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Cobayos humanos
Por futuros -
Tuesday, May. 23, 2006 at 5:25 PM
futuros@riseup.net (Casilla de correo válida)
en EE.UU. y en África La relación de la medicina y el racismo rebosa de atrocidades, a menudo refrendadas con pretextos de razones científicas. La de la medicina y la pobreza también. Los hechos que resumimos abajo, mediante la traducción de pasajes de los artículos que editamos resumiéndolos, no son sino una cuenta más de ese infame rosario. Que en la segunda posguerra, por ejemplo, había usado al personal afro de la Marina de EE.UU. para el rastreo de elementos patógenos para una raza e inocuos para otra, destinados a crear arsenales para “guerras étnicas”. [1] Y trasluce el fondo de verdad desde el cual un novelista, John Le Carré, elaboró su última novela, El jardinero fiel.
Los tratamientos se
llevaron adelante en por lo menos siete estados de EE.UU.: Colorado,
Illinois,
Louisiana, Maryland, Nueva York, Carolina del Norte y Texas. Fueron por
lo
menos 48 estudios llevados a cabo por instituciones de
investigación de primera
categoría. La edad de los niños adoptados que
fueron usados para tales
investigaciones va entre bebes y adolescentes. Efectos colaterales
registrados:
vómitos, sudoraciones, rápida
declinación celular (CD4). Algunos de los niños
murieron durante los estudios, aunque las autoridades afirmaron no
encontrar
conexión alguna entre tales muertes y los medicamentos
experimentados. La ACS (por su
sigla en inglés, Administración de Servicios
Infantiles) de Nueva York fue la
que primero habilitó tales tratamientos puesto que tiene un
acuerdo con
clínicas de pediatría donde se investiga el SIDA.[3]
Está establecido por ley que no se puede hacer
ningún tratamiento sin
consentimiento parental y los laboratorios tienen muchas dificultades
para
obtener dicho consentimiento. Por eso la mediación de una
institución
“pediátrica” favorece contactos y
permisos. S. Burcher[4]
señala que el 30 de noviembre de 2004, a raíz de
una denuncia periodística (un
documental de la BBC) surge el primer informe que mencionaba
niños forzados,
incluso removidos de sus hogares de adopción no
sólo sin la conformidad de sus
padres adoptivos sino incluso a viva fuerza, contra su resistencia.
Niños con HIV
positivo obligados a ingerir hasta por sondas puestas contra su
voluntad. Se
hicieron así 465 “tratamientos”. Casi exclusivamente
sobre afros e “hispanos” [5]
Desde niños de cuatro meses de edad. Un vocero de
GlaxoSmithKline, uno de los
laboratorios que llevó adelante esta
“apropiación de cobayos”
comentó con total
libertad y ligereza de conciencia: “El desarrollo [sic]
sigue la
pauta más eficiente para reducir costos, conseguir los
lugares con impuestos
más bajos, y el más fluido acceso a
pacientes.” En su declaración
enfatizó –señala
Ho– que las regulaciones europeas son mucho más
exigentes que las vigentes en
EE.UU., quejándose d ello y en cambio,
“elogió a la India por la facilidad con
que allí se puede acceder a los pacientes.” Pero,
como pasa siempre con las acciones
imperiales, puede el lector imaginar que si así han tratado
los laboratorios a
la gente “del país”, qué
tratamiento recibirán los que están fuera de
fronteras...[6]
Los
mismísimos NIH han “desarrollado”
sus investigaciones entre madres e hijos HIV positivos en Uganda desde
por lo
menos 1997. Hasta el 2002, se
hizo alarde público que el suministro de la droga
experimentada era excelente y
se estimaba que descendía el porcentaje de
transmisión de SIDA a la mitad. Sin embargo, una
auditoría del laboratorio mismo que elaboraba la droga
salvadora, Nevirapine,
ha cambiado los colores del cuadro. “Parece que
efectivamente una serie de
efectos adversos y tal vez un número considerable de graves
secuelas tanto para
la madre como para el niño no han sido tomados en cuenta o
informados de un
modo temporalmente correcto.” Los
“efectos adversos” hasta ahora omitidos
incluyen por lo menos catorce muertes y miles de secuelas que
sistemáticamente
eran ignoradas. Las muertes sí se informaban, pero siempre
relacionadas con la
pobre salud de los pacientes, nunca con el medicamento suministrado, al
igual
que en EE.UU. con sus víctimas afros e hispanas. En otra nota[7]
Burcher nos aclara que en diciembre de 2004, la Associated Press,[8]
denunció la censura sobre la situación de tales
investigaciones en Uganda y
sostuvo que el presidente Bush nada sabía de ello al
autorizar los 500 millones
de dólares para un plan para difundir Nevirapine por toda el
África a razón de
un millón de mujeres por año. Pero antes de que
el operativo Bush entrara en acción los NIH retiraron el
programa, declarando
que pensaban mejorarlo con el apoyo de nuevas investigaciones.
Éstas (evacuadas
por la Academia Nacional de Ciencias) revelaron que el uso de
Nevirapine tenía
pesadísimos reparos. Daba lugar a muchísimas
enfermedades “oportunistas”. Y la
merma de transmisión de HIV parecía poco
relevante: un sumario
sumario
no 9 prensa
y poder
M.-W. Ho nos aclara[2]
que la red de NIH (por su sigla en inglés, Institutos
Nacionales de Salud, de
EE.UU.) proveyó de fondos para llevar a cabo cientos de
tratamientos en niños
durante las últimas dos décadas, a menudo sin
protección legal para los niños.
Por futuros -
Tuesday, May. 23, 2006 at 5:35 PM
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