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En Alemania, el Mundial trajo problemas… ¡económicos!
Por Hernán Finessi, especial para Yahoo! - Sunday, Jun. 04, 2006 at 12:31 AM

El clima mundialista. ¿Qué es en realidad? Acá, en Alemania, no parece salirse nada de los carriles normales más allá de las promociones lógicas en las revistas y en los negocios de deportes. Uno podría haber llegado hace tres meses que las sensaciones hubieran sido las mismas. Fieles a sus costumbres, los germanos no parecen absorbidos por la vorágine que provoca una Copa del Mundo. Uno no ve trabajos de último momento, apurados por las circunstancias; todo sigue a su ritmo, bajo control. Claro, no se están preparando para uno de los acontecimientos más importantes del deporte mundial. Ya se prepararon hace rato, más precisamente desde que supieron que iban a ser los organizadores del Mundial.




Los estadios están más que listos; las rutas perfectamente señalizadas; las concentraciones elegidas por las distintas selecciones sólo aguardan que los planteles lleguen de una vez. Sin embargo, hay un tema que preocupa a todos los alemanes que no tienen que ver de manera directa o indirecta con el Mundial: la economía.

Primera aclaración: no soy un experto en el tema ni mucho menos. De hecho, siempre tuve problemas con los números; desde la primaria, las matemáticas fueron mi karma y durante la secundaria absolutamente todos los veranos me encontraron haciendo números a la fuerza para poder rendir en marzo. Incluso actualmente mi economía ha sufrido varias acusaciones (sobre todo de parte de mi esposa) de administración fraudulenta, obviamente sin intención. No por nada estudié periodismo.

Más allá de eso, en las calles, se advierte que la Copa del Mundo será un gran beneficio para algunos y un suplicio para otros.

Boban Pribanovic, manager del FCN (Fussball Club Nürnberg), me invitó amablemente a comer junto con varios amigos suyos. Y fue ahí donde comencé a advertir el tremendo contraste entre unos y otros de cara al Mundial. Hans, vendedor en una de las mueblerías más importantes del país, con sucursales en toda Alemania, tiró el tema sobre la mesa. “Acá el tema es el siguiente. Dentro de una semana todos los precios van a aumentar el doble porque se especula con que los gastos de los turistas serán incalculables, pero, ¿qué pasa con nosotros?, los trabajadores comunes, que vamos a seguir ganando lo mismo, pero vamos a tener que vivir durante un mes con precios casi inaccesibles. Yo, por lo pronto, me voy de vacaciones a España. Acá no se va a poder vivir”.

El pensamiento de Hans es extensible a millones personas que ven a la Copa del Mundo más como una amenaza para sus bolsillos que una fiesta mundial. Desde esa noche, comencé a averiguar qué pensaba realmente la gente de la Copa Mundo, y lo que en un principio fue una sorpresa, terminó en respuestas monótonas, similares, de gente muy preocupada por lo que va a pasar con su economía.
Acá ya se anunció que los medios de trasporte aumentarán el 100% a partir de la semana próxima. Hoy, un boleto en tren desde Nüremberg a Hamburgo, donde la Argentina jugará el 10 de junio ante Costa Marfil en su debut Mundialista, cuesta 55 euros, pero el 9 habrá que abonar 110. Obviamente, adquirirlo ahora con fecha posterior sólo se consigue al precio mayor.

La nafta también será retocada (de hecho, hace tres meses que su precio va a en aumento, quizá para que el impacto no sea tan fuerte), por ende los taxis y los ómnibus costarán más. La comida sufrirá el mismo aumento, los negocios de ropa estarán abiertos todos los días hasta las 22 (aquí el domingo no se trabaja ni con la orden de un juez), con sumas exorbitantes en las solapas de las prendas y con promesas a sus empleados de que también ellos ganarán el doble de su paga mensual mientras dure la Copa del Mundo.
Es decir, a los trabajadores que tienen que ver de alguna manera con todo lo que mueve un Mundial (sobre todo el turismo) se les abonará también el doble, pero como sus gastos (trasporte, comida, etc.) también sufrirán una suba directamente proporcional, para ellos más que emoción les causa rabia. Trabajar el doble, por más dinero, para poder seguir viviendo con el mismo estándar de vida. “Quieren hacer ver que es beneficioso para nosotros, pero al contrario. Si no trabajamos horas extras, no cobramos el aumento, y sin eso no podemos vivir, porque todo va a estar a precios altísimos”, me comentó Mark, un empleado de una casa de trajes, que agregó: “Si vas a comprar algo, hacelo ya, después olvidate”..

Podrá aparecer algún reconocido economista con cálculos exactos de las ganancias millonarias que le dejará a Alemania la Copa del Mundo. Habrá hojas de cálculos, croquis, tortas demostrativas, balances, análisis técnicos de la situación y se dirá que para el país el evento fue más que auspicioso (las recaudaciones fiscales de Alemania alcanzan casi el 40 por ciento de las ganancias). Pero las personas comunes, las que no entienden demasiado de números y viven día a día, con tantos euros destinados al alquiler, otros tantos a la comida y otros más a la movilidad, difícilmente se pongan felices cuando Franz Beckenbauer, el rostro visible de la organización del Mundial, aparezca con algún político de turno haciendo alarde de lo bien que les vino a todos los alemanes ser los anfitriones de la fiesta más grande del fútbol mundial.

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