Julio López
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Habla la Coordinadora Arauco-Malleco, CAM
Por reenvío la fogata - Wednesday, Jun. 06, 2007 at 10:17 AM

(Nota producida antes de las últimas detenciones) La Coordinadora de Comunidades Mapuche en Conflicto Arauco-Malleco optó por no tener más voceros públicos, desde que el año pasado detuvieron a quienes desempeñaban ese rol, José Huenchunao y Angélica Ñancupil. Por eso, quien accede a esta entrevista se identifica solamente con un seudónimo, "José Llanquilef". Le interesa mostrar lo que realmente son, más allá de la deformación y descalificaciones del discurso oficial. Insiste en la seriedad de su lucha, que definen de liberación nacional. Se proponen reconstruir la autonomía del pueblo-nación mapuche, lo que no necesariamente coincide con las fronteras del país Chile, nacido como tal mucho después que este pueblo originario. Se definen tajantemente como anticapitalistas y antimperialistas.


"La bandera chilena no nos representa"
Patricia Bravo
Punto final
La Fogata



Están por cambios de fondo. Hay algo de altivez en la forma en que se refieren a otras organizaciones y movimientos que luchan por un mundo diferente, desde dentro y fuera de su pueblo. Es que ellos confían, por sobre todo, en sus propias fuerzas y recelan de todo lo que huela a sistémico. "Lo que hacemos tiene que ver con el destino de la nación mapuche y también con el freno a esa tremenda maquinaria que viene del imperialismo yanqui y de la que se cuelgan las oligarquías criollas, dispuestas a cambiar sangre por petróleo, a dominar y controlar. La oligarquía chilena está comprometida con ese proyecto de dominación. Ellos son los que nos van a hacer la guerra y los que definieron la beligerancia con el pueblo mapuche. Por eso, no queremos hacer una apuesta que termine en reformismo, en una mentira, o en más sangre y muertos. Porque eso es sufrir, y estamos contra el sufrimiento. Queremos una vida mejor y para eso hay que hacer bien las cosas", afirma José.
Ustedes hablan de la "judicialización" del conflicto mapuche. ¿Qué significa eso?
"Es la postura que ha asumido el Estado, con un gobierno administrado por la Concertación, como estrategia para contener la lucha del movimiento mapuche. Y esto va acompañado de represión. No es un contexto favorable para expresar públicamente nuestros planteamientos políticos, porque en distintos procesos judiciales han sido utilizados en contra de nuestra gente. En muchos casos, recurrieron a sus dichos en medios de comunicación para justificar la persecución política y el encarcelamiento".
¿Eso significa que la Coordinadora está dando un paso hacia la clandestinidad?
"No es algo que hayamos definido por propia voluntad, pero estamos en un proceso de asumir métodos clandestinos para salvaguardar la integridad de nuestra gente y de nuestra lucha".
¿En la práctica, la Coordinadora Arauco-Malleco ha sido declarada fuera de la ley?
"Exactamente, aunque no ha habido una definición directa de parte del gobierno para declarar que nuestra organización está proscrita. Pero a fines del año pasado se inició un juicio contra gente nuestra por asociación ilícita terrorista, que están llevando adelante los fiscales de Temuco con criterios políticos, como política de Estado. Hace dos o tres años se estaban haciendo investigaciones por asociación ilícita en tribunales de Concepción, Cañete y Collipulli, pero se manejaban en un marco diferente. Ahora, el tribunal de Temuco recogió antecedentes de esos tribunales".
¿Se aplica la Ley Antiterrorista sólo por pertenecer a la CAM o por la supuesta participación en actos asociados a violencia, como enfrentarse a Carabineros o quemar maquinaria de las forestales?
"Creo que hay variables que toman en cuenta nuestros ‘acusadores’. Una, en el marco de la criminalización específica de un hecho. Y otra, en un marco político, protegiendo los intereses del sistema capitalista. Esto se relaciona con el avance que ha habido en el proceso de reconstrucción del pueblo-nación mapuche, donde nosotros hemos hecho experiencias de resistencia y de control de predios que antes eran de las forestales. Eso provoca un cambio de estructura que no responde a la lógica del Estado ni de la transnacionalización. Los predios pasan a ser usufructuados por nosotros. Ese cambio genera una determinada postura de la política represiva. En una actitud ‘preventiva’, se reprime cualquier acto de resistencia o de confrontación, que es inmediatamente criminalizado y judicializado. Y se aplica la Ley Antiterrorista por parte del Estado".

ALIANZAS Y SIMPATIAS

En la prensa se los muestra como el grupo más radical e intransigente dentro del movimiento mapuche, con sesgos militaristas. ¿Han recibido críticas similares de parte de sus pares?
"Si fuéramos militaristas o autoritarios, no creceríamos ni tendríamos lo que hemos logrado".
¿Se relacionan con otros grupos u organizaciones mapuche?
"Nosotros fuimos los que más hicimos esfuerzos de acercamiento a otros sectores. Conversamos con todo el movimiento mapuche, desde los Trauquil, Consejo de Todas las Tierras, Xeng-Xeng, Auquinco... todos. Les ofrecimos condiciones, comida y espacio para conversar todas las veces que quisieran. Y cuando hubo que movilizarse, nos acompañaron los que estuvieron. Pero ellos tenían otra práctica política. No creían posible generar un escenario nuevo de lucha".
¿Y en el plano de las alianzas políticas?
"Alguna gente ha dicho que somos sectarios, pero no es así. Nosotros les decimos a todos que en el terreno de lucha nos vamos a encontrar. En los primeros años, agotamos todas las posibilidades de conversar con grupos y personas en Chile. Conversamos con el EGP, Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con los comunistas, con la SurDA, con el abanico del mirismo, pero no buscando alianzas sino intercambio de visiones. El PC y el EGP han dicho que tienen gente en la Coordinadora, pero no es verdad. Nunca hemos recibido ningún aporte externo, ni en ideas, ni en cuestiones materiales o en plata. Todo lo que hemos hecho ha sido solos y con la idea de construir algo serio y sólido. Pero tampoco somos una isla y, por supuesto que valoramos otras cosas".
Entonces, ¿no hay conexión con la Izquierda?
"No vemos mucha afinidad con las instancias de Izquierda, que son las que más cercanía podrían tener con nosotros por cuestiones ideológico-políticas. No tienen mucho trabajo, expresión ni luchas concretas en las poblaciones o sectores sociales. Nos gustaría verlo, eso sí. A veces nos encontramos con muchachos que se nos meten en las marchas y que tienen una actitud de ir a la violencia por la violencia, a la bronca por la bronca. Eso nada tiene que ver con nosotros. O gente que se quedó pegada en el pasado y se remite a la experiencia de antes.
Apostamos a tener relaciones con gente que realmente nos aporte, porque queremos avanzar y triunfar, como también deseamos que triunfen otros sectores oprimidos".
¿Tienen relaciones con movimientos o sectores fuera de Chile?
"Sí, con organizaciones que consideramos tienen trabajo definido antisistémico, con proyecciones que nos parecen confiables y, sobre todo, dignas. Nos relacionamos con piqueteros de Argentina, por ejemplo, con palestinos y vascos".
¿Y con movimientos indígenas que han alcanzado altos niveles de participación política en sus países a partir de sus reivindicaciones propias, como en Ecuador y Bolivia? ¿Qué piensan de esas experiencias?
"Esas dos experiencias tienen muchos puntos en común, pero no nos sentimos cerca. Cada proceso es muy particular. Respetamos mucho los procesos de Ecuador y Bolivia, que corresponden a su historia de 500 años o más. A diferencia nuestra, ellos tienen una convivencia y multiplicidad de alianzas entre pueblos y nacionalidades originarias. A lo menos, se juntan 15 ó 20 nacionalidades. Nuestra nación mapuche, en cambio, hizo sola su lucha de resistencia, la más larga que conoce la historia de la humanidad. Ni siquiera tuvimos aliados aymara, porque hubo aymaras que apoyaron a los colonizadores. No lo digo en términos peyorativos, pero quienes traicionaron y delataron a Lautaro fueron indígenas del norte. Nunca hubo buena convivencia.
Pero además de esos antecedentes históricos, hay otros elementos puntuales que nos llama la atención en los procesos de nuestros hermanos ecuatorianos y bolivianos. Por un lado, está el cuestionamiento de las estructuras de dominación capitalista. Pensamos que la importantísima fuerza social y política indígena en Ecuador, que contribuyó a ganar la presidencia de la República, deberá demostrar en los próximos dos años si con eso contribuyó a mantener el sistema capitalista, que es enemigo de los pueblos indígenas, o si generó un gobierno que da posibilidades de liberación a esos pueblos para zafarse del yugo capitalista y, en particular, del imperio. Es una enorme disyuntiva que ellos tienen que resolver. Nuestra impresión, de acuerdo con los antecedentes que tenemos, es que Ecuador va a suscribir los planteamientos del imperio en el Plan Colombia y es probable que le dé garantías para establecer bases militares en su territorio. Las recomendaciones del FMI han sido aprobadas, en desmedro de los hermanos indígenas y del pueblo ecuatoriano. Por lo tanto, los resultados pueden ser altamente cuestionables".
¿Y respecto de Bolivia?
"La situación en Bolivia es distinta, a pesar que hay un proceso similar de varias nacionalidades que se unen y conforman una fuerza política con posibilidades de llegar al gobierno. Lo único que nosotros podemos advertir a esos hermanos es que en Chile el pueblo mapuche también formó parte de una alianza social, cultural y política que alcanzó el gobierno en el período de la Unidad Popular. Sabemos que llegar al gobierno no significa alcanzar el poder, ni mucho menos cambiar el capitalismo. En Chile hubo una contrarrevolución y la UP, un proyecto histórico de varias décadas, fue derrotada. Hoy tenemos detenidos desaparecidos mapuche. Y hemos aprendido algunas lecciones. Al mirar nuestra historia, nos damos cuenta que si no se construye una fuerza social, política y material para respaldar y defender las conquistas que se alcanzan, se termina derrotado y cediendo al capitalismo. Por eso, respetamos las experiencias de esos países -y es posible que podamos aprender de ellas-, pero no es el modelo que queremos desarrollar. Los municipios autónomos no son una etapa por la que nos interese transitar en Chile".
¿Se sienten más cercanos de la experiencia zapatista?
"Los hermanos zapatistas sí ejercen un control territorial. Por cierto, muy distinto al que ejercemos acá. Pero también son múltiples nacionalidades que levantan la bandera de México como elemento de unidad de todos los mexicanos e indígenas. Y nosotros rechazamos la bandera chilena, no es un emblema que nos represente".
En el fondo, ustedes están dando una pelea solos. ¿Creen que podrán ganarla?
"Con los sectores políticos no tenemos ninguna alianza, ni estamos haciendo esfuerzos en ese sentido. Es distinto con los sectores sociales. Podemos llegar a importantes relaciones con trabajadores en lucha, con expresiones sindicales y estudiantiles, con sectores de artistas chilenos que han demostrado gran simpatía por nuestra lucha. Con ellos hemos conversado y vamos a seguir conversando. Tenemos muchas relaciones en esos ámbitos. Una cosa son las expresiones sociales y otra, las representaciones políticas, que por lo demás también están en crisis".

CHILE, PAIS ATRASADO

¿A qué atribuyen la simpatía con la causa mapuche, a nivel de la población?
"Esa simpatía y los resultados de encuestas donde el 80% de los chilenos aparece apoyando la causa del pueblo mapuche se generaron con posterioridad al proceso iniciado por la Coordinadora. Nosotros conocemos muy bien la historia del movimiento mapuche de los últimos años. Como decíamos, al comienzo conversamos con múltiples expresiones mapuche que, simplemente, no quisieron embarcarse en las movilizaciones. Por lo tanto, la simpatía es hacia lo que se ha construido desde las comunidades en conflicto, que representan la dignidad de todo nuestro pueblo. En definitiva, estábamos cien veces más solos cinco años atrás, cuando no existía el ‘problema mapuche’ en el país. Hoy, los grandes empresarios de este país y de América dicen que éste es el principal problema en Chile. Además, hay que entender que para los partidos políticos los que no están en sus referencias políticas no existen, o se encuentran absolutamente solos. Pero no es así. A ellos les decimos que se preocupen de levantar sus propios procesos y de construir en el movimiento popular. En el contexto latinoamericano, Chile es considerado el país más conservador y con el movimiento popular más pobre, atrasado y consumista de toda América".
Parece que les molestan las críticas...
"Las tomamos en cuenta, por cierto. Tal vez no se conozca, pero ocurre que nosotros comenzamos este proceso con muy pocas personas y ahora somos muchos. Otro elemento importante es que el 60% a 70% de las personas que están en la Coordinadora no tienen más de 23 años. Ellos van a dirigir el proceso de reconstrucción de nuestro pueblo con otros contenidos y valores. En consecuencia, podríamos aparecer con un grado de aislamiento o soledad en este momento, pero nosotros sabemos lo que estamos formando para el futuro. De aquí van a salir los líderes que podrán cambiar realmente la historia de nuestro país, y de nuestro pueblo en particular. Estamos embarcados en procesos lentos y largos".
Se dice que muchos jóvenes urbanos simpatizan con ustedes.
"A veces se nos acerca gente del movimiento juvenil en Santiago, pero en vez de ayudar nos perjudican. Son grupos de raperos, punk, trashers, hip hop o anarcos que tienden a vernos como una organización de choque. Un ejemplo: si impulsamos una marcha lo hacemos con la idea de avanzar, de que la gente salga con sus niños, se defina y asuma como mapuche. Pero si se meten punks y le tiran un botellazo a un paco, nos reprimen con niños y todo. Eso no nos sirve. Es distinto el caso de grupos de jóvenes y trabajadores que entienden nuestra lucha, comparten el rechazo al capitalismo y están por crear una sociedad más justa, más humana".

"NUESTRA GENTE SE PROTEGE ENTRE SI"

¿Qué piensan de otras organizaciones o movimientos mapuche, como los que dirigen los hermanos Raimán o el alcalde mapuche de Tirúa, Adolfo Millabur?
"Ahora se están moviendo por los derechos humanos, pero no han apoyado ningún proceso y se cuelgan de eso".
Pero ayuda que se muevan por los presos políticos mapuche, ¿o no?
"Sí. El problema es que sacan provecho, lo capitalizan en otro sentido. Millabur terminó siendo funcionario del sistema. Es negativo que se haga una práctica política que valórica e ideológicamente contrarresta la nuestra. Sabemos que Adolfo Millabur sale del país y aparece representando a los mapuche en lucha y diciendo poco menos que si los mapuche tienen que tomar las armas, las van a tomar... O sea, canta la canción que quieren escuchar los grupos de ex exiliados y de quienes apoyan a los zapatistas. Pero aquí no se mueve del municipio, administra las políticas del Estado y trabaja en el Programa Orígenes. Los presos son de la Coordinadora, pero él capitaliza el discurso de los presos y aparece donde hay tribuna. Donde está calientito y seguro".
Pero no todos los presos son de la Coordinadora…
"No todos, pero sí la mayoría. Y la represión se da dentro del proceso de lucha de la Coordinadora. Tenemos alrededor de cuarenta presos".
¿Hay mucho trabajo de inteligencia en torno a ustedes?
"Seguro. Oficial, no oficial y paramilitar".
¿Y cómo se protegen?
"Como en todas las luchas de los pueblos, con muchos ojos, muchos oídos y muchas ganas de defender lo que se construye. Nuestra gente se protege entre sí".
Y tampoco elude las confrontaciones directas.
"La Coordinadora es responsable de un accionar confrontacional con las empresas y el sistema que nos oprime. No se nos antoja actuar así, pero está en el sustrato de las comunidades y corresponde a una estrategia de reconstrucción de nuestro pueblo. Si vemos que la empresa forestal o el usurpador desarrolla beligerancia en contra nuestra, el recurso de la autodefensa es legítimo. No actuamos fuera del radio de acción de nuestras luchas".
¿Cuándo recurren a la autodefensa, concretamente?
"Si queremos controlar un predio, luchamos por él. Y si nos reprimen, en vez de golpear a los represores golpeamos a la empresa, que es la que sostiene la represión. Desde nuestra perspectiva son actos de justicia, pero no tenemos tribuna para validarlos, porque los medios de comunicación se manejan en contra nuestra. Sin embargo, nuestra gente sabe que está bien, en términos emocionales y políticos, y apoya de muchas maneras. Ven, además, que no se trata de hacer daño por el daño, o la acción por la acción, sino que queda un predio a disposición. Un predio que no se va a seguir desertificando, que se va a recomponer. Y al recomponerse esa tierra, se recompone nuestra vida y una filosofía, una cosmovisión, un mundo de justicia. Si nosotros no luchamos con fuerza, no lo vamos a lograr".
Se amenazó con declarar estado de emergencia en algunas zonas mapuche. ¿Cómo piensan enfrentar una eventual mayor represión?
"Nuestras zonas ya están militarizadas. Lo decía un hermano de Ercilla: hay muchos pacos y personal de Investigaciones, muchos guardias y paramilitares de derecha, y mucha inteligencia en el interior de los predios, de los campos, con la mira puesta en las comunidades. A la gente le cuesta moverse de un lado a otro. Si se produce una confrontación, movilizan centenares de efectivos y recursos. Frente a la militarización, somos responsables y consecuentes. No estamos por hacer la guerra. Vamos a priorizar la defensa de la territorialidad y de nuestro objetivo estratégico. Nuestra gente irá dando las definiciones en cada momento"


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Los Mapuche en Chile
Por reenvío la fogata - Wednesday, Jun. 06, 2007 at 10:20 AM


Lo que enseña una resistencia

El pueblo mapuche, su historia, su cultura, sus luchas, han sido cubiertas por un manto de silencio. Las pocas noticias que llegan desde el sur de Chile están casi siempre vinculadas a la represión o a denuncias de "terrorismo" por parte del Estado chileno. Pese al aislamiento social y político, reducidos a una penosa sobrevivencia en las áreas rurales y a empleos precarios y mal pagos en las ciudades, siguen resistiendo a las multinacionales forestales y a las hidroeléctricas, buscan mantener vivas sus tradiciones.

Raúl Zibechi
La Fogata

"Estoy considerado por el Estado chileno un delincuente por defender mi familia y mis tierras", señala Waikilaj Cadim Calfunao, 25 años, miembro de la comunidad Juan Paillalef, en la IX Región, Araucanía, en una breve carta que nos hace llegar desde la Cárcel de Alta Seguridad en Santiago, donde la guardia no nos permitió el ingreso por razones burocráticas. Con escasa diferencia, otros presos mapuche se pronuncian de la misma forma. José Huenchunao, uno de los fundadores de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), detenido el 20 de marzo pasado, fue condenado a diez años por haber participado en la quema de máquinas forestales.

"Las cárceles son un lugar de castigo que el Estado chileno y sus operadores políticos y judiciales han destinado a quienes luchan o representan al pueblo-nación mapuche", escribió Huenchunao el 21 de marzo desde la prisión de Angol . Héctor Llaitul, 37 años, dirigente de la CAM, detenido el 21 de febrero bajo los mismos cargos que Huenchunao, inició una huelga de hambre para denunciar el montaje político-judicial en su contra. La mayor parte de los más de 20 presos mapuche han recurrido a huelga de hambre para denunciar su situación o para exigir el traslado a cárceles cercanas a sus comunidades.

Como casi todos los dirigentes mapuche, Llaitul hace hincapié en el problema de las forestales: "La Forestal Mininco junto a la hidroeléctrica ENDESA, uno de nuestros principales adversarios, han cambiado de política. Ya no se trata del mero uso de la violencia. Están diversificando la represión: estudian las zonas donde funcionan y disponen planes adaptados a cada zona (propaganda, cursos y otros), muchas veces financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo con el fin de crear un círculo de seguridad en torno a sus propiedades. Arman a los campesinos parceleros y a los clubes de caza y pesca para que formen comités de vigilancia (legales en Chile) con los que defenderse de los ‘malos vecinos’. Así intentan aislar a los luchadores" .

"Mi comunidad ha sido fuertemente reprimida puesto que todos los integrantes de mi familia están presos (mamá, papá, hermano, tía, etcétera)", señala Calfunao en su carta, y describe cómo las tierras de su comunidad han sido "robadas" por las forestales y el Ministerio de Obras Públicas, robo avalado por los tribunales que no respetan "nuestro derecho consuetudinario y nuestras costumbres jurídicas". Está acusado de secuestro por haber realizado un corte de ruta, de desórdenes públicos y destrucción de neumáticos de un camión forestal que trasladaba madera de la región mapuche. Cualquier actividad que realicen las comunidades para impedir que las forestales les sigan robando sus tierras, es incluida por el Estado chileno bajo la legislación "antiterrorista" heredada de la dictadura de Augusto Pincohet.

Pasteras en versión chilena

Llegando a Concepción, 500 kilómetros al sur de Santiago, el estrecho valle entre la cordillera andina y el Pacífico, surcado por cultivos frutales que convirtieron a Chile en un importante agroexportador, el paisaje comienza a modificarse abruptamente. Los cultivos forestales envuelven colinas y montes. Las autopistas mudan en caminos que serpentean montaña arriba y se pierden entre los pinos. De improviso, una densa y blanca humareda anuncia una papelera, rodeada siempre de inmensos y extensos cultivos verdes.

Lucio Cuenca, coordinador del Observatorio Latinoamericano de Conflitos Ambientales (OLCA), explica que el sector forestal crece a un ritmo superior al 6 % anual. "Entre 1975 y 1994 los cutivos se incrementaron un 57%", añade. El sector forestal aporta algo más del 10% de las exportaciones; casi la mitad se dirigen a países asiáticos. Algo más de dos millones de hectáreas de plantaciones forestales se concentran entre las regiones V y X, tierras tradicionales de los mapuches. El pino abarca el 75% frente al 17 del eucaliptus. "Pero casi el 60% de la superficie plantada está en manos de tres grupos económicos", asegura Cuenca.

Explicar semejante concentración de la propiedad requiere –como en casi todos los órdenes en este Chile hiper privatizado- echar una mirada a los años 70 y, muy en particular, al régimen de Pinochet. En los 60 y 70 los gobiernos demócratacristinos y socialista implementaron una reforma agraria que devolvió tierras a los mapuche y fomentó la creación de cooperativas campesinas, y el Estado participó activamente en la política forestal tanto en los cutivos como en el desarrollo de la industria.

Cuenca explica lo sucedido bajo Pinochet: "Luego, la dictadura militar realizó una contrarreforma modificando tanto la propiedad como el uso de la tierra. En la segunda mitad de los 70, entre 1976 y 1979, el Estado traspasó a privados sus seis principales empresas del área: Celulosa Arauco, Celulosa Constitución, Forestal Arauco, Inforsa, Masisa y Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, que se vendieron a grupos empresariales a un 78% de su valor".

El pinochetismo marca la diferencia: la industria forestal en Chile está en manos de dos grandes grupos empresarios nacionales, liderados por Anacleto Angelini y Eleodoro Matte. En el resto del continente la industria está en manos de grandes multinacionales europeas o estadounidenses. Es en este punto donde la nacionalidad de los propietarios no tiene la menor relevancia. En Chile, sólo el 7,5% de las plantaciones forestales está en manos de pequeños propietarios, en tanto el 66% pertenece a grandes propietarios que poseen un mínimo de mil hectáreas forestadas. Sólo el Grupo Angelini tiene 765 mil hectáreas, mientras el Grupo Matte supera el medio millón.

"Las regiones donde se desarrolla este lucrativo negocio –sigue Cuenca- se han convertido en las más pobres del país". Mientras Angelini es uno de los seis hombres más ricos de América Latina, en las regiones VIII y IX la pobreza supera el 3%, el índice más alto del país. "Las ganancias no se reparten y nada queda en la región, salvo la sobreexplotación, la contaminación, la pérdida de diversidad biológica y cultural y, por supuesto, la pobreza", remata el coordinador de OLCA.

Para los mapuche la expansión forestal es su muerte como pueblo. Cada año la frontera forestal se expande unas 50 mil hectáreas. Además de verse literalmente ahogados por los cultivos, comienzan a sentir escasez de agua, cambios en la flora y la fauna y la rápida desaparición del bosque nativo. Un informe del Banco Central asegura que en 25 años Chile se quedará sin bosque nativo. Todo indica, no obstante, que la expansión forestal es imparable.

Pese a las denuncias sobre el deterioro ambiental y social, por encima de la resistencia de decenas de comunidades mapuche pero ahora también de pescadores y agricultores, y aún por encima de análisis de organismos estatales que advierten los peligros de seguir desarrollando la industria forestal, para 2018 se duplicará la cantidad de madera disponible en 1995, según informa la Corporación de la Madera. Eso llevará de modo ineluctable a que se abran nuevas plantas de celulosa. Chile externaliza una serie de costos (laborales y ambientales) que le permiten producir la tonelada de celulosa a sólo 222 dólares, frente a los 344 de Canadá y los 349 de Suecia y Finlandia. Es el único argumento de peso.

El secreto de la resistencia

Es imposible comprender la realidad actual del pueblo mapuche sin remontarse a su historia. A diferencia de los otros grandes pueblos del continente, los mapuche consiguieron imponer su autonomía e independencia a la Corona española durante 260 años. Recién fueron doblegados a fines del siglo XIX por el Estado independiente de Chile. Esta notable excepción marca la historia de un pueblo que, desde muchos puntos de vista, ha acuñado suficientes diferencias con sus semejantes originarios como para impedir generalizar sus historias y realidades.

Se estima que a la llegada de los españoles había un millón de mapuche, concentrados sobre todo en la Araucanía (territorio entre Concepción y Valdivia). Era un pueblo de pescadores, cazadores y recolectores, se alimentaban en base a papa y porotos que cultivaban en claros de bosques, y al piñón de la araucaria, el gigantesco árbol que dominaba la geografía del sur. Aunque eran sedentarios no constituían pueblos; cada familia tenía autonomía territorial. La abundancia de recursos en tierras muy ricas es lo que permitió que existiera "una población muy superior a lo que un sistema económico preagrario podría abastecer", sostiene José Bengoa, el principal historiador del pueblo mapuche .

Esta sociedad de cazadores-guerreros, donde la familia era la única institución social permanente agrupada en torno a caciques o loncos, era bien diferente de las sociedades indígenas que encontraron los españoles en América. Entre 1546 y 1598 los mapuche resistieron con éxito a los españoles. En 1554 Pedro Valdivia, Capitán General de la Conquista, fue derrotado por el cacique Lautaro cerca de Cañete, hecho prisionero y muerto por "haber querido esclavizarnos".

Pese a las epidemias de tifus y viruela, que se cobraron un tercio de la población mapuche, una segunda y otra tercera generación de caciques resistieron con éxito las nuevas embestidas de los colonizadores. En 1598 cambió el curso de la guerra. La superioridad militar de los mapuche, que se convirtieron en grandes jinetes y tenían más caballos que los ejércitos españoles, puso a los conquistadores a la defensiva. Destruyeron todas las ciudades españolas al sur del Bío Bío, entre ellas Valdivia y Villarrica, que recién fue refundada 283 años después luego de la "pacificación de la Araucanía".

Una tensa paz se instaló en la "frontera". El 6 de enero de 1641 se reunieron por primera vez españoles y mapuche en el Parlamento de Quilín: se reconoce la frontera en el Bío Bío y la independencia mapuche, pero éstos dejarían predicar a los misioneros y devolvieron a los prisioneros. El Parlamento de Negrete, en 1726, reguló el comercio que era fuente de conflictos y los mapuche se comprometieron a defender a la Corona española contra los criollos.

¿Cómo explicar esta peculiaridad mapuche? Diversos historiadores y antropólogos, entre ellos Bengoa, coinciden en que "a diferencia de los incas y mexicanos, que poseían gobiernos centralizados y divisiones políticas internas, los mapuches poseían una estructura social no jerarquizada. En la situación mexicana y andina, el conquistador golpeó el centro del poder político y, al conquistarlo, aseguró el dominio del Imperio. En el caso mapuche esto no era posible, ya que su sometimiento pasaba por el de cada una de las miles de familias independientes" . De paso, habría que agregar que el predominio de esta cultura explica también la enorme dificultad con que cuenta el movimiento mapuche para construir organizaciones unitarias y representativas.

Hacia el siglo XVII, influenciada por la Colonia que había difundido la ganadería extensiva, la sociedad mapuche se fue convirtiendo en una economía ganadera mercantil que controlaba uno de los territorios más extensos poseído por un grupo étnico en América del Sur: se habían expandido hacia las pampas y llegaban hasta lo que hoy es la provincia de Buenos Aires. Esta nueva economía fortaleció el papel de los loncos y generó relaciones de subordinación social que los mapuches no habían conocido. "La mayor concentración de ganado en algunos loncos /iy la necesidad de contar con dirigentes que negociaran con el poder colonial, intensificó la jerarquización social y la centralización del poder político", señala el historiador Gabriel Salazar.

La economía minera de la nueva república independiente necesitó, luego de la crisis de 1857, extender la producción agrícola. A partir de 1862 el ejército comenzó a ocupar la Araucanía. Hasta 1881, en que los mapuche fueron definitivamente derrotados, se desató una guerra de exterminio. Tras la derrota los mapuche fueron confinados en "reducciones": de los 10 millones de hectáreas que controlaban pasaron al medio millón, siendo el resto de sus tierras rematadas por el Estado a privados. Así se convirtieron en agricultores pobres forzados a cambiar sus costumbres, formas de producción y normas jurídicas.

¿Quiénes son los salvajes?

Unos cien kilómetros al sur de Concepción, el pequeño pueblo de Cañete es uno de los nudos del conflicto mapuche: en la Navidad de 1553 los mapuche destruyeron el fuerte Tucapel construido por Pedro de Valdivia, y lo ejecutaron. Cinco años después el gran cacique Caupolicán fue llevado a suplicio en la plaza que hoy lleva su nombre, donde se alzan imponentes figuras de madera en homenaje de su pueblo. En esa misma plaza, una mañana lluviosa de abril se concentraron unos 200 mapuche y estudiantes para pedir la libertad de José Huenchunao, dirigente de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco (CAM), detenido semanas atrás como parte de una ofensiva del Estado que llevó a prisión a los principales dirigentes de la Coordiandora, entre ellos Héctor Llaitul y José Llanquileo.

Cuando la marcha se disuelve luego de recorrer cinco cuadras rodeada de un amplio dispositivo antidisturbios, los loncos Jorge y Fernando nos acercan hasta su comunidad. A poca distancia de uno de los tantos pueblos de la zona, en una especie de claro entre los pinos, un puñado de casas precarias forman la comunidad Pablo Quintriqueo, "un indígena españolizado que vivó en esta región hacia el 1800", explica Mari, asistente social mapuche que vive en Concepción. Para sorpresa de quien ha visitado comunidades andinas o mayas, está integrada por apenas siete familias y se formó hace sólo ocho años; la pequeña huerta al fondo de las casas no puede abastecer a más de 30 comuneros.

Haciendo circular un mate, explican. Las familias habían emigrado a Concepción y dejaron los predios de sus ancestros en los que habían nacido y vivido hasta hace una década. Mari se casó con un huinka (blanco), tiene dos hijos y un buen trabajo. Muchos jóvenes, como Héctor Llaitul ahora preso en el penal de Angol, se graduaron en la Universidad de Concepción y luego crearon organizaciones en defensa de sus tierras y comunidades. Cuando las forestales avanzaron sobre sus tierras, retornaron para defenderlas. "En total son 1.600 hectáreas en disputa sólo en esta comunidad", aseguran.

No resulta sencillo comprender la realidad mapuche. El lonco Jorge, 35 años, uno de los más jóvenes del grupo, da una pista al señalar que "el proyecto de reestructuración del pueblo mapuche pasa por recuperar el territorio". De ello puede deducirse que los mapuche viven un período que otros pueblos indígenas del continente atravesaron hace medio siglo, cuando aseguraron la recuperación y el control de tierras y territorios que les habían pertenecido desde que tienen memoria. En segundo lugar, todo indica que la derrota mapuche es aún demasiado cercana (apenas un siglo) frente a los tres o cinco siglos que pasaron desde la irrupción de los españoles o la derrota de Túpac Amaru, según la cronología que se prefiera. La memoria de la pérdida de la independencia mapuche aún está muy fresca, y ese puede ser el motivo de una tendencia que se repite en una y otra conversación: a diferencia de aymaras, quechuas y mayas, los mapuche se colocan en una posición de víctimas que, no por ser justa, resulta incómoda.

José Huenchunao asegura que las comunidades viven una nueva situación por la desesperación existente. Y lanza una advertencia que no parece desmesurada: "Si esta administración política, si los actores de la sociedad civil no toman en cuenta nuestra situación, estamos a las puertas de que los conflictos que se han dado en forma aislada, se reproduzcan con mayor fuerza y de forma más coordinada. Esto puede ser mucho más grave, puede tener un costo mucho mayor para esta sociedad que devolver ciertas cantidades de tierra, que son el mínimo que las comunidades están reclamando" .

Para los chilenos del "más abajo" no resulta evidente que la democracia electoral haya mejorado de sus vidas. "La estrategia política de la Concertación, a lo largo de sus 16 años de gobierno, ha estado orientada por el ‘cambio político y social mínimo" y la ampliación y profundización del capitalismo neoliberal en todas las esferas de la sociedad. La administración concertacionista ha gobernado más al mercado que a la sociedad, acentuando con ello la pésima distribución del ingreso, y llevando a la sociedad chilena a convertirse en la segunda sociedad más desigual –detrás de Brasil- del continente latinoamericano", sostiene el politólogo Gómez Leytón .

Pero hay síntomas claros de que el tiempo de la Concertación se está agotando. Es posible, además, que la apreciación de Huenchunao sea cierta. La larga resistencia del pueblo mapuche no sólo no se ha apagado sino que renace una y otra vez pese a la represión. Sin embargo, en los últimos años al sur del Bío Bío no son sólo los mapuche los que resisten el modelo neoliberal salvaje. Los pescadores artesanales de Mehuin y los agricultores que ven contaminadas sus aguas ya han realizado varias protestas. A principios de mayo los Carabineros dieron muerte a un obrero forestal, Rodrigo Cisternas, que participaba en una huelga por aumento de salarios.

Quizá este hecho represente el comienzo del fin de la Concertación. Durante más de 40 días, los obreros de Bosques Arauco, propiedad del Grupo Angelini ubicada en la región Bío Bío, realizaron una huelga a la que se sumaron los tres sindicatos que representan a siete mil trabajadores. Como la empresa había acumulado ganancias del 40% los obreros reclamaron un aumento de salarios de similar porcentaje. Luego de largas e inútiles negociaciones volvieron a la huelga. Rodearon la planta donde la empresa había concentrado sus tres turnos para desbaratar la huelga. "Al ver que Carabineros se divertían destruyendo sus vehículos, se defendieron usando maquinaria pesada, ante lo cual las fuerzas de Carabineros asesinaron a balazos a uno de los huelguistas y dejaron a otros gravemente heridos", señala un comunicado del Movimiento por la Asamblea del Pueblo .

En los últimos meses, el gobierno de Michelle Bachelet ha abierto demasiados frentes. Al conflicto con el pueblo mapuche se suma la protesta estudiantil contra la ley de educación que el año pasado provocó manifestaciones de cientos de miles de jóvenes. A comienzos de este año se desató un conflicto aún no resuelto a raíz de la reestructuración del transporte público en Santiago, ya que la puesta en marcha del Transantiago perjudica a los sectores populares. Ahora se suma la muerte de un obrero en una región caliente. Es posible que, como ya sucedió en otros países de la región, la población chilena haya comenzado a dar vuelta la página del neoliberalismo salvaje.

La democracia contra los mapuche

Un ministro de Pinochet se ufanaba diciendo que "en Chile no hay indígenas, son todos chilenos". En consecuencia la dictadura dictó decretos para terminar con las excepciones legales hacia los mapuche e introducir el concepto de propiedad individual de sus tierras. Pero "al privarse al pueblo mapuche de su reconocimiento como tal, la identidad étnica se reforzó", apunta Gabriel Salazar, reciente ganador del Premio Nacional de Historia.

A comienzos de los 80 se registró una "explosión social" del pueblo mapuche en respuesta a los decretos de 1979 que permitieron la división de más 460 mil hectáreas de tierras indígenas. "La división –apunta Salazar- no respetó espacios que siempre se consideraron comunes y que eran fundamentales para la reproducción material y cultural del pueblo mapuche, tales como áreas destinadas a bosques, pastizales y ceremonias religiosas. El aumento de la población, unido a lo reducido de su territorio, contribuyó a ‘vaciar’ las comunidades de su gente y su cultura".

La democracia tampoco fue generosa con el pueblo mapuche. Si la dictadura quería terminar con ellos, apostando a su conversión de indios en campesinos, con del gobierno de la Concertación (a partir de 1990) se abrieron nuevas expectativas. El presidente Patricio Aylwin generó espacios y comprometió su apoyo a una ley que se debatió en el Parlamento. Sin embargo, a diferencia de los sucedido en otros países del continente, en 1992 el Parlamento rechazó el convenio 169 de la OIT y el reconocimiento constitucional de los mapuches como pueblo, tal como promovían las Naciones Unidas.

Actualmente "el mundo indígena rural es parte constituyente de la pobreza estructural de Chile", asegura Salazar. En 1960 cada familia mapuche tenía un promedio de 9,2 hectáreas aunque el Estado sostenía que necesitaban 50 hectáreas para vivir "dignamente". Entre 1979 y 1986 a cada familia le correspondían 5,3 hectáreas, superficie que en la actualidad se reduce a sólo 3 hectáreas de tierra por familia. Bajo las dictadura los mapuche perdieron 200 de las 300 mil hectáreas que aún conservaban. El avance de las forestales y la hidroeléctricas sobre sus tierras, provocan un aumento exponencial de la pobreza y de la emigración.

Desesperadas, muchas comunidades invaden tierras apropiadas por las empresas forestales por lo que son acusadas de "terrorismo". La Ley Aniterrorista de la dictadura sigue siendo aplicada a las comunidades por quemas de plantaciones, cortes de rutas y desacato a los Carabineros. Actualmente existen decenas de organizaciones mapuche que oscilan entre la colaboración con las autoridades y la autonomía militante, destacando el nacimiento de nuevos grupos de carácter urbano, en particular en Santiago, donde reside más del 40 por ciento del millón de mapuches que viven en Chile según el censo de 1992

Recursos

José Bengoa, Historia del pueblo mapuche, LOM, Santiago, 2000.

Juan Carlos Gómez Leytón, "La rebelión de los y las estudiantes secundarios en Chile. Protesta social y política en una sociedad neoliberal triufante", revista OSAL, No. 20, Buenos Aires, mayo-agosto 2006.

Alvaro Hilario, "Entrevista a Héctor Llaitul", 24 de abril de 2007.

José Huenchunao, Carta Abierta desde la cárcel de Angol, 21 de marzo de 2007, en http://www.lavaca.org

Sergio Maureira, Entrevista a José Huenchunao en http://www.mapuche.info

Gabriel Salazar, Historia contemporánea de Chile, cinco tomos, LOM, Santiago, 1999.

Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA): "Aproximación crítica al modelo forestal chileno", Santiago, 1999.

Revista Perro Muerto, http://www.revistaperromuerto.cl

Algunas organizaciones y web mapuche

Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras): creada en 1990. http://www.mapuche.info

Coordinadora Arauco Malleco: breve historia en http://www.puntofinal.cl/544/estatierra.htm

Meli Wixan Mapu (Cuatro Puntos de la Tierra): nace en 1991. http://meli.mapuches.org

Diario Electrónico Mapuche: http://www.nodo50.org/azkintuwe

Informativo Mapuche: http://www.mapuexpress.net

Informativo Mapuche: redchem.entodaspartes.org

Notas

1 Carta de José Huenchunao desde la prisión.
2 Entrevista a Héctor Llaitul
3 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche.
4 Idem, p. 41.
5 Entrevista a José Huenchunao.
6 Juan Carlos Gómez Leytón, ob. cit.
7 Comunicado del 5 de mayo de 2007 en http://www.piensachile.com
8 Concertación Democrática se denomina la alianza entre Partido Demócrata Cristiano, Partido Por la Democracia, Partido Radical y Partido Socialista que gobierna

en Chile desde que Pincohet abandonó la presidencia: Patricio Aylwin (1990-1995), Eduardo Frei Ruiz Tagle (1995- 2000), Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006).


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