SEGUNDA PARTE
"En
ninguna parte del mundo, ningún genocidio, ni ninguna guerra, exterminan
tanta gente por minuto, por hora y por día como el hambre y la pobreza
en nuestro planeta", Fidel Castro, 1998.
Cuando
los disturbios por alimentos estallaron en Haití el pasado mes,
el primer país que reaccionó fue Venezuela. En pocos días, hubo
aviones en camino desde Caracas, llevando 364 toneladas de alimentos
de necesidad imperante.
El
pueblo de Haití está "sufriendo de los ataques del capitalismo global
del imperio," dijo el presidente venezolano Hugo Chávez. "Esto exige
una genuina y profunda solidaridad de todos nosotros. Es lo menos
que podemos hacer por Haití."
La
acción de Venezuela se ubica en la mejor tradición de la solidaridad
humana. Cuando la gente tiene hambre, debemos hacer todo lo posible
por ayudarle. El ejemplo de Venezuela debiera ser aplaudido y emulado.
Pero
la ayuda, por necesaria que sea, no es más que un sustituto temporal.
Para encarar verdaderamente el problema del hambre en el mundo,
debemos comprender y luego cambiar el sistema que lo causa.
No
hay escasez de alimentos
El
punto de partida para nuestro análisis debe ser que actualmente
no hay escasez de alimentos en el mundo. Contrariamente a las advertencias
en el Siglo XVIII de Thomas
Malthus y sus seguidores modernos, estudio tras estudio muestran
que la producción global de alimentos ha superado regularmente el
crecimiento de la población, y que hay más que suficientes alimentos
para alimentar a todos. Según la Organización de Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se producen suficientes
alimentos en el mundo para suministrar más de 2800 calorías por
día a todos - sustancialmente más que el mínimo necesario para una
buena salud, y cerca de un 18% más calorías por persona que en los
años sesenta, a pesar de un aumento significativo en la población
total [1]. Como señala el Food First Institute: "abundancia, no
escasez, es lo que describe mejor el suministro de alimentos en
el mundo actual." [2]
A
pesar de eso, la solución más comúnmente propuesta para el hambre
en el mundo son nuevas tecnologías para aumentar la producción de
alimentos.
La
Alianza por una Revolución Verde en África, financiada por la Fundación
Bill y Melinda Gates y la Fundación Rockefeller, apunta a desarrollar
"variedades más productivas y resistentes de los principales cultivos
de alimentos de África... para permitir que los agricultores en
pequeña escala de África produzcan cosechas mayores, más diversas
y fiables." [3]
De
la misma manera, el Instituto Internacional de Investigación del
Arroz, basado en Manila, ha iniciado una asociación público-privada
"para aumentar la producción de arroz en toda Asia mediante el desarrollo
acelerado y la introducción de tecnologías de arroz híbrido." [4]
Y
el presidente del Banco Mundial promete ayudar a los países en desarrollo
para que obtengan "acceso a tecnología y ciencia para aumentar las
cosechas." [5] La investigación científica es de importancia vital
para el desarrollo de la agricultura, pero iniciativas que suponen
de antemano que nuevas semillas y productos químicos sean necesarios
no son ni verosímiles ni verdaderamente científicas. El hecho de
que ya hay suficientes alimentos para alimentar el mundo muestra
que la crisis alimentaria no es un problema técnico - es una problema
social y político.
En
lugar de preguntar cómo aumentar la producción, nuestra primera
pregunta debiera ser ¿por qué, si hay tantos alimentos disponibles,
hay más de 850 millones de personas hambrientas o desnutridas? ¿Por
qué mueren 18.000 niños de hambre cada día? ¿Por qué no puede la
industria alimentaria global alimentar a los hambrientos?
El
sistema de beneficios
La
respuesta puede ser explicada en una frase. La industria alimentaria
global no está organizada para alimentar a los hambrientos, está
organizada a fin de generar beneficios para el agronegocio corporativo.
Por
cierto, los gigantes del agronegocio logran muy bien ese objetivo.
Este año, los beneficios del agronegocio aumentan vigorosamente
por sobre los niveles del año pasado, mientras gente hambrienta
de Haití a Egipto a Senegal sale a las calles a protestar contra
el aumento del precio de los alimentos. Estas cifras cubren sólo
tres meses al comienzo de 2008. [6]
Comercio
de granos
Archer
Daniels Midland (ADM). Beneficio bruto: 1.150 millones de dólares,
un aumento de un 55% desde el año pasado.
Cargill:
Beneficios netos: 1.030 millones de dólares. Aumento: un 86%.
Bunge:
Beneficio bruto consolidado: 867 millones de dólares. Aumento: 189%
Semillas
y herbicidas
Monsanto.
Beneficio bruto: $2.230 millones de dólares. Aumento: un 54%.
Dupont
Agriculture and Nutrition. Ingreso operativo antes de impuestos:
786 millones de dólares. Aumento: un 21%.
Fertilizantes
Potash
Corporation. Ingreso neto: 66 millones, aumento: 185,9 %
Mosaic:
Beneficios netos: 528,8 millones, aumento más de un 1.200%
Las
compañías mencionadas, más unas pocas más, son los monopolios o
casi-monopolios que compran y venden productos agrícolas en todo
el mundo. Seis compañías controlan un 85% del comercio mundial en
granos; tres controlan un 83% del cacao; tres controlan un 80% del
comercio con plátanos. [7] ADM, Cargill y Bunge controlan efectivamente
el maíz del mundo, lo que significa que sólo ellos deciden qué parte
de la cosecha de cada año va a la producción de etanol, edulcorantes,
alimento para animales o alimentos para seres humanos.
Como
escriben los editores de Hungry for Profit: "El
enorme poder ejercido por las mayores corporaciones del agronegocio
y los alimentos les permite controlar esencialmente el coste de
sus materias primas compradas de agricultores mientras al mismo
tiempo mantienen los precios de los alimentos al público en general
a niveles suficientemente elevados para garantizar grandes beneficios."
[8]
Durante
las últimas tres décadas, las compañías transnacionales del agronegocio
han ingeniado una masiva reestructuración de la agricultura global.
Directamente, a través de su propio poder en el mercado e indirectamente
mediante gobiernos y el Banco Mundial, el FMI y la Organización
Mundial de Comercio, han cambiado el modo como se cultivan los alimentos
y como son distribuidos por el mundo. Los cambios han tenido efectos
maravillosos para sus beneficios, mientras simultáneamente empeoran
el hambre en el mundo y hacen inevitables las crisis alimentarias.
El
ataque contra la agricultura tradicional
La
actual crisis alimentaria no es un hecho aislado: es una manifestación
de una crisis agrícola que se ha estado desarrollando durante décadas.
Como vimos en la Primera parte de este artículo, durante las últimas
tres décadas los países ricos del norte han obligado a los países
pobres a abrir sus mercados, luego han inundado esos mercados con
alimentos subvencionados, con resultados devastadores para la agricultura
del Tercer Mundo.
Pero
la reestructuración de la agricultura global en beneficio de los
gigantes del agronegocio no se detuvo allí. En el mismo período,
países del sur fueron convencidos, camelados e intimidados
para que adoptaran políticas agrícolas que promueven cultivos de
exportación en lugar de alimentos para el consumo interior,
y que favorecen la agricultura industrial en gran escala que requiere
monocultivos, un uso intensivo de agua, y cantidades masivas de
fertilizantes y pesticidas. La agricultura tradicional, organizada
por y para comunidades y familias, ha sido echada cada vez más a
un lado, para ser reemplazada por agricultura industrial organizada
por y para los agronegocios. Esa transformación es el principal
obstáculo para una agricultura racional que podría eliminar el hambre.
La
concentración en la agricultura de exportación ha producido el absurdo
y trágico resultado de que millones de personas mueren de hambre
en países que exportan alimentos. En India, por ejemplo, más de
un quinto de la población sufre de hambre crónica y un 48% de los
niños bajo cinco años están desnutridos. No obstante, India exportó
1.500 millones de dólares de arroz pulido y 322 millones de dólares
de arroz en 2004. [9]
En
otros países, tierras cultivadas que solían ser utilizadas para
alimentos destinados al consumo interior ahora cultivan productos
de lujo para el norte. Colombia, donde un 13% de
la población está desnutrida, produce y exporta un 62% de todas
las flores de regalo vendidas en EE.UU. En muchos casos, el
resultado del cambio a cultivos de exportación sería risible si
no fuera tan dañino. Kenia era autosuficiente en alimentos hasta
hace unos 25 años. En la actualidad importa un 80% de sus alimentos
- y un 80% de sus exportaciones son otros productos agrícolas. [10]
El cambio a la agricultura industrial ha llevado a millones de personas
a dejar el campo a favor del desempleo y la pobreza en losinmensosbarriosbajosque
ahora rodean muchas de las ciudades del mundo.
Los
que mejor conocen el campo están siendo separados de éste; sus granjas
encerradas en gigantescas fábricas al aire libre que producen sólo
para la exportación. Cientos de millones de personas deben depender
ahora de alimentos que son cultivados a miles de kilómetros de distancia
porque su agricultura nacional ha sido transformada para cumplir
con las necesidades de las corporaciones del agronegocio. Como han
mostrado los últimos meses, todo el sistema es frágil: La decisión
de India de reconstruir sus existencias de arroz hizo que los alimentos
fueran inasequibles para millones a medio mundo de distancia.
Si
el propósito de la agricultura fuera alimentar a la gente, los cambios
en la agricultura global en los últimos 30 años no tendrían sentido.
La agricultura industrial en el Tercer Mundo ha producido crecientes
cantidades de alimentos, pero al coste de llevar a millones a abandonar
el campo por vidas de hambre crónico - y al coste de envenenar el
aire y el agua, y de disminuir cada vez más la capacidad del suelo
de suministrar los alimentos que necesitamos.
Contrariamente
a las afirmaciones del agronegocio, la última investigación agrícola,
incluyendo más de una década de experiencia concreta en Cuba,
prueba que granjas pequeñas y medianas utilizando métodos agroecológicos
sustentables, son mucho más productivas y enormemente menos dañinas
para el medio ambiente que inmensas haciendas industriales. [11]
La
agricultura industrial continúa, no porque sea más productiva, sino
porque ha podido, hasta ahora, ofrecer productos uniformes en cantidades
predecibles, desarrollados específicamente para resistir daño durante
el embarque a mercados distantes. Es donde se halla el beneficio,
y el beneficio es lo que cuenta, no importa cuál sea el efecto sobre
la tierra, el aire, y el agua - o incluso sobre la gente hambrienta.
Luchando
por la soberanía alimentaria
Los
cambios impuestos por el agronegocio transnacional y sus agencias
no han dejado de ser cuestionados. Uno de los eventos más importantes
en los últimos 15 años ha sido la emergencia de La Vía Campesina
(Peasant Way), un organismo aglutinador que incluye a más de 120
pequeñas organizaciones de agricultores y campesinos en 56 países,
que van del Movimiento
de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, a la
Unión Nacional de Agricultores de Canadá.
La
Vía Campesina presentó originalmente su programa como un desafío
al "Foro Alimentario Mundial," una conferencia sobre el hambre global
organizada por la ONU en 1996 en la que participaron representantes
oficiales de 185 países. Los participantes en esa reunión prometieron
la eliminación del hambre y de la desnutrición mediante la garantía
de "seguridad alimentaria sustentable para toda la gente," (y después
no hicieron nada por lograrla). [12]
Como
es típico en semejantes eventos, los trabajadores que son realmente
afectados fueron excluidos de las discusiones. Afuera de las puertas,
La Vía Campesina propuso la soberanía alimentaria
como una alternativa a la seguridad alimentaria. El simple acceso
a los alimentos no basta, argumentaron: lo que se requiere es el
acceso a la tierra, el agua, y a los recursos, y la gente afectada
debe tener derecho a saber y decidir sobre las políticas alimentarias.
El alimento es demasiado importante como para ser abandonado al
mercado global y a las manipulaciones del agronegocio: el hambre
en el mundo sólo puede ser terminado mediante el reestablecimiento
de pequeñas y medianas granjas familiares como elementos cruciales
de la producción de alimentos. [13]
La
demanda central del movimiento de soberanía alimentaria es que los
alimentos deben ser tratados primordialmente como una fuente de
nutrición para las comunidades y países donde son producidos. En
oposición a las políticas de agroexportación del libre mercado,
insta a que haya una concentración en el consumo interno y la autosuficiencia
alimentaria.
Contrariamente
a las afirmaciones de algunos críticos, la soberanía alimentaria
no es un llamado al aislacionismo económico o a un retorno a un
pasado rural idealizado. Más bien, es un programa
para la defensa y extensión de los derechos humanos, por la reforma
agraria, y por la protección de la tierra contra el ecocidio capitalista.
Aparte de llamar a la autosuficiencia alimentaria y al fortalecimiento
de las granjas familiares, el llamado original de La Vía Campesina
por la soberanía alimentaria incluía los siguientes puntos.
Garantizar
a todos el acceso a alimentos seguros, nutritivos y culturalmente
apropiados en cantidades y calidad suficientes para sustentar una
vida saludable con plena dignidad humana.
Dar
a la gente sin tierra y que labra la tierra - especialmente a las
mujeres, la propiedad y el control de la tierra que trabaja y devolver
territorios a los pueblos indígenas.
Asegurar
el cuidado y el uso de los recursos naturales, especialmente la
tierra, el agua y las semillas. Terminar con la dependencia de insumos
químicos, de monocultivos comerciales y de una producción intensiva,
industrializada.
Oponerse
a las políticas de la OMC, del Banco Mundial y del FMI que facilitan
el control de las corporaciones multinacionales sobre la agricultura.
Regular
y gravar con impuestos al capital especulativo e imponer un estricto
Código de Conducta a las corporaciones transnacionales.
Terminar
con el uso del alimento como arma. Detener el desplazamiento, la
urbanización forzada y la represión contra los campesinos.
Garantizar
a los campesinos y a los pequeños agricultores, y a las mujeres
del campo en particular, un aporte directo en la formulación de
políticas agrícolas a todos los niveles. [14]
La
exigencia de soberanía alimentaria de La Vía Campesina constituye
un poderoso programa agrario para el Siglo XXI. Los movimientos
sindicales y de izquierdas en todo el mundo debieran darle su pleno
apoyo, así como a las campañas de los trabajadores agrícolas y campesinos
por la reforma agraria y contra la industrialización y globalización
de los alimentos y de la agricultura.
¡Alto
a la guerra contra los agricultores del Tercer Mundo!
Dentro
de ese marco, nosotros en el norte global podemos y debemos exigir
que nuestros gobiernos detengan todas las actividades que debilitan
o dañan la agricultura del Tercer Mundo. ¡Alto al uso de alimentos
para combustible! La Vía Campesina lo ha dicho simple y claramente:
"Los agrocombustibles industriales representan un desatino ecológico.
Su desarrollo debería ser detenido y la producción agrícola debería
concentrarse en los alimentos como prioridad." [15]
¡Condonen
las deudas del Tercer Mundo!
El
30 de abril, Canadá anunció una contribución especial de 10 millones
de dólares canadienses a la ayuda alimentaria para Haití. [16] Es
algo positivo - pero durante 2008 Haití pagará cinco veces esa suma
en intereses por su deuda externa de 1.500 millones de dólares,
gran parte de la cual fue incurrida durante las dictaduras de Duvalier
apoyadas por los imperialistas. La situación de Haití no es única
y no es un caso extremo. La deuda externa total de los países del
Tercer Mundo en 2005 fue de 2,7 billones [2.700.000.000.000, N.
del T] de dólares, y sus pagos de la deuda de ese año ascendieron
a un total de 513.000 millones de dólares. [17] La terminación de
esa sangría de dinero, inmediata e incondicionalmente, aseguraría
recursos esenciales para alimentar a los hambrientos ahora mismo
y, con el tiempo, reconstruir la agricultura interior.
¡OMC,
fuera de la agricultura!
Las
políticas alimentarias regresivas que han sido impuestas a los países
pobres por el Banco Mundial y el FMI con codificadas y controladas
por el Acuerdo sobre Agricultura de la Organización Mundial de Comercio.
El AsA, como escribe Afsar Jafri de Focus on the Global South, está
"predispuesto a favor de la agricultura de capital intensivo, impulsada
por el agronegocio, y orientada a la exportación." [18] No es sorprendente,
ya que el responsable de EE.UU. quien lo redactó y luego negoció
era ex vicepresidente del gigante del agronegocio Cargill. El AsA
debiera ser abolido, y los países del Tercer Mundo deberían tener
derecho a cancelar unilateralmente políticas de liberalización impuestas
a través del Banco Mundial, el FMI, y la OMC, así como mediante
acuerdos bilaterales de libre comercio como el TLCAN [NAFTA] y el
CAFTA. [Tratado de Libre Comercio para la República Dominicana y
Centro América].
Autodeterminación
para el sur del globo
Los
actuales intentos por parte de EE.UU. a fin desestabilizar y derrocar
los gobiernos antiimperialistas del grupo del ALBA - Venezuela,
Bolivia, Cuba, Nicaragua y Granada - continúan una larga historia
de acciones por los países del norte para impedir que países del
Tercer Mundo logren controlar sus propios destinos. La organización
contra semejantes intervenciones "en el vientre del monstruo" es
por lo tanto un componente clave en la lucha por lograr la soberanía
alimentaria en todo el mundo.
Hace
más de un siglo, Karl Marx escribió que a pesar de su apoyo para
las mejoras técnicas, "el sistema capitalista trabaja contra una
agricultura racional... una agricultura racional es incompatible
con el sistema capitalista." [19]
Las
crisis actuales de los alimentos y de la agricultura confirman enteramente
esa valoración. Un sistema que coloca los beneficios por sobre las
necesidades humanas ha ahuyentado del campo a millones de productores,
debilitado la productividad de la tierra mientras envenena su aire
y su agua, y ha condenado a casi mil millones de personas al hambre
crónica y a la desnutrición. La crisis alimentaria y la crisis agrícola
están arraigadas en un sistema irracional y antihumano. Para alimentar
al mundo, los trabajadores urbanos y rurales deben unir sus manos
para erradicar ese sistema.
Ian
Angus - Socialist Voice // Traducido del inglés para Rebelión por
Germán Leyens // Ian Angus es editor de "Climate and Capitalism"
NOTAS
segunda parte
[1]
Frederic Mousseau, Food Aid or Food Sovereignty? Ending World Hunger
in Our Time. Oakland Institute, 2005. aquí
International Assessment of Agricultural Knowledge, Science
and Technology for Development. Global Summary for Decision Makers.
aquí
[2]
Francis Moore Lappe, Joseph Collins, Peter Rosset. World Hunger:
Twelve Myths. (Grove Press, New York, 1998) p. 8
[3]
"About the Alliance for a Green Revolution in Africa." aquí
[4]
IRRI Press Release, April 4, 2008. aquí
[5]
"World Bank President Calls for Plan to Fight Hunger in Pre-Spring
Meetings Address." News Release, April 2, 2008
[6]
Estas cifras han sido tomadas de los informes trimestrales más recientes
de las compañías, encontrados en sus sitios en la Red. Como mencionan
esas cifras de modos diferentes, no pueden ser comparadas las unas
con las otras, sólo con sus informes anteriores.
[7]
Shawn Hattingh. "Liberalizing Food Trade to Death." MRzine, May
6, 2008. aquí
[8]
Fred Magdoff, John Bellamy Foster and Frederick H. Buttel. Hungry
for Profit: The Agribusiness Threat to Farmers, Food, and the Environment.
Monthly Review Press, New York, 2000. p. 11
[9]
UN Food and Agriculture Organization. Key Statistics Of Food And
Agriculture External Trade. aquí
[10]
J. Madeley. Hungry for Trade: How the poor pay for free trade. Cited
in Ibid
[11]
Jahi Campbell, "Shattering Myths: Can sustainable agriculture feed
the world?" and " Editorial. Lessons from the Green Revolution."
Food First Institute. www.foodfirst.org
[12]
World Food Summit. aquí
[13]
La Vía Campesina. "Food Sovereignty: A Future Without Hunger." (1996).
aquí
[14]
Parafraseado y resumido de Ibíd.
[15]
La Vía Campesina. "A response to the Global Food Prices Crisis:
Sustainable family farming can feed the world." aquí
[16]
A título de comparación, este año Canadá gastará 1.000 millones
de dólares en la ocupación ilegal de, y la guerra en, Afganistán.
[17]
Jubilee Debt Campaign. "The Basics About Debt." aquí
[18]
Afsar H. Jafri. "WTO: Agriculture at the Mercy of Rich Nations."
Focus on the Global South, November 7, 2005. aquí
[19]
Capital, Volume III. Karl Marx & Frederick Engels, Collected
Works, Volume 37, p. 123
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