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La interculturalidad de Bachelet
Por Manuel LONKOPAN / Azkintuwe - Tuesday, Jul. 11, 2006 at 12:38 PM

Lo intercultural pareciera estar constituido entonces por la cantidad de canelos y chemamull emplazados en los alrededores de una escuela u hospital. Es la visión que tiene incluso la derecha empresarial, a quienes parecieran no agradar los mapuches ejerciendo sus derechos, pero de modo alguno los mapuches danzando alegremente sus ritmos tradicionales, para deleite de turistas y curiosos.

La interculturalidad...
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Martes 11 de Julio de 2006

Con entusiasmo y fervor, el pasado viernes los mapuche recibieron de mano de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el nuevo “Hospital Intercultural” en la comuna de Nueva Imperial, IX región, recinto asistencial único con estas característica en toda Latinoamérica, según anunciaron los medios de comunicación chilenos. Sin duda alguna, un significativo avance para las pretensiones de una administración que busca mejorar su imagen en relación al Pueblo Mapuche tras el fuerte cuestionamiento internacional de que fue objeto producto de la prolongada huelga de hambre que cuatro comuneros -condenados bajo la Ley Antiterrorista- mantuvieron por más de dos meses en la zona sur del país.

En este marco, no es de sorprender el gran despliegue gubernamental (y comunicacional) que aterrizó en el corazón demográfico de Gulumapu, para inaugurar con ponpones y sonrisas de satisfacción esta nueva e imponente infraestructura hospitalaria, cuya tecnología de punta contrasta con la realidad de extrema pobreza en la que viven gran parte de los mapuches del sector costero de la región. No es primera vez que se elige esta zona para realizar inauguraciones o dar anuncios rimbombantes en materia de políticas indígenas. En esta misma ciudad se firmó el año 1989 el por entonces "histórico" -hoy al parecer olvidado por todos- Acuerdo de Imperial, entre la Concertación y el movimiento mapuche. También en Imperial la candidata Bachelet firmó un nuevo Acuerdo poco antes de ser elegida Presidenta, una mala copia del acuerdo de 1989 y cuyo cumplimiento aun resulta para muchos incierto.

Hoy se trató de una mega construcción, un complejo que nada tendría que envidiar a los centros asistenciales del primer mundo -según señaló la propia Bachelet- y con el plus de tratarse de un centro médico "intercultural". En este punto, bueno sería preguntarnos ¿qué se entiende en Chile por intercultural? ¿Qué entiende el gobierno, el empresariado e incluso la propia Iglesia, por interculturalidad? Desde hace 20 años, la Iglesia Católica administra un renombrado "Liceo Intercultural" en la comuna de Chol-Chol, a pocos kilómetros del recien inaugurado Hospital. Allí la población mapuche alcanza el 80% y a nivel del estudiantado del liceo, esta cifra supera con facilidad el 95%. Sin embargo, nula es la participación de las comunidades mapuche en la administración y gestión de este recinto educativo, asi como escaso el respeto manifestado por la Iglesia hacia la cosmovisión mapuche a la hora de formar "espiritualmente" a los alumnos, según han manifestado estos últimos.

Lo intercultural pareciera estar constituido entonces por la cantidad de canelos y chemamull emplazados en los alrededores de una escuela u hospital. Es la visión que tiene incluso la derecha empresarial, a quienes parecieran no agradar los mapuches ejerciendo sus derechos, pero de modo alguno los mapuches danzando alegremente sus ritmos tradicionales, para deleite de turistas y curiosos. En su participación en el documental “El Despojo”, el senador derechista Alberto Espina (RN), sostiene que al actual "conflicto mapuche" se le debe dar una salida a través de poner hincapié en la difusión de las costumbres y valores culturales mapuche, pero en ningún caso otorgando derechos políticos especiales, razonamiento que desnuda ante nuestros ojos todo el racismo y el paternalismo histórico del conjunto de la clase política respecto de los mapuche y otros pueblos indígenas que habitan en Chile. Es lo que subyace también tras la “Interculturalidad” hospitalaria de Bachelet.

“No imagine que siendo Presidenta inauguraría esto”, sostuvo en su discurso la Jefa de Estado en Nueva Imperial, esperando quizás ser aplaudida a rabiar por los presentes en el acto, entre ellos, representantes de diversas comunidades que la emplazaron a referirse no solo a la inauguración del edificio, sino también a los graves problemas ambientales existentes, frutos de la voracidad con la que avanzan tanto las empresas forestales, las plantas de aguas servidas y los recintos basurales, por solo mencionar algunos responsables. Y es que a pesar de la propaganda, los mapuches de Imperial parecieran dudar desde ya que un moderno hospital sea la solución a la contaminación que los afecta. Puede ayudar con los síntomas, pero no ataca la enfermedad en si, cuyo origen Bachelet -no como doctora, sino como presidenta- conoce de sobra. ¿Cómo harán las Machi para curar a sus pacientes en el moderno hospital, si las hierbas medicinales están en extinción producto del avance forestal industrial? Una pregunta que rondó en la ceremonia, pero quedó en el aire. Sin respuesta.

Un reciente informe de la Universidad Austral recomendó al gobierno cerrar de forma inmediata la Planta Celulosa Valdivia de CELCO, ante la graves crisis ambiental que desató al lanzar residuos industriales químicos a las aguas del río Cruces. Hasta la fecha, ninguna medida ha sido tomada por la presidenta al respecto, a pesar de los informes internacionales y las propias denuncias de comunidades mapuche de la zona de Tralcao y San José de la Mariquina. “Pero no critiquen todo emprendimiento, también hay que ver los beneficios de la plantación de 1 millón de hectáreas de pino”, alegaba Fernando Leniz, empresario forestal y ex ministro de la dictadura militar, ante las cáramas de los realizadores de “El Despojo”. Tiene razón Leniz, uno de los pocos beneficiados con los miles de millones de dólares por año del negocio forestal, mientras los mapuche continúan en la miseria, esperando quizás el arribo del próximo hospital intercultural donde acudir para tratar los nocivos efectos de las celulosas en la salud de sus niños y ancianos.

Pero Bachelet no solo habló del hospital. Haciendo uso de un forzado bilinguismo, la primer mandataria se refirió tibiamente al compromiso de su gobierno con la ratificación del Convenio 169 de la OIT, promesa que ya el presidente Patricio Aylwin había realizado al pueblo mapuche y a pocas cuadras de distancia. Aquella cita con el ex mandatario demócrata cristiano prometía ser una jornada histórica. Llegaba el fin de la dictadura militar y el movimiento mapuche en su conjunto -a excepción de la organización Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras)- firmaba un Acuerdo con el entonces candidato presidencial de la Coalición de Partidos por la Democracia. El elemento base de dicho pacto decía relación con el reconocimiento de nuestros derechos territoriales y políticos, y poco o casi nada con la promoción de la "interculturalidad". Tal vez todos entendían que nada servía hablar de "lo lindo que bailamos, que nos vestimos o que nos alimentamos", si primero no se nos reconocia y respetaban nuestros derechos fundamentales. Ello hace 16 años atrás.

Vivimos en un mundo que ha cambiado. La imagen es todo, sentencia el eslogan publicitario. Es un desafío para el movimiento mapuche volver a situar nuestros derechos en el centro del debate nacional y la agenda del gobierno. Esto no significa desmerecer la reciente inauguración de un hospital, demanda sentida por la población y agradecida aun más cuando va en directo beneficio de los sectores más desfavorecidos de nuestro pueblo. En el caso de Imperial, sabemos que el "Complejo de Salud Intercultural" no es un regalo de Bachelet, sino un triunfo de las comunidades, sus dirigentes y de una sociedad local que organizada supo exigir una atención de salud pública decente, acorde con la bonanza que señalan todos los indicadores e índices macroeconómicos. Sin embargo, un hospital, un liceo o una defensoria penal intercultural, no constituyen solución al mal llamado "conflicto mapuche". A estas alturas, más parecieran ser campañas mediáticas de un gobierno interesado en esconder bajo la alfombra sus compromisos no cumplidos. Y también aquella represión que nos sigue afectando cuando se han apagado los flashes de la prensa. / Azkintuwe

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