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MARCAS Y CONTRAMARCAS
Por GRACIELA DALEO - Wednesday, May. 10, 2006 at 9:26 AM
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La dictadura militar genocida que se inició en el 76 fue diseñada previamente por las Fuerzas Armadas y los grandes grupos económicos que la sostuvieron, y se planteó objetivos inmediatos y otros de largo alcance. Resumiendo de forma esquemática: operar la modificación radical de la estructura económica, social, cultural, legal, de nuestro país generalizando el terror sobre la totalidad de la población para, a partir de ese "piso", imponer la apertura económica, el predominio del capital financiero, la desarticulación de la industria y la producción local, la multiplicación de la deuda externa, la masificación de la desocupación y la precarización laboral, el desguace de la organización popular. El terror fue la llave para hacerlo en forma inmediata, pero también para asegurarse el futuro: con el terror instalado en la subjetividad social ya no sería necesario el fusil de un militar detrás de cada trabajador para obligarlo a ser esclavo

Revista EL COLECTIVO Nº 8

MARCAS Y CONTRAMARCAS
Por Graciela Daleo *

La dictadura militar genocida que se inició en el 76 fue diseñada previamente por las Fuerzas Armadas y los grandes grupos económicos que la sostuvieron, y se planteó objetivos inmediatos y otros de largo alcance. Resumiendo de forma esquemática: operar la modificación radical de la estructura económica, social, cultural, legal, de nuestro país generalizando el terror sobre la totalidad de la población para, a partir de ese "piso", imponer la apertura económica, el predominio del capital financiero, la desarticulación de la industria y la producción local, la multiplicación de la deuda externa, la masificación de la desocupación y la precarización laboral, el desguace de la organización popular. El terror fue la llave para hacerlo en forma inmediata, pero también para asegurarse el futuro: con el terror instalado en la subjetividad social ya no sería necesario el fusil de un militar detrás de cada trabajador para obligarlo a ser esclavo. Habría muchos menos trabajadores, y los que quedaran –con o sin trabajo– se disciplinarían por miedo a ser desaparecidos en un campo de concentración, o por miedo a ser desaparecidos del territorio laboral.
Anoto entonces esta primera marca: el terror impuso una "naturalización" de la explotación y del ejercicio del poder sin límites desde los lugares de poder no registrada en otros períodos históricos.
Otras, de las muchas que podrían enumerarse, pueden relevarse a partir de lemas y sentencias de los propios genocidas. Desde la fórmula con que nombraron la etapa iniciada el 24 de marzo de 1976: Proceso de reorganización nacional. Lo nombraron anunciando qué habían decidido hacer los civiles tan bien representados por el empresario Martínez de Hoz y las Fuerzas Armadas. Reorganizar la nación, así se expresa y resume lo que enumeraba en los párrafos anteriores. Reorganizar la economía, la educación, el sistema de salud y de seguridad social, las relaciones entre patrones y obreros, disolver el derecho a tener derechos, certeza que nuestro pueblo construyó con décadas de lucha. Reorganizar las relaciones sociales a partir de exterminar a quienes expresaban personal y simbólicamente proyectos solidarios, de autonomía e independencia.
En la Escuela de Mecánica de la Armada, lugar donde funcionó uno de los mayores centros clandestinos de tortura y desaparición, los secuestrados oíamos a los torturadores sentenciar: "Esto no tiene límites"; "Aquí el proceso es individual, hay que salvarse solos"; "Aquí nadie muere cuando quiere ni vive porque quiere"; "Nosotros somos los dueños de la vida y de la muerte".
"Esto" no tiene límites, y no los tuvo durante la dictadura. Ni el terror a punta de picana ni la depredación a punta de decretos, chequeras y negociados. Traducido a marca social, la impunidad de quienes detentan el poder se transformó también en lo natural. Hasta las fronteras que la legislación burguesa construyó durante años quedaron diluidas. Por eso, durante los gobiernos constitucionales posteriores, luego de que algunos –poquísimos– genocidas, fueran juzgados y condenados, toda la maquinaria político-jurídica civil se puso al servicio de retroceder en ese terreno y restituir la impunidad. Si los probados genocidas volvían a andar por la calle, ocupar cargos oficiales o empresariales, tener micrófono y alardear de sus crímenes, ¿por qué otros no podrían aspirar a lo mismo? Doble marca entonces: piedra libre para trasponer todo límite, ético, moral, legal, político; sensación en los ofendidos y agredidos por esa política de que nada puede hacerse contra semejante aplanadora: "Siempre será así, ocupémonos de otra cosa". De ahí que la lucha contra la impunidad constituya una de las contramarcas –si esa palabra existe– más fuertes: demoler ese muro, pese a tantos esfuerzos por volver a levantarlo, ponerle límite al poder que se pretende sin límite.
"Individual", "salvarse solos", expresión descarnada y sin vueltas de cómo debía superarse el estado de conciencia colectiva movilizada, organizadora, participativa y cuestionadora que floreció en los años previos al golpe. La política, la solidaridad, los proyectos colectivos fueron señalados como la "marca" que ponía a cada uno y a los grupos en el foco de la represión. Por eso, a punta de spot televisivo, de amenaza de despido, de fusil y de picana, la exigencia fue "acuse su vecino, así se salvará usted". Sin la amenaza de la desaparición en primer plano, en la sociedad pos dictatorial se tradujo en el "hace la tuya" con que se nos invitaba a consumir gaseosas. Este juego de "salvarse solos" es el que sube a la superficie a través de los medios de comunicación cada vez que el pueblo movilizado manifiesta cómo va recomponiendo sus lazos solidarios. De ahí que tras la formidable convergencia de "piquetes y cacerolas", el discurso del poder volvió a hacer eje en la necesidad de fragmentar, romper, oponer a unos contra otros.
Dueños de la vida y de la muerte, poseedores del deseo de vivir y de la posibilidad de morir. También marca en la subjetividad social. Los poderosos, quienes están arriba, ellos tienen nuestro destino en sus manos". No sólo para matarnos sin castigo, sino para decidir cómo y cuándo, dentro de qué parámetros debemos vivir. Búsqueda de sometimiento total, y reclamo de agradecimiento si no nos matan y nos "dejan vivir". De ahí que los patrones exigieron y las sucesivas camadas parlamentarias hicieron ley la flexibilización laboral y las privatizaciones, para que finalmente uno termine "agradeciéndole" al patrón que "nos dé" trabajo a cambio de salarios de hambre, y a las depredadoras de nuestros servicios públicos que pongan teléfonos en algunas esquinas a cambio de la renuncia a la soberanía y al patrimonio nacional.
Relevo algunas marcas, hay muchas más. No se trata de agotarlas en estas líneas. Sí es necesario subrayar que ninguna de ellas se imprimió sin resistencia. Ni mientras las estaban grabando con desaparición y tortura, ni cuando se profundizan con neoliberalismo y hambre. La resistencia durante la dictadura, la que siguió construyéndose después y sale a la superficie el 19 y 20 de diciembre, en el rechazo a la versión duhaldista de los asesinatos en el Puente Pueyrredón, la que se expresa en cada corte de ruta, en cada movilización gremial y estudiantil, en cada asamblea que se reúne, cada fábrica que se recupera, en cada 24 de marzo, es también una marca en la subjetividad social. Una "contramarca". La que tiene el sello de la memoria histórica, y que es tan necesario relevar y tener presente como las otras, las que nos labran la injusticia y la represión.
Necesario poner en primer plano la marca de la resistencia, ésa que aun en los peores momentos construye, opone, impide que el arrasamiento sea total. Por algo el costado más oculto de los años de la dictadura sigue siendo cuánto y cómo se resistió entonces. Traerla a la luz, hacerla aparecer, es una reivindicación tan necesaria como la de juicio y castigo a todos los genocidas, como la de trabajo, pan y dignidad para todo el pueblo. Porque saber que aun en las peores condiciones, en las más duras, en las más adversas, es necesario, pero también posible, juntarse para hacerle frente a los poderosos, nos invita a no renunciar a la lucha.
Destruir esa convicción fue un objetivo de la dictadura, y lo es del neoliberalismo. Desaparecer esa convicción es lo que quisieron desaparecer desapareciendo a nuestros Treinta Mil compañeros. Mantenerla viva es una forma de hacerlos aparecer.


*Integrante de la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos

elcolectivo2004@yahoo.com.ar
http://www.miradacolectiva.com.ar

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Para luchar hay que tener proyecto...
Por Bronstein - Thursday, May. 11, 2006 at 1:04 AM

y este articulo de Daleo no los tiene. Solo generalidades.

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CUAL ES TU PROYECTO, PAJARON?
Por esteban linares - Thursday, May. 11, 2006 at 1:53 AM
elinares@hotmail.com

Hay tipos que hablan desde la mesa de cafe. Ese es tu caso. Graciela es un ejemplo de lucha y militancia. Hace algo, despues critica.

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Hay que construir el partido de los trabajadores...
Por Bronstein - Thursday, May. 11, 2006 at 8:32 AM

La herramienta indispensable para la emancipacion de la clase. Que falta mucho si falta mucho. Pero si no nos ponemos a trabajar en ello peor sera. Avanzar en dicha direccion, implica el fortalecimiento teorico de la militancia, teniendo como eje la clase trabajadora. Creer en la democracia obrera, unica clase capaz de modificar las estructuras caducas de este capitalismo depredador. La señora Daleo ud. quizas la tiene como idola porque estuvo en la esma y salio con bombos y platillos por su pasado en la organizacion montoneros. Este pajaron tambien estuvo preso pero no por haber sido montonero, proyecto nefasto para cualquiera que si no lo haya vivido por lo menos se informa con todo el material que existe y los testigos que aun sobrevivimos. Este articulo dice ambiguedades, y un discurso que en lineas generales todo el mundo puede compartir. El problema es que hay que puntualizar mejor las cosas. Neoliberalismo o capitalismo?. Para mi la lucha es contra el capitalismo a nivel mundial. No veo en la señora Daleo mucho de autocritica y de claridad en sus conceptos. Yo me autocritique de la lucha armada, diciendo que en el quinto congreso del PRT, la polemica MORENO- SANTUCHO, la historia demostro despues de la derrota estrepitosa que NAHUEL MORENO TENIA RAZON.

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OTRA VEZ LA PELEA ENTRE ORGANIZACIONES ARMADAS
Por tINCHO - Thursday, May. 11, 2006 at 9:46 AM
ESTERAGA@YAHOO.COM.AR

Muchachos, dejense de consisgnas y ponganse a trabajar. Dejen de hablar de revolucion obrera. Menos charla y mas laburo.

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