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Descolonización de la educación en el proceso de cambio en Bolivia
Por Silvio Paez - Saturday, Mar. 07, 2009 at 10:06 PM
silviopaez@riseup.net

“Ya está aprobada la nueva Constitución Política del Estado, ahora debemos
formar a los hombres y mujeres nuevos para aplicarla” comentaba una mujer
en una reunión donde su organización (la Federación de Mujeres
Campesinas–Bartolina Sisa) se planteaba las principales tareas para este
nuevo período político y dentro del Estado plurinacional.

Y es que una propuesta de esta naturaleza, tan profundamente política y de
largo plazo, no podía dejar de estar presente en el seno de este sector,
las mujeres trabajadoras, que viven cotidianamente las consecuencias del
resultado del carácter colonial de la educación que tiene un contenido
copiado de los modelos culturales occidentales y de una sociedad
capitalista: en primer lugar, las mujeres soportan las consecuencias de
una educación orientada a formar mano de obra y domesticadora que niega
totalmente nuestro propio ser indígena o latinoamericano asumiendo como
modelo el desarrollo del primer mundo; en segundo lugar, la educación real
y efectiva, que la vamos a llamar comunitaria (contenida en comunidades
indígenas, comunidades rurales, pero también en comunidades
interculturales urbanas), existe en los espacios familiares y comunales
pero ha quedado subordinada a una educación institucionalizada, que no
sólo implica valores machistas, discriminadores e individualistas, sino
que estos valores se sobreponen de manera violenta sobre nuestra propia
cultura. Por eso, esta tarea surge de la sensibilidad de las abuelas y
madres que viven la imposición de estos nuevos valores y cuya tarea,
efectiva, ha sido desdeñada por una educación institucionalizada y
colonial.

La propaganda que la derecha ha sostenido contra la política educativa
contenida en la Constitución Política estaba basada en puros prejuicios
como “nos van a arrebatar a nuestros hijos para que el Estado les lave el
cerebro con comunismo” o “quieren imponer una educación indigenista para
todos”. Además de ser algo descabellado, olvidan que fueron, el orden
civilizatorio occidental y el sistema capitalista, a los que tanto
idolatran, los que arrancaron a nuestros hijos del seno de la comunidad
para que las instituciones públicas, privadas o religiosas, se encarguen
de lavarles el cerebro con una educación utilitarista y monocultural. Pero
veamos la diferencia entre prejuicio intencionado y la propuesta real de
nuestros pueblos.

En el artículo 77 de la nueva Constitución dice “La educación constituye
una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que
tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y
gestionarla”, garantiza la educación para todos en un país en el que casi
se estaba volviendo un privilegio. Pero la educación implica otras
necesidades sociales que también se está tratando de propiciar en la nueva
constitución.

Pero además, el carácter de la educación como política de Estado tiene las
siguientes características expresadas en el artículo 78 de la Constitución
“I. La educación es unitaria, pública, universal, democrática,
participativa, comunitaria, descolonizadora y de calidad. II. La educación
es intracultural, intercultural y plurilingüe en todo el sistema
educativo. III. El sistema educativo se fundamenta en una educación
abierta, humanista, teórica y práctica, liberadora y revolucionaria,
crítica y solidaria. IV. El Estado garantiza la educación vocacional y la
enseñanza técnica humanística, para hombres y mujeres, relacionada con la
vida, el trabajo y el desarrollo productivo”.

Esta propuesta, ha sido resultado de la elaboración de políticas
educativas con la participación, por primera vez, de los sabios de los
pueblos indígenas, de expertos, de profesores urbanos y rurales, a
diferencia de las anteriores políticas delineadas desde afuera por el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a través de consultores
extranjeros. Este hecho es fundamental, porque esa participación va a
construir un marco general para una educación que sea acorde con nuestra
realidad y se deje de copiar modelos ajenos a los que jamás vamos a poder
igualar porque simplemente somos distintos o porque precisamente el modelo
copiado tiene el objetivo de someternos en términos culturales, políticos
y económicos a estas otras culturas hegemónicas. Como uno de los
resultados de esta participación en las políticas educativas, se ha
abierto la posibilidad de cambiar las currículas de acuerdo a la realidad
de nuestros pueblos y comunidades. Pero además en la Constitución, se abre
la posibilidad de que la educación sea definida en las autonomías de los
pueblos indígenas y también en las autonomías de otras unidades
territoriales como ser departamentales y municipales.

Creo que no todo está necesariamente explicitado en la Constitución,
puesto que su fin no fue consolidarse como un documento inamovible que
contiene la verdad de la transformación, sino que la intención que le han
impregnado las organizaciones sociales y los pueblos indígenas, es la de
ser un instrumento que genere posibilidades, que “abra puertas” para este
proceso de cambio, como diría Toni Negri, que no se convierta en la
cosificación normativa de un poder constituido, sino que esa constitución
sea un instrumento de un poder que se constituye a sí mismo de forma
permanente.

Y uno de esos puntos al que se le abre la puerta en la constitución es,
que se va generando, desde las comunidades y desde las organizaciones, una
mayor profundidad al contenido descolonizador de la educación. Como ya
indicamos arriba, este contenido tiene algunos ejes muy bien delineados en
la CPE: la universalización del acceso de la educación como un derecho, la
intra e interculturalidad que asume la existencia de distintas naciones
con sus propias lenguas al interior del Estado plurinacional, una
educación revolucionaria y solidaria que se pueda adecuar al contexto de
desarrollo actual y que esté vinculada a la producción, la posibilidad
territorial de definir el carácter de su educación. Pero además, está la
conformación de espacios de participación intercultural en la elaboración
de políticas educativas y, algo que justamente fue por donde empezamos y
que está vinculado a este primer punto, la actitud dinámica y
participativa de las mujeres a través de sus organizaciones que se
convierten en la articulación real y efectiva de lo que hemos llamado la
educación comunitaria con la educación institucionalizada plurinacional,
donde el Estado va dejando, poco a poco, de ser el ente externo que educa
para domesticar y formar mano de obra, y se va convirtiendo en un
instrumento que es definido y utilizado por la comunidad extendida
(pueblos indígenas, comunidades, organizaciones sociales) para definir los
objetivos y contenidos de su propia educación. Una educación, ya no para
copiar y someternos, una educación con capacidad de reproducir la
comunidad, de potenciarla a través, no de la repetición, sino de la
creatividad, y ya sabemos bien quiénes saben muy bien generar condiciones
para potenciar estas aptitudes.

LP, 6 de marzo de 2009

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