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GARCIA, LA CARTA DEL IMPERIO
Por Gustavo Espinoza M. - Saturday, Jun. 10, 2006 at 4:43 PM
gustavoe@terra.com.pe

¿Qué pasaría en Argentina si en las pròximas elecciones ganara Videla acompañado del almirante Massera?. Esa experiencia la vivimos ya los peruanos y de ella pretendemos extrAer las lecciones que sirven para todos.

GARCIA: LA CARTA DEL IMPERIO

Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)

Tiene razón el perspicaz Yasser Gómez cuando se pregunta cómo se sentirían los argentinos si en las próximas elecciones fuera elegido Presidente de su país Rafael Videla con su Vicepresidente, el Almirante Massera; o qué pensarían los chilenos si ganara Augusto Pinochet con su Vicepresidente, el general Contreras. Pues así nos sentimos los peruanos, ahora que ganó Alan García, con su vicepresidente Giampietri, acusados ambos por la comisión de oprobiosos delitos…

En ese espíritu, abordamos el tema del juego de García en el contexto regional. Veamos:

No anduvo desencaminado Thomas Shannon, el influyente Secretario de Estado de los Estados Unidos para Asuntos de América Latina cuando aseguró que en las elecciones del Perú, la carta de García “era la más deseable”. En realidad no hacía sino expresar las íntimas convicciones del Presidente Bush que nada ansiaba más ardientemente que ver encumbrado al líder aprista en un sitial adecuado para encabezar la defensa de las posiciones del Imperio en la confrontación que USA mantiene con Cuba y el proceso bolivariano de Venezuela en el concierto latinoamericano.

Eso mismo lo sostuvo, a su manera, el representante de la casa Blanca en Lima, el embajador John Curtis Strubble, cuando en una amical conversación con Lourdes Flores le hizo ver la importancia de no hacer mucho ruido en torno a los resultados electorales de la primera vuelta a fin de no perjudicar la imagen del candidato aprista y permitirle situarse en la condición de derrotar a Ollanta Humala,

En realidad para la administración norteamericana los comicios del 4 de junio en el Perú tuvieron mucho más que una importancia nacional. Se ubicaron en el escenario continental en el que Estados Unidos pierde aceleradamente fuerza y busca compensar su derrota tendiendo un anillo sanitario que separe a unos pueblos de otros.

Porque lo entendió así desde un comienzo, Alan García no dejó un sólo día de atacar y provocar al Jefe de Estado venezolano al que, por lo demás, la prensa monocorde del Perú insultó aviesamente. Para el candidato aprista la elección peruana era una suerte de plebiscito en el que es se colocaba ventajosamente como el símbolo del Perú y ubicaba a Hugo Chávez en el extremo opuesto sindicándolo como “padrino” de Humala.

El artificio buscaba, en el fondo, ocultar el hecho que el verdadero ahijado de esta historia era precisamente García, y que su auténtico padrino, en el estilo más bien siciliano, era el líder de la Casa Blanca empeñado en una guerra de exterminio contra el mundo.

Para George W. Bush el asunto luce bastante simple: Requiere tener una base fuerte en la región que le permita combatir a Hugo Chávez sin comprarse él mismo el pleito. Se considera dirigente de la primera potencia económica y militar del mundo y no desea verse forzado a responder a un Jefe de Estado menor que le dice cuatro verdades. Necesita un áulico en estas tierras que saque la voz por la administración norteamericana y que sobre todo, proteja los intereses de los Estados Unidos. Y eso es precisamente lo que hará García, aunque por ahora lo niegue en todos los idiomas.

La conversación telefónica que sostuvieron ambos personajes en días pasados lo acredita con claridad meridiana. El genocida de Washington, sin tapujos le planteó a García tres temas: defender y extender la democracia en la región (léase Venezuela y Cuba); suscribir el Tratado de Libre Comercio como quería Toledo, es decir sin dudas ni murmuraciones; y aislar a quienes “amenazan la estabilidad continental” (Evo Morales, sin duda). Nadie ha desmentido la versión es esa plática telefónica proporcionada por la prensa independiente.

No debiéramos, entonces, llamarnos a engaño. La victoria del candidato aprista en los recientes comicios peruanos no es, ni mucho victoria de la democracia. Es la afirmación del modelo de dominación neo liberal, hoy en crisis, y que busca renovarse a partir de la suscripción del Tratado de Libre Comercio entre nuestro país y los Estados Unidos. En los próximos días, o tal vez en los próximos meses, ese acuerdo será suscrito contra los intereses nacionales y al margen de la voluntad de los peruanos. No en vano, en efecto, la Comisión de Constitución del actual Congreso, con votación aprista, descartó la eventualidad de un referéndum de consulta en torno al TLC tal como lo ha demandado la ciudadanía y los sectores económicos afectados por el convenio firmado en Washington por el Presidente Toledo el 12 de abril pasado.

Pero no solo se trata del TLC. También del “modelo” que el nuevo gobierno aprista mantendrá intocado. La garantía de ello, indubitable, será la designación de un Primer Ministro que responda a tales designios y de un titular del MEF “que no sea estatista”. Por lo pronto, la prensa genuflexa ha comenzado ya a barajar los nombres de Antero Flores Aráoz y Hernando de Soto para altas funciones en la nueva administración, pero quien sea deberá contar con el beneplácito de Washington, y estar complementada con un equipo similar al actual en el que brillaran con luz propia Pedro Pablo Kuczynski, Cecilia Blume y algunos más.

La base de ese acuerdo será sin duda, asegurar los “indicadores Macro”, por los que bate palma ruidosamente la prensa grande a sabiendas, claro, que ellos no dan de comer a los pobres. Para engañar incautos, ellos serán matizados con algunas menudencias ofertadas a los sindicatos y ciertos “programas sociales” orientados a las zonas de pobreza extrema, allí donde Humala obtuvo más del 65% de los votos.

En esos lugares no es la pobreza lo que se quiere combatir, sino la impopularidad del régimen naciente. Ella, en efecto, podría sufrir un duro contraste en el próximo noviembre, con motivo de las elecciones regionales. De mantenerse las tendencias actuales, el APRA perderá por lo menos en 15 regiones del país de un total de 21, y la administración de García se tornará simplemente inmanejable.

Como la demanda ciudadana no es sólo política, y como Humala, tomando el toro por las astas la ha ubicado en sus justos términos situándola en el plano del “modelo” económico, muy pronto se verán las primeras confrontaciones sociales. Las poblaciones más deprimidas no le darán tregua al nuevo gobierno porque ningún gobierno les dio tregua a ellas.

La confrontación de clases no espera, ni se detiene. Y ella abarcará no solamente las exigencias de tipo reivindicativo y de carácter económico. En el concierto latinoamericano, donde se afirma el ejemplo de Cuba y la vigorosa lucha del pueblo de Venezuela, surgirá también inabdicable la bandera de la solidaridad activa con los procesos de liberación de América Latina.

Así, la confrontación del pueblo peruano con la administración aprista se elevará a un plano más alto y reflejará la nítida voluntad de América Latina contra la dominación imperialista. (fin)

(*) Del colectivo de Dirección de Nuestra Bandera





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