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Mortalidad infantil: Africanización de las comunidades aborígenes
Por Centro Nelson Mandela / Chaco - Sunday, Jul. 01, 2007 at 5:01 PM

"Nelson Mandela DD. HH."

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MORTALIDAD INFANTIL

AFRICANIZACION DE LAS COMUNIDADES ABORIGENES

La pobreza genera en el Chaco consecuencias extremadamente feroces, y se las cobra especialmente a los sectores más pobres y vulnerables. Esto es muy sabido en las comunidades aborígenes, justamente porque las enfermedades y las muertes tienen relación directa y derivan de la pobreza extrema. Se ha condenado a estos pueblos, acortándoles la esperanza de vida. Se los condenó a sobrevivir en condiciones inhumanas. Terminaron por destruir a los pueblos originarios.

Sin embargo, las decisiones y las atribuladas vacilaciones de los sucesivos gobiernos contribuyeron al avance de la pobreza, que fue creciendo ante el desparpajo de la dirigencia, ante la ineptitud de los funcionarios y la profunda deshonestidad de quiénes se adueñaron del poder político en nuestra provincia. Todos juntos crearon un escenario y un espectáculo que pretendieron que pasara desapercibido, muchas veces con la complacencia de organizaciones que predican la solidaridad con los pueblos indígenas, hasta que se generó la tolerancia social actual y el notable desinterés e indiferencia generalizada de casi todos los sectores frente a este gravísimo problema, lo que terminó por consolidar la posición dominante que es netamente discriminatoria.

Asunto clave

Es cierto que la pobreza tiene distintas caras, cada cual más feroces según el avance que lograron de la mano de un modelo político, social y económico que hiciera del clientelismo su herramienta fundamental de vigencia y predominio. El clientelismo político fue y es el instrumento de dominación en manos de gobiernos absolutamente inmorales e inescrupulosos, que durante las últimas décadas gobernaron nuestra provincia. Frente a las privaciones y al destino de pobreza extrema de las comunidades originarias, repitieron promesas que luego no cumplieron.

La pobreza tiene cara de indígena

Todas las víctimas de la voracidad de los dirigentes, son importantes. Sin embargo, los más indefensos son los niños que nacieron y sobrevivieron por muy poco tiempo bajo los efectos de los altos riesgos alimentarios y sanitarios que se instalaron en los territorios en donde viven los pueblos aborígenes.

Es indiscutible que la pobreza tiene cara de indígena. El 98 % de los originarios viven por debajo de la línea de la pobreza y el 96 % por debajo de la línea de indigencia. Esta realidad, volcada en datos mayoritariamente fríos, representa el desastre humanitario que encarnan las comunidades, los ciclos que siguieron a la prolongada emergencia sanitaria que no fuera declarada por los sucesivos gobiernos, lo que explica las enfermedades y los fallecimientos que se produjeron durante los últimos años.

Hace pocos días se dijo en nuestra ciudad que la pobreza extrema y la desnutrición matan de la misma manera que las armas de destrucción masiva, que en el Chaco nadie desactiva. Esto es cierto en nuestra provincia y es notablemente más evidente cuando comenzamos a caminar los senderos punzantes de los pueblos indígenas. Es claro que la pobreza y la desnutrición son las principales causas del profundo atraso del pueblo chaqueño, que insistimos hasta el cansancio, presenta los peores indicadores sociales, económicos, sanitarios y educativos del total de provincias argentinas, lugar que únicamente compartimos con Formosa.

Los contrastes: los nuevos ricos

A partir de esta situación, resultó que el Chaco es la provincia con peor pronóstico o futuro. Es que los sucesivos gobiernos no planificaron ni ejecutaron políticas de desarrollo humano y social, con justicia y equidad. Por el contrario, a través de las acciones de gobierno, nacieron los nuevos ricos. Existen y se publican, sin ninguna consecuencia, los casos más paradigmáticos que representan la otra cara del cuadro de situación que de manera alarmante generó pobreza extrema y una enorme desigualdad social, que fueron creciendo en nuestra provincia de la mano de la dirigencia, especialmente de la política.

Los nuevos ricos de la política son dueños y ostentan empresas, automotores 4 x 4, mansiones, cabañas criadoras de animales braford, establecimientos agropecuarios, hoteles, almacenes mayoristas, edificios de propiedad horizontal, medios de comunicación, viajes e inversiones ilegales en el exterior y otras tantas yerbas. Estos son los contrastes que sintetizan la política chaqueña, que se destaca por la corrupción, el enriquecimiento mal habido de algunos dirigentes, la desigualdad social, la pobreza, el hambre, las enfermedades y las muertes. ¿Quién se animará o podrá discutir esta triste, condenable y abrumadora realidad?

La infancia indígena

En todas las cumbres mundiales se habla a favor de la infancia. Las bocas se llenan con palabras y frases que se vuelcan a documentos, cuyos efectos esperanzadores luego se multiplican a través de los medios masivos de comunicación. Sin embargo, los más pequeños -sobre todo los niños menores de 2 años de edad- se encuentran en situaciones de alto riesgo alimentario y sanitario en los países en vía de desarrollo.

En las actas de defunción se anotan aparentes causas de muertes, cuando en realidad las verdaderas causas son la mal nutrición, la desnutrición, la falta de higiene, el analfabetismo, la falta de agua para consumo humano y de espacios saneados. Todos estos aspectos son contributivos y formadores de la pobreza; o si se quiere, efectos de la misma causa. En concreto, la causa real y común de la mayoría de los fallecimientos es la pobreza extrema.

El deber de alimentar

Todos o casi todos reconocemos que los gobiernos son los responsables de la alimentación nutritiva de menores en estado de abandono que forman parte de familias indigentes. A esta tarea fundamental están comprometidos los ministerios o secretarías de desarrollo social y de salud de la nación y de las provincias. Los estados deben presentar un programa alimentario nutritivo, sin justificaciones de ninguna especie, sin burocracia, sino con compromiso y claridad de ideas y de planes, con financiamientos suficientes. Esta es la regla jurídica y moral que regula el deber de alimentar; no está de más decir que no se la cumple.

Como la regla no se cumple, se produce un aumento sostenido y creciente en el proceso de vulneración de los derechos básicos de las personas, como son el derecho a la comida, a la salud (que es el correlato de la vida), a la vivienda digna y a otras garantías de igual importancia, expresamente previstos en los tratados, pactos, convenciones y declaraciones internacionales firmados o ratificados por nuestro país, que imaginamos vigentes en todas las provincia argentinas. A pesar de todo esto, muchas familias desamparadas, conducidas por madres y padres desocupados, discapacitados, enfermos o analfabetos, no reciben asistencia alimentaria ni socio-sanitaria ante el hecho evidente de que económicamente no pueden mantener a sus niños. Esto pone al descubierto la existencia de un estado abandónico, que es el peor de todos los que conocemos.

Año 2007: Las primeras muertes de niños indígenas

Los territorios indígenas, dirigidos políticamente por criollos o gringos que en forma sistemática explotaron por décadas a las comunidades originarias, se enfrentan a la mortalidad infantil. El 23 de diciembre moría en Fortín Lavalle un bebé de raza toba, a los 4 meses de haber nacido. A las 7:50 horas del 1º de octubre había llegado a este mundo de pobreza extrema. No tuvo chances. Su fugaz paso por este plano sintetiza nítidamente el 2006 y la sucesión de décadas que generaron la actual pobreza extrema.

El año 2007 no podía arrancar de otra manera. Si bien la pobreza es y debe ser evitable, en el seno de la indigencia extrema no se puede impedir las muertes, especialmente las infantiles. El 23 de enero falleció Damaris López, toba de 11 meses. Permaneció internada varios días en el hospital Güemes de Castelli. Murió en el rancho de sus padres. La causa de muerte que figura en el acta de defunción es la diarrea, seguida de deshidratación. En realidad murió por ser pobre.

Un recién nacido murió en su casa el 21 de febrero. Falleció un día después de haber nacido. Este bebé aborigen, hijo de Adriana Avalos, madre adolescente de 15 años, nació prematuro. Pesó 2,400 kg. Al parto presentó severas dificultades; sin embargo fue dado de alta a las 24 horas. La joven mamá pertenecía al funesto universo de madres adolescentes de alto riesgo social. La mandaron a su casa, al Barrio Obrero de Villa Río Bermejito. Otro bebé que fue entregado a la muerte.

El 28 de febrero falleció Amelia Ramírez, también en su domicilio. Sus padres, Avelina Chávez y Alberto Ramírez, la cuidaron hasta que pudieron en el Barrio San Antonio. La niña falleció a los 13 meses, por la fatídica diarrea seguida de desnutrición y por problemas respiratorios. Recordemos que estos fallecimientos en el Chaco duplican la media nacional. Una semana antes de fallecer, fue llevada para ser examinada por el médico porque perdía mucho peso. Al morir, pesaba 6,800 kg.; estaba muy desnutrida.

El 2 de marzo falleció un recién nacido; su mamá Vilma Segundo tenía 15 años. El parto fue prematuro, bajo un cuadro infeccioso. Vivían en la planta urbana de Villa Río Bermejito. El fallecimiento se produjo en el hospital de Sáenz Peña.

El 8 de marzo de este año murió Daniel Prudencio Sosa, a los 9 meses. Al nacer pesó 3,380 kg. La madre, Irma Charole y el padre Daniel Sosa, jornalero, vivían en el Paraje Legua 8 "C". Una hermana criaba al bebé en el Paraje El Colchón. El bebé murió en el rancho. Sus familiares trasladaron el cadáver al Paraje Lapelolé. Nadie certificó su muerte porque no se consiguió ningún medio para atravesar el Río Bermejito. Se ignora la causa del fallecimiento; sin embargo, el 6 de marzo había concurrido a la consulta médica.

El 17 de marzo falleció Ernesto Raúl Maidana, de 2 años de edad. También murió en su casa, ubicada en el Paraje El Colchón. Estaba desnutrido. La causa de muerte, la fatídica diarrea.

El 15 de abril murió un recién nacido de una semana de vida. Era hijo de Rosa Aranda, del Paraje La Sirena. El parto se produjo en el rancho. A esta altura del avance de la ciencia médica, inexplicable e inaceptablemente el bebé murió de sépsis neonatal. Esta sola muerte, independientemente de las que se produjeran en los primeros cuatro meses de este año en un territorio con un radio de 50 kilómetros a la redonda, demuestra el rotundo fracaso de la política socio-sanitaria que se lleva adelante en nuestra provincia.

Los modestos pedidos de las comunidades aborígenes

El 14 de marzo de este año el Dr. Inocencio Pelizardi, el hombre fuerte del ministerio de salud del Chaco que ya cruzó varias gobernaciones, y que es uno de los responsables de los muchos desastres sanitarios que se produjeron durante los últimos años, recibió una nota firmada por decenas de aborígenes que se dirigieron al ministro de salud pública de la nuestra provincia. En la solicitud pidieron el pleno cumplimiento de la ley 3.258. Los firmantes son miembros de distintas comunidades indígenas del Departamento General Güemes. Representaron a comunidades de Miraflores, Villa Río Bermejito, Pozo del Toro, El Espinillo, La Argentina y otros parajes. En la nota fueron muy claros porque además pidieron el traslado de algunos empleados del ministerio de salud, a quiénes responsabilizaron por malos tratos y el fallecimiento de 4 niños aborígenes ocurridos recientemente en el hospital General Güemes. También solicitaron la compra de ambulancias, la designación de más médicos, la capacitación de enfermeras, el nombramiento de promotores y agentes sanitarios, choferes y la implementación de cursos para agentes sanitarios para la población aborigen. Pidieron el traslado de puestos sanitarios desde el Paraje Argentina al sector de la asociación comunitaria y la designación de un enfermero o agente sanitario para que funcione dicho puesto. También solicitaron la construcción de un salón para el puesto sanitario para la comunidad de Paso Sosa. Reclamaron el mejoramiento del servicio de tisiología, específicamente en las áreas de internación y laboratorio.

Frente a los modestos pedidos de las comunidades indígenas, el ministerio de salud pública del Chaco continúa siendo un festival de compra desordenada de bienes e insumos, sin ton ni son, como si fuera el último día. Por supuesto que esto contribuye y favorece la vigencia y las consecuencias de la emergencia sanitaria real ya instalada, como también potencia el desastre humanitario que en plana marcha acorrala a los pueblos indígenas.

RESISTENCIA, 19 DE JUNIO DE 2007.-

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