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Natalicio de Manuel Segundo Mañkelef
Por Víctor NAGUIL* / Azkintuwe - Monday, Jun. 04, 2007 at 12:28 AM
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CONSTRUYENDO HISTORIA NACIONAL MAPUCHE

Manuel S. Mañkelef participó en la fundación, el 16 de Agosto de 1910 en Temuko, de la primera organización mapuche contemporánea de carácter sociopolítico: la Sociedad Caupolican Defensora de la Araucanía. Recuperar su legado y honrar su memoria es un ejercicio necesario de hacer como Pueblo. A continuación ofrecemos un pequeño pero valioso trozo de nuestra historia nacional.


Nuestros conocimientos sobre la vida y obra de los principales hombres y mujeres que han dado vida al movimiento mapuche son todavía fragmentarios e incompletos. Esto representa un importante desafío para la construcción de la historia nacional mapuche, puesto que en toda lucha de liberación es el movimiento el que juega un papel central en la edificación nacional. Por ello, desarrollar trabajos de indagación para conocer la vida y trayectoria de sus principales actores constituye una buena oportunidad de aporte concreto para nuestros historiadores y jóvenes estudiantes de Historia. Aquí solo ofrecemos un pequeño, pero valioso trozo de historia nacional.

Para referirse a la infancia y juventud de Manuel Segundo Mañkelef González, lo mejor es rememorar sus propias palabras. En la corta biografía que introduce como preliminar a su texto «Comentarios del pueblo araucano: La Faz social», datada de Temuko, 30 de mayo de 1910, el joven Mañkelef, a la víspera de sus 23 años, escribe:

«Yo, Manuel Segundo Manquilef, nací en la revoltosa comarca de Makewa, en el lugar denominado Mütrenko, el 31 de Mayo de 1887. Mi padre el cacique Fermín Trekamañ Manquilef y mi madre la cautiva chilena Trinidad González, criáronme como hasta la edad de un año, época en que se me entregó a mi abuela paterna. Esta me cuidó como una reliquia de sus esperanzas. Mi abuelita vivía en Pelal, pertenencias actuales del cacique Manquilef, lugar situado a legua y media al S.O. de la estación de Quepe.

Allí en Pelal, en medio de los matorrales, recuerdo frescamente las primeras representaciones de mi infancia. Vestido con un negro chiripan (especie de pantalón), con una mantita listada y con un lindo trarilonko encarnado, corría alegremente tras el numeroso rebaño lanar, conduciendo por las tardes al corral dos o tres corderitos nuevos. ¡Oh! esas primeras representaciones jamás se olvidan y por eso nunca borraré de mi mente la vez primera que mi ayin kuku, amada abuelita, me hizo cantar los lindos amorosos versos, que ella me había enseñado, a la simpática Mecei, indiecita que hoy es machi y pasa por ser la más bella de Pelal.

Tampoco olvidaré la parte activa que tomé en los neikurewen y en los machitun o kamarikun, cuando al son ya del kultrun, ya de la trutruka, ya del klarin, ya del lolkiñ, levantaba alternativamente mis rodillas para bailar el purün, simple baile; el choikepürun, baile del choique; el tregülpurun, baile del queltehue; y cuán agradable era para mi mover la cabeza al compás de los instrumentos para danzar el famoso lonkomeu, baile de la cabeza! Frescos están todavía los ratos agradables que pasé en compañía de varios muchachos de mi edad, cuando pastoreábamos las yeguas y en los momentos de ocio jugábamos al kechukawe y al awarkuden formando una algazara fenomenal. En otras ocasiones avivábamos nuestra pereza organizando un paliñ, juego en donde rivalizábamos en ser los mejores para el mallkotun, pelotear, y para entonar el famoso diálogo diniliyiñ.

La siesta, o sea la hora del meridiano, venía a señalar el término de nuestra jugata para conducir nuestros animales al estero, en donde nosotros rivalizábamos en ser los mejores weyelkantufe, nadadores. Ante todo, réstame decir que todos mis compañeros de juego sabían que era hijo de una chilena y como practicase las costumbres igual y, a veces, mejor que ellos, designáronme con el apodo de Cheuntu, que quiere decir: el que se vuelve gente. De este modo, pues, viene el nombre de Segundo con que también se me bautizó. Tal fue, pues, mi primera educación y crianza.

Permaneciendo una tarde a la orilla del fogón de mi ruka, teniendo a mi abuelita en mi frente y estando yo con mis piernas cruzadas raspando una papa para engullírmela con medkeñ (sal molida con ají), vi repentinamente a una señora con mi padre y que con ansias me contemplaban. La señora me habló y yo corrí a las rodillas de mi abuela sin entender una palabra del idioma que la chiñurra hablaba. Al día siguiente se me condujo a una escuela pagada en donde permanecí tres meses, logrando huir furtivamente, al fin de ese tiempo, a mi tierra. En esta escuela aprendí a articular palabritas chilenas.

A fin de que no huyese más se me llevó a Temuco a la escuela elemental regentada por mi compatriota y actual amigo don Manuel Antonio Neculman. En este establecimiento aprendí a hablar con cierta corrección el idioma; además leía y escribía con notable perfección. Permanecí en la escuela del señor Neculman seis años, pasando después a la superior regentada por don José del Carmen Alvarado. En el año 1900 ingresé a las aulas del Liceo, en donde tuve como profesor de Castellano durante dos años al distinguido escritor y rector del establecimiento don Tomás Guevara. Por consejos y por recomendaciones del visitador de escuelas de Cautín, don Salvador Castañeda, resolví presentarme como aspirante a normalista y el 26 de Diciembre de 1901 rendí examen de admisión en la Escuela Normal de Chillán.

En Chillán permanecí desde Marzo de 1902 hasta el 24 de Diciembre de 1906, época en que recibí mi título como preceptor normalista. Como normalista y como ex-alumno del Liceo de Temuco, llegué a la rectoría de este establecimiento solicitando un puesto y el distinguido pedagogo don Tomás Guevara, con esa amabilidad y esa sinceridad que le distinguen, ofrecióme para mientras el puesto de Escribiente y Bibliotecario. En este puesto pude aprender mucho, Ieía constantemente y muy a menudo consultaba a mi jefe, llegando a adquirir con el Señor Guevara «relaciones de íntima seriedad» (Expresión tomada de un certificado que dio el señor Guevara al autor).

Permanecía ya dos meses en mi puesto, cuando se me nombró, además, Inspector del Curso Práctico. Con estas ocupaciones permanecí todo el año de 1907, retirándome, en seguida, del establecimiento por haberse suprimido el Curso Práctico. El año de 1908 fui profesor del idioma mapuche en el Internado Araucano que sostiene la misión inglesa en Quepe. Una vez vuelto a Temuco, algunos colegios particulares honráronme con su confianza, contándome entre sus profesores. Entre estos establecimientos está el Instituto Alemán-Chileno en donde se implanta la co-educación, y el de señoritas denominado Colegio Santa Filomena. Estando aun en Quepe recibí en Marzo de 1909 la trascripción del nombramiento que se me hacía como profesor de Gimnasia y de Caligrafía del Liceo de Temuco».

Tres meses después de redactada esta autobiografía, Mañkelef participa en la fundación, el 16 de Agosto de 1910, en Temuko, de la primera organización mapuche contemporánea de caracter sociopolítico: la Sociedad Caupolican Defensora de la Araucanía. También fueron destacados miembros fundadores: Manuel Antonio Nekulmañ, Felipe Reyes, Vicente Kollio, Juan Katrilew, Basilio García, Onofre Kolima, Ramón Lienan y muchos otros. Mañkelef tiene un papel fundamental en las obras de Tomás Guevara Psicología del pueblo araucano (1908), Folklore araucano (1911) y Las últimas familias y costumbres araucanas (1912).

La primera parte de esta última, «Historias de familias», constituye uno de los documentos mapuche más importantes. Como lo reconoce el propio Guevara en la introducción de esta obra, Mañkelef no sólo aportó información sino que arregló a «un lenguaje legible y correcto del idioma araucano» los textos. En esta obra también se destaca la colaboración de otros mapuche que habían adquirido la escritura y dominaban el mapuzugun: Lorenzo Koliman, Ramón Lienan, Kolikew Küzel, Vicente Kollio Payllao, Felipe Reyes Millán y José Segundo Paynemal. En este libro la historia de la familia Mañkelef es relatada y directamente escrita en mapuzugun por Manuel Mañkelef. Como todo kimche, relata la historia de su linaje desde el principio, que le transmitieron su padre y sus abuelos:

«Tüfeychi lleqlu tüfachi trokiñ che ta Wirkañ pigefuy, kuyfi awkan che fel, kuyfi lleqlu pu logko ñi gülam nielu, chumgechi ñi felen ta che tüfeychi siglo XIX. Wünelu mülefuy, Rüpükura pigechi mapu mew, Chollcholl püle, feymew tuwfuy...»

En 1911 Mañkelef publica en los Anales de la Universidad de Chile el texto «Comentarios del Pueblo Araucano: La faz social», ganador de un concurso literario conmemorativo del centenario de la República de Chile. En 1914 publica en la misma revista su «Gimnasia Nacional». Ambos son textos bilingües en los que Mañkelef realiza una detallada descripción de las actividades cotidianas en una reducción mapuche, incluyendo aspectos sociales, económicos y deportivos. El mismo año publica, siempre en los Anales de la Universidad de Chile, «Canciones de Arauco», una traducción al mapuzugun de poesías de Samuel A. Lillo.

En 1915 publica en Temuko, por cuenta propia, su libro Tierras de Arauco, cuando tiene sólo 28 años de edad. La obra es una apasionada defensa y dignificación del pueblo mapuche. Con orgullo rememora la lucha contra los españoles, que dará la libertad y la independencia al pueblo mapuche:

«La mitad de la sangre araucana se derramó para regar el árbol de la libertad que cobijó la otra mitad. […] Al hierro de los conquistadores opusieron los indios sus lanzas, al acero sus pechos, a la dominación su sangre altiva. De esa lucha franca, aunque desigual, conservaron una independencia que bien merecían».

Si bien Mañkelef da prueba de una relativa indulgencia para con el conquistador español («quizo conquistar a Arauco, no lo consiguió, y si algunas crueldades se cometieron, no hay por qué criticarlas a un conquistador. Las leyes de la conquista son duras y crueles siempre…»), el tono cambia cuando se refiere al periodo republicano: «El Gobierno de Chile violó tratados, promesas. Hizo pedazos la Constitución declarando la guerra a Arauco en la forma más insidiosa y ruin que jamás una nación lo hiciera. Lo pervirtió hasta matar en parte sus energías y hoy eleva estatuas a esos conquistadores que a fuerza de propagar vicios, le permitió quitar tierras, animales y lo que es más, la vida a una nación».

Y prosigue con el detalle, gracias a los testimonios directos que recopila, puesto que «vive aun mucha gente testigos de la felonía de esos famosos pacificadores de Arauco»:

«Pasaba el asistente del general y salía un quiltro de una ruka, [partía entonces] a avisarle al general que los indios se habían sublevado y tras ello el castigo y el arrebato de miles de sus animales, que iban a incrementar la fortuna de esos pacificadores. En todas las plazas existía un corral anexo donde se marcaban toda la noche los animales conquistados en el día. Reclamaba el indio, se le negaba fueran sus animales los recién marcados, y se le ahuyentaba diciéndole que eran unos ladrones, que le querían robar los animales a su general. Veían una indiecita de buen aspecto, la violaban, y si su marido o padre reclamaba, se le daba una zurra de palos, y si venía con algunos parientes, se les mataba porque se habían sublevado».

La conclusión es sin apelación: «La conducta de Chile […] fue cien veces peor que la de los conquistadores españoles. Sin embargo, el Estado ha querido aparecer ante otras naciones como protector de los indios, y como el único país de América que ha sabido respetar los derechos de los naturales. Esto es un sarcasmo que podéis deducir de la forma como ha querido evidenciar su protección».

Mañkelef ejerce como Profesor del Liceo de Hombres de Temuko desde 1906 a 1926; en este último año y en momentos que también preside la Sociedad Caupolican, fue elegido diputado por el Partido Liberal para el periodo 1926-1930 por la Vigésimoprimera Circunscripción Departamental «Llayma, Imperial y Temuko»; ejerció como diputado reemplazante en la Comisión Permanente de Educación Pública e integró la Comisión Permanente de Agricultura y Colonización.

El año 1926 cuando asume como diputado patrocina una la ley de división de las comunidades mapuche, lo cual le significo recibir la fuerte oposición de otros sectores mapuche, como la Federación Araucana de Manuel Aburto Panguilef. El 1930 fue reelecto diputado por la misma Circunscripción Departamental, y continuó integrando la Comisión Permanente de Agricultura y Colonización. El movimiento revolucionario que estalló el 4 de junio de 1932, decretó, el día 6, la disolución de este Congreso. Después de ejercer como Gobernador de Lautaro de 1936 a 1937, en el gobierno de Arturo Alessandri Palma, se reincorpora al magisterio. Ejerce como profesor del Liceo de Hombres de La Unión, de 1939 a 1940, año en que renunció por razones de salud.

Dentro de su intensa vida pública Mañkelef además fue presidente de la Sociedad de Protección Mutua de Temuko, socio del Rotary Club de Temuko, del Hogar Infantil Masculino, y de Gota de Leche. También fue Voluntario de la 1ª Compañía de Bomberos de Temuko, fundador de la Corporación Araucana y de los Boys Scouts de Kaqtün y de Liga de Estudiantes Pobres de Temuko, así como miembro de la Sociedad de Estudios Indígenas de la misma ciudad. Se casó con Carolina Rossat Valleta, matrimonio del cual nacieron cinco hijos. Manuel Segundo Mañkelef González nació el 31 de mayo de 1887 y falleció el 12 de junio de 1950 / Azkintuwe

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