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Las momias ocultas del Museo
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:34 PM

Se las conserva en una sala especial del subsuelo pero nadie las puede ver

Las momias ocultas d...
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Foto: En la Sala Egipcia se encuentra la única momia que actualmente se exhibe al público en el Museo. Se considera que tiene una antigüedad de 2.700 años y fue donada por Dardo Rocha.

Por FACUNDO BAÑEZ

-Recién ahora estamos aprendiendo a cuidarlas. Es raro. Tanto tiempo allá arriba y ahora acá abajo, sin que nadie las puede ver.
abre comillasLa medida busca atender el reclamo de las comunidades aborígenescierra comillas


La museóloga Miriam Hara parece que hablara para sí misma. Mira un instante las fotos que aparecen en la pantalla de la PC y señala una con la flechita del mouse: son dos bebés momificados adentro de una vasija. Estudia la imagen y piensa un rato:

-Esa nos costó -dice-. La empezamos a limpiar y fue difícil. Son dos nenes. Por más tiempo que haya pasado, una no se puede olvidar que se trata de dos nenes.

Miriam trabaja en el área de Conservación del Museo de La Plata y, por momentos, se refiere a los restos que cuida como si fueran seres todavía vivos. A su lado está Silvia de la Cruz, técnica del área y con quien comparte la silenciosa tarea de conservar uno de los patrimonios más importantes y celados del lugar: las momias americanas que fueron retiradas de exhibición en 2006 y que ahora, lejos de la vista del público, se conservan en una sala especial del subsuelo a la que sólo los técnicos pueden acceder.

-Nadie puede entrar porque así se preserva mejor el ambiente -explica Miriam-. Hay que revisarlas cada tres días y hacerles un tratamiento contra la humedad y los hongos. Recién ahora dimos con la temperatura justa que necesita la sala, que es de entre 16 y 18 grados y un 55 por ciento de humedad. ¿Si está bien que nadie las vea? Está bien respetar el reclamo de los pueblos originarios. Pero no sé: me parece que a la gente se le podría mostrar aunque sea una fotografía...

Silvia escucha a su colega y parece dudar:

-Yo entiendo lo del respeto -dice-, pero la momificación natural es algo maravilloso y me gustaría que el público lo vea. Ahora se retiraron hasta los esqueletos y tampoco se pueden mostrar huesos humanos. Tienen que ser de plástico. Y yo te digo la verdad: a mí no me gusta que mi hija aprenda de un plástico.

Clic para ampliarDos años después de que los restos humanos pertenecientes a las poblaciones originarias fueran retiradas de las vitrinas, en la sala de Conservación del Museo platense el debate sigue tan intenso como el primer día. La medida, es bueno recordar, buscó atender el viejo reclamo de las comunidades aborígenes y alcanzó a 20 piezas expuestas en las salas de Antropología biológica, Arqueología argentina y Anatomía humana, y contempló además la devolución del cuero cabelludo y el cerebro conservado en formol del cacique Inakayal, cuyos huesos ya fueron entregados a principios de la década pasada a la comunidad Tecka de Chubut.

-Se trata de una cuestión ética -apuntan desde la dirección del Museo-. El retiro de este tipo de piezas ya lo decidieron centros como el Museo Etnográfico de Buenos Aires o el Museo del Indígena Americano de la Smithsonian Institution de Estados Unidos, y en todos los casos lo que se buscó es lo mismo: quebrar paradigmas y atender el reclamo legítimo de los pueblos originarios.

Fundado en 1884 sobre la base de las colecciones donadas por el perito Francisco Pascasio Moreno, no deja de resultar extraño que el Museo ahora esconda en su subsuelo lo que tiempo atrás supo ser uno de sus principales atractivos.

-Al principio la gente se enojó mucho pero después entendió -aseguran desde la dirección del lugar-. El tema genera la reflexión y es bueno que esto suceda. El modo en que estaban exhibidas las momias necesitaba una revisión porque la modalidad expositiva llevaba muchos años y no se daba en un contexto particular.

LOS HUESOS DE LA POLEMICA

Clic para ampliarMucho antes de terminar en habitáculos de acrílico de una sala inaccesible, incluso antes de ser exhibidas al público durante casi 30 años, las momias ocultas del subsuelo llegaron al Museo cuando su fundación todavía era algo reciente. Eran los tiempos en que el perito Moreno acrecentaba su colección personal de cráneos y el Museo parecía tener más fines políticos que científicos. Eran los tiempos de la Campaña del Desierto. Tiempos en que figuras como Alejandro Korn o el botánico Carlos Spegazzini, según varios revisionistas, colaboraban en la provisión de restos humanos a la comunidad científica local y el Museo de La Plata servía como piedra fundamental de una política que necesitaba instaurar la idea que la Patagonia era argentina y no de los araucanos o los mapuches. Eran otros tiempos. Iniciales y renovadores para algunos. Oscuros para otros. Hoy la historia hace su propia revisión y la antropología biológica parece casi avergonzada de su propio pasado.

Entonces la pregunta cae de madura: si nadie los puede ver, ¿por qué esos restos humanos siguen en el Museo?

-El de la restitución es un tema aparte -aclaran en la dirección-. Eso ya no depende de nosotros. Nuestra función es conservar a las momias, nada más. Si hay un pedido puntual para devolverlas a su comunidad, es algo que lo tiene que analizar el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) y será la Nación quien decida qué se hacen con los restos.

Los restos, es bueno precisar, llegaron a fines del siglo XIX provenientes en su mayoría del sur y el norte de nuestro país. También hay algunos que llegaron de San Pedro de Atacama, en Chile, o del reino de Chimú, en Perú. Otros tiempos. Tiempos en que muchos pensaban que los indígenas eran inferiores y no merecían mejor suerte. En la hemeroteca del Museo, de hecho, una investigación realizada por el Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social comprobó que había catalogadas cinco muertes dentro del Museo. Sus protagonistas eran ni más ni menos que los indígenas que llegaron al edificio para terminar allí sus días, lejos de su tierra y expuestos como trofeos de una programada cacería humana.

Apasionante y controvertido, el dilema se plantea según el punto de vista con el que se lo enfoque: si debe privarse al público de un patrimonio que puede considerarse histórico y de la humanidad o si debe privarse a una comunidad de dar digna sepultura a sus ancestros. Pero hay algo claro: el reconocimiento de los derechos de los pueblos nativos en el mundo es hoy una realidad reconocida como un derecho humano básico, y en la actualidad varios países como Australia, Canadá y Estados Unidos estimulan a los pueblos originarios a participar en la gestión y control del patrimonio de sus antepasados.

En nuestro país, el debate sobre la exhibición de restos humanos se instaló con fuerza en 2005, cuando el Museo de Alta Montaña de Salta decidió exponer al público los cuerpos de tres chicos sacrificados por los Incas hace 500 años y que, debido al congelamiento, se habían conservado en perfecto estado

VIAJE AL FIN DE LOS TIEMPOS

Conservar una momia es como desafiar a la eternidad. El tiempo no pasa ni siquiera para la muerte. O mejor dicho: se trabaja para que el tiempo no pase y la muerte quede así eternizada, como si las manos de los conservadores, en el fondo, no hicieran más que cumplir con el secreto y silencioso deseo de esos cuerpos de seguir intactos y conservados hacia el fin de los tiempos.

-Los días más complicados son los de humedad -dice Silvia de la Cruz-. Ahí tenemos que estar con las momias y trabajar para que el ambiente no las deteriore. Al principio era raro pero ya nos acostumbramos. Tuvimos que ir aprendiendo a medida que íbamos haciendo el trabajo.

La puerta de la sala permanece cerrada y a las momias uno sólo las puede ver en fotos. Esas imágenes son las que ahora Silvia y Miriam muestran en su PC y describen con paciencia casi artesanal: llaman la atención la de los niños momificados adentro de una vasija y la de una mujer con una trenza intacta. Momias que uno recuerda haber visto alguna vez en la segunda planta del edificio pero que ahora, a la luz de los nuevos tiempos, permanecen como testigos principales de una época que ya no está.

-Tal vez el día de mañana nos juzguen por lo que estamos haciendo -dicen en la dirección del Museo-, pero es el costo que se debe pagar cuando se decide sobre un tema tan delicado.

Más allá de las discusiones que se puedan plantear para definir la nueva política de exposición, nadie duda de que la medida es histórica y está fundada en la clara decisión de revisar el origen de las colecciones con las que el Museo se nutrió en su etapa fundacional. En la actualidad, las únicas momias que se pueden ver son las de la sala egipcia, en la planta baja del edificio y donde permanecen tres cofres con restos momificados.

-Las egipcias pueden mostrarse porque no hay comunidades que pidan la no exhibición -se aclara-, pero de todos modos la exhibición se hace a sarcófago cerrado por cuestiones de conservación.

Las otras, las de nuestro continente, seguirán por el momento en el subsuelo del edificio. Y es curioso: porque mientras se las protege de cualquier mirada, los nuevos tiempos hacen que las imágenes de esas momias aparezcan en cualquier página web dedicada al tema. Basta con navegar un poco para encontrar decenas de sitios donde se difunden sus imágenes. Se las puede ver aquí y allá menos en el lugar donde están y siempre estuvieron. Como si ahora su estadía en el Museo no fuera más que un momento, un breve momento, en el interminable y silencioso viaje que allá lejos y hace tiempo emprendieron hacia la eternidad.

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El camino es el respeto
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:34 PM

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Momias sin público
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:34 PM

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El caso de los niños momificados de Salta
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:43 PM

Uno de los casos que más polémicas sigue despertando en torno a la exhibición de restos humanos es el de las momias del volcán salteño Llullaillaco, donde tres niños fueron sacrificados según un ritual conocido con el nombre de "Capacocha" en el período incaico. Ataviados con textiles de gran calidad, fueron colocados dentro de pozos de dos metros de profundidad excavados en la roca madre, y se momificaron naturalmente por el frío y la escasa humedad reinantes a más de 6.700 metros sobre el nivel del mar.

En 1999, hay que recordar, una expedición liderada por Johan Reinhard encontró a las tres momias bautizadas luego como "la niña del rayo", "el niño" y "la doncella". Con 500 años de antigüedad, se trata de las momias prehispánicas mejores conservadas hasta el momento.

Para muchos los cuerpos no son más que una ventana al pasado en temas médicos, antropológicos, sociológicos, etnológicos e históricos de la cultura incaica. Ahora se exhiben en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (Maam) de Salta, pero el museo es tan polémico como lo fue la expedición de la fundación National Geographic que las bajó del volcán. Algunos pueblos originarios se resisten que muestren sus ancestros y parte de la comunidad científica, también.

La exposición de las momias en el Maam va rotando. Comenzaron con "La doncella" a partir de agosto de 2007 y ahora se exhibe "La niña del rayo". "Además de la sala de exhibición, hay un laboratorio para la criopreservación. Están a 20 grado bajo cero. El ambiente tiene un 97 por ciento de nitrógeno", cuentan desde la dirección del Maam. Se trata de imitar el sitio donde fueron halladas para evitar que el oxígeno y los microorganismos deterioren los cuerpos.

Para lograr que se exhibieran se debieron sortear cuestiones tecnológicas, pero también políticas. Muchas gente se opuso. Sobre esta polémica, la dirección asegura que los pueblos originarios de la región nunca se quejaron: "trabajan con nosotros y nos ayudan a custodiar los sitios arqueológicos en los cerros".

En el XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina de 2004 ya se había alertado sobre "la no-exhibición de los cuerpos de Llullaillaco y todos los restos humanos que se encuentren en colecciones de museos del país para respetar la sacralidad ancestral de los restos humanos y sitios indígenas".

En su momento, incluso, el ex director Nacional de Patrimonio y Museos, Américo Castilla, había dicho que "se debe tener especial cuidado en no oponer a la ciencia con la sacralidad y sobre todo no hacer uso de la sacralidad para satisfacer la curiosidad de los turistas que visitan los museos".

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La polémica de mostrar
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:46 PM

La exhibición de cuerpos humanos siempre generó polémica y fue tema de debate. Hace apenas un año, basta recordar, nuestro país fue testigo de una fuerte controversia internacional en torno a la presentación de "Bodies", la inquietante exposición que recorre el mundo mostrando cadáveres reales disecados.

Dividida en los cuatro sistemas del cuerpo (nervioso, respiratorio, circulatorio y digestivo), la muestra expuso 16 cadáveres y unos 200 órganos en un lugar tal vez no del todo acorde a una lección de anatomía: el shopping del Abasto, en capital federal.

Avalada por el profesor de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Michigan, Roy Glover, uno de los objetivos de la exposición fue mostrar in situ los estragos que el cigarrillo, el alcohol o distintas enfermedades provocan al organismo y exponer el cuerpo humano en movimiento, revelando así la complejidad de cada acción cotidiana.

¿Arte provocador? ¿Negocio? ¿Propuesta educativa? Aunque tal vez un poco de cada cosa, la muestra curada por Glover recorre el mundo y muy rara vez se desliga de una polémica que parece haber nacido con ella misma. Las críticas que recibe van desde lo ético a lo judicial, y acaso una de las que más inquiete sea la que dice que los difuntos -que provienen de China- no murieron de causas naturales sino porque el gobierno chino los decidió asesinar.

Las acusaciones, como se dijo, también apuntan al sentido ético de la muestra, y se fundamentan en que el hecho de exponer cadáveres de personas que en vida no consintieron ese destino para sus cuerpos no hace más que atentar contra la dignidad humana.

Habituado a las críticas, el curador de la muestra sostiene que los visitantes "se dan cuenta de que el trato que se le da a los cuerpos es muy respetuoso. La gente aprende y hasta admira la belleza del organismo humano. Si no se la exhibiera, esa belleza jamás podría ser admirada".

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Otros países, el mismo debate
Por Diario El Día / La Plata - Sunday, Sep. 28, 2008 at 5:47 PM

El debate sobre la exhibición de momias en los museos no es exclusivo de nuestro país, sino una controversia que atraviesa actualmente a toda la comunidad científica internacional. El museo de la ciudad inglesa de Manchester, por caso, terminó el mes pasado la primera fase de un experimento por demás particular: decidió cubrir completamente tres momias egipcias que tenía en exposición y solicitó la opinión de los visitantes sobre cuál era la forma más respetuosa de exhibirlas.

A través de un blog y de formularios colocados en el museo, las autoridades recopilaron estas opiniones y ahora acaban de dar a conocer los resultados: un 85% de los consultados quieren que las momias sean nuevamente descubiertas, pero muchos de ellos aconsejan colocar señales indicando que hay restos humanos en exhibición.

"El Museo de Manchester se plantea hace mucho la cuestión ética en el tema de la exhibición de restos humanos. Todo empezó años atrás cuando grupos indígenas de Australia, Nueva Zelanda y América del Norte solicitaron la repatriación de restos exhibidos por nosotros", dijo el director del museo, Nick Merriman.

Una de las personas que participó a través del blog del Museo de Manchester en este debate fue el egiptólogo Bassam El Shammaa, quien, tras haber lanzado una campaña para salvar a la Esfinge de Giza de las aguas subterráneas, ahora se atreve a plantear una propuesta mucho más revolucionaria: que devuelvan las momias a sus tumbas.

La campaña se llama "Regreso a la Eternidad" y consiste en retirar a las momias que están exhibidas y llevarlas nuevamente a las cuevas, fosas, pirámides o tumbas donde fueron encontradas. "Yo creo que hay que regresar las momias a sus tumbas como una muestra de respeto, respeto al ser humano más allá de cualquier culto, creencia o religión, respeto por personas que pidieron descansar en paz", dijo El Shammaa.

La campaña de este egiptólogo ha atraído a varios medios que lo han invitado a polemizar con académicos y arqueólogos que se oponen rotundamente a la idea de retirar las momias de exhibición. Uno de ellos es el decano de Arqueología de la Universidad de El Cario, Alaa Eldin Shaheen, para quien las momias no son más "parte de nuestra herencia -no cadáveres- que representan la fantástica habilidad de los antiguos egipcios para preservar a estos seres queridos".

Pero El Shammaa no coincide con esta apreciación: "Para mí las momias son personas muertas, no son monumentos, no son piedras, no son estatuas, no son pilares, son seres humanos, carne, hueso, sangre".

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