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Comunidad Plácido Puel: el botín deseado por inmobiliarias y prestadores turísticos
Por Manuel Lonkopan ((i)) - Monday, Feb. 19, 2007 at 11:46 PM
mapukimvn@yahoo.com.ar


“Nosotros nacimos todos aquí, allá donde hoy está el municipio estaba el cementerio donde está sepultado mi padre y mis abuelos. En todos estos lugares estaba nuestra familia. Me da mucha tristeza ver cómo rompen todo sin respetar”, señala Ema Puel –69 años- lonko de la comunidad Plácido Puel de Villa Pehuenia. Recuerda además, con admirable facilidad, dónde cada uno de sus abuelos, tíos y vecinos vivían antes de la llegada de los winka y cómo vio impotente la expulsión de su tierra. Hoy es ella quien sufre el asedio en el patio de su casa por parte de Carlos Alberto Garcés, abogado de Buenos Aires que pretende construir un local de comida.




Villa Pehuenia se fundó hace 17 años y recién cumplió dos años como municipio, a pesar de su juventud es reconocida en toda Argentina y uno de los puntos turísticos neuquinos más visitados en los últimos años. Entre sus bondades se encuentran los lagos Aluminé y Moquehue, frondosas montañas cordilleranas de más de 1.200 metros que deleitan a numerosos visitantes, y desde hace 7 años su principal atracción es el centro de ski Batea Mahuiza, administrado por la comunidad mapuche Puel. Sin embargo entre tanta publicidad que tiene esta localidad se esconde la expulsión sistemática que sufren las familias mapuches de la ribera de los lagos por parte de privados y de los gobiernos municipal y provincial.

A la comunidad Plácido Puel le queda sólo una península – lote 38 y 39 - de todo un lado de la costa del lago Aluminé que manejó históricamente como campos de invernada. Su situación cambió drásticamente con la llegada de pobladores externos que comenzaron a adueñarse de las tierras y a explotarla construyendo camping, cabañas, modernos hoteles y casas de descanso de familias pudientes de otras provincias, principalmente de Buenos Aires.

“Hace poco – el 21 de diciembre 2006 – comenzó otro lío en el lote 39, donde vive mi mamá, que es lonko de la comunidad. Ahí empezó a construir Garcés, dice que le compró esa tierra el municipio”, cuenta María del Carmen Puel, werken de la comunidad Plácido Puel. En una natural reacción de defensa, las cinco familias que forman esta comunidad decidieron pararse en el lugar de la obra e impedir que se siga con la construcción. Como resultado de la acción tanto la lonko como su hijo Raúl, quien es además inan lonko – segundo jefe-, fueron acusados de usurpación por el supuesto dueño, aunque hasta ahora no han recibido notificación ni citación a comparecer ante la Justicia. La acción de la comunidad no duró más de una semana, los propios vecinos winka de la Villa, encabezados por el Municipio, se encargaron del desalojo. "Un día sábado apareció mucha gente alambrando el lugar, fue como una toma urgente y nosotros los fuimos a parar”, relata la werken.

Los comuneros acusan enfáticamente a los facultativos del municipio, quienes según María, idearon la acción. “En esa semana tuvieron una reunión gente del municipio, comerciantes y gente que está a favor de la expulsión de nuestra comunidad del lago”. En el desalojo extrañamente no participó la policía, sin embargo en la actualidad son más que habituales las rondas por el lugar donde se construye el local del doctor Garcés.

“Éramos sólo 12 personas y ellos eran más de 80, todos los trabajadores del municipio. Los únicos que faltaban eran el intendente Mauro Del Castillo MPN y el capataz. Nos rompieron todo, golpearon a la gente, a mi mamá, a las nenas que estaban en la carpa las sacaron a la rastra, golpearon a mi hija que tiene tres meses de embarazo, a una niña que estaba recién operada”, denuncia.

Pasada la represión la Confederación Mapuche Neuquina (CMN) se hizo eco de los hechos, lo que la obligó a encabezar una negociación con el municipio para frenar cualquier construcción, ya sea de servicios públicos o privados, en los lotes 38 y 39. El objetivo se logró, pero al parecer de forma demasiado precaria como la hoja de cuaderno que exhibe el inan lonko donde están plasmadas las firmas del Director de Tierras del municipio de Villa Pehuenia, Jorge Ayala, un representante del intendente Del Castillo, un representante del Concejo Deliberante, el werken de la CMN, Florentino Nahuel y los miembros de la comunidad. Pese a todo lo anterior en la actualidad nadie respeta dicho acuerdo excepto los comuneros.

“Después del 21 –diciembre 2006- acordamos una reunión, sin embargo ni el intendente ni el Secretario de Producción del municipio llegaron. A los días el intendente se comunicó con nosotros para decirnos que estaría de nuestro lado mientras que renunciemos a nuestra tierra”, relata la werken entre risas. Ellos se negaron a tal petición, incluso cambiaron la propuesta del intendente, ofrecieron presentar un croquis para limitar las construcciones. “Si ellos aceptan indemnizar por esas tierras donde ya se está construyendo nosotros estamos dispuestos a negociar, pero no aceptaremos más construcciones ni entregaremos la costa como ellos pretenden”, destaca. Hasta la fecha no han tenido respuesta.

La belleza de la península que defiende la comunidad Plácido Puel es –sin desmerecer otros lugares- un paraíso: gran extensión de playa, uno de los pocos lugares que preserva árboles nativos y los milenarios pehuenes, que se imponen en un paisaje mágico hoy amenazado por la ambición.

Consultado uno de los trabajadores de Garcés, afirmó tener estrictas instrucciones de continuar con la obra hasta terminado el edificio. Causa curiosidad no encontrar un sólo trabajador de la zona, aunque según el mismo albañil los lugareños “son muy vagos”. Unos cuantos llegaron desde la ciudad de Buenos Aires pero la mayoría son paraguayos quienes se instalan en la Villa hasta terminar las viviendas. “Acá hay que rendir sino te cambian de una semana a la otra. Perdimos mucho tiempo porque los indios no quieren que trabajemos”, responde al preguntársele sobre el conflicto.




Cuando ellos llegaron

El primer intento de crear la Villa fue a finales de la década del 60, luego de un voraz incendio que consumió una parte del borde costero, el lote 40, lugar que hoy está forestado con exóticos pinos insigne. “El quemado” bautizaron los pobladores al lugar, ahí se inicia el conflicto según María. “El gobierno provincial Felipe Sapag (MPN) estaba al frente de la provincia – nos iba a quitar todo ese lote, esa fue la primera vez que fueron a Neuquén a reclamar esas tierra”, señala.

Toda la comunidad aportó para realizar tal viaje. “Me acuerdo que mi fina-abuela hizo dos matrones para aportar”. Al llegar a Neuquén el gobernador se negaba a darle audiencia: “Después de muchos días al final recibió a la gente y, según contaba mi tío Plácido Puel, Felipe Sapag le dijo que le quitó la tierra porque los indios no saben trabajar”, recuerda María.

Así, tras una ardua lucha, finalmente los comuneros lograron retener por un tiempo más el codiciado lote 40. Pero al fallecer el lonko Olegario Puel, su sucesor, Vicente Puel, presionado por los gobernantes y miembros de la naciente Villa Pehuenia, entregó ese lote junto al 36 y el 37 e hizo un acuerdo – sin el conocimiento del resto de la comunidad - para permitir que se levanten las Villa Unión y la Italia, ubicadas al este del lago Aluminé. “En ese convenio aparece sólo la firma del lonko”, denuncia la werken.

Después de consumados los acuerdos e iniciadas las construcciones de cabañas, la ambición no tuvo limite, avanzó también sobre el lote 38 y 39, epicentro del conflicto actual. “Estas tierras nosotros las usábamos para invernada y veranada al lado arriba de la ruta, porque acá nieva mucho y es casi imposible vivir en invierno. Teníamos bien organizado, así podíamos mantener la tierra y la pastura, no como ahora que vemos la naturaleza toda destruida, antiguamente era todo virgen acá”, contempla María.

Cuando en 1978 las dictaduras argentina y chilena se desafiaban a un enfrentamiento bélico, los militares hicieron más accesible las rutas a la villa. Además de la campaña de preparación de terreno para tal enfrentamiento, lotearon todo el borde de los lago Aluminé y Moquehue. Esto fue la sentencia final para la llegada de los winka: “Yo tenía 17 años, los militares vinieron, hicieron camino, rompieron todo, dijeron que sólo iban a dar vuelta en la península para ir a mirar el campo. Después dijeron que esto sería Villa Pehuenia, pero no hay convenio ni nadie firmó para lotear y para que se haga la villa”, enfatiza.

Uno de los primeros en instalarse fue Cirilo De Gregorio oriundo de Mar del Plata. Según la historia este señor llegó consiguiendo una casa para poner un negocio durante el período de verano, así fue como la familia Catalán le concedió su vivienda de invernada a la orilla del lago durante este tiempo, sin conocer la real intención de De Gregorio, quien al segundo año se negó a dejar el lugar. En la actualidad se emplaza allí el autocamping Don Cirilo, que acapara gran cantidad de visitantes.

Otra historia similar es la de Horacio Vitali, obrero de un aserradero de explotación del pehuén, también llegado de Buenos Aires. Según cuenta la gente él fue el primero en alambrar del lado donde hoy se forja la Villa.

Así se tejen innumerables historias de expulsión y posesión de tierras, que parecerían una práctica colonial ya erradica si no sucediera hoy en Neuquén y en la Argentina.


Los nuevos habitantes

“Es bastante discriminadora”, dice María. “Acá no tengo amigos más que mi familia, no nos hablan y cuando vienen lo hacen para reclamar que nuestros animales les hacen daño, de repente, de puro gusto, aperrean los animales. Usan esos mismos perros para salir de caza en la montaña, de jauría, para comer terneros y cazar pumas.”

Aquellos ‘pioneros’ y sus descendientes hoy continúan con las mismas prácticas para adueñarse de los terrenos. Esto se refleja en el intento de desalojo que sufrió la familia Puel en 1996, cuando el mismo Raúl De Gregorio encabezó una acción para adueñarse del lote 38, donde en la actualidad la comunidad administra un camping. “Cuando falleció mi tío Plácido Puel, el 15 de diciembre –1995-, yo me vine a vivir acá y el 2 de enero de 1996 vinieron a desalojar. Destruyeron todo lo que yo había construido. En ese entonces Villa Pehuenia era Comisión de Fomento y el jefe era Raúl De Gregorio, quien mandó a todos sus obreros a desalambrar y después hicieron la Fiesta del Lago acá, que me destruyeron todo, cortaron con motosierra los manzanos, ciruelos antiguos que habían, de puro gusto”, recuerda María.

La justicia brilla por su ausencia en estos casos y el motivo no parece ser justamente lo apartado del lugar. “Las denuncias no prosperan porque son los mismos jueces, los concejales, quienes tienen cabañas acá”, señala. No causa sorpresa en este marco que la jueza de cámara del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Zapala, Aidée Vázquez de Argüello, tenga su cabaña en la Villa ni que en diciembre - según cuenta María - su hija Helena Argüello haya participado en la represión a la comunidad.

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origenes
Por alejandra castro - Saturday, Feb. 24, 2007 at 1:52 AM
lagocastro@yahoo 42988042

En enero de 2007 estuve con mi familia en villa pehuenia y vi confelicidad como nuesros hermanos de la comundad mapuche estan cuidando esas tierras plenas de vida y belleza ntural.Me alegre tanto de ver que en sus manos estaba su cuidado que ingenuamente ignoré la ambicion desmedida del hombre.Crei protegidas por siempre esas tierras gloriosa y plenas de vida.No puedo más que desearles toda la fuerza de la vida y la naturaleza para que una vez más los amparen en esa lucha,mi compromiso será desde siempre com mi palabra,mi convicción y mi acción de hacer conocido vuestro derecho a las tierras,derecho indiscutible de nuesros mayores originarios y verdaderos padres de la patria autentica : india, morena y del sol.Por ustedes,por mí y por el futuro de nuestros hijos les deseo suerte en la luhca y sabiduría en el camino a seguir.Gracias!!!!!

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