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Culpables de no ser blancos
Por Rocío Cerdá (*) | APM - Tuesday, Jun. 06, 2006 at 3:20 PM

Una eterna discriminación

Los condenaron a la inferioridad. Les mataron sus creencias y los castigaron en la marginalidad. Hoy, hombres y mujeres afro descendientes quieren hablar. ¿Alguien los escuchará?


Una de cada tres personas en Latinoamérica son afro descendientes, un total de 140 millones, de las cuales, la mitad son mujeres. A través del tiempo se desarrollaron diversas estrategias y formas de organización para generar una mayor integración social. Sin embargo, las problemáticas de las comunidades afro descendientes no forman parte de las agendas de cooperación y apoyo oficiales.

Los sacaron de África. Algunos fueron entregados por sus propios hermanos a cambio de alguna mercancía. Cruzaron el océano y dejaron de ser personas para transformarse en el motor de la economía mundial.

Muchos de ellos, atormentados por esa nueva realidad, saltaron de los barcos, se zambulleron en el mar buscando salvación. Otros, simplemente respiraron y toleraron las cadenas. Muertos de hambre, enfermos y sin entender que sucedía llegaron a América.

De este lado alguien los esperó. Se trataba de señores poderosos que compraban hombres y mujeres de raza negra para trabajar sus cultivos, construir sus casas, cortar y moler la caña de azúcar, cultivar cacao y tabaco.

El sistema funcionó y otorgó importantes riquezas. Sin embargo, no crecía únicamente por el consentimiento de las grandes potencias, los amos y el comercio. Maduró, también, por la colaboración de la Iglesia Católica. El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, en su obra Las Venas Abiertas de América Latina, señala que a comienzos del siglo XVIII el jesuita Antonil dio recomendaciones a los dueños de los ingenios en Brasil: “A los administradores no se les debe consentir de ninguna manera dar puntapiés principalmente en la barriga de las mujeres que andan preñadas, ni dar garrotazos a los esclavos, porque en la cólera no se miden los golpes y pueden herir en la cabeza a un esclavo eficiente, que vale mucho dinero, y perderlo”.

Ese era el lugar de las comunidades africanas en América. Un lugar injusto y repleto de violencia física y moral que, en ciertos aspectos, parecería continuar vigente.

Con el transcurso del tiempo, las culturas afro se han visto obligadas a ir configurando su entorno en función de la constante búsqueda de la integración. La condición de vida de estos pueblos en la región de América Latina y el Caribe se ha caracterizado por la pobreza y la marginación. Se les ha impedido acceder a recursos necesarios para vivir dignamente, tales como salud, alimentación y educación.

Según las diferentes organizaciones que integran la Coordinación Nacional de Entidades Negras (CONEN) son estas cuestiones las que han provocado la fragmentación de las familias afro latinoamericanas y han hecho que las mujeres se convirtieran no sólo en jefas de familia sino también en víctimas de una doble discriminación.

Hoy, ellas enfrentan un impacto que entrecruza el componente de género con su pertenencia a una raza / etnia. Durante las últimas décadas en América Latina, a raíz de la constante discriminación a estas culturas, han nacido movimientos de mujeres negras destinados a promover estrategias de acción para defender sus derechos, rescatar la cultura afro y reivindicar el lugar de la mujer negra dentro de la sociedad. Stella Calloni y Víctor Ego Ducrot afirman en su libro Recolonización o Independencia que “los movimientos sociales grafican la dinámica social de las desesperación y la impotencia, de la exigencia de justicia y la necesidad de desafiar y de escapar de las leyes férreas del neoliberalismo globalizador, concebido como la expansión infinita del poder imperial”.

Un ejemplo de ello, es la Red de Mujeres Afro caribeñas y Afro latinoamericanas que se conformó en el año 1992 como resultado del I Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe. El objetivo de esta Red es convertirse en un espacio de articulación del movimiento de mujeres negras y a la vez, ser un instrumento político de reflexión, intercambio, denuncia y propuesta. Reconoce la situación generalizada de exclusión sistemática hacia las mujeres Afro caribeñas y Afro latinoamericanas y propone la articulación regional como instrumento estratégico para la búsqueda de soluciones.

Actualmente, nuclea a 33 países y tiene sede en Costa Rica, en el Centro de Mujeres Afrocostarricenses a cargo de la diputada, Epsy Campbell. En uno de sus documentos, decía que "género y etnia son indivisibles en nuestros planteamientos, propuestas y denuncias. Nos autodefinimos como mujeres negras y será como mujeres negras que impulsemos una propuesta desde nuestra identidad de género, de etnia y por supuesto de nuestra situación socio-económica, para contribuir al cambio de Latinoamérica y el Caribe en sociedades de justicia en las cuales se respete la diversidad".

En el último Foro Social Mundial (FSM), realizado en 2005, específicamente en la ciudad de San Pablo, fueron este tipo de movimientos sociales los que evidenciaron la necesidad de una participación activa de la población latinoamericana en temas como violencia, discriminación, pobreza, salud, abuso sexual y derechos humanos. Gracias a los datos suministrados, en el FSM, pudo probarse que el 60 por ciento de la población brasileña es afro descendiente y que la violencia policial hacia los jóvenes negros es una de las más brutales formas de discriminación, en la que, cada cuatro personas asesinadas por policías, tres son negras. Asimismo se demostró el grado de violencia de género que se vive en Guatemala, país en el que mueren aproximadamente quinientas mujeres al año.

Por otra parte, estos movimientos sociales pudieron encontrarse en el FSM. Un espacio que sirvió para el intercambio y la puesta en marcha de futuras articulaciones entre movimientos. Se sentaron las bases para futuros encuentros en los que se intentará resolver el pasado torturante, el presente amenazador y el futuro incierto de las personas afro descendientes.

Es un debate que continúa vigente a través del tiempo y que busca integrase en las agendas de los gobiernos y en los grandes medios de comunicación. Treinta años atrás los libros se escondían y una de las obras ocultas era la del Doctor en Medicina y Psiquiatra, Frantz Fanon, que desde su condición de negro decía: “El negro es y permanece culpable: culpable de no ser blanco. Puede que aquí o allá se lo perdone, pero la desgracia consiste precisamente en que siempre se le esté perdonando, lo cual demuestra que es indefinidamente culpable: está en falta, es un defecto, en todos los casos, y marcado para siempre”. Hoy, una vez más, las palabras de un hombre en su condición de negro encuentran su triste contemporaneidad.

(*) La autora de esta nota es alumna del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en la Facultad de Periodismo y comunicción Social de la UNLP.

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