Julio López
está desaparecido
hace 6401 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Pobreza/ prostitución/ sida. EVA, LA CRUEL VERDAD
Por reenvío lavaca.org - Friday, Aug. 25, 2006 at 5:53 PM

La historia de la mujer que aquí llamamos Eva simboliza la situación de prostitución y humillación que forma parte del paisaje urbano, pero que muchos omiten mirar. Tiene 64 años, se inició como prostituta a los 20 en el Chaco, luego en Flores y Once, y ahora está internada en el Hospital Álvarez con diagnóstico de VIH. Sonia Sánchez, de Ammar Capital, la entrevistó obteniendo este excepcional testimonio para lavaca. Pobreza, discriminación, familia, el valor del dinero, clientes, golpizas, la vida cotidiana de la prostitución, los sueños, las confesiones susurradas, para comprender parte del mapa de la exclusión.





La mujer que aquí llamaremos Eva está en una cama del Hospital Álvarez, llagada, con un brazo roto, y pasó algunos días empapada ya que las enfermeras no querían atenderla al conocerse el resultado positivo de su examen VIH. Además, le diagnosticaron sífilis. Eva tiene 64 años, y se prostituía para poder comer. Sonia Sánchez, una de las fundadoras de Ammar Capital, ha estado largas horas acompañándola y compartiendo con ella sus dolores, en días que –irónicamente- los medios comerciales informaban profusamente sobre un congreso global en donde expertos de todo el mundo debatían acerca del Sida y la prostitución. Así nació la idea de esta entrevista para lavaca, como una forma de describir el rostro real del sida, su origen, y la situación que nadie parece querer mirar: miles de mujeres paradas en la calle para combatir la pobreza a fuerza de la humillación y la prostitución.
La relación con la familia, las golpizas de los clientes, la discriminación, el sentido práctico de la palabra “luchar por la vida”, el significado de los sueños. De eso y mucho más trataron Sonia, y la mujer que aquí llamaremos Eva, en una conversación con luces y sombras, de confesiones por momentos casi susurradas, junto a una cama del Álvarez.



-¿Dónde naciste?
-En Chaco, en Barrio Vernet. Y fui a Resistencia cuando tenía 18 años y tuve a mi primer hijo. A los 19 tuve al segundo y bastante después al tercero.
-¿Cómo empezaste a prostituirte?
-A los 20 años. En Resistencia, Chaco. Porque estaba sola con mis hijos, no me alcanzaba la plata del trabajo, mis hijos pasaban hambre, mi mamá pasaba hambre. Y bueno. Ahí, a los 20, yo ya fui (dice la palabra susurrándola, como si contara un secreto) prostituta.
-El hambre te empujó.
-El hambre, la pobreza me llevó a la prostitución. Porque en ese tiempo que te cuento, cuando mis hijos eran chiquitos ¿qué te pagaban por un trabajo? Dos pesos con cincuenta, cinco pesos. Claro, era plata, y no era plata: no me alcanzaba. Una vez hablando con una amiga, ya la tenía cansada pidiéndole plata. Me dijo: ¿querés ganar plata? Yo me reía, le pregunté cómo. Y me dijo: yo hago esto y esto. No digo que me llevó. Fui porque lo decidí yo.

>>> Uno o dos pases



-¿A qué edad llegaste a Buenos Aires?
-Acá hace 30 años que estoy. Mi hijo más grande tenía 7 años, el otro 6. Yo tenía mi casita en el Chaco, pero me trajo una hermana mía a vivir en un departamento de ella, para que se lo cuide, y de paso podía hacer atender a mi segundo hijo, porque tenía parálisis infantil. Ya tuvo cuatro operaciones. Yo vine con dos chicos y mi mamá. Y trabajaba por hora. Cuando llegué acá dejé la prostitución y trabajé en fábrica de costura, de planchado. Me llevaba al departamento para planchar y para coser: amanecía y anochecía así. Y por ahí, pegaba una salida, ¿entendés?
-Sí.
-Y hacía un pase o dos pases (N de R: con la palabra “pase” alude a tener sexo a cambio de dinero) antes de ir a mi casa, y era plata que me alcanzaba para mantener a la familia. Yo era el sostén de la casa.
-Después, volviste a Chaco.
-Y ahí sí me largué a trabajar a la calle.
-¿Fuiste detenida alguna vez?
-Sí, la detención era de 15, 20 y 30 días, y si te portabas mal, caías de nuevo. Yo estaba 30 días, salía y a los dos días caía 15 días más. Dos días, y volvían a darme 20.
-¿En ese momento sabías de los profilácticos, de las enfermedades de transmisión sexual?
-No, en ese tiempo no se sabía nada. Pero a las mujeres detenidas las llevaban al médico, y si la mujer estaba enferma no salía aunque cumpliera su condena.


>>>La batalla en el hotel Fénix



-¿Y qué pasó cuando empezaste a pararte en Flores y en Once?
-No me gusta mentir. Yo vine a laburar, y no me querían en la plaza porque no me juntaba con nadie. ¿Por qué? Porque miraba y si veía a la policía me piraba a mi casa, me rajaba, porque tenía a mi mamá enferma.
-Era la época de los edictos policiales.
-Claro, pero nunca fui detenida. Acá entraba y salía, entraba y salía. Nunca fui al asilo, yo sabía del asilo donde internaban a las que caían, porque las chicas contaban. Pero lo mío era unas horas, media hora, una noche. Nada más.
-¿Cuánto tiempo estabas en la calle?
-Tenía que estar siempre, como siempre. Por ahí tenía suerte, llegaba y la suerte me acompañaba, pero por ahí me pasaba toda una mañana desesperada por todos lados para poder hacer algo. No fue fácil.
-¿Tenías miedo?
-Nunca tuve miedo.
-¿Nunca, o te lo empolvabas, y lo disimulabas de otra manera?
-Yo no tenía miedo a nada, sabía todos los peligros. Cerraba los ojos y me iba. Yo era, te diría, sin conciencia. Si me tenía que hacer el peso, yo me hacía el peso. Pero a mí me han pegado, me han castigado, me han puesto cuchillo en la garganta.
-¿Quién, el prostituyente?
-Sí, yo me a acuerdo que ya había fallecido mi mamá, y estábamos muy pero muy pobres. Empecé a trabajar en limpieza otra vez. Pero bajaba de noche y me quedaba en la calle. Vine a Flores y empecé a trabajar bien. Todo salía bien. Llevé a un tipo al hotel, y me cagó a palos (se ríe), me pegó muchísimo. Primero me pagó lo que yo le pedí, pero después cuando estábamos en el cuarto me quiso sacar la plata. Me amenazaba, que le tenía que dar la plata porque había una mujer que era la que lo mandaba. Y que si no le daba la plata, esa mujer me iba a hacer matar. Yo le dije que no tenía miedo. Empezó a pegarme y yo también peleé, como un hombre. El tipo me quería encerrar en el baño, y yo no lo dejaba. Fui a abrir la puerta y le tipo viene corriendo y me pega un sopapo. Pero cuando levanta la mano yo aproveché para pegarle acá abajo, con tanta suerte que se cayó, y salí disparando. Fue ahí, en el Fénix al lado de Plaza Flores. Gracias a Dios no me sacó nada. Era lo de todo el santo día: ciento y pico de pesos me quería robar. Era la primera vez que me aguantaba las trompadas así, en la calle, trabajando. Quedé toda lastimada, pero no le di la plata. Pero te quiero decir: yo dejé de trabajar en la calle.

>>> Un peso, sesenta y cinco centavos



-¿Y de qué vivías últimamente?
-De lo que trabajan mis hijos, de lo que ustedes (por Ammar Capital) me ayudaban. Fui a lo de las monjas de Flores y ellas me daban mercadería. Empecé a estudiar corte y confección, a coser, y vivía de eso. Por ahí, si encontraba a algún amigo, algún conocido, podía ser, pero ya es distinto.
-No te ibas a parar todo el día. ¿Pero qué pasó con tu brazo, hermana?
-Yo venía una mañana a la oficina de Ammar Capital, iba caminando y me tropecé. Porque ese día no vine en colectivo. ¿Sabés por qué? No tenía plata. Tenía un peso y sesenta y cinco centavos. Les había dejado un peso a mis hijos para que compraran pan. Y cuando iba a tomar el colectivo, no venía, no venía, y dije “voy caminando y así me compro pan sin sal, todavía es temprano y voy a llegar bien”. Vine caminando medio apurada, me resbalé y me caí.
-¿Cuál es tu lucha ahora? Vos contabas que antes era mantener a tu familia ¿Cuál es hoy?
-Luchar por mi vida. Porque yo el año pasado tuve un derrame, que gracias a Dios quedé bien, pero después me hice todos los estudios y me dijeron que tenía VIH.
-¿Cómo fue ese momento?
-Fue muy amargo, cuando la doctora me lo dijo. Me avisaron que el análisis había salido mal. Al otro día me levanté a las 5 de la mañana, me vine de Merlo a Flores, y le digo a la doctora: ¿qué pasó? Me dijo:
“Salió mal el análisis de VIH, te vamos a hacer otro”.
Vine unos días después. Yo soñaba todo el tiempo con eso. Y me dijo de nuevo que había salido mal. VIH positivo. Reactivo decía, pero yo no entiendo. ¿qué es esto?
“Que tenés VIH. Pero además tenés sífilis”.
Y yo me largué a llorar. Y le dije:
“Doctora, ¿qué hago ahora? ¿Cómo hago?”
Porque además, me tienen que operar del corazón, me tienen que poner una válvula. Lloraba como una condenada. Me dijo:
“No sé, te voy a mandar a una infectóloga”.
Cuando salí lloré, lloré, y hablaba sola en la calle. A mí la enfermedad no me va a poder, de mis hijos no me va a quitar. Yo me voy a curar. Porque te voy a ser sincera, en ningún momento pienso que tengo realmente eso.
-¿Será una forma de protegerte?
-Puede ser, Sonia, todo puede ser.

>>> “No me toque ni la ropa”



-¿Esto que te pasa no s resultado de cuánto sin forro? Es un contagio, cuando sabemos cómo cuidarnos.
-Totalmente. Pero lo que yo no termino de entender es algo. Yo te dije que trabajaba de chiquita. Yo no sé con cuántos yuyos me fui a bañar para poder estar con mis chiquitos y sacarme el olor que tenía, porque yo me iba con cuanto borracho hubiera tirado por la calle si tenía plata. Fue años atrás. Yo me cuidaba de otra manera, no con preservativo. Yo nunca usé preservativo en ese tiempo. Yo usé preservativo hace menos tiempo cuando empezaron todas las campañas.
-El 98.
-Desde entonces usé preservativo. Pero antes no tuve nada, ni un contagio de nada. No es que me mande la parte. Una vez me dolía el vientre, impresionante, y yo pensé “acá me pudrí” como se decía antes. Fui al doctor y al día siguiente me vieron que tenía casi cortado el cuello de la matriz, por un animal que me agarró. Lo acepté por la plata, ¿entendés? Pero fue tan grande que me lastimó. Yo soy estrechita, y tengo la matriz baja. Por eso me lastimaron muchísimas veces.
-¿Sentís que además, ahora al estar aquí, hay discriminación?
-Sí que hay, acá me discriminaron. Cuando me interné hace unas dos semanas, estaba toda brotada, toda impresionante, y nadie me quería atender. Vino mi hijo y esa noche ni al baño pude ir. Estaba como ahora, con el suero y el yeso. Y empapada de hacerme pis. Y me miraban y decían: “ahora venimos”, pero se fueron. Nadie me trajo ni la chata, ni una toalla. A la mañana vino una enfermera que me dijo: “No me toque, por favor no me toque ni la ropa”.
-¿Contestaste algo?
-No, esos primeros días yo era como un perrito, me sentía muy mal, muy dolorida. Lo único que hacía era rezar y pedirle a Dios que me ayude, que yo lo necesitaba. Pero no me daban bola y yo no tenía ni ganas de discutir. Siempre soy contestadora. Pero no quería ni hablar. Pero a esa enfermera yo le dije otro día: “usted no me quiso atender”. Ahí vino mi hijo que se puso re mal y dijo “yo la voy a llevar a mi mamá al baño” y las enfermeras entonces dijeron “no vos andate tranquilo. Al final vinieron toda la noche a preguntarme si me sentía bien y me atendieron de maravilla, pero le tuvimos que hacer frente. Recién ahí me atendieron. Hasta me habían puesto un barbijo, yo no tengo problema, si lo tengo que usar lo uso. Pero vino el doctor y me lo sacó de un tirón.

>>>No hay que hacer hijos



-Si pudieras ver al ministro de Salud ¿qué le dirías, qué le reclamarías como persona de 64 años que estás luchando por tu vida con VIH?
-Yo pediría que me ayuden con una pensión porque yo no tengo nada, y me corresponde. Yo estaba haciendo los trámites para que digan cuánto de invalidez tengo por lo del corazón. Porque ya no sirvo para trabajar. Y ahora menos que menos tengo de qué vivir. Porque hasta hace unos meses yo me mantenía haciendo almohadones, manoplas, y las vendía. Aparte de las changas. Tengo un hijo que no consigue trabajo y vive de changas. Ellos tampoco tienen. Porque si tuvieran, yo no necesitaría nada, los obligaría a que me mantengan porque si yo luché tanto por ellos, ellos tienen que hacer algo por mí. Me dan lo que pueden, pero el día que yo no consigo un kilo de azúcar o un pedazo de pan para comer, no come nadie. Y mi hijo es un hombre grande, ya tiene 46 años el mayor. El más chico va a cumplir 31 años. Él es pensionado. Porque él no ve. Si se enteran que es pensionado, me tiene que mantener con la pensión de él que es de 300 pesos, poco más.
-¿Y el resto de tu familia sabe lo que te pasa?
-No, no lo sabe, no quiero que sepan. Mi hermana es viejita, y ella nunca se ocupó de mí. Fui discriminada por mi familia.
-¿Por qué?
-Por lo que yo hice. Por prostituta. Mi hermano era policía, sargento primero retirado, se retiró por enfermedad. Él y mi hermana jamás me ayudaron, ni cuando yo atendía a mi madre. Ellos tenían toda una obligación de familia, que no cumplieron, y me la hicieron cumplir a mí que era la más chica. Cuando iba a tener a mi hijito más chico mi hermana me dijo: “Vos tenés que dejar de hacer hijos, y acomodar esta casa para que mamá viva como la gente”. Una vez estábamos en el Chaco, hacía dos días que no comíamos. Cuando me dejó mi marido. Mi hermano vivía a dos cuadras. Mi mamá fue a pedirle fiado a la señora del almacén, Jacinta. Un kilo de azúcar, mortadela, quesitos, yerba y panes. Mi mamá no podía comer eso porque era enferma del corazón, pero cuando no teníamos nada comía cualquier cosa. Y después fue a verlo a mi hermano Oscar. Me dijo: “mirá hija, estás haciendo un gran sacrificio, hiciste una casa como la gente, yo estoy con todas las comodidades, hoy porque tenés un hijo y no podés ir a trabajar, nos estamos muriendo de hambre. Voy a hablar para que nos ayude”. Hacía 40º de calor y ella fue a ver a mi hermano. Y él le dijo, te juro Sonia: “así que querés comer? Sentate que te doy un plato de comida. Porque lo que es a tu hija no vas a llevarle ni un pedazo de pan ni para ella ni para los guachos que tiene, porque para tener un hijo hay que tener dignidad”.
Pero no me estaba negando a mí, le estaba negando a la madre. Entonces mi mamá lloró, lloró, y le dijo: “Está bien Oscar, mirá lo que te voy a decir: ustedes por hijos de mil puta que son tanto vos como tu hermana, no van a tener la suerte de verme en el cajón”. Yo no tenía idea de venir a Buenos Aires, y mi mamá me trajo.

>>>Clientes de años



-Decías que la enfermedad no va a poder con vos. ¿Estás pensando cómo seguir adelante?
-Yo no pienso en la enfermedad. Yo sé que estoy enferma, sé que me tienen que operar del corazón. Y cuando me componga voy a seguir con mi costura, voy a seguir adelante. Así tenga que ganar dos pesos, en ningún momento dejo de pensar que tengo que trabajar. Y que me tengo que curar.
-¿No pensaste quién pudo haberte contagiado?
-No, porque no tengo idea de cómo me pasó esto. Yo, contando bien pero bien, hace más o menos dos años que no trabajo. Alguna vez después me iba con clientes que conocía, clientes de años que me pagaban muy bien. No lo voy a negar. Pero no sé quién fue. Ahora hace poquito que estoy tomando las pastillas.
-¿Y tus hijos?
-A ellos les conté. Les dije “yo les pido mil perdones por lo que me pasa, por Dios, les pido perdón”. ¿Y qué te pasa? “Tengo VIH” ¿Estás segura, por qué nos pedís perdón? Sí, les pido perdón por haber llegado a lo llegué. Pero me daba mucha vergüenza que después de 64 años me pasara esto, una vieja como yo. Bah, yo no me siento vieja, me sigo sintiendo joven. Pero a esta edad...
-¿Ellos sabían que te prostituías?
-De chicos no. Cuando los grandes ya tuvieron 18, 19 años, los llamé: “Les quiero decir algo, yo me mantengo de la prostitución. Si ustedes quieren rechazarme están en todo su derecho, y yo estoy del lado de ustedes si tienen vergüenza de una madre prostituta. Pero yo les pido mil perdones y si ustedes quieren irse de mi casa ahora que se pueden mantener solos, pueden irse. Pero yo soy, y voy a seguir siendo, de esto no me saca más nadie. Yo igual los voy a tener en mi corazón porque ustedes son mis hijos siempre, de acá a los siglos. Pero si quieren despreciarme tienen todo su derecho”.
-Qué momento. ¿Qué te llevó a decirles la verdad?
-Soy una mujer que no sé mentir. No quería que se enteren por otro lado. Un día me iban a decir: “¿Mamá, qué hacés vos?” Cuando yo caía presa les hacíamos creer que estaba en la casa de una amiga, pero ellos se sentían como abandonados por mí. Un día me cansé. Les dije: “No puedo más este silencio. Porque yo me tengo que acostar con un tipo para traer un plato de comida a mi casa”.

>>> ¿Prevenir el sida, o prevenir el hambre?



-Vos sabés que en Toronto hubo un congreso mundial de sida, estuvieron desde Bill Gates que es súper millonario, Elton John, los presidentes, todos diciendo que van a trabajar sobre el VIH. Hay ONGs, de todo. Vos, como persona con VIH, ¿qué les dirías a esas personas que van a traer todo ese financiamiento para trabajar en el tema. ¿Qué sugerirías? ¿Qué pensás que se puede hacer?
-Que tienen que ayudar a las personas que están enfermas. Porque las chicas jóvenes, que tienen VIH, que están completamente fulminadas, yo veo que piden en la calle. Trabajan en la calle. Porque les dan los remedios, pero no les dan trabajo. Y a personas grandes como yo, que ya no puedo hacer un trabajo por mi edad, yo pienso que tiene que haber una ayuda. Porque hay gente que no come. Y así no se puede mantener, ¿y cómo hacés para que una chica joven busque otra manera de vivir? Tienen que hacer eso para que haya prevención.
-¿Pero puede haber prevención por más que repartamos preservativos cuando hay hambre, cuando no sabés leer o escribir?
-No, la gente no tiene que comer y tiene que mantenerse. Me parece que tienen que entender que esto es una enfermedad, no es un negocio. No es una propaganda. Lo que hay que hacer es ayudar a la gente que está con este problema. Mentalizarla para que tenga un trabajo, y si no puede trabajar, que le den un subsidio, que le den una plata para que se puedan mantener. Porque el que es rico que tiene esto, tiene como mantenerse. Y el pobre no puede ni comprarse el pan. La gente que está con eso y usa droga, es para encontrarse más fuerte. Pero así no luchan para vivir, luchan para morir.
-¿Y el gobierno? Una vez por mes mandan la caja de Política Alimentaria.
-Ah, no, yo te voy a decir una cosa. La caja te ayuda, pero si vos no tenés una plata para comprar pan, ¿de qué vas a vivir, a pura arveja, arroz, fideos, polenta? ¿Todo hervido, y que te alcanza para una semana? Después te queda yerba, azúcar, y no tenés más nada. Entonces tiene que haber plata, porque sin plata no comés, hermana, no te sirve. No podés comprar carne, ni verdura. Pero en este país es al revés: le dan la plata al que no necesita. Y no hay trabajo.
-¿Tus hijos no tienen trabajo fijo?
-Mi hijo se recibió de operador de computación, matriculado, con certificado, se fue con una carptetita y le decían ¿tenés experiencia? ¿Y cómo va a tener si nunca le dieron una oportunidad? Si no tenés un padrino, morís sin flores. Si no te ayudan para ir a un Coto, a un Carrefour, no entrás. Y te quedás afuera.
-¿Tuviste algún plan social?
-No, solo el de microemprendimientos, con ustedes.
-Que duró seis meses.
-Fue lo único. Porque yo tengo una casa, que no es de lujo, pero hay de todo. Tengo una eladera, una mesa como la gente, un televisor. Cuando vino la asistente social ¿sabés qué me dijo? Ah, señora, usted tiene la cama, el ropero, y viene a pedir...
-¿Tendrías que vivir en el suelo?
-En una cucha. Le dije de todo. Yo tengo cositas porque alguna vez trabajé. Me lo gané. Pero entonces ahora tengo que explicar que no tengo ninguna entrada, y que tengo la invalidez del corazón.

>>> El voto comprado



-¿Y qué pensás de las jubilaciones de privilegio que tienen muchos ex presidentes?
-Y bueno, se las dan porque ellos tienen plata, hermana. Esas son figuras. Ahora salió esa pensión que te podés jubilar de ama de casa, pero tenés que llevar 50 pesos en la mano para que te puedan hacer los papeles. Y si no tenés, no te lo hagas. Y tenés que pagar el abogado, esto y aquello. Y después te dan la jubilación. Pero vas a cobrar y te sacaron ya todo. ¿Cuánto cobrás, 50 pesos, 100, 150? Entonces ¿Cuál es la ayuda del gobierno?
-Una burla.
-Eso. Una burla, ¿sabés por qué? Porque yo te digo: a mí, cuando iba a haber las elecciones, los políticos me dieron una pensión por la tercera edad.
-¿De cuánta plata?
-De 120 pesos cada dos meses. Tengo el recibo, que puedo mostrarlo. Encima ahora no me pagan porque yo estoy enferma, y la única que puedo cobrar soy yo. A mí me da vergüenza. Eso no es pensión. Eso es una cosa que los políticos me dieron para que yo sea del lado de la política, para que vaya a votarlos.
-Te compraron el voto.
-Sí, y como me compraron a mí compraron a un montón de viejitas, pobrecitas, que están peor que yo. ¿Y sabés qué más tuve que hacer? Tuve que negar a mis hijos, decir que vivía solita, que no tenía absolutamente nada. Yo tuve que negar a mis hijos para una mierda, que me perdonen, de 120 pesos que no me alcanza, en la provincia.
-¿Cómo se llama lo que vos cobrás?
-La pensión de la tercera edad. Ahí tengo el recibo, sacá y mirá. Encima, voy a cobrar en el banco y mis hijos se ríen. “No vas a ir sola” me dicen, porque el banco está enfrente de una plaza, ahí se ponen los chorros, y a cuántas viejas les han roto la cabeza por 120 pesos. Ah, y después a fin de año te dan pan dulce y dos turrones.
-¿Dónde vivís, hermana?
-En Merlo. El único beneficio que tengo es un bono para viajar gratis desde las nueve de la mañana hasta las cinco y media de la tarde. El problema es que si me vengo a atender y termino a las seis de la tarde, tengo que esperar hasta las nueve de la noche para poder viajar con ese bono.
-Ese tren que vos tomás está privatizado y tiene subsidio del gobierno.
-Yo no sé qué pensar. Todo es una burla. Pero yo necesito ir, venir, trabajar, porque si no me muero de hambre. Yo siempre luché con mi trabajo. Yo no viví en la calle ni pedí en la calle. Me sudó el lomo para tener un mango. Hasta ahora. Nunca fui a pedir en una parada de colectivo. Y cuando agarré una moneda, es porque me la gané. Y yo pago impuestos. Porque si no pago la luz, la cortan. Agua no, porque tengo bombeador. Esa es la pobreza de la gente. Cuando mi hijo que está sin ver fue a pedir una pensión para mi, ¿sabés qué le dijeron? ¿Por qué no trabajan de cartoneros? Porque los cartoneros ganan bien. Pero yo no tuve hijos para cartoneros. No es un trabajo. Ojo, no es una deshonra, y no estoy discriminando. Pero tenés que tener mucho... como nosotras, que somos putas. Para ser puta tenés que tener mucho, y habrá mujeres, pobrecitas, que están sufriendo en la vida porque no se animan ni siquiera a ser putas. ¿O no? Eso pasa. Pero yo no estoy discriminando al cartonero.

>>> ¿Qué muestra una prostituta?



-Estás contando cómo ves la realidad.
-Ellos, el hombre que es cartonero y que vive muy bien ahora, y llegó a ese coraje…
-Pero el cartonero tampoco vive bien.
-Poné una suposición, que por ahí no le falta plata, no le falta nada, pero tiene que estar todo el día y la noche en la calle. Tiene que andar juntando cartón. Yo no tuve hijos para que sean cartoneros. Yo les di estudio a mis hijos. Yo me rompí, porque yo era analfabeta redonda, tenía que andar sacando las cuentas con los dedos: cuando compraba con 10 pesos las cosas, tenía que sacar con los dedos las cuentas para que no me fueran a joder, porque esos 10 centavos que me quedaban me hacían falta. Me rompí el alma, vendí el alma al diablo, cosa que nadie va a saber eso. Vendí mi alma al diablo, y perdí la vergüenza, y mi dignidad. Porque la mujer prostituta pierde la vergüenza, A ninguna mujer le gusta estar parada en una esquina, llena de pintura y mostrando lo que vos no sos, o algo que no es tuyo. Porque la mujer prostituta muestra lo que no es de una. Y si vos te tenés que ir a acostar con uno y con otro, perdés la vergüenza. Por eso somos discriminadas. Pero nosotras tenemos que hacer eso, porque de algo tenemos que vivir, y nunca tuvimos una ayuda del gobierno para que salgamos de eso. Yo, cuando tuve una entrada, cuando tuve una entrada del gobierno, dejé la calle, con unos tristes 200 pesos que me daban, con los microemprendimientos productivos. Pero fueron seis meses nada más. Esa fue una ayuda que no nos sirve, tampoco, hermana. No nos sirve. Yo tengo el corazón hecho pelota, como quien dice. ¿Y cómo voy a vivir con eso? ¿Qué ganan con darles remedios a las personas que ni siquiera nos podemos mantener?

>>> Lo que hay que hacer por diez pesos



-¿Qué le pasó a tus dientes?
-Mirá, se me rompieron a sopapos de los tipos. Un tipo me volteó todos los dientes a sopapos. Yo después me hice la prótesis, pero viste que adelante me faltan. Es porque otro tipo a sopapos me rompió la prótesis y nunca más la pude arreglar. ¿A vos te parece eso? ¿Quién dice eso? Las mujeres cuentan de otra forma las cosas. Yo cuento cómo es y no me avergüenzo, y si lo tengo que gritar en el medio de la gente, no me importa que haya un público, y voy a decir lo que dije hoy, lo voy a decir siempre.
-Porque cuando una entra a esa habitación no sabe con quién entra. Puede ser un excelente padre de familia.
-Pero aparte porque nosotras ya somos discriminadas. A mí me han dicho “Ay, pero qué te pasa, que te venís a hacer la… si sos una puta. Si a vos te gusta esto". Si me trataba mal, yo decía: “Pará, hermano, si yo soy un ser humano”. “Pero a vos te gusta, qué decís que no”. Porque la gente está equivocada, cree que una lo hace porque le gusta. “Que haceme esto, que haceme aquello, haceme…” ¿Qué tenemos, cara de trapo, tenemos nosotras? ¿Que vamos a ir a poner en todos lados el cuerpo de ellos en nuestra cara, porque total nuestra cara no vale y nuestra boca no vale? ¡Por favor! Porque es así. Vos tenés que ir a poner la cara, olerle todo, que ni se lavan y no se quieren lavar, “qué te hacés la delicada, si a vos te gusta”.
-Porque te pagan.
-Ellos piensan, la mentalidad del hombre es así. Vienen y te pagan porque en la casa no se los hacen, ellos piensan que uno lo tiene que hacer porque te pagan. Pero lo que pasa es que antes era muy perverso el hombre.
-Pero ahora también, de otra manera.
-Sí, fijate que un día me voy con un viejo que no podía ni caminar, viejo hijo de puta. Y estaba ahí, que “escuchame, hacé algo, dale, porque yo no puedo”. Y yo le digo “Y a mí qué me importa que vos no puedas”. “Sí, te importa, para cobrar…” ¿Y cuánto me dio? Diez pesos. Y me fui por diez pesos porque lo necesitaba. Y después tres horas estuvo para sacarse la ropa. Y yo necesitaba los diez pesos. Te da risa, pero es así. Y después al viejo que no se le paraba. Y dale, y dale… “Pero por favor, le dije yo, pero por qué no te vas”. Y me dice: “yo te voy a cagar a trompadas, si vos sos una puta, tenés que hacer lo que yo diga… Para eso te pagué.”
-La humillación...
-Sí. ¿Sabés lo que es eso? ¿Sabés cómo te duele? Como te arranca la piel eso, es un dolor que, mirá…, no tiene explicaciones, cuando te están tratando de esa forma. Y encima me quería pegar. Yo le daba un soplido y lo mataba. Si lo agarro bien lo mato al viejo. Yo disparaba y no quería que me pegue, porque si me agarraba a mano me pegaba. Porque te pagan diez pesos vos tenés que aguantarle dos horas, tenés que ayudarlo, total el pito es limpio y mi boca es una porquería, así que yo puedo poner el pito de él en la boca, no hay problema. ¿Qué problema puedo tener yo, si no soy un ser humano, soy una puta? Y el viejo ni se podía mover. No te podés mover, le dije, pero bien que te gustan las mujeres. Como si sirvieras…



(Interviene una amiga de Eva, también en estado de prostitución, y ha estado escuchando callada)
-Es como si fueras una máquina. Es una frialdad que tienen, vas con un tipo, chin, chan, y una llega a la casa, tenés una frialdad, no sentís. Yo, en mi caso tengo mi marido, pero me fui a mi médico, porque realmente me asusté, no sentía.
-¿Y qué te ha dicho?
-El médico no sabe lo que yo hago. Entonces me dijo si yo sentía con él amor, si lo amaba. Dije “amar no lo amo, lo quiero”, pero yo calculo que como mujer, yo estoy con él, por ejemplo tranquila, relajada, sin pensar que es un cliente, no siento, no tengo sensación, no tengo…
-Estás adormecida.
-Orgasmo no tengo. Hace ocho años. Te juro por mis hijas. Te juro que estoy pensando en ir a un psicoanalista, algo, porque al ginecólogo voy y me da cosa…
-Pero no le estás diciendo la verdad.
-No, pero el problema soy yo. ¿qué puede decirme el médico?

>>>La cuenta pendiente



(Vuelve a hablar en voz muy baja Eva, desde su lecho de enferma).
-Yo por ejemplo dejé a mi marido cuando nació mi hijo, que tiene 31 años, y nunca más pude tener pareja. Nunca me pude enamorar más. Yo le veo al hombre, por ahí hay un muchacho que a mí me gusta, porque yo soy una persona, y ha habido personas que me han gustado muchísimo. Yo digo uyyy, por ahí me engancho con esa persona, y hablo y todo con esa persona, y sólo pensar que tengo que ir a la cama con él… Y yo hace 31 años que no tengo marido.
-¿Cómo te sentís?
-Bloqueada, estoy, bloqueada. Y yo digo siempre, que a ver si yo me arrepiento de decir por qué no tengo un marido, por qué no tengo a alguien al lado mío, un novio, una pareja. Sabés qué lindo es tener una pareja.
Yo estoy contenta con mis hijos, pero nunca puedo llegar a contarles todo lo que a mí me pasa, lo que a mí me gusta. Yo quiero tener un hombre a mi lado, un compañero, para salir… Hace 31 años que no salgo a un baile, que no me voy a rozarme con un hombre, sacado de lo que me rocé antes realmente, no es eso lo que yo quiero. Hasta ahora yo digo, me encuentro sola. Yo quiero charlar, hablar pavadas.
-Disfrutar de otra manera.
-Yo no siento nada por un hombre. Pero hay momentos, ahora, teniendo 64 años, ha habido momentos en que me hubiera gustado estar con un tipo que me bese, que me abrace, que me haga mimos, que tenga un cariño para mí, que me toque. Pero si me llega a tocar esa situación, no me permito. Hubo hombres que bueno, que yo les he gustado por mi manera de ser, por todo eso, y he tenido citas, pero jamás he ido a esa cita, porque el solo pensar que tengo que llegar a eso... Yo siento que tendría que haber tenido una pareja. Soy joven todavía, aunque tenga 64. Pero no es el momento del sexo, sino de tener alguien que te abrace, que te bese, que vayamos a un lugar solos, que hablemos pavadas, y si tenemos que tener sexo, que lo tengamos, pero conmigo no va a tener suerte, porque llego a eso y… nada. Pero es lindo tener un hombre cerca, ir a comer un choripán, charlar.
-Tu cuenta pendiente es esa, hermana, buscar el amor.
-No sé si voy a llegar a eso. No soy una mujer para que digan “esa viejita”. Todavía estoy bien. Pero no me enamoro de nadie. Miro a los hombres y no me gustan. A veces estoy sintiendo algo, pero cuando llega la verdad, es como que ya le tengo bronca. Y me pierdo. Y nunca más me ve.





éstas notas pueden ser reproducidas libremente, total o parcialmente (siempre que sea con fines no comerciales), aunque agradeceríamos que citaran la fuente.


agrega un comentario


Los que viven de la prostitución
Por reenvío lavaca.org - Friday, Aug. 25, 2006 at 5:55 PM

Reflexiones sin maquillaje

Pregunta a las mujeres en situación de prostitución: “¿Cuánto sin forro?” Respuesta: dos o tres pesos más. Sonia Sánchez, de Ammar Capital, cree que allí está la clave para entender cómo se contagia el sida a partir del hambre y la pobreza, y no de la falta de preservativos o remedios. Después de entrevistar a Eva, Sonia cuenta a lavaca revela cómo funciona el mercado de la prostitución, el nuevo paradigma para encarar el tema, y de qué modo el “negocio” del sida no sirve para una real prevención. Habla del proxenetismo institucional (Estado, ONGs, laboratorios y sindicatos), cuenta por qué rechazan el rótulo de “trabajadoras sexuales” y cuáles son sus propuestas.



¿Cuál es el verdadero rostro de la prostitución? ¿Julia Roberts en Mujer bonita, o miles de soledades plantadas en las esquinas a toda hora generando una descomunal recaudación que va a parar a toda clase de cafishos, policías (y por ende, cajas políticas), empresas y organizaciones que viven del negocio?
Sonia Sánchez, confiesa en esta entrevista con lavaca, realizada luego de su conversación con la mujer que hemos llamado Eva en el Hospital Alvarez, sus incertidumbres y certezas frente al problema. Relata a cuánto cotiza la prostitución de la mujer de 20, y de la de 80 años que sigue ejerciendo. Explica por qué Ammar Capital rechaza el cliché de “trabajadoras sexuales” que quisieron imponerles la CTA y el gobierno de la Alianza. Relata de qué modo el “negocio” del sida sirve poco y nada para una real prevención, cuál es el rol del Estado como proxeneta institucional, junto a los laboratorios, ONGs y sindicatos? Las propuestas, las realidades, y qué significa la respuesta a una pregunta: ¿cuánto sin forro?


-¿Quién es Eva?
-Una mujer de sesenta y cuatro años, que empezó a prostituirse alrededor de los veinte, en el Chaco, antes de venir a vivir Buenos Aires. Hoy tiene VIH, hace cinco meses que se enteró. La tuvieron que internar en el hospital Alvarez porque la semana pasada se quebró un brazo. Además, está brotada, no se sabe si por el cóctel de medicamentos contra el sida que está tomando. En el hospital, cuando se enteraron de que tiene VIH una de las enfermeras le empezó a decir "no me toque señora". No se le quería ni acercar, y entonces ella se pasó toda la noche mojada. En la muñeca, sobre la cinta adhesiva que le sostiene el suero le escribieron "VIH". Nosotras con Ammar estamos trabajando mucho con el Hospital Alvarez, pero nos damos cuenta de que el Ministerio de Salud tiene que hacer un programa de sensibilización sobre el sida, sobre las putas, con los médicos y enfermeros. Porque hoy, en el 2006, esta enfermera le ha dicho a Eva "no me toques".
-Sin embargo, hay una enorme cantidad de programas y campañas sobre el sida.
-Las campañas están focalizadas a sectores de jóvenes, putas, travestis, drogadependientes... ¿Por que no se hacen también campañas hacia los enfermeros? Que vayan especiaistas, que vaya una puta y una persona infectada mirando a la cara a las enfermeras y los médicos, diciéndoles cómo se sienten cuando te dicen "no me toques". Una cosa es leer sobre prostitución, sobre explotación o sobre VIH Sida, y otra es escuchar la voz de la persona que lo está padeciendo y verle la cara.
-¿Cómo está ella ahora?
-Está frágil.
-¿Cómo se fracturó?
-Tropezó; pero debe ser también que está mal comida. Ella vive de vender unas manoplas que cose. Tiene dos hijos sin ocupación permanente, que hacen changas. Entonces pide a las monjas, a las Adoratrices del barrio de Flores, y lleva la caja de mercadería que reparte Ammar Capital una vez al mes, y con eso trata de arreglarse. Esa caja es su alimentación, y una persona que vive con VIH no puede alimentarse con eso, ¿Cómo no va a estar débil? Nunca accedió a un programa de inclusión, nunca ha podido tener nada de eso, porque no llega. Entonces, ¿cómo sobrevive? Como ella dice, "hoy yo estoy viviendo del pedir", y si no pide tiene que sentarse en la plaza Flores. Sesenta y cuatro años, puta y con sida: esa es nuestra la realidad, de la que no se habla. Nos rotulan trabajadoras sexuales y dicen "estamos bajando la desocupación". También dicen que las putas no se están contagiando.

>>> La vida por 3 pesos

-¿Están observando mayor cantidad de contagios?
-Sí, pero contagio de putas que tienen la información sobre cómo colocar el forro, y hasta de cómo negociar con el prostituyente. Pero lo que no sabemos es negociar con el hambre, no sabemos porque no hay negociación posible. Eva sabía cómo cuidarse, se contagió por el hambre.
-¿De qué estamos hablando? ¿Cuánto más pudo cobrar por no usar preservativo?
-A veces, la diferencia es de 3 pesos.
-¿Cuánto cobra una mujer que debe prostituirse?
-Hoy, en la plaza, hay mujeres que están pidiendo entre 5 y 10 pesos: 10 pesos para pasar dos horas con el cliente. Y 12 o 13 para hacerlo sin forro.
-En Ammar dan cursos sobre VIH.
-¿Sabes una cosa? Yo quiero decirlo: hoy, por esos talleres siento mucha bronca.
-¿Por qué?
-Porque nosotros en los talleres enseñamos cómo usar el forro, cómo negociar con el prostituyente, que lo tienes que usar porque es tu vida. Pero si hay hambre la compañera no lo va a usar. Y después no te puede venir a decir "ayudame, no lo pude usar", porque siente vergüenza, porque siente miedo y culpa. Y eso lo estamos permitiendo también nosotras, que funcionamos como instrumentos. Somos usadas, porque tenemos llegada, trabajamos mucho entre pares, somos usadas a través de los grandes programas que trabajan en salud.
-Pero están haciendo algo que en teoría está muy bien: brindarle a las mujeres una serie de instrucciones, ¿por qué te hace sentir mal hacer algo que supuestamente está bien?
-Porque –y te voy a hablar como Sonia, en lo personal- porque me usan como intermediaria. Ellos no pueden llegar a la puta directamente, pero a una puta sí puede llegar otra puta, a otra puta sí la escuchan. Le cuentan sus miserias: que tengo hambre, que soy desalojada, que violaron a mi hijo o hija, que me pegó el prostituyente... y ante esas miserias yo tengo que decirles: "Bueno, hermana, ya va a venir el buen tiempo, quedate tranquila, fuerza, vamos a ver qué podemos solucionar". Y después, como respuesta, lo único que le puedo dar es diez forros, ¿entiendes?
-Entiendo.
-Entonces, los de arriba quedaron arriba, pueden hacer sus negocios, no pasan frío, no pasan calor, no tienen que ver esa cosa que se para delante de ellos, ese hambre delante de ellos no lo van a ver porque están más allá. Pero me usan a mí como intermediaria. Y a través mío tienen la información de cuántas putas reciben forros, cuántas putas usan forros, cuántas putas no los usan, cuántas tienen información sobre el VIH, cuántas nunca escucharon la palabra sida, cuántas putas nuevas hay en la ciudad, cuántas se están muriendo de sida. A toda esa información se las da esta otra puta, entonces soy un instrumento de uso y de abuso también. Y gratis, porque no recibimos un peso del gobierno para dar toda esa información, sólo recibimos siete mil forros por mes más doscientas cajas de mercadería que es una burla, por poca y mala. Eso es todo.
-Eso es lo que recibe Ammar Capital del gobierno de la ciudad.
-Absolutamente.
-Intuición femenina: ¿y ellos qué ganan con hacer las cosas de ese modo?
-Con la información se arman proyectos, se participa en congresos. ¿Por qué en los grandes congresos de sida hablan sólo una o dos personas con VIH? Después, toda es gente que vive del sida, pero no con el sida. Ahora, ¿qué prevención están haciendo? ¿Cuánta plata gasta el gobierno de la ciudad de Buenos Aires en preservativos? En las putas hoy el resultado es cero, porque el forro tiene que ir acompañado de otras cosas y no sólo de la caja de alimentos.

>>>Quién decide, quién elige


-¿De qué otras cosas?
-Eva dice "yo tengo 64 años, quiero que me ayuden". ¿De qué forma? "Con dinero, porque para mí es un lujo comer carne". Con trabajo, para que nos podamos ganar la plata de otra manera. Si sólo doy el forro y la caja de alimentos, estoy sosteniendo a la compañera en la esquina, y hay mujeres que no quieren estar más ahí. Pero el gobierno te sostiene en ese lugar, eso es hoy claro: nosotras estamos pidiendo educación, pero te mandan forros y cajas de alimentos. Los emprendimientos productivos duran seis meses, ¿y después qué? Hay dos o tres compañeras que han aprendido a coser, como Eva, que hace manoplas. Pero ¿dónde vendes? Si te paras en la calle para vender, la policía viene y te coimea, y si no te levanta y se lleva la mercadería.
-Te ayudan a fabricar, pero no se puede vender.
-¿Y dónde terminás? Terminás en la esquina de vuelta.
-¿Qué propone Ammar? ¿Que tengan otro modo de ingreso para sacarlas de la calle?
-En realidad yo no las quiero sacar de la calle: quiero que ellas salgan solas. Primero se tienen que encontrar. Porque si yo las saco de la calle estoy haciendo lo que han hecho con ellas, y lo que hicieron conmigo: a mí me pusieron, pero yo salí. Nos estamos buscando como personas, como mujeres, para poder decidir, porque cuando estamos paradas en la esquina no decidimos, decidió el hambre, decidió el proxeneta, decidió el gobierno.
-En contraposición se plantea que muchas mujeres van a seguir haciéndolo, y deciden libremente ser prostitutas.
-Si alguien lo dice con tanta seguridad, que lo haga, me parece perfecto. Yo he estado con muchas compañeras que dicen eso, pero si profundizás, ves que es una forma de coraza que se ponen para seguir resistiendo la espina. Primero porque no se sienten capaces de hacer otra cosa, porque es tanto el parate que han tenido como personas que no se ven, no pueden pensarse por fuera de ese ejercicio de explotación. explotación.
-Dicen "yo elegí" para no sentirse tan víctimas...
-Porque si decís "no, yo no elegí", o si decís "soy puta" no te seguís parando más en la esquina. Pero es difícil, porque también dices ¿de qué doy de comer a mis hijos? Tienes que pagar el hotel donde estás viviendo, porque la mayoría de las putas no tienen casas propias, están en casas tomadas o en hoteles.
-En el caso de Eva, lo que sorprende es la edad, 64, que no coincide con el cliché que se tiene de la prostituta.
-La puta de tetas grandes, de tacones, esa cosa estereotipada, es la imagen que se alimenta ¿Y quién habla de esta prostitución, de la verdadera, del hambre, de 64 años? Tenemos una compañera de 80 años que a las dos de la mañana se sigue parando en la puerta del hotel alojamiento.
-¿Ochenta?
-Sí.
-¿Quiénes son los clientes?
-¿Quiénes son los clientes, no? Yo también me lo pregunto.
-Reduzco la pregunta a la mitad: sabemos que son hombres.
-Absolutamente... bueno, habría que estudiar eso, ¿no? para conocer qué clase de sexualidad estamos viviendo. Lo pasa es que es necesario mostrar una imagen irreal de la prostitución, para que la actividad pueda seguir generando plata. Mueve muchos millones.

>>>El nuevo paradigma


-Con respecto a la prostitución en general, el planteo que hacen en Ammar implica un nuevo paradigma para entender el problema, al no considerar a las mujeres prostitutas ni trabajadoras sexuales, sino mujeres en situación de prostitución.
-Y pedimos, pedimos que el Estado responda, así como hay mucha gente que ha hecho juicio porque ha sido víctima de los militares... el Estado es también proxeneta de las putas.
-¿Cómo es eso?
-¿A quién pertenece la policía?
-Al Estado.
-Es una institución gubernamental. Y nosotras somos víctimas de eso.
-Supongamos que existiera una policía impecable, no te rías, la prostitución podría seguir existiendo.
-Pero esto no es coyuntural, no es una novedad. La puta y la policía van juntos, la explotación y la policía van juntos. Y va a ser siempre así. Ha sido la historia de este país. Además, ¿sabés cuánta plata le hemos dado al Estado, cuántas comisarías en la ciudad de Buenos Aires con la plata de la puta arreglaron sus instalaciones, los comisarios cambiaron de coches? Sí está comprobada la privación de la libertad que sufría la puta, treinta días en el interior, 21 días en la ciudad de Buenos Aires hasta el 98, y después 24 horas, si no tenías para pagarles la coima no salías en libertad.
-¿Cuánto les cobraba la policía de coima?
-Por semana, más de seiscientos pesos en ese entonces. Pero si arreglabas, arreglabas por patrullero, y los patrulleros tenían turnos de seis horas; después venían otros y tenías que arreglar con esos... existía Moralidad, mirá qué nombre, y tenías que “arreglarlos” (traducción para extranjeros: sobornarlos). Entonces tenías que trabajar primero para todos ellos y después trabajar para tu fiolo (traducción II: proxeneta).
-¿Qué pasó a partir del nuevo Código Contravencional?
-Lo único que ha hecho es ser más punitivo. Y lo digo desde el lugar de la puta, porque a la puta hoy le sacan 200 o 400 pesos de multa o tenés que hacer tareas para el Estado. Además el código persigue a la víctima y reflotó al fiolo.

>>>Aritmética de la prostitución

-¿Por qué?
-Porque la policía volvió a hacer actas y está coimeando de vuelta ¿Quién arregla con ellos? En el momento anterior no había castigo. Hoy, si la mujer no quiere ir a juicio o que le hagan el acta, paga la coima. Se les está devolviendo otra vez la caja negra a la Policía (Aclaración: se llama caja negra a los ingresos inconfesables de la actividad policial, que históricamente suelen llegan además a las cajas de financiación de los políticos de turno). Para coimearla, cuando la puta no sabe nada la llevan a la comisaría, eso está pasando ahora, porque hay mujeres nuevas, putas nuevas que no saben. El Código Contravencional es un retroceso.
-Cuando regían los edictos, encontraron formas de resistir, ¿y ahora?
-Estamos diciéndole a las compañeras que no firmen las actas, que vayan a juicio sin tener miedo, porque ahí les cortas el negocio.
-En el juicio, el caso se cae.
-Claro, porque no hay pruebas, es la policía contra la puta, nada más. Si cuando te hacen las actas nunca estás entrando al albergue transitorio, nunca estás haciendo una francesa como le dicen en este submundo. Siempre estás parada o estás caminando y te hacen el acta por portación de rostro. Al juicio no lo pueden sostener. Esa es una estrategia y habrá que ver cómo seguirla, hasta que deroguen el Código. Porque hoy no hay una calle en Flores que no tenga su fiolo. Y esto también está vinculado al sida, porque a estas chicas que están con un explotador, Ammar no puede llegar, porque no te reciben ningún papel, ningún volante. Estas chicas tienen que llevarle como mínimo 700 pesos por día a su fiolo. Lo vimos la semana pasada con una de ellas, que no había reunido los 700 pesos y recibió una golpiza. Yo ahora pregunto, si vos tenés que llevar sí o sí 700 pesos como mínimo, ¿cuánto sin forro? ¿Vos creés que les va a importar?
-¿Cuánto le queda a la chica?
-Nada. El fiolo se queda con todo, la lleva, la trae, la mantiene, le compra la ropa. Son esclavas. Esa es la realidad.
-Y el fiolo le paga a la policía. ¿Cuánto?
-Hay muchos métodos. Si están buscando plata ponen al patrullero a la salida del albergue transitorio y ahí paran a los autos, y coimean a los hombres diciéndoles que la contravención les va a llegar a la casa. Se sabe que el 99 por ciento de los prostituyentes son casados. Les pueden sacar 100 o 150 pesos.
-Pero hablábamos de los 700 pesos diarios, esa cifra nunca puede ser alcanzada por alguien como Eva.
-No, ese es el negocio con chicas de 20 años, como esta a la que le pegaron. Ahora, por cada pase (cada hombre) a esa chica le pagan 25 o 30 pesos. Sumá. ¿Cuántos tipos pasan por día por ese cuerpo para que ella llegue a esa cifra? ¿Eso es un trabajo? ¿Y qué pasa con esa chica si tiene VIH? Las grandes organizaciones que viven del VIH no hablan de eso. Muchos viven del sida, y muchas Evas viven con el sida, son hermanas pobres.
-O sea que vive el fiolo, la policía, y en un escalón más están las ONG, que viven también de los programas internacionales o gubernamentales. ¿Qué relación tienen con las mujeres que están en la calle?
-Mientras estás en la esquina les servís. Te dicen que sos trabajadora, que vas a tener jubilación, que te vas a sacar a la policía de encima. Todo mentira. Y el verso de ser trabajadora, hace que la mujer se mantenga siempre en la esquina. Si no le das una herramienta para que esa mujer se vea como mujer, va a ser siempre puta. El día que esa chica haga un clic, y se vea como persona, dejaste de ser negocio. Y además en el negocio están los que fabrican preservativos, y encima de eso, los laboratorios.
-¿Qué relación establecen con las mujeres?
-Te hacen encuestas, a ver qué usás, o te regalan algo. O a través de los centros de salud te regalan por ejemplo lubricantes. Y decís ¡qué generoso! ¡qué buenos! Por fin algo no pagas, pero sutilmente te están estudiando. Es una cadena. La puta da de comer a muchos. Pero terminás así: pobre.
-¿Cuál sería entonces una mejor estrategia para combatir el sida?
-Te respondería: no me mires como puta, no me mires como trabajadora sexual, mirame primero como mujer y dejame decidir, dejame pensar, dejame verme, que es lo que no nos permiten. Pero mientras tanto tiene que haber algo más que esa caja de alimentos. Yo mirándola a Eva le decía: "¿Sabes que existen las jubilaciones de privilegio? ¿Que muchos ex presidentes tienen una jubilación de privilegio? Y vos estás pidiendo una ayuda” ¿Eso no es obsceno?

>>>La CTA y la ministra Bullrich con una lapicera

-En Ammar Capital ustedes plantean: "no somos trabajadoras sexuales". ¿Cómo llegaron a esa idea?
-Estábamos dentro de la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) y... yo creo que fue porque aceleraron los tiempos sobre nosotras. No me sale la palabra... nos subestimaron. Quisieron que nos sindicalizáramos, hubo toda una presión para que nos reconociéramos como trabajadoras sexuales.
-Las estaban esperando para una reunión en el Ministerio de Trabajo del gobierno de la Alianza, con Patricia Bullrich.
-Sí, en el 2001, 2002, tenían todo listo para firmar el estatuto, ya íbamos a ser un sindicato, pero bueno, nosotras como parte de la comisión directiva dijimos que no.
-¿Por qué?
-No quisimos. Desobedecimos. Hasta ese momento habíamos tenido que nombrarnos de alguna manera para visibilizarnos. Vino bien el rótulo prestado de “trabajadora sexual”. Fue un avance en ese momento. Al no ser nada, para organizarte tenías que tener un nombre, si no hay una identidad, la tienes que armar. Pero nos empezamos a preguntar ¿qué somos? Tampoco nos gustaba la palabra prostituta ni la palabra puta, porque es un insulto, porque cuando vos la pronunciás te hace recordar toda la mierda que te obligan a hacer en un albergue transitorio, o adentro de un coche, o en una oscuridad. Cuando nosotras decíamos “trabajadoras sexuales” la palabra sonaba muy bonita, muy dulce, el trabajo te dignifica: "trabajadora". En ese momento nos sentíamos bien, pero luego no. No nos gustaba llamarnos puta, ni trabajadora sexual, porque era un modo de seguir siendo putas siempre. Entonces teníamos que ver qué éramos. Y llegamos a la conclusión de que teníamos que empezar a vernos como algo en lo que no habíamos pensado.
-¿Y qué era esa identidad en la que no habían pensado?
-Vernos como mujeres. ¿Por qué? Primero, porque parimos, porque ni siquiera podíamos ver que la mujer sirve para otras cosas. La mayoría somos madres que tienen muchos niños, algunas uno o dos, pero otras seis, siete ocho o diez hijos. Empezamos a vernos cuando pronunciamos esa palabra: mujer. Bueno, mujer, pero ¿qué tipo de actividad? Entonces dijimos en situación de prostitución. Empezar a pronunciar en situación de prostitución fue muy fuerte también, pero sentimos que desde ahí vino el cambio. Es una identidad transitoria, que puede durar toda tu vida pero es transitoria, no la has elegido y no dices “quiero morirme en esta situación”. Al pensarla transitoria, por lo tanto puedo verme en otra posición en un futuro.
-Yo no soy esto, sino que estoy haciendo esto.
-Absolutamente. Aún así todavía nos cuesta mucho. Nos cuesta pronunciar la palabra prostitución, porque la prostitución es la pobreza, es la violación, es hacer cosas que no nos gustan, es maltrato, todo por algo de dinero para sobrevivir y aún así, si fuese mucha plata, es tremendo lo que pasa. Y la discriminación: en un momento me dice Eva cuando un prostituyente le dice adentro del albergue por diez pesos "Ay, dale, qué te hacés la delicada si sos puta, sos puta". Entonces ella me dice: "No sabés lo que se sufre Sonia, la humillación, te arrancan la piel". Y eso es la prostitución para nosotras, es humillación, es dolor, es violación. Entonces si vos tenés que seguir viviendo como puta a veces tenés que hacerte la canchera: "no, no me importa, con esto le doy de comer a mi hijo, con esto le doy educación", con ese corset puedes seguir parada, durita. Si no, no lo haces.

>>>El poder del dinero

-Entonces cuando la CTA les propone...
-No nos propone, nos obliga, que es distinto. Si nos proponía yo hubiera podido dialogar mejor con Víctor De Gennaro, con quien nunca pude dialogar bien, siempre fueron a los gritos mis discusiones.
-Cuando las quieren obligar a hacer el sindicato, uno puede pensar que es por algo ideológico, que ellos creen realmente que esto es una mejora, o por algo económico, o por algo cultural ¿A qué se lo podría atribuir?
-A varias cosas, pero en primer lugar lo pondría lo económico. Y hablo con propiedad porque en ese momento yo estaba en la comisión directiva de Ammar y como no teníamos personería jurídica la CTA nos las prestaba, toda la plata que entraba para trabajar en prostitución, se iba a la cuenta de la CTA, entonces teníamos que pedirle a ellos todas esas cosas y nada, vos no tienes el poder ahí, el que maneja la plata tiene el poder. Como trabajadora entra mucha más plata, y solo entra para salud. Lo único que interesa para la trabajadora sexual es que no contagies al prostituyente. Debes tener profilácticos, y salud, entre comillas. ¿Qué más necesita, si ya tiene trabajo? Entonces no entra plata para organizarse.
-Pero sí para maquillar el oficio.
-Exacto.
-Entonces, ustedes decidieron irse.
-Nunca nos escucharon, nunca pudimos hablar como yo te hablo a vos. ... y cuando digo CTA estoy hablando de De Gennaro, de Fabio Basteiro, que fueron los hombres que se sentaron a discutir con nosotras sobre la prostitución femenina. No querían hablar. Nunca nos vieron como mujeres, siempre nos vieron como trabajadoras sexuales, como la puta, nada más. Sólo teníamos que decir que sí. Creo que la CTA tiene pendientes a las compañeras de Ammar Capital una disculpa. Nosotras pagábamos dos pesos, y un peso iba para la CTA. Les juntábamos firmas para sus documentos y solicitadas. ¿Por qué nunca se atrevieron a dar la cara y explicarles a las compañeras, por qué nos echaron como perras, como ladrones? Y lo hicieron así, porque no quisimos hacer lo que nos ordenaban. Nos quitaron las cosas de nuestra organización, nos tiraron a la calle, por no ser obedientes a lo que ellos querían que fuéramos. Todo es otra parte del gran negocio sobre la prostitución, y el sida, y que seamos puramente trabajadoras sexuales.

>>> La locura, la normalidad y la risa

-¿Qué tipo de organización armaron al separarse? No son un sindicato ¿qué es Ammar Capital?
-Es una organización más pluralista pienso, porque no nos interesa la actividad sino la persona, incluso no nos interesa si es mujer o no, puede ser travesti o de la identidad que quiera. Antes éramos solo las putas, y eso no nos ayudaba a crecer. Hoy conservamos la sigla Ammar Capital pero somos la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos.
-En una organización sin apoyo institucional, integrada por mujeres pobres, que plantean que la prositución no es un trabajo, con un lenguaje contra todo lo establecido: ¿cuál es la fortaleza?
-La rebeldía, la desobediencia. Cuando le dijimos no a De Gennaro fue ser desobedientes. No es fácil tampoco, porque ser desobediente te aísla completamente, te deja muy sola: sin plata, sin esto sin aquello ¿Cómo hacés? Pero es la rebeldía de que respeten tu forma de pensar, porque ahora estamos decidiendo nosotras, antes decidían otros.
-Las personas obedecen por miedo al vacío. Como si la ecuacion fuera: desobedezco y desaparezco. ¿Les pasó?
-Claro, no teniamos lugar para la oficina, nos reuníamos en mi casa. No teniamos contactos. Perdimos todo. Estás mal psicológicamente. Teníamos que fortalecernos. Pero fue todavía más fuerte la rebeldía en ese momento de tanta soledad. Eso nos fortaleció como personas. Ahora buscamos darle otra vuelta. No es fácil decir "sí, somos mujeres desocupadas, con una tarea precaria, prostitutas, en situación de prostitución", no es fácil llegar a eso y seguir pensándonos. Hay muchas discusiones entre nosotras, discusiones al tocar el tema del cliente, cuestionar al prostituyente: "No, si este me da de comer". Ese miedo todavía existe. El tema es cómo dejar ese miedo.
-Muchas de las mujeres de Ammar siguen trabajando.
-Claro. Si nosotras le pedimos al Estado todas estas cosas y no nos da nada. ¿Por qué le pedimos al Estado? ¿Y a qué otro le vamos a pedir? Nosotras pedimos capacitación laboral, te dan seis meses de capacitación laboral. Y queremos un lugar físico para empezar a producir cosas. Y si no sabes leer y escribir, claro que te vas a seguir prostituyendo porque tienes que vivir, pero está habiendo un cambio, las compañeras están pensándose de otra manera.
-Un cambio que es el que permite que Ema te hable como te habla.
-Absolutamente, aún parada en la esquina, y aún con sida. Entonces, estamos en eso con la organización, en ese crecimiento y también todo el tiempo topándonos con esa cosas de "hasta acá llegan".
-Para Ammar ¿qué sería lo principal, si uno piensa en los próximos tiempos?
-Es que no puedes pensar, porque Ammar Capital, su cotidianeidad es la emergencia.
-Están haciendo la muestra Ninguna mujer nace para puta en las plazas de Buenos Aires, una vez por mes.
-Sí, esa es una herramienta para denunciar. Pero el resto es emergencia pura, Eva en el hospital, Evas que vienen a denunciar que son golpeadas por sus fiolos, que son violadas, que no hay plata para la medicación, todo el tiempo es emergencia, no hay un día de paz. Ahora ya nos estamos proponiendo reírnos de esa emergencia. Porque es tan pesado, todos los días, que buscamos reír como un modo de resistencia, porque si no, no soportas. ¿Sabes qué? Estamos un poco locas. Hay una locura en nosotras que todavía no puedo profundizar, pero sé que ahí está.
-Si la normalidad es toda esta enfermedad que nos estás contando, la salud sería la locura.
-Es que si no hubiéramos tenido locura no hubiéramos hecho nada de estas cosas.

>>>Miseria planificada

-Y si no hubieran hecho nada, ¿ahora qué serían?
-Trabajadoras sexuales, con un carnet. Pidiéndole por favor una entrevista a los compañeros sindicalistas, diciéndoles a todos “sí, amo”, y estando muy lejos de la realidad. Creo que lo peor sería eso, estaríamos muy lejos de la realidad.
-Para estar más cerca de la realidad hay que estar un poco más loco: o sea, no aceptar toda esta especie de miseria planificada.
-Sí, necesitas una locura que te lleve a pensar, a rebelarte, y a no ser cómplice de todo esto.
-Emergencia: ¿qué hay que hacer con Eva?
-Ella, y todas las demás. ¿Cómo ayudar a todas las personas que viven con VIH? ¿Tienen una ayuda del Estado aparte de los remedios? ¿Pueden trabajar? Eva me ha dicho que no puede trabajar más, ¿de qué va a vivir? Necesita una ayuda, y la ayuda no es la caja de alimentos nada más, es... una pensión, no sé, algo para que pueda vivir. Ella quiere seguir cosiendo, pero tenés que darle alguna herramienta para que se sienta bien y pueda arrancar de nuevo. Dignificar a las personas. Si entra tanta plata para el VIH la prevención, tendría que venir también con trabajo, con una pensión, para que la gente no se sienta una inútil por tener VIH. ¿Qué se hace con la puta que se prostituye y tiene VIH? ¿Qué pasa con eso? Yo pienso, ¿qué pasa con su ser? Cuando ayer dejé a Eva habíamos charlado de cosas muy fuertes, y decía entre mí: ella no en todos lados es puta. Pero hoy, además de estar tapada como puta tiene que bajar más, al subuelo para que no la vean porque tiene VIH. ¿Qué pasa con eso, con esa persona? ¿Qué pasa con la soledad de la puta y qué pasa con la soledad de la puta con sida? ¿Cómo ayudar a esas personas? Se habla mucho del forro y de los grandes congresos sobre sida, pero yo no escuché jamás en los congresos hablar de la soledad de la puta. Cuando ella salga del hospital ¿qué va a pasar? Yo he participado de muchos congresos nacionales de sida, y me cansé de escuchar pelotudeces, hermanos, nadie habla de esto, y esto es la realidad: hablar de la puta, de su soledad, del sida. ¿Cómo trabajar esos temas, si estando sanas cuesta tanto, si estando sanas tenés que soportar por diez pesos al tipo? ¿Quién lo dice? Nadie. Te dicen: "Tienen forros, tienen espermicidas, tienen ginecóloga... tienen información y tienen medicación gratuita". Total, si te morís van a venir más putas pobres. No hay problema. Habrá más cuerpos jóvenes, y más bonitos tal vez.
-Todos podemos estar en nuestra vida en determinadas situación de dependencia, pero en otros casos existe algún margen propio. En la situación de extrema pobreza lo que ocurre es que ustedes están 24 horas por día generando una enorme riqueza para los otros, los fiolos, policías, hoteles, recaudación, recaudación...
... saunas, empresas, ONGs, laboratorios. Ahora hasta Bill Gates quiere entrar en esto. Las mujeres dándole de comer a muchos, y ellas con hambre. Generan mucha plata. Sea un cuerpo viejo, vieja, joven, gorda, flaca. No importa. Tiene que ser un cuerpo prostituido ahí para que todos vivan de eso y vos mueras allí. Por eso es falso lo de decir que la puta hace plata, o le gusta, o elige, o siente orgullo. Es todo falso. En realidad, la prostitución es Eva. Ella, que ni siquiera tiene fiolo. Su fiolo es el hambre. Ella me decía “quiero tener un hombre, un amor, pero no quiero sexo”. Por eso yo digo que a las mujeres las mutilan. Por eso la pelea es para romper esa soledad, el aislamiento, y esa mutilación.
-¿De qué modo?
-Por lo pronto, denunciar, decirlo en todos lados. Desobedecer. Pensar en las mujeres sanas y enfermas que están sufriendo esto y podrían no sufrirlo. Y que los gobiernos, legisladores, ONGs, empresas y demás que viven del VIH, no crean que la realidad es sólo forros y negocios. Que piensen en las personas. No sólo en la plata.













éstas notas pueden ser reproducidas libremente, total o parcialmente (siempre que sea con fines no comerciales), aunque agradeceríamos que citaran la fuente.



agrega un comentario


que novedad!
Por Agustin Magaldi - Friday, Aug. 25, 2006 at 6:44 PM

Eva Duarte fue pobre y prostituta
despues...conoció un milico y....
No le fue tan mal!

agrega un comentario