colombia el 24 de agosto del 76.

-¿Qué le produce este recuerdo?
-Es como si estuviera contando un libro de historia. Ya no recuerdo cómo era mi rostro, pero sí de la cara del poeta Miguel Angel Bustos. Lo tengo congelado con un rostro joven. Ya no me acompañan las imágenes de la detención porque sabes que muchos de los detenidos nunca volvieron, entonces tenes una especie de culpa del sobreviviente.

Ceremonias privadas

También hubo otras quemas de libros que hicieron las víctimas de la represión. No era necesario ser militante ni pertenecer a una organización política. El hecho de tener libros considerados “subversivos” o “inmorales” era peligroso. “La destrucción, el ocultamiento y el enterramiento de libros desde 1974 hizo que las bibliotecas se vayan despoblando. Otro fenómeno que desapareció fue la lectura en los medios públicos de transporte porque el libro te hacía caer bajo sospecha” reflexiona Díaz, quien incineró algunos libros del Che como Guerra de Guerrillas, periódicos del PRT La Verdad y revistas como Crisis y Militancia.

La escritora Ana María Shua regresa a los días de marzo del 76: “Mi marido y yo no militábamos, pero éramos de izquierda y muchos de nuestros amigos y conocidos desaparecían o se escapaban del país o pasaban a la clandestinidad. Sabíamos que había libros ‘peligrosos’: todo lo que tuviera marxismo o la idea de la revolución social. ¿Por dónde empezar? Empezamos por uno de Vo Nguyen Giap, sobre la Guerra de Vietnam. El intento, en la pileta de la cocina, fue un triste fracaso. No es tan fácil quemar un libro en un departamento de tres ambientes. Decidimos que si entraba un grupo de tareas, daba lo mismo que hubiera este libro o aquel: lo peligroso, lo que nos denunciaba como enemigos era tener una biblioteca. Y abandonamos la idea de quemar libros.

* Autor de la nota: Marcelo Massarino

Publicada en la revista Sudestada número 46, 18 de marzo 2006.

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Ahora ya podemos saber un poquito màs sobre los grandes.
No alcanza con ser "buen escritor" para "ser grande", cual insignes plumas consumando grandes historias, sin haberlas vivido.
Los màs grandes seràn siempre los que luchan y arriesgan, expresando la conciencia (màs) avanzada de su tiempo.

Atentos saludos
de Cupa

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escritores
Por Lito - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:35 AM

EStoy casi un 100 por cien de acuerdo con lo que dice Horatius mas arriba, solo que ser desaparecido o comprometido como H. Conti no hace más merecedor de elogio ni hace mas grande la obra de un escritor, como ejemplo Soriano y Barletta son grandes por sus obras más allá de su pensamiento, como los casi argentinos Galeano, benedetti y el genial Roa Bastos, hasta casi nadie más porteño que Charles Bukowski, sin olvidarnos de Paco Urondo y su literatura de compromiso militante, y de tantos otros que no me vienen a la memoria.

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El arte no puede ser neutral
Por V. - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:36 AM

El arte no puede ser...
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Aquí les va un ejemplo de cómo ser coherente con las ideas y la práctica cotidiana...Los artistas tienen la obligación de tomar posición política, más allá de sus talentos creativos...Son producto de su tiempo, de las luchas, no pueden ser ajenos al mundo que los rodea. Luego cada uno de nosotros puede leer y celebrar a tal o cual autor...Para mí Arlt sintetiza como un "cross a la mandíbula" lo que un escritor debe ser: honesto, comprometido con la realidad, sin descuidar la literatura como arte...La burguesía ya tiene demasiados escribas...

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Pobre brutus
Por popeye - Monday, Apr. 17, 2006 at 2:19 AM

Brutus , son tan tristes y sin sentido tus intervenciones que lo mejor seria que dejaras de ser un nerd adicto a la red y salieras un poco a tomar aire.

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Sabtato pero que todos
Por Martin P. - Monday, Apr. 17, 2006 at 3:46 AM

Es verdad qeu Borges era desastroso politicamente, y que esta en las antipodas de mi pensamiento politico, peor cuando trato de aprender a escribir siempre leo su prosa, porque es perfecta.

Pero bueno, yo creo que Sabato le fue mas funcional a la derecha que Borges, porque fue mas falso, porque la derecha lo instalo como un icono de los derechos humanos y la realidad es qeu esta muy lejos de serlo y mas en los 70 cuando le tiraba flores a Videla y a EE.UU desde La Nacion, yo lei toda la obra ensayistica de Sabato y tiene cosas repugnantes, entre ellas este articulo aberrante escrito en plena dictadura militar.

Despues su lamentable y servil papel en la CONADEP siendo para mi el escritor icono de la teoria de los dos demonios, que dejo bien plasmada desde el prologo del libro nunca mas, que dice ni bien comienza que este pais en los 70 sufrio el terrorismo tanto de la derecha como de la izquierda poniendo en igual plano todo. Realmente este tipo si que fue un servil, despues estubo en el balcon con Dela Rua y Meijide y cuando De la Rua Reprimio no hizo ni una declaracion en los medios.

Querido Sabato yo lei todos tus ensayos y tus novelas, pero sos un sorete.

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boludeces
Por judas - Monday, Apr. 17, 2006 at 3:51 AM

Ponerse en realista socialista o en investigador de biografías e ideologías para catar la calidad de los textos de un escritor rebasa la categoría de 'boludez': así y todo es simple, pero elaborada, ignorancia. La literatura no merece, pero tampoco admite, empleados aduaneros para que le extiendan un permiso de existencia. Los archivos de la cultura pertenecen a la clase dominante, eso es cierto, y por eso la mayoría de los escritores pertenecen a la pequeñoburguesía y, también, a la burguesía. No es ni malo ni bueno: su literatura será la poseedora de tales adjetivos. A pesar de la biografía -siempre discutible- de jorge luis borges, sólo a un energúmeno se lo podría ocurrir decir que su obra no es una de las máximas exponentes de hasta dónde puede la literatura ir contra sus propias normas -y eso es de por sí revolucionario. Borges y Arlt son dos troncos desde los que se desprenden las más variadas ramas de la literatura argentina. Tal vez habría que agregar ahí a Osvaldo Lamborghini (lean el fiord, chicos: eso es literatura política). Y los dos, o los tres, son realmente cúmulos de experiencia literaria, de placer y desagrado, de razón y emociones varias, de ideas y de afectos, de amor y otras pasiones.
Antes de levantar el dedito censor de los imbéciles izquierdistas, hay que leer.
Una cosa más, yo soy trotskista, pero Literatura y revolución, que tiene artículos muy rescatables, infiere muchas posiciones de talante dogmático propio de quien no sabe leer la literatura. Por caso, Trotsky condenó a Shlovsky y al grupo que inició el formalismo ruso acusándolos de bohemios y pequeñoburgueses que no le hacían bien a la revolución. Sin embargo, este grupo de escritores y teóricos revolucionó los marcos de desenvolvimiento de la literatura. Yo prefiero a mil Shlovskys bohemios en bares suburbanos que a un solo exponente del realismo socialista o el panfleto barato de los jóvenes 'escritores' izquierdistas.
La literatura no necesita de sus perseguidores y los sobrevivirá.

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Para V. y LITO
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:13 AM
auto_gobierno@yahoo.com.ar


Tomando tus propias palabras, no serà dificil coincidir en que "cada uno de nosotros puede leer y celebrar a tal cual autor" como le dè la gana.
Ademàs, en ningùn momento tuve un despropòsito para con Roberto Arlt, de quièn fuì àvido y apasionado lector. Ni tampoco palabras insultantes dirigièndome a cualquier forista.

Sencillamente me pareciò injusto, parcial, desproporcionado y hasta falto de seriedad, el abrir un foro afirmando que "los demàs son casi todos arrastrados, intelectualoides, cobardes y miserables que nunca trabajaron".
De ahì el que haya acudido a esos grandes referentes intelectuales (de la estirpe de Walsh y Cortàzar) mostrando que no todo es basura y sumisiòn al sistema imperante.

Con respecto a Borges, ni siquiera opino. Para mi no existe Solo puedo juzgarlo por su actitud de caras a la sociedad. Es lo que hice en màs de una oportunidad, escrachàndolo de frente personalmente ante auditorios masivos por sus declaraciones favorables a los genocidas.

Despuès que el arte pueda ser neutral o no, es una discusiòn sumamente interesante que darìa para abrir un foro.

Yo, personalmente, estimo que el arte puede ser neutral, el hombre no; asimismo sea muy dificil distinguir al autor de su obra consumada.
De no ser asì, nos estarìamos perdiendo la gran ocasiòn de disfrutar y aprender leyendo -por ejemplo- obras de Rainer Maria Rilke, Chesterton, Edgar Allan Poe y tantos otros grandes autores "reaccionarios", extranjeros o nacionales.

atentos saludos
de Cupa

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Aguante Borges!
Por Super violador de Koalas - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:29 AM

Al lado de Borges, Walsh no sabía ni como se agarraba una Bic.
Lo que quedan son las obras, la conducta de los autores en las coyunturas sociales pasan.

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A Borges le negaron el premio nobel por ser facho.....
Por Lord Khyron - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:54 AM
movimiento_stalin_vive@hotmail.com

A Borges le negaron ...
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...aun asi, sigue siendo el mejor escritor argentino, le duela a quien le duela. Bruta realidad, no brutus?

Y como poeta, lo unico que falta es que venga algun descerebrado a compararme a Borges con Benedetti , o algun otro de esos chotos......

En el caso de Cortazar, no era facho , pero si era concheto y detestaba "lo popular".....

Y en cuanto a Walsh.....que se dedique a escribir cuentitos policiales para chicos......no jodan, muchachos.....

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waLSH
Por Horatius - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:57 AM

Mas allá de su militancia y que sabía tanto empuñar una birome como un arma (tu comentario invita a esta respuesta), Walsh fue un excelente escritor, muchisimo antes de Truman Capote él inició el relato policial novelado con "Quién mató a Rosendo", lectura que recomiendo, los cuentos que escribió son admirables técnicamente, claro que no tuvo tiempo de pulir y terminar una obra que era promisoria, lo mataron en el mejor momento de su vida, con la suficiente madurez y experiencia para dar lo mejor de sí.
De Borges seguro que nada que decir, sin embargo su poesía desentona en calidad con su narrativa, compuesta exclusivamente de relatos cortos y cuentos.
No habría que ser tan severo ni tan complaciente, amigo violador.

Por otro lado me alegra el nivel de las participaciones de este hilo, sin las acostumbradas chicanas y exabruptos adolescentes de otros temas en indy, al menos no tanto.

saludos

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El hombre, la obra y nosotros
Por Cupa - Monday, Apr. 17, 2006 at 7:53 AM
auto_gobierno@yahoo.com.ar

Yo no diría que Borges era facho (en el sentido estricto de la palabra), sino más bien un tipo profundamente reaccionario y alejado de nuestra realidad. El mismo lo reconoció en más de una oportunidad al identificarse culturalmente con el mundo anglosajón y manifestar abiertamente un desprecio radical por todas las expresiones de cultura popular.

Mi negativa a juzgarlo como escritor tiene una explicación muy simple. Conozco poco y nada de su obra, apenas El Aleph y algunos poemas que ya olvidé. Demasiado poco como para emitir una opinión,cualquiera sea.

Admito sin embargo que mi ausencia de interés por Borges provenga tal vez -o seguramente- de un prejuicio ideológico fuertemente arraigado en mi. Acaso también por el hecho de que mis origenes y costumbres sociales (clase media laburante, más bien pobre) se identifiquen con la cultura popular y las lecturas fáciles del adolescente que fuí una vez.

En cambio no es cierto que Córtazar haya sido un “concheto y deteste lo popular”. Nada más absurdo.
Si desconozco la vida y obra de Borges, la de Cortázar me resulta bastante familiar por haber compartido con él grandes momentos de exilio y amistad.personal, aún teniendo en cuenta el abismo generacional que nos separaba.

Como verá “Lord Khyron”, haciendo cosas juntos se conoce a la gente, sus gustos y afinidades. Ignoro su edad pero no lo imagino pasando los 20.
A propósito, le recomendaría humildemente darse una vueltita por alguna biblioteca y buscar los textos políticos de Cortázar, no más sea para interiorizarse justamente de su compromiso con las clases populares.

Que sus relatos resulten enjambrados y dificiles, tampoco hablan de su persona, por el contrario, siempre muy accesible, generosa y campechana, inclusive con alguien por si fuera poco tan familiero y complicadito como yo (que podía ser su nieto).

Ahora, sobre el tono de la discusión y sin buscar a ofender a nadie. No creo que los mutuos exabruptos de Brutus (Jean-Paul se escribe junto, con un guión en el medio, además), Lord Khyron y “el Violador” entre otros, contribuyan a la calidad de un tópico tan interesante y específico, haciendo únicamente alusión a sus puros instintos personales, aunque tanto en las palabras de uno u otro se puedan hallar de vez en cuando puntos de coincidencia.
El “Violador” absolutista fanatizado, “Brutus” en gran medida tirando petardos y “Lord Khyron” totalmente desenfocado, deberían por lo menos tratar de sustentar cada intervención poniendo argumentos que den materia y lugar a debate.

Al igual que en la literatura, importa tanto lo que se dice como la forma en que se dice. Digo ésto admitiendo incluso el hecho de que nadie es completamente pelotudo, ignorante o completamente sabiondo.

Para concluir momentáneamente diría, por otro lado, que tanto las obras de los autores como la conducta de los actores sociales quedan, ya que tampoco el autor deja de ser actor en las coyunturas sociales.

saludos
de Cupa

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sobihondo
Por invitado - Monday, Apr. 17, 2006 at 8:36 AM

y sabihondo se escribe con una hache en el diome, vine de sabio y hondo

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El Fiord
Por Horatius - Monday, Apr. 17, 2006 at 9:09 AM

Alguien recomendó El Fiord de Osvaldo Lamborghini, es un relato relativamente corto, así que démosle lugar a los creadores, lo pego más abajo. Tal vez coincida conmigo Cupa, que cuando la literatura pretende hacerse desde la barricada es cuando peores resultados se obtiene, por ej. Cesar Vallejo, cuando quiere hacer literatura política sus poemas atosigan con loas elementales a la URSS y a la electricidad, en cambio cuando escribe desde el dolor profundamente humano es cuando su literatura se convierte en revolucionaria, en 1938 y en cualquier momento, y en todo sentido. Maiacovsky grita -decía Trotsky- y la poesía (en general la literatura) no debe gritar, debe susurarrar, sugerir, como lo hace Lamborghini en este cuento, una metáfora de la vida política donde no nombra ni acusa, señala.

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OSVALDO LAMBORGHINI

EL FIORD

(escrito entre octubre de 1966 y marzo de 1967)

¿Y por qué, si a fin de cuentas la criatura resultó tan miserable - en lo que hace al tamaño, entendámonos -, ella profería semejantes alaridos, arrancándose los pelos a manotazos y abalanzando ferozmente las nalgas contra el atigrado colchón? Arremetía, descansaba; abría las piernas y la raya vaginal se le dilataba en círculo permitiendo ver la afloración de un huevo bastante puntiagudo, que era la cabeza del chico. Después de cada pujo parecía que la cabeza iba a salir: amenazaba, pero no salía; volvíase en rápido retroceso de fusil, lo cual para la parturienta significaba la renovación centuplicada de todo su dolor. Entonces, El Loco Rodríguez, desnudo, con el látigo que daba pavor arrollado a la cintura - El Loco Rodríguez, padre del engendro remolón, aclaremos -, plantaba sus codos en el vientre de la mujer y hacía fuerza y más fuerza. Sin embargo, Carla Greta Terón no paría. Y era evidente que cada vez que el engendro practicaba su ágil retroceso, laceraba - en fin - la dulce entraña maternal, la dulce tripa que lo contenía, que no lo podía vomitar.

Se producía una nueva laceración en su baúl ventral e instantáneamente Carla Greta Terón dejaba escapar un grito horrible que hacía rechinar los flejes de la cama. El Loco Rodríguez aprovechaba la oportunidad para machacarle la boca con un puño de hierro. Así, reventábale los labios, quebrábale los dientes; éstos, perlados de sangre, yacían en gran número alrededor de la cabecera del lecho. Preso de la ira, al Loco se le combaban los bíceps, y sus ya de por sí enormes testículos agigantábanse aun más. Las venas del cuello, también, se le hinchaban y retorcían: parecían raíces de añosos árboles; un sudor espeso le bañaba las espaldas; las uñas de los pies le sangraban de tanto querer hincarse en las baldosas del piso. Todo su cuerpo magnífico brillaba, empapado. Un brillo de fraude y neón.
Hizo restallar el látigo, El Loco en varias ocasiones; empero, los gritos de Carla Greta Terón no cesaban; peor aún: tornábanse desafiantes, cobraban un no sé qué provocador. La pastosa sangre continuábale manándole de la boca y de la raya vaginal; defecaba, además, sin cesar todo el tiempo. Tratábase - confesémoslo - de una caca demasiado aguachenta, que llegaba, incluso, a amarronarle los cabellos. El Loco, en virtud de ser él quien la había preñado, cumplía la labor humanitaria de desagotar la catrera: manejaba la pala como hábil fogonero y a la mierda la tiraba al fuego.
Vino otro pujo. El Loco le bordó el cuerpo a trallazos (y dale dale dale). Le pegó también latigazos en los ojos como se estila con los caballos malleros. El huevo bastante puntiagudo, entonces, afloró un poco más, estuvo a punto de pasar a la emergencia definitiva y total. Pero no. Retrocedió, ágil, lacerante, antihigiénico. Desesperadamente El Loco se le subió encima a la Carla Greta Terón. Vimos cómo él se sobaba el pito sin disimulo, asumiendo su acto ante los otros. El pito se fue irguiendo con lentitud; su parte inferior se puso tensa, dura, maciza, hasta cobrar la exacta forma del asta de un buey. Y arrasando entró en la sangrante vagina. Carla Greta Terón relinchó una vez más: quizás pretendía desgarrarnos. Empero, ya no tenía escapatoria, ni la más mínima posibilidad de escapatoria: El Loco ya la cojía a su manera, corcoveando encima de ella, clavándole las espuelas y sin perderse la ocasión de estrellarle el cráneo contra el acerado respaldar.
"Pronto, ya, ¡quiero!", musitó Alcira Fafó, a mi lado. Yo me cubrí con las sábanas hasta la cabeza y me fui retirando, reptando, hacia los pies de nuestro camastro. Una vez allí aspiré hondamente el olor de nuestros cuerpos, que nunca lavamos. "Las fuerzas de la naturaleza se han desencadenado", dije, y me zambullí de cabeza en la concheta cascajienta de Alcira Fafó. Sebastián - digámoslo -, mi aliado y compañero, el entrañable Sebas, apareció - en escena: "¡Viva el Plan de Lucha!", cacarc -, desde su rincón. Yo iba a contestarle, estimulándolo, mas no pude: El Loco Rodríguez, que ya había concluido su faena con la Carla Greta Terón, comenzó a hacerme objeto - y no ojete, como dice Sebas - de una aguda penetración anal, de un rotundo vejamen sexual. Con todo, peor suerte tuvo mi pobre amigo, cuyos ojos agónicos brillaban, intermitentes, en el solitario rincón que le habíamos asignado, rincón donde yacía - todo el tiempo - entre trapos viejos y combativos periódicos que en su oportunidad abogaron por el Terror. (Como nunca le dábamos de comer parecía, el entrañable Sebas, un enfermo de anemia perniciosa, una geografía del hambre, un judío de campo de concentración - si es que alguna vez existieron los campos de concentración -, un miserable y ventrudo infante tucumano, famélico pero barrigón).
Y así, cuando advirti - que la fiestonga se iniciaba, la fiestonga de garchar, se entiende, empezó a arrastrarse con la jeta contraída hacia el camastro donde Alcira y yo nos refocilábamos, con el agregado, a mis espaldas, del abusivo Loco, nuestro Patrón: nunca le dábamos de cojer al entrañable Sebas, casto a la fuerza, recontracalentón, que ahora débilmente se arrastraba hacia el camastro, barriendo con la cara casi las baldosas, deteniéndose numerosas veces para recuperar el aliento vital, y murmurando a cada paso "CGT, CGT, CGT...", como para despistar, o, en una de esas, a modo de oración. Él se apoyaba en sus brazos - menos gruesos que palos de escoba - y con los pies se impulsaba hacia adelante, no sin cierto fervor. O mejor dicho todo fervor. Para siempre lo tengo retratado en mi memoria al extraordinario Sebastián. Juntos militamos en la Guardia Restauradora, años, años atrás.
Y yo lo miraba acercarse a pesar de que los rempujones del Loco no me dejaban mucho tiempo ni muchas ganas para la ecuánime, objetiva observación ¡Dogmático Sebastián! Su mirada era poesía, la revolución. Cada uno de sus movimientos trasuntaba un agradecimiento infinito hacia nosotros, que le íbamos a permitir - él creía - sacudirse la soledad de su carne y de su espíritu así como un perro se sacude el agua de la mar. Y si se lo permitíamos - en esa dirección su privilegiado cerebro empezó a funcionar - ¡qué importaba que nunca le diéramos de comer ni de cojer! ¡Qué importaba que su estómago siempre vacío segregara esa baba verde cuya fetidez tornaba irrespirable el aire de nuestro agusanado cuarto! ¡Qué importaba que viviera entre vómitos de sangre, molestando incluso nuestro sueño porque cada una de sus arcadas era una especie de alarido sin fe! ¡Qué importaba qué!
Adelante camarada Sebastián, entrañable amigo, perro inmundo. Casi llegó a tocarnos con sus transparentes manos. Yo estaba preso en la cárcel formada por los brazos del Loco y con la cabeza sumergida en el bajo vientre de mi cajetoidea Alcira. Mi gran amor se desbordaba. Sentí en el centro en el cero de mi ser las vibraciones eyaculatorias del pijón del Loco, mientras el clítoris de Alcira Fafó, enhiesto y rugoso, me hacía sonar la campanilla, a rebato; pero vi, vi sin embargo de reojo cómo el temible, purulento Sebastián, intentaba acariciar las bien plantadas nalgas que sobre las mías galopaban, el culo de nuestro abusivo Dueño y Señor. Entonces, malévolo y dulce a la vez, con el talón le pegué al Loco desesperadas pataditas avisativas en sus fuertes pantorrillas, pataditas objetivamente alcahueteantes, caro Sebastián. Tal como yo lo esperaba (¿y era acaso para menos?) el Patrón reaccionó de inmediato. Después de echarme su guascón en mis adánicos adentros, se irguió y le aplicó un fabuloso patadón en la garganta a mi pobre amigo: de boca abajo que estaba lo puso boca arriba. Todo un espectáculo, el musculoso pie, magníficamente posado en el suelo después del golpe, recortándose nítido contra el cuello del derrotado: yo lo vi con mis propios ojos, y qué lejos aquellos tiempos, Sebastián, cuando un suboficial dado de baja por la libertadora pacientemente nos enseñaba el marxismo.
Y un hilito de baba se le escapó al entrañable Sebas por la comisura - izquierda - de los labios. Sus intermitentes ojos rodaron varias veces en una y otra dirección. Intentó limpiarse la boca con la mano, pero su extrema debilidad hizo que el gesto abortara: a la mitad de camino la mano no resistió más y sobre la panza enorme se le derrumbó. Los cuervos planearon sobre su figura, y yo, adolorido por la reciente penetración, lié con el elástico de las bombachas de Alcira Fafó una bolsa de hielo al área de mi desfloración.
Y también intercedí en un arranque de pietismo para que El Loco espantara a los pajarracos rapiñosos, aunque uno de ellos igual tuvo tiempo para arrancarle el dedo índice derecho al pobre Sebas, de un picotazo y tirón. Y eso era el dolor, todo el dolor, y no todo el dolor. Tenaces gotas de sangre brotaron de la frente de Sebastián. Yo me largué a llorar con desesperación. Como en la infancia: arrodillado en un rincón de la pieza, escondiendo la cara bajo el sobaco y aspirando el chivo olor. Las cucarachas me subían por la parte posterior de los muslos y, salvando el breve obstáculo de la bolsa de hielo, sometían mis lomos a una exhaustiva exploración. Entretanto, El Loco Rodríguez - Hijo de Puta Amo y Señor - espantaba, en efecto, a los cuervos, mas tratándolos como si fueran viejos amigos que se han puesto un poco pesados con el alcohol y los recuerdos del tiempo que se fue (y que fue mejor) cuando no era necesaria la insurrección. Y razón - como a nadie - en parte al Loco no le faltó: la atmósfera repentinamente se sobrecargó: "¡A usted lo conocí en una reunión del COR!".
Valiéndose de una enorme regla T, El Loco abrió el grisáceo ventanal del techo para que los cuervos evacuaran la deformada y deformante habitación.
De uno en uno salieron, chorreando lágrimas, invocando los sagrados nombres de los caídos en la lucha, en el fragor. Y hasta con un dedo menos firmó en manifiesto el monolítico Sebas. Y El Loco del Látigo, preñador de Carla Greta Terón, desnudo como estaba salvo el orión, medio tórax afuera sacó para despedir a los oscuramente pájaros, sin rencor. En su envión: "Adiós".
Tuvo un ataque de histeria en medio de un pujo la Carla Greta Terón. Todos a una miramos hacia su lecho de parto porque ella yacente empezó a gritar: "Que se viene. Que ya está. Que se que se. Que ya estuvo. ¡Hip, Ra! ¡Hip, Ra! ¡Hip, Ra!". Explicaba en su media lengua que era inminente - y no inmierdente, como dice Sebas -, que ya paría. Y a pesar de nuestras escépticas conjeturas su cuerpo de golondrina empezó a hincharse. Mientras dilataba ella se estrujaba con las manos, de las sienes hacia abajo, para que la criatura bajara. "¡No vaya a ser que se me atranque entre los parietales!", jodió, y El Loco, ni lerdo. Ni perezoso. Le ató a las piernas una bolsa de arpillera con la boca bien abierta para que el chico de mierda cayera en su interior. Había puesto un poco de aserrín en el fondo, además, por si la cabeza se separaba del tronco. Alcira le midió la dilatación de la concha con un centímetro de modista, y luego se repajeó con una enorme vela, ella. Yo, yo me le fui al humo en seguida, al humo regodeante de Alcira, y eyaculé frotando con unción la cabeza del porongo contra la parte áspera-rajada de su talón. Y todos nos perecíamos por minetear o garchar o franelear o rompernos los culos los unos a los otros: con los porongos. Hasta el exangüe Sebastián intentó un esbozo de sonrisa lúbrica, que era una verdadera elegía a los terremotos carnales, al ejercicio o no de la procreación. Entonces apareció. Tras hacer trizas la carne rosada de la cajeta de su madre Carla Greta Terón. La cabeza raquítica. Con una boquita no mayor que el punto de un lápiz. Pero con los ojos inmensos. Inmensos de espléndidos, de tristes, de grandes: Atilio Tancredo Vacán, su cabeza emergió.
"¡Loado sea!", regurgitó El Loco cayendo de rodillas sobre un montón de turro maíz. Alcira, con los brazos abiertos, recibió un baño de luz ventanal en su cuerpo desnudo, y su vagina sonrió. Sebastián besaba mis pies enfundados en unas sucias medias negras, largas hasta las ingles, - sucias medias negras de sucio seminarista - que, junto con el escapulario, constituían toda mi vestimenta. Y previendo lo que iba a ocurrir me erguí, sin restarle un solo centímetro a mi estatura. Era un deber hacerlo, aunque la humildad taimada que me caracteriza procurara estrangularme con mis propias manos. La baba pegajosa que fluía de mi boca me mojaba el cuerpo. Rasgué, sin embargo, todos los tapices a mi alcance. A traición, claro que a traición. Mutilé las bordadas escenas del bien y del mal, deformé su sentido, mordí algunas con mis dientes mellados. A traición. Salía un juguito dulzón, asqueroso y de rechupete y con sabor dulzón. A traición. Y todos estábamos modificados por la presencia del inmodificante Atilio Tancredo Vacán. Salté en todas las direcciones: ¡una nueva relación! Y ¡en! relación. Hombre con hombre hombre con hombres hombres hombres. Atravesé incluso aros de madera llameantes, y porque El Loco quiso fornicarme al vuelo, se me resbaló - y no relajó, como dice el intraducible Sebas - la bolsa de hielo: y no, a mí no me importó: ¡no eran momentos de andar cuidando el carajo del estilo! Me puse un frac de sirviente y un collar de perro: me los saqué rapidito, ¿no es cierto? ¡Guasca en el ojo! Con los restos de los tapices por mí rasgados me llegué hasta Carla Greta Terón, que ya tenía medio monstruo afuera, y se los di. Di. Y le dije: "¡Tomá, va, Larrecontraputamadrequeterrecontraparió Hijaderremilputas!" ¡Ya! ¡Y no! Me florié luego (y no) en unos pasos canyengues, pero no pude coronar mi baile: entre prematuros estertores, Atilio Taneredo Vaeán, ya definitivamente nacido parido escupido, cayó atroden de la sabol con los brazos y las piernas aplastados contra el cuerpo, al estilo de las momias aztecas. ¡Y no estaba muerto! "Huija", grité, "hurra, hermanos, respira y mueve la cola". Sebastián batió palmas y se arrastró hasta el lavatorio, dejando como siempre limaduras de saliva en el piso; y se prendió a la goteante canilla, lamiéndola, para engañar el estómago. El Loco, que no cabía de gozo en su rayada piel, le hizo un chiste de festejación: corrió tras él, lo tomó de las casi invisibles piernas, y lo metió de cabeza en el inodoro. Y tiró la cadena varias veces como broche de oro. Me reí a más no poder, retorciéndome, a la vez me arrastraba - yo también - hacia nuestro descojonado baño. "¡Uy uy uy, qué bueno!", dije, "hacéselo otra vez; yo te ayudo, Loco". El Patrón me miró con el asco en los ojos, y provisto de súbita jeringa me aplicó una inyección de brillantina sólida: endovenosa. A los tumbos, desesperado, a punto de desmayarme vomitar o cagar hasta las tripas, fui a remodelarme a un rincón, esperando que Sebastián se permitiera algún comentario para arrancarle la piel a dentelladas, convertirlo en una pura llaga. Alcira dijo: "Yo quiero acunarlo a Atilio Taneredo Vacán; a ese chico ya se le para". "Mierda: tomá tomá y tomá: ¡es pa mí nomás!", se opuso la Carla Greta Terón. Alcira Fafó se le abalanzó para degollarla con una navaja, y como se lo impedimos le gritó, a la otra que ya se revolcaba garchando con su hijo: "ojalá que un gato rabioso se te meta en la concha y te arañe arañe arañe, la puta que te parió!"
Estallaron todos los vidrios de la casa, se hicieron añicos. La primer bola de fuego incendió la cabellera de Alcira. Esta vez, en serio, fue necesario recurrir al chiste que se le hiciera a Sebastián, que semiahogado hipaba sobre unos titulares revolucionarios. La segunda bola de fuego calcinó la mano izquierda de Carla Greta Terón. Entonces apareció mi mujer. Con nuestra hija entre los brazos, recubierta por ese aire tan suyo de engañosa juventud, emergía, lumínica y casi pura, contra el fondo del fiord.
Los buques navegaban lentamente, mugiendo, desde el río hacia el mar. La niebla esfumaba las siluetas de los estibadores; pero hasta nosotros llegaba, desde el pequeño puerto, el bordoneo de innumerables guitarras, el fino cantar de las rubias lavanderas. Una galería de retratos de poetas ingleses de fines del siglo XVIII brilló, intensamente, durante un segundo, en la oscuridad. Pero no se acabó lo que se daba. Continuó bajo otras formas, encadenándose eslabón por eslabón. No perdonando ningún vacío, convirtiendo cada eventual vacío en el punto nodal de todas las fuerzas contrarias en tensión. Por algo los vidrios se habían roto y eran bolas de fuego los ojos del lúcido, del crítico Sebastián. Tampoco era casual que mis manos rompieran el invisible aire de su contorno y, algo lastimadas, se extendieran hacia la figura de mi mujer, aunque luego se detuvieran a mitad de camino, crispadas, convertidas en dos puños increpantes, incapaces incluso de la salutación. Ella me mostró sus tobillos: dos muñones sangrantes. Ella transportaba en la mano derecha sus pies aserrados. Y me los ofrendaba a mí, a mí, que sólo me atrevía a mirarlos de reojo. Que no podía aceptarlos ni escupir sobre ellos. Que ahora miraba nuevamente hacia el fiord y veía, allá, sobre las tranquilas aguas, tranquilas y oscuras, estallar pequeños soles crepusculares entre nubes de gases, unos tras otros. Y hoces, además, desligadas eterna o momentáneamente de sus respectivos martillos, y fragmentos de burdas svásticas de alquitrán: Dios Patria Hogar; y una sonora muchedumbre - en ella yo podía distinguir con absoluto rigor el rostro de cada uno de nosotros - penetrando con banderas en la ortopédica sonrisa del Viejo Perón. No sabemos bien qué ocurrió después de Huerta Grande. Ocurrió. Vacío y punto nodal de todas las fuerzas contrarias en tensión. Ocurrió. La acción - romper - debe continuar. Y sólo engendrará acción. Mi mujer me ofrece sus pies, que manan sangre, y yo los miro. Me pregunto si yo figuro en el gran libro de los verdugos y ella en el de las víctimas. O si es al revés. O si los dos estamos inscriptos en ambos libros. Verdugos y verdugueados. No importa en definitiva: éstos son problemas para el lúcido, para el crítico Sebastián: él sabrá prenderse con su hocico de comadreja a cualquier agujero que destile humanidad. No le damos ni le daremos de comer. Ni de cojer. Jamás. Atilio Tancredo Vacán ya gatea. Chupa de la teta de su madre una telaraña que no lo nutre, seca ideología. El Loco me mira mirándome degradándome a víctima suya: entonces, ya lo estoy jodiendo. Paso a ser su verdugo. Pero no se acabó ni se acabará lo que se daba.
El Loco Rodríguez forzó con el cabo del látigo la puerta del comedor Chippendale. Tomó a Atilio Tancredo Vacán en sus brazos y se sentó a la cabecera de la mesa, acunándolo. Yo engrillé al entrañable Sebas para conducirlo al comedor; allí lo encadené a una argolla de hierro fijada en la pared especialmente para él. Quiso rehuir la cena pretextando su cáncer Alcira Fafó; a mí con esas; le hinqué, sin más, mi estilográfica en un seno, que allí quedó colgando, apenas prendida de la piel, y la obligué - y no ogarché, como dice Sebas - a sentarse a la siniestra del Loco. Quedaba por ubicar Carla Greta Terón, menester incluido en mi pliego de obligaciones porque yo era el maître. Me cuadré, sin embargo, frente al Trompa Capanga, Amo y Señor, esperando órdenes, que no tardaron en llegar. "Traigalá, nomás, rodando en su cama; la rociaremos con unas salsas para evitar que la carne la afecte", dijo, y repitió "ecte", con despectivo gesto, tras lo cual me aplicó (desprecio tras desprecio) un papirotazo en la cabeza de la garcha. Pero no hay amargura que a mí me derrote: hasta el dormitorio fui al trote, golpeándome la boca con la mano, dando alaridos, como hacen los indios. Pegué un resbalón de órdago con el apuro y la payasada, apuro plenamente justificado porque llegué justo a tiempo: Carla Greta Terón ya había llenado de agua su enorme vaso azul de material plástico, y se disponía a abrir la caja de útiles donde guardaba mortales dosis de barbitúricos. "Oh no, no", le dije, "con barbitúricos no, batracia", y la conduje hasta el ventanal del techo y le mostré el fiord grávido de luna. La tomé dulcemente de la mano y le miré el culo con fijeza obsesiva. Tragué saliva. "¿Ves?", le dije, mientras apartaba el humo con la mano para mostrarle una estremecedora asamblea de mecánicos de pie con la soga al cuello. "¿Ves?", insistí, al mismo tiempo que dejaba caer mi sinuoso perfil sobre sus redondas tetas. Un asambleísta caminaba sobre las acolchadas cabezas de los otros, profetizando: "Jamás seremos vandoristas, jamás seremos vandoristas". En seguida quedó inmóvil y empezó a cuartearse. Carla Greta Terón se desperezó como un gato y arrojó las letales pastillas al orinal. Aferré con mis dos manos la caja de útiles (era en forma de barca) y la estrujé contra mi pecho desnudo. "Si yo pudiera poseer esta caja de útiles no me importaría perder el resto", mentí. Y ella, la dulce, la incomparable Carla Greta Terón, asintió con el ondular de su hermosa cabellera. Yo me postré a sus pies y le besé las mantecosas rodillas. Empuñé mi miembro y le aparté con los dedos los pelos vaginales. Copulamos. Fue un polvacho rápido y frenético. Antes de echarnos el segundo ella me convenció de que me sacara las medias y el escapulario, mi única vestimenta. Y medias y escapulario también fueron a morir al orinal. Murieron, y ella y yo nos echamos el segundo. Perfecto. Qué lindos pechos los de Carla Greta Terón. Se los remamé hasta de leche materna empacharme. Cojer fue una gran alegría para ambos, cojer y acabar juntos, moción aprobada por unanimidad. Y cuando entré al comedor empujando la cama, yo, yo era otro.
Simultáneamente Sebastián y yo intercambiamos imperceptibles guiños con nuestros respectivos ojos (izquierdos) de la cara. Vi con alegría sonreír al entrañable Sebas, por primera vez desde que nos expulsaron de MARU: flotaba en el aire que estábamos en vísperas de grandes cambios. Tomé asiento frente al Loco y me anudé al cuello una servilleta a cuadros para no mancharme las tetillas de grasa. El Loco oprimió el botón; se escucho el previsible chasquido y del baúl tabla surgió una fuente de dos metros de diámetro. Veíase en el centro de la misma un gigantesco pavo real asado al spiedo, pero sin recurrir al vulgar expediente de quitarle sus hermosas plumas. También aparecieron docenas de botellas del tintillo de la costa que a mí me hace mover las orejas de alegría. Pero no sé por qué - o lo sé de sobra - se me cerró el estómago. Peor aún. Mis intestinos empezaron a planificar una inminente colitis. Al primer retortijón me doblé en dos y el Trompa Amo y Señor ya me miró con mala cara. "Date", me dijo, "date", repitió, "date tiempo para llegar hasta la chata: una sola vez te lo prevengo". Oh, sí: en la guerra revolucionaria uno tiene que ser ladino: "Si no es nada, si ya se me va a pasar, paisano", contesté, poniendo mi mejor cara de boludo. E ipso facto me cagué con alma y vida. Estruendosamente, para colmo. Una mueca de incontenible ira ensombreció el rostro del Loco, quien con esa habilidad que sólo puede dar la costumbre, sacó de su canana una puntera de acero y la añadió al extremo del Látigo. Pero el asombro lo detuvo, porque yo, mirándolo a los ojos y con una sonrisa de oreja a oreja, me recontracagué nuevamente. Alcira Fafó se mordió una mano para contener el grito, mientras Carla Greta Terón liberaba su angustia macheteándose con un mayúsculo consolador. Fue tremenda mi tercera deposición: salpiqué hasta el cielo raso, el cual quedó como hollado por patas de fieras, aunque era sólo mierda. Y entonces El Loco se resignó; vino hasta mí, me arrastró de los pelos por mi propia porquería, y levantó, dispuesto al castigo, el temible-hermoso LATIGO. El deseo de asegurarse una victoria aplastante, sin embargo, conspiró contra él: antes de empezar a pacificarme giró la vista para vigilar a Sebastián: lo sorprendió en cuatro patas, mostrándole airado sus verdinegros colmillos. Entonces El Loco cifró todas sus posibilidades en su rapidez de tigre. De una patada de taquito lo descuajeringó al estratégico Sebas, y luego se dedicó exclusivamente a mí. El primer LATIGAZO me arrepolló la oreja izquierda. Perdí toda mi tibieza centrista y grité, grité como un poseso: "¡Arriba los Pobres del Mundo!", y "¡Atrás, Atrás, Chancho Burgués!". El segundo me incrustó el esternón en la pared del estómago, toda cubierta de musgo. El tercero me arrancó un testículo y vi mi sangre. Con ella regando las baldosas del piso, inicié un desaforado recule en dirección al guerriloto Sebas, quien cuando estuve a su alcance me recibió con una tocadita de upite a modo de aliento y de saludo. El Señor Amo Capanga Loco levantó su látigo para estrechar vínculos conmigo por cuarta vez, y como de costumbre yo estuve en un tris de salir cagando aceite. Se me ocurrió llamar a la Sociedad Protectora del Prototraidor, pero un trallazo se me introdujo en la boca cuando la abrí para gritar: "Auxilio, socorro al cagón", a través del teléfono.
Sebastián gesticuló, muequeó, supuró, parió. Rápidamente yo tenía que definir la situación. La cantidad se transforma en calidad. O los fabulosos latigazos del Loco terminarían gustándome, era de cajón. Uno más y a la mierda la rebelión. Entonces, el lúcido, insurrecto Sebastián, volvería a pasarlas muy mal acusado de ideólogo: nuevamente para él, ayunos, lecturas censuradas, pizcas de picana, castidad, prohibidas incluso la homosexualidad a solas y la solidaria masturbación. Y tuvimos suerte, sin embargo: El Loco volvió a desviar su atención hacia Sebas, que pretendía refregarle por el rostro un panfleto recién redactado. El Patrón Rodríguez lo pateó un poco al livianito Bástian, hizo jueguito con él para obligarlo a planear por el aire; cuando Sebastián planeó, ensartóle El Loco el mango del látigo en el raquítico culo; Sebas describió su parábola profiriendo un "ah" melodioso, y postróse en un rincón luego del inevitable estrellamiento de su cráneo contra el muro: evidentemente, nuestra anterior militancia en el MRP no nos estaba sirviendo de mucho.
Patria o Muerte: reaccioné con todo. Me le prendí con los dientes del carnudo hombro al restallante Loco. Parando los ojos como un santito vi el agrandamiento de los poros de su cara, el extrañamiento de cada fibra de su piel. Como dándole un vuelco al mundo, contemplé toda su gama de fisuras. Descubrí que tenía dientes postizos, nariz de cartón, una oreja ortopédica (de sarga). Sebastián comprendió lo que estaba ocurriendo y carcajeó por mí, allá en su rincón. Atilio Tancredo Vacán fue amorosamente depositado sobre el intacto pavo y las mujeres iniciaron un baile esgrimiendo cuchillos y tenedores: ellas estaban desnudas.
La sangre del Mordido en olas se me colaba entre los dientes y me inundaba la boca. La Carla Greta Terón convertida ya en una S, en una Z, en una K o en una M rabiosa señalaba desesperada los huevos de nuestro ex amo y señor. Les pegué un rodillazo y se hicieron añicos: construidos estaban de frágil cristal. El Sebas se las ingenió como pudo para traerme la morsa. Apreté con ella la pierna derecha del Capado y comprobé con placer que la misma se encogía y enflaquecía tremendamente, hasta parecer la piernezuela despreciable de un bebé de pocos meses, algo que daba asco. El abrileño Bastián sometió su cuerpo quebrantado por el exilio a otro esfuerzo encomiable: arrastró hasta mí el descomunal revólver del Lejano Oeste que el Apretado guardaba celosamente en un cajón de ciruelas. Al entregármelo él reía como un bendito, y de puro gaucho corajudo y montonero nomás se encaprichó en montar el gatillo. Desde diez centímetros de distancia. apunté: la mira del revólver enfocaba la rodilla izquierda de Rodríguez. Oprimí el gatillo. ¡Qué infantil alegría cuando sonó el disparo! La bala se incrustó entre los quebradizos huesos sin orificio de salida. Hubo un derrame interno y - advertí - la pierna se puso negra. Repetí la operación ahora con el oído derecho del Baleado. Apreté el gatillo. Sonó el disparo. La cara, el cráneo entero del Iguez se puso negro. Ennegreciósele hasta el blanco de los ojos. Sólo la dentadura apretada-encastrada hasta crujirle de dolor permaneció blanca y luciente. "Ae ae", lo remedaron Alcira Fafó y Carla Greta Terón; y "no lo despenes pronto", me rogaron. "Y dale dale dale" mumuró haciéndose el chiquito el burguecida Bastiansebas, quien ya despojado de innecesarias reglas de seguridad, me preguntó: "¿Cómo te llamas?". "Rondibaras, Asangüi, Mihirlys", repuse, y él me tranquilizó con un rotundo "ta bien" mientras se apretaba el ombligo para que el pus saliera. Atilio Tancredo Vacán guardaba un terco silencio, pero se hacía la paja.
Y no todo era mentira, cosa prefabricada, representación dolosa en la estructura de Rodríguez, jaspeada por hermosas vetas de carne humana. Apunté a una de ellas; hice fuego con cierta tristeza; la sangre avanzó hacia mí como pidiéndome amparo. ¿Y si se lo daba? El rojo chorro en espiral se me anudó al cuello igual que una bufanda. La dogmática, lúcida Alcira, me increpó: "Rajáte ya mismo de ese repugnante--pugñoso oropel ! ". Desgarrándome, cabalgando sobre ciertas inquietudes del pasado - que al fin y al cabo existió - me rajé del oropel. Cerré los ojos e intenté continuar mi obra, en el último minuto. ¿Y si al Agonizante le propusiera un Frente, un Pacto Programático sobre la base de. Por qué no? Temblé. Ahora las riendas de la situación estaban en las manos de la implacable Alcira Fafó, Amena Forbes, Aba Fihur. Que me apartó de un empujón y clavó en la nuca del Sangrante un esterilizado punzón de cincuenta centímetros de largo. Rez murió en el acto. El revólver colgaba flojamente de mi brazo. Basti me miró a mí y yo a él: habíamos vivido para ese momento.
La habilidad de Arafó nos marginaba. Ella se movía como un pez en el agua. Con impecable y despersonalizada técnica organizó el descuartizamiento del hombre que acababa de morir; luego, hizo un rápido movimiento, imperceptible casi, para agarrar el látigo, pero, astuta se contuvo. Primero seccionó el pito, que fue a parar, dando vueltas por el aire, a las manos de Cali Griselda Tirembón; de ellas, a una sartén con aceite hirviendo. Lo que quedó de la hermosa veta de carne humana encontró su destino final en nuestro pútrido inodoro: Aicyrfó tuvo el especial cuidado de dividir la veta en pequeños trozos con su ALFILER De Marras, para luego hacerlos desaparecer sin pérdida de tiempo. Cortó también la pierna achicada y se la dio a despellejar a Alejo Varilio Basán, fanático de la masturbación. Ella se comió los ojos. Cagreta la cabeza entera. Yo, una mano crispada. El Basti lamió en su rincón trozos irreconocibles, y unas hormigas invasoras liquidaron el resto.
Sonó el gong. Era La Loca del Alfiler haciéndolo sonar. Sonó el gong. Era ella, levantando la tapa de la sartén y aspirando el aroma con fruición. Probaba con una bolita de miga de pan el ahora vitaminizado aceite y nos miraba a todos con ojos chispeantes. Golpeó otra vez el gong y luego batió palmas con el Alfiler entre los dientes. Todos nos sentamos a la mesa sin chistar. Nos sirvió a cada uno un pedazo de porongo frito, que cada uno devoró a su manera, murmurando apenas aquello de "con tu pan te lo comas". Recuerdo que me soné los mocos con los dedos y me los colgué de las pestañas, como si fueran lágrimas. Tenía perfecta conciencia.
El desesperado rumor venía de la sala. Mi mujer sometía la cerradura del ventanal del techo al trabajo de sus dientes. Sin pies, era difícil que pudiera afirmarse, abrir, luego de romper la cerradura con los dientes. Cedió la cerradura con un clanc de lo más austero. El barco partió, zarpó una vez más, luego de dejar a su única pasajera. Ella apareció en la puerta del comedor con la boca destrozada pero sin nuestra hija, que ahora seguramente aguardaba en algún lugar del puerto, otro barco, que tampoco tardaría en zarpar. Mi mujer apretó los labios. Sus ojos azules a todos nos abarcaron, en silencio. Vino hasta mí y me enseñó sus muñecas: dos muñones sangrantes. Apretaba entre las encías sus manos aserradas. Sin rabia, las escupió sobre la mesa. Hice un esfuerzo y me aproximé para verlas, verlas con los ojos bien abiertos. La izquierda se posó sobre la derecha; luego, la derecha sobre la izquierda. Tomaron una flor artificial del centro de mesa y la estrujaron. Los pétalos me golpearon en plena cara. Ella se fue, caminando de rodillas.
Las inscripciones luminosas arrojaban esporádica luz sobre nuestros rostros. "No Seremos Nunca Carne Bolchevique Dios Patria Hogar". "Dos, Tres Vietnam". "Perón Es Revolución". "Solidaridad Activa Con Las Guerrillas". "Por Un Ampliofrente Propaz". Alcira Fafó fumaba el clásico cigarrillo de sobremesa y disfrutaba. Hacía coincidir sus bocanadas de humo con los huecos de las letras, que eran de mil colores. Me lo agarró al entrañable Sebas de una oreja y lo derrumbó bajo el peso de la bandera. Yo la ayudé a incrustarle el mástil en el escuálido hombro: para él era un honor, después de todo. Así, salimos en manifestación.
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Con Khyron ni mierda. Vil garrote
Por Brutus - Monday, Apr. 17, 2006 at 11:03 AM

¿Porque te metes conmigo Cupa, que carajo te hice yo?. Ahora dialogas con Lord Khyron? Que onda?
¿No ves que popeye = violador de koalas = lorito khyron alcahuete de Lopez Morfy no es otro que el infame Oligarca rastrero a sueldo de la policia? ya tuvo que meterse a bokear que si Walsh no es nada al lado de Borges,etc.
Si yo no aparezco en un foro, el igual sale a provocarme porque necesita algun pretexto para joder pero tambien soy el unico que lo mantiene a raya, jaja, lo que se dice un yuto trastornado sado-mazoca, jajaja,totalmente enfermizo. Fijate quien empezo primero atacandome varias veces arteramente para saber si ando por la red, cuando yo intervine solamente con una frase de tres lineas haciendo la misma objecion que vos en cuanto a saber desde que altura cualquier pelotudo que no salio de Patoruzito tira cualquiera ensuciando toda una profesion. Hay mas de cien periodistas y escritores desaparecidos sin mencionar a los cientos de perseguidos y expatriados.
Mira bien mister Cupa de que lado estas de compararme siquiera con esa hiena. AVIVATE.
Yo tambien encontre unos buenos articulos del palo. Por ahora termino de leerlos.

Brutus Presidente. Khyron al reviente.

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y si discutimos en serio?
Por uno q dice - Monday, Apr. 17, 2006 at 11:34 AM

q significa q sea concheto. significa q lo q no es concheto es bueno por oposicion. no seamos tan necios y simplistas por favor.
y q no trabaje q tiene q ver, q el trabaja dia y noche es mejor artista o mejor politicamente q uno q no lo hace.
pregunto nomas.

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PARA MI
Por TROSKISTA FUNK Y SKA - Monday, Apr. 17, 2006 at 12:39 PM

PARA MI,KONCHETO SIGNIFIKA ESKRIBIR KOSAS SUPERFICIALES. ESO DEL TIPIKO ESKRIBA DEL ARTE POR EL ARTE KON INFULAS DE REFERENTE KULTURAL Q SE DEJA VER EN TODOS LOS SALONES DEL PODER Y LA FARANDULA INTELEKTUALOIDE. ESO NADA MAS.
AKUERDO KON EL FLACO DE ARRIBA. Q LABURE PELANDO PAPAS O RASCANDOSE, NADA Q VER. FUERA DE TEMA.
ES VERDAD, CHE.HABLEN KON KRITERIO Y NO SE SALGAN TANTO. LAS SANDECES DE LORD KHYRON AND COMPANY NO AMERITAN EL PIAR DE UN POYITO.
BUENO, DIGO LA MIA,NO TENDRIAN Q DARLE KALCE

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Para mí...
Por Uno que escribe con todas las letras - Monday, Apr. 17, 2006 at 1:16 PM

... concheto significa escribir todo con "k" y abreviando las palabras.

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Ojalá hubieras leído paturuzito
Por Truchus - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:27 PM

Cerra el orto brutus, con que vas a participar de este foro si vos lo único que leíste fue el diario íntimo erótico de Steve Seagal y además no que podés mantener ni la raya de tu culo sana.

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brtus, afloja con tu obsesión hacia mi persona...
Por Lord Khyron - Monday, Apr. 17, 2006 at 4:41 PM
movimiento_stalin_vive@hotmail.com

mi unico comentario en este foro fue el de la fotito del Camarada constructor de pueblos....lo demas es paranoia tuya....pobre muchacho este brutus...

Ahora volviendo al tema...que es ser concheto.....que buena pregunta.....coincido con el de arriba, escribir todo con K es indicio de boludito intentando negar su propia conchetitud, ah, y escuchar SKA, tambien.

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Por arriba
Por To beef or not to beef (esa es la cuestion) - Monday, Apr. 17, 2006 at 5:04 PM

Por arriba un par de definiciones :

Concheto : Aparentar ser un cheto no siendolo.

Cheto : creer ser mejor (o superior) solo por su condicion economica , vestimenta , habitos y demas superficialidades .

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cuestion etimologica
Por Lord Khyron - Monday, Apr. 17, 2006 at 5:13 PM
movimiento_stalin_vive@hotmail.com

entonces.....se puede ser concheto sin tener plata, pero no se puede ser cheto sin pertenecer , por lo menos, a la clase media alta......

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14
Por 14 - Monday, Apr. 17, 2006 at 10:38 PM

Por favor, con "antiborgeanos" y "anticonchetos" así, sólo hacen que un@ tenga ganas de ser conchet@ y leer a Borges. Porque la verdad, empezando por el salame que inició el tópico, esto no da para más.-

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El Oligarca no es cheto pero es chato
Por Brutus - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 12:33 AM

y muy choto.

Miren lo que dice, por favor que ignorancia:
"el ska es cheto",
¿entonces los adictos al Tango (no Argentinos) que viven en Nueva York o Medellin son chetos?... ¿Si soy Boliviano y me gusta Mozart, soy cheto?
Oligarca Payaso. JAJAJAJJA. No tenes estatura moral para discutir de nada con nadie.
¿Que define culturalmente la chetitud: los usos culturales, los efectos de moda, la adopcion de usanzas-refugio como valor diferenciante-identificatorio de clase?.
Ahi tenemos preguntas verdaderas, profundas, para discutir.
¿Se puede ser burgues sin ser rico, sin pertenecer a la clase dominante?.... y asi, indefinidamente
No inventaste nada, Khyrofano del orto. Todas las preguntas que nos podamos hacer son las mismas de siempre, con mayor o menor pertinencia.

Yo igual a este debate lo tengo resuelto hace mucho:

Brutus Presidente. Con los amigos todo, al enemigo ni agua.

100 balas X 1 peso

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la verdad que no se ni que es el SKA
Por Lord Khyron - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 12:42 AM
movimiento_stalin_vive@hotmail.com

pero si BRUTUZAWA lo defiende asi, evidentemente debe der una mierda....al carajo con SKA y con Brutus, acusado de molestar chicos en el playland de al lado de Burgio....

bruto pedofilo!

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Y si no sabes, que deliras bokeando
Por la novia de Brutus - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 12:58 AM

que el SKA es "para boluditos"?
oligarca carcaman, duermase bien con la bolsita de agua caliente

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al 14
Por Lito - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 1:15 AM

Al que firma 14

este tipo de expresiones chiquilinas como las del borrach@ (tu identificación invita a la asociación), con cero aporte y una carga de estúpida soberbia son típicos de las posturas pendejeriles que abundan en indy, aunque en este hilo veníamos bastante, bastante bien. Digo yo, borrach@, si ni siquiera leíste a Borges, lo que se deduce de tu argumento, quién sos para agrandarte y opinar si el tema da o no dá? Y si te parecía que el tema no daba, ¿para qué perdiste tiempo en meter la cuchara y escribir tu mensajito?
El salame que inició el tema al menos tiene cierta identidad, vos parece que sos tan gelatinos@ que las opiniones de un foro te condicionan para lo que querés ser y hacer.

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DEJA LA COMPU, LORD KHRYRON = TRUCHUS = HAS BEEN
Por YO - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 1:23 AM

= YA FUISTE
Y ANDA A LABURAR,
PARASITO IGUAL Q BORGES
BASURA VOS SOS LA DICTADURA

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Pobre Brutus
Por Popeye e - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 1:37 AM

Brutus aparte de nerd adicto a la red sos paranoico, mucha literatura burguesa hace mal, pero peor hace esto de estar todo el dia frente a una pantallita, aunque vos debes tener un plasma pero al fin y al cabo es lo mismo. Aflojale o vas a terminar haciendo terapia con Moffatt.

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popeye = fridman = gorilon = khyron = etc.etc.etc.
Por brutus fans club - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 2:12 AM
brutusmania@argentina.com

Hablando de bigotes adictos quien habla de estar todo el dia frente a la computadora
Oligarca = mamerto
el unico servicio bueno es el servicio muerto

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¿Este era el tango tan deseado?
Por Medina - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 2:18 AM

¿Este era el tango t...
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Es posible que algunos desprendimientos, separaciones si más te gusta; ayuden a que aceptemos la muerte sin una adjetivación tremendista. Ver determinadas existencias prorrumpiendo en excesos, en alargadas circulaciones identificatorias, tercas y ambiciosas casi con aliento de víbora pueden confundir y hacerte creer la historia de Jehová o del ratoncito Mickey. Uno se queda inmóvil cuando el puñal comienza a incrustarse en el cerebro, removiendo y escarbando. Se queda inmóvil porque salen, vuelan los recuerdos. Uno creyó en la aceptación acumulativa cierta vez y mejor no decirlo. Creyó en la eternidad del espíritu como creyó en el primer disco de infinita luz, un breve púrpura hacia el poniente con voz de lluvia y empedrado. Y entonces uno se apegó, uno y vos, que casi moriste en aquel terremoto de Chimbote encerrado en el baño del hotel, se apegó a insistencias y luchas elementales por la desesperación de crecer, de agruparse en utilitarias borrascas domésticas. Y estudiamos, acumulamos libros, nos juntamos con gente, vimos cine, vagamos en las noches de otras tierras, nos perdimos en selvas muy negras hasta que llegó el amor en cartas lejanas y con fotos y música profética, mientras vos, ese otro, se aterrorizaba bajo los cascos de los caballos policiales, allá en Onganía y El Molino. Vinieron hijos y mucho trabajo, vertiginoso y sin heroísmo. Se dio la suerte de experimentar confusiones, humanas si es que hay que aclarar. Y uno y vos, naturalmente egoístas, traicionamos, hablamos mal y seguramente en una de esas también fuimos leales. Criticamos a los que cruzan con luz roja y a sus hijos les exigen honradez y decencia. Protestamos por la falta de libertad y nos separamos, vos y yo, de lo que estorbaba y nos impedía proyectarnos. Y te proyectaste, eso creíste. Ya no. Te proyectaste en lo que pareció relámpago pero más bien fue huida. Prolija huida que en nada te mejoró. Hurgamos en los alrededores, tocamos para sentirnos vivos porque los estímulos ya habían empezado a disiparse. Alguna vez dijiste que habías tenido todo y agregaste que el que no tuvo bicicleta de chico jamás llega a nada. Junto con los aciertos, los errores y el retroceso de la visión, se atropellan los años. Viene el deterioro y la paciencia. Húmeda y diligente, como aseverando un prontuario, viene la autoindulgencia, privilegio singular y mezquino. Los amigos se mueren y uno, uno y vos, busca un asiento y piensa. Ha terminado la carrera. Se hizo lo que se pudo. ¿Valió la pena? ¿O nos equivocamos? ¿Este era el tango tan deseado? ¿Suena aún la melodía de aquel primer disco de infinita luz? ¿La escuchás? … Yo no. Es difícil escuchar el ruido del mundo cuando ves que la bala se acerca. Porque sé que la viste. Se detuvo la bala, en el aire y desafiando a la inercia. Y vos, uno y vos, tuviste miedo. No por el miedo en sí. Tuviste miedo porque te faltó desprenderte antes de la vida. Decir: ya no me importan los libros, ni el box, ni la televisión, ni la política, ni pelear por un asiento en el colectivo o un puesto jerarquizado, ni me importan los hijos porque se van indiferentes, ni los fines de semana con sol, ni el baile, ni el segundo movimiento de la sinfonía número 3 de Beethoven especialmente cuando los violines se quedan temblando unos centímetros más arriba del corazón, ni me importa la posibilidad del amor, ni la justicia o la injusticia, ni los viajes, ni los museos, ni levantarse temprano, ni el mar, ni las flores, ni el vino, ni los enfermos, ni los pobres porque eras pobre… Es tan fácil aceptar la muerte cuando uno puede desprenderse de cosas, desligarse de responsabilidades…Vos nunca lo hubieras podido hacer. Para despojarse de algo antes hay que poseerlo. Y yo no creo que vos, con los dientes cariados por la debilidad, tuvieras algo de lo cual desprenderte, salvo el hambre o la bicicleta soñada… Quizá por esto fue que diste el triple salto. Al tipo lo apuntaste con el revólver 22, te apropiaste del auto y rajaste creyendo que sabías manejar, pero no fue así, te fuiste contra el terraplén y ya estaban encima, apretaste el gatillo porque sí y viste la bala, no la tuya, la bala del cana. Tuviste miedo porque estabas vacío. Miedo porque no tenías nada que ofrecer, nada de lo cual desprenderte a cambio de esa bala que te mató. Siempre es así a los 14 años…
(1992)

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ENTRE COMPROMISO Y LITERATURA
Por Cupa - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 6:37 AM

Desde la conversación, que reproduzco, entre Julio Córtazar y Omar Prego se desprenden las aristas de este viejo dilema que plantea - en boca del mismo Cortázar - uno de los problemas más apasionantes de la literatura contemporánea, eso es "el dificilisimo equilibrio entre un contenido de tipo ideológico o un contenido de tipo literario".
No tiene desecho. A ver quién se larga.
Buen provecho



"JUEGO Y COMPROMISO POLITICO"


Omar Prego: Hay un aspecto de tu obra que ha generado un malentendido bastante considerable, es la noción de juego (en su sentido más amplio y más profundo, yo diría casi sagrado) y la de compromiso político.
Yo sé que acerca de esto se ha escrito mucho, que has explicado en más de un texto cuál es tu posición al respecto. Pero como no podemos remitir al lector a esa bibliografía bastante cuantiosa, me parece útil que hablemos de ello aquí y empecemos por el principio. Es decir, cuándo, de qué manera y por qué Julio Cortázar asume un compromiso político. Que no es lo mismo que ser un escritor comprometido.

Julio Cortázar: En primer lugar, es uno de los momentos en que la biografía de una persona bifurca, toma un nuevo rumbo, adquiere nuevas características. La verdad es que yo era acentuadamente indiferente a las coyunturas políticas y a la situación política en general.

OP: A pesar de que en la Argentina asumiste una actitud claramente antiperonista.

JC: Sí, pero fue una actitud política que se limitaba —como las actitudes políticas de la mayoría de mis amigos y de la gente de mi generación— a la expresión de opiniones en un plano privado y a lo sumo en un café, entre nosotros, pero que no se traducía en la menor militancia. Es decir que yo me sentía antiperonista pero nunca me integré a grupos políticos o grupos de pensamiento o de estudio que pudieran tratar de llegar a hacer una especie de práctica de ese antiperonismo.
Todo quedaba en esa época en la opinión personal, en lo que uno pensaba. Y curiosamente eso nos satisfacía a casi todos nosotros, nos parecía suficiente. Incluso nuestra posición durante la guerra civil española y durante la segunda guerra mundial.
En un caso, claro, estábamos por los republicanos, pero ninguno de nosotros fue a combatir como voluntario a España y ni siquiera actuó políticamente en asociaciones republicanas en Argentina. Y naturalmente, cuando la segunda guerra mundial éramos todos antinazis, pero ese antinazismo no se tradujo nunca en ninguna militancia. Las había y se podía hacer cosas en el plano práctico.
Digamos entonces que mis decisiones políticas ya estaban tomadas y daban hacia la izquierda, pero no pasaban de una opinión, en realidad era un punto de vista que no se diferenciaba mucho de los puntos de vista que yo podía tener sobre la literatura o sobre la filosofía.
En cambio, la revolución cubana me mostró, me metió en algo que ya no era una visión política teórica, una postura política meramente oral: esa primera visita a Cuba me colocó frente a un hecho consumado.
Yo fui muy poco tiempo después del triunfo de la revolución —la revolución triunfó en 1959 y yo fui en 1961— en momentos muy difíciles en que los cubanos tenían que apretarse el cinturón porque el bloqueo era implacable, había problemas internos a raíz de las tentativas contrarrevolucionarias: muy poco después se produjo eso que se llamó los alzados del Escambray, esos grupos anticastristas que hubo que eliminar al precio de una lucha de varios años.

OP: Es decir que por primera vez —y esto le ocurrió a toda una generación de escritores, artistas, economistas, periodistas— los intelectuales latinoamericanos podían asistir al proceso de construcción del socialismo en un país del continente.

JC: Claro. Y ese con el pueblo cubano, esa relación con los dirigentes y con los amigos cubanos, de golpe, sin que yo me diera cuenta (nunca fui consciente de todo eso) y ya en el camino de vuelta a Europa, vi que por primera vez yo había estado metido en pleno corazón de un pueblo que estaba haciendo su revolución, que estaba tratando de buscar su camino.
Y ése es el momento en que tendí los lazos mentales y en que me pregunté, o me dije, que yo no había tratado de entender el peronismo. Un proceso que no pudiendo compararse en absoluto con la revolución cubana, de todas maneras tenía analogías: también ahí un pueblo se había levantado, había venido del interior hacia la capital y a su manera, en mi opinión equivocada y chapucera, también estaba buscando algo que no había tenido hasta ese momento.
La revolución cubana, por analogía, me mostró entonces y de una manera muy cruel y que me dolió mucho, el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política. Desde ese día traté de documentarme, traté de entender, de leer: el proceso se fue haciendo paulatinamente y a veces de una manera casi inconsciente. los temas en donde había implicaciones de tipo político o ideológico más que político, se fueron metiendo en mi literatura. Ése es un proceso que se puede ir apreciando a lo largo de los años.

OP: ¿Tenés un ejemplo?

JC: Ese cuento que se llama Reunión, cuyo personaje es el Che Guevara. Ése es un cuento que yo jamás habría escrito si me hubiera quedado en Buenos Aires ni en mis primeros años de París, porque no me hubiera parecido un tema, no hubiera tenido ningún interés para mí. En cambio, en ese momento, el tema de ese relato me resultaba absolutamente apasionante, porque yo traté de meter ahí, en esas 20 páginas, toda la esencia, todo el motor, todo el impulso revolucionario que llevó a los barbudos al triunfo.
Pero todo esto que te estoy diciendo acerca de esa especie de entrada en la conciencia política o ideológica, que antes había sido más bien uno de los tantos ejercicios intelectuales y de las opiniones que uno tiene a lo largo de la vida, no tendría demasiado sentido si no se conectara con otra cosa. Y así como te cité Reunión como el primer cuento que marcaría esa entrada en el campo ideológico y por lo tanto una participación (porque ahí yo ya entré participando), de esos mismos años debería citar, de manera simbólica, ese otro cuento que es El perseguidor.

OP: Yo, así, a primera vista, no veo una relación muy clara.

JC: Bueno, en El perseguidor la política no tiene absolutamente nada que ver, la ideología tampoco. Pero sí tiene que ver, por primera vez en lo que yo llevaba escrito haste ese momento, una tentativa de acercamiento al máximo a los hombres como seres humanos.
Hasta ese momento mi literatura se había servido un poco de los personajes, los personajes estaban ahí para que se cumpliera un acto fantástico, una trama fantástica. los personajes no me interesaban demasiado, yo no estaba enamorado de mis personajes, con una que otra excepción relativa.
En El perseguidor es fácil darse cuenta de que la figura de Johnny Carter y la de su antagonista fraternal, Bruno, han tratado de ser vistas por el autor como si él fuera ellos en alguna medida. El autor trata ahí de estar lo más cerca posible de su pie, de su carne, de su pensamiento. Y si hago esta referencia a este otro cuento es porque en el fondo se trata de una misma operación.
La toma de conciencia ideológica, política, que me dio la revolución cubana no se limitó solamente a las ideas. La revolución debe triunfar y se debe hacer la revolución porque sus protagonistas son los hombres, lo que cuenta son los hombres.
Y esa cosa aparentemente tan trivial e incluso perogrullesca fue muy importante para mí, porque si yo había sido indiferente a los vaivenes políticos del mundo, era porque era indiferente a los protagonistas de esos vaivenes políticos. Yo podía tener mucha simpatía por los republicanos españoles y mucho odio por los franquistas, pero era a base de criterios mentales.
No me gustaba el fascismo por razones obvias y sí me gustaba la democracia de los republicanos. Pero yo me quedaba afuera de la parte que correspondía a la sangre, a la carne, a la vida, al destino personal de cada uno de los participantes en esos enormes dramas históricos.
Entonces, en muy poco tiempo (el símbolo son estos dos cuentos) se produce la aparición de lo que actualmente se llama el compromiso. Es decir, que yo empiezo a darme cuenta, a descubrir un territorio que hasta entonces apenas había entrevisto.
Lo cual no quiere decir que yo vaya a ser un escritor de obediencia, un escritor que se limita únicamente a defender su causa y a atacar a la contraria, sino que voy a seguir viviendo en plena libertad, en mi terreno fantástico, en mi terreno lúdico, y yo sé que vos querés que hablemos de lo lúdico.

OP: Sí, pero antes me gustaría que dejáramos claro esto que algunos llamarían «un viraje» a falta de una expresión mejor. Yo siempre tuve la impresión de que en ti fue algo así como el deslumbramiento en el Camino de Damasco, salvo que vos nunca estuviste del lado de los represores, como en cambio lo estuvo Saulo.

JC: Sí, un viraje que en realidad no lo es. Más bien eso que consiste en tomar una conciencia directa de los problemas ideológicos por un lado y de sus protagonistas por otro, algo que empezaba a determinar, por lo que a mi tocaba, eso que suele llamarse habitualmente compromiso.
Es decir, que llegó el día en que frente a una injusticia cualquiera —hablemos en abstracto— yo tuve la necesidad de sentarme a la máquina y escribir un artículo protestando por esa injusticia, me sentí obligado a no quedarme callado, sino a hacer lo único que podía hacer, que era o hablar en público si se trataba de reuniones o de escribir artículos de denuncia o de defensa según los casos. Y eso, en el fondo, es lo que termina por llamarse compromiso.
O sea, que un hombre que está entregado a la literatura, de golpe, agrega, incorpora y fusiona preocupaciones de tipo geopolítico que se pueden manifestar en lo que escribe literariamente o que pueden darse separadamente, como un cuerpo ya más especializado de escritura.
Creo que ya te señalé el horror que me produce todo «escritor comprometido» que solamente es eso. En general, nunca he conocido un buen escritor que fuera comprometido a tal punto que todo lo que escribiera estuviese embarcado en ese compromiso, sin libertad para escribir otras cosas.

OP: Un profesional del compromiso, o un comprometido profesional.

JC: No, yo no conozco ningún gran escritor que haya hecho eso. Estoy hablando de escritores de literatura, no de filósofos ni de ensayistas. Alguien como Gregorio Selser, por ejemplo, no hace otra cosa que escribir artículos políticos, pero él no es un novelista ni un cuentista, ni tiene interés en serlo. Ese no es mi caso, porque yo siempre he vivido en un mundo de literatura que al mismo tiempo es un mundo lúdico, porque para mí es la misma cosa.
Yo no podía de ninguna manera aceptar el compromiso como una obediencia a un deber exclusivo de ocuparme de cosas de tipo ideológico.

OP: Sería un poco el caso de Sartre, de mención inevitable cuando se habla de este tema.

JC: El caso de Sartre me parece profundamente admirable, porque cuando Sartre despierta a una realidad política (un poco como en otro plano habría de sucederme a mí), pero sin abandonar la literatura y la filosofía, comienza a introducir elementos de la historia contemporánea, de los problemas contemporáneos en su creación de ficción, como es el caso de Los caminos de la libertad y La náusea.
En Los caminos de la libertad eso es más explícito, porque el libro se va cumpliendo mientras fuera del libro se están desarrollando esos procesos. Y creo que Sartre, mientras tuvo una capacidad creadora pura, la utilizó sin ninguna concesión. Sólo forzando mucho las cosas se puede ir a buscar símbolos de tipo político o ideológico en muchos de sus cuentos y obras de teatro.
Yo tengo la impresión de que él quería que se las considerara como puras obras de arte, y ése es estrictamente mi punto de vista. Cuando a mí me nace la idea de un cuento que tiene una referencia a las desapariciones en Argentina, escribo ese cuento con el mismo criterio literario y la misma absorción literaria con que puedo escribir cualquier cuento puramente fantástico, digamos La isla a mediodía.
Para mí se trata de obras literarias, sólo que en el caso de los desaparecidos se trata de un tema que significa mucho para mí, es ese tema espantoso de lo que ha sucedido en Argentina estos últimos años, y se presenta como una posibilidad de desarrollo literario y si lo escribo igual que los cuentos puramente literarios, hay una cosa que me complace, y es que una vez que lo he terminado no puedo dejar de pensar que ese cuento va a llegar a muchos lectores y que además del efecto literario va a tener un efecto de tipo político. Ésa me parece que es la visión del compromiso, la justa en un escritor.

OP: O sea que las dos visiones se concilian finalmente y se hacen una sola.

JC: Claro. Pero cuando decís eso planteás el grave problema al que aludo en el prólogo al Libro de Manuel, que es donde ataqué de frente el problema. Problema que consiste en tratar de conseguir una convergencia de la historia contemporánea —para llamarlo así— de ciertos aspectos de la historia y su convergencia con la literatura pura.
Convergencia particularmente difícil porque en la mayoría de los libros llamados comprometidos o bien la política (la parte política, la parte del mensaje político) anula y empobrece la parte literaria y se convierte en una especie de ensayo disfrazado, o bien la literatura es más fuerte y apaga, deja en una situación de inferioridad al mensaje, a la comunicación que el autor desea pasar a su lector.
Entonces, ese dificilísimo equilibrio entre un contenido de tipo ideológico y un contenido de tipo literario —que es lo que yo quise hacer en Libro de Manuel— me parece que es uno de los problemas más apasionantes de la literatura contemporánea. Y me parece, además, que las soluciones son individuales, que no hay ninguna fórmula. Nadie tiene una fórmula para eso.

OP: Claro, porque si vamos a las fórmulas, entonces se corre el riesgo de caer en los esquemas, que rechazás. Yo creo que este punto quedó suficientemente ventilado en tu carta a Roberto Fernández Retamar, publicada en la Revista de la Casa de las Américas e incluida en Último round, a la que podemos remitir a todo lector interesado en estos temas.
Pero ya que estamos aquí, me gustaría que habláramos precisamente de dos cuentos tuyos recientes, Grafitti y Segunda Vez. Yo creo que en ellos encontraste un nuevo camino para mostrar el rostro asumido por el horror en muchos países de nuestra América, y que consiste precisamente en despersonalizarlo, en hacerlo anónimo.
En libros como El otoño del patriarca o Yo, el Supremo o El recurso del método, hay siempre un hombre de carne y hueso detrás del horror. Y entonces, como le ocurre a García Márquez con su Patriarca, el creador se encuentra con una criatura a la que se puede llegar a compadecer.
En cambio, en esos cuentos tuyos no hay un hombre, por cruel que sea, sino algo que en ningún momento puede asumir una forma (como el ser monstruoso imaginado por Lovecraft en Las montañas de la locura, y sé que no te gusta Lovecraft), que en un momento determinado puede llamarse Ejército, Organizaciones Paramilitares, Comandos de la Muerte, pero que carece de rostro.

JC: Exactamente. El horror se acentúa porque se vuelve una especie de latencia omnímoda, una atmósfera que flota, en donde no se pueden conocer caras ni responsabilidades directas. Una especie de superestructura. Yo creo que la máquina del horror tiene en el campo de la novela dos ejemplos extraordinarios. Uno de ellos es El proceso, de Kafka.
Y aunque ahora hay toda una teoría según la cual El proceso sería un libro cómico y que Kafka lo consideraba como un libro cómico, nosotros por lo menos lo leímos en una lectura dramática.
Ahí ya se da el caso de ese destino que se va cumpliendo inexorablemente, paso a peso, sin que jamás se sepa hasta la última línea, sin que se llegue a saber jamás cuáles eran las motivaciones que determinaban ese destino. Muchas veces yo he pensado, leyendo casos típicos de desaparecidos y torturados en Argentina, que ellos han vivido exactamente El proceso de Kafka, porque han sido detenidos muchas veces por ser sólo parientes de gente que tenía una actuación politica (ellos no la tenían, o la tenían de manera muy parcial) y han sido torturados, han sido detenidos y finalmente muchas veces ejecutados.
Y esa gente, en cada etapa de su destino, ha debido preguntarse quién era el responsable, de dónde le venía esa acumulación de desgracias, y no lo ha podido saber nunca porque lo único que ha conocido es a los ejecutores, a los torturadores. Quienes, por otra parte, tampoco sabían quiénes eran los jefes.
El otro libro es ese a cuyo título, 1984, vamos a llegar cronológicamente el año que viene, dentro de muy poco, el libro de Orwell. Yo acabo de escribir un texto bastante largo para El País de Madrid, que va a hacer crujir los dientes de mucha gente, incluso compañeros, porque es un artículo bastante duro, muy crítico.
Ese libro contiene la imagen del Big Brother (que finalmente no existe, el Big Brother es un simulacro fabricado por ese partido que tampoco se sabe lo que es) donde se llega a un nivel totalmente infernal, a ese nivel al que vos aludías. Sí, esos dos cuentos míos que citaste contienen también esa mecánica del horror, el horror sin causa definible, sin causa precisable.

OP: Que también se da, aunque en otro registro, en Satarsa, donde todo también sucede sin que nadie sepa muy bien por qué ocurren las cosas, cuál es su sentido último, donde siempre alguien puede referirse a un escalón situado por encima suyo, hasta llegar acaso a la Ley de Seguridad del Estado.

JC: O sea, a una abstracción total.

OP: Bueno, yo te pediría que me hablaras un poco de las similitudes que —al menos para mí —tienen Oliveira y Andrés, el del Libro de Manuel. Te adelanto algunos de esos elementos: el desconcierto en la búsqueda y el sentimiento de lo lúdico, como si los dos creyeran que lo lúdico es una especificidad de la historia. Dos rasgos, por otra parte, que más de una vez le han sido atribuidos a un tal Julio Cortázar.

JC: Bueno, tu pregunta es demasiado vasta y exigiría tal vez un análisis parcializado. Pero tampoco hay por qué complicar inútilmente las cosas. Vamos de lo más autobiográfico, de algo que yo conozco bien, a lo más general.
Desde pequeño yo he tenido un gran sentido del humor y me acuerdo que siendo muy niño —tendría ocho o nueve años— me producía un gran asombro que en ciertas conversaciones de los mayores, en circunstancias en que todo hubiera podido arreglarse con una broma, con una respuesta llena de humor, todo el mundo se ponía trágico, todo el mundo se tomaba las cosas por el lado negativo.
En el mejor de los casos se hacían chistes, los argentinos hacen muchos chistes, pero no todos tienen sentido del humor. Mirá que esto también puede aplicarse a la raza humana en general...
En todo caso la Argentina ha sido un país de humoristas individuales, como Macedonio Fernández, detrás de cuya metafísica se esconde un humor terrible. Yo, desde muy niño, sentía que el humor era una de las formas con las cuales era posible hacerle frente a la realidad, a las realidades negativas sobre todo.
Si cuando sucedía algo desagradable te defendías a base de humor, salías mejor parado que tu amigo o compañero que no disponía de esa arma, que no veía más que lo trágico. Bueno, de ahí a lo lúdico no hay más que un paso. Porque quien tiene sentido del humor tiene siempre la tendencia a ver en diferentes elementos de la realidad que lo rodea una serie de constelaciones que se articulan y que son en apariencia absurdas.
Todas las frases del humor tienen ese elemento de absurdo, de cosa que no funciona dentro de una lógica aristotélica. Yo sentí que eso era una especie de para realidad, es decir, una realidad que está a tu disposición en la medida que vos la sepas asumir y la sepas utilizar.

OP: Utilizabas el humor como una suerte de anticuerpo.

JC: Yo me defendía de situaciones bastante penosas mediante el recurso del humor, un humor blanco o negro, según las circunstancias. El humor negro también es un elemento importante. De modo que esas asociaciones aparentemente ilógicas que determinan las reacciones del humor y la eficacia del humor, llevan al juego.
Lo lúdico no es un lujo, un agregado del ser humano que le puede ser útil para divertirse: lo lúdico es una de las armas centrales por las cuales él se maneja o puede manejarse en la vida. Lo lúdico no entendido como un partido de truco ni como un match de fútbol; lo lúdico entendido como una visión en la que las cosas dejan de tener sus funciones establecidas para asumir muchas veces funciones muy diferentes, funciones inventadas. El hombre que habita un mundo lúdico es un hombre metido en un mundo combinatorio, de invención combinatoria, está creando continuamente formas nuevas.

OP: Eso puede sonar un poco abstracto. ¿Cuáles eran tus métodos prácticos de defensa cuando eras niño?

JC: Bueno, te doy un ejemplo. A mí, desde pequeño, me fascinó la noción de monstruo, la idea de los animales mitológicos: una cabeza de león, alas de águila y plumas de pato, que naturalmente provoca la indiferencia general de la gente.
Pero a mí, te repito, me fascinaba porque me di cuenta de que eso (la noción del monstruo, que es el resultado de una combinación diferente de los elementos aceptados por todos) se podía extrapolar a operaciones mentales, a conductas. Uno podía a veces conducirse lúdicamente, es decir, hacer un juego en el que de alguna manera uno era el monstruo, porque a un mismo tiempo estabas moviéndote como un león y volando como un águila.
Para llegar a la cosa central: desde que yo empecé a escribir (a escribir cosas publicables) la noción de lo lúdico estuvo profundamente imbricada, confundida, con la noción de literatura. Para mí, una literatura sin elementos lúdicos era una literatura aburrida, la literatura que no leo, la literatura pesada, el realismo socialista, por ejemplo.

OP: Bueno, precisamente, de eso se trata. Es decir que en cierta medida y hasta cierta época, se dio por aceptado que Revolución era un concepto inseparable de realismo socialista. De modo que tú te insurgís justamente contra ese concepto.

JC: Sí, lo que me vale a veces enfrentamientos cordiales, si quieres, pero enfrentamientos bastante fuertes con compañeros revolucionarios. El Libro de Manuel fue uno de esos ejemplos.

OP: Claro, porque Libro de Manuel, por el año en que fue publicado, 1973, hizo las veces de pararrayos de todas esas discrepancias que andaban flotando por ahí, las atrajo y las concentró de manera fulminante. En un reportaje publicado poco después de que te dieran el Premio Médicis para extranjeros, vos dijiste lo siguiente: «Yo no sé si llamarlo un libro político. Ésa es una palabra que me da un poco de miedo, porque política es una cosa muy profesional y muy precisa.
Yo creo que es un libro que una vez más continúa una especie de apertura ideológica en la línea socialista que yo veo para América Latina, y además una especie de pre-crítica a todas las equivocaciones que suelen cometerse cuando se intentan y realizan revoluciones».
Y esto se compadece perfectamente, a mi modo de ver, con otro texto tuyo, Casilla del camaleón (La vuelta al día en ochenta mundos, Tomo II, pp. 185-193), donde oponés precisamente el concepto de camaleón al de coleóptero. El caleóptero es quitinoso, rígido, poco flexible, como ciertos procesos revolucionarios.

JC: Desgraciadamente. Desgraciadamente las revoluciones parecen conllevar una tendencia a la estratificación (o quitinosidad, para seguir con la imagen). En sus formas iniciales, esas revoluciones adoptaron formas dinámicas, formas lúdicas, formas en las que el paso adelante, el salto adelante, esa inversión de todos los valores que implica una revolución, se operaban en un campo moviente, fluido y abierto a la imaginación, a la invención y a sus productos connaturales, la poesía, el teatro, el cine y la literatura.
Pero con una frecuencia bastante abrumadora, después de esa primera etapa las revoluciones se institucionalizan, empiezan a llenarse de quitina, van pasando a la condición de coleópteros.
Bueno, yo trato de luchar contra eso, ése es mi compromiso con las revoluciones, a la Revolución, para decirlo en general.
Trato de luchar por todos los medios, y sobre todo con medios lúdicos, contra lo quitinoso.
El Libro de Manuel fue una tentativa de desquitinizar esos proemios revolucionarios que vagamente se asomaban en Argentina y que no llegaban a cuajar. Ese libro fue escrito cuando los grupos guerrilleros estaban en plena acción.
Yo había conocido personalmente a algunos de sus protagonistas aquí en París, y me había quedado aterrado por su sentido dramático, trágico, de su acción, en donde no había el menor resquicio para que entrara ni siquiera una sonrisa, y mucho menos un rayo de sol.
Me di cuenta de que esa gente, con todos sus méritos, con todo su coraje y con toda la razón que tenían de llevar adelante su acción, si llegaban a cumplirla si llegaban al final, la revolución que de ellos iba a salir no iba a ser mi Revolución. Iba a ser una revolución quitinizada y estratificada desde el comienzo.
El Libro de Manuel es un desafío, pero no un desafío insolente ni negativo. Es un desafío muy cordial: vos has visto que yo a los personajes con toda la simpatía posible.
Por ejemplo a Marcos, el jefe de ese grupo de guerrilla urbana que está un poco de vacaciones en Europa en ese momento. Y él mismo discute con sus amigos, si no este problema, problemas paralelos. Yo no los atacaba, muy al contrario. Si hubiera tenido ganas de atacarlos no habría escrito la novela. No sólo no era un ataque, sino que era una tentativa de ponerles en el bolsillo un libro que tal vez los hubiera ayudado un poco.

OP: En eso que a falta de mejor palabra podemos llamar prólogo, decis que «lo que cuénta, lo que yo he tratado de contar, es el signo afirmativo frente a la escalada del desprecio y del espanto, y esa afirmación debe ser lo más solar, lo más vital del hombre: su sed erótica y lúcida, su liberación de los tabúes, su reclamo de una dignidad compartida en una tierra ya libre de este horizonte diario de colmillos y de dólares». Han pasado diez años: si no hubieras escrito entonces Libro de Manuel,. ¿escribirías hay algo parecido?

JC: Creo que sí. Sí, escribiría algo parecido. En el Libro de Manuel yo di un paso adelante, incluso forzándome la mano a veces, porque estaba harto de haber discutido en Cuba acerca de problemas de tipo erótico, por ejemplo, y de tropezarme con la quitina.
O el tema de la homosexualidad, que ahora es también objeto de una discusión fraternal pero muy viva con los nicaragüenses cada vez que voy para allá.
Yo creo que esa actitud machista de rechazo, despectiva y humillante hacia la homosexualidad, no es en absoluto una actitud revolucionaria. Ése es otro de los aspectos que quise mostrar en Libro de Manuel.
Eso es, claro, sólo un aspecto. También hay un ataque al lenguaje anquilosado, al lenguaje quitinizado. Allí, a mi manera, yo libré un combate en el plano del idioma, por que pensaba (y lo sigo pensando) que ése es uno de los problemas más graves que hay en América Latina, toda esa hipocresía lingüística con la que habrá que acabar de una vez.


-Parte de una charla entre Omar Prego y Julio Cortázar aparecida en "La fascinación de las palabras" de Omar Prego y Julio Cortázar. 1985.

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¿Que pasó con los comentarios?
Por Cupa - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 1:10 PM
auto_gobierno@yahoo.com.ar

Desaparecieron todos (45). ¿Se pueden recuperar?.
Habia una discusión por demás interesante.
Alguien del colectivo explique, tenga a bien intentar reponerlos.
Gracias

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No se lamenten.
Por Censura en Indymedia. - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 2:36 PM

Es una barbaridad las fechorias de estos pibes.
Como destruyen indymedia.
Cada vez esta peor.
Cuando los medios masivos nombran el sitio lo hacen ironicamente comentando que el mentado " independiente" tiene el record de opiniones censuradas...

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AL DE ARRIBA
Por Cupa - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 7:30 PM

Yo no me lamento ni me estaba quejando de nada. Hice un pedido al observar que habìa problemas en el sitio.
Cualquier asiduo visitante de buena fe puede comprobar los incidentes puramente tècnicos que vienen producièndose en el sitio, sin relaciòn alguna con presuntos actos de censura.
Prueba de ello es la pronta reposiciòn de todos (o casi todos) los comentarios tras el restablecimiento òptimo de la publicaciòn, lo cual agradezco, dadas las condiciones materiales y de gratuidad en que trabajan los administradores del sitio.
Nada màs al respecto y haciendo votos para que siga el debate sobre Cronopios, Famas y Conchetos.

atentos saludos
de Cupa

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SER CONCHETO ES UN COMPARTAMIENTO
Por Nicasio Gallego - Wednesday, Apr. 19, 2006 at 4:01 AM

LA IZQUIERDA LITEROSA TIENE TAMBIEN LOS SUYOS. ¿PORQUE NEGARLO?. Y BIEN CHETOS.
Juan Jose Sebrelli, Osvaldo Bayer, Hector Bianchiotti, Puig, Saer, Maria Elena Walsh, Liliana Hecker, por ejemplo. Una bocha
DESPUES DE KAFKA Y TOLSTOI SE ACABO LA LITERATURA.

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izq?
Por Lito - Wednesday, Apr. 19, 2006 at 5:32 AM

Sebrelli de izquierda??? Liliana Hecker??? Esos son progres, ex alfonsinistas, socialdemócratas o como quieras llamarlo, pero de izquierda no tienen ni un pelo, salvo Bayer que dice ser socialista. Claro que en la noche de la derecha todos los gatos son pardos, hasta el finado Saer, qepd.

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ejemplo de compromiso y genialidad
Por Juan Salvo - Wednesday, Apr. 19, 2006 at 1:59 PM

German OSTERHELD, capo de la literatura grafica, su obra y su entrega personal se inscriben inseparablemente con letras de oro en el campo de la historieta y el dibujo tanto como en nuestra historia de lucha.

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esto es lo que le va a pasar un día a Brutus por bocón:
Por Lord Khyron - Wednesday, Apr. 19, 2006 at 6:19 PM
movimiento_stalin_vive@hotmail.com

esto es lo que le va...
dago_05.jpg, image/jpeg, 1000x1420

NIPPUR, DAGO, SAVARESE....

ROBIN WOOD, grande entre los grandes de la historieta!

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Los mejores:
Por sí... - Wednesday, Apr. 19, 2006 at 9:40 PM

a)Gilgamesh, el inmortal.
b) Dago.
c) Nipur
d)Mark

La Fierro, cualquier historieta de Altuna menos el loco Chavez.

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No lo veo
Por (esa es la cuestion) - Thursday, Apr. 20, 2006 at 12:13 AM

Bayer cheto ???


mmmmmmm .... No lo veo .

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Conchetos, Cipayos, Garcas al por Mayor.... Grrrrrr
Por Brutus - Friday, Apr. 21, 2006 at 12:52 AM
brutuspresidente@protocolo.zzn.com

Bioy Casares
Mujica Lainez
Silvina Ocampo
Jorge Asis
Fontanarrosa
Marcos Aguinis
Ernesto Sabato
Alicia Dujovne Ortiz
Beatriz Sarlo
Beatriz Guido
etc
etc
etc


¡Bruta Memoria del Asco!

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Yo soy Brutus...
Por Brutus. - Friday, Apr. 21, 2006 at 1:42 AM

Yo soy Brutus......
empleado.jpg, image/jpeg, 300x419

Yo soy Brutus...

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Mi papa
Por Brutus - Friday, Apr. 21, 2006 at 1:50 AM

Mi papa...
cnv0007.jpg, image/jpeg, 210x280

Mi Papa

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BRUTUS CLON
Por "hacha brava" Navarro - Friday, Apr. 21, 2006 at 1:57 AM

Bruta mira Brutus. Donde pone el ojo pone la bala.
Para variar, los services de Avellaneda tienen colita de paja.
Aguante Bochini!!!.

Una gentileza del Brutus Fans Club,
la secretaria militar-zona sur

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este pibe brutus da verguenza ajena
Por "paja brava" Brutus - Friday, Apr. 21, 2006 at 2:03 AM

que lo caguen a trompadas, plis

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Tenes razon "Facundo"
Por Gorilón Frutman - Friday, Apr. 21, 2006 at 2:24 AM

Hacen falta muchos voluntarios de SEPRIN como vos para enfrentar a Brutus.

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brutus querido
Por Dinio "hasiendo el amor" garcia - Friday, Apr. 21, 2006 at 2:25 AM

anda a pegarle a los nenes del kumazawa, esto es cosa de hombres

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facundo+dinio+bresnev+merkel fridman= policia
Por ultrafrecuencia - Friday, Apr. 21, 2006 at 2:48 AM
antiratis@hotmail.com

AHORA YA SABEMOS KIEN ES EL PRINCIPAL KLONADOR Y SPAMER DE TRASNOCHE MUTANTE.
TENGO ARCHIVADO TODO EL HISTORIAL DE MERKEL FRIDMAN Y EL OLIGARKA EN UNA KARPETA KON SUS KULOS FOFOS BIEN ABIERTOS, SI ALGUIEN KIERE. REPORTAN PARA LA MARINA Y LOPEZ MURPHY. ESTAN FURIOSOS. LES CAYO EL AGUANTADERO DE ALMIRANTE ZAR Y PARECE QUE ANDAN NEGOCIANDO UNA "ALTERNATIVA POLITICA" KON BLUMBERG PARA EL AÑO Q VIENE.

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Escritores conchetos premiados
Por Mosca Cojonera - Friday, Apr. 21, 2006 at 6:33 AM

El primer día, un día lluvioso, la Feria del Libro estuvo poco concurrida; los asistentes podían circular con comodidad por los pasillos, que otras veces parecen estrechos, y hojear los libros que les atrajeran sin tener que lidiar con muchedumbres.

Ayer se anunció que la novela "El espejo que tiembla", de Abelardo Castillo, editada por Seix Barral, fue elegida como obra ganadora del Premio al Libro Argentino-Creación Literaria 2005. Además, se otorgó una mención especial a "Cartografía personal", de Jorge Lafforgue, obra que resultó finalista, editada por Taurus Alfaguara.

El jurado, presidido por Mario Goloboff, estuvo integrado por Danilo Albero, Daniel Chirón, Flavia Costa, Esther Cross, Angel Berlanga, Raúl García Luna, Luis Gregorich, Silvina Laura Mazal, Cristina Mucci, Soledad Quereilhac, Antonio Requeni y Máximo Soto.

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Escritores conchetos premiados
Por Mosca Cojonera - Friday, Apr. 21, 2006 at 6:33 AM

El primer día, un día lluvioso, la Feria del Libro estuvo poco concurrida; los asistentes podían circular con comodidad por los pasillos, que otras veces parecen estrechos, y hojear los libros que les atrajeran sin tener que lidiar con muchedumbres.

Ayer se anunció que la novela "El espejo que tiembla", de Abelardo Castillo, editada por Seix Barral, fue elegida como obra ganadora del Premio al Libro Argentino-Creación Literaria 2005. Además, se otorgó una mención especial a "Cartografía personal", de Jorge Lafforgue, obra que resultó finalista, editada por Taurus Alfaguara.

El jurado, presidido por Mario Goloboff, estuvo integrado por Danilo Albero, Daniel Chirón, Flavia Costa, Esther Cross, Angel Berlanga, Raúl García Luna, Luis Gregorich, Silvina Laura Mazal, Cristina Mucci, Soledad Quereilhac, Antonio Requeni y Máximo Soto.

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el tema es arduo
Por Valderrama - Friday, Apr. 21, 2006 at 10:02 AM

Me parece que el tema es arduo y no se adapta a abrir barricadas inexistentes. Como con los equipos de fútbol, cada uno tiene preferencias y entusiasmos que no son la verdad absoluta.
Si se trata de juzgar la conducta política de un artista (¡los escritores no son los peores!) podemos estar de acuerdo (táctica o estratégicamente) con muchos de los nombres que se barajan aquí, pero hay que convenir que solo en casos excepcionales la calidad artística coincide con una posición política aceptable. Pero hay que preguntarse ¿"aceptable" por quien? Imaginemos a un escritor bien comprometido con el campo anticapitalista y reconocido por la mayoría de los que aquí intervienen, pero que un día se le ocurre dar una conferencia en un local de un partido específico. Puedo imaginar el "debate" que se armaría.
Hablaba antes de táctica y estrategia porque a veces un escritor, como cualquiera, puede tener un resbalón “táctico”, así como otros son “estratégicamente” conchetos.
Uso el término “concheto” porque es el que abre el debate y se sigue usando, con “listas negras” como en la época de Tía Vicenta con el tema “in” y “out”. Pero obviamente la definición "concheto" dice y no dice, es muy pobre. Trasladémonos a Cuba y dividamos a Guillén, a Carpentier y a Lezama Lima ( incluyamos a Cabrera Infante, si queremos) en Conchetos y No conchetos. Me parece que nos va a ser tan difícil como al personaje de Cortázar que intentaba hacer una clasificación de las fisionomías de sus conocidos y al final llegaba a la conclusión que no había dos iguales. ¿Y en Italia? Pasolini, Calvino, Moravia… ¿Y en EEUU? ¡Uy! ¿Quien se bancaría de verdad a un Bukowski porteño? Nos encanta leerlo (¡yo soy fanático!) traducido y con la pátina que le pone esa letal forma de sometimiento cultural por el cual hasta los perdedores de los países ganadores parecen mejores que nuestros perdedores.
Personalmente creo que le hacen mucho peor a la lucha anticapitalista la falta de calidad literaria que su posición política. Vargas Llosa llega a ser gusano innoble en lo político, pero ha dado algunas de las páginas más maravillosas de la literatura en castellano. El anticonformismo típico y “necesario” al escritor, lo lleva a veces a rechazar el conformismo que se instala en las posiciones ideológicas supuestamente revolucionarias. Si no me equivoco, Celine y Hamsum (¡dos entre los más grandes! “Hambre”, de Knut Hamsum es una obra maestra) tuvieron problemas por sus posiciones antisemitas y filonazis.
Hay miles de “escritorzuelos” que no son conchetos pero asumen un conchetismo cultural acrítico que le hace muy mal a la literatura y a la política, y como además aspiran más o menos secretamente a “salir de pobres” son además los típicos futuros traidores. Muchos están instalados en una zona aparentemente “activa”, como es la de un cierto periodismo comprometido, pero denles una mínima oportunidad de un relieve que vaya más allá del ámbito local o de su pequeño medio y vamos a ver quien es más concheto…
Son reflexiones tiradas así… velozmente…
Resumiendo:
- el tema no da para dividir entre “buenos” y “malos” y por lo tanto creo que el término “concheto” no se adapta a un debate serio sobre este tema
- entre los artistas, en lo político los escritores no son los peores
- a la política le hace peor la baja calidad artística que la posición política del artista
- hay mucho “escritorzuelo concheto” emboscado, disfrazado de rebelde o “infiltrado” por la cultura dominante
- el anticonformismo es casi una condición del artista, pero no siempre está dirigido para el lado que nos gustaría. Los mejores escritores son para mí los que desnudan al sistema pero también se desnudan a sí mismos. Así como los mejores y más emblemáticos personajes literarios han sido siempre no los que se colocan al margen del sistema sino los que están adentro con patas y todo, con su locura, su grandeza y sus miserias: Don Quijote, Hamlet, Madame Bovary, Bouvard y Pecouchet, Pinocho, Chinaski. Y me resulta difícil pensar que no haya en ellos un reflejo de sus autores.

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¿Jorge Lafforgue concheto?
Por Cupa - para Mosca Cojonera - Friday, Apr. 21, 2006 at 10:30 AM

Un tipo que encaró admirablemente la realización de una "Antología de textos de y sobre Rodolfo Walsh" reuniendo para ello trabajos y testimonios de distintos autores (Piglia, Viñas, etc.), hasta armar un dossier volcado totalmente al rescate de lo que el mismo Lafforgue define (homenajeando a Walsh) como la unión de la pluma y el fusil hechos carne en la elección de "un camino de vida"... no me parece tan "cheto" que se diga.

No conozco mucho de Jorge Lafforgue. Solo retazos y algún cruce fortuito..
Me gustaria por lo tanto saber desde que percepción te cabe tildar a Lafforgue de escritor concheto.

atentos saludos
de Cupa


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No se pierdan la obra del pintor Argentino...
Por TIMOSHENKO - Friday, Apr. 21, 2006 at 11:16 AM

Hurt, o algo así. Nacio en Villa ballester.
Se fue solo en los ochenta.
La rompio en Europa.
300.000 euros por cada cuadro.
Vive en un Castillo en irlanda. Y anda en ferrari.
El artista plastico mas envidiado.
Un sueño hecho realidad para muy pocos.

Me voy a ver la obra, despues les cuento.
Ah, no se olviden que en la vereda estan los indyecitos con la " feria independiente" vamos haber
si la cortan con la censura en Indymedia.

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