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:: RePresión EsTaTal y SeGuridad Popular
Por Colectivo Nuevo Proyecto Histórico -
Tuesday, Jul. 25, 2006 at 3:38 AM
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Nota aclaratoria: En función de que el poder vuelve a poner como prioridad de su agenda la seguridad. Para que las citas que encabezan el material nos refresque la memoria de lo que decían los enemigos del pueblo hace unos años; y porque la inseguridad del cuerpo social no atraviesa a todos de la misma manera (ahí está la justicia extralegal de la juventud posfordista de Budge ante otro crimen policial para atestiguarlo), creemos que amerita la reedición de este material del colectivo.
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Represión Estatal y Seguridad Popular Nota aclaratoria: En función de que el poder vuelve a poner como prioridad de su agenda
la seguridad. Para que las citas que encabezan el material nos refresque la
memoria de lo que decían los enemigos del pueblo hace unos años; y porque la inseguridad
del cuerpo social no atraviesa a todos de la misma manera (ahí está la justicia
extralegal de la juventud posfordista de Budge ante otro crimen policial para
atestiguarlo), creemos que amerita la reedición de este material del colectivo.
Para una profundización del tema: La (in)seguridad de la Multitud
http://www.colectivonph.com.ar/intervenciones/lainseguridadelamultitud.htm “Da la impresión de que hay grupos piqueteros que
están esperando que los repriman para tener más prensa”. Alfredo Leuco,
Informe Central, América TV, 24 de septiembre de 2003. “La Argentina conoce los desbordes de ambos lados, los
desbordes piqueteros, los desbordes que han generado a veces la reacción
estatal”. Alberto
Fernández, Jefe de Gabinete, al anunciar que está en estudio la creación de una
brigada antipiquetera, 27 de octubre de 2003. “No puede ser que tengamos todavía gente que se pone
las capuchas y, sobre la base de medidas que a lo mejor reclaman, en muchos
casos, como poner en marcha comedores, bloqueen caminos, accesos a la Capital,
o la salida del ministerio de Trabajo”. Raúl Alfonsín,
TN, 30 de octubre de 2003. “Tomar un terreno es ilegal, es un delito. Decir que
la lógica es entrar a un predio y entonces se soluciona el problema, me parece
que es poner todo patas para arriba”. Aníbal Ibarra,
jefe de gobierno porteño, La Nación on line, 12 de noviembre de 2003. ¿Cómo
abordar el tema de la seguridad sin caer en una visión "legalista" o
"fierrera"? ¿Cómo la
multitud elabora en clave constituyente la seguridad humana? ¿Cómo le cerramos
el paso a la reacción que no va a cejar en pedir "mano dura" contra
los insumisos de todo tipo? Las reflexiones que siguen,
inician nuestro aporte a la Ronda de Pensamiento Autónomo en Roca Negra del mes
de octubre de 2003 (RPARC), que abordará este desafío. Ronda a la
que asisten asambleístas, MTD's, obreros reapropiadores, pueblos originarios,
sindicalistas antiburocráticos, colectivos contraculturales, agrupamientos
revolucionarios que se disuelven en lo social, medios alternativos y emprendimientos
autogestivos que aspiran al anticapitalismo. En Roca
Negra, Lanús, se abordará el próximo mes el tema Represión y Seguridad (RyS),
conjuntamente, con una Red de Redes Anticapitalista (RRA) y la búsqueda de un
tipo de Propiedad Pública No Estatal (PPNE). Un abrazo
compañero. NPH Nuestras emociones
influyen en nuestra reflexión. Y en ese sentido el impulso resentimental es
considerado como negativo. Entendemos por resentimental un discurso cargado de
resentimiento. No porque no existan motivos para formarnos opinión de ciertas
prácticas. Pareceres que actuarán en el futuro como juicios previos y no como
prejuicios. Resentimiento por lo que pudimos ser y no
fuimos. Olvidando que la potencia de nuestra subjetividad siempre
puede retomar lo inconcluso o conducirnos a nuevos desafíos. Un poder hacer que
perennemente será menor a todo lo hecho. Una incompletud arborescente. Esta
facultad, la potencia, justamente es la que permite el autogobierno de la
multitud, y no su atrofia estatal como presupuesto final del movimiento. Resentimiento
contra la izquierda partidaria. Resentimiento con los millones que aún confían
en el capital-parlamentario, más aún, luego del 19 y 20, las asambleas, los
piquetes masivos y centenares de fábricas recuperadas. El resentimiento
es un parásito afectivo que carcome al movimiento. Un padecimiento obturador y
paralizante. No opera como el viejo odio de clase contra los expoliadores que
ubicaba, como su contracara, el amor entre los oprimidos. El
resentimiento es pura negatividad. Pura impotencia. El impulso resentimental
actúa como un oscuro residuo afectivo. Antinómico a la potencia constituyente
que todo lo ilumina. Potencia que se conjuga desde la bioafectividad fraternal
y no como mera biopolítica antagonista. Frente
al componente resentimental se percibe en los movimientos otros componentes
sobre los cuales existen hipótesis fragmentarias y provisorias. Una de ellas
corresponde a las nuevas formas de interacción, o las que también se denomina, nuevas sociabilidades. Estas remiten al medio
afectivo común en que los individuos comparten experiencias, ubicados frente a
frente, en una situación de interacción dinámica. Una práctica
"interfacial". Otra
dimensión percibida en los movimientos resulta el componente de adaptación a
"los golpes y traumatismos". Que comenzó a operar dentro de los
sectores más pobres y desprotegidos, que denominamos como "resiliencia". Término que proviene de la metalurgia y
que traduce la capacidad de resistencia de los materiales a las diferentes
presiones. En el movimiento, este comportamiento deviene como la capacidad de
elaborar estrategias comunes de adaptación a las agresiones sistémicas de
manera tal, de no solo "resistir", sino también "rebotar" y
retomar la iniciativa. Aprendiendo e integrando comúnmente (es decir "en
común") las lecciones de los golpes sufridos. Esta
resulta una forma alternativa de comprensión de los procesos de constitución
interfacial como respuesta instintiva e inteligente. Un
dialogo entre iguales, sin jerarquías ni mandos. Un "sentido común"
flexible. Un "cara a cara" constituyente que se proyecta hacia el
"cuerpo a cuerpo" (interface). Esta manera de percibir no es
"antagónica" a las explicaciones del tipo "recomposición de la
clase/autovalorización". Pero es distinta y responde a percepciones
diferentes por parte los "afectados" (portadores de afectos
interfaciales constituyentes). No es
cuestión de "juzgar" los afectos, sino de observarlos desde actitudes
tendencialmente "no-resentimentales". Tratando de entender (no ya
solamente a la clase) sino a la multitud recomponerse a través de procesos de
territorialización bioafectivas, de manera móvil, heterogénea e
irrepresentable. Esta
plataforma mutante (o "criatura constituyente") define sus
modalidades inteligentes de comunicación y de acción a través de modulaciones
sensoriales resilientes. O, lo que es lo mismo que decir, las capacidades
populares de procesamiento de los golpes, resistencia e iniciativa. El
punto polémico es la aceptación de la alteridad radical de dichas modulaciones
sensoriales y la incapacidad radical de acceder a ellas desde una actitud
bioafectiva resentimental. De
allí la percepción critica de cierto autonomismo ideológico de corte
sistemáticamente confrontacional, especie de "eterno retorno"
retórico, de la línea de clase contra clase de la tercera internacional. Aquí,
es de donde proviene, la necesidad de prestar atención al aspecto
metacomunicativo del proceso de comunicación interfacial. Y de su potencialidad
inaudita en el momento de la acción colectiva. Es decir, que se debe pasar por
un momento de "recuadre" de
los términos mismos de la comunicación; para no caer en lógicas de
descalificaciones mutuas o disonancias cognitivas inmovilizantes. Entendiendo,
a esta disonancia, como lo que se desea expresar desde la potencia del poder
decir; y, en cambio, lo que realmente se entendió de lo que fue expresado. Más
aún, necesitamos el recuadre cuando estas interacciones son consideradas como
procesos del ejercicio de la potencia del poder decir y el poder sentir.
Siempre superior; estas últimas, como potencia o facultad genérica, en su
inagotabilidad e inconmensurabilidad; a la concreta afectivad puesta en acto y
a lo efectivamente dicho en la comunicación interfacial. La interface constituyente
comenzó a tomar cuerpo a través de manifestaciones; que si bien denotaban una
cierta continuidad con los periodos anteriores en término de métodos de lucha
(piquetes, puebladas, asambleas, tomas de fabrica);
había en su interior dinámicas difíciles de integrar a través de los esquemas
organizativos heredados de otros tiempos. Se produce una ruptura identitaria con la
izquierda partidaria y una situación de diálogo crítico entre
los grupos autónomos menos reacios a las dinámicas heterogéneas que están en
desarrollo. A
pesar de las tentativas de criminalisación en todas sus variantes (mediáticas,
legislativas, policiales) un cuerpo logro tomar forma a través de un esfuerzo
inaudito de reconquista de la dignidad en el sentido más fuerte que contiene
este término. Ese cuerpo se territorializó, sí,
pero de una manera relativamente inédita, de una manera que logro
cortocircuitar el cerco represivo (a través de operaciones de baja intensidad)
y desplegarse a través de territorios nuevos. Contagiando, precisamente,
aquello que los definía como cuerpo: una potente carga bioafectiva. Esa
carga bioafectiva fue suficientemente fuerte como para impregnar a estratos
sociales, históricamente reaccionarios, desde que el colapso económico los
atropelló. Los
cacerolazos (que al principio molestaba a ciertos militantes) fueron la
manifestación, en diferido, de una tentativa de integrarse a ese infernal
caudal bioafectivo, única fuerza alternativa a la crisis. Durante
el gobierno de Duhalde las cosas se pusieron claras: la bestia constituyente de
pie frente al estado y haciéndolo retroceder. La historia de esta pulseada
histórica aún no esta escrita en su totalidad. El
proceso que se abrió en la Argentina parece haber liberado energías
constituyentes que se territorializan bioafectivamente (donde "poner el
cuerpo" no es solo un eslogan). Energías que resultan difíciles de
"canalizar" y "organizar", ¡Pero también de reprimir! La
apuesta popular se posiciona en el plano mismo de la respuesta represiva
"de baja intensidad". Es decir, en el espectro más bajo posible del
conflicto por el gozo del territorio. Lo que podríamos denominar resistencias
moleculares. De allí que la cuestión de la juventud se
vuelva sintomática. Nadie comprende mejor esta realidad que
los policías (paras o punteros), que se "bajan" a los jóvenes en los
barrios "calientes". Nadie lee mejor, que los jóvenes insumisos, el
grado de desarrollo de la indisciplina. "Ellos" y los jóvenes. Sobre
todo los jóvenes delincuentes "independientes" que no están
controlados en ningún estacionamiento societal (familia, escuela, fábrica o
cárcel) y son los sensores por excelencia de la corriente bioafectiva que
circula en el territorio. Lo
importante es partir de una comprensión transmutacional de la coyuntura que
permita captar los dispositivos autónomos de constitución del plan de seguridad
humana en gestación. Solo un plan
(aunque más no sea un esbozo, un lineamiento) de conjunto, preliminar a la
creación de una estrategia de seguridad humana colectiva, podrá subsumir en una
estrategia de transformación todas aquellas dimensiones de la reestructuración
comunitaria que hasta hoy se representan con conceptos perimidos: alianza,
frente, coalición, convergencia. Todo eso está muerto, de nada sirve jugar con
el cadáver. ¡Hay que combatir las tendencias necrofílicas dentro del
movimiento! Sólo
un plan de defensa integral podrá organizar los elementos heterogéneos y
moleculares. Dándoles una función acorde a sus necesidades y sus aptitudes. Sólo
la conciencia de seguridad común lograra ordenar el caos posfordista alrededor
de una dinámica transformadora. La defensa común es la tarea de la etapa, la
perpetuación y la progresión de la dinámica de constitución de la multitud
depende de la realización efectiva y eficaz de la misma. En los barrios calientes, y en la cárcel
de los jóvenes de la calle, se puede discernir la potencia bioafectiva que se
transmuta en ellos. Esa
fuerza en bruto, que no es solo violencia, se extiende como una peste en los
pliegues del movimiento y teje conexiones inmateriales y fantasmáticas. ¡No por
nada atemorizan al ciudadano colonizado! Como un rubí sin pulir, brilla en la
oscuridad del mísero territorio de la multitud paupérrima que los engendra. Como
hongos salvajes y venenosos anuncian la primavera de la constitución autónoma
de la comunidad. Como felinos en la jungla urbana, como serpientes en el
desierto colonizado por el dominio del valor de cambio, se desplazan impunes
hasta que una bala asesina los inmoviliza para siempre. La fuerza vital del posfordismo
(suponiendo que esa figura conceptual tiene un contenido) se encuentra
diseminada en el territorio bajo la forma de juventud resiliente. Una potencia
resistente a los golpes y creadora de iniciativas cooperantes. La integración de ese "mundo"
juvenil; pasional, resistente y móvil al plan de seguridad
comunitaria resulta la condición número uno para su efectiva realización.
Porque ese mundo se va a integrar de todas formas, es parte de la vida, solo
queda ver si se integra al vector inteligente del movimiento o es cooptado por
las redes de clientela de la delincuencia paragubernamental. Pero
para que dicho universo avance hacia la criatura constituyente este debe haber
construido jardines de afección allí donde antes se encontraba el desierto
afectivo que los tiró a la calle. Considerar
el territorio solamente como el rumbo biográfico tutelar, como el resultado de
una ecuación macroeconómica, no nos ayuda a establecer uniones con los que
transformaron las calles en su santuario bioafectivo de legítima defensa. En el
caso de la "Masacre del Puente
Pueyrredón" y la respuesta del movimiento se pueden analizar los
componentes (incipientes pero vigorosos) del plan de seguridad en proceso
autónomo de constitución. Los diputados de la izquierda interviniendo para
"parar" la agresión: como reflejo vital de seguridad humana y
sedimento moral de una forma defensiva, disuasiva y popular. Los testigos, los
fotógrafos, los periodistas, los videastas: elementos autónomos de seguridad
humana anticonfrontacional. Los manifestantes de la marcha del 27 del 6 de 02:
consciencia material de la necesidad de seguridad humana ante la provocación y
el terror. Hay
que ver como se fueron integrando y como interaccionaron los elementos que
lograron el triunfo parcial del movimiento en la coyuntura posterior al 26 de
junio. Como consiguieron parar el terror frontal del gobierno. Y
están todos los "otros" elementos que se están creando. Los
comedores, las bloqueras y la educación popular. Las asambleas barriales y la
autogestión de las fábricas ocupadas. Todas ellas conforman, en potencia, una
radical socialización bioafectiva. Es
necesario, revisar la periodización política de las luchas de los últimos 25
años a la luz de este fenomenal impulso bioafectivo. Precisamos salirnos de la
tradición como peso muerto de la historia, sin excepciones. La inercia
resentimental y la sed de organización partidaria; todo eso, ya está perimido. Hay
que saltar al vacío creador, abrir los brazos al abismo para que éste se mire
en nosotros, des-representarse uno mismo (¡y no solo los diputados!).
Necesitamos, compañeras y compañeros, abrir el juego. El movimiento está levantando la cabeza,
no ante un estado en desbandada sino, ante un imperio en constitución. El
dilema que se le presenta a la izquierda social y política (ya que las nuevas
sociabilidades resultan más políticamente de izquierda, y potencialmente
anticapitalistas, que la mayoría de la izquierda partidaria),
solo puede ser resuelto si se
constituye una alternativa inteligente, de carácter defensivo ante la corte
imperial. Resulta
vital que el movimiento comience a reflexionar sobre la dinámica que está en
constitución en el territorio. Dejando de lado la obstinación por hacerla
cuadrar, cueste lo que cueste, en el molde marxista. La
composición de clase es el último avatar de una idea que parte de la
comprensión de dinámicas complejas a través de conceptos concentrados. La
trinidad: "trabajo como fuente valor", "sujeto como objetivación
de la composición orgánica del capital" (en todas sus variantes) y
"revolución como transgresión/antagonismo/al dominio", ya no resulta
suficiente al plan de constitución autónoma de la multitud. Y no podrán servir,
por si sola, para participar en el proceso de gesta civilizatoria que se está
preparando delante de nuestros ojos. La idea de "seguridad" puede
parecer antipática a los oídos de ciertos intelectuales de izquierda. El
término estuvo monopolizado por la reacción y puede crear disonancia
cognoscitiva en un primer tiempo. Entendiendo, por disonancia cognitiva, la
incongruencia entre lo que se desea que pase y lo que realmente sucede. Se
espera que la multitud no pida seguridad, ya que este es un reclamo de la
derecha. En este momento, la demanda de justicia, seguridad en los barrios y
respeto de la ley, esta siendo levantada por la multitud. Pero esto no debe
obstaculizar el trabajo inevitable de resolución del problema. Una lectura superficial de los hechos
podría llevar a pensar que estamos ante un legalismo reaccionario. Sin embargo
esta demanda esta siendo llevada: 1) hacia, 2) contra y 3) a pesar, de las
instituciones respectivas. El
caso de la corte suprema es revelador. Las confrontaciones contra puestos
policiales, luego de asesinatos flagrantes, también. Necesitamos reflexionar
como movimiento para sacar las conclusiones tácticas necesarias. La
resistencia obtusa a la integración de la dimensión defensiva y de seguridad
(superando tanto el legalismo como el "fierrismo") puede dar lugar a
la creación de un espacio por donde el gobierno pueda entrarle al movimiento y
trabajar la crisis desde su interior. Creando un contra-movimiento-de-base de
alta capacidad destructiva. Esta
posibilidad no es algo lejano y los ejemplos de esta estrategia de destrucción
"interna" del movimiento la vemos cotidianamente por todo el mundo. La
reflexión sobre la seguridad (humana) por parte del movimiento, termina, por un
lado, con el monopolio que la reacción tiene sobre las cuestiones de seguridad
(interior) y, por otro lado, plantea bases nuevas de enfoque. Rompiendo,
de esta manera, con la tradición revolucionaria que solo considera el problema
de la seguridad como una "tarea" posterior a la toma del poder y a la
creación de un eventual nuevo estado. Existe la posibilidad de crear un
cortocircuito político de dimensiones monumentales.
Capaz de abrir una brecha de nuevo tipo. Potenciando las formas de
territorialización bioafectiva del movimiento. Es
necesario que el conjunto de movimiento sea indagado sobre las necesidades
seguritarias de desarrollo comunitario. Sin esta nueva realidad bioafectiva,
esta propuesta pecaría de irrealismo. Necesitamos pensar con el cuerpo
resiliente: lacerado y potente; y trabajar la reflexión desde el
cerebro colectivo de la multitud. Precisamos integrar, en un vasto esfuerzo de
investigación autónoma, las inquietudes y angustias de los compañeros. Así como
distribuir todas las proposiciones presentadas para un debate ampliado de todo
el movimiento.
2º parte Solo
una ponderación seria y pormenorizada de la cuestión podrá dar pie a un proceso
creativo, capaz de enfrentar el plan terrorista que se comenzó a implementar. Y
que ya está en movimiento de manera aparentemente "confusa". Territorializar el debate por toda la
interface (el cara a cara y cuerpo a cuerpo) acelerar el
intercambio de datos y opiniones. Proveernos, como movimiento, de la mayor
cantidad de elementos que nos permita la elaboración colectiva de un plan de
defensa comunitario, integrado y eficaz. Dispositivos de seguridad humana como
clave de construcción post-política del común. Todo
girará alrededor de esto. Tanto los éxitos como las derrotas. El gobierno está respondiendo al "Que
Se Vayan Todos" con la integración fragmentaria de las
demandas populares. Metaboliza en clave del capital la autogestión fabril; Desmoviliza
con códigos representativos el asambleismo; Vocifera por "izquierda"
y administra por derecha. Integra, fagocita, representa, gesticula y gobierna
en clave capital-parlamentaria la política autogestiva. El movimiento hirió al Leviatán pero no
lo aniquiló. La multitud no terminó el despiece de la máquina
gótica estatal. El 19/20 y su "jaque al rey" estimuló nuevos
dispositivos en la matrix dominante. Esta, afinó sus reflejos, generó nuevos
antídotos antisistémicos e intenta absorber y abarcarlo todo. Para el poder:
¡El show debe continuar! Para el movimiento: el final está abierto. Al mismo tiempo el gobierno despliega
focalizadamente el terror. Una represión que, por el momento, actúa
acotada. Pero que mantiene en estado latente su carácter potencialmente
expansivo. Si le
podemos dar un contenido diferente a la necesidad de la seguridad humana se va
mas lejos que con el "Que Se Vayan Todos". Se puede retomar la
iniciativa. Pueden nacer nuevos hongos venenosos que paralicen la digestión
parasitaria del poder. No
hay que cometer el error de imaginar que a causa del alto grado de
conflictividad social las consignas rupturistas están a la orden del día. Lo
que está a la orden del día es la constitución política del común, la construcción
de una interface (un cara-cara y cuerpo-cuerpo) seguritario. Ese cuerpo tiene
ya una moral propia enraizada en prácticas afectivas y
proyectada hacia intervenciones inteligentes. En
los países del G8 la cuestión de la seguridad humana se presenta con una
intensidad similar. Allí la constitución de un plan de seguridad humana
(disuasión civil) es la única opción que podrá garantizar, a la multitud, una
alternativa a la estructura militar imperial en materia de seguridad represiva. Estamos viviendo una etapa donde ya no
podemos distinguir entre seguridad interior y exterior. Mientras
tanto, por un lado, el imperio planifica destrucciones humanas masivas, al
mismo tiempo que, el movimiento, debe hacerse cargo de responsabilidades
complejas e inéditas. Responsabilidades,
compañeras y compañeros, cada día más complejas y más inéditas. Colectivo Nuevo Proyecto Histórico 24
de septiembre de 2003.
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