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Perú: Debate presidencial: De como cayó el mito de la serpiente García / Revista Mariategu
Por Yásser Gómez / Revista Mariátegui - Tuesday, May. 23, 2006 at 3:00 PM
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Siendo las ocho de la noche del domingo veintiuno de mayo del 2006, el debate presidencial peruano entre Ollanta Humala Tasso (UPP-PNP) y Alan García Pérez (PAP) debió haberse iniciado. La incomodidad se expande en los medios de desinformación y en sus adalides de la democracia neoliberal. El motivo, el comandante Humala todavía no llega al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, lugar del evento. Mientras, el stablishment criollo carga su artillería de críticas contra el candidato nacionalista por "tardón". Humala Tasso, se acerca al referido Museo por una calle adyacente, pero cambia de rumbo y se introduce a una bodeguita, --de esas que podemos encontrar en cualquier barrio de clase media en Buenos Aires, Bogotá, La Paz o Caracas- para comprar una botella de agua mineral. Allí saluda a los dueños del negocio, conversa y se toma foto con ellos. Cuando sale con rumbo al Museo, la prensa ya lo ha visto y se forma un tumulto en el que los encargados de la seguridad de Humala forcejean con los periodistas, que buscan una declaración que caliente aún más el debate. Ollanta viste un saco color oscuro, una camisa blanca, un pantalón de vestir crema y zapatos negros. Es decir, no viste terno. Otro motivo para que el comandante sea acribillado por los críticos neoliberales. En sus despectivas opiniones, los "demócratas" lo comparan con el presidente boliviano Evo Morales y su popular "chompita". Aseguran que la vestimenta del nacionalista también forma parte de ese eje del mal, que no quiere firmar el TLC con EE.UU, para ellos, es una actitud de insubordinación, de falta de respeto a semejante acontecimiento.

Perú: Debate preside...
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A las ocho y cuarto de la noche, Ollanta Humala ha ingresado al Museo, pero aún está a unos pasos del salón principal. Y la señal de televisión ya ha empezado a transmitir en directo a toda la nación. En la primera toma abierta, se observa, a la izquierda a García Pérez, en el medio al moderador Augusto Álvarez Rodrich, director del diario de la plutocracia Perú.21y al lado derecho, el lugar de Humala Tasso, está vacío. Los ojos de los analistas neoliberales brillan cuando la televisión pasa esta toma, creen que Ollanta está empezando mal, pero están equivocados, como lo van a estar toda la noche.

Cuando el moderador termina el discurso de rigor, el comandante Humala ya está acomodado en su lugar. Sin embargo, Álvarez Rodrich se da con la sorpresa de que, el postulante nacionalista ha colocado una banderita peruana en su mesa. El periodista le pide a Ollanta que la retire, a lo que el candidato presidencial responde: "La bandera peruana no ofende a nadie y en el protocolo de este debate, no hay ningún punto que prohíba su exhibición. Si usted quiere retírela, porque yo, no lo voy a hacer". Enseguida el director de Peru.21 retira la bandera y a su manera hace respetar la "democracia" del evento.

La noche recién se inicia y la prensa criolla no se da cuenta de los simbolismos que ha usado Humala Tasso para enviar su mensaje al pueblo peruano. Mientras, los defensores del gran capital disfrazados de analistas políticos se soban las manos, avizorando el triunfo de García Pérez.

El candidato presidencial del Partido Aprista, ha llegado con anticipación al evento, pero lo hizo quejándose. Reclamaba, el por qué se permitiría interrupciones comerciales en el debate -cuando los representantes de su partido habían aprobado este acuerdo- y, queriendo demostrar su espíritu solidario, denunciaba que el dinero recaudado por la publicidad debería ser entregado a los museos. La lengua venenosa del autor de uno de los gobiernos más desastrosos en derechos humanos y en economía de la historia peruana, empezaba a agitarse. Una lengua similar a la de las serpientes más mortíferas.

García Pérez muestra una imagen diferente de cuando postulaba a la presidencia en el 2001, año en que regresó de su autoexilio dorado en París, acordado con la dictadura de Fujimori-Montesinos. Hoy, no se preocupa por ocultar sus papadas, su abultado vientre o en ordenar que en sus afiches publicitarios retoquen su imagen y lo muestren juvenil. Pues, el nuevo rostro recomendado por sus asesores, es, el de un "estadista responsable y maduro", por eso, se hizo pintar las patillas al estilo del socialdemócrata español Felipe Gonzales. El candidato aprista puede haberse hecho una o mil manicure, pero no ha cambiado nada.

El ex presidente aprista inicia el debate, imaginando que está en la escuela política del APRA de los años setenta. Expulsa toda su verborrea hablando de democracia y más democracia, además -tibiamente- promete hacer cumplir las ocho horas de trabajo, paradójicamente con la misma constitución fondomonetarista que impuso el sátrapa Fujimori. Es decir algo imposible. La demagogia de siempre y el tiempo no le da para más, no puede volver a enredarnos sobre lo mismo, como nos tiene acostumbrado.

Ollanta no pierde el tiempo en somnolientos discursos académicos de profesor de derecho, al que nos tienen acostumbrados la corrupta clase política peruana. Se dirige a la mayoría de los peruanos, es decir, a los que se despiertan y lo primero que piensan es, en como llenar sus estómagos. Esos a los que la izquierda caviar y la derecha inculta nunca van a entender, sino sólo menospreciar porque quieren "dar un salto al vacío", votando por la opción nacionalista. El comandante fustiga la referida democracia que García tanto repite, que tenemos que cuidar los peruanos. "Los grandes poderes económicos han tomado como botín al Estado peruano. ¿Acaso esa es la democracia que tenemos que defender?" refuta Humala Tasso. El candidato nacionalista añade: "El pueblo está fregado por la crisis económica, porque el actual Estado está privatizado y extranjerizado". Así mismo, propone una Asamblea Constituyente, una nueva Constitución y tirar al tacho la actual constitución neoliberal, para poder renacionalizar los recursos naturales.

Ahora le toca responder al "gran orador de América". Pero parece que no tiene palabras, ni reflejos. Con su preocupación por no asustar a los banqueros y especuladores financieros, García Pérez sigue dándole vueltas a lo mismo, que la estabilidad macroeconómica, que el proyecto de la sierra exportadora, que no a la violencia, que sí la pena de muerte, que ya estoy más maduro. El hombre con lengua de serpiente castra su discurso por complacer a la plutocracia peruana. Como lo comentaría un periodista independiente luego del debate: "Alan García enterró el mito de Haya de La Torre con ese discurso sometido a los grandes poderes económicos"

Y García, a lo único que recurre es, a su petulancia, pues cuando se interrumpe el debate por los cortes comerciales, se voltea dándole la espalada a Ollanta Humala. Si con su actitud, él se siente un lord inglés, el pueblo lo ve como a una niña engreída. El resto de la noche, el silencio es el que acompaña al candidato aprista. Sobre todo cuando el comandante le pide que asuma una posición clara si está de acuerdo o no en firmar el TLC con EE.UU y si le daría libertad a Vladimiro Montesinos en un supuesto gobierno aprista. También al referirse a los asesinatos selectivos del comando paramilitar Rodrigo Franco, que persiguió a militantes y guerrilleros comunistas y operó durante el gobierno dirigido por García Pérez Y, Alan sólo silba mirando al techo.

Pero lo mejor de la noche es cuando Humala Tasso propone reabrir el penal del SEPA, un centro penitenciario, ubicado en un punto desconocido, en el espesor de la selva peruana, donde décadas atrás eran conducidos los presos más peligrosos, comunes y políticos. Allí -según Ollanta- irán los ex presidentes y funcionarios corruptos a pagar sus penas haciendo trabajos forzados. En clara alusión al ex presidente Alan García, Montesinos, Fujimori y Alejandro Toledo, quienes pretenden impunidad en un posible gobierno aprista. García Pérez como respuesta, se queja, pide que el debate no llegue a un nivel tan bajo.

Y el debate se acaba, con la prensa criolla atenta a leer su guión escrito por la Casa Blanca, el mismo que días atrás les digitó los titulares y les puso en bandeja la "primicia" de la libertad de Fujimori en Chile y las "casuales" declaraciones del delincuente Montesinos desde su prisión, incriminando a Ollanta Humala. Ahora les toca comentar y escribir que García ganó en todo, hasta en las encuestas que presentarán esta misma noche y al día siguiente.

Pero como la verdad no viene escrita en un guión periodístico, lo que para los medios de desinformación fueron actitudes poco corteses e informales del candidato nacionalista. Estas tienen una lectura diferente para el pueblo peruano, que no vive en la burbuja de los defensores del gran capital ni de quienes lo ostentan.

Pegar el grito en el cielo porque Ollanta usa ropa informal, llega tarde o quiere imponer una banderita en el debate presidencial, sólo es propio de un grupo de enajenados que piensan que viven en Suiza y no en el turbulento Perú de las catorce y quince horas de trabajo, de los invasores que toman arenales para construir sus casas con cartones y esteras. Precisamente colocando una bandera, la misma que le fastidió al moderador del debate, de los taxistas y mototaxistas que sólo trabajan para pagar las deudas de su vehículo, de los millones de desempleados y subempleados que provoca el neoliberalismo, de los cachuelitos (*) como salvador de la economía familiar, si esta ya no está desintegrada por problemas económicos. De los agricultores y mineros empobrecidos que viajan a Lima para sobrevivir "gracias"a un comedor popular o de los más arriesgados que se van a sembrar hoja de coca a la selva.

Este es el Perú, del cual, --ignoran y dicen- los terroristas mediáticos, quiere dar un salto al vacío con el comandante Ollanta. Es el mismo Perú que en el 2001 rechazó al aprismo convertido en alanismo, y este debate lo ha confirmado. Hoy se cayó el mito de que es invencible vencer a la lengua mortífera de la serpiente García.

(*) Jerga que en Perú define a los trabajos eventuales con ingresos precarios.

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