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Siempre fuimos compañeros Che-quen-den-gue...
Por Miguel Longarini - Sunday, May. 07, 2006 at 12:15 PM
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Cuanto más se acercan los días en que la cocina de hacer funcionarios, comienza a largar ese olor a puchero de distintas especies y se espera la voz: –¡Vamos a la mesa...!! Los antes peronistas y ahora K- frentistas se entremezclan por las dudas. No sea que no integrar la gran olla los deje hambrientos

Siempre fuimos compañeros Che-quen-den-gue... (*)



Cuanto más se acercan los días en que la cocina de hacer funcionarios, comienza a largar ese olor a puchero de distintas especies y se espera la voz: –¡Vamos a la mesa...!! Los antes peronistas y ahora K- frentistas se entremezclan por las dudas. No sea que no integrar la gran olla los deje hambrientos.



Parecería que el zurdaje setentista, tal como se lo denominó al Kischnerismo se va comiendo la cola de ratón que quedaba de la derecha Duhaldista, eso por lo menos es lo que se percibe desde el llano. Lo que no significa que todo sea izquierda o derecha en esta mezcla rara “de penúltimo linyera...” por citar a Ferrer.



Es muy natural el comportamiento del P.J, en estas prácticas de desparramarse y amontonarse luego, más si tenemos en cuenta que se trata de repartir cargos-poder y no precisamente sacrificio, entrega y honor. Por otro lado, el electorado apenas si se sorprende, dada la gastada capacidad de asombro que sienten los participantes de tantas internas acontecidas en décadas, dónde la característica frecuente ha sido: Tirarse con munición gruesa al comienzo, para posteriormente tomar envión y perdonarse en nombre del General y sentarse todos a la gran mesa del reparto.



En el mundillo político de estos tiempos, las rencillas, son simplemente momentos de alboroto por determinada visión errática de pareceres, que pasado el momento y ya definido quién es el feliz poseedor del trono, todo se perdona u olvida en pos de la mejor postura política que ofrece la causa o cossa...



Nada nos exige que tengamos que estar ajenos o participando. Esto está en cada uno si lo necesita o no, sólo que se debe estar alerta si los sentimientos son sanos, porque desde lo que se ha dejado ver, parece que poco o nada importan a la hora de ser compañero.



Si de rifar ideales se trata, estos pases costosos sin intercambio de camisetas, apenas con algunas excusas, son la moneda corriente en gran parte de la dirigencia. Lejos quedó la mística, el desprendimiento, la utopía, la entrega desinteresada a la hora de construir la gran aldea, idea motor que motivaba a los hombres y mujeres de otras épocas. No es que no se haga mención a estos nobles valores, de hecho se hace, pero nada más que para tratar de poner letra, en aquellos que todavía sobreviven con la esperanza de un mundo cierto, con dignidad, paz y esperanzada humanidad.



Miguel Longarini
Libre pensador y poeta.

9 de Julio- Bs As

miguellongarini@speedy.com.ar

(*) Siempre fuimos compañeros – Autor: Donald

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