Julio López
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Represion en la humanidades en Misiones
Por Dara - Thursday, May. 28, 2009 at 3:47 PM
daravara@hotmail.com (Casilla de correo válida)

aca les mando unas notas sobre acontecimiento q sucedieon en la facu de humanidades en Posadas Misiones

Carta Abierta


Escribo esta carta para aclarar a la comunidad misionera algunos de los
conceptos vertidos por los funcionarios de la Facultad de Humanidades a los
medios locales. Lo hago desde mi condición de estudiante atípica, ya que
dada mi edad puedo comparar, por experiencia propia, la Universidad
pre-dictadura con la educación universitaria actual, y apreciar el alarmante
deterioro y las condiciones de achicamiento y empobrecimiento que están
imperando. También lo hago desde el vínculo afectuoso que me liga a algunos
de los jóvenes participantes en la “vigilia”, a quienes admiro porque se
atreven a enfrentar al poder burocrático en estos tiempos de mediocre
obediencia. Me recuerdan los tiempos en que ser joven era sinónimo de
ideales, de verdad, de justicia, cuando su accionar valiente hacía decir a
Sartre: *“Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que
reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata
de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a
eso.”*


Comenzaré por el punto que es central en la disconformidad de los alumnos,
el tema de las posibilidades de participación brindado por la institución.
Asevera el vicedecano Luis Nelly que las autoridades defienden “un
co-gobierno democrático marcado por el respeto a las decisiones mayoritarias
de la comunidad universitaria”. Es válido preguntarnos cómo sería eso
posible cuando en todos los estamentos de poder la representatividad del
estudiantado no es proporcional. Para 1500 alumnos regulares de la facultad,
en el Consejo Directivo, el órgano electivo decisorio, el claustro
estudiantil tiene derecho a 4 representantes. En cambio los que
aproximadamente son alrededor de 200 docentes tienen derecho a 10
representantes y a la presidencia, el vicedecano con voz y voto. Esto
convierte a la supuesta “democracia” universitaria en una triste farsa;
correcto sería llamarla “aristocracia”, el gobierno de los que se creen
mejores: en esta comunidad universitaria existen ciudadanos de primera con
plenitud de derechos y ciudadanos de segunda cuya participación en las
decisiones es sólo una formalidad ya que de nada vale su disenso. ¿Cómo es
la cuestión? En nuestro país a partir de los 18 años los ciudadanos pueden
elegir a sus gobernantes, están habilitados para ser diputados desde los 25
años, y supuestamente no están capacitados para intervenir en un tema que
los afecta directamente, su propia educación. Es indignante ¿no? Ridículo
dado que una mayor participación del claustro estudiantil sería una garantía
contra la posibilidad de prácticas poco éticas (recordemos el “autopago” ) y
contra la distribución clientelar de cargos. Como ya se dijo en 1918 en la
proclama del Movimiento Reformista:* "Ante los jóvenes no se hace mérito
adulando o comprando". *


“Minúsculo”, denominó el señor Nelly, no sin un cierto tono triunfante, al
grupo reclamante. Esto es falso, si bien no era mayoritario pero era
“nutrido” (en términos de El Territorio). Lo dijo como si esto implicara que
la mayoría ausente avala su mandato y sus decisiones. En realidad, las
autoridades no deberían vanagloriarse de este hecho. Lo que lamentablemente
muestra es lo opuesto de lo proclamado como uno de los objetivos principales
por los científicos sociales: el logro de una mayor participación ciudadana
como garantía y fundamento de la democracia. Implica, lamentablemente, el
fracaso de nuestra formación como profesionales capacitados para tomar
iniciativas para un cambio social, que sin duda es necesario. Por el
contrario muestra, en el mejor de los casos, una juventud que ha hecho carne
el temor inculcado por los adultos a partir de nuestras vivencias durante la
dictadura, o indiferencia ante los problemas de sus compañeros que no les
atañen directamente, o quizás peor aún, una calculada inacción con la
especulación de que cualquier oposición o crítica malograría, en este
sistema perverso, la posibilidad de éxito económico y viceversa, ante el
apoyo interesado y oportunista el poder de turno abriría las puertas a todo
tipo de oportunidades (becas, cargos, participación en proyectos, etc).


No existe ningún motivo de orgullo en este hecho, ya que como dijo *José
Martí: **“En este mundo no hay más que una raza inferior: la de los que
consultan antes que todo su propio interés, bien sea el de su vanidad, o el
de su soberbia, o el de su peculio; ni hay más que una raza superior: la de
los que consultan, antes que todo, el interés humano.” *O como dice más
sencillamente la consigna del “Mayo Francés” pegada por los alumnos en una
pared durante la noche de vigilia: “*Si pienso que nada debe cambiar soy un
imbécil. Si sé que debe cambiar pero no quiero pensar soy un cobarde. Si
pienso que tengo interés en que nada cambie soy un desgraciado”.*


Por otra parte, a una docente de Comunicación Social que ha acompañado esta
“movida” desde su inicio las autoridades la trataron con muestras de enojo y
desprecio, como si fuera una traidora en tiempos de guerra, cuando aquí no
se trata de dos bandos opuestos sino de defender lo que se considera justo:
un petitorio redactado y firmado por alumnos y docentes de la carrera reunidos
en asamblea interclaustro. Los alumnos, en cambio, reconocen a los docentes
que encaran su accionar de acuerdo a lo que plantea Bourdieu como “el deber
ser” de los intelectuales. “Se trata de luchar contra los abusos de poder,
ya se trate del despotismo político o religioso o del dominio del dinero y
de los medios de comunicación...” O también, ¿por qué no? contra los abusos
de las autoridades de la Facultad de Humanidades sobre sus alumnos, esos que
se jugaron por la carrera al ir a discutir al Consejo Directivo. Sin embargo
corren rumores inquietantes, la profesora en cuestión sería sancionada por
“instigar a la violencia”, violencia que no pasó de gritos e insultos
indignados, e instigación que se trató de consejos para calmar los ánimos
bastante caldeados, dado los manejos francamente irrespetuosos y despectivos
de los funcionarios presentes. El grupo de jóvenes probablemente tenía en
cuenta aquella frase de Albert Camus: "Toda forma de desprecio, si
interviene en política, prepara o instaura al fascismo".


También el vicedecano habló de “usurpación”, término utilizado en caso de
que se afecte una propiedad privada, lo que muestra claramente cuál es el
concepto que las autoridades poseen respecto a nuestra institución y su
función en ella, no son meros administradores de un organismo que es de
todos, sino que se piensan “propietarios” de una empresa que brinda
“generosamente” un servicio del cual los estudiantes serian simples
“usuarios”. Para ellos la Educación no es un Derecho, y por tanto creen que
pueden aplicar criterios empresariales, en términos de ganancias y pérdidas.
En cambio, cualquiera con un poco de criterio sabe que no hay bien material
(cabe aclarar que los supuestos “destrozos” se limitan a un vidrio roto
probablemente por personal no docente mientras los alumnos cantaban
consignas para que el decano se dignara recibirlos) ni edificio que tenga
más valor que el bienestar y la excelencia en la formación del estudiantado.
Porque el objetivo primordial, la razón de la existencia de esta, nuestra
Institución, es la construcción conjunta de conocimientos con y para las
generaciones futuras, no el sostén y mantenimiento de una burocracia
devenida en élite privilegiada .


Las autoridades denunciaron victimizándose: "¡violencia estudiantil!".
Llaman así a la justa indignación de los estudiantes, Indignación que viene
acumulándose desde hace meses, dado que el petitorio original, firmado por
estudiantes y docentes en asamblea interclaustro, nunca fue considerado.
Durante el tiempo que lleva el reclamo, han sido usados primero para que el
tema se tratara en el Consejo Directivo, luego traicionados por el sector de
docentes que cerraron toda posibilidad de diálogo pero sí negociaron con las
autoridades un Plan de Transición que avala la decadencia de la Universidad,
la precarización de las condiciones laborales, la degradación de la calidad
educativa y el empobrecimiento del debate político-académico.
Posteriormente, cuando fueron a sostener las propuestas originales del
petitorio, tuvieron que escuchar un planteo amenazante de la Secretaria
Académica: los legajos de los alumnos de Comunicación serían investigados, y
a pesar de un pedido de explicaciones por nota, esto nunca fue aclarado, al
parecer tenía un sentido meramente extorsivo. ¿Eso no es violencia?¿No es
violencia que se convoque a la policía? Que entren en nuestra Alta Casa las
fuerzas de seguridad provinciales y nacionales con un pedido de desalojo
realizado por nuestras autoridades, que no se llevó a cabo porque las mismas
consideraron no tenía asidero legal porque no había ningún disturbio. ¿No es
violencia que funcionarios de la institución fotografíen a los participantes
de la vigilia, los amenacen con sanciones sólo por defender lo que
consideran justo?. Además se olvida otra violencia, la de la impunidad,
parece que a muchos sí les conviene el olvido. No recuerdan que hubo un
dictamen de la Si.GeN declarando irregular el “autopago”, no recuerdan que
el mismo decano que salió a los manotazos de su despacho, el que cobró una
abultada suma mientras la universidad estaba en emergencia económica. Tal
vez es esa la “violencia” que más temen las autoridades: el grito rabioso de
los jóvenes que tronaba en los pasillos “¡ Se va a acabar! ¡ Se va a acabar!
Esa costumbre de robar”.


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