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Capitalismo de mierda
Por Contra la explotación - Friday, Aug. 18, 2006 at 9:07 PM
Contra la mentiras de los medios

BUENOS AIRES, oct 18 (DyN) - Viernes 18 de agosto, 3:29 PM Otra secretaria complica mas a Costanzo en la causa de las coimas en el Senado Una ex secretaria de Remo Costanzo confirmó hoy que su jefe mantenía una "relación personal y laboral" con Sandra Montero, la mujer que aseguró haber visto un maletín "repleto de dinero" de las supuestas coimas por la reforma laboral en el mismo despacho del ex senador peronista. Fuentes judiciales informaron que la nueva testigo, Natalia Sosa, prestó declaración esta mañana ante el juez Daniel Rafecas, que investiga si en 2000 el Gobierno de la Alianza pagó sobornos a los senadores, porque se desempeñó como secretaria de Costanzo durante el turno tarde en las oficinas de la Cámara Alta. La ex secretaria confió bajo juramento que de 1996 a 2000 vio a Montero concurrir "a diario" al despacho de Costanzo, con lo cual echó dudas sobre la desmentida hecha ayer por el ex parlamentario por la provincia de Rio Negro, quien sostuvo que aquella no figuraba entre sus colaboradoras del Senado de la Nación. Funcionarios judiciales evaluaron favorablemente este nuevo testimonio porque según ellos da verosimilitud a los dichos de Montero, que a su vez ratificaron la presunta confesión del arrepentido Mario Pontaquarto cuando aseguró haber retirado 5 millones de pesos/dólares de la SIDE y entregarle 4,5 millones al entonces senador peronista Emilio Cantarero. Además las fuentes agregaron que esta mañana el abogado Roberto Ribas, representante de Montero, concurrió al juzgado de Rafecas y entregó allí dos bolsas, que contienen agendas personales y cuadernos de su clienta en un intento por demostrar el vínculo laboral y personal de ella con Costanzo. Ayer Montero 'revolucionó' este expediente judicial al testimoniar que el 27 de abril de 2000, o sea al día siguiente de la aprobación de la ley de Reforma Laboral, vio en el despacho del entonces legislador Remo Costanzo un maletín medio abierto, que en su interior tenía muchos fajos de cien pesos, recién acuñados. La mujer, que está casada con un ex empleado de Seguridad del Senado, luego de declarar se acogió al programa de protección de testigos y, según aseguró su abogado, ahora se encuentra "segura y protegida", aunque no se confirmó si dejó el país y se radicó en Brasil, tal y como había trascendido en las últimas horas

P12. El país|Viernes, 18 de Agosto de 2006

UNA EX ASISTENTE DEL LEGISLADOR RATIFICO QUE HUBO COIMAS EN EL SENADO. El ex senador por Río Negro Remo Costanzo quedó complicado por el testimonio de su ex secretaria.

“Costanzo se encargó del reparto”
Sandra Montero, que trabajó durante años con Costanzo, aseguró que vio el maletín con la plata de las coimas. Y que el ex senador se enojó porque le dieron menos de lo que le prometieron. Aportó documentación para la causa.
Por Eduardo Tagliaferro

Lo primero que aclaró fue que se decidió a hablar ahora, después de tantos años, “pues el juez titular y originario de esta causa, (Carlos Liporaci) que fue desplazado, no me ofrecía garantías”. Durante cerca de cinco horas, Sandra Montero, ex secretaria del Senador del PJ de Río Negro Remo Costanzo, declaró que el mismo día en que se aprobó la Ley de Reforma Laboral en el Senado el rionegrino le contó que recibiría 600 mil pesos por votar a favor de la iniciativa que impulsaba el gobierno de Fernando de la Rúa. Según su relato, los 600 mil se transformaron en 300. También confirmó que Costanzo pasó a retirar el dinero por la casa del salteño Emilio Cantarero y que vio en el despacho del rionegrino un maletín con las siglas RC, con dinero envuelto al vacío. “Costanzo debe haber llevado mucho más dinero del que le correspondía a él, porque se encargó del reparto de otros senadores, lo que estoy segura es que hubo un reparto en el despacho de Costanzo, porque todo el mundo salía de ahí el día jueves 27 o viernes 28 (de abril de 2001). Recuerdo a (Alberto) Tell, (Angel) Pardo y Cantarero entrando al despacho”, contó la testigo en su declaración judicial. También puntualizó que en la Casa Rosada, lugar al que fue a trabajar en 2001, un empleado le comentó que “De la Rúa le había dicho a (Leonardo) Aiello, su secretario privado, que (Fernando) de Santibañes arregle este tema con (Alberto) Flamarique”.
La testigo llegó a Comodoro Py acompañada por su abogado Roberto Ribas. Apenas había pasado media hora de las 9 de la mañana. El letrado, que no pudo participar de la audiencia, precisamente porque Montero es una testigo, no dudó en calificar al testimonio como “contundente”. La ex asistente de Costanzo, que pidió acogerse al programa de protección a testigos, declaró hasta pasadas las 2 de la tarde frente al juez federal Daniel Rafecas, el fiscal Federico Delgado y el Fiscal de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido. Lo minucioso de su relato y los nuevos detalles entregados en su testimonio, confirman los dichos del arrepentido Mario Pontaquarto. Al final de la audiencia, entregó agendas y documentación que serviría para ratificar sus dichos.
Anochecer agitado
“Una vez que se aprobó la ley en el Senado, a las 21.40 horas, bajé al despacho de Costanzo. Estaba Martín Fraga Mancini. Costanzo me dijo, ¿dónde están tus cosas? Salimos del Senado alrededor de las 21.50. Salimos en un taxi desde Hipólito Yrigoyen, dobló por Callao y fuimos a comer a Los Inmortales, una pizzería ubicada en Callao entre Santa Fe y Arenales donde era habitúe”, relató Montero. El tradicional local porteño quedaba precisamente cerca de la casa del salteño Cantarero, donde Pontaquarto declaró que había dejado el dinero que había retirado momentos antes de la SIDE para el pago de las presuntas coimas. La cena de la ex asistente con Costanzo fue rápida. “Tardamos unos veinte minutos”, precisó. Luego de la grande de muzzarella y morrones, según el relato de la testigo, el entonces senador rionegrino llamó a Cantarero a través de su celular pero éste no le contestaba. “Me dijo que iba a lo de Cantarero. Si bien no tocamos el tema, estaba sobreentendido que estábamos esperando para que fuera a buscar el dinero.” Montero conocía a Costanzo desde hacía tiempo. El trato que ella lo definió como “relación personal de afecto”, se remonta a 1986. Tiempo suficiente como para percibir que “estaba ansioso, pero no tenía miedo de que lo dejaran afuera. Eso era imposible”. La tranquilidad de Costanzo, según el relato de su ex asistente, se fundamentaba en el rol que el legislador tenía dentro de la bancada del peronismo. “Era una cuestión jerárquica, Costanzo, fuera de Alasino y Genoud, que se llevaron su parte, repartió dinero a otros senadores”, subrayó.
El relato de la testigo se detiene en el viaje en taxi que compartió con Costanzo a la salida de Los Inmortales. Comentó que en ese tramo volvió allamarlo a Cantarero a su celular pero que éste seguía desconectado. Señaló que el rionegrino la llevó en taxi hasta su casa y que en el mismo vehículo se fue para la casa del ex senador salteño.
Gritos entre los
mármoles del Senado
Luego de la agitada noche que siguió a la aprobación de la ley de reforma laboral, la testigo declaró que “estaba esperando al senador Costanzo en su oficina. Estaban reunidos el senador Cantarero y Pardo. Se oían gritos de Costanzo, con insultos dirigidos a (Antonio) Cafiero. Eran las 18 horas. Costanzo dijo: “Este hijo’e puta de Cafiero se dio vuelta y creo que antes que nada lo que tenemos que solucionar es el tema con él. ¿Quién va a hablar con él?”, comentó Montero que escuchó en esa ocasión. No solamente los senadores estaban alterados en el despacho de Costanzo. La testigo relató que el entonces mano derecha del senador rionegrino, Martín Fraga Mancini, del que siempre se sospechó que podría ser el arrepentido que siguiera los pasos de Pontaquarto, “me dijo que Costanzo tenía problemas con Cafiero”. Días después, el mismo Fraga Mancini le dijo que “Costanzo le había prohibido que hablara con nadie”. “En ese momento entró Osvaldo López, el chofer del senador Costanzo y pidió hablar a solas con Fraga Mancini.” Luego de eso, la testigo puntualizó que “López salió pálido. Me llamó mucho la atención y salí a correrlo por el pasillo”. Cuando se lo cruzó, el chofer le preguntó si sabía que pasaba y ella le dijo que sí, que en todos los pasillos y en los despachos de los senadores se hablaba que habían recibido dinero para levantar la mano en el recinto. “Se me viene un quilombo de locos, si descubren que Martín y yo estamos metidos en este quilombo”, recordó la testigo que fue el comentario del chofer de Costanzo. Había razones de peso en esa preocupación. “Fraga Mancini repartió dinero y él (López) fue chofer en esa actividad.” Luego de ese diálogo con López, la testigo habló con Mancini. “Estoy en quilombos pesados, y además gratis. Este es el quilombo con Cafiero, que quiere buchonear a todos, y tengo miedo que me dejen solo”, le dijo Mancini, el joven al que, según la declaración de Montero, el senador rionegrino le pagó un viaje a Cuba cuando fue llamado para declarar judicialmente por primera vez en el expediente.
Unos días después de ese incidente, dijo que: “Llego al despacho de Costanzo, me lleva a la secretaría privada donde guardábamos papeles y sobres, y me dice: ‘Sandra, si en algún momento llegás a contar la verdad de lo que pasó te juro que te mato, te lo pido por mis hijos y por mis nietos, que te olvides de todo lo que escuchaste o lo que sabés. Cuando pueda tocar ese dinero vos vas a verte recompensada’. Me apretaba fuertemente en el cuello y estaba asustada por primera vez en la relación con él. Me volvió a apretar contra el mueble y al darse cuenta de que estaba asustada me soltó y me dijo: ‘Perdonáme Sandra, pero no me cagués nunca’”. Al explicar por qué Costanzo estaba atemorizado, la testigo aventuró que se debía a que le había contado que cobraría 600 mil pesos y porque había visto un maletín negro con sus iniciales con dinero prensado. Recordó que eso sucedió el 27 de abril del 2001. “Yo ingresé al despacho de Costanzo, vi el maletín abierto con el dinero adentro. Costanzo salió del baño, le dije que si quería que me retirara. Me dijo que no. Fue hasta el maletín y lo cerró directamente. El maletín era de Costanzo, tenía las iniciales RC, lo había visto bastante antes.” Además de llamarle la atención que el dinero estuviera “envasado al vacío”, la ex asistente reparó en que se trataba de moneda nacional. “Era bastante frecuente que Costanzo se maneje con dinero, pero siempre eran dólares. Incluso los pagos que me hacía a mí para gastos eran siempre dólares. Todo lo relacionado con el manejo de dinero de Costanzo lo tenía Fraga Mancini. A mí me pagaba Fraga”, que incluso tenía una de las dos llaves de la caja fuerte que estaba en el despacho, señaló la testigo.
La boca del pez
La testigo comentó que su trato con Costanzo se mantuvo a lo largo del tiempo. Incluso hasta hace pocos días atrás. En varios momentos dijo que se volvieron a repetir las amenazas. “En varias ocasiones me recordó lo que me iba a pasar si hablaba. También impidió que Fraga Mancini y yo nos cruzáramos”, declaró. En este punto comentó que hubo un momento en el que el asistente de Costanzo tenía ganas de contar la verdad. “Incluso fue a hablar con Pontaquarto”, recordó la testigo.
También comentó que luego del arrepentimiento de Pontaquarto, ella llevaba personalmente correspondencia de la casa de Costanzo a las oficinas del Fondo Compensador Telefónico, donde estaba el ex senador Tell. Allí entregaba el sobre y esperaba la respuesta escrita que volvía a llevarle a Costanzo. Por el rionegrino la testigo dijo saber que se hablaba de más de 4 millones de pesos utilizado en el pago de coimas. Concretamente, 4 millones cuatrocientos mil pesos. Que de ese botín la mayor parte se la habría llevado el radical mendocino José Genoud. “Unos 700 mil pesos, pero los dividía con Alberto Flamarique o Fernando de Santibañes por mitades, no recuerdo con cuál de los dos. Después venía Alasino, después Costanzo, después Tell, no sé las categorías. Lo que recuerdo también es que Costanzo decía que Ramón Ortega tenía miedo, que recién asumía, que no estaba acostumbrado a ello. Estaba asustado, pero no sé si cobró o no cobró”, dijo.
Luego de que Carlos “Chacho” Alvarez denunciara el pago de los sobornos y renunciara a la vicepresidencia, la testigo comenzó a trabajar con el senador Mario Losada en la Casa Rosada. Aquí fue donde se enteró por un empleado de la Casa de Gobierno que De la Rúa le había pedido a Aiello que su amigo en la SIDE, De Santibañes arreglara el tema con Flamarique. También dijo que supo por Pontaquarto que Costanzo había estado en la Rosada. “Vengo de estar con Costanzo en la Casa de Gobierno”, le había dicho en los pasillos del Senado.
La testigo aclaró que no recibió dinero de nadie y que no habló de su declaración con ningún funcionario del actual gobierno. Decidió contar la verdad a pesar de la oposición de su marido y de su hijo.
Ultimas Noticias|Viernes, 18 de Agosto de 2006
Otra ex secretaria de Costanzo confirmó parte de los dichos de Sandra Montero
El turno de las secretarias
Una ex secretaria de Remo Costanzo confirmó hoy que su jefe mantenía una "relación personal y laboral" con Sandra Montero, la mujer que aseguró haber visto un maletín "repleto de dinero" de las supuestas coimas por la reforma laboral en el mismo despacho del ex senador peronista.
Fuentes judiciales informaron que la nueva testigo, Natalia Sosa, prestó declaración esta mañana ante el juez Daniel Rafecas, que investiga si en 2000 el Gobierno de la Alianza pagó sobornos a los senadores, porque se desempeñó como secretaria de Costanzo durante el turno tarde en las oficinas de la Cámara Alta.
La ex secretaria confió bajo juramento que de 1996 a 2000 vio a Montero concurrir "a diario" al despacho de Costanzo, con lo cual echó dudas sobre la desmentida hecha ayer por el ex parlamentario por la provincia de Rio Negro, quien sostuvo que aquella no figuraba entre sus colaboradoras del Senado de la Nación.
Funcionarios judiciales evaluaron favorablemente este nuevo testimonio porque según ellos da verosimilitud a los dichos de Montero, que a su vez ratificaron la presunta confesión del arrepentido Mario Pontaquarto cuando aseguró haber retirado 5 millones de pesos/dólares de la SIDE y entregarle 4,5 millones al entonces senador peronista Emilio Cantarero.
Además las fuentes agregaron que esta mañana el abogado Roberto Ribas, representante de Montero, concurrió al juzgado de Rafecas y entregó allí dos bolsas, que contienen agendas personales y cuadernos de su clienta en un intento por demostrar el vínculo laboral y personal de ella con Costanzo.
Ayer Montero "revolucionó" este expediente judicial al testimoniar que el 27 de abril de 2000, o sea al día siguiente de la aprobación de la ley de Reforma Laboral, vio en el despacho del entonces legislador Remo Costanzo un maletín medio abierto, que en su interior tenía muchos fajos de cien pesos, recién acuñados.
La mujer, que está casada con un ex empleado de Seguridad del Senado, luego de declarar se acogió al programa de protección de testigos y, según aseguró su abogado, ahora se encuentra "segura y protegida", aunque no se confirmó si dejó el país y se radicó en Brasil, tal y como había trascendido en las últimas horas.
Fuente: DYN
El país|Viernes, 18 de Agosto de 2006
REMO COSTANZO SE DEFIENDE
“Quiero un careo”
Por Werner Pertot
–¿Usted conoce a la testigo?
–Sí, sí. Pero no quiero contestar preguntas. Durante los seis años no hice declaraciones sobre la causa. La Justicia va a hacer justicia.
La voz del otro lado del teléfono suena agitada. El ex senador Remo Costanzo lanzó dos frases, como consignas, antes de abandonar la conversación con Página/12. “Simplemente quiero un careo urgente para desvirtuar toda esta maldad, que no sé de dónde viene”, arrojó. “No está probado el soborno. No coinciden los horarios. Esto es dramático y no sé por qué me pasa a mí”, se quejó.
“En una semana tendremos el careo”, calculó su abogado, Rodolfo Catinelli, quien buscó contradicciones entre los testimonios de la testigo y del ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto. “En el papel del anónimo se hablaba de 200 mil y ahora hablan de 300 mil”, señaló.
–La testigo aseguró que Costanzo estaba enojado porque le correspondían 600 mil –indicó Página/12.
–¿¡Seiscientos mil!? Noooooo, así no alcanzaba para todos. No dan las cuentas –bromeó Catinelli.
Costanzo es el único de los procesados que admitió ante el juez Daniel Rafecas que había estado en el departamento de Emilio Cantarero aquel 26 de abril de 2000, cuando se habría repartido el dinero de las coimas. Sin embargo, el ex senador aseguró que fue allí para verificar el estado de la salud de Cantarero, dado que lo había visto retirarse antes del final de la sesión. Incluso afirmó que se quedó en su casa mirando una película. (ver aparte).
Del otro lado de la línea, ayer se lo escuchaba muy lejos de las aspiraciones a ocupar la silla de gobernador de Río Negro. En sus mejores épocas, Costanzo inundaba Viedma con afiches en los que soñaba con candidatearse por tercera vez en 2003. Aunque había perdido dos veces, solía salir de gira. Su secretario Martín Fraga Mancini manejaba los fondos de campaña. En el anónimo que dio a conocer las coimas se mencionaba que Costanzo ordenó a Fraga Mancini viajar al exterior ante el “pánico” que habría sufrido cuando estalló el escándalo.
Nacido en una familia de hoteleros, el escribano Costanzo esquivó varias denuncias de corrupción durante su (ahora extinta) carrera política. La madre de una de las tres jóvenes asesinadas en Cipolletti en 1997 lo acusó de ofrecerle resolver el crimen en 24 horas si desistían de criticar a los políticos rionegrinos durante las elecciones de 1999. En 1998, un dirigente provincial sostuvo que Costanzo cobró una coima sobre un Aporte de Tesoro Nacional (ATN) que se entregó a una asociación de bomberos de Río Negro. El negó la acusación y la desvió hacia uno de sus colegas: “Me parece que ese trámite lo hizo Miguel Pichetto”.
Costanzo gambeteó todas las acusaciones hasta que llegó la denuncia de Pontaquarto. Retirado de la política, el ex senador actualmente pasa sus días en Río Negro, la provincia que nunca pudo conquistar. “Mi salud está perfecta, a pesar de que tengo 70 y pico. Trabajo 14 horas por día. De hecho, acabo de llegar de Bariloche”, aseguró a este diario. No quiso aclarar de qué trabaja.
El país|Viernes, 18 de Agosto de 2006
Una causa lista para ser elevada a juicio oral
El juez federal Daniel Rafecas tiene previsto tomar esa medida en los próximos días. Abarcará a De Santibañes, Flamarique, Pontaquarto y seis ex senadores, entre ellos Costanzo. Luego definirá la situación procesal de De la Rúa.
Por Victoria Ginzberg

Fernando de Santibañes y los ex senadores Emilio Cantarero y José Genoud están procesados.
Con la declaración de la ex secretaria de Remo Costanzo, que sumó una nueva prueba testimonial sobre la existencia de las coimas en el Senado, el juez federal Daniel Rafecas daría por concluida una parte de la investigación. El próximo paso será enviar a juicio oral a los ex senadores José Genoud, Emilio Cantarero, Augusto Alasino, Alberto Tell, Remo Costanzo y Ricardo Branda, al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique, al ex jefe de la SIDE Fernando de Santibañes y al ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto. Luego, el magistrado tendrá que definir la situación procesal del ex presidente Fernando de la Rúa.
Después de seis años, cuatro jueces, varios meses de parálisis y un “arrepentido”, el expediente está listo para un cierre, al menos parcial. Hace un año, Rafecas procesó por cohecho a los acusados que ahora irán a juicio y podrán recibir una pena de hasta seis años de prisión. En un escrito que sumó más de mil páginas, el juez dio por probado que en abril de 2000 el gobierno de la Alianza utilizó cinco millones de pesos/dólares provenientes de la SIDE para pagar coimas a varios senadores a cambio de que aprobaran la Ley de Reforma Laboral.
En esa resolución, Rafecas consideró verdadera la confesión de Pontaquarto, quien, en diciembre de 2003, armó un revuelo judicial y político al asegurar que el 18 de abril de 2000 había retirado de la SIDE la plata que repartió una semana después. Cuatro millones 300 mil pesos –dijo– fueron entregados a Cantarero en su departamento el 26 de abril por la noche. Los otros 700 mil los habría recibido al día siguiente Genoud en su despacho del Congreso.
En julio de 2004 la Cámara Federal había desconfiado de Pontaquarto y había anulado los procesamientos que había hecho el juez Rodolfo Canicoba Corral. Pero en diciembre del año pasado el tribunal superior confirmó el fallo de Rafecas. El cambio de postura se debió a que los camaristas Martín Irurzun y Horacio Vigliani estimaron que se había avanzado en la “comprobación” de la versión que había dado el “arrepentido”.
Una parte importante de esa ratificación partía de un minucioso análisis de las comunicaciones telefónicas de los acusados. Esos informes, que permiten saber quién, a qué hora y desde dónde hizo o recibió una llamada, confirmaron que Costanzo, Alasino, Branda y Tell estuvieron en el departamento de Cantarero el 26 de abril de 2000, después de que Pontaquarto entregara el dinero. Esto encajaba con la declaración del ex secretario parlamentario, quien aseguró que cuando se iba del departamento de Cantarero, éste le anunció: “Ahora vienen los muchachos”.
El análisis de las llamadas puso en aprietos a los acusados. Y uno de los más perjudicados fue Costanzo. Es que no sólo se registró que la noche del 26 de abril hizo llamadas por su celular desde la celda 52 del mapa (que corresponde a la ubicación de la casa de Cantarero) sino que además, según figura en el informe, se comunicó, desde el teléfono particular de Cantarero, con varios abonados de su provincia, entre ellos, su hijo y algunos dirigentes del PJ.
Al ampliar su declaración, Costanzo tuvo que aceptar que había estado en ese departamento, aunque aseguró que pasó por allí para verificar el estado de salud de Cantarero, que se había retirado del Senado antes de que terminara la sesión. Agregó que se quedó en el lugar mirando una película con el dueño de casa.
Esa no fue la única fisura que la investigación logró hacer en el discurso de los acusados. La última vez que estuvo en Tribunales, Tell reveló sorpresivamente que la noche en que se habría repartido la plata de la coima estaba en el La Biela con Pardo. La confitería de Recoleta está muy cerca de la casa de Cantarero, lo que le permitía a Tell justificar su ubicación en la famosa celda 52. Pero Pardo no respaldó la coartada de su ex compañero. “Es mentira. No estuve con Tell y no lo vi”, dijo, aunque afirmó que él sí estuvo en el bar. La situación de Pardo, que tenía una falta de mérito en el expediente, se puede agravar tras la declaración de la ex asistente de Costanzo. Pero Rafecas se dedicará a analizar esta circunstancia después de elevar parte de la causa a juicio oral.
Entre los asuntos pendientes del juez también está la definición sobre el procesamiento de De la Rúa. El ex presidente estuvo varias horas en el despacho de Rafecas y acusó al Gobierno de armar la causa de los sobornos. La segunda vez que estuvo ahí presentó un escrito en el que pedía una larga lista de pruebas. El juez tiene que analizar esos reclamos antes de definir si lo procesa. Cuando definió que De la Rúa debía, como mínimo, ser convocado a dar explicaciones, Rafecas estimó que era sumamente difícil que quien estaba “en el vértice de esa pirámide de poder político” cuya base era De Santibañes, Flamarique y Genoud, estuviera exento de responsabilidad en la maniobra.

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