Julio López
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muestra de capa en el borges
Por po - Friday, Apr. 21, 2006 at 6:50 PM

eso el trotskismo argentino anda re inventado ( o revisando) la revolucion española. La punta de lanza fue Mercedes Petit dicinedo que trotski llamo a votar al Frente Popular en España...ahora el PO segun Judas (estos serán los evangelios secretos de judas?) el POUm era la fraccion trotskista de la revoluicon española????? che judas puede ser que no hayas leido las discusiones de trotski con NIn, o maurin (hay un libro dos tomos de Pierre Broue con la recopilacionde todo lo escrito por troski sobre españa, ademas de las respuestas de dirigentes del poum, que sería bueno que leyeras, si no lo tenes acercate al CEIP Leon trotski que los tiene) pero al que dirige el periodico como se le puede escapar semejante error...salvo que el PO piense que el POUM era la fraccion trotskita del Frente POpular

MUESTRA EN EL BORGES
Robert Capa: Un fotógrafo de revoluciones

Algunas veces sucede que se conjugan en el fotógrafo el talento estético, la precisa mirada histórica y la audacia sin temores que configuran, de ese modo, una obra artística perdurable. Tal es el caso del fotógrafo Robert Capa, cuya retrospectiva se expone actualmente en el Centro Cultural Borges.

No es fruto de la casualidad que la muestra se abra con un retrato de León Trotsky durante su famosa conferencia organizada por los estudiantes socialdemócratas daneses. El revolucionario sufría un exilio internacional: ningún país se animaba a otorgarle asilo luego de que fuera expulsado ignominiosamente de la Unión Soviética por José Stalin, el sepulturero de Octubre. Dinamarca le concedió la posibilidad de dar la conferencia en su suelo e inmediatamente partir a su refugio en Prinkipo. A los 19 años, el fotógrafo fue enviado a realizar su primer fotorreportaje y capturó con su lente el discurso apasionado de Trotsky brindado a un auditorio lleno. En ese discurso, el profeta desarmado –como lo llamó su biógrafo en esta etapa de su historia– explicó el significado de la revolución de Octubre, la necesidad de un partido obrero, y debatió las ideas de uno de los teóricos del fascismo, Curzio Malaparte. La mención a este debate no es gratuita: Capa fue testigo de la denuncia de Trotsky sobre los peligros del fascismo que en ese momento asolaban a Europa. Su obra reflejaría los denodados esfuerzos por parte de la clase obrera por abrir su propio camino en la historia y acabar, de esa manera, con los fachos de toda índole, con los demócratas capitalistas y con los imperialistas opresores de todas las naciones.

A los 17 años, Capa huyó de su Hungría natal, perseguido por la policía debido a sus simpatías comunistas. Más tarde abandonó su Alemania del exilio ante la llegada de los nazis y recaló en París, donde conoció a Gerda Taro, su futura compañera. Adoptó el nombre con el que pasaría a la historia, Robert Capa. Allí fotografío las manifestaciones a favor del Frente Popular –impulsado por el stalinismo– pero también convivió junto a los obreros que ocupaban las fábricas durante la ola huelguística que sacudió a Francia. En 1936, se dirigió junto a Taro a la España republicana para plasmar la guerra civil desde las ciudades bombardeadas por el franquismo y desde el campo de batalla, en las trincheras obreras. Pudo confundirse con los milicianos y fotografió a los combatientes de un destacamento del Poum, la fracción trotskista de la revolución española. También retrató la derrota de esa revolución. Su compañera, Gerda, perdió la vida en un incidente bélico. Más tarde pudo obtener las imágenes más significativas de la Segunda Guerra, incluyendo las del desembarco aliado en Normandía, principio del fin del dominio nazi. Se dirigió después a China y fotografió a las tropas de Mao Tse Tung en su ofensiva revolucionaria; uno de sus lugartenientes posa junto a un cuadro con el rostro de Karl Marx: la revolución, se comprobaba por los hechos, tenía un carácter internacional. En 1954 se dirigió a Indochina –más tarde conocida como Vietnam–, donde el pueblo libraba una batalla contra el colonialismo francés que luego alcanzaría el valor de una lucha socialista y revolucionaria. Fue en ese país donde lo alcanzó la muerte. El intrépido fotógrafo bajó de la camioneta para retratar mejor a las tropas guerrilleras comunistas. Fue su última fotografía. Pisó una mina que explotó matándolo.

Su obra es una cumbre del fotoperiodismo y del talento pero, más aún, es un documento histórico de los dramáticos sucesos que conmovieron al mundo durante el pasado siglo. La época de guerras y revoluciones no ha concluido y grupos de fotógrafos y cineastas, como el Ojo Obrero, se inspiran en él a la hora de capturar las imágenes de los pueblos en lucha por sus destinos. Tal vez sería pertinente que las organizaciones obreras reclamen la entrada libre para la exposición, ya que esas fotografías le pertenecen a la humanidad y, muy especialmente, a su clase trabajadora.


Judas

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