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Beso a beso
Por Artemisa Noticias - Thursday, Oct. 26, 2006 at 11:14 PM

Por Pablo Suárez | 24.10.2006

Jessica y Natalia entraron a un pub de Rosario por una cerveza. Cuando se sentaron, Jessica se sacó la campera y al reincorporarse le dio un beso a su compañera. Los del bar las echaron. Ellas denunciaron la escena por discriminación, pero ¿qué es lo que las hace socialmente intolerables? La visibilidad de gays varones, travestis y mujeres es un terreno de fricción donde se cruzan pautas culturales y políticas. Pero también estéticas.

Apenas un pequeño recuadro, una noticia más entre tantas otras, al pie de página, casi ni se ve: "En Rosario. Echan a dos mujeres de un bar por besarse en la boca. Dos jóvenes de Rosario denunciaron hoy ante la Secretaría de Derechos Humanos provincial que fueron obligadas a retirarse de un bar por besarse en público. Natalia y Jessica elevaron una primera denuncia ante la Asociación Civil Vox, luego de que el martes pasado fueron obligadas a retirarse del pub Allison, ubicado en La Rioja y Maipú. Tras haber pedido una cerveza, Jessica, de 23 años, se sacó la campera, y al reincorporarse le dio un beso a su compañera, Natalia, de 20. ‘Acá no podés manifestar tu condición sexual, hacelo en otro lado’, comentaron que les dijeron. En Rosario está vigente una legislación que no admite discriminación, ni exclusión por este tipo de casos".
La Razón, 14/9/06.

Si bien Buenos Aires no es Rosario, no es tan difícil imaginar que algo bastante parecido pueda pasar en casi cualquier bar porteño. Quizás la escena sería diferente: el encargado del bar se acerca, después del beso, y les advierte a las mujeres que si vuelven a besarse, se van. O les pide que paguen y que se vayan enseguida. Probablemente, con más diplomacia y falso respeto. Depende del bar y más todavía del barrio del bar.

No es común ver a dos mujeres lesbianas mostrar su orientación sexual en público como tampoco es común ver personajes de mujeres lesbianas en la televisión argentina. Casi no hay actrices o conductoras o deportistas o periodistas lesbianas que se expongan públicamente. Para los gays varones, y también para las travestis, la visibilidad ya no parece ser un objetivo a conquistar. De hecho, a veces es hasta beneficioso, inclusive profesionalmente, ser gay o travesti fuera del closet. Pero muy, muy rara vez, ser una lesbiana visible parece ser una ventaja.

"En lo inmediato, y siempre pensando en nuestros países, a uno se le ocurriría afirmar que hasta ahora la mayor visibilidad de gays que de lesbianas es un hecho constatable en la práctica del fuera del closet que se da, por ejemplo, entre los personajes de los medios de comunicación. Es un signo que podría corresponderse con lo que se ve en la vida social corriente", sostiene Alejandro Modarelli, escritor y periodista, activista y co-autor del libro de Sudamericana Fiestas, baños, fiestas, y exilios, los gays porteños en la última dictadura militar. Pero, por otro lado, sigue Modarelli, "esa constatación inmediata se va debilitando a medida que uno se acerca al mundo del activismo. Ahí veo cada vez menos diferencia numérica, y eso se nota también en las Marchas del Orgullo. En cualquier caso, creo que sería una realidad que se está modificando, y que es un logro en el que cabría mayor responsabilidad a la militancia que a una cierta liberación que se expresa a través de los productos y representaciones de los medios masivos".

Desde la mirada construida como activista lesbiana feminista del grupo "Fgitivas del desierto" de Neuquén, Valeria Flores, también docente e investigadora, comparte la opinión que hay una mayor visibilidad de gays que de lesbianas: "Creo que sí, y en casi todos los campos, desde el artístico, académico (pienso en varios profesores gays que enseñan en la universidad o trabajan y profesoras lesbianas casi no conozco), político, medios, etc. Tal vez, en el deportivo, como la actividad física está asociada a la masculinidad hegemónica, las lesbianas aparezcan un poco más. El dispositivo de feminización, es decir, de parecer una "auténtica" mujer (lo que significa ser heterosexual) está muy presente en los deportes, y las lesbianas parecen tener un pequeño permiso, si cabe el término, para visibilizarse en ese campo".

Para Mariana, periodista deportiva en dos medios locales, hacer visible su orientación sexual es una opción posible, pero solamente en parte. Se trata más bien de tener que adaptarse un poco a las reglas de juego de turno: "Acá todo el mundo sabe que soy lesbiana y nadie tiene ningún problema. Ni lo tuvieron nunca", explica. "Seas gay o lesbiana, no cambia nada. Pero si yo mañana elijo revelar mi orientación sexual en el otro lugar donde trabajo, seguramente tendría problemas. Y hoy en día necesito los dos trabajos. No oculto lo que soy, no es eso. Yo no hago ningún esfuerzo por disimular nada. Pero en algún punto, algo me tengo que adaptar para no tener que perder uno de los dos trabajos".

Si en efecto, los gays tienen más visibilidad que las lesbianas, y todo indica que ése es el estado de las cosas hoy, algunos terrenos parecen mucho más favorecidos que otros: "Se nota especialmente en el terreno del consumo, la oferta de saunas, discos, productos de merchandising gay, viajes, etc. y en los medios a través de la presencia de personas públicas, artistas por lo general o periodistas gays. No tenemos ejemplos de lesbianas en los medios ni en las artes a excepción de dos o tres históricas", señala Gabriela Robledo, lesbiana activista independiente y docente. "Otro aspecto son las campañas de salud y de prevención de enfermedades de transmisión sexual, por ejemplo, que están exclusivamente destinadas a heterosexuales y gays, desconociendo e invisibilizando con el riesgo sanitario que esto implica, la salud de las lesbianas. Ni se nombra ni se informa a las lesbianas sobre como protegerse del virus del HVI y de otras enfermedades de transmisión sexual".

Se puede más que presumir que uno de los motivos de la menor visibilidad de las mujeres lesbianas tiene que ver, precisamente, con ser mujeres, en primer lugar; y después, con ser lesbianas. Desde luego que éste bien puede ser el caso en muchos otros países del mundo, desde los más fundamentalistas hasta lo más "tolerantes", y en ese contexto, Argentina parece oscilar entre uno y otro extremo; aunque probablemente los esfuerzos y acciones concretas de las ONG, los grupos activistas, las feministas, y otros sectores comprometidos con un cambio en la jerarquización del lugar de la mujer en la sociedad actual puedan, progresivamente, inclinar la balanza hacia un mayor equilibrio, hacia una situación de igualdad lisa y llana, que no deja de ser, por más obvio que parezca, la única opción válida.

"Las sociedades contemporáneas están atravesadas por distinciones jerárquicas que asignan lugares diferenciados a varones y mujeres. En todas culturas se observan representaciones femeninas subalternas, es decir, símbolos, signos o imágenes femeninas subordinadas a imágenes masculinas hegemónicas. Y esto sucede más allá de la sexualidad o la orientación del deseo. En este sentido, se establece una primera diferenciación basada en referencias de género femeninas o masculinas tradicionales", explica Florencia Gemetro, socióloga y periodista, investigadora de Investigación Social y estudios de Género (ISEG).

Desde una perspectiva de género, se puede pensar por qué para una mujer lesbiana hacer visible su sexualidad es menos sencillo que para un varón gay, una mujer lesbiana o una trans. "Si hay un falo en la cama, el erotismo parece gozar de mayor reconocimiento. La disrupción de los estereotipos tradicionales no sólo se transforma en una superposición de factores de discriminación sino en obstáculos materiales, concretos y específicos en la vida cotidiana: así vemos cómo las mujeres obtienen un salario menor a los varones que permanecen en el mismo puesto y con la misma calificación o vemos cómo las travestis y trans no acceden al sistema de salud, educación o trabajo. En algunos ámbitos, el sólo hecho de ser hombre otorga mayores ventajas y beneficios, incluso económicos. Las cifras laborales que indican mejores salarios para los hombres no indagan las prácticas de la sexualidad", explica Gemetro.

Para Gabriela Robledo, el estado de situación es bastante claro: "Aquí hay que hacer un análisis de género; es una realidad y una tendencia mundial que los varones, hetero u homosexuales ganen más dinero que las mujeres, ocupen cargos más importantes y más lugares de decisión. Esta desigualdad de género puede ayudar a explicar por qué el mercado se orienta al consumo de los gays: son los que mayor poder adquisitivo tienen.

Incluso una pareja de gays tendrá mayores recursos económicos que una de heterosexuales, no sólo porque en general no tienen hijos que mantener, sino porque sumados los dos sueldos de los varones se obtiene más que sumando los de una mujer y un hombre. En el caso de las lesbianas tenemos dos sueldos que seguramente serán inferiores."

¿Qué relaciones posibles pueden existir, entonces, entre las posibilidades de consumo de las lesbianas, con sus sueldos más bajos que los de los gays varones, los índices de pobreza de la Argentina, y el no tan nuevo marketing continuo de servicios de todo tipo para la comunidad gay? En ese sentido, el discurso de Valeria Flores abre una interesante perspectiva de análisis: "A mi me gustaría que empecemos a pensar que cuando se hablan de ciertos procesos sociales como es la feminización de la pobreza o que las mujeres cobramos menos que los hombres, se pudiera comenzar a interrogar cuántas de esas mujeres somos lesbianas, empezar a establecer ciertos criterios para analizar que si la mayoría de las mujeres somos pobres en este país, seguramente, entre ellas hay muchas lesbianas. Si en este país hubo un agudo empobrecimiento de la población, nos afectó profundamente a las lesbianas. Creo que es necesario empezar a relacionar pobreza con identidades sexuales".

Florencia Gemetro del ISEG encontró una vuelta de tuerca para explicar finalmente por qué el mercado parece dirigirse permanentemente a los hombres gays. "Si en general los varones poseen mayores ventajas y, entre ellas, el manejo de recursos económicos –explica--, es esperable que los varones gays también signifiquen un atractivo sector de consumo. ¿Por qué excluirlos del mercado? La cultura y el consumo gay producen grandes ganancias en el mundo, Buenos Aires, en tanto una de las ciudades con mayores recursos de Latinoamérica no permanece afuera del circuito del consumo".

Y aún yendo más allá de la multiplicidad de ofertas para satisfacer las demandas de consumo de los gays varones, parecería que existe un sector del consumo más privilegiado que muchos otros, tal como lo explica Alejandro Modarelli. "Me parece que los hábitos sexuales de los gays varones y su forma de relacionarse sexualmente, que tiene una singularidad en relación a las lesbianas, hizo posible que en esta era de privatización del espacio público se multiplique y prospere toda una variante de locales dirigidos a la satisfacción inmediata, como saunas --una tradición masculina en occidente-- darks rooms, y salas porno".

Desde un punto de vista más personal, Mariana construyó su punto de vista sobre la apuesta por el goce inmediato, la visibilidad de los encuentros y el modo de relacionarse de gays varones y mujeres lesbianas. "Creo que como en todos lados hay de todo, pero yo personalmente no me siento cómoda con las relaciones ocasionales. Para mí, mantener una relación implica una entrega afectiva y por eso quizás busco la relación dentro de un contexto afectivo, no despersonalizado. En general, yo conocí a mis parejas en reuniones de amigas, o me las presentaron, y es lo más común para muchas lesbianas, aunque claro que no para todas. Creo que desde el vamos la mujer gasta menos en salidas porque también gana menos. Eso sumado a que los hábitos y costumbres de relación entre gays varones y mujeres lesbianas sean otros, distintos, diferentes, puede explicar por qué seguramente si abrís una línea de teléfono para encuentros sexuales de lesbianas, es muy probable que te mueras de hambre, lo mismo que si ponés un sauna."

La mirada de Jaime Arrambide, poeta y traductor, abre otra posible punta de análisis. "Supongo que a las mujeres ya queda muy poco por venderles. Desde el punto de vista del consumo, están mucho mas explotadas que los hombres, y desde hace más tiempo. De hecho, la mujer siempre está más explotada, pero en el caso del consumo, creo que los hombres son todavía un mercado inexplorado, y que justamente a los gays se los puede atrapar justamente vendiéndoles todo aquello que hasta hace poco solo consumían las mujeres".

Entonces, una mujer lesbiana carga con el peso de ser mujer, en primer lugar y lesbiana en segundo término. Pero además, en esa misma línea, padece otro problema: el no ser ni esposa ni madre, por más que no haga falta ser mujer heterosexual para ser madre. "En cuanto a la maternidad –explica Valeria Flores--, mandato primordial ("divino" diría la iglesia) para las mujeres, en este país ni siquiera está contemplado como un derecho, y así lo demuestran las políticas públicas, con la penalización de la práctica de aborto. Hay vidas de mujeres cuya maternidad fue forzada, ya sea porque no pudo hacerse un aborto, por falta de acceso a métodos anticonceptivos o también por la imposibilidad de pensar que hay otras maneras de ser mujer sin necesariamente ser madre. El lesbianismo, lo que marca y pone de manifiesto, es una separación entre la sexualidad y la reproducción, dado que si dos mujeres están juntas en principio, ya sea sexual, erótica o afectivamente, no lo están para procrear. Esto causa escozor y se vive como una amenaza por parte de los sectores fundamentalistas y de derecha, porque implica cierta autonomía sobre nuestros cuerpos y placeres".

Para Gabriela Robledo, la invisibilización de las lesbianas es un proceso que, como muchos otros, afecta zonas tan íntimas como los propios afectos. "Ciertamente las lesbianas están sujetas a un doble proceso de invisibilización en razón de su genero y de su sexualidad, y diría que son triplemente lo Otro en el sentido de Simone de Beauvoir", arranca. Desde esa perspectiva, la triple exclusión se da en el campo de las mujeres, de su condición de lesbianas en una sociedad que tiene como mandato la heterosexualidad y en su condición de lesbianas para sí. La negación de la existencia lesbiana opera negativamente para ellas mismas cuando, concientes del rechazo, pueden experimentar baja autoestima y dificultades para celebrar y vivir su opción sexual plenamente. El fenómeno es conocido como lesbofobia internalizada y afecta a las lesbianas individualmente y en sus relaciones afectivas.

Los mandatos parecen estar ahí atentos, asechantes. Al servicio de un orden social que no admite las diferencias. O si están, la invisibiliza. Si están, que no se vean. Contra tremenda opresión y exclusión luchan las mujeres que se resisten a ser privadas de sus derechos y pelean por los que les corresponde.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales, y Transexuales (FELGT) de España contribuyó en forma determinante para conseguir la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo a partir de julio del 2005. Beatriz Gimeno es su presidente. Pasó por Buenos Aires para compartir y reflexionar sobre la experiencia española. Entre sus lúcidas intervenciones, remarcó que la estrategia para conseguir el matrimonio fue, en gran medida, pedirlo desde el comienzo. Como dijo Gimeno: "Creo que si pides `diez`, que es lo máximo pero no es exagerado ya que es lo justo, entonces sí puedes conseguir lo que quieres. Creo que siempre hay que pedir `diez`, aunque consigas `ocho`, ya que después sigues trabajando para conseguir `diez`".

Quizás de eso se trate gran parte de la lucha para conseguir la igualdad de derechos y espacios de visibilidad para las mujeres lesbianas de la Argentina: en que las distintas voces de reclamo terminen en una voz única que no deje de exigir todo aquello que es justo, en todo momento. En síntesis: pedir "diez" hasta efectivamente conseguir "diez".

Artemisa Noticias

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no me defraudes
Por una madre desesperada - Sunday, Jan. 14, 2007 at 8:12 AM
memi682003@yahoo.com.ar 48675150 don bosco 3578 2c

pienso ahora que me mentistes dijeron que me iban a ayudar

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feminizacion de la pobreza
Por patricio rojas - Sunday, Sep. 23, 2007 at 1:50 PM
patriciorojas123@hotmail.com chile

No es efectivo que la pobreza afecte especialmente a las mujeres.En Chile, p. ej., en el decil más rico hay 55% de mujeres,en tanto en el más pobre hay equidistribución de género. Además, los índices de bienestar social (salud, educación, vivienda, criminalidad, etc.) tienden a favorecer a las mujeres.
Y en un plano más subjetivo, los índices de feliocidad no muestran diferencia de género.
Invito a interesados a informarse respecto a estos mismos datos en Argentina.

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