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El honor perdido de Elena Varela
Por Rebelión - Monday, May. 26, 2008 at 11:23 AM

Pablo Azócar / El Clarín de Chile

No la conozco, nunca había oído hablar de ella, he tenido que hacer esfuerzos para adivinar cómo es su cara en la única borrosa foto que apareció en la prensa, pero es difícil no pensar hoy en Elena Varela, cineasta, productora y guionista, compositora y gestora cultural, directora de Ojo Film, fundadora de la Escuela de Todas las Artes y de la Orquesta Sinfónica de Niños de Panguipulli. En este momento ella está encerrada en una celda helada y sin luz, sin comunicación con el exterior, sin derecho a leer o ver las noticias. Ha sido interrogada con virulencia. Amigos, colaboradores y familiares fueron amenazados. Su productora fue destrozada en un allanamiento.

Los cargos contra ella son graves: entre otras cosas, se la acusa de ser financista y autora intelectual de dos asaltos –uno de ellos con víctimas fatales- como parte de una célula mirista. La jueza Andrea Urbina decretó increíblemente que ella debe estar en "prisión preventiva" durante seis meses. "Para que la fiscalía investigue", dijo. Todavía no es posible saber de la seriedad o sustento de las acusaciones, pero sí se sabe ya que el escarnio fue brutal. La Policía de Investigaciones requisó todo el material fílmico que ella había acumulado durante cuatro años de trabajo como parte del documental Newen Mapuche.

Lo primero que asombra es el comportamiento de la prensa y la televisión: sin que medie juicio o sentencia alguna, Varela ya fue condenada. En la prensa chilena el caso ha sido confinado a escuetas notas en las páginas policiales. Nadie ha investigado el caso, nadie ha averiguado sobre la cineasta, nadie ha preguntado quién es ni qué estaba haciendo realmente allí. Se han limitado a lapidarla. No es forzado el paralelo con la novela del Premio Nobel alemán Heinrich Böll, El honor perdido de Katharina Blum, que relata un caso real: cómo la prensa hizo pedazos la vida privada de una mujer.

En las páginas culturales el tema de Elena Varela no ha sido tratado ni por asomo. Los periodistas se limitaron a inquirir a las autoridades cómo es posible que se le haya otorgado financiamiento del Fondart a una terrorista. El reportero que cubrió el caso para Televisión Nacional acusó a la cineasta, textualmente, del crimen de "vinculación con la etnia mapuche". El estereofónico ministro Vidal y la propia Presidenta Bachelet avalaron implícitamente esta sentencia a priori cuando esbozaron disculpas por el asunto del Fondart.

Si los propios periodistas reivindican su derecho a proteger sus fuentes (algo que ya no se discute en los países más desarrollados del mundo), ¿por qué nadie pregunta sobre el derecho de Varela a proteger a sus entrevistados? ¿Por qué ni siquiera ha dicho una sola palabra el Colegio de Periodistas sobre el asunto? ¿Qué está pasando con el llamado mundo cultural? ¿No es este, acaso, un tema que involucra o debiera preocupar a la cultura en su totalidad, sino a toda la sociedad? ¿Por qué ni uno solo de los actores de cine o "rostros" de teleseries, que tanto hablan en la prensa y a quienes el tema vaya si les concierne, ha dicho ni mu? ¿No es impresionante que en un caso de esta naturaleza la única fuente, para los periodistas de los principales medios de comunicación del país, sea en definitiva el Ministerio del Interior?

El caso de Elena Varela es paradigmático. Habla de una sociedad ensimismada, egótica, adolescente, presa del individualismo, el consumo y el sálvese quién pueda. Todos miran hacia otro lado. Hace tres años un estudio científico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile –encabezado por el doctor Francisco Rothhammer- planteó que los chilenos tenemos un promedio de 84% de ascendencia originaria indígena, y que esto incluye a los estratos económicos más altos, aunque no les guste, pero en el próspero y arrogante Chile sólo se quieren recordar los presuntos orígenes vascos o franceses o alemanes y el tema mapuche sencillamente no existe. Se niega. Es invisible.

De esa invisibilidad está siendo víctima Elena Varela. Durante cuatro años recorrió la Araucanía hablando con lonkos y recogiendo testimonios mapuches y, en el contexto de un conflicto feroz del que nadie habla, acabó enfrentada a un sector productivo muy poderoso: el forestal. Y así no más le fue. Como así les fue este 17 de marzo a dos periodistas franceses, Christopher Cyril Harrison y Paul Rossj, que también tuvieron la mala idea de meter sus narices en el conflicto mapuche y filmaron un incendio. Fueron detenidos, vejados y maltratados en Collipulli. "Nos trataron como a delincuentes, nos acusaron de provocar el fuego y de pertenecer a la ETA", declaró Harrison, todavía en estado de shock. El cónsul francés logró que quedaran en libertad, pero al día siguiente un grupo de civiles –una docena de individuos armados con linchacos y cuchillos- atacó a los dos periodistas en la calle: la paliza fue tremenda. Huyeron del país.

Y hace sólo dos de semanas, el 3 de mayo, el guión se repitió con dos documentalistas italianos, Giuseppe Gabriele y Dario Ioseffi, que estaban filmando una movilización mapuche en un predio de la Forestal Mininco cuando fueron detenidos. "Nos trataron como terroristas, con la cara al suelo y las esposas apretadas. Nos acusaron de estar robando madera en el predio". Al día siguiente la intendenta de la Araucanía, Gloria Barrientos, incurrió en una barbaridad jurídica y ética: expulsó sin más a los italianos del territorio.

Los documentalistas chilenos sacaron la voz este fin de semana, alarmados por la suerte de Elena Varela y por la requisición de sus filmaciones. Ignacio Agüero, Francisco Gedda, Viviana Erpel y Martín Rodríguez convocaron a una conferencia de prensa en la que estuvieron varios de los principales cineastas del país, como Silvio Caiozzi, Andrés Wood, Pablo Perelman, Andrés Racz y Alicia Scherson, pero de los medios de comunicación apenas llegaron dos: una radio y un periódico de provincia. El contraste con la multitudinaria convocatoria de cámaras y micrófonos que tuvo la fiscalía cuando presentó el caso ante los reporteros policiales como un tema estrictamente criminal, nos sugiere que algo está oliendo terriblemente mal en el reino de Chile.

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Cuando documentalistas se convierten en noticia
Por Prensa Latina - Monday, May. 26, 2008 at 11:25 AM

Jorge Luna

Santiago de Chile, 25 may (PL) La detención de la documentalista chilena Elena Varela, comprometida en un proyecto audiovisual sobre la lucha de los Mapuches, quedó opacada entre noticias de tormentas y volcanes, y cierto silencio oficial.

Las autoridades judiciales y policiales hablan poco sobre su detención, el pasado día 7 en su domicilio en la sureña localidad de Lican Ray, acusada de colaborar en asaltos bancarios perpetrados por ex militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Aunque la información causó sorpresa –y el rechazo de los gremios de cineastas- Varela deberá permanecer seis meses, en calidad de “prisión preventiva” mientras sean investigados los hechos, en la cárcel de alta seguridad de Rancagua, 100 kilómetros de Santiago.

Al momento de su detención, llevaba casi cuatro años filmando el documental “Newen Mapuche”, un proyecto sobre el conflicto histórico de los indígenas chilenos contra las grandes empresas madereras, obra que logró, mediante concurso, recursos de entes estatales.

Ese dato puso el tema en portada en los primeros momentos porque opositores al Gobierno lo acusaron de “financiar actividades terroristas” y algunos hasta pidieron la renuncia de la ministra de Cultura, Paulina Urrutia. Luego, el tema desapareció de portadas.

Pero los colegas de Varela hicieron conferencias prensa y circularon comunicados para denunciar que todo el material fílmico fue incautado, por lo que consideran que el verdadero motivo de su arresto tiene relación directa con el trabajo que realizaba con los Mapuches.

Según aquellos que conocen la obra, la cinta “pretendía retratar las demandas del pueblo Mapuche por las tierras de la Araucanía, así como su constante y violenta lucha con las grandes empresas que explotan el lugar”.

El material incluye entrevistas a los principales dirigentes Mapuches.

“Todos los documentalistas nos sentimos violentados con esto que le ha ocurrido a Elena Varela, porque nos hace pensar que todo lo que estamos filmando nosotros ahora puede ser motivo de interés de la policía”, señala un comunicado de los documentalistas.

La Asociación de Documentalistas (ADOC) de Chile, la Asociación de Guionistas y Directores y la Asociación Gremial de Trabajadores del Audiovisual y el Cine de la Araucanía exigieron al Gobierno que todas las filmaciones incautadas le sean devueltas a Varela.

Asimismo, que sean eliminadas como medios de pruebas judiciales, pues la policía –insistieron- no tiene derecho a apoderarse del material de “Newen Mapuche”, y menos a utilizarlo como información de inteligencia.

Francisco Gedda, Premio Altazor 2007, profesor de la Universidad de Chile y director de la serie “Frutos del País”, considera que el objetivo real de la acción policial fue incautar materiales con entrevistas a muchos dirigentes Mapuches de una zona "demonizada".

Vivian Erpel, productora y presidenta de ADOC, exigió, por su parte, que “se nos ampare como se ampara al periodismo en nuestro derecho ético a nuestros materiales: esto es un principio universal contemplado en todas las legislaciones”.

Entre las figuras del cine chileno que se pronunciaron a favor de Varela, destacan Pedro Chaskel, Andrés Wood, Silvio Caiozzi, Andrés Racz, Pablo Perelman, Alicia Scherson y Cristián Jiménez.

Asimismo, los guionistas Gonzalo Maza y Julio Rojas y los documentalistas Sebastián Moreno, Rodrigo Moreno, Paola Castillo, Carmen Luz Parot y Tiziana Panizza.

Los cineastas denunciaron que, aunque grave, éste no es el único caso, ya que sólo este año fueron detenidos mientras filmaban una comunidad Mapuche los documentalistas franceses Christopher Cyril Harrison y Joffrey Paul Rossj.

Al igual que Varela, sus equipos y materiales fueron incautados. Posteriormente, ambos recibieron una golpiza callejera por una docena de desconocidos, hasta que decidieron abandonar el país.

Igualmente, a comienzos de mes, los documentalistas italianos Giuseppe Gabriele y Darío Ioseffi fueron detenidos cuando filmaban una movilización Mapuche.

En una carta al Gobierno, la única comunicación conocida de Varela desde que fue encarcelada, escribió: “en nombre del arte, la libertad de expresión y la creación artística, solicito mi libertad”.

Tras denunciar que se encuentra perseguida, inculpada y detenida por “cargos que no he hecho”, planteó: “lo que en verdad he realizado es la búsqueda de memoria, la razón de la lucha de muchos grupos sociales”.

Agregó que buscó, en sus filmaciones, captar la mirada Mapuche, su punto de vista y su razón y, por otro lado, la “inmensa represión a que se ha sometido a sus actores sociales”.

Compositora y gestora cultural, Varela estudió cine y periodismo en las universidades Arcis y de Chile y fundó la Escuela de Todas Las Artes, el Colectivo de Cine Ojo Film y la Orquesta Sinfónica de niños de Panguipulli, entre otros espacios culturales.

En su misiva, recordó que “en los últimos 10 años estuve luchando por la educación artística, por generar espacios de participación y expresión cultural”.

Y, esencialmente, apeló a la intervención de los funcionarios del Gobierno para “resguardar el material fílmico, la memoria de estos trabajos, el resguardo de sus actores sociales y mi libertad, porque me encuentro privada de todo derecho y expresión”.

mv/jl

PL-53

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