Julio López
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"Cooperación" norte-sur
Por Red Latina sin Fronteras - Friday, Oct. 27, 2006 at 4:24 PM
latinamalaga@hotmail.com

Cuenta la leyenda que en algún país pobre del Sur estábase un pastorcillo vigilando sus ovejas en el medio de unas perdidas montañas cuando de pronto apareció un helicóptero rompiendo la tranquilidad del paisaje. De él descendió un hombre blanco, rubio, de ojos celestes, alto, vestido con ropa deportiva marca Nike, lentes de sol, portando una computadora portátil, una cámara fotográfica digital de última generación y teléfono celular. Acercóse al pastor, a quien no le resultó muy grata esa intempestiva llegada.

Hablando la lengua local con claro acento foráneo, el visitante se dirigió al campesino diciéndole, luego de un protocolar saludo:

-Lindas ovejitas, ¿no? Le hago una propuesta, amigo. Yo le digo cuántos animales tiene usted aquí, y si acierto, usted me regala una oveja.

El pastor aceptó. Ante lo cual, entonces, el visitante sacó un largavistas, oteó el campo donde pastaban los animales, hizo cálculos con su computadora -para lo que debió conectarse a internet con una micro-antena parabólica y luego de complejos cálculos matemáticos ayudado con una calculadora solar le dio la cantidad exacta.

-Usted tiene 247 ovejas- dijo ampuloso el visitante.

Luego de un momento de reflexión, el pastor habló.

-Exacto. Ganó. Por tanto, cumplo con mi palabra. Vaya y tome usted mismo la oveja que más desee- agregó.

Un instante después fue el pastorcillo quien tomó la palabra, diciéndole al forastero.

-Le propongo lo siguiente. Si yo adivino qué profesión tiene usted, me devuelve el animal.

El blanco visitante sonrió desconfiado, pero finalmente aceptó.

-De acuerdo. ¿De qué le parece que trabajo?

Tras un momento de cavilar, el montañés contestó:

-Consultor de un organismo internacional -agregó triunfal-.

-Exacto. ¿Y cómo lo supo?

-Pues por varias razones: llegó aquí sin que nadie lo llame haciendo gala de una tecnología que a mí no me sirve y que, por el contrario, me hace sentir empequeñecido, me dijo algo que yo ya sabía, encima me cobró por eso. Y el detalle más revelador: lo que agarró no fue una oveja, sino el perro.

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