Julio López
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Legislatura porteña: Proyecto para apoyar la derogación del "Día de la Raza"
Por P. - Monday, Oct. 13, 2008 at 6:21 PM

Proyecto

2069-D-2008

PROYECTO DE RESOLUCIÓN

Artículo 1º.- La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires expresa su voluntad de que el Congreso Nacional derogue la conmemoración del 12 de octubre como “Día de la Raza”.

Artículo 2º.- Comuníquese, etc.

FUNDAMENTOS
Sra. Presidenta:

La presente iniciativa es de autoría del diputado socialista Norberto La Porta, ya fallecido, quien la presentó reiteradas veces en esta Legislatura. A continuación, reproducimos sus fundamentos.

El “Día de la Raza” fue impuesto en 1917 por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen, declarando fiesta nacional el 12 de octubre de cada año. Durante la Primera Guerra Mundial las relaciones hispano-argentinas no estuvieron exentas de la conocida “política de gestos” y agasajos mutuos. Dentro de esta política puede ser considerada la promulgación de aquel decreto, que logró además la adhesión de casi todas las naciones americanas, incluyendo Estados Unidos.
El texto declaraba que “siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de las naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento, y el Poder Ejecutivo de la Nación:
“Art. 1º: Se declara Fiesta Nacional el 12 de octubre.
“Art. 2º: Comuníquese, publíquese, dése al Registro Nacional y se archive.”
Sin embargo, desde la reforma de la Constitución Nacional en 1994, el Art. 75 inc. 17 señala: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad...” Por otra parte, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, que por la misma Constitución tiene “jerarquía superior a las leyes” (Art. 75, inc. 22), dice en su artículo 7º: “Los Estados parte se comprometen a tomar medidas inmediatas y eficaces, especialmente en las esferas de la enseñanza, la educación, la cultura y la información, para combatir los prejuicios que conduzcan a la discriminación racial y para promover la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las naciones y los diversos grupos raciales y étnicos.”
También la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en su preámbulo, señala que se debe promover “el desarrollo humano en una democracia fundada en la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia y los derechos humanos, reconociendo la identidad en la pluralidad, con el propósito de garantizar la dignidad e impulsar la prosperidad de sus habitantes.”
Quizás hoy en día resulta una discusión inútil plantear el tema del “encuentro de dos culturas”, o hablar del “descubrimiento de América”. Sin embargo, no está de más refrescar datos y hechos que a la luz de los tiempos son argumentos inobjetables para plantearnos en la actualidad una actitud de reflexión frente al 12 de octubre, y sobre todo a la posibilidad de considerar a la fecha como una “fiesta nacional”.
Cuando los españoles llegaron a América, el continente se hallaba habitado por numerosos grupos indígenas. Algunos de ellos estaban organizados en Estados, como los Aztecas, en México, los Mayas en Yucatán y los Quechuas en Perú. Otros deambulaban en grupos nómades, como nuestros indios chaqueños y fueguinos. Esta diversidad de culturas señala que los indígenas americanos estaban integrados por distintos elementos raciales.
El historiador Felipe Pigna señala, en referencia a la “Conquista de América”: “Hacia fines del siglo XV, la Europa renacentista en plena expansión inició la conquista y explotación del continente americano. Las sociedades americanas sufrirán en carne propia el impacto de la invasión y ya nada será como hasta entonces.”
Y continúa: “Cuando los españoles comenzaron la Conquista, la población de América llegaba a unos 57 millones de personas. Para 1607 sólo quedaban 4 millones. Este descenso violento de la población se debió a las guerras de resistencia, a las enfermedades introducidas por los europeos y a las duras condiciones de trabajo a las que fueron sometidos los nativos.”
Al respecto es claro el informe que en 1552 publica Fray Bartolomé de Las Casas. “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” estaba dirigida al príncipe Felipe con la intención de hacerle notar cómo la situación en las Indias era insostenible. Movidos por la ambición, quienes supuestamente llegaban a educar y evangelizar someten a los indígenas a una explotación inhumana que genera como consecuencia el aumento imparable del índice de mortandad, a través de las más brutales masacres, hasta el punto que islas completas o grandes extensiones de tierra quedan despobladas tras apenas cincuenta años de conquista.
Entre los argumentos que Las Casas envía a quien sería el futuro rey, Felipe II, señala que “las matanzas y estragos de gentes inocentes y despoblaciones de pueblos, provincias y reinos que se han perpetrado, y que todas las obras no de menor espanto”.
Luego, en el primer capítulo, resume: “Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años, por las dichas tiranías infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos (millones) de ánimas, hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme, que son más de quince cuentos.
“Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que se llaman cristianos, en estirpar y raer de la haz de la tierra a aquellas miserandas naciones. La una por injustas, crueles y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los hombres varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de tiranía infernal se reducen o se resuelven o subalternan como a géneros todas las otras diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas. ”
En Barcelona, la “Plataforma contra el 12 de octubre”, estableció en su manifiesto que “esta fecha supone el comienzo de la colonización europea y el exterminio de Estados, Naciones y Pueblos Indígenas”. Y luego pregona la necesidad de “apoyar las luchas de los Pueblos Indígenas y no indígenas de América y del resto del mundo contra la concentración del poder -económico, político, social y también mediático- y contra el pensamiento único.”
Es sabido que los nativos americanos incluso recibieron con admiración y buenas intenciones a los españoles, y que mucha de esta confianza fue utilizada por los conquistadores para su propio beneficio. Sobre una historia muy difundida señala Pigna: “Muy frecuentemente para descalificar a los indios se suele recurrir a la anécdota de que los indios cambiaban gustosos sus adornos de oro por objetos que en España no tenían valor como espejos, collares de vidrio o instrumentos musicales. Pero quienes plantean estos argumentos hacen gala de una gran ignorancia porque en América el oro no tenía el valor de cambio, el valor ‘en sí’ que tenía para los europeos. Aquí no había monedas de oro, ni se desataban guerras por su posesión. El oro era uno de los metales que los nativos usaban para elaborar sus artesanías. Para los americanos los objetos traídos por los europeos eran dignos de admiración e interés y por eso querían obtenerlos.”
Finalmente, la matanza por el oro, la ambición y la codicia quedan claras en el relato de Bartolomé de Las Casas: “La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días, y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas, conviene a saber, por la insaciable cudicia y ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices y tan ricas, y las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a subjetarlas, a las cuales no han tenido más respecto, ni dellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a bestias los hobieran tractado y estimado), pero como y menos que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus ánimas, y por eso todos los números y cuentos dichos han muerto sin fe y sin sacramentos. Y ésta es una muy notoria y averiguada verdad, que todos, aunque sean los tiranos y matadores, la saben y la confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas vecs hobieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos.”
Luego de todo lo que hemos expuesto, una síntesis reducidísima de la extensa documentación existente acerca de los hechos atroces cometidos en nombre de la “civilización”, creemos necesario de una vez por todas, llegada una nueva fecha de octubre, decir “No” enérgicamente a la celebración del 12 de octubre como “Día de la Hispanidad” o “Día de la Raza”. El 12 de octubre no hay nada a celebrar.
Es por todo lo que antecede que creemos de suma importancia la pronta aprobación del presente proyecto.

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Los tuvieron que aprobar!!!
Por Anita - Monday, Oct. 13, 2008 at 10:39 PM

En la última sesión de la Legislatura porteña el Pro tuvo que tragar saliva y votar A FAVOR los dos proyectos que había sobre tablas para el 12 de octubre. Uno de solidaridad con los pueblos originarios por el mayor genocidio de la historia, y el otro para que el Congreso Nacional le saque el nombre a la "fiesta" del 12 de octubre, y se lo cambie por otro que exprese mejor la verdad histórica. Para que eso ocurra la senadora Vilma Ibarra que preside la Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados de la Nación debe dar tratamiento - para que se dictaminen- a los proyectos sobre el tema que son varios y que figuran en el temario pendiente de la Comisión que ella preside.
¿Lo hará para el bicentenario?

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