Julio López
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14ta audiencia
Por Juicio a Etchecolatz - Sunday, Aug. 13, 2006 at 11:34 PM

Comunicados de prensa de la 10ma a la 14ta audiencia

Boletín Electrónico de noticias y actividades de la AEDD nro 209
Asociación de ex Detenidos Desaparecidos
Buenos Aires, Argentina



Comunicado de Prensa




Juicio contra Etchecolatz en La Plata

Caso Mariani-Teruggi: un vecino vio que un policía se llevaba un bebé en brazos

Oscar Antonio Ruiz vio desde una esquina cercana cómo un hombre vestido con ropa de fajina “llevaba en una mano una ametralladora y en la otra a un bebé tapado con una mantita”. También declararon familiares de otras víctimas del mismo operativo, ocurrido en noviembre de 1976 en la casa de calle 30. El próximo miércoles, a partir de las 10, el Tribunal realizará una inspección ocular en la vivienda, que aún conserva las huellas del bombardeo.



LA PLATA (10-07-06) – Oscar Antonio Ruiz, un vecino que vio el ataque a la casa Mariani-Teruggi desde la puerta de una casa cercana, declaró hoy ante el Tribunal que pudo ver cómo un policía se llevaba en brazos a un bebé y lo entregaba a otro miembro de la fuerza. El testigo contó que el operativo —del que participaron fuerzas policiales y militares— “fue un bombardeo, un terremoto”, y que no pudo ver nada más porque la misma persona que había acarreado el bebé luego lo obligó, a punta de pistola, a entrar otra vez a la casa.

Ruiz señaló que se encontraba en la casa de su hermana, en la esquina de 30 y 51, cuando comenzó el ataque a la casa de calle 30 entre 55 y 56, en donde vivían Diana Teruggi, Daniel Mariani y la hija de ambos, Clara Anahí, de tres meses de edad. “Sentí un bombardeo a la hora de la siesta, con balas y bombas —recordó hoy ante los jueces—, parecía un terremoto”.

El testigo relató que permaneció parado en la puerta de la casa, observando el despliegue de fuerzas militares y policiales que atacaban la vivienda, en la que en ese momento estaban Teruggi y su pequeña hija, y al menos otros tres amigos: Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Eliçabe y Roberto Porfidio.

La magnitud del operativo “me hizo presumir que se había liberado toda la zona”. De hecho, no sólo hubo una “zona liberada”, sino que del ataque participaron las máximas autoridades represivas de ese momento: entre ellos, el jefe de Policía Ramón Camps, el Director de Investigaciones de la fuerza Miguel Etchecolatz —acusado en este juicio por el homicidio de Teruggi— y hasta el mismo titular de la comisaría 5º, Osvaldo Sertorio, dentro de cuya jurisdicción se encontraba la casa del matrimonio.

Ruiz contó que pudo ver cómo, a mitad del bombardeo, un policía “vestido con ropa de fajina” se alejaba de la casa en dirección a donde estaba él: “Llevaba en una mano una ametralladora y en la otra un bebé tapado con una mantita o una tela blanca”, recordó el testigo. El represor caminó hasta donde se encontraba un celular policial y entregó al bebé a otro integrante de la fuerza.

“Esta persona (la que llevaba al bebé) estaba muy nerviosa y miraba para todos lados”, describió Ruiz, y agregó que no pudo ver qué sucedió después porque, luego de entregar a la niña, el policía se volvió hacia él: “Me encaró, me puteó y apuntándome con el arma me obligó a entrar”.


Una quinta víctima

Durante las audiencias de hoy, cobró fuerza la hipótesis de que, en el ataque a la casa en la que fueron asesinados Teruggi, Porfirio, Peiris y Mendiburu Eliçabe, podría haber muerto una quinta persona, que hasta ahora no estaba identificada.

Ana María Bossio, hermana del desaparecido Alberto Oscar Bossio, declaró hoy ante el Tribunal que —según una versión que obtuvo en aquel momento— su hermano estaba también en la casa Mariani-Teruggi en la tarde del operativo, y que se habría suicidado en los techos de la vivienda.

La testigo relató que había tenido contacto con su hermano por última vez el 18 de noviembre de 1976, seis días antes del ataque. En ese encuentro, Alberto le había pedido que pasara por la casa de los Mariani a buscar unas cosas que le pertenecían “porque la casa estaba marcada”. Bossio señaló que en esos días no había podido cumplir con el pedido de su hermano, ya que estaba con un embarazo muy avanzado.

El 24 de noviembre a la tarde fue acompañada de su tío a la casa de calle 30, para retirar las cosas de su hermano, sin saber que las fuerzas represivas acababan de bombardear la vivienda. Cuando llegó, ya parecía no haber nadie: la casa “estaba destruida y todavía había olor a pólvora”. Cuando se acercó a la casa, la detuvo un hombre, de quien sólo pudo decir que tenía acento italiano, que salía del frente de la casa.

El hombre le advirtió que se alejara del lugar “porque están viniendo de la Policía y del Ejército a llevarse cosas”. “Esa persona fue la que me dijo, cuando le describí a mi hermano, que durante el tiroteo él se había subido al tanque de agua y, al grito de ‘Viva Montoneros’ se había pegado un tiro en la boca”, rememoró Bossio.

Este dato se conecta con la información brindada la semana pasada por “Chicha” Mariani, quien contó que, cuando pudo acceder a las partidas de defunción de su nuera Diana y de sus compañeros asesinados, había una quinta partida, que correspondía a alguien que también había muerto en el ataque pero que no había sido identificado. A partir del testimonio de Ana María Bossio, se especula con que esa persona podría haber sido Alberto Bossio.

Luego de relatar lo que pudo saber de la muerte de su hermano, Ana María Bossio también habló brevemente sobre su esposo, Leonardo Guillermo Miceli, quien permanece desaparecido. Leonardo fue secuestrado el 19 de abril de 1976, por un grupo de tareas que integraba, entre otros, el represor Carlos “El Indio” Castillo, un civil que colaboraba con la represión ilegal desde la Concentración Nacional Universitaria (CNU).

Tiempo después del secuestro, y a partir del dato que le dio un conocido, Bossio y su padre fueron a la comisaría 4º de Avellaneda, pensando que Miceli podría estar detenido en esa dependencia: los policías le dijeron que allí no había nadie alojado, pero que tenían “unos cuerpos que habían encontrado” veinte días atrás. Ana María no quiso ver las fotografías de los cadáveres, pero su padre reconoció, entre los cuerpos de los asesinados, al marido de su hija. La familia pudo recuperar el cuerpo, pero recién un mes después, tras una larga serie de trámites, cuando Leonardo Miceli estaba a punto de ser enterrado en una fosa común en el Cementerio de Avellaneda.


Familiares de Peiris y Porfidio

En tanto, y también en el marco del caso del homicidio de Diana Teruggi, declararon dos familiares de otras de las víctimas asesinadas en la casa de calle 30 el 24 de noviembre de 1976.

Florencio Gabriel Quiroga, cuñado de Roberto Porfidio, contó lo que pudo saber acerca de ese operativo, del que se enteró tiempo después. La hermana del testigo, Mariana Beatriz Quiroga, estaba casada con Roberto, y ambos tenían una pequeña hija, María Cecilia. Hoy, Quiroga contó que su hermana fue secuestrada el 20 de octubre de 1976 —y permanece desaparecida—: desde ese momento Porfidio tuvo que comenzar a ocultarse, junto a su beba, en distintas casas de amigos y compañeros de militancia. Solían refugiarse en la casa del matrimonio Mariani, pero aquel 24 de noviembre Roberto estaba allí sin su hija.

El testigo indicó que, luego del asesinato de Roberto, María Cecilia fue recuperada por la familia. Quiroga también recordó a otro familiar suyo desaparecido: su hermano, Jorge Osvaldo, fue secuestrado en La Plata el 14 de septiembre de 1979. Jorge había podido salir del país escapando de la represión, pero ese año volvió a Argentina en el marco de la llamada “contraofensiva” de la organización Montoneros: fue secuestrado pocos días después de su regreso.

Por otra parte, también declaró el hermano de Juan Carlos Peiris, otro de los asesinados en la casa Teruggi-Mariani. Mauricio José Peiris se enteró cómo murió su hermano 28 años después de su asesinato: la familia vivía en Bahía Blanca y había perdido contacto con Juan Carlos desde que él se mudó a La Plata, luego de un violento allanamiento de las fuerzas de seguridad en su casa, a comienzos de 1976.

La familia asumió que Juan Carlos había sido secuestrado: “Me ocupé de buscarlo, pero se hizo imposible conseguir algo”, narró hoy su hermano, y añadió que luego de un tiempo dejó de hacer gestiones sobre su paradero “porque me debí enfrentar a situaciones que me hicieron temer por la seguridad de mi familia”.

Pasaron 28 años hasta que pudo saber qué había pasado con él. Un amigo suyo comenzó a alentarlo para que retomara la búsqueda de datos sobre el destino de Juan Carlos, y fue así que, hace dos años, dio con una declaración de María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani: allí, la abuela relataba el episodio en el que había sido asesinada su nuera Diana y secuestrada su nieta Clara Anahí. Al leer ese testimonio, Mauricio se enteró de que Juan Carlos había estado también en esa casa cuando fue atacada, y “que había muerto allí, acribillado a balazos”.


Inspección ocular en la casa Mariani-Teruggi

El próximo miércoles, el Tribunal realizará una inspección ocular en la vivienda de calle 30 entre 55 y 56, en donde se produjeron los asesinatos. Ese día, a partir de las 10, los jueces, fiscales y querellantes recorrerán la casa del matrimonio Mariani, en donde hasta hoy permanecen las huellas del bombardeo de noviembre de 1976: los agujeros de balas en las paredes, los huecos abiertos por las tanquetas y los restos destruidos del lugar en donde funcionaba una imprenta oculta.





JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ); Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata); Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).



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11a audiencia
Por Juicio a Etchecolatz - Sunday, Aug. 13, 2006 at 11:37 PM

Boletín Electrónico de noticias y actividades de la AEDD nro 212
Asociación de ex Detenidos Desaparecidos
Buenos Aires, Argentina


Informe de Prensa


Juicio contra el genocida Etchecolatz

La casa Mariani-Teruggi, testimonio vivo del terrorismo de Estado en La Plata

El Tribunal Oral realizó hoy una inspección ocular en la vivienda de la calle 30, en la que fueron asesinadas cuatro personas y fue secuestrada una beba de tres meses. Treinta años después, los jueces constataron las huellas del bombardeo, perpetrado bajo el mando directo de Etchecolatz.


Por Vanina Wiman (para Justicia Ya en La Plata)

LA PLATA (12-07-06) - El Tribunal que juzga al represor Miguel Etchecolatz realizó hoy una inspección ocular en la casa Mariani-Teruggi, en la calle 30, entre 55 y 56, de esta ciudad: allí, durante el ataque perpetrado por las fuerzas represivas en 1976, fueron asesinados Diana Teruggi y al menos tres personas más, y fue secuestrada la beba Clara Anahí Mariani. En el lugar todavía se conservan intactas las huellas del operativo represivo, del que participó personalmente el ex Director de Investigaciones de la Policía provincial.

A treinta años del literal bombardeo de la vivienda, la casa Mariani-Teruggi fue hoy un testimonio vivo de lo que ocurrió aquel 24 de noviembre de 1976: los jueces, fiscales y abogados de la querella —guiados por María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani, suegra de Diana y abuela de Clara Anahí— pudieron observar el patio lleno de escombros, tocar los cientos de agujeros de balas en las paredes y constatar los boquetes abiertos por el ataque, comandado por policías y militares de alta jerarquía.

Esta mañana, mientras recorrían la casa, varios de los abogados de la querella concordaban en una misma observación: la magnitud desproporcionada de aquel operativo, en el que se utilizaron desde tanques y bazukas hasta camiones y helicópteros militares. Fue un mensaje —coincidieron—, una suerte de "castigo ejemplificador" para instalar el terror en toda la ciudad. Y, de hecho, el ataque a la casa de calle 30 trascendió en aquella época los límites del barrio, e incluso era comentado fuera de La Plata, por la violencia que había desatado el aparato represivo.

Con sólo observar el frente de la casa, la imaginación se dispara: a la derecha del portón del garage —atravesado por numerosos impactos de balas—, lo que alguna vez fue una ventana es hoy un boquete de cerca de dos metros de diámetro. En línea recta hacia adentro, otro boquete de igual tamaño aparece en la pared siguiente: es evidente que el proyectil utilizado fue tan poderoso que, después de perforar los ladrillos exteriores, también destruyó la pared de la habitación contigua.

Dentro de la vivienda, los jueces recorrieron habitaciones y pasillos, en cuyas paredes permanecen todavía las marcas de ráfagas de ametralladora y los escombros de algunos sectores del techo que se derrumbaron.

María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani acompañó la inspección —de la que sólo pudieron participar las partes— con el relato del ataque, que pudo reconstruir a través de testimonios a lo largo de estos años. Mostró la citroneta baleada e incendiada que aún permanece en el garage; señaló el sitio en donde, según un vecino, fue acribillado Daniel Mendiburu Eliçabe —un rincón en el que se concentran decenas de agujeros de bala en la unión de las dos paredes—; y guió a los jueces hasta el patio en donde, bajo un limonero, fue asesinada a tiros su nuera, Diana Teruggi, a manos del policía Hugo Guallama y por orden del mismo Miguel Etchecolatz.

Salvo algunos cambios menores, la casa Mariani-Teruggi permanece intacta desde noviembre de 1976. En el patio del fondo todavía permanece en pie la pared falsa detrás de la cual funcionaba una imprenta oculta, y puede verse con detalle el sistema mecánico de la puerta por la que los militantes ingresaban.

Hoy, Chicha Mariani contó al presidente del Tribunal, Carlos Rozanski, que incluso pidió a los vecinos que, si realizaban reformas en sus viviendas, no modificaran la forma original de las medianeras: según lo que declararon policías que actuaron en el operativo, por esas mismas medianeras caminaba el represor Etchecolatz durante el ataque. Así, la suegra de Diana Teruggi —además de conservar la casa como un ícono del terrorismo de Estado en La Plata— anticipó que algún día serviría como elemento de prueba para juzgar a los responsables.

La casa Mariani-Teruggi es hoy sede de la Asociación Anahí —organismo fundado por la abuela de la niña desaparecida—, y funciona como un recordatorio permanente del ataque del 24 de noviembre de 1976. Los integrantes de la Asociación se han ocupado de colgar fotografías y confeccionar pequeñas vitrinas con los pocos objetos que pudieron rescatar del saqueo que realizaron los represores en aquel momento. La vivienda puede visitarse todos los sábados por la tarde.


Más testimonios para el viernes

Durante la próxima jornada del juicio oral al represor Etchecolatz, el Tribunal continuará tratando el caso del homicidio de Diana Teruggi. Para este viernes, se esperan las declaraciones de Juan Carlos Piedra (quien, según un informe de la Policía provincial, fue el enfermero que trasladó el cuerpo de Diana al Cementerio de La Plata) y de José Venditti, un vecino del barrio y amigo de la infancia de Daniel Mariani, quien obtuvo versiones de que, luego del ataque a la casa de calle 30, los represores se llevaron de allí a una beba envuelta en una manta.

En tanto, también testimoniarán Elena Beatriz Núñez, Alcira Molina y Patricia Irene Domenici, quienes podrían aportar datos sobre la participación del policía Daniel Del Arco en el operativo represivo y sobre el destino posterior de Clara Anahí Mariani.





JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ); Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata); Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).

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12a audiencia - 14 de julio
Por Juicio a Etchecolatz - Sunday, Aug. 13, 2006 at 11:40 PM

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata
Información de Prensa
“Había escombro, mucho humo y había un patio, y en ese lugar estaban los cuerpos” En el día de la fecha solo declararon dos de los seis testigos citados a la audiencia, José Venditti, compañero de la primaria y vecino de Daniel E. Mariani, y Juan Carlos Piedra, que trabajaba en la morgue de la policía.
(La Plata, 14julio2006). El primer testimonio fue el de Venditti, que antes de dar comienzo a su declaración examinó unas fotos de la familia Mariani y fue preguntado acerca de si tuvo alguna relación con ellos, a la cual respondió afirmativamente. Venditti conoció a Daniel Mariani en el año ’55 en la escuela a la que concurrían. Mantuvieron una relación de amistad hasta que ambos egresaron ya que siguieron carreras diferentes. La última vez que se vieron fue el 19 de noviembre del ’76 cerca de la casa de la calle 30 entre 55 y 56. Luego de los hechos ocurridos en este domicilio el 24 de noviembre del mismo año, Venditti creía muerto a Daniel pero, por intermedio de los vecinos, se enteró que éste seguía vivo y que su domicilio había sido saqueado y baleado por agentes de la policía y de la marina. En esta declaración también comentó que una vecina, apodada “la gallega”, una persona de edad avanzada que residía enfrente de la casa de la familia Mariani, había visto como se llevaban a Clara Anahí con vida. En su testimonio también declaró que por aparecer en una foto con Mariani, él y otros compañeros empezaron a ser perseguidos, e incluso uno de ellos, que era policía, fue separado de la fuerza. La última vez que ingresó al domicilio de calle 30 fue en un aniversario del nacimiento de Clara Anahí. El segundo testimonio fue el de Juan Carlos Piedra que trabajaba en los años 1976 y 1977 en sanidad policial, más precisamente en la zona de la morgue. Su trabajo excedía esta labor, ya que era también camillero. Esta tarea consistía en el traslado de cuerpos hacía la morgue provenientes de lo que él llamaba “hechos de sangre”. En un informe del 13 de junio de 1984, presentado en esta causa, se indica a Piedra por haber trasladado a la morgue el cuerpo carbonizado de Diana Esmeralda Teruggi, hecho que él no recuerda. Durante la declaración se leyó un prontuario de cadáver N.N. en la cual el cuerpo de Diana E. Teruggi aparece como NN sexo femenino, bajo el N° 452, el cual permaneció en la morgue hasta el 30 de noviembre de 1976. La veracidad de esta acta no se puede comprobar, ya que los libros de la morgue se encuentran desaparecidos pero según afirmó Piedra, estos libros existían ya que ellos llevaban el registro. Quedó incorporada a la causa la declaración que Piedra prestó en el juicio de la verdad (9 de junio de 1999). Durante el 24 de noviembre de 1976, Piedra se encontraba en el cementerio y recibió un llamado indicándole que vaya al domicilio de calle 30 entre 55 y 56 a realizar su tarea. Al llegar se vio rodeado de una gran balacera, por lo cual le indicaron que aguardara en la esquina hasta que el enfrentamiento finalice, “Nosotros no sabíamos por qué nos llamaban, no estábamos expuestos a esos hechos, yo decía, ‘para que íbamos ir’, no era mi responsabilidad, no estábamos capacitados”, declaró Piedra con respecto a su presencia en esta domicilio. Después que terminó el ataque entró a la casa a hacer el trabajo encomendado. “Había escombro, mucho humo y había un patio, y en ese lugar estaban los cuerpos”, es lo que recuerda Piedra de ese hecho. Con respecto al reconocimiento y cantidad de cuerpos hallados en el patio, el testigo no puede precisar alguna respuesta ya que no recuerda la situación. Solo afirma que eran cadáveres grandes, sin hacer alusión a Clara Anahí Mariani, y que solo trasladó uno de ellos. Cuando llamaron a Piedra a buscar los cuerpos, el enfrentamiento seguía por lo que se puede deducir que la policía fue hasta allí con intenciones de matar y no de llevar detenidos a los ocupantes de la vivienda. Para la siguiente audiencia, lunes 17 de julio, fueron citados a declarar por la querella Mabel Susana Suarez, Nestor Pablo de Tomas, Guillermo Gallo, Alfredo Eduardo Ves Lozada, Alejandro Incháurregui. En tanto que fue desistido Cesar Miguel San Sebastián.

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13a audiencia - 17 de julio
Por Juicio a Etchecolatz - Sunday, Aug. 13, 2006 at 11:43 PM

Comunicado de prensa
Juicio contra el genocida Etchecolatz

Declaró el ex director del Cementerio de La Plata, por los casos de tumbas NN El comisario retirado Carlos Alberto Cianco, director del Cementerio platense durante la dictadura, negó que hubiera habido enterramientos clandestinos, pero dijo que "había comentarios de que enterraban de noche y que bajaban helicópteros". En tanto, la querellante María Isabel Chorobik de Mariani denunció hoy que recibió amenazas escritas, que fueron dejadas bajo la puerta de la casa Mariani-Teruggi en la última semana.

Por Vanina Wiman (para Justicia Ya en La Plata) LA PLATA (17-07-06) - El director del Cementerio Municipal de La Plata entre 1976 y 1980, Carlos Alberto Cianco, declaró hoy sobre las tumbas "NN" durante la dictadura: dijo que "no le consta" que hubiera habido inhumaciones clandestinas en ese predio, pero admitió que "había rumores de que enterraban de noche, que bajaban helicópteros". Cianco, comisario retirado de la Policía de la provincia de Buenos Aires, reconoció que fue seleccionado para el cargo por el entonces jefe de la fuerza, Ramón Camps, pero dijo que aceptó "no por colaboración, sino por obligación". Cianco fue citado a declarar en el juicio que se le sigue al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, en el marco del caso del homicidio de Diana Teruggi, ocurrido el 24 de noviembre de 1976. Ese año, después de que la joven fuera asesinada en un operativo represivo, su cuerpo fue enterrado como "no identificado" (o NN) en el Cementerio municipal de esta ciudad, pese a que en el acta de defunción archivada en la Dirección de Inteligencia de la Policía provincial (DIPPBA) constaban su nombre y apellido. Hoy, el Tribunal Oral Nº 1 interrogó a Cianco sobre su gestión frente al Cementerio durante la dictadura. El comisario retirado dijo que asumió ese cargo en julio de 1976, por orden expresa del entonces Jefe de la Policía, Ramón Camps, quien lo citó en su despacho para comunicarle la designación. No obstante, el testigo quiso despegarse de Camps. Señaló que el jefe policial lo amenazó con quitarle la jubilación si no aceptaba el puesto: "No fue una colaboración, fue una obligación", remarcó, y negó haber recibido directivas sobre el funcionamiento del cementerio por parte del represor. Cuando le preguntaron por qué creía que le había sido encomendada para tal función, Cianco ensayó que “quizás fue por mi honestidad”. Y luego dijo que quizás lo había recomendado el que había sido su superior en la Dirección de Sumarios Judiciales de la fuerza, el comisario Rodolfo González Conti. Este represor está imputado en numerosas causas penales sobre el terrorismo de Estado, por su actuación como Director de Seguridad de la policía provincial durante la dictadura. Respecto de los enterramientos de víctimas de la represión en el Cementerio platense, Cianco afirmó que, entre 1976 y 1980, se inhumaron allí muchos cadáveres sin identificar: "Las tumbas NN eran 100 o 150", indicó hoy, aunque en realidad se estima que el número real roza las 400. Cianco dijo que "la mayoría" de los cuerpos no identificados "los traía la Policía", que en los certificados de defunción figuraban las firmas de médicos policiales y que en esos documentos "decía que habían muerto en enfrentamientos". "Nunca constaté nada raro", respondió el testigo cuando tuvo que responder sobre posibles enterramientos clandestinos dentro del predio municipal. Sin embargo, terminó por admitir que en esos años "había rumores" según los cuales "se enterraba de noche y bajaban helicópteros". Cianco dijo que nunca vio que eso sucediera, aunque reconoció que el sereno que vigilaba el lugar durante la noche "estaba en una oficina encerrado con llave y muerto de miedo". Cianco describió el proceso según el cual se recibía a los cuerpos de manos de la Policía, y agregó que al Cementerio los cadáveres llegaban ya dentro de cajones cerrados: "Eran unos cajones de madera económicos", dijo, y agregó que eran provistos, a través de la administración del Cementerio, por la Secretaría de Obras y Servicios Públicos de la Municipalidad. En tanto, y también en torno al tema de las tumbas NN del Cementerio de La Plata, declaró Alejandro Incháurregui, quien como miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) participó de muchas exhumaciones de cadáveres enterrados sin identificación y contribuyó a la localización de los cuerpos de muchos desaparecidos. Incháurregui contó que, según pudo verificar el EAAF, en el Cementerio de La Plata no existían fosas comunes, sino que los cuerpos sin identificar eran enterrados en fosas individuales. El testigo describió luego el proceso de exhumación de este tipo de tumbas y los procedimientos de identificación de las víctimas. “Los familiares siguen hoy, a treinta años, torturados por la espera”, sintetizó. "La autopsia era innecesaria" Por otra parte, también declaró el ex médico policial Néstor De Tomas, quien prestó servicios en la Dirección de Sanidad de la Policía de la provincia de Buenos Aires y desde esa función fue el responsable de firmar numerosos certificados de defunción de personas que fueron asesinadas en supuestos "enfrentamientos" con las fuerzas represivas. El Tribunal lo convocó en el caso del homicidio de Diana Teruggi, para que describa el procedimiento policial que tenía lugar desde el "enfrentamiento" policial hasta la inhumación de los cuerpos de las víctimas, que en muchos casos fueron enterradas como NN en distintos cementerios de la provincia de Buenos Aires. De Tomas dijo que en muchas oportunidades estuvo encargado de retirar cadáveres de la calle o de viviendas particulares para llevarlos a la morgue policial, que dependía de la Dirección de Sanidad de la fuerza. Sostuvo que "la mayoría de los cuerpos tenían destruida la masa encefálica por disparos", e incluso afirmó que en varias ocasiones "la autopsia era innecesaria" porque al ver los agujeros de bala en los cuerpos "ya se sabía de qué se trataba". El ex médico policial no dio muchos más detalles al respecto, pese a que su firma consta en los certificados de defunción correspondientes a muchos de los cuerpos enterrados en tumbas NN en el Cementerio de La Plata. No es la primera vez que De Tomas declara ante la Justicia: ya lo hizo en tres oportunidades en el Juicio por la Verdad de esta ciudad, a raíz de la desaparición de 23 libros de partes médico-legales en los que figuraba valiosa información sobre características físicas y causas de muerte de personas supuestamente "muertas en enfrentamientos" entre 1976 y 1983. En 1999, la Cámara Federal de La Plata —que lleva el Juicio por la Verdad— denunció penalmente a De Tomas, ya que fue él, como funcionario de la Dirección de Sanidad de la Policía provincial, quien tuvo en su poder por última vez esos libros, en 1986. De Tomas fue sobreseído en 2000 por el juez federal platense Humberto Blanco, quien consideró que el delito estaba prescripto y cerró el expediente. Un decano que no sabía nada El Tribunal también recibió hoy la declaración de Alfredo Ves Lozada, quien fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) durante la dictadura. El ex funcionario había sido citado para que hablara sobre una entrevista que mantuvo en aquella época con Mario Teruggi, padre de Diana, la joven asesinada el 24 de noviembre de 1976. Pero Ves Lozada terminó hablando sobre su gestión como decano en 1976 y 1977: dijo que en ese momento no supo de la existencia de desaparecidos y de listas negras dentro de la institución, y quiso negar que hubo despidos por razones políticas. Las primeras preguntas fueron sobre su encuentro con el padre de Diana Teruggi: el testigo recordó que Mario Teruggi "me pidió que procurara averiguar si la nieta estaba con vida" y señaló que no hizo ninguna gestión personal al respecto, sino que le encargó a su secretario, Eduardo Penna, que realizara la averiguación. "Él me transmitió que le habían informado que todos habían muerto", dijo hoy el ex decano, pero sostuvo que no supo cuál era la fuente de esa información. Luego de tratar esta cuestión, los abogados de la querella orientaron el interrogatorio hacia la gestión de Ves Lozada como decano de la Facultad de Derecho, cargo que ocupó durante 1976 y 1977, designado por la intervención militar de la UNLP. El ex funcionario dijo entonces que no supo de casos de desaparecidos que fueran alumnos o docentes de su Facultad, y que no conocía la existencia de listas negras ni de despidos relacionadas con cuestiones políticas. No obstante, más tarde reconoció que las cesantías de docentes pasaban por su despacho, y que él mismo fue quien dispuso la separación como docente del actual presidente de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, Héctor Negri, porque "en la UBA había integrado una comisión que había descabezado a los profesores de la facultad de Derecho”. E incluso añadió que se sorprendió cuando el Ministerio de Educación de la Nación le pidió que efectivizara ese despido, porque “el doctor Negri era una persona que apoyaba plenamente al gobierno militar”. Y terminó recordando que también había recibido a la familia de Antonio Bettini —un docente de la Facultad que aún permanece desaparecido—, que le pidió que intercediera para averiguar el paradero del abogado. Bettini fue uno de varios docentes de la UNLP que fueron dejados cesantes en sus cargos por "ausencia injustificada", pese a que constaban las denuncias de que habían sido secuestrados. Audiencias, el próximo jueves El juicio contra el represor Etchecolatz se reanudará el jueves 20: ese día, el Tribunal recibirá el testimonio de Atilio Gustavo Calotti, un sobreviviente de varios centros clandestinos de detención, que viajó desde África para declarar en este proceso. En tanto, también están previstos los testimonios de tres integrantes de la Policía de la provincia de Buenos Aires: Néstor Buzzatto —quien participó del operativo del 24 de noviembre de 1976 en la casa Mariani-Teruggi bajo el mando de Etchecolatz—, Héctor Amílcar Darbón —el médico policial que firmó el certificado de defunción de Diana Teruggi— y Carlos Alberto Hours, quien podría aportar más datos sobre el ataque a la casa de calle 30. AMENAZAS A “CHICHA” MARIANI Hoy, María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani —querellante en este juicio, en el que se investiga el homicidio de su nuera Diana Teruggi— denunció ante la prensa y en la Justicia que recibió una intimidación escrita anónima, que fue dejada en los últimos días bajo la puerta de la casa Mariani-Teruggi, en la calle 30 entre 55 y 56. El texto de la amenaza —confeccionado con letras recortadas de revistas— decía: “Mariani-Teruggi están todos muertos”. Y a modo de firma: “El miedo”. Chicha Mariani encontró la nota esta mañana, e inmediatamente radicó una denuncia ante el juzgado federal nº 3 de esta ciudad, a cargo de Arnaldo Corazza. Estos intentos de amedrentamiento se enmarcan en una serie de inquietantes intimidaciones recibidas por Mariani y por los integrantes de la Asociación Anahí en los últimos meses. Desde el espacio “Justicia Ya en La Plata” repudiamos enérgicamente estas aberrantes amenazas, y nos solidarizamos con Chicha Mariani y la Asociación Anahí. Reclamamos la inmediata investigación de estos hechos: es inadmisible que a la impunidad por los crímenes de la dictadura se sume la impunidad que los represores de ayer, y sus herederos de hoy, parecen tener para amedrentar a quienes, tras treinta años de compromiso con los derechos humanos, continúan la lucha por el Juicio y Castigo a todos los responsables del terrorismo de Estado. JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ); Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata); Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). Teléfonos de contacto:Nilda Eloy: (0221) 453-3136Luciano Sívori: (0221) (15) 561-0248Adriana Calvo: (011) (15) 4068-3608Guadalupe Godoy (abogada de la querella): (011) (15) 5113-1589Myriam Bregman (abogada de la querella): (011) (15) 4170-2398 - Para recibir nuestros informes de prensa en su casilla de e-mail, enviar un mail en blanco a justiciayalp@yahoo.com.ar, con el asunto “Suscribirse”. - Para dejar de recibir nuestros informes, enviar un mail en blanco a justiciayalp@yahoo.com.ar, con el asunto “Remover”.

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14a audiencia - 20 de julio
Por Juicio a Etchecolatz - Sunday, Aug. 13, 2006 at 11:47 PM

Comunicado de prensa



Juicio contra un genocida en La Plata

Declaró un sobreviviente secuestrado a metros del despacho de Etchecolatz

Se trata de Atilio Gustavo Calotti, detenido ilegalmente en 1976 cuando trabajaba en la Jefatura de la Policía provincial, a un pasillo de distancia de la Dirección de Investigaciones que comandaba el represor. Contó su paso por tres campos de concentración y por la Unidad 9 de La Plata, “que era una prolongación de los centros clandestinos”. Fue el último testigo antes del receso por la feria judicial: el juicio se reanudará el próximo 10 de agosto.


Por Vanina Wiman (para Justicia Ya en La Plata)

LA PLATA (20-07-06) – El sobreviviente de la represión ilegal Atilio Gustavo Calotti contó hoy al Tribunal Oral Nº 1 que fue secuestrado dentro de la Jefatura de la Policía de la provincia de Buenos Aires, a metros de donde funcionaba la Dirección de Investigaciones de la fuerza, comandada por Miguel Etchecolatz. El testigo indicó que el grupo de tareas, antes de sacarlo del lugar, lo hizo pasar por el despacho del represor.

Calotti —quien viajó desde su residencia en las Islas Comores (África) para declarar— narró hoy ante los jueces su paso por tres centros clandestinos de detención del “circuito Camps” y por la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, en un cautiverio que se prolongó durante tres años. En dos de esos campos de concentración, estuvo detenido junto a Nilda Eloy, cuyo secuestro y torturas se investigan en este juicio.

“Me detuvieron el 8 de septiembre de 1976 a la tarde, en mi lugar de trabajo”, comenzó Calotti, que en aquella época tenía 17 años, era alumno del Colegio Nacional y trabajaba como empleado en la sección de Correos de la Tesorería de la Jefatura de la Policía provincial. Y agregó que quien comandaba el grupo de tareas que lo detuvo “era el comisario (Héctor Luis) Vides, al que apodaban «el Lobo»”. Ese represor —que ya falleció— “era uno de los hombres pesados de estas patotas, y dependía de la Dirección de Investigaciones”.

El testigo indicó que los secuestradores entraron a la oficina en donde trabajaba, “que estaba a treinta metros” del despacho de Etchecolatz. “Vides —detalló Calotti— me decía que yo era un terrorista, un subversivo y, recuerdo bien sus palabras, me dijo: ‘te voy a masticar todo, me vas a decir lo que sabés’ ”.

El represor llamó entonces a la guardia, e hizo trasladar a Calotti al despacho mismo del entonces Director de Investigaciones: “Ahí me esposaron, me cubrieron con una manta o una frazada, y me dejaron como una hora, hasta que vinieron a buscarme”, recordó el sobreviviente.


Arana: “El tiempo en esas circunstancias se hace muy largo”

Su primer lugar de detención clandestina fue la División de Cuatrerismo de Arana. “Fue una cosa muy expeditiva: en cuanto llegamos me hicieron desvestir, me ataron a un catre y comenzaron a torturarme con picana eléctrica”, contó el testigo, y agregó que en varias ocasiones reconoció la voz de Vides durante los tormentos. Las sesiones de torturas se prolongaron durante diez de los quince días en que estuvo secuestrado allí. “Y el tiempo en esas circunstancias se hace muy largo”, expresó.

En la celda en la que estuvo durante su paso por Arana “había más o menos 15 personas, todas en la misma situación que yo: detenidos, torturados, heridos”. “Una de las peores cosas era saber que en cuanto la puerta se abría, iban a venir a buscar a uno de nosotros —describió el sobreviviente—. E imaginar que la tortura iba a comenzar de vuelta era insoportable”. Durante su cautiverio en ese lugar, Calotti a menudo escuchó disparos de armas de fuego, por lo que supuso “que había fusilamientos”.

“Allí no había edad, y la gente era de todo horizonte político y profesional”, señaló el testigo, y mencionó, entre otros compañeros de cautiverio, al grupo de jóvenes secuestrados durante “La Noche de los Lápices”, el 16 de septiembre de ese año.

En una ocasión, Calotti fue llevado a una pequeña oficina y por debajo de su venda vio, sobre una mesa, una serie de objetos que reconoció como suyos: su toalla, ropa, cigarrillos. Su familia —que suponía que estaba detenido, pero ignoraba dónde— le había querido hacer llegar algunas cosas, y para eso se contactó con un empleado de la Dirección de Investigaciones policial: evidentemente, allí constaba la información sobre el lugar de detención del joven, “porque las cosas llegaron, aunque nunca me las dieron”.

El testigo contó que tanto su hermano como su madre y el compañero de ella trabajaban también en dependencias de la Policía provincial: “Obviamente todos ellos se quedaron sin trabajo”, destacó Calotti, e indicó que a los tres se les hizo firmar un texto de renuncia, pocos días después del secuestro de Atilio.


Quilmes: “Ahí empecé a ver mi cuerpo”

En la noche del 23 de septiembre de 1976, hubo un gran traslado de prisioneros: fueron sacados de las celdas y ubicados dentro de camiones policiales y patrulleros. “Se armó una caravana, iban tocando sirenas, fue un viaje largo”, recordó Calotti, y añadió: “A mitad de camino, pararon y bajaron a algunos en un lugar, y nosotros seguimos en la caravana”. En esa parada, se llevaron a gran parte del grupo de adolescentes de “La Noche de los Lápices”: todos los que bajaron allí permanecen desaparecidos.

La Brigada de Investigaciones de Quilmes, conocida como el “Pozo de Quilmes” fue el siguiente lugar de cautiverio de Calotti. En ese centro clandestino, había dos pisos completos destinados a prisioneros ilegales. “Y las condiciones de vida eran las mismas: inhumanas”, describió el testigo.

Durante su paso por el “Pozo de Quilmes”, Calotti fue llevado nuevamente a Cuatrerismo de Arana, para ser torturado otra vez. “Nunca llegué a comprender por qué empieza esto de vuelta, porque las preguntas eran intrascendentes”, expresó. Luego fue devuelto a la Brigada, en donde pasó los siguientes tres meses.

“Ahí había un movimiento de detenidos muy grande”, puntualizó el sobreviviente, y agregó que los traslados eran muy frecuentes: “Es difícil describir esa situación de incertidumbre”. Recordó también que, en varias de esas ocasiones, a los prisioneros “los sacaban, los bañaban, los afeitaban, los perfumaban y se los llevaban. Uno con sus 17 años pensaba que era para liberarlos”.

Mientras estuvo en la celda del “Pozo de Quilmes”, rememoró Calotti, “empecé a ver mi cuerpo: tenía desde los hombros hasta las rodillas como toda una coraza, una placa de sangre y quemaduras; como una cascarita, pero en todo el cuerpo”. Ni él ni ninguno de sus compañeros de detención tuvieron nunca atención médica para sus heridas: “Ahí todo se curaba con Pancután”, ironizó.

Fue en este centro clandestino en que Calotti compartió por primera vez el cautiverio con Nilda Eloy. Ella estaba en el piso de abajo, junto a Emilce Moler —quien también declaró en este juicio—. “Una vez, me agarraron hablando muy fuerte con Emilce, yo desde el segundo piso, ella desde el primero. Como castigo, me dieron una golpiza y me dijeron ‘vos no comés’, y durante una semana me dejaron sin comida”, recordó el ex detenido.

En una ocasión, Calotti fue sacado de su celda y llevado a una pequeña oficina, en donde lo recibió un hombre de traje que le hizo firmar su renuncia a su trabajo en la Jefatura de Policía: “Era con fecha anterior a mi detención, estaba fechada el 2 de septiembre; supongo que querían cubrirse”. Y narró que en la Brigada “cada policía que venía, decía ‘este es un traidor’, y yo al menos una patada recibía”.

El 15 de diciembre de 1976, la madre del joven secuestrado fue a la Dirección de Investigaciones policial, y pidió entrevistarse con su titular, Miguel Etchecolatz. El represor la recibió, ella le preguntó por su hijo y, con la intención de presionarlo, le mintió: “Mi madre le dijo que sabía que yo estaba a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Él le dijo ‘vaya a tal oficina y hable con tal persona’, y allí le dijeron ‘sí, en efecto, está a disposición del PEN’ ”. Y le informaron que su hijo estaba detenido en la Brigada de Quilmes.

Cerca de esa misma fecha, en el “Pozo de Quilmes”, Atilio Calotti fue sacado de la celda y llevado a una oficina, en donde le tomaron las huellas dactilares y le hicieron una ficha. Días después, pudo recibir la visita de su madre. Pero cuando ella volvió una semana más tarde para visitarlo otra vez, no se lo permitieron: “Le dijeron ‘su hijo nunca estuvo aquí’ —señaló el sobreviviente—. Y otro policía le avisó que yo ya estaba en la Comisaría 3º de Valentín Alsina, en Lanús”. Había sido trasladado allí el 21 de diciembre.

En este tercer centro clandestino de detención —que dentro del “circuito Camps” cumplía la función de paso previo a la “legalización”—, Calotti compartió el cautiverio con muchos de sus compañeros de otros campos, entre ellos con Nilda Eloy, que estaba en una de las celdas de mujeres.

Calotti estuvo allí un mes, y en enero de 1977 tuvo su último traslado, esta vez a la Unidad 9, a donde eran enviados los prisioneros varones que eran puestos a disposición del PEN.


U9: “Era una prolongación de los centros clandestinos”

Cuando llegó al penal de La Plata, Calotti fue llevado inmediatamente a los pabellones de castigo, conocidos como “chanchos”. “Era un calabozo sin nada, con una ventanita a 4 metros de altura, y cerrado con una puerta hermética —describió—, pero al lado de los lugares de los que venía, yo pensé ‘si esto es la cárcel, estoy bien acá’ ”.

Sin embargo, su paso por el penal no fue mucho mejor que las condiciones de vida en los campos de concentración: “Era una prolongación de los centros clandestinos”. “Los pabellones de castigo eran pabellones de torturas”, señaló, y añadió que “todas las noches pasaba un enfermero y entregaba pastillas para dormir, porque en ese lugar era imposible dormir”.

Calotti también habló de los prisioneros a quienes se dejaba en libertad para asesinarlos en la puerta del penal, bajo la excusa de supuestas fugas, y contó los casos de Horacio Rapaport, Guillermo Segalli y Juan Carlos Deghi, todos asesinados con ese procedimiento. También recordó el caso de Alberto Pinto, un detenido al que habían traído desde una cárcel de Córdoba: “Un día lo sacaron de la celda y como parecía grogui, ebrio, y no contestaba, lo llevaron al pabellón de castigo, lo golpearon y creo que le reventaron el bazo; lo tuvieron que llevar al hospital y ahí murió. Y resulta que él era epiléptico, y las pastillas que tomaba eran las que lo dejaban así, como dormido”.

“Y a (Rubén) Saposnik lo dejaron seis meses en el pabellón de castigo —recordó el ex detenido—. Cuando salió parecía un fantasma”. Calotti también contó que en la Unidad 9 solían recibir la “visita” del coronel del Ejército Carlos Sánchez Toranzo, que funcionaba como enlace entre el Primer Cuerpo de Ejército y el Servicio Penitenciario Bonaerense.

“Me entrevistaba para ver qué grado de subversivo era, me catalogaba”, sostuvo el sobreviviente, y relató que en una ocasión el militar le hizo firmar una declaración en la que decía “que renunciaba a las bandas terroristas”. “Lo hacían para cubrirse —explicó Calotti—, porque si me liberaban y decidían eliminarme, podían decir ‘no, este es un traidor a su grupo y lo mataron sus compañeros’ ”.

Atilio Calotti fue liberado el 25 de junio de 1979, casi tres años después de su secuestro. “Nunca tuve una causa. Pedí varias veces por optar para salir del país, pero siempre me lo negaron”, indicó. Y agregó que tres meses después de su liberación, tuvo que irse del país: “Yo notaba que me seguían, pero primero no le presté atención”. Pero a fines de octubre, un amigo que trabajaba en la sección Imprenta de la Jefatura de Policía le dijo: “Te tenés que ir porque te van a matar”. “A los pocos días —concluyó el sobreviviente—, mi familia me llevó en auto a la frontera con Brasil, pedí asilo político en San Pablo, y de ahí salí a Francia, que fue el primer país que me dio el salvoconducto”.


Después de la feria judicial

El testimonio de Atilio Gustavo Calotti fue el último antes del inicio de la feria judicial, que se prolongará durante las próximas dos semanas. Las audiencias se reanudarán el próximo 10 de agosto. Desde “Justicia Ya en La Plata” estaremos informando sobre el cronograma de las audiencias para la segunda etapa del juicio oral contra Miguel Etchecolatz.




JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ); Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata); Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).

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