Julio López
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El Ctalamochita antes daba vida, hoy enferma
Por luis p - Tuesday, Apr. 18, 2006 at 2:49 PM

En Río Tercero arrecian las injusticias sociales y la contaminación ambiental

Nuestro río, el Ctalamochita, tien dos verdades, una en su historia y en su recorrido antes de llegar a la ciudad, y otra, opuesta, desde ahí, donde transpone el usufructuo fabril y urbano, ya es un arma homicida sedienta, paradoja por su acuosa entidad, de la salud de los más débiles.
Las fábricas que se adueñaron de sus aguas para limpiar sus procesos productivos, no por imprescindibilidad sino por bastarda mezquindad, han convertido sus otrora cristalinas aguas de vertientes serranas, en un líquido venenoso, una entidad tan amargamente ilusoria, porque aparenta ser un goce refrescante lo que en realidad es un líquido tan tóxicamente ineludible para los pobres, sin otras posibili-dades - la COSP de Río Tercero hizo inalcansable llenar sus “pelopinchos”, poniendo precio de oro el consumo de agua de baja escala - en los tórridos veranos, mas sofocantes para los que su única propiedad son sus brazos, y muchas veces los tienen desocupados.
Este sino, le toco vivir a Sofía M., una niñita de Barrio Magnasco, que en esas siestas de verano, abrasadoras, donde los cuarenta grados castigan terriblemente las humildes casas, sin ninguna defensa a las pretenciones del tiempo. Procuró apa-gar ese fuego soleado, y con la alegría típica de los chiquitos de la barriada, que pagaría muy caro más adelante, osó bañarse en su propio río - porque es más suyo, que de los dueños de Atanor, Petroquímica, la Curtiembre y otros - el que baña un pedazo de su propio terruño, muy cerquita de su casa.
Pero esas aguas, no tuvieron lástima de esa ingenuidad, de ese grito vital que hace apenas 13 años pelea en una realidad tan jodida para los que vienen de bien abajo como ella, no tan “cándida”, como las delicadas hijitas de los que se adueñan de esas aguas para envenenarlas, o las de los mismos funcionarios que se adjudican el derecho de cuidar la salud de todos y resguardarnos de la rapiña de los empresarios, y lo único que hacen, es volver sus manos, para recibir la paga con la que son premiados sus “servicios”.
Esa siluetita, desguarnecida, quiso refrescarse en esas aguas traidoras. El encanto fresco y cristalino ocultaba la pósima que la voltearía, el Cromo de la Curtiembre.
Los desechos altamente contaminados vertidos a nuestro río, dominan las aguas a partir de ese lugar, que junto a la cobardía de los funcionarios de seguridad tanto Municipal como estatales de todos los grados, cubrieron cada milímetro de la frágil piel de Sofía, incubando un veneno que intoxica y enferma su cuerpito.
Debido al ocultamiento, poco sabemos de todos los intoxicados en nuestro querido Río Tercero, pero lo suponemos, lo intuimos, las aguas dañinas del río, el aire irrespirable a la madrugada, los árboles que se mueren, son un recordatorio de nuestra sentencia colectiva. Cada ciudadano deambula como condenado a muerte, necesita a su ciudad, si mas humilde mas atado.
Si, somos como condenados a muerte que no podemos gritar y acusar a los asesinos y sus complices, perderiamos nuestro trabajo, nos negarian el pan, nuestros hijos serian discriminados; seríamos doblemente envenenados, tambien por la segregación de los dueños de la “opinión”.
Un susurro parece surgir del silencio.
Algunos ciudadanos están haciendo circular un petitorio, que en cierta manera, abarca esta problemática, enfocado a denuciar y exigir que las Estaciones Monitoras del Ambiente - que tan costosas nos salieron, ya que se hicieron con deuda externa - sean menos inútiles de lo que han demostrado ser.
Desde aquí felicitamos a los vecinos que hacen circular este petitorio e invitamos a refrendarlo.
Río Tercero necesita que luchemos contra la contaminación y los que se enriquecen vilmente arruinando el medio ambiente.
Y para ello, como primera cuestión, hay que dejar bien en claro la principal mentira de esos asesinos: produciones bien limpias y ecológicas de nuestras fábricas, no van en desmedro del empleo, al contrario, generarían más, tan solo, reducirían un poco las espureas ganancias de los dueños de la produción y de la salud del ambiente comunitario, y en todo caso haría innecesario el sueldo de todos los mercenarios que ocultan la verdad, Río Tercero nada en un infierno polutivo, que agrede a todos, pero los mas débiles son los que pagan con su salud, como es el caso de Sofía M.

http://rio-tercero.blogspot.com

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