Julio López
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ser un buen orador
Por wilson efrain huarachi - Friday, May. 12, 2006 at 12:17 AM
elarcodefrain@hotmail.com (Casilla de correo válida) Av:cultura

Cómo ser un orador ©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso Un orador es alguien que practica la oratoria. No todos los que hablan en público practican la oratoria. Hay empíricos que siempre han hablado en público, y lo han hecho muy bien, pero nunca estudiaron oratoria. De modo que no están conscientes del cumplimiento de los principios y técnicas implicados. Y hay charlatanes y palabreros que hablan porque no se sienten cohibidos de hacerlo, pero que carecen de los conocimientos de lo que significa el arte de hablar en público. Simplemente toman la palabra y se sienten bien. Sin embargo, para ser un orador hay que saber lo que uno hace. Se requiere conocimiento de las técnicas que intervienen el la comunicación orador-auditorio. El desconocimiento del procedimiento para tomar la palabra deja muchos cabos sueltos. La persona no puede precisar cuando da en el clavo y cuando no. En cambio, el conocimiento le permite saber qué hacer, cómo y cuándo. Puede tomar ciertas precauciones que no tienen los que lo hacen empíricamente. Oratorianet.com es un portal de autoayuda para darte todas las técnicas para la oratoria, la motivación, las relaciones humanas y la técnica de ventas, para que no solo puedas hablar en público, sino hacerlo eficazmente. Puedes comenzar revisando nuestra Casilla de Preguntas y luego la sección Emergencia. Esperamos que te internes poco a poco en el apasionante desarrollo de la oratoria y disfrutes que llegar a ser un orador eficaz. ___

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SER UN BUEN ORADOR


Toda comunicación tiene como meta intentar convencer de algo a otro; es decir, persuadir al otro de algo. Siempre que hablamos queremos influir en los demás de tal manera que obtengamos una respuesta. Cualquier cosa que digamos busca una reacción en la otra persona.
Ningún mensaje es inocuo. Todo tiene un sentido. Hasta el más insignificante de nuestros gestos o de nuestras expresiones busca algo en el otro, aunque ni nosotros mismos seamos capaces de ser conscientes de ello.

Hasta el más inocente de los mensajes está lleno de intención.

Cuando decimos "¡Qué día más bonito hace!" buscamos la respuesta de la otra persona. Podemos buscar que el otro confirme nuestra aseveración, o bien que la desmienta, o con ello pretendemos decir que queremos ir al campo o a la playa, o a dar una vuelta, o estamos comparando el día de hoy con el ayer que estuvo lloviendo, o simplemente expresar lo bien que nos sentimos, etc...

Ningún mensaje es del todo "aséptico". Todo tiene su intención.

Solemos automatizar de tal manera este tipo de lenguaje que suele brotar espontáneamente de nosotros de una manera casi inconsciente.

Sin embargo cuando nos enfrentamos a un público, el proceso suele ser el contrario.

Primero debemos identificar cual es el mensaje que realmente queremos expresar y luego encontrar las palabras que mejor lo hagan. De esta manera transformaremos nuestra comunicación en un proceso totalmente consciente, controlado.

El orador no debe aspirar únicamente a informar, ya que como hemos dicho esto es prácticamente imposible. Lo que buscamos siempre es influir en los demás y por ello cuanto más atractivo hagamos nuestro discurso más fácilmente lograremos transmitir nuestro mensaje sin que por ello perdamos un ápice de seriedad.

Todo orador pretende que su audiencia se muestre de acuerdo con su postura y que incluso ello le mueva a una acción (para un político conseguir que ese público le vote, para un actor que se reconozca su talento y que se le aplauda, para un conferenciante conseguir que los demás acaten sus puntos de vista).

Por eso lo más importante es no aburrir.

Si aburrimos a nuestro público podemos estar convencidos de que su atención se disipará y terminará por no hacernos caso por lo que nuestro mensaje no le llegará.

Para lograr la atención del público todo vale: ser muy agresivo, provocar, ser divertido, alternar nuestras palabras con las de otros oradores , ilustrar mediante presentaciones, gráficos, etc...

Sin embargo, debemos medir bien todo esto que hacemos puesto que la forma en cómo presentemos nuestros argumentos será decisivo a la hora de ser enjuiciado el mensaje que pretendemos transmitir.

Normalmente suele ser aconsejable centrar nuestro discurso en un solo objetivo fundamental, aunque lo podamos adornar con dos o tres objetivos secundarios adicionales.

No conviene abrumar a la audiencia con multitud de mensajes, puesto que lo que pretendemos es mover a ese público hacia una acción concreta, y la profusión de mensajes lo único que puede provocar es descentrar al público sobre lo que realmente pretendemos de ellos.


Por eso para ser un buen orador, que capte la atención de un público, lo entretenga, resulte interesante y sea persuasivo, debemos comenzar, como siempre, por determinar cual va a ser realmente el objetivo de nuestro discurso.



Hablar en público - Tenemos cantidad de ejemplos sobre la dificultad que implica a muchas personas dirigirse a un público. Lo curiosos es que esta dificultad no sólo se centra en la facilidad de palabra o de pensamiento del orador, de su facilidad para dirigirse a un auditorio.

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Hablar en público


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LIDERAZGO:


La Revolución Francesa marcó un antes y un después en la Historia de la Humanidad, en las maneras de hacer y de pensar. Trastocó los valores, las ideas y los conceptos y trastocó también para siempre las vidas de las personas.


También transformó el mundo del trabajo y de los procesos productivos. El concepto de liderazgo cambió radicalmente.

Dejó de ser una personalidad indiscutible, cuyo poder emanaba de un don divino en virtud de su mayor autoridad, fuerza, ingenio o sabiduría, para ser simplemente una persona que sobresalía sobre los demás, por la razón que fuera, y a quien sus seguidores tenían el derecho de juzgar.

Con la Revolución Industrial todos estos cambios sociales se trasladan al mundo del trabajo.

Las empresas se convierten en elementos importantísimos dentro de la estructura social, aglutinando en su entorno a una cantidad de trabajadores cada vez mayor.

Los sistemas productivos se modifican de tal manera que se separa radicalmente lo que es la parte “pensante” y la parte que hace, la parte que gestiona y que manda y la parte que trabaja, que “sólo trabaja” y no piensa.

Estos cambios han perdurado hasta nuestros días, en los cuales aún se mantiene esa dicotomía dentro del mundo laboral, y cuyo mayor exponente se encuentra en las grandes empresas donde conviven la cadena de montaje en la nave industrial y el staff directivo separado del resto de los trabajadores.

La tremenda competitividad de las empresas que exige un resultado excelente en el producto terminado y unos niveles de calidad extremos está haciendo cambiar este ya viejo concepto de separar la parte pensante y la parte trabajadora de las empresas.

Las nuevas empresas exigen a sus trabajadores un mayor compromiso en todos los aspectos concernientes al proceso productivo para que estos se hallen cada vez mas involucrados dentro de la empresa.


Liderazgo (2) - Los niveles de responsabilidad de los trabajadores aumenta de tal manera que se hace indispensable la labor de un líder que los motive.





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efrain
Por wilson efrain huarachi - Friday, May. 12, 2006 at 12:17 AM
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"el conocimiento es poder"

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Discursos
Por El cristiano arrepentido - Wednesday, May. 17, 2006 at 7:42 PM

En un diario del 10 de diciembre de 2004 hay una opinión sobre Tortura. Es una nota en el momento que resuena una campaña iniciada por la Iglesia. Y el artista León Ferrari da su punto de vista. Esta por cierto en el centro de una incómoda polémica donde el “discurso” de la iglesia juega un papel determinante en la vida de todos nosotros: los que vivimos en este país llamado Argentina. El autor de la nota es el artista. Pero se me ocurrió tomarla para contestar a este prolífico autor de la presente nota… Dice el autor en la esa nota:




Quisiera explicar que las obras que más cuestiona la Iglesia, expuestas en el Centro Recoleta, son sólo una forma de expresar una opinión sobre la tortura.


1) Desde el Evangelio hasta el Catecismo oficial de la Iglesia, el cristianismo anuncia que las almas de los muertos en pecado mortal –y más adelante sus cuerpos resucitados – son torturadas en el infierno. Esa idea, el castigo al diferente, recorre nuestra historia y ha originado diversos exterminios: aborígenes, judíos, brujas, herejes, vietnamitas, iraquíes.

2) La existencia de ese lugar donde habría millones de almas sufriendo ha sido ilustrada y exaltada por grandes artistas de Occidente: Miguel Angel, el Giotto, Fra Angelico.

3) Para expresar una opinión sobre el significado de esos estéticamente hermosos cuadros, es decir sobre los suplicios prometidos, expuse en 1985 en el Museo de Arte Moderno de San Pablo, Brasil, una jaula con palomas defecando sobre una reproducción del Juicio Final de Miguel Angel. Una instalación semejante se expone en Recoleta y se expuso en varios museos del exterior.

4) Dado que los infiernos pintados por los artistas del Cristianismo no originan ninguna reacción que condene los suplicios a nuestros semejantes, pensé que una forma de resaltar su crueldad, de lograr que el espectador comprenda la realidad de esa característica de Occidente, era copiar esos infiernos pero reemplazar a los seres humanos por los santos y vírgenes que los crearon o difundieron.

5) Aquella idea produce una singular reacción de la Iglesia: después de siglos de difundir y apoyar los infiernos pintados en sus iglesias, donde se muestran suplicios a gente como nosotros, se ofende y rechaza los infiernos cuando los que sufren son pedazos de yeso y plástico. Espero que con el tiempo la Iglesia extienda su rechazo a los tormentos pintados por el Bosco.

6) Debo aclarar que las figuras que se venden en las santerías no son, a mi criterio, las de los verdaderos Jesús y la Virgen y que sólo representan a los personajes que describen los creadores del Cristianismo. Del mismo Evangelio se deduce que una persona con ideas socialistas, preocupado por los pobres y que nos aconseja amar a nuestro prójimo, como dice era Jesús, no puede amenazar a ese prójimo con la tortura.

7) Durante dos mil años el infierno se mantuvo inalterado, pero no hace mucho el Papa lo modificó diciendo que allí no hay fuego, pero que la ausencia de Dios origina una sufrimiento comparable a las angustias terrenales. El sufrimiento físico se reemplaza por el espiritual.

8) Este poder que tiene el Papa de modificar las formas o sistemas del castigo evangélico me lleva a suponer que podría resolver la contradicción de apoyar los derechos humanos en la tierra y violarlos en el más allá, declarando que la Iglesia ha cometido un nuevo error, que el infierno no existe y que nadie es ni será castigado.

9) Mi intención no ha sido molestar a los creyentes que no creen en las tierras de los diablos. Mis obras están destinadas a la Iglesia y a quienes la acompañan en la amenaza del castigo a los supuestos “pecadores”.
10) Aclaro que estas opiniones no son una novedad. Parecidas o iguales sobre Iglesia y religión las han dado antes que yo, entre otros Bertrand Russell, Arnold J. Toynbee, Sigmund Freud, Noam Chomsky, Aldous Huxley, Saramago, Almodóvar.

11) En la muestra hay, además de dibujos y cuadros inofensivos, obras que se refieren a otros temas: el antisemitismo, la homosexualidad, la vinculación de las víctimas del sida con la campaña contra los anticonceptivos, el llamado Proceso, las guerras contra Vietnam e Irak, la Conquista de América, las obsesiones sexuales de Occidente, etc.

12) La Iglesia ha lanzado una desconcertante campaña contra la muestra y no ha condenado la violencia desatada por algunos de sus feligreses, actitud que los alienta a repetir sus hazañas. Tampoco ha contestado los argumentos y explicaciones que he dado en varios programas de radio. Espero lo haga ahora.

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Los discursos excluidos
Por El cristiano arrepentido - Wednesday, May. 17, 2006 at 8:23 PM

MIEMBROS DE ESA IGLESIA RECLAMAN UNA REPARACIÓN ECONÓMICA POR LA PERSECUCIÓN MILITAR

Testigos de Jehová, testigos del horror

La APDH patrocina a 530 testigos de Jehová detenidos por negarse a cumplir el servicio militar. Entre 1971 y 1984 hubo cuatro mil seguidores de ese culto presos. El punto máximo de persecución fue con Videla. Hubo casos de hasta siete años de cárcel. También se constataron torturas y muertes en cautiverio. Los testigos que se negaban a ser enrolados eran llevados presos a la cárcel de Magdalena.
La persecución sufrida en la Argentina por los miembros de la Iglesia de los Testigos de Jehová es una de las historias más graves de discriminación y autoritarismo ocurridas en el país que permanece en la oscuridad, desde sus inicios en el año 1971. “Los testigos de Jehová también fueron perseguidos por los nazis, pero en la Argentina vivieron un calvario a partir de la dictadura del general (Agustín) Lanusse, del que poco se conoce”, le dijo a Página/12 el abogado Ernesto Moreau, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), convertido en un experto en el tema. Esto fue a partir de que asumió la representación de 530 testigos de Jehová que le vienen reclamando al Estado argentino, desde el año 1998, una reparación “económica y como Iglesia” por haber estado presos “un promedio de tres a cuatro años, con algunos casos extremos de hasta siete años en la cárcel”, sólo por negarse a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, suprimido en 1994. “Ellos se negaban en razón de sus creencias, de la neutralidad que profesan y que los lleva a negarse a empuñar armas y a aprender su manejo porque ellos rechazan aunque más no fuera la idea de matar a una persona”, explicó Moreau. “Unos cuatro mil testigos estuvieron presos entre 1971 y 1987. El 35 por ciento de mis clientes fue torturado físicamente y todos sufrieron tortura psicológica. Hay referencias de al menos tres muertes en cautiverio”, dijo Moreau.
“A los testigos de Jehová primero los persiguieron los nazis, incluso antes que a los judíos. A ellos les ponían sobre el pecho un triángulo de color púrpura. Hubo más de veinte mil que fueron llevados a campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial y hubo unos cinco mil muertos”, explicó Moreau. “Pero también los demonizaron en la Argentina”, agregó Moreau, quien informó que la APDH se reunió el martes con la ministra de Defensa, Nilda Garré, para pedirle algunas medidas administrativas que permitan la incorporación de los seguidores de este culto a los beneficios de la ley 24.043, que contempla una serie de reparaciones para los civiles que fueron víctimas de la dictadura (ver aparte). “Hasta ahora, las causas de reparación económica presentadas por los testigos de Jehová fueron rechazadas, incluso por la Corte Suprema automática, allá por el 2000”, en el caso de Gabriel Alejandro Arcuri y de otros 22 testigos de Jehová.
“Ellos no pueden acceder al status de un preso político, por ejemplo, cuando han sido víctimas de una persecución sistemática que comenzó en el año 1971, con las sucesivas dictaduras de (Juan Carlos) Onganía y Lanusse”, sostuvo Moreau, quien entre los 530 casos tiene algunos de testigos que fueron detenidos “precisamente en el año 1971”. Lejos de mejorar, la situación de los seguidores del culto se tornó más dura en los años 1974-1975, durante el gobierno peronista de María Estela Martínez de Perón. “Sobre todo después de la asunción de Italo Luder como presidente provisional”, precisó Moreau, y de la declaración de guerra en todos los frentes para “aniquilar” a la “subversión”, que derivó en miles de muertes y desapariciones que todavía están siendo juzgadas.
La situación llegó a su punto máximo después del golpe de 1976. El 31 de agosto de ese año, un decreto firmado por el dictador Jorge Rafael Videla institucionalizó la persecución. “La secta en cuestión sostiene principios contrarios al carácter nacional, a las instituciones básicas del Estado y a los preceptos fundamentales de esta legislación. La libertad de cultos consagrada en los artículos 14 y 20 de la Constitución Nacional, por supuesto, se ve a sí misma limitada en el sentido de que las ideas religiosas no deben implicar la violación de las leyes o el atentado contra el orden público, la seguridad nacional, la moral o las buenas costumbres”, establecía el decreto 1867. Una de las supuestas “malas costumbres” de los testigos era negarse a ser soldados.
Entonces, la dictadura prohibió “toda actividad de los testigos de Jehová, toda literatura y la clausura de sus Salas del Reino y la Oficina Distrital”, organismos que son los que coordinan y desarrollan todas las tareas que realiza esta iglesia cristiana. En ese momento, en el país había 31.140 testigos de Jehová y 604 congregaciones. Se tenía también el dato preciso de que el 17 de septiembre de 1977 había 21 testigos de Jehová encarcelados en la Argentina, tal como se denunció en ese momento ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), según consta en la documentación a la que tuvo acceso Página/12.
“La mayor concentración de presos, unas 700 personas, se dio entre los años 1981 y 1982, hacia el final de la dictadura, cuando se juntaron detenciones recientes y otras que venían incluso de antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976”, precisó Moreau. Los últimos testigos de Jehová presos por negarse a cumplir el Servicio Militar Obligatorio recién pudieron salir en libertad en el año 1987, al igual que algunos presos políticos de la dictadura que siguieron en esa situación después de la asunción del ex presidente Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983.
“Ellos, por su religión, tienen una filosofía de vida que es muy distinta a la nuestra y que a veces nos puede sorprender o diferenciar. De todos modos, en todos estos años que llevo tratando con ellos, he aprendido a admirarlos profundamente. Ellos fueron los primeros objetores de conciencia contra el servicio militar y junto con la movilización que se produjo a partir del caso del soldado (Omar) Carrasco, fueron los que ayudaron a su abolición”, aseguró Moreau.
En las unidades de reclutamiento, Cuerpo I de Palermo, Distrito San Martín o Campo de Mayo, los testigos de Jehová eran identificados en forma previa a la revisación médica. “Un oficial pasaba preguntando a los gritos: ‘¿Hay algún testigo de Jehová?’ y ellos solos se iban ubicando en una fila diferenciada del resto.” Los miembros del culto se negaban a cumplir el servicio militar, porque suponía aprender el manejo de las armas y la posibilidad de tener que matar a una persona.
“A cambio, ellos proponían cumplir un servicio civil sustitutivo que fuera beneficioso para la sociedad. Ellos nunca se fugaron, nunca tuvieron una actitud beligerante, pero igual fueron enviados a prisión por ‘insubordinación agravada’, un delito que, por lo general, era condenado con penas mayores a los tres años”, comentó Moreau. “Esa sentencia le permitía al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas sumar el agravante del PPR, sigla que significa prisión preventiva rigurosa.” Eso quería decir, en los hechos, que tenían que cumplir la pena “en celdas de castigo, aislados, incomunicados de los demás presos”.
La primera etapa se cumplía en prisiones militares como Magdalena o Campo de Mayo. Luego podían ser llevados a cárceles comunes, con un régimen de visitas y de relación con los demás detenidos, pero esa instancia tenía también su lado oscuro. “Cuando dejaban de estar incomunicados y los llevaban a una cárcel común, con el régimen común, la sentencia se cumplía al revés del beneficio del dos por uno. Cada dos días de cárcel se contaban como uno, motivo por el cual muchos de mis representados estuvieron hasta siete años en prisión, cuando la condena que habían recibido era menor.”
Durante el juicio, como ocurrió con los presos políticos de la dictadura, los testigos de Jehová “no tenían posibilidad de defensa, la condena era un hecho ineludible, y si llegaban a hablar en favor de su inocencia, la pena se agravaba”. Además de los testimonios que figuran en las distintas causas judiciales, que ocupan todo un placard del estudio de Moreau, el abogado de la APDH relató algunas de las experiencias vividas por sus representados. “Como se negaban a usar la ropa militar, porque estaba en contra de sus convicciones, muchos de ellos estaban desnudos, sólo con los calzoncillos y las medias, en algunos casos en regimientos del sur del país, en pleno invierno.”
“Otra forma común de humillación era hacerlos quedar en ridículo frente a los demás soldados. Los militares querían cambiarlos, ‘lavarles el cerebro’ y convertirlos en soldados, pero casi nunca lo lograron. Algunos fueron más astutos: los mandaban a la prisión del cuartel, desde el primer día, y después informaban que los habían ‘reeducado’. Los militares que fracasaban en su intento de ‘convertir’ a los testigos de Jehová no tenían futuro en las Fuerzas Armadas. Era la sanción por haber fracasado.”

TESTIMONIOS DE LOS PADECIMIENTOS QUE SUFRÍAN
La tortura de ser objetor

R. perdió su libertad el 26 de marzo de 1981, cuando se presentó en la Oficina de Reclutamiento del Distrito Militar La Plata y dijo ser testigo de Jehová. “Primero sufrí un simulacro de fusilamiento, luego me trasladaron en helicóptero hasta el Batallón de Aviación y Combate 601, en Campo de Mayo (...) Durante el vuelo continuaron las presiones psicológicas, llegando al extremo de abrir la compuerta del helicóptero y afirmarme que me iban a empujar.” En Campo de Mayo conoció a otros dos objetores de conciencia que “eran víctimas de malos tratos” y los obligaban a “permanecer desnudos y parados día y noche a la intemperie, en castigo por negarse a vestir el uniforme militar”.
“A los desertores del servicio militar no les correspondía pena de prisión. Hay sólo dos antecedentes de personas que fueron presas por negarse a ser soldados y que no eran testigos de Jehová. Una de esas personas era de religión judía. El resto, todos fueron testigos de Jehová”, precisó el abogado Ernesto Moreau. “Tenemos referencia sobre tres casos de muertes en las cárceles, por el mal trato recibido. En uno de los casos, tenemos todas las circunstancias de la muerte y el nombre de la víctima, pero no podemos darlo porque la familia no lo autoriza.” Las familias de los que estuvieron detenidos pocas veces hicieron la denuncia a la Justicia. Los que demandan son 530 sobre un total de cuatro mil.
El 26 de marzo de 1983, sobre los finales de la dictadura, a S. lo llevaron a la oficina de reclutamiento del Distrito Militar Posadas, donde hizo saber que era testigo de Jehová. “A nosotros nos consideraban subversivos y apátridas. En esa unidad me presionaron para que desista de mi postura. Como no resigné mi fe, me hacían dormir en el suelo, sin mantas ni colchón, me insultaban todo el tiempo. Todas las noches me despertaban para ir a limpiar la oficina de guardia.” Tres meses más tarde lo trasladaron al Regimiento de Infantería 18, San Javier, también en Misiones, donde estuvo detenido cinco meses bajo el régimen de prisión preventiva rigurosa, totalmente aislado. Luego siguió en prisión hasta el 17 de junio de 1986, sólo por negarse a usar el uniforme.
S., por los maltratos recibidos a lo largo de más de tres años, sufrió “un severo estado depresivo, que no fue tratado mientras permaneció detenido”. Una vez en libertad fue internado en un hospital de la ciudad de Buenos Aires, donde se le diagnosticó “estado depresivo y psicosis moderada que lo inhabilitaba en forma total y permanente para trabajar, secuela de las condiciones traumáticas de detención”. Hace un año y medio, S. obtuvo una pensión por invalidez permanente.
A. E. fue llevado el 2 de octubre de 1977 a la prisión militar de Campo de Mayo. “El jefe del penal, coronel Ildefonso Marcos Oscar Solá, le recomendó no hablar de lo que podrían saber, ya que su futuro, si hablaba, no sería ‘feliz’.” Al limpiar unas celdas, A.E. encontró “ropa, libros, restos de comida, once cunas de madera y ropa de bebé. Esto concordaba con los dichos de un gendarme de apellido Benítez, quien en estado de ebriedad se jactaba de violar y embarazar a mujeres detenidas”.
A otro de los testigos, A. L., en la prisión militar de Córdoba lo golpearon “con palos de goma por todo el cuerpo”. Las golpizas eran diarias y duraban largos minutos. A. L. fue detenido en agosto de 1980 y luego fue llevado al penal de Magdalena, de donde salió en libertad recién el 21 de enero de 1984.
En busca de la reparación

“Desde la APDH hemos sido críticos con algunas medidas del actual gobierno nacional, como ser respecto del Consejo de la Magistratura, pero en materia de derechos humanos se está avanzando en muchos aspectos”, aseguró Ernesto Moreau, uno de los abogados de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) que está trabajando para que se reconozca como víctimas de la dictadura a los testigos de Jehová. “El tema no había tenido eco, hasta ahora, ni en la Justicia ni en el Gobierno, pero es muy buena la recepción que tenemos de parte de la Secretaría de Derechos Humanos, a través del subsecretario Rodolfo Mattarollo.”

Moreau admitió que “todos hemos tenido una mirada despectiva respecto de los testigos de Jehová y no hemos tomado conciencia de la persecución de la que han sido víctimas sólo por tener un pensamiento religioso distinto”. Hasta ahora, todos los reclamos ante la Justicia fueron rechazados de plano, pero “con el ex ministro de Justicia (Gustavo) Beliz, desde que asumió el presidente Néstor Kirchner, hemos tenido otro tipo de recepción y los temas están siendo analizados con respeto, dándoles la verdadera gravedad que tienen”.

En el caso que llegó a la Corte Suprema menemista, el de Gabriel Alejandro Arcuri, la condena que se le había aplicado fue de tres años y seis meses por el delito de “insubordinación”. La Corte rechazó el pedido de compensación económica argumentando que Arcuri tenía “estado militar” desde el momento de la convocatoria a cumplir con el servicio militar. Su defensa, en cambio, sostuvo que “nunca había dejado de ser civil”. La controversia persiste y ahora la APDH, con el apoyo de sectores del Gobierno, trata de establecer que los testigos de Jehová también deben estar comprendidos en la ley de reparación de víctimas civiles. (P12. país | jueves, 11 de Mayo de 2006 - http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-66754-2006-05-11.html - Por Santiago Rodríguez)

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TESTIGOS DE JEHOVÁ = PARTIDO HUMANISTA
Por Despertad! - Wednesday, May. 17, 2006 at 9:07 PM

TESTIGOS DE JEHOVÁ = PARTIDO HUMANISTA

...pseudo religión apocalíptica pro yankee imperialista.

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