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El leninismo, ideología fascista
Por (reenvio) Miguel Amorós - Monday, Dec. 11, 2006 at 12:23 AM

La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante.

“¡Liberar a la Humanidad del yugo bienhechor del Estado! Es extraordinario hasta qué punto los instintos criminales anidan en el hombre. Lo digo claramente: criminales. La libertad y el crimen van tan íntimamente liados, si usted prefiere, como el movimiento de un avión y su velocidad. Si la velocidad del avión es nula, permanece inmóvil, y si la libertad del hombre es nula, no comete crímenes. Está claro. El único medio de librar al hombre del crimen es librarlo de la libertad.” Evgeni Zamiatin, Nosotros, 1920.

La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante. El tiempo no perdona y el fracaso final del leninismo ocurrido entre 1976 y 1980 ha llevado a los creyentes que sobrevivieron a una supervivencia esquizoide.

Como ya estudió Gabel, el precio a pagar por su fe es una conciencia escindida, una especie de doble personalidad. Por un lado la realidad desmiente el dogma hasta en el menor detalle, y por el otro, la interpretación militante ha de retorcerla, encorsetarla y manipularla hasta el delirio para amoldarla al dogma y fabricar un relato maniqueo sin contradicciones. Como si de una Biblia se tratase, en dicho relato están todas las respuestas.

El cuento leninista suprime la angustia que en el creyente engendran las contradicciones de la práctica, lo que constituye una poderosa arma para escapar a la realidad. El resultado sería patético para el resto de los seres vivos si los debates abundaran en el seno de un proletariado combativo como el de los años setenta, pero dado el estado actual de la conciencia de clase, o lo que es lo mismo, dada la inversión espectacular de la realidad, donde “lo verdadero es sólo un momento de lo falso”, la presencia de sectarios leninistas en las escasas discusiones de base no contribuye sino a la confusión reinante.

El papel objetivo de las sectas consiste en falsificar la historia, ocultar la realidad, desviar la atención de los verdaderos problemas, sabotear la reflexión sobre las causas del triunfo capitalista, bloquear la formulación de tácticas de lucha adecuadas, impedir en fin el rearme teórico de los oprimidos. Los leninistas fosilizados de hoy ya no son (porque no pueden) la vanguardia de la contrarrevolución de hace treinta años o de hace sesenta, pero su función sigue siendo la misma: trabajar para la dominación como agentes provocadores.

Dada la descomposición actual de la ideología quizás conviniese hablar de leninismos, pero lejos de perdernos en los matices que separan las distintas sectas intentaremos agrupar las características afines, que son las que mejor las definen, a saber, la negación rotunda de que en 1936 hubiera una revolución obrera, la afirmación igual de rotunda de la existencia de una clase obrera en constante avance y la creencia en el advenimiento del partido dirigente, guía de los trabajadores en la marcha hacia la revolución. Lo primero les viene, bien de los análisis derrotistas y capituladores de la revista belga “Bilan”, bien de los dictados triunfalistas del Komintern y del PCE.

Si en un caso era cuestión de una guerra imperialista, en el otro, se trataba de una guerra de la independencia; en ambos, el proletariado debía dejarse machacar. En el universo leninista Lenin es la Virgen María; la clase obrera de la que hablan es como la cristiandad. Un chiíta del leninismo, es decir, un bordiguista, se lamentaba en la web: “¿Si nos quitan la clase obrera, qué nos queda?” En efecto, para los leninistas la clase obrera tiene una función ritual, terapéutica si se quiere, psicológica. Es un ente ideal, una abstracción, en nombre de la cual ha de tomarse el poder.

No es que no exista, es que nunca ha existido. Inventada por Lenin a partir del modelo ruso de 1917, una clase obrera minoritaria en un país feudal de población eminentemente campesina asequible a una dirección exterior compuesta por intelectuales organizados como partido, no es precisamente algo que veamos todos los días.

Pertenece a un pasado caduco. Es un ideal utópico, antihistórico. Sin bromas, la secta trotsquista posadista creyó haberla encontrado entre los extraterrestres de una galaxia lejana desde donde enviaban a La Tierra platillos volantes con mensajes socialistas. Los mensajes de los ovnis debieron cundir porque el proletariado leninista aparece en toda sopa planetaria; según la prensa leninista su epifanía puede suceder en cualquier acontecimiento, por ejemplo, en la guerra civil de Irak, en las movilizaciones de estudiantes franceses, o en la constitución de una “izquierda” sindical, aunque lo más frecuente sea en los conflictos laborales.

Como no hay historia para el leninismo después de la toma del Palacio de Invierno, desde la Revolución Rusa parece que no hayan habido ni derrotas ni victorias significativas, a lo sumo algún traspiés dentro de una línea evolutiva invariable que conduce a una clase obrera impoluta, esperando a los curas de la iglesia, sus líderes, miembros por derecho del “partido”. Porque el verdadero sujeto histórico para los leninistas no es la clase sino el partido. El partido es el criterio absoluto de la verdad, que no existe por sí misma sino dentro de él, en las sagradas escrituras correctamente interpretadas. Dentro de el partido, la salvación; fuera, la condenación eterna. Ese vanguardismo alucinado es el rasgo más antiproletario del leninismo puesto que la idea de partido único mesiánico es ajena a Marx; proviene de la burguesía masona y carbonaria.

Marx llamaba partido al conjunto de fuerzas que luchaban por la autoorganización de la clase obrera, no a una organización autoritaria, luminada, exclusiva y jerarquizada. Es revelador que los leninistas vean hoy los intereses económicos particulares como intereses de clase, cuando ya no lo son, y que, en los setenta, cuando lo eran, los trataban como asuntos sindicales, “tradeunionistas”. La diferencia radica en que entonces el proletariado luchaba a su modo, con sus propias armas, las asambleas. Eso es lo que transformaba la reivindicación parcial en exigencia de clase.

Pero los leninistas desprecian las formas realmente proletarias de organización y de lucha: las asambleas, los comités elegidos y revocables, el mandato imperativo, la autodefensa, las coordinadoras, los consejos... Y las desprecian porque en tanto que formas de poder obrero ignoran los partidos y disuelven al Estado, incluido al Estado “proletario”.

Por eso han ocultado tanto como los medios de comunicación la existencia del Movimiento Asambleario durante los setenta, porque son enemigos de una clase obrera real que no se parece en nada a la suya y odian por razones evidentes sus formas organizativas específicas. Al contrario de Marx, para los leninistas el ser no determina la conciencia, por lo que hay que inculcarla mediante el apostolado de los líderes. Los obreros no pueden alcanzar, según Lenin, más que una conciencia sindicalera y deben plegarse al papel de simples ejecutantes; los sindicatos que los encuadran y controlan son por lo tanto la correa de transmisión del partido. Eso no es óbice para que los leninistas alaben las asambleas y los consejos si ello les permite ejercer alguna influencia y reclutar adeptos. Durante los setenta llegaron a apoyarlas pero tan pronto como se sintieron fuertes las traicionaron, tal como, salvando las diferencias, hizo Lenin con los Soviets.

La revista “Living Marxism”, animada por Paul Mattick, lanzaba la consigna de que “la lucha contra el fascismo comienza por la lucha contra el bolchevismo”. Durante la década de los cincuenta el capitalismo de los ejecutivos evolucionaba hacia los modos totalitarios del capitalismo de Estado soviético. Hoy, cuando la clase burocrática comunista se ha convertido al capitalismo y el mundo es arrastrado hacia la dominación fascista por la vía tecnológica, la ideología leninista es residual, polvorienta y museográfica.

No estudia al capitalismo porque éste no es su enemigo, y por supuesto no quiere luchar contra él. Simplemente hace como el ajo, se repite. La labor principal de sus sectas consiste en competir unas con otras señalando “un punto particular que las distingue del movimiento de la clase” (Marx).

La batalla teórica contra los leninistas es pues un combate menor, algo así como dar puntapiés a los muertos vivientes, pero en tanto que armazón primario de nuevas ideologías de la contrarrevolución como el hardt-negrismo no conviene descuidarla, y con este objetivo recordamos algunas banalidades de base acerca del leninismo que cualquiera podrá encontrar en las obras de Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, los consejistas (Pannekoek, Gorter, Rülhe) o los anarquistas (Rocker, Volin, Archinoff). El leninismo a través de Negri y sus acólitos, como antes a través del estalinismo, su forma extremada, efectúa un retorno completo al pensamiento y a los modos de la burguesía, concretamente en la fase globalizadora totalitaria, manifiesto en su defensa del parlamentarismo, de los compromisos políticos, de la telefonía móvil y del espectáculo movimentista.

El negrismo sostiene ideológicamente las fracciones débiles, perdedoras, de la dominación, la burocracia político administrativa, el aparato sindicalista y las clases medias, interesadas en un capitalismo intervenido por el Estado. Pero el leninismo no es diferente. Siempre defendió intereses contrarios al proletariado.

En la Rusia de 1905 no existía una burguesía capaz de lanzarse a la lucha contra el zarismo y la iglesia como futura clase dominante. Esa misión correspondió a los intelectuales rusos, que buscaron el esclarecimiento de sus impulsos nacionalistas en el marxismo y hallaron sus mejores aliados en el campo obrero. El marxismo ruso tomó un aspecto completamente diferente del ortodoxo, puesto que en Rusia el trabajo histórico a cumplir era el de una burguesía demasiado débil: la abolición del absolutismo y la construcción de un capitalismo nacional.

La teoría de Marx, adaptada por Kautsky y Bernstein, identificaba la revolución con el desarrollo de las fuerzas productivas y del Estado democrático correspondiente, lo que favorecía una praxis reformista que aunque podía funcionar en Alemania, no podía en Rusia. Si bien Lenin aceptaba íntegramente el revisionismo socialdemócrata de Marx, sabía que la tarea de los socialdemócratas bolcheviques de derrocar al zarismo no podía llevarse a cabo sin una revolución, para la que se necesitaban mejores fuerzas que las de los liberales rusos.

Una revolución burguesa sin burgueses, y aún en su contra. La revuelta obrera de 1905 dejó al régimen absoluto malherido y la revolución de febrero de 1917 acabó con él. Aunque fue una insurrección obrera y campesina no tenía programa revolucionario ni consignas particulares, por lo que los representantes de la burguesía ocuparon su lugar. La burguesía no supo estar a la altura, mientras el proletariado se instruía políticamente y tomaba conciencia de sus objetivos; en poco tiempo la revolución perdía su carácter burgués y adoptaba un aire decididamente proletario. Durante julio-agosto Lenin aún defendía un régimen burgués con presencia obrera pero viendo el avance de los Soviets o consejos obreros cambió de orientación y lanzó la consigna del poder a los soviets, e incluso llegó a teorizar sobre la extinción del Estado.

Pero la idea de poder horizontal era ajena a Lenin, que había organizado un partido sobre el modelo militar burgués, vertical, centralizado, decidiendo siempre desde arriba, con la dirección y la base fuertemente separadas. Si estaba a favor de los soviets era para intrumentalizarlos y tomar el poder. Su principal función no fue el desarrollo de los soviets, que no tenían cabida en su sistema; fue la conversión del partido bolchevique en aparato burocrático estatal, la introducción del autoritarismo burgués en el ejercicio y la representación del poder.

A los soviets, los protagonistas de la revolución de octubre, en poco tiempo les fue escamoteado su poder por un Estado “proletario” que no supieron destruir. Los bolcheviques combatieron en nombre de “la dictadura del proletariado” el control obrero y la implantación de la revolución en los talleres y las fábricas, y, en general, la manifestación soberana de la voluntad obrera en organismos de democracia directa. En 1920 habían acabado con la revolución proletaria y los soviets ya no eran más que organismos castrados, decorativos. Los últimos bastiones de la revolución, los marinos de Kronstadt y el ejército makhnovista fueron aniquilados más tarde.

Al tiempo que destruían los soviets, los emisarios bolcheviques desembarcaban en Alemania, donde el consejismo había despertado en las masas obreras y los consejos estaban a punto de convertirse en órganos efectivos de poder proletario, para asestar una puñalada por la espalda a la revolución. Por todas partes desacreditaron la consigna de Consejos Obreros y propugnaron la vuelta a los sindicatos corruptos y al partido socialdemócrata. La revolución consejista alemana cayó bajo el peso de la calumnia, la intriga y el aislamiento provocado por los bolcheviques.

Sobre sus cenizas pudo reconstituirse, con la bendición de Lenin, la vieja socialdemocracia y el Estado alemán de posguerra. Lenin no dejó de combatir a los defensores del sistema de consejos cubriéndoles de improperios en el folleto preferido de todos sus seguidores, “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.” Ahí se quitó la máscara. Abrumando con falsedades a los comunistas de izquierda y a los Consejos, Lenin defendía su seudosocialismo panruso, que llevado a la práctica por Stalin se revelaría un nuevo tipo de fascismo. Ni de lejos concebía que la liberación de los oprimidos sólo pudiera efectuarse mediante la destrucción del poder, del terror, del miedo, de la amenaza, de la constricción.

Todo aquél que desee entronizar un orden burgués encontrará las mejores condiciones de hacerlo en la separación absoluta entre masas y dirigentes, vanguardia y clase, partido y sindicatos. Lenin quería una revolución burguesa en Rusia y había formado un partido perfectamente adaptado a la tarea, pero la revolución rusa adquirió carácter obrero y estropeó sus planes. Lenin tuvo que vencer con los soviets para después vencer contra ellos.

El comunismo más la electrificación cedió el paso a la NEP y a los planes quinquenales de Stalin, dando lugar a una nueva forma de capitalismo donde una nueva clase, la burocracia, desempeñaba el papel de la burguesía. Era el capitalismo de Estado. En Europa, las masas obreras fueron frenadas, desanimadas y empujadas a la derrota hasta desmoralizarse y perder la confianza consigo mismas, camino que condujo a la sumisión y al nazismo. Hitler llegó fácilmente al poder porque los dirigentes socialdemócratas y estalinistas habían corrompido tanto al proletariado alemán que éste no reparó en entregarse sin queja. “Fascismo pardo, fascismo rojo” fue el título de un memorable folleto donde Otto Rülhe mostraba que el fascismo estalinista de ayer era simplemente el leninismo de anteayer. En él nos hemos inspirado para titular nuestro artículo.

Los paralelismos con la situación española de 1970-78 son obvios. Por un lado, el partido comunista oficial, estalinista, defendía una alianza con los sectores de la clase dominante que forzara una conversión democrática del régimen franquista. Su fuerza provenía principalmente de la manipulación de movimiento obrero, al que pretendía encuadrar dentro del aparato sindical fascista. Todos los procedimientos leninistas para impedir la autoorganización obrera fueron utilizados fielmente por el PCE.

Los partidos izquierdistas, nacidos principalmente de la explosión del FLP, de escisiones del PCE y del Frente Obrero de ETA, no actuaron de otro modo. Todos atacaban al PCE por no ser suficientemente leninista y no perseguir, como Lenin, una revolución burguesa en nombre de la clase obrera. Le disputaban la dirección de Comisiones Obreras, trabajo inútil porque en 1970 Comisiones ya no era ningún movimiento social, sino la organización de los estalinistas y simpatizantes en las fábricas. Para conquistar posiciones hicieron concesiones a las genuinas formas obreras de lucha, las asambleas, pero nunca las fomentaron.

Tras los sucesos de Vitoria del 3 de marzo de 1976 las diferencias con el PCE se desvanecieron y le siguieron en su política de compromisos. Se presentaron a elecciones, cosechando el más rotundo de los fracasos. Desaparecieron dejando un rastro de pequeñas sectas, pero su suicidio político fue también el del PCE, que a partir de 1980 se transformó en un partido testimonial, de ideología variable, sostenido sólo por algunos fragmentos proletarizados de la mediana y pequeña burguesía.

Unas cuantas verdades podemos aprender de la crítica clásica del leninismo en la que nos hemos basado. Que los fundamentos de la acción que incline la balanza social del lado contrario al capitalismo no se encontrarán con los métodos de organización del tipo sindicatos o partidos, ni en los parlamentos, ni en las instituciones estatales, ni en los centros comprometidos con cualquier aspecto de la dominación. Que las masas oprimidas se hallan aisladas y dispersas, sin amigos. Que los activistas han de poner por encima de todo la capacidad de asociación, el fortalecimiento de la voluntad de acción y el desarrollo de la conciencia crítica, incluso por encima de los intereses inmediatos. Que las masas han de escoger entre tener miedo o darlo.

Miguel Amorós
3 de diciembre de 2006.

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Sor-pren-den-te
Por quedé anonadado... - Monday, Dec. 11, 2006 at 12:42 AM

Es increible qeu se puedan estas cosas, increible...
Será real? Realmente hay gente capáz de decir estas cosas?

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menos mal..
Por vicente - Monday, Dec. 11, 2006 at 1:05 AM


menos mal que los que militamos de verdad aprendemos algo de historia de la revolucion rusa en libros y no en indy (sin desacreitar a indy).. este salame dice que el leninismo es fascista.. yo le digo una sola palabra: STALIN..
otra mas.. no tenes idea de como vino la mano eh.. porque no agarras los tomos de la historia de la revolucion de febrero y octubre de Trotsky?? o la historia del partido bolchevique de Broue?? lee algo che, sino abstenete de escribir barbaridades en indy, que es un buen lugar para enterarse de cosas..

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impecable
Por el ale - Monday, Dec. 11, 2006 at 2:57 AM

aah, como les duele a algunos la verdad...


se ve que las sectas posbolcheviques son iguales en todo el mundo...

al texto le faltan profundizar algunas cosas, pero basicamente lo que plantea es indiscutible... tal vez por eso todos los intentos de respuesta sean monosilabicos, maniqueos o expresiones de señora indignada de barrio norte...

aceptenlo compañeros, el leninismo es un alma en pena, una esperanza cuasi religiosa en un paraiso que alguna vez parecio posible pero que fue devorado por sus propios guardianes... antes de que el mundo cambiara... y cambiara... y volviera a cambiar... y una vez mas... y luego otra...

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mira si sera porfiado..
Por vicente - Monday, Dec. 11, 2006 at 5:16 AM


a ver muchachos.. eso que a ustedes les hace temblar las piernas, que se llama leninismo, es el compilado teòrico practico del tipo que hizo la primera y ùnica revoluciòn socialista en la historia.. que despues haya aparecido stalin no le quita verdad al hecho de necesitar un partido para transformar la realidad.. sino como se creen que se vence al capitalismo.. horizontales de mierda, se creen que genereando circuitos econòmicos paralelos van a hacerle algo al imperialismo?? porque toda esa charca pseudoideològica que plantean ustedes por fuera del leninismo se va a la mierda cuando comienza a molestarle al capital..
ademas sabes que?? la mala interpretaciòn que, por lo que veo, tenes del leninismo, es similar a la que los detractores del stalinismo usan para argumentar en contra de la construcciòn de partidos.. pero por la razon de que el stalinismo redujo al leninismo a, eso lo concedo, un atado de citas peligrosamente manipulables.. ahora.. de ahi a que toda la pàrvula escèptica y reaccionaria en la cual se basa el horizontalismo, venga a cuestionar y defenestrar de esta manera una de las mas grandes obras de la polìtica del s XX me parece una cuasi inimputable falta de respeto, sobre todo porque tienen tooooodas las posibilidades de profundizar sus estudios, y sin embargo no hacen mas que revolcarse en el lodo del posmodernismo.. chicos chicoooos!!!! dejense de joder si? agarremo lo libro antes de escribir.. y no se olviden que desde 1914 para aca la mundializaciòn del capitalismo marca la era de las revoluciones, porque nada escapa ya al imperio de la ley el valor.. vayan vayan, que mientras ustedes charquean hay quienes construyen herramientas de cambio para todos y no para pequeñisimos intelectuales pedorros..
un beso, como siempre..

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Por Calé - Monday, Dec. 11, 2006 at 10:53 AM


Decir como el articulo que "Lenin quería una revolución burguesa en Rusia" y que "había formado un partido perfectamente adaptado a la tarea, pero la revolución rusa adquirió carácter obrero y estropeó sus planes." Es una falsedad o una ingenuidad. No creo que el autor del articulo lo crea en verdad, quiero creer que es solo parte de una expresion polemica.
Pero el otro lado, decir que la obra de lenin sea una de las "grandes obras de la polìtica del s XX" es tambien una exageracion.
La otra ingenuidad muy grande es decir frases al estilo "que despues haya aparecido stalin" o "yo le digo una sola palabra: STALIN..". Da la sensacion que en muchos de uds el culto a Stalin sigue vivo pero en una forma invertida, una forma donde queda abstraidas las condiciones de emergencia del stalinismo, y donde Stalin como sujeto aislado aparece salvando a los bolcheviques de hoy de toda necesidad de autocritica, porque en defintiiva se reduciria todo los problemas a Stalin, una ignenuidad tan grande como decir que "lenin queria una revolucion burguesa". La presencia total que daban los sovieticos a la figura de stalin uds la mantienen viva pero solo para juzgarla sin abandonar nunca esa falsa perspectiva desde donde la causa del stalinismo no puede ser explicada. El problema que esto es ingenuo, y lleva a una ceguedad teorica sumamente grande. No hay autocritica porque la critica es reducida a un elemento que se lo considera "extranjero" (Sea stalin, sea el contexto) y no ya presente desde el comienzo, en este sentido no puede haber cosa menos dialectica, mas antihegeliana que un planteo asi.

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Perdieron
Por No les gusta Stalin? - Monday, Dec. 11, 2006 at 11:10 AM

O será resentimiento de expopiados.
Stalin fué la respuesta justa a un período de extrema agresión. Su gran obra fué conducir la construcción material del socialismo. Por acaso los troskos saben clavar un clavo?

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no es así.
Por CAZADOR - Monday, Dec. 11, 2006 at 1:38 PM
elfrancotiradorargentino@yahoo.com.ar

Quizá stalin es el resultado de un período de extrema agresión pero dejo la puerta abierta de par en par a la restauración capitalista y al revisionismo , haciendo de la URRS , la potencia imperialista más agresiva de que se tenga data.
Stalin mató a 1300000 militantes del PCUS , que no estaban de acuerdo con su política , inició un culto a su persona , y encerro y mató en los gulaks a un número no determinado de soviéticos , pero que asciende a millones.
No se pueden negar también sus logros en lo refernete a la industria pesada y armamentística , pero de que allí en más haya que considerarlo un mal necesario....
Déjenme de joder.

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muy bueno el artículo de Amorós
Por CICA - Monday, Dec. 11, 2006 at 3:38 PM
cica_web@yahoo.com

Por supuesto que será calumniado, desfigurado y vilipendiado por un gran número de militontos que ni siquiera están dispuestos a plantearse si éste contiene algún tipo de verdad.

O salen los stalinistas a reivindicar a su Koba o salen algunos troscos a repetir una y mil veces que el stalinismo es la traición del verdadero leninismo, que la URSS era un Estado obrero degenerado y las pendejadas de siempre. Pero todos coinciden en la adoración del Fuhrer (Lenin) y en que son unos esclavos mutiliados que como no quieren pensar por si mismos dejan que el Partido lo haga por ellos. ¡Y esta gente tan conservadora habla de revolución!!!!

Tiene razón Amorós en que el leninismo ya no representa un enemigo importante para el proletariado. Antes el leninismo podía ser (y de hecho lo fue) un obstáculo importante para la autoemancipación proletaria, capaz de convertirse en la vanguardia de la contrarrevolución. Actualmente no pasa de organizar algunas sectas (partidos eran los de antes) que juegan un papel recuperador y hasta reaccionario en el movimiento proletario. Pero el protagonismo de las sectas en este caso lo que hace es expresar el reformismo del proletariado. Una vez el proletariado se constituya en sujeto barrerá con estas sectas fácilmente.

Sin embargo me parece que Amorós está centrado más que nada en España, y la situación en Latinoamérica es distinta. Aquí la denuncia y la crítica revolucionaria al leninismo está mucho menos difundida que en los países europeos. La miseria de ideas es muy alta por aquí, y por lo tanto la influencia de la ideología leninista es más alta que en otros lugares del mundo. Esto está relacionado con el desarrollo tardío del capitalismo (lo que hace que el capitalismo de Estado todavia sea visto por el proletariado como una opción progresista, sea bajo la ideología socialista como la nacionalista) como por la menor experiencia de lucha del proletariado latinoamericano.

Por eso me parece que por estos lugares la difusión de la crítica revolucionaria al bolchevismo tiene más importancia que en Europa. En nuestra página pueden hallar varios textos del comunismo de consejos contra la socialdemocracia y su ala radical, el leninismo. Recomiendo la "Carta abierta al camarada Lenin" de Hermann Gorter; de Anton Pannekoek, "Revolución mundial y táctica comunista" y "Lenin filósofo"; de Paul Mattick, "La leyenda de Lenin", "Leon Trotsky", y "Bolchevismo y stalinismo"; y de Helmut Wagner, "Tesis sobre el bolchevismo".

Saludos a todos los que sinceramente desean la abolición de la sociedad de clases.

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paren de mentir, revisionistas hijos de puta!
Por yo - Monday, Dec. 11, 2006 at 10:02 PM

no fue stalin el que dejo la uerta abierta al revisionismo!!!!fueron los putos revisionistas asquerosos, de toda calaña los ciulpables de la restauracion capitalista. stalin cometio errores de indole teorico y practico...pero basta de demonizar a un tipo que logro llevar adelante el socialismo en un paisote que cagoa tiros a los nazis y al toque tenia pleno empleo y desocupacion cero y etc de cosas buenas. tiene cosas pa criticar stalin...pero es el seguidor del leninismo y lo llevo a la practica. aguante lenin carajo!

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El leninismo a la luz de los hechos
Por Leonardo Mir - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 9:48 AM

Cuestionar a Lenin es en política lo mismo que cuestionar a Freud en psicología.

Se puede, claro que se puede. Pero lo que no debe hacer es "tirar el agua con el niño adentro".

Admitamos que tanto Freud como Lenin cometieron errores.
Eso no disminuye, en el caso de Freud, el valor inestimable de sus estudios, por más que, hoy, sostener posiciones freudianas ortodoxas constituiría un anacronismo retrógrado.

Pero en el caso del "leninismo" la cuestión hay que enfocarla de otro modo. Lo esencial del leninismo -y, casualmente, lo que cuestiones los horizontalistas- no son los detalles, sino la esencia del leninismo.

Para dirimir esta cuestión, una buena forma es ver "en vivo y en directo" que pasa cuando hay leninismo o cuando no hay leninismo. El ejemplo más a mano que podemos encontrar en estos dias es la revolución fracasada en Oaxaca.

Acá dejo un artículo de El Militante, no porque acuerde cien por cien con él sino porque las conclusiones que extraen van en el sentido de demostrar la necesidad imperiosa de la existencia de organizaciones "leninistas" para llevar a buen puerto los procesos revolucionarios.

LECCIONES DE OAXACA

La Comuna de Oaxaca ha llegado a su fin, es importante valorar justamente lo acontecido para aprender de ello y señalar los siguientes pasos en la lucha. Sólo de este modo podremos darle continuidad al heroico movimiento oaxaqueño en el conjunto delpaís. El siguiente artículo tiene ese propósito.
( David García (Militante-México) , 07 de Diciembre del 2006 )

Se puede leer la nota completa en
http://argentina.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=2323



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aburrido
Por comunista antibolchevique - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 10:47 AM

los leninistas ni se molestan en investigar lo que se necesita para que una insurreccion proletaria triunfe (o sea, lo que la clase debe hacer), simplemente van al problema de "la dirección revolucionaria".

Esto demuestra no sólo que su teoría de la revolución es simplista, sino que además para ellos el sujeto revolucionario no es la clase, sino el partido.

Si no hay partido revolucionario, no hay revolución. Para que haya revolución, debe haber un partido revolucionario compuesto por "revolucionarios profesionales" a los que "las masas" debemos obedecer, so pena de estropearlo todo con nuestro "horizontalismo". "Las masas" somos demasiado estúpidas como para ir por nosotras mismas más allá del sindicalismo. Necesitamos un Padre/Pastor/Partido que nos guíe hacia la Tierra Prometida.

Esto es lo que piensan los leninistas (se animen a decirlo o no), y para ello se agarran como de un clavo ardiendo del único ejemplo "exitoso" que tienen: la revolución rusa. Donde, ante la incapacidad de la burguesía rusa de encarar el desarrollo capitalista del país, la intelectualidad agrupada en un partido jacobino con base obrera tomó el poder estatal a través de una política que se apoyaba ora en el campesinado, ora en el proletariado. Ese Partido se convirtió en una nueva clase dominante, aniquilando todo lo que había de proletario en la revolución rusa (los soviets, los comités de fábrica) e instauró un capitalismo de Estado/Partido pintado de rojo.

Los leninistas se niegan a ver esto, que es la verdadera esencia del leninismo, y por eso, al ser ellos superficiales, creen que toda crítica al leninismo es superficial y se concentra solamente en sus aspectos más antidemocráticos. Pero la crítica consejista no denuncia al leninismo como antidemocrático, sino como BURGUÉS. Y esto es lo que los leninistas no quieren entender.

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El consejismo leninista
Por Leonardo Mir - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 11:36 AM

Una concepción no se mide exclusivamente por sus resultados. Ni por los positivos -toma del poder en Rusia- ni por los negativos -degeneración estalinista-.

No hay que caer en facilismos. La concepción leninista es la que se extrae de los hechos históricos. Admitamos hipotéticamente que existiera algo llamado "leninismo burgués". Tal concepción no sería otra que la que reconoce que en todas las acciones humanas existen personas que van más rápido que otras, por ejemplo los consejistas antileninistas son una vanguardia en opnerse al leninismo, ergo, son la demostración viva de que la concepción leninista no es una pretención de unos iluminados sino que es un aspecto normal y corriente en todos los procesos históricos (y hasta físicos...).

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Por Cale - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 11:57 AM

La teoria de la vanguardia podia ser aceptable en la epoca de lenin hoy no. Entre 1890 y hasta finales de los 60s muchisimas teorias se basaron en la idea de elites, vanguardias y demas, la ciencia politica las conoce a montones, Mosca, Michels, el propio gramsci esta impregnado de ella en su epoca post-consejista, etc.
Pero todas esas teorias fueron abandonadas precisamente porque ya no son utiles para explicar nada. Si el leninismo no quiere ver esto, porque precisamente constituye el corazon de su teoria, es otro tema.

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Por Cale - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 12:15 PM

Ademas no hace falta ir hasta tiempos tan actuales, vean por ejemplo "el estado y la revolucion" de Lenin, lo que tienen es un modelo que ya engels habia declarado caduco en 1890, es el modelo del marx de 1840 que luego ambos rechazan.
Es cierta la defensa revolucionaria que hace Lenin frente al revisionismo, pero es falsa la doctrina de la revolucion que expone.

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mas alla de las chicanas de L Mir
Por comunista antibolchevique - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 2:11 PM

una concepcion no se mide SÓLO por los resultados. ya en los mismos postulados del leninismo podía verse su caracter jacobino-burgués.

y ese caracter fue criticado desde el principio tanto por Rosa Luxemburgo en "Problemas de organización de la socialdemocracia rusa" como por el mismo Trotsky en "Informe de la delegación siberiana".

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El comunismo es necesariamente fachista
Por Juanchojuancho... tazo - Tuesday, Dec. 12, 2006 at 2:24 PM

El comunismo, modelo ideológico supresor del individuo, es necesariamente fachista y autoritario no?

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