Julio López
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Juicio al Bauen
Por reenvío lavaca.org - Wednesday, May. 10, 2006 at 6:53 PM

Comenzó el juicio que investiga si Marcelo Ruarte, presidente de la cooperativa del Bauen, rompió las fajas de clausura del edificio y si los trabajadores realizan tareas para las que no están autorizados. Samuel Kaliman, testigo aportado por Mercoteles S.A. –la empresa que demandó al Bauen-, fue acusado de falso testimonio: se presentó como Director de la firma pero desconoce su sede y funcionamiento. El síndico de la quiebra reconoció que un juez autorizó el ingreso de los trabajadores al edificio. Y otro testigo aportó datos que comprometen a los antiguos propietarios con los denunciantes, y ningún sustento para las imputaciones a Ruarte. Todos los caminos conducen a la patronal.


El cazador, cazado


De testigo a acusado.
Así terminó Samuel Kaliman, la primera persona que declaró en el juicio contravencional, oral y público, que se le sigue al presidente de la Cooperativa de Trabajadores Bauen, Marcelo Ruarte, imputado de haber violado fajas de clausura y de emprender junto a sus compañeros actividades comerciales para las que no fueron autorizados. El hombre se presentó como Director General de Mercoteles S.A. –la firma que realizó la presentación judicial que dio inicio a la demanda- y, sin embargo, no pudo señalar cuál era la sede de la compañía ni cuándo se realizan las reuniones de directorio. Por esas y otras aseveraciones, Diego Carbone, abogado defensor, lo denunció por falso testimonio.
Cuando Kaliman ingresó a la pequeñísima Sala 9 de los tribunales orales contravencionales de la Ciudad de Buenos Aires, el recinto, recién inaugurado, aún olía a pintura. Lo recibió la jueza de Primera Instancia en lo Contravencional, Carla Cavaliere, quien en su escritorio tenía apilados los nueve cuerpos de la causa que se debatirá a lo largo de toda esta semana. El testigo se sentó entre el escritorio de la magistrada y el del fiscal y de frente a la defensa y el acusado. De fondo, se escuchaban los bombos y redoblantes de los trabajadores que recuperaron el hotel quebrado en marzo de 2003 y que se acercaron a solidarizarse con Ruarte. Enseguida, comenzó el interrogatorio. A medida que las preguntas se sucedían, crecían las miradas de asombro tanto de los abogados defensores como del fiscal Adrián Martín.

El lobby calamitoso

Kaliman, un testigo aportado por los querellantes, hacía malabares para callar más que para revelar. Se hacía evidente que deseaba evitar cualquier dato que permitiera establecer cuál es la relación de la empresa que dirige con los antiguos propietarios del edificio recuperado por los trabajadores, cosa que sólo amplió la incredulidad de quienes lo escuchaban. “Yo sólo cobro un sueldo por asesorar”, terminó justificándose Kaliman, acorralado por las preguntas.
“Este hombre mintió, dijo que la cooperativa era ilegal y que no cumplió con un contrato de alquiler firmado en 2003”, manifestó indignado Luis Lofeudo, miembro de la defensa, mientras se realizaban los trámites para denunciar el falso testimonio.
La mayor parte de la jornada transcurrió entre testimonios que buscaron desenredar la vinculación de Mercoteles y los antiguos propietarios del Bauen. “Buscamos acreditar que la denuncia contra Ruarte es una venganza contra los trabajadores que recuperaron el Hotel”, explica la defensa. A su vez, poco pudieron aportar los testigos sobre los hechos que se investigan. Las tres personas que declararon en la audiencia negaron haber visto a Ruarte rompiendo fajas de clausura. Sólo el síndico de la quiebra del Bauen, Camilo Rascado Fernández, señaló que en una visita al hotel advirtió que los trabajadores explotaban comercialmente el hotel, aunque no estaban autorizados para ello. De todas formas, el testigo admitió que no recordaba si los trabajadores habían solicitado el permiso para explotar el edificio y subrayó que los miembros de la cooperativa nunca ocultaron que habían puesto en funcionamiento el emprendimiento turístico. “Pude ver que el lobby, está muy mejorado. Cuando el hotel quebró su estado era calamitoso”, sostuvo.

Experto en psicosis

Como parte de la sindicatura, Rascado Fernández administró el hotel entre el 22 de febrero y el 28 de diciembre de 2001, mientras duró la continuidad de la quiebra. Dentro de ese lapso, el hotel también sufrió clausuras. Fue porque había unas cucarachitas, reconoció. Después señaló: “Fuimos nosotros los que pedimos al juzgado el cierre definitivo porque el déficit operativo era insostenible, reconoció”.
El síndico recordó que los trabajadores irrumpieron en el edificio de Corrientes 360 a través de las cocheras en marzo de 2003, cuando el hotel estaba cerrado, y que en forma simultánea el juzgado les otorgó la custodia y vigilancia de las instalaciones. “En un auto el juez resolvió que no había nadie mejor que los trabajadores para custodiar el lugar”, explicó y agregó: “No había fondos para pagar una custodia”.
Durante una buena parte de su declaración, Rascado Fernández se preocupó en remarcar que no tuvo acogida en el gobierno de la Ciudad cuando quiso denunciar a la cooperativa del Bauen por no cumplir con las normas de seguridad. “No soy técnico ni experto en seguridad. Pero frente a la psicosis de Cromañón estaba bastante preocupado. Así que, desde el sentido común, verifiqué los extinguidores y estaban todos vencidos. La salida de emergencia del teatro estaba clausurada”.
-¿Vio la escalera de incendio? –preguntó el abogado defensor.
-No, no la vi.-contestó el testigo
-¿Sabía que el Bauen es uno de los únicos siete edificios de Buenos Aires que posee escalera de incendios?
-No.

La claridad de la confusión

El último testigo fue Gustavo Ruggero, empleado del Suite Bauen, el hotel que está a la vuelta del edificio recuperado por los trabajadores y cuyos propietarios también administraron el edificio de Callao 360. Especialista en mantenimiento, el joven –que se mostró muy nervioso- realizó un papel tan confuso como Kaliman, cuando tuvo que explicar quiénes son sus patrones.

Ruggero dijo que actualmente trabaja para la empresa Ghesa SA, pero que a los fines prácticos reporta a Luciana y Mónica Yurcovich, hijas del fallecido Marcelo Yurcovich, antiguo dueño del Bauen. El joven también admitió conocer a Samuel Kaliman, quien se presentó como Director de Mercotel S.A. Por último, reconoció su firma en un acta junto a la de un ingeniero de apellido Capelutti, que figura como apoderado de Mercoteles. De esta manera, sumó indicios a la relación entre la empresa que presentó la denuncia y el Bauen Suite, que tiene intenciones de quedarse con el hotel que reabrieron 30 trabajadores y hoy da trabajo a 150, aunque no se entiende si tal vez ese es el delito por el que Ruarte y sus compañeros están siendo juzgados.





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