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”BOLIVIA: ¿Racismo en aumento?
Por Noticias Aliadas - Thursday, Sep. 25, 2008 at 1:11 AM

por Martín Garat desde La Paz

"¡Fuera de aquí, raza maldita!", increpan miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) de Santa Cruz a habitantes del altiplano que se han asentado en el oriente boliviano. La UJC es el brazo juvenil del Comité Cívico Pro Santa Cruz, la principal agrupación civil que rechaza las políticas del presidente Evo Morales.

La televisión boliviana repite constantemente imágenes de los ataques racistas, a la vez que la violencia en el oriente genera reacciones cada vez más fuertes en el resto del país.

"Da rabia. Patean y pegan con palos a nuestros hermanos paceños. Nos vamos a trasladar a Santa Cruz para defenderlos", dice Bernardino Quispe, dirigente cocalero y oriundo de las tierras altas, igual que las víctimas de los ataques.

"Bolivia es un país construido sobre desigualdades. En tiempos de la Colonia, la economía se basaba en la servidumbre de los pueblos originarios. Existe además un racismo estructural en el seno de las instituciones. Hasta hace poco, no se veían apellidos indígenas como Mamani o Quispe en la jerarquía militar, ni en cargos importantes en la administración pública", señala el experto en interculturalidad Gregor Barié.

Según Barié, las brechas sociales que separan a la clase media urbana de la población indígena rural son abismales.

"Todavía hoy, la clase media sólo conoce al indígena que le lava el auto o le limpia la casa. Los sectores acomodados dan la espalda al país ‘indígena’: cuando salen de vacaciones prefieren ir a Miami o a Río de Janeiro en vez de conocer Bolivia", señala.

En los últimos años, sin embargo, el racismo ha disminuido y la clase media criolla ha comprendido que muchos indígenas viven en la miseria y desea que esa situación cambie. Otro signo de cambio en las actitudes de la clase media es que el mismo presidente Morales fue elegido con su apoyo.

"Pero el actual gobierno ha cambiado la correlación de fuerzas entre indígenas y no-indígenas. Morales quiere empoderar a los excluidos. Los indígenas han ganado en autoestima y reclaman activamente sus derechos. Eso asusta a la clase media y genera tensiones", explica Barié.

País dividido

En los últimos dos años se ha producido una fuerte polarización, tanto entre el gobierno y la oposición como entre el occidente y el oriente de Bolivia. Los protagonistas son el presidente Morales, apoyado principalmente por el occidente, y los prefectos (gobernadores, pero con menos atribuciones) derechistas de los departamentos de oriente. Estos exigen una profunda descentralización del Estado y una transferencia de facultades a las regiones, exigencias que el presidente ha calificado como "demandas de la oligarquía".

En vez de descentralización —conocida como "autonomía departamental" en Bolivia—, el presidente quiere que se apruebe la Constitución oficialista, que otorga nuevos derechos a los pueblos indígenas y permite la reelección presidencial. La propuesta también obliga a funcionarios públicos y candidatos a cargos electivos a hablar un idioma indígena. Desde oriente se ha calificado la propuesta como "aymara", en alusión al principal pueblo indígena de los alrededores del lago Titikaka.

Más allá de las discrepancias sobre la descentralización y la nueva Constitución, en el conflicto actual chocan dos visiones de desarrollo contrapuestas: la socialdemócrata de Morales, donde el Estado tiene un rol importante en la economía, y la de libre mercado de los prefectos.
El occidente boliviano está poblado principalmente por indígenas y por mestizos de ascendencia quechua y aymara. La población del oriente, en cambio, es en su mayoría criolla y sólo domina el castellano. En la región también hay pueblos nativos, pero son relativamente pequeños y dispersos.

En el curso de las últimas décadas, muchos habitantes del altiplano han emigrado al oriente en busca de mejores oportunidades. Se han asentado en zonas rurales y en el enorme barrio Plan 3000 de la ciudad de Santa Cruz. Esos inmigrantes constituyen el principal grupo de apoyo a Morales en las tierras bajas y son ahora el blanco de los ataques racistas.

"Tumbar al indio"

En varias ocasiones, Morales ha afirmado que sus opositores buscan "tumbar al indio", lo que equivale a decir que la oposición a su gobierno se debe a su propia condición de indígena. La palabra "indio" tiene una fuerte carga negativa en la Bolivia de hoy y ha sido reemplazada por "indígena", considerada más correcta en términos políticos. Sin embargo, la mayoría de los analistas no concuerda con esa caracterización del conflicto. Según Barié, la virulencia de la oposición habría sido la misma con el vicepresidente Álvaro García Linera en la presidencia. García Linera es de tez blanca, carece de ascendencia indígena y es oriundo de la céntrica ciudad de Cochabamba.

"La identidad regional es muy importante para la población de las tierras bajas. Y esa identidad se siente muy relegada por el poder central y por el presidente. El racismo de oriente ha sido activado con fines políticos, como un instrumento en la lucha contra el poder central", añade Barié.

No sólo el presidente apela a la etnicidad. En el fragor del conflicto sucede con frecuencia que los dirigentes de las organizaciones afines al gobierno afirman que los líderes opositores "no son bolivianos", debido a que algunos de ellos son hijos y nietos de inmigrantes europeos y asiáticos.

En un discurso público, el senador oficialista Lino Villca los calificó de "croatas", en alusión al presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, de apellido Marinkovic.

Dentro del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) hay varias fracciones: marxista, nacionalista e indigenista. Esta última quiere construir un nuevo Estado boliviano con la comunidad indígena, el ayllu, como modelo, donde los conflictos se resolverían mediante los mecanismos de la "justicia comunitaria" y las autoridades serían elegidas según usos y costumbres, no mediante el voto secreto.

Hay ciertamente ministros de inspiración indigenista, como el canciller David Choquehuanca, pero ni el MAS ni Morales tienen la intención de "indigenizar el país", según Barié.

"Las corrientes dominantes en el gobierno son la marxista y la nacionalista. En la propuesta de nueva Constitución, por ejemplo, no se contempla la creación de circunscripciones indígenas. Y durante el trabajo de la Asamblea Constituyente llegaron a producirse rupturas entre el gobierno y ciertas organizaciones netamente indigenistas. Lo indígena es fuerte en el discurso presidencial, pero no en la práctica".

Barié está convencido de que los conflictos en Bolivia no tienen un transfondo auténticamente étnico, pero advierte que las agresiones racistas han resucitado viejos fantasmas que no desaparecerán cuando cambie el escenario político.

"Es posible lograr acuerdos políticos que resuelvan el conflicto actual. Pero los ataques racistas dejan tras de sí heridas difíciles de cicatrizar. Para lograrlo va a ser necesario un largo trabajo post-conflicto", advierte Barié. —Noticias Aliadas.

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