Julio López
está desaparecido
hace 6428 días
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7º audiencia Juicio a Etchecolatz
Por Reenvío - Monday, Jul. 03, 2006 at 7:01 PM

Informe de prensa APDH La Plata - en Justicia Ya

 Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata
Información de Prensa

Causa Etchecolatz

 

"Durante 23 años fui engañado. Estoy empecinado en darle a mi familia la posibilidad de ver los restos de Patricia". 


Alfonso Mario Dell'Orto declaró hoy sobre la desaparición de su hija Patricia y de su yerno Ambrosio De Marco.

 

Secretaría Jurídica

(La Plata, 3julio2006). Dell'Orto se presentó hoy como testigo ante el Tribunal Oral en lo Federal N° 1 de La Plata y describió los años vividos dividiéndolos en momentos: el primero, la vida de compromiso de su hija Patricia y de su yerno Ambrosio, “sin armas, una vida de familia, de trabajo y de estudio”. El segundo período, que duró 23 años, de búsqueda, de gestiones ante la policía, embajadas, habeas corpus, entrevistas, presentación ante la Organización de Estados Americanos. Y siempre las mismas respuestas: “no tenemos ninguna noticia”, “no están detenidos”. Este lapso estuvo signado por momentos de desazón, como las declaraciones de Balbín en el sentido de que “todos los desaparecidos están muertos”, o de optimismo, como la entrevista que mantuvieron en el Primer Cuerpo de Ejército con el coronel San Román, quien le manifestó que se quede tranquilo que esos jóvenes brillantes estaban en campos de reeducación.

Recién en 1999 tuvo noticia cierta de que la pareja fue asesinada en Arana durante los primeros días de su detención. “Durante 23 años fui engañado, fui burlado, fui mentido”.  Hoy quiere recuperar los cuerpos. “Ellos se llevaron la vida y los cuerpos, pero los restos nos pertenecen”.

Luego de esta introducción Dell’Orto relató el secuestro de su hija Patricia y de su yerno, Ambrosio de Marco, producido el 5 de noviembre de 1976 en su casa de City Bell, en presencia de toda la familia.

La patota que golpeó la puerta de su casa venía en busca de Ambrosio de Marco, a quien se llevaron primero. “Éste debe ser”, dijeron; y alguien preguntó “y ésta debe ser la esposa ¿qué hacemos?”. “También la llevamos” fue la respuesta. Mientras tanto, la familia permanecía acostada boca abajo, con las manos en la espalda, mientras eran apuntados con armas de fuego.

El testigo resaltó la forma en que se llevaron a su hija, calificándola de “casual”; podían habérsela llevado o no. “Cuando me entero cómo la mataron, veo la brutalidad ejercida sobre alguien que llevaron por casualidad”.

A partir de ese momento, la familia inició innumerables gestiones por ante todas las autoridades o personas influyentes a las que pudieron llegar. Un comisario les hizo saber que la pareja desaparecida estaba en el departamento central de policía. Allí fue Dell’Orto y se le hizo saber que los jóvenes estaban en ese lugar pero que no los podía ver.

Escribió también a Monseñor Primatesta, arzobispo de Córdoba, quien le respondió que nada podía hacer. Sin embargo, cuando acudió al vicariato castrense, Monseñor Graselli tenía registrado el nombre de Patricia, por información suministrada por Primatesta. No obstante, esa gestión, como las restantes, resultó infructuosa.

La primera noticia le llegó por Guido Carlotto, el extinto esposo de la hoy presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, quien le relató que durante su secuestro e interrogatorio le fue leído un listado de nombres entre los cuales se encontraba el de Patricia. Carlotto respondió a sus captores que no la conocía a ella pero sí al padre, por haber sido compañeros en la escuela y posteriormente en una pequeña empresa.

Años después, el hijo de Dell’Orto realizó averiguaciones en el barrio de Los Hornos donde Patricia y Ambrosio militaban y encontró a Jorge Julio López (quien declaró en este juicio el miércoles 28 de junio, ver http://www.apdhlaplata.org.ar/juridica/JuicioEtchecolatz/280606.htm). López y Dell’Orto se encontraron en un bar, en 1999. Dell’Orto conoció allí el destino de su hija, pero en ese momento no quiso saber quién era el responsable: “estando vigentes las leyes del perdón ¿de qué me sirve saber quién fue?”

 

Todo apunta al coronel Rospide.

También declaró hoy Carlos Alberto De Francesco, quien estuvo secuestrado en centros clandestinos pertenecientes al llamado “Circuito Camps” entre el 9 de diciembre de 1976 y el 28 de abril de 1977, junto a un grupo de docentes de la Universidad Nacional de La Plata entre los cuales se contaban Adriana Calvo, Mario Feliz y Miguel Laborde.

El primer destino de De Francesco fue el Destacamento policial de Arana, donde permaneció entre 5 y 10 días, siendo sometido a tormentos. Describió que en ese lugar fue llevado a una especie de garaje amplio y lo hicieron desvestir y  acostar sobre un trozo de gomaespuma, como un colchón,  ubicado sobre una escalera “de pintor”. Colocaron sus muñecas y tobillos en una especie de tubos que luego se ajustaban y mediante sogas tiraban de los mismos. Un cable se colocaba en el tobillo y con otro se aplicaba electricidad en distintos puntos del cuerpo. También le golpeaban el torso con un elemento hueco y recuerda haber recibido golpes rítmicos y continuos en la cabeza. “Como una versión seca de la tortura china”.

Fue trasladado luego a la Comisaría Quinta de La Plata, donde permaneció en dos lugares diferentes, siempre en la parte trasera de la dependencia. Los primeros días en una celda grande y el tiempo restante en una más pequeña donde las condiciones eran inhumanas.

De Francesco estima que durante su detención vio pasar por ambos lugares a alrededor de 200 personas, de muchas de las cuales nunca supo sus nombres. Aportó, sin embargo, muchos nombres, entre ellos: Federico Bacchini, el arquitecto Sobral, Starita, Alconada, Simon y su esposa, Bobadilla y su esposa Perica, Fossatti y su esposa, Moncalvillo, Adamov, Williams. Refirió también que si bien él no fue torturado en la Comisaría Quinta supo que otras personas sí lo fueron, en particular un grupo que pertenecía al Partido Comunista Marxista Leninista (PCML).

Quien parecía comandar las operaciones en Arana era un represor a quien llamaban “el coronel”, sin embargo, el consejo de los guardias era “no le digan coronel, que no le gusta, llámenlo ‘señor’”. El coronel era un hombre de unos cincuenta años, de buen porte, elegante y muy atildado, a quien el testigo pudo ver en la comisaría quinta. Relató De Francesco que su padre habló con el jefe del quinto cuerpo de ejército, quien le recomendó como referencia ver a Rospide en el departamento de policía. La esposa de De Francesco se entrevistó con el militar y su descripción coincide en todo con la persona a la que el testigo vio en la comisaría.

El coronel Enrique Rospide ha sido individualizado como jefe del Grupo de Tareas 1 y asesor de Ramón Camps en la Jefatura de Policía. También fue titular de Superintendencia de Seguridad Federal y jefe de inteligencia del I Cuerpo de Ejército. Fue herido en el atentado contra el departamento central de policía el 16 de octubre de 1976, cuya represalia fue el asesinato de numerosos militantes secuestrados, entre ellos Patricia Dell’Orto y Ambrosio de Marco.

El testigo también relató que en el momento de su secuestro llevaba entre sus efectos personales una chequera, de la cual se emitió un cheque por $ 450.000 (equivalente a aproximadamente dos años de su sueldo), con un garabato como firma. El cheque fue depositado a nombre de la “Nueva Iglesia Evangelica”, ubicada en la calle Caseros al 600 y rechazado por el banco emisor.

 

Toda la crónica de este juicio en www.apdhlaplata.org.ar.

  

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