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A cuatro años del asesinato de Maxi y Darío, Más que nunca, Piqueteros Carajo!
Por Ojo Obrero - Monday, Jun. 26, 2006 at 6:58 PM
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¿La imagen o la lucha...? A la luz de estos cuatro años resulta pertinente retomar el debate sobre el papel jugado por las imágenes (fotos y videos) del hecho

A cuatro años del asesinato de Maxi y Darío
Más que nunca, Piqueteros Carajo!*

Pasaron cuatro años de la Masacre de Puente Pueyrredón. De esa “brutal cacería” pergeñada por el gobierno de Duhalde y todo su gabinete, para intentar resolver, mediante una represión en regla, su desafío más urgente (y el de la burguesía de conjunto): derrotar la rebelión popular y terminar con el protagonismo que asumía el movimiento piquetero en la etapa marcada por el argentinazo, las asambleas populares y las fábricas ocupadas.
Pasaron cuatro años de una de las represiones mas “cantadas” que se recuerden. Y a cuatro años, Franchiotti y Duhalde (el comisario responsable del “operativo” y el “comandante en jefe de las fuerzas armadas”) están, uno con cadena perpetua, y el otro, luego de haber renunciado anticipadamente a tan vehemente cargo, “retirado” de la política… y el puente, y la plaza, siguen siendo de la clase obrera en lucha. Definitivamente, han quedado lejos de lograr su objetivo.

¿La imagen o la lucha...?
A la luz de estos cuatro años resulta pertinente retomar el debate sobre el papel jugado por las imágenes (fotos y videos) del hecho. El Ojo Obrero nunca podría subestimar el rol de las imágenes y tampoco lo haremos en esta oportunidad, pero como no queremos que se haga de ellas un fetiche, intentaremos correr algunos velos al respecto.
En primer lugar reivindicamos el papel de las imágenes como pruebas incriminatorias de la represión estatal (como las del Ojo Obrero en particular en el caso de la Masacre de Avellaneda y en el 19 y 20 de diciembre)


En el juicio sobre los hechos de la Avenida Pavón que culminó hace poco (las causas abiertas por la masacre de 2002 fueron divididas en varios “juicios”), la enorme cantidad de pruebas audiovisuales y fotográficas fueron un gran apoyo para la lucha popular y para que se incriminara a los responsables materiales de los muertos y heridos. Nuestras imágenes, que son nombradas decenas de veces en la sentencia, fueron una prueba irrefutable de la culpabilidad de Franchiotti en relación a los disparos efectuados con postas de plomo, ya que fueron sincronizadas con las imágenes captadas por el camarógrafo de Canal 7. De esta manera, los peritos demostraron científicamente mediante el estudio de las referencias visuales y de los rebotes acústicos de los disparos, que es el comisario Franchiotti, y el cabo Acosta entre otros, quienes disparan a quemarropa a la manifestación.
Dentro del aparato jurídico de la burguesía la imagen puede constituirse en una prueba para defender las causas de los explotados. Por eso a la clase dominante le preocupa tanto perder el control de la producción de imágenes y de la producción simbólica en general. Si este aparato jurídico no tuviera un carácter de clase, la propia realidad debería alcanzar para incriminar al conjunto de los gobiernos del planeta. Pero en la medida en que el Estado y la justicia existen para perpetuar la dominación en sus términos actuales, ni siquiera la actual proliferación de imágenes de la realidad de opresión y miseria (que hay desde siempre y a montones) garantiza un ajusticiamiento de los responsables de la miseria y la opresión.



La Imagen y la Lucha
La derrota de la intentona represiva en 2002 y la precipitación de las elecciones no sucedieron gracias a las imágenes. La teoría del enfrentamiento entre piqueteros no fue desbaratada por una foto publicada en Clarín, sino por la inmediata movilización popular unitaria de piqueteros, asambleas populares, estudiantes y trabajadores que un día después copó masivamente la Plaza de Mayo para pedir la cabeza de Duhalde (que no es poca cosa...)
Lo que realmente pesó en la situación fue la conciencia de un sector del movimiento piquetero y la izquierda argentina sobre el momento político de extrema debilidad de la burguesía luego del Argentinazo. Una caracterización que existía aún antes del 26 de junio, cuando cuatro días antes, en la Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT ) se lanzó el plan de lucha que cortaría varios puentes de acceso a la Capital a sabiendas de que las posibilidades de represión gubernamental eran muy altas.
Esta conciencia de la etapa y esta audacia política es la que reivindicamos en primer lugar, porque sin ellas y sin la incansable movilización independiente durante estos cuatro años por el juicio y castigo, ni 30.000 imágenes hubieran alcanzado, y nuestro presente podría ser bien distinto.
Pero queremos llamar la atención sobre una cuestión más que pone en su justo lugar nuestra tarea como cineastas militantes, sirvan o no nuestras imágenes para un juicio. Las imágenes también pueden ser utilizadas para afianzar y desarrollar las luchas, pueden ser una herramienta militante y clarificadora.
Es lo que sucedió con el video “Piqueteros Carajo”, que fue proyectado en infinidad de lugares como herramienta de colectivización de la experiencia y de preparación masiva de la lucha por el esclarecimiento de los asesinatos y contra las maniobras de enkubrimiento del nuevo gobierno.
El terreno de la producción simbólica es un terreno de lucha sin tregua en el cual la burguesía corre con enormes ventajas, sin embargo, vale destacar el papel del cine militante aportando una prueba objetiva en un juicio, pero sobretodo como un factor subjetivo en la lucha de clases, produciendo el sentido de sus imágenes desde la perspectiva histórica de la clase obrera.

*Editorial del Boletín "Piquete de Ojo Nº4", junio 2006

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